9 La senilidad y las células cerebrales
KRISHNAMURTI: Me gustarte discutir con usted, y tal vez con Narayan también, qué es lo que está sucediendo con el cerebro humano. Tenemos una sociedad altamente refinada y, no obstante, al mismo tiempo bárbara, con un egoísmo envuelto en toda clase de vestiduras espirituales. Muy en lo profundo, sin embargo, hay un egocentrismo aterrador. El cerebro del hombre ha estado evolucionando por milenios y milenios; aun así, ha llegado a este punto divisivo, destructivo, que todos conocemos. Por lo tanto, me pregunto si el cerebro humano -no un cerebro en particular, sino el cerebro humano- se está deteriorando; si se encuentra en una lenta y firme declinación. O si uno puede, en el curso de su vida, producir en el cerebro una completa renovación de todo esto; una renovación que sea prístina, original, incontaminada. He estado reflexionando acerca de esto, y me gustaría discutirlo. Pienso que el cerebro humano no es un cerebro particular; no me pertenece a mí ni a ningún otro; es el cerebro humano que ha evolucionado durante millones de años. Y en esa evolución ha reunido una experiencia tremenda; acumuló conocimientos y todas las crueldades, vulgaridades y brutalidades del egoísmo. ¿Hay una posibilidad de que el cerebro se desprenda de todo esto y se convierta en otra cosa? Porque, aparentemente, está funcionando dentro de patrones. Ya sea un patrón religioso, un patrón científico, comercial o familiar, el cerebro está siempre operando, funcionando en pequeños círculos estrechos. Esos círculos están chocando unos con otros, y no parece haber fin para esto. ¿Qué es, entonces, lo que terminará con esta formación de patrones, de modo tal que el cerebro no caiga dentro de otros patrones nuevos, sino que rompa con todo el sistema de patrones, ya sean agradables o desagradables? Después de todo, el cerebro ha experimentado sobre sí muchos impactos, retos y presiones, y si no es capaz de renovarse o rejuvenecerse a sí mismo, hay muy poca esperanza. ¿Entiende?
DAVID BOHM: Vea, podría presentarse una dificultad. Si uno considera la estructura del cerebro, ve que no es posible penetrar físicamente en la estructura.
K: Físicamente no es posible. Lo sé, hemos discutido esto. ¿Qué ha de hacer, entonces, el cerebro? Los especialistas pueden observarlo, pueden tomar el cerebro muerto de un ser humano y examinarlo, pero eso no resolverá el problema. ¿De acuerdo?
DB: No, no lo resolverá.
K: ¿Qué ha de hacer, pues, un ser humano, sabiendo que el cerebro no puede ser cambiado desde afuera? El científico, el especialista del cerebro y el neurólogo explican diversas cosas, pero sus explicaciones, sus investigaciones, no van a resolver esto.
DB: Bueno, no hay evidencias de que puedan hacerlo.
K: Ninguna evidencia.
DB: Algunas personas que hacen biorretroalimentación piensan que pueden influir sobre el cerebro conectando al cráneo un instrumento para medir los potenciales eléctricos y así poder observarlos; uno puede también cambiar de este modo el latido de su corazón, la presión sanguínea y otras cosas. Estas personas han suscitado la esperanza de que algo puede hacerse.
K: Pero no han tenido éxito.
DB: No están llegando muy lejos.
K: Y nosotros no podemos esperar a que estos científicos y biorretroalimentadores -¡Lo siento!- resuelvan el problema. ¿Qué haremos, entonces?
DB: La pregunta siguiente es si el cerebro puede tener conciencia de su propia estructura.
K: ¿Puede el cerebro ser consciente de su propio movimiento? ¿Y puede no sólo ser consciente de su propio movimiento, sino tener él mismo la suficiente energía para quebrar todos los patrones y salirse de ellos?
DB: Uno tiene que preguntarse hasta qué punto el cerebro tiene libertad para salirse de los patrones.
K: ¿Qué quiere usted decir?
DB: Vea, usted empieza por decir que el cerebro está preso en un patrón, y tal vez no sea así.
K: Pero aparentemente es así.
DB: Hasta donde podemos verlo. Quizás el cerebro no tenga libertad para evadirse de su prisión. Tal vez le falte el poder.
K: Eso es lo que he dicho; no tiene suficiente energía, poder suficiente.
DB: Puede que no sea capaz de emprender la acción necesaria para salirse de su encierro.
K: Por lo tanto, se ha convertido en su propio prisionero. ¿Entonces, qué?
DB: Entonces ése es el final.
K: ¿Es ése el final?
DB: Si eso es cierto, entonces ése es el final; si el cerebro no puede evadirse de su prisión, entonces tal vez la gente podría elegir otro modo de resolver el problema.
NARAYAN: El cerebro está conectado con los sentidos y el sistema nervioso; hasta cierto punto, la retroalimentación está ahí. ¿Existe otro instrumento al cual el cerebro esté conectado, un instrumento que tenga un efecto diferente sobre el cerebro?
K: ¿Qué quiere usted decir con eso? ¿Algún otro factor?
N: Algún otro factor en el propio sistema humano. Porque, obviamente, el cerebro se nutre a través de los sentidos, pero eso no es aún suficiente. ¿Existe algún otro factor interno que provea de energía al cerebro?
K: Vea, quiero discutir esto. El cerebro está constantemente ocupado en diversos problemas, aferrándose a las cosas, apagándose, etc. Se halla constantemente en un estado de preocupación. Ése puede ser el factor central. Y, si el cerebro no está ocupado, ¿se vuelve perezoso? Si no está ocupado, ¿puede mantener la energía que se requiere para romper los patrones?
DB: El primer punto es que si el cerebro no está ocupado, alguien podría pensar que sólo toma las cosas con indolencia.
K: ¡Volviéndose perezoso y todo eso! No es lo que quiero decir.
DB: Si usted quiere decir no ocupado y, sin embargo, activo...
K: Desde luego, eso es lo que quiero decir.
DB: Entonces tenemos que examinar la naturaleza de la actividad.
K: Sí. Este cerebro está muy ocupado con los conflictos, las luchas, los apegos, temores y placeres. Y esta ocupación le da al cerebro su propia energía. Si no está ocupado, ¿se volverá perezoso, quedará drogado y, en consecuencia, perderá su elasticidad, por así decirlo? ¿O ese estado de no ocupación le dará al cerebro la energía necesaria para romper los patrones?
DB: ¿Qué le hace decir que eso podría suceder? Estuvimos discutiendo el otro día que, cuando el cerebro se mantiene ocupado con la actividad intelectual y el pensamiento, no se deteriora ni se contrae.
K: En tanto esté activo, pensando, moviéndose.
DB: Pensando de una manera racional; entonces se mantiene fuerte.
K: A eso quiero llegar también. Es decir que, mientras el cerebro esté funcionando, moviéndose, pensando racionalmente...
DB: ...se mantiene vigoroso. Si inicia un movimiento irracional, queda agotado. También si queda preso en una rutina comienza a morir.
K: Así es. Si el cerebro está preso en cualquier rutina, la rutina de la meditación, o la rutina de los sacerdotes...
DB: ...o la diaria rutina del granjero...
K: ...del granjero, etcétera, debe embotarse gradualmente.
DB: No sólo eso. Parece contraerse.
K: Contraerse físicamente.
DB: ¿Tal vez mueren algunas de las células?
K: Contraerse físicamente... Y lo contrario a eso es la eterna ocupación en toda clase de tareas, por cualquier persona que realiza un trabajo rutinario... ¡pensando, pensando, pensando! Y creemos que eso también evita que el cerebro se contraiga.
DB: Indudablemente, la experiencia parece demostrar que lo hace, de acuerdo con las mediciones que se han efectuado.
K: Sí, lo hace. Así es.
DB: El cerebro empieza a contraerse a cierta edad. Eso es lo que se ha descubierto y, del mismo modo que cuando no usamos el cuerpo, los músculos comienzan a perder su flexibilidad...
K: Entonces, ¡a realizar gran cantidad de ejercicios!
DB: Sí, se aconseja ejercitar el cuerpo y ejercitar la mente.
K: Si. Estando preso en cualquier patrón, en cualquier rutina, en cualquier directiva, el cerebro tiene que contraerse.
DB: ¿Podríamos investigar qué es lo que le hace contraerse?
K: Es bastante simple. La repetición.
DB: La repetición es mecánica, y no utiliza realmente la plena capacidad del cerebro.
K: Uno ha advertido que las personas que han gastado años y años en la meditación, son las personas más embotadas de la tierra. Y también con los abogados y los profesores hay una amplia evidencia de todo eso.
N: Se ha sugerido que el pensar racional pospone la senilidad. Pero el pensar racional mismo, puede a veces convertirse en un patrón.
DB: Podría hacerlo. El pensar racional practicado en un área estrecha podría volverse parte del patrón también.
K: Por supuesto, por supuesto.
DB: ¿Pero existe algún otro modo?
K: Investigaremos eso.
DB: Pero en primer lugar, aclaremos las cosas con respecto al cuerpo. Si alguien realiza gran cantidad de ejercicios físicos, el cuerpo se mantiene fuerte, pero puede volverse mecánico.
K: Sí.
DB: Y, por lo tanto, eso tendría un efecto desfavorable.
N: ¿Y qué hay con respecto a los diversos instrumentos religiosos tradicionales: yoga, tantra, kundalini, etc.?
K: Los conozco. ¡Oh, deben contraer el cerebro a causa de lo que ahí está sucediendo! Tome el yoga, por ejemplo. Se acostumbraba no vulgarizarlo, si puedo usar esa palabra. Era mantenido estrictamente para los muy pocos, los que no se interesaban en el kundalini y todo eso, sino que se interesaban en llevar una vida moral, ética, una vida que llamaban espiritual. Vea, quiero llegar a la raíz de esto.
DB: Pienso que hay algo que se relaciona con esto. Parece que antes de que el hombre se organizara como sociedad, estuvo viviendo en contacto con la naturaleza, y no le era posible vivir en una rutina.
K: No, no le era.
DB: Pero estaba completamente inseguro.
K: ¿Estamos diciendo, entonces, que el propio cerebro se vuelve extraordinariamente activo -no está preso en un patrón- si vive en un estado de inseguridad? ¡Sin volverse neurótico!
DB: Creo que está más claro cuando usted dice, “sin volverse neurótico”; entonces la seguridad llega a ser una forma de neurosis. Pero yo preferiría que el cerebro viviera sin tener seguridad, sin exigirla, sin exigir ciertos conocimientos.
K: ¿Estamos diciendo, entonces, que el conocimiento también marchita el cerebro?
DB: Sí, cuando es repetitivo y se vuelve mecánico.
K: ¿Pero el conocimiento mismo?
DB: Bueno, ahí tenemos que ser muy cautos. Pienso que el conocimiento tiene una tendencia a volverse mecánico. O sea, que queda fijo, pero siempre podemos estar aprendiendo, etcétera.
K: ¡Pero aprendiendo desde un centro, aprendiendo como un proceso acumulativo!
DB: Aprendiendo con algo fijo. Aprendemos algo que queda fijo, y después uno aprende a partir de ahí. Si pudiéramos aprender sin retener nada permanentemente fijo...
K: Aprender y no añadir. ¿Podemos hacer eso?
DB: Sí, pienso que al llegar a cierto punto, tenemos que desprendernos de nuestro conocimiento. El conocimiento puede ser válido hasta un punto, y luego cesa de ser válido. Se vuelve un obstáculo. Podría decirse que nuestra civilización se está derrumbando debido a un exceso de conocimientos.
K: Por supuesto.
DB: No descartamos lo que estorba.
N: Muchas formas de conocimiento son aditivas. A menos que uno sepa la cosa anterior, no puede hacer la siguiente. ¿Diría usted que esa clase de conocimiento es repetitivo?
DB: No, mientras estamos aprendiendo. Pero si sostenemos algún principio, o el centro, si los sostenemos como algo fijo y decimos que eso no puede cambiar, entonces tal conocimiento se vuelve mecánico. Pero supongamos, por ejemplo, que uno tiene que ganarse la vida. La gente debe organizar la sociedad, etcétera, y necesita del conocimiento.
K: Pero ahí añadimos más y más conocimientos.
DB: Correcto. También podemos desembarazarnos de algunos.
K: Por supuesto.
DB: Algunos estorban. Ahí la cosa se está moviendo continuamente.
K: Sí, pero aparte de eso, yo pregunto acerca del conocimiento mismo.
DB: ¿Quiere usted decir el conocimiento sin este contenido?
K: Sí, la mente que conoce.
DB: La mente que tan sólo quiere conocimiento; ¿es eso lo que está usted diciendo? ¿El conocimiento por sí mismo?
K: Sí. Quiero cuestionar toda la idea de adquirir conocimientos.
DB: Pero otra vez eso no está muy claro, porque aceptamos la necesidad de algunos conocimientos.
K: Por supuesto, en cierto nivel.
DB: No está claro, entonces, qué clase de conocimiento es el que está usted cuestionando.
K: Estoy cuestionando la experiencia que deja tras de si conocimiento, que deja una huella.
DB: Sí, ¿pero qué clase de huella? ¿Una huella psicológica?
K: Psicológica, desde luego.
DB: Usted está cuestionando esto, y no el conocimiento de la técnica, la materia, etc. Pero vea, cuando usa la expresión “conocimiento por sí mismo”, eso tiende a incluir la totalidad del conocimiento.
K: Hemos dicho que, en cierto nivel, el conocimiento es esencial; ahí puede usted sumar y restar, conservar o cambiar. Pero yo estoy preguntando si el conocimiento psicológico no es, en sí mismo, un factor que contribuye a que el cerebro se contraiga.
DB ¿Qué es lo que usted entiende por conocimiento psicológico? ¿Los conocimientos acerca de la mente, los conocimientos acerca de mí mismo?
K: Sí. Los conocimientos acerca de mí mismo, y el vivir a base de esos conocimientos, acumulándolos.
DB: De modo que si uno continúa acumulando conocimientos acerca de sí mismo o acerca de las relaciones...
K: ...Sí, acerca de las relaciones. Es eso. ¿Diría usted que un conocimiento así ayuda al cerebro? ¿O lo vuelve en cierto modo inactivo, hace que se contraiga?
DB: Lo introduce en una rutina.
K: Sí.
DB: Pero uno debería ver qué es lo que en este conocimiento ocasiona las dificultades.
K: ¿Qué es este conocimiento que causa tantas dificultades? En la relación, ese conocimiento crea perturbaciones.
DB: Sí, estorba porque queda fijo.
K: Si yo tengo una imagen acerca de alguien, es obvio que ese conocimiento va a impedir nuestra relación. Se convierte en un patrón.
DB: Sí, los conocimientos acerca de mí mismo y acerca de él, y de cómo estamos relacionados, constituyen un patrón.
K: Y, por tanto, eso se convierte en una rutina y así el cerebro pierde su energía.
DB: Sí, se me ocurre que la rutina en esa área es más peligrosa que la rutina en, digamos, el área del trabajo cotidiano.
K: Correcto.
DB: Y si la rutina en el trabajo corriente puede contraer el cerebro, entonces en esa área podría hacer alguna cosa peor, porque es mucho mayor el efecto que tiene.
K: ¿Puede el cerebro, en cuestiones psicológicas, estar enteramente libre de esta clase de conocimiento? ¡Mire! Soy un comerciante, subo al automóvil, al autobús, al taxi o al metro, y estoy pensando en lo que voy a hacer, con quién voy a encontrarme en relación con los negocios. Mi mente está todo el tiempo viviendo en esa área. Después llego a mi casa; están mi esposa y los hijos, sexo y todo eso. Eso también se convierte en un conocimiento psicológico desde el cual estoy actuando. Está, pues, el conocimiento de mis intereses comerciales, y también el conocimiento con respecto a mi esposa y a mis reacciones en la relación. Estos dos conocimientos se contradicen, a menos que yo no me dé cuenta de ellos y siga meramente en la rutina. Si me doy cuenta de ambos conocimientos, eso se vuelve un factor de perturbación.
DB: La gente encuentra que también esto es una rutina. Se aburre con ello y comienza a...
K: ...a divorciarse, ¡y entonces empieza todo el circo!
DB: Puede que tengan la esperanza de que, al ocuparse con alguna otra cosa, podrán salir de su aburrimiento.
K: Sí, yendo a la iglesia, etc. Cualquier escape es una ocupación. Por eso pregunto si este conocimiento psicológico no es un factor que contribuye a que el cerebro se contraiga.
DB: Podría ser un factor.
K: Lo es.
DB: Si el conocimiento o la profesión de uno o la destreza pueden ser un factor, entonces este conocimiento psicológico es un factor más fuerte.
K: Por supuesto, mucho más fuerte.
N: Cuando usted dice conocimiento psicológico, ¿está haciendo una distinción entre el conocimiento psicológico y, digamos, el conocimiento científico o el factual?
K: Por supuesto, hemos dicho eso.
N: Pero yo soy un poco cauteloso con respecto a la afirmación de que el conocimiento científico y otros tipos de conocimiento factual ayudan a expandir el cerebro, a agrandarlo. Eso en sí mismo no lleva a ninguna parte. Sin embargo, pospone la energía.
K: El Dr. Bohm aclara esto muy bien. El pensamiento racional se vuelve meramente una rutina; yo pienso lógicamente y, por lo tanto, he aprendido el truco que ello implica, pero continúo repitiéndolo.
N: Eso es lo que ocurre en casi todas las formas de pensamiento racional.
K: Por supuesto.
DB: Pienso que hay una dependencia en el estar enfrentándose continuamente a problemas.
K: Desde luego.
DB: ¡Los abogados pueden sentir que sus cerebros durarán más tiempo, porque constantemente se les presentan problemas distintos y, en consecuencia, no pueden pensar enteramente de acuerdo con una rutina!
K: ¡Pero espere un momento! Los abogados quizá tengan clientes distintos con distintos problemas, pero actúan desde conocimientos fijos.
DB: Ellos dirían que no es enteramente así, que tienen que decidir sobre hechos nuevos, etc.
K: No estarán funcionando enteramente dentro de una rutina, pero la base es el conocimiento: precedentes, conocimientos librescos y experiencias con diversos clientes.
DB: Pero entonces uno tendría que pensar en la existencia de alguna otra degeneración más sutil del cerebro, no meramente su contracción.
K: Correcto. Eso es lo que quiero averiguar.
DB: Cuando nace un bebé, las células cerebrales tienen muy pocas conexiones cruzadas; éstas aumentan gradualmente en número, y después, a medida que una persona se aproxima a la senilidad, este proceso comienza a retroceder. Así, la cualidad de esas conexiones cruzadas podría estropearse. Sí, por ejemplo, las repitiéramos con demasiada frecuencia, se fijarían excesivamente.
N: ¿Todas las funciones del cerebro están confinadas a formas racionales, o hay algunas funciones que tienen una cualidad diferente?
DB: Se sabe que una gran parte del cerebro se encarga del movimiento corporal, de los músculos, de los diversos órganos, etc., y esta parte no se contrae con la edad, aunque la parte que se encarga del pensamiento racional, si no se usa, termina por contraerse. Luego pueden existir otras funciones que desconocemos totalmente; o sea, que en realidad es muy poco lo que se conoce acerca del cerebro.
K: Lo que decimos, entonces, es que estamos usando solamente una parte del cerebro. Sólo existe una actividad parcial, una ocupación parcial, ya sea racional o irracional. Pero en tanto el cerebro esté ocupado, tiene que hallarse en esa área limitada. ¿Estaría usted de acuerdo con eso?
DB: ¿Qué ocurriría entonces cuando no está ocupado? Es posible que el cerebro tienda a emplear la mayor parte del tiempo en ocuparse del limitado grupo de funciones mecánicas, y que esto produzca alguna sutil degeneración en el cerebro, puesto que cualquier cosa como ésa afectará el tejido cerebral
K: ¿Estamos diciendo que la senilidad es el resultado de una manera mecánica de vivir, del conocimiento mecánico, y que así el cerebro no tiene libertad, no tiene espacio?
DB: Eso es lo que se sugiere. No es algo que necesariamente acepten todas las personas que estudian el cerebro. Éstas han demostrado que las células cerebrales comienzan a morir, en una proporción constante, alrededor de los treinta o cuarenta años; pero éste puede ser un factor. Yo no creo que sus mediciones sean tan buenas que puedan probar efectivamente el modo en que usamos el cerebro. Son medidas aproximadas, hechas estadísticamente. ¿Pero lo que usted quiere proponer, es que esta muerte o degeneración de las células cerebrales proviene del mal uso que se hace del cerebro?
K: Correcto. Eso es lo que estoy tratando de averiguar.
DB: Sí, y existe cierta evidencia -muy poca- por parte de los científicos, aunque pienso que ellos no saben demasiado al respecto.
K: Vea, los científicos, los especialistas del cerebro, examinan las cosas desde afuera -si se me permite expresarlo sencillamente- pero no se toman a sí mismos como conejillos de Indias para investigarlas en profundidad.
DB: La mayor parte no, excepto aquellos que hacen biorretroalimentación, que están tratando de trabajar sobre sí mismos de una manera muy indirecta.
K: Sí, pero yo siento que no tenemos tiempo para todo eso.
DB: Es demasiado lento y no es muy profundo.
K: Volvamos, entonces, a la comprensión de que cualquier actividad, cualquier rutina -lógica o ilógica- que se repite orientándose en el sentido limitado, debe afectar el cerebro. Eso lo hemos comprendido muy claramente. El conocimiento en cierto nivel es esencial, pero los conocimientos psicológicos con respecto a uno mismo, a sus experiencias, etc., se convierten en una rutina. Las imágenes que tengo de mí mismo también llegan a ser, obviamente, una rutina, y todo eso contribuye a que el cerebro se contraiga. Esto lo he comprendido con absoluta claridad. Y cualquier clase de ocupación, aparte de la mecánica... no, mecánica no...
DB: ...física...
K: ...aparte de la ocupación física, produce la contracción del cerebro. Ahora bien, ¿cómo ha de detenerse este proceso? Y si se detiene realmente, ¿habrá una renovación?
DB: Pienso que algunos científicos del cerebro pondrían en duda que las células cerebrales pudieran renovarse, y no sé si existe alguna prueba en uno u otro sentido.
K: Yo pienso que pueden renovarse. Es lo que quiero averiguar.
DB: Entonces tenemos que discutir eso.
N: ¿Está usted dando a entender que la mente es distinta del cerebro, que es diferente?
K: No del todo.
DB: Usted ha hablado de la mente universal.
N: Mente, en el sentido de que uno tiene acceso a esta mente, y ella no es el cerebro. ¿Considera usted que ésa es una posibilidad?
K: No entiendo muy bien esto. Yo diría que la mente es global. Cuando es global y lo incluye todo -el cerebro, las emociones, todo eso- cuando es absolutamente total, no divisiva en sí misma, hay una cualidad que es universal. ¿De acuerdo?
N: ¿Uno tiene acceso esa mente?
K: No “uno”; no, usted no puede alcanzarla. No puede decir: “Yo tengo acceso a esa mente”.
N: Sólo estoy diciendo acceso. Uno no la posee, pero...
K: ¡Usted no puede poseer el cielo!
N: No. Mi pregunta es: ¿Hay un modo de estar abierto a eso, y existe una función de la mente mediante la cual la totalidad de ella pueda volverse accesible?
K: Pienso que existe. Tal vez lleguemos a eso enseguida, si podemos atenernos a este punto: ahora nos estamos preguntando si el cerebro puede renovarse a sí mismo, rejuvenecerse, llegar a ser joven otra vez, sin ninguna contracción en absoluto. Pienso que puede. Quiero abrir un capitulo nuevo y discutir esto. El conocimiento que el hombre ha adquirido está mutilándolo psicológicamente. Los freudianos, los junguianos, los más recientes psicólogos, psicoterapeutas, todos están contribuyendo a que el cerebro se contraiga. ¡Lo siento! No es mi intención ofender...
N: ¿Existe, entonces, un modo de olvidar este conocimiento?
K: No, no. Olvidar no. Veo lo que está haciendo el conocimiento psicológico y veo el desgaste que produce; veo qué es lo que ocurre si sigo esa línea. Resulta obvio. Por lo tanto, no sigo esa ruta en absoluto. Descarto por completo el psicoanálisis. Ése es un patrón que hemos aprendido, no sólo de los recientes psicólogos y psicoterapeutas, sino debido también a la tradición de un millón de años de análisis, de introspección, o de decir, “debo” y “no debo”, “esto está bien” y “eso está mal”. Usted sabe, todo el proceso. Yo personalmente no lo hago y, por tanto, rechazo ese método en su totalidad. Estamos llegando a un punto que es la percepción directa y la acción instantánea. Nuestra percepción está generalmente gobernada por el conocimiento, por el pasado, o sea, el conocimiento que percibe y la acción que surge de ello, que opera desde ese conocimiento. Éste es el factor de contracción del cerebro, el factor de la senilidad. ¿Existe una percepción que no esté ligada al tiempo? ¿Y, por consiguiente, una acción que sea instantánea? ¿Lo estoy expresando con claridad? Vale decir que, en tanto el cerebro -que ha evolucionado a través del tiempo- siga viviendo en un patrón de tiempo, se estará volviendo senil. Si pudiéramos quebrar ese patrón de tiempo, el cerebro se saldría de su patrón y, por lo tanto, tendría lugar algo diferente.
N: ¿Cómo se sale el cerebro del patrón de tiempo?
K: Llegaremos a eso, pero primero veamos si estamos de acuerdo.
DB: Bueno, usted dice que el cerebro es el patrón de tiempo, y eso tal vez deba aclararse. Pienso que lo que usted entiende por análisis, es cierta clase de proceso que se basa en el conocimiento pasado, el cual organiza nuestra percepción y mediante el cual damos una serie de pasos para tratar de acumular conocimientos acerca de toda la cosa. Y ahora usted dice que éste es un patrón de tiempo y que tenemos que salirnos de él.
K: Si estamos de acuerdo en que esto es así, lo estamos en que el cerebro está funcionando en un patrón de tiempo.
DB: Entonces tenemos que preguntar: ¿Qué otro patrón es posible?
K: Pero espere...
DB: ¿Qué otro movimiento es posible?
K: No. Primero comprendamos esto, no sólo de manera verbal, sino veamos realmente lo que está sucediendo. Que nuestra acción, nuestro modo de vivir, todo nuestro pensar están atados al tiempo, o surgen con el conocimiento que pertenece al tiempo.
DB: Es indudable que el pensar acerca de nosotros mismos, cualquier intento de analizarnos a nosotros mismos, implica este proceso.
K: Este proceso que pertenece al tiempo, ¿correcto?
N: Ésa es una dificultad; decir conocimiento y experiencia implica hablar de una cierta energía o fuerza cohesiva que nos ata.
K: ¿Y eso qué significa? ¡La atadura del tiempo!
N: La atadura del tiempo y...
K: ...y, por lo tanto, se está repitiendo el patrón de siglos, de milenios.
N: Sí. Pero yo digo que esto tiene cierta fuerza cohesiva.
K: Por supuesto, por supuesto. Todas las ilusiones tienen una vitalidad extraordinaria.
N: Muy pocos se abren paso a través de eso.
K: Fíjese en todas las iglesias y vea qué vitalidad inmensa poseen.
N: No, aparte de estas iglesias, en la propia vida personal ello tiene cierta fuerza cohesiva que lo retiene a uno. Uno no puede escapar de eso.
K: ¿Qué quiere usted decir con que eso lo retiene?
N: Que posee una atracción magnética, que en cierto modo tira de uno hacia sí. Uno no puede librarse de ello a menos que tenga un instrumento que le permita actuar.
K: Vamos a averiguar si existe una manera diferente de abordar el problema.
DB: Cuando decimos “un instrumento diferente”, eso no está claro. Toda la noción de un instrumento involucra al tiempo, porque si utilizamos un instrumento cualquiera, ése es un proceso que planeamos.
K: Tiempo; es justamente eso.
N: Por eso uso la palabra “instrumento”; quiero decir que es efectivo.
K: No ha sido efectivo. Al contrario, es destructivo. ¿Veo, entonces, la verdad de su condición destructiva? No sólo la teoría, la idea, sino la realidad de ello. Si es así, ¿qué ocurre, entonces? El cerebro ha evolucionado a través del tiempo, y ha estado funcionando, viviendo, actuando, creyendo en ese proceso del tiempo. Pero cuando uno comprende que todo esto contribuye a la senilidad del cerebro, cuando uno ve eso como verdadero, ¿cuál es, entonces, el paso siguiente?
N: ¿Da usted a entender que el propio hecho de ver que eso es destructivo, es un factor de comprensión?
K: Sí.
N: ¿Y que no se necesita un instrumento extra?
K: No. No use la palabra “instrumento”. No hay otro factor. Lo que nos concierne es terminar con esta contracción y senilidad del cerebro, y averiguar si el cerebro mismo, las células, la cosa total, puede salirse del tiempo. ¡No estoy hablando de la inmortalidad y todo ese tipo de fruslerías! ¿Puede el cerebro salirse por completo del tiempo? De lo contrario, el deterioro, la contracción y la senilidad son inevitables, y aun cuando la senilidad pueda no ser evidente, las células cerebrales se van debilitando más y más, etcétera.
N: Si las células del cerebro son materiales y físicas, de un modo u otro tienen que contraerse con el tiempo; en realidad, eso es inevitable. La célula cerebral, que es tejido, no puede ser inmortal en términos físicos.
DB: Tal vez el grado de contracción podría retardarse grandemente. Si una persona vive un cierto número de años y su cerebro comienza a contraerse mucho antes de su muerte, entonces se vuelve senil. Ahora bien, si el deterioro se retardara, entonces...
K: ...no sólo retardar, señor.
DB: ...regenerar...
K: ...hallarse en un estado de no-ocupación.
DB: Yo pienso que Narayan está diciendo que es imposible que cualquier sistema material dure para siempre.
K: No hablo de durar para siempre. ¡Aunque no estoy seguro de si ello no puede durar para siempre! No, esto es muy serio, no estoy tomándole el pelo a nadie.
DB: Si todas las células fueran a regenerarse en el cuerpo y en el cerebro, entonces toda la cosa podría seguir indefinidamente.
K: Mire, ahora estamos destruyendo el cuerpo por medio de la bebida, del fumar, del desenfreno sexual y toda clase de cosas. Estamos viviendo de una manera sumamente enfermiza. ¿De acuerdo? Si el cuerpo tuviera una salud excelente mantenida desde el principio y sin decaer jamás -lo cual significa nada de emociones intensas, ni tensiones, ni sentido alguno de deterioro, con el corazón funcionando normalmente- ¿por qué no?
DB: Bueno...
K: ...y eso, ¿qué significaría? No viajar y todo lo demás...
DB: Ninguna excitación.
K: Si el cuerpo permaneciera en un solo lugar tranquilo, estoy seguro de que podría durar muchos más años de los que ahora dura.
DB: Sí, pienso que eso es cierto. Ha habido muchos casos de personas que han vivido ciento cincuenta años en lugares tranquilos. Pienso que eso es todo cuanto usted da a entender. ¿No está realmente sugiriendo algo que dura para siempre?
K: De modo que el cuerpo puede mantenerse sano, y puesto que el cuerpo afecta la mente, los nervios, los sentidos y todo eso, éstos también pueden conservarse sanos.
DB: Y si el cerebro se mantiene en la acción correcta...
K: ...Sí, sin ninguna tensión.
DB: El cerebro está tremendamente involucrado en la organización del cuerpo. La glándula pituitaria controla todo el sistema glandular; también todos los órganos del cuerpo son controlados por el cerebro. Cuando la mente se deteriora, el cuerpo comienza a deteriorarse.
K: Por supuesto.
DB: Trabajan juntos.
K: Marchan juntos. ¿Puede, pues, este cerebro -no “mi” cerebro- que ha evolucionado durante millones de años, que ha tenido toda clase de experiencias dolorosas o placenteras...?
DB: ¿Usted quiere decir que es un cerebro representativo, no un cerebro particular, no el cerebro peculiar de algún individuo? Cuando dice “no mi cerebro”, entiende con ello cualquier cerebro que pertenezca a la humanidad, ¿no es cierto?
K: Cualquier cerebro.
DB: Son todos básicamente similares.
K: Similares, eso es lo que dije. ¿Puede el cerebro estar libre de todo esto? ¿Libre del tiempo? Pienso que puede.
DB: Tal vez podríamos discutir qué significa estar libre del tiempo. Vea, la sugerencia de que el cerebro está libre del tiempo, al principio podría sonar absurda. Pero, obviamente, todos sabemos que usted no quiere decir con ello que el reloj se detiene.
K: ¡Ciencia ficción y todo eso!
DB: El punto es ¿qué significa de hecho estar psicológicamente libre del tiempo?
K: Que no hay mañana.
DB: Pero sabemos que hay mañana.
K: Pero psicológicamente...
DB: ¿Puede usted describir mejor lo que entiende por “no hay mañana”?
K: ¿Qué significa estar viviendo en el tiempo? Primero tomemos el otro aspecto y después llegaremos a éste. ¿Qué significa vivir en el tiempo? Esperanza, pensar y vivir en el pasado, imágenes, ilusiones, prejuicios, todos son una consecuencia del pasado. Todo eso es tiempo, y está produciendo caos en el mundo.
DB: Bueno, digamos mejor que si no estamos viviendo psicológicamente en el tiempo, podemos seguir ordenando nuestras acciones por el reloj. Lo que confunde mucho es cuando alguien dice: “Yo no estoy viviendo en el tiempo, pero debo acudir a una cita”. ¿Se da cuenta?
K: Por supuesto; usted no puede permanecer sentado aquí para siempre.
DB: Entonces, lo que usted dice es: Estoy mirando el reloj, pero no proyecto psicológicamente el modo en que voy a sentir dentro de una hora, cuando realice mi deseo, etcétera.
K: Sólo digo que la manera en que ahora estamos viviendo, se encuentra en el campo del tiempo. Y ahí hemos producido toda clase de problemas y sufrimientos. ¿Correcto?
DB: Sí, pero debería ponerse en claro por qué esto produce necesariamente sufrimiento. Usted sostiene que si uno vive en el campo del tiempo, el sufrimiento es inevitable.
K: Inevitable.
DB: ¿Por qué?
K: Es muy simple. El tiempo ha formado el ego, el “yo”, la imagen de mí mismo alimentada por la sociedad, por la educación; esta imagen se ha formado a través de millones de años. Todo eso es el resultado del tiempo. Y desde ahí actúo.
N: Sí.
DB: Actúo psicológicamente hacia el futuro; o sea, hacia algún estado futuro del ser.
K: Sí. Lo cual significa que el centro está siempre deviniendo.
DB: Tratando de mejorar.
K: De ser mejor, más noble o alguna otra cosa. De modo que eso, el constante esfuerzo por llegar a ser algo o alguien psicológicamente, es un factor de tiempo.
DB: ¿Quiere usted decir que el esfuerzo por “llegar a ser”, genera sufrimiento?
K: Obviamente. Es simple. Todo eso es divisivo. Me divide, me separa de los otros, y de ese modo usted es diferente de mí. Y cuando yo dependo de alguien, y ese alguien se ha ido, me siento solo y desdichado. Todo eso ocurre. Por eso decimos que cualquier factor de división, que es la naturaleza misma del yo, debe inevitablemente originar sufrimiento.
DB: ¿O sea, que ese “yo” se establece a través del tiempo, y después el “yo” introduce el conflicto, la división, etc.? ¿Pero que si no existiera ahí el tiempo psicológico, tal vez toda esta estructura se vendría abajo por completo, y algo enteramente distinto podría ocurrir?
K: Así es. Eso es lo que estoy diciendo. Y, por lo tanto, el cerebro mismo ha acabado con el tiempo psicológico.
DB: Bueno, ése es el paso siguiente, decir que el cerebro se ha salido de esa rutina y que tal vez entonces podría regenerarse. Aun cuando eso no se entiende lógicamente, podría ser así.
K: Yo pienso que si se entiende lógicamente.
DB: Se entiende lógicamente que la degeneración del cerebro podría detenerse.
K: Sí.
DB: ¿Y usted agrega que, además, el cerebro comenzaría a regenerarse?
K: Se le ve escéptico, Narayan.
N: Sí, porque todo el predicamento humano está ligado al tiempo.
K: Sabemos eso.
N: La sociedad, los individuos, toda la estructura.
K: Lo sé, lo sé.
N: Eso es tan vigoroso, que ninguna cosa débil opera aquí.
K: ¿qué entiende usted por “débil”?
N: La fuerza de esto es tan grande, que lo que ha de abrirse paso por ello, debe tener una energía tremenda.
K: Sí.
N: Y ningún individuo parece ser capaz de generar suficiente energía para abrirse paso.
K: Pero usted ha tomado esto por el lado que no era, si se me permite señalarlo. Cuando usa la palabra “individuo”, se ha alejado de un hecho: que nuestro cerebro es universal.
N: Sí, admito eso.
K: No existe la individualidad.
N: Ese cerebro está condicionado de esta manera.
K: Sí, hemos visto ya todo eso. El cerebro está condicionado de esta manera a causa del tiempo. El tiempo es condicionamiento, ¿correcto? No es que el tiempo haya creado el condicionamiento; el tiempo mismo es el factor del condicionamiento. ¿Puede, entonces, no existir ese elemento del tiempo? (Estamos hablando del tiempo psicológico, no del tiempo físico). Yo digo que puede. Hemos dicho que el cese del sufrimiento se produce cuando el yo, que se ha formado a través del tiempo, ya no está ahí. Un hombre que está pasando verdaderamente por la aflicción extrema, podría rechazar esto. Pero cuando sale de ese “shock”, si alguien le señala qué es lo que está sucediendo, y él está dispuesto a escuchar, a ver la racionalidad, la cordura de ello, y a no erigir contra ello un muro, entonces está fuera de ese campo. El cerebro se ha salido de esa condición que lo ataba al tiempo.
N: Se ha salido temporariamente.
K: ¡Ah! Cuando usted usa la palabra “temporariamente”, ello implica otra vez tiempo.
N: No, quiero decir que el hombre se desliza otra vez en el tiempo.
K: No, no puede hacerlo. No puede volver a algo si ve que es peligroso, peligroso como una cobra, o cualquier otro peligro; no puede volver a ello.
N: Esa analogía es un poco difícil de aceptar, porque la estructura misma del tiempo es ese peligro. Uno se desliza inadvertidamente en ella.
K: Cuando usted ve un animal peligroso, hay una acción inmediata. Puede ser la consecuencia del conocimiento pasado y de la experiencia, pero hay una acción instantánea para la autoprotección. Pero psicológicamente, no nos damos cuenta de los peligros. Si nos diéramos cuenta de estos peligros, tal como advertimos los peligros físicos, habría una acción no ligada al tiempo.
DB: Sí, estoy de acuerdo en que, siempre y cuando fuera posible percibir este peligro, uno sabe que respondería inmediatamente. Pero vea, si fuéramos a utilizar esa analogía del animal, podría haber un animal de cuyo peligro uno se da cuenta, pero él podría adoptar otra forma que uno no reconociera como peligrosa.
K: Sí.
DB: Por lo tanto, existiría el peligro de equivocarse nuevamente si uno no ve esto. O la ilusión podría presentarse en alguna otra forma.
K: Por supuesto.
DB: Pero pienso que el punto principal que usted está destacando, es que el cerebro no pertenece a ningún individuo en particular.
K: Así es, absolutamente.
DB: Y, en consecuencia, es inútil decir que el individuo se equivoca nuevamente.
K: No.
DB: Porque eso ya niega lo que usted está diciendo. El peligro está más bien en que el cerebro podría equivocarse otra vez.
K: El cerebro mismo podría equivocarse nuevamente, porque no ha visto el peligro.
DB: No ha visto las otras formas que pueden adoptar las ilusiones.
K: ¡El Espíritu Santo adoptando formas diferentes! Todo esto es la verdadera raíz del tiempo.
DB: El tiempo y la separación como individualidad son básicamente la misma estructura.
K: Por supuesto.
DB: Aunque al comienzo eso no es obvio.
K: Me pregunto si vemos eso.
DB: Podría valer la pena discutirlo. ¿Por qué el tiempo psicológico es la misma ilusión, la misma estructura que la individualidad? Individualidad en el sentido de que una persona está situada aquí, en algún lugar.
K: Situada y dividida.
DB: Dividida, separada de los otros. Esa persona se proyecta, extiende su dominio hasta cierta periferia, y tiene también una identidad que proyecta más allá del tiempo. No se vería a sí misma como un individuo si dijera: “Hoy soy una persona, mañana soy otra”. Parece, pues, que entendemos por “individuo” alguien que está en el tiempo.
K: Pienso que esta idea de individualidad es falsa.
DB: Sí, pero mucha gente encontrará difícil convencerse de que esa idea es falsa. Hay un sentimiento común de que, como individuo, he existido por lo menos desde mi nacimiento, si no desde antes, y que continúo como tal hasta la muerte y quizá después. Toda la idea de ser un individuo es la de estar en el tiempo. ¿Correcto?
K: Obviamente.
DB: Estar en el tiempo psicológico, no sólo en el tiempo del reloj.
K: Sí, eso es lo que estamos diciendo. ¿Puede, pues, disiparse esta ilusión de que el tiempo ha creado la individualidad? ¿Puede este cerebro comprender eso?
DB: Pienso que, como dijo Narayan, existe en el cerebro un gran ímpetu que se mantiene constantemente activo.
K: ¿Puede ese ímpetu detenerse?
N: Aquí es donde aparece la dificultad. El código genético es intrínseco a la persona, la que parece funcionar más o menos inconscientemente manejada por este ímpetu del pasado. Y súbitamente ve, como en un destello, algo verdadero. Pero la dificultad estriba en que eso puede operar sólo por un día y después la persona queda otra vez atrapada en el viejo ímpetu.
K: Lo sé. Pero ello dice que el cerebro no será atrapado. Una vez que la mente o el cerebro se dan cuenta de este hecho, eso no puede repetirse. ¿Cómo podría?
N: Tiene que haber otro modo de prevenir que se repita.
K: No “prevenir”; eso también significa tiempo. Usted sigue pensando en términos de prevención.
N: Prevención, en el sentido del factor humano.
K: El ser humano es irracional. ¿Correcto? Y mientras está funcionando irracionalmente, dice de cualquier factor racional: “Rehuso verlo”.
N: Usted está sugiriendo que el propio ver lo previene a uno de equivocarse nuevamente. Ésta es una condición humana.
DB: Me pregunto si no debiéramos investigar más este problema de la prevención. Puede ser importante.
N: Hay dos aspectos. Usted ve la falsedad de algo, y el propio ver impide que se equivoque nuevamente, porque ve el peligro que ello implica.
DB: En otro sentido, usted dice que no siente la tentación de volver a equivocarse; por lo tanto, no tiene que estar prevenido. Si realmente ve esto, no hay necesidad alguna de una prevención consciente.
N: Entonces no siente la tentación de volver a lo mismo.
K: No puedo volver a lo mismo. Sí, por ejemplo, veo la falsedad de todo el desatino religioso, ¡se acabó!
DB: La única duda que me surge es que, si ello adopta otra forma, puede ser que uno no lo vea tan completamente.
N: Puede presentarse con distintas apariencias...
DB: ...y entonces uno se siente tentado una vez más.
K: La mente está atenta, no queda atrapada. Pero usted está diciendo que sí.
N: Sí, en otras apariencias y formas.
K: Espere, señor. Hemos dicho que la percepción está fuera del tiempo, que consiste en ver instantáneamente toda la naturaleza del tiempo. Lo cual, para usar una buena y vieja palabra, es tener un discernimiento total en la naturaleza del tiempo. Si existe ese discernimiento, las propias células cerebrales, que son parte del tiempo, cambian, producen una transformación en sí mismas. Usted puede disentir, puede decir, “demuéstrelo”. Yo digo que no es un asunto de demostración, que es un asunto de acción. Hágalo, descúbralo, póngalo a prueba.
N: Usted también estuvo diciendo el otro día, que cuando la conciencia está vacía de su contenido...
K: ...el contenido es tiempo...
N: ...eso conduce a la transformación de las células cerebrales.
K: Sí.
N: Cuando usted dice que la conciencia está vacía de su contenido, ahí...
K: ...no hay conciencia como la conocemos.
N: Sí. Y usted usa la palabra discernimiento. ¿Qué conexión hay entre ambas cosas?
DB: ¿Entre qué cosas?
N: La conciencia y el discernimiento. Usted ha sugerido que cuando la conciencia está vacía de su contenido
K: Sea cuidadoso. La conciencia está compuesta de su contenido. El contenido es el resultado del tiempo.
DB: El contenido también es tiempo.
K: Por supuesto.
DB: La conciencia tiene que ver a la vez con el tiempo y realmente es producida por el tiempo, está relacionada con el tiempo.
K: Pero si uno tiene un discernimiento total en eso, todo el patrón se deshace, desaparece. El discernimiento total no pertenece al tiempo, ni a la memoria, ni al conocimiento.
N: ¿Quién tiene este discernimiento total?
K: No “quien”. Simplemente, hay un discernimiento total.
N: ¿Da usted a entender que el propio vaciado del contenido es el discernimiento total?
K: No. Estamos diciendo que el tiempo es un factor que ha compuesto el contenido de la conciencia. Lo ha constituido, y también piensa al respecto. Todo ese embrollo psicológico es el resultado del tiempo. El discernimiento en la totalidad de este proceso -que no es “mi” discernimiento- produce transformaciones en el cerebro. Porque ese discernimiento no está ligado al tiempo.
DB: ¿Está usted diciendo que este contenido psicológico es cierta estructura física en el cerebro? ¿Que a fin de que exista este contenido psicológico, el cerebro, a través de muchos años, ha hecho innumerables conexiones entre las células, conexiones que constituyen ese contenido?
K: Completamente de acuerdo.
DB: Y entonces hay un destello de discernimiento, el cual ve todo esto, y ve que ello no es necesario. Por lo tanto, todo esto comienza a disiparse. Y cuando se ha disipado, no hay más contenido. Entonces, cualquier cosa que el cerebro haga es diferente.
K: Avancemos más. Entonces hay vacío total.
DB: Bueno, sé ha vaciado el contenido. Pero cuando usted dice vacío total, ¿quiere indicar vacío de todo este contenido interno?
K: Correcto. Y ese vacío tiene una energía tremenda. Es energía.
DB: ¿Se podría decir, entonces, que el cerebro, habiendo tenido todas estas enmarañadas conexiones, ha encerrado una enorme cantidad de energía?
K: Así es. Ha desperdiciado energía.
DB: Y cuando las conexiones comienzan a disiparse, esa energía está ahí.
K: Sí.
DB: ¿Diría usted que esa energía es tanto física como de cualquier otra clase?
K: Por supuesto. Ahora podemos seguir entrando en más detalles, pero este principio, la raíz de ello, ¿es una idea o un hecho? Yo oigo todo esto físicamente con el oído, pero lo convierto en una idea. Si lo escucho, no sólo con el oído, sino en mi ser, en la estructura misma de mí ser, ¿qué ocurre, entonces? Si esa clase de escuchar profundo no se produce, todo esto se convierte meramente en una idea, y sigo dando vueltas en lo mismo por el resto de mi vida, jugando con ideas. Si hubiera aquí un científico de la biorretroalimentación u otro especialista del cerebro, ¿aceptarla esto? ¿Lo escucharía siquiera?
DB: Unos pocos científicos lo escucharían pero, obviamente, la mayoría de ellos no.
K: No. Entonces, ¿cómo nos ponemos en contacto con el cerebro humano?
DB: Para la mayoría de los científicos, esto sonará más bien abstracto. Ellos dirán que podría, tal vez, ser así; que es una teoría atractiva, pero que no tenemos pruebas de ello.
K: Por supuesto. Dirían que ello no los excita demasiado porque no ven ninguna prueba de que sea así
DB: Dirían: “Si usted tiene alguna otra evidencia, volveremos más tarde y esto nos interesará mucho”. De modo que ya lo ve, usted no puede ofrecer ninguna prueba, porque cualquier cosa que esté ocurriendo ahí, nadie puede verla con los ojos.
K: Comprendo. Pero yo pregunto: ¿Qué haremos? El cerebro humano -no “mi” cerebro o “su” cerebro- ha evolucionado por un millón de años. Un “fenómeno” biológico puede salirse de ello, ¿pero cómo llega usted a la mente humana en general para hacer que vea todo esto?
DB: Pienso que tiene que comunicarle la necesidad, la inevitabilidad de lo que usted está diciendo. Si una persona ve algo que está sucediendo ante sus ojos, dice: “Es así”. ¿Correcto?
K: Pero ello requiere de alguien que escuche, de alguien que diga: “Quiero captarlo, quiero comprender esto, quiero descubrir”. ¿Entiende lo que digo? Aparentemente, ésa es una de las cosas más difíciles que hay en la vida.
DB: Bueno, es la función de este cerebro ocupado: estar ocupado consigo mismo y no escuchar.
N: De hecho, una de las cosas es que esta ocupación empieza muy temprano. Cuando somos jóvenes es muy poderosa, y luego continúa a todo lo largo de nuestra vida. ¿Cómo podemos esclarecer esto a través de la educación?
K: En el momento que usted vea la importancia de que la mente no esté ocupada -que vea eso como una verdad tremenda- encontrará los medios y métodos para contribuir a ello educacionalmente, creativamente. No se le puede decir a ninguna persona que copie e imite, porque en ese caso está perdida.
DB: Entonces la pregunta es: ¿Cómo se le puede comunicar esto al cerebro que lo rechaza, que no escucha? ¿Hay un modo?
K: No lo hay si se niega a escuchar. Vea, pienso que un gran factor en esto es la meditación. Yo siento que hemos estado meditando, aunque por lo común la gente no aceptarla esto como meditación.
DB: Han usado esa palabra con tanta frecuencia...
K: ...que su significado realmente se ha perdido. Pero la verdadera meditación es esto: el vaciado de la conciencia. ¿Entiende?
DB: Sí. Pero seamos claros. Antes usted dijo que ello ocurriría mediante el discernimiento total. ¿Ahora estamos diciendo que la meditación conduce al discernimiento?
K: La meditación es el discernimiento.
DB: Es ya el discernimiento. ¿Es, entonces, alguna clase de trabajo que uno realiza? El discernimiento se entiende habitualmente como un destello, pero la meditación es algo más constante.
K: Debemos ser cautos. ¿Qué entendemos por meditación? Podemos rechazar los sistemas, los métodos, las autoridades reconocidas, porque éstas son, a menudo, meras repeticiones tradicionales, desatinos ligados al tiempo.
N: ¿Piensa usted que algunas de esas personas podrían haber sido originales, podrían haber tenido en el pasado un verdadero discernimiento?
K: ¿Quién lo sabe? En el presente, la meditación es esta penetración, este sentido de moverse sin ningún pasado.
DB: El único punto que queda por aclarar es que, cuando usted usa la palabra “meditación”, se refiere a algo que es mucho más que el discernimiento, ¿no?
K: Mucho más. El discernimiento ha liberado al cerebro, lo ha liberado del pasado, del tiempo. Ésa es una declaración inmensa...
DB: ¿Quiere usted decir que, si uno va a meditar, ha de tener discernimiento?
K: Sí, correcto. Meditar sin ningún sentido de devenir, de llegar a algo.
DB: Uno no puede meditar sin discernimiento. No se puede considerar la meditación como un método mediante el cual uno llegará al discernimiento total.
K: No. Eso inmediatamente implica tiempo. Un procedimiento, un método, un sistema para lograr discernimiento es absurdo. El discernimiento total en la codicia o en el temor, libera la mente de la codicia, del temor. Entonces la meditación tiene una cualidad por completo diferente, que nada tiene que ver con las meditaciones de los gurús. ¿Podríamos decir, entonces, que para tener un discernimiento total es preciso que haya silencio?
DB: Bueno, es lo mismo; parece que giráramos en un circulo.
K: Por el momento.
DB: Sí, mi mente está en silencio.
K: Por lo tanto, el silencio del discernimiento ha limpiado, ha purificado todo eso.
DB: Toda esa estructura de la ocupación mental.
K: Sí. Entonces no existe un movimiento tal como lo conocemos; ningún movimiento del tiempo.
DB: ¿Hay movimiento de alguna otra clase?
K: No veo cómo podemos medir eso con palabras, ese sentimiento de un estado infinito.
DB: Pero usted estuvo diciendo anteriormente que, no obstante, es necesario encontrar algún lenguaje, ¡aun cuando ello sea inexpresable en palabras!
K: Sí. Encontraremos ese lenguaje.
1 de junio de 1980, Brockwood Park, HAMPSHIRE