DIARIO 2 - J.K. - 18 DE SEPTIEMBRE DE 1973

 18 de Septiembre,1973 

Todavia sigue siendo uno de los valles más hèrmosos que existen. 

Completamente rodeado por los cerros, se halla repleto de naranjales. 

Hace muchos años, había muy pocas casas entre los árboles y los huertos, pero ahora hay muchas más; las carreteras son anchas, el tráfico más denso y hay más ruido, especialmente en el extremo occidental del valle. 

Pero los cerros y los altos picos permanecen iguales, incontaminados por el hombre. 

Hay muchos senderos que conducen a las altas montañas; y uno camina incesantemente por ellos, topándose con osos, serpientes de cascabel, ciervos y, en cierta ocasión, se encontro con un lince. 

Se hallaba delante, en el declive del sendero, ronroneando y restregándose contra las rocas y los troncos bajos de los árboles. 

La brisa venía desde lo alto dei desfiladero y así podia uno estar muy cerca de él. 

El animal estaba divirtiéndose realmente, contento con su mundo. 

La corta cola levantada, las orejas puntiagudas proyectadas hacia adelante, el pelo color bermejo limpio y lustroso, se hallaba por completo inconsciente de que había alguien justo detrás de él, a unos veinte pies de distancia. 

Descendimos por el sendero como una milla, sin que ninguno de los dos hiciera el menor ruido. 

Era realmente un animal fabuloso, lleno de gracia y belleza. 

Había un estrecho arroyo delante de nosotros; con el deseo de no asustarlo, cuando uno llegó a su lado murmuro un suave saludo. 

En ningún momento miró él en derredor, hubiera sido una pérdida de tiempo; en vez de eso, se movió como un rayo y desapareció por completo en pocos segundos, 

No obstante, habíamos sido amigos por un tiempo considerable. 

El valle está impregnado con el perfume casi dominante de los azahares, especialmente en las madrugadas y en los atardeceres. 

Llenaba la hábitación, el valle y cada rincón de la tierra, y el dios de las flores bendecía el lugar. 

El verano seria realmente caluroso, y eso tenía su propia peculiaridad. 

Muchos años antes, cuando uno venía aqui, había una atmosfera maravillosa; todavia existe, aunque en grado menor. 

Los seres humanos la están echando a perder, como parecen echar a perder casi todas las cosas. 

Será como antes. 

Una flor puede marchitarse y morir, pero volverá con toda su belleza.

¿ Alguna vez se han preguntado los seres humanos por qué equivocan el camino, por qué se vuelven corruptos, indecentes en su conducta -agresivos, violentos y astutos? 

No es bueno culpar al ambiente, a la cultura o a los padres. 

Necesitamos descargar la responsabilidad de este deterioro en otros o en algún acontecimiento. 

Las explicaciones y las causas son una salida cómoda. 

Los antiguos hindúes llamaban a esto el karma -lo que uno ha sembrado es lo que cosecha-. 

Los psicólogos ubican el problema en el regazo de los padres. 

Y lo que dicen las personas que se llaman religiosas, se basa en sus dogmas y creencias. 

Pero cl problema sigue ahí. 

Luego están los otros, que nacen generosos, benévolos, responsables. 

Ni el medio ni presión alguna los alteran. 

Permaneceu siendo como son a pesar de todo el alboroto.

 ¿Por qué? 

Cualquier explicación tiene escaso significado. 

Todas las explicaciones son escapes, eluden la realidad de lo que es. 

Y esto es lo único que importa. 

Lo que es puede ser totalmente transformado con la energia que se derrocha en explicaciones y en la búsqueda de las causas. 

El amor no está en el tiempo ni en el análisis, ni en las lamentaciones o en las recriminaciones. 

Está ahí cuando se hallan ausentes el deseo de dinero, de posición, y las astutas supercherías del yo.

DIARIO 2 - J.K - 17 DE SEPTIEMBRE

 17,Septiembre,1973 

Ese anochecer, mientras uno caminaba por el bosque, había una sensación de amenaza. 

El sol estaba poniéndose en esos instantes, y las palmeras se levantaban solitarias contra el cielo dorado del oeste. 

Los monos ya se hallaban en la higuera de Bengala aprestándose para la noche. 

Casi nadie utilizaba el sendero y muy raramente se encontraba uno con otro ser humano. 

Se veían muchos ciervos que, recelosos desaparecían en medio de la espesa vegetación. 

No obstante, la amenaza estaba ahí, en todas partes, pesada y penetrante, y uno miraba por sobre el hombro. 

No quedaban animates peligrosos; los habían alejado de ese lugar, que se hallaba demasiado cerca del pueblo en expansión. 

Uno se sentia contento de dejar el bosque y volver a caminar por las calles iluminadas. 

Pero al anochecer siguiente, los monos estaban tranquilos y se veían algunos ciervos aqui y allá, mientras el sol se ocultaba detrás de los árboles más altos; la amenaza había desaparecido. 

Por el contrario, los árboles, los arbustos y las pequeñas plantas le daban a uno la bienvenida. 

Uno se encontraba entre sus amigos, se sentia completamente seguro y acogido con sumo agrado. 

El bosque lo aceptaba a uno, y era un verdadero goce pasear por ahí en todos los atardeceres. 

La selva es diferente. 

Allí hay peligro físico, no sólo por parte de las serpientes, sino de los tigres que se sabe existen en ese lugar. 

Mientras uno caminaba por ahí una tarde, hubo de pronto un silencio anormal; los pájaros cesaron en su parloteo, los monos se quedaron absolutamente callados y todo parecia retener el aliento. 

Uno se quedó quieto. 

Y del mismo modo, subitamente, todo volvió a la vida; los monos jugaban y se molestaban unos a otros, los pájaros iniciaron su canto nocturno y uno pudo advertir que el peligro había pasado. 

En los montes y bosquecillos, donde el hombre mata conejos, faisanes, ardillas, hay una atmósfera por completo diferente. 

Se penetra en un mundo donde ha estado el hombre con su rifle y su peculiar violencia. 

Entonces el bosque pierde su tierna suavidad, su bienvenida, y con ello se ha perdido aqui cierta belleza; aquel alegre susurro ha desaparecido. 

Uno tiene solamente una cabeza, y cuidarla es algo maravilloso. 

No hay maquinaria ni computadora electrónica que puedan compararse con ella. 

Es tan vasta, tan compleja, tan enteramente capaz, sutil y productiva... 

Es el depósito de la experiencia, del conocimiento y la memória. 

De ella brotan todos los pensamientos. 

Lo que ha producido es completamente increíble: el daño, la confusión, los padecimientos, las guerras, las corrupciones, las ilusiones, los ideales, el dolor y la desdicha; las grandes catedrales, las bellas mezquitas y los templos sagrados.

Es fantástico lo que ha hecho y puede hacer la cabeza. 

Pero hay una cosa que aparentemente no puede hacer: cambiar por completo su comportamiento al relacionarse con otra cabeza, con otro hombre. 

Ni el castigo ni la recompensa parecen cambiar su conducta, ni parece transformarla el conocimiento. 

El «yo» y el «tú>> permanecen invariables. 

Ella nunca se da cuenta de que el yo es el tú, de que el observador es lo observado. 

Su amor es su deterioro; su placer es su agonía; los dioses de sus ideales son sus destructores. 

Su libertad es su propia prisión; la educan para vivir en esta prisión, haciéndola solo más cómoda, más agradable. 

Tenemos solamente una cabeza, hay que cuidarla, no hay que destruirla. ¡Es tan fácil corromperla! 

Él siempre tuvo esta extraña falta de distancia entre él mismo y los árboles, los ríos y las montañas.

Ello no fue algo cultivado; uno no puede cultivar una cosa como ésa. 

Jamás hubo un muro entre él y otro ser humano. 

Lo que ellos le hacían, lo que le decían jamás parecia herirlo, ni tampoco le afectaba el halago. 

De algún modo siempre permaneció totalmente ileso. 

No fue un retraído ni un solitario, sino que fue como las aguas de un rio. 

Tuvo muy pocos pensamientos; y ningún pensamiento en absoluto cuando estaba solo. 

Su cerebro estaba activo cuando hablaba o escribía, pero de otro modo estaba quieto y activo sin movimiento alguno. 

El movimiento es tiempo, y la actividad no lo es. 

Esta extraña actividad, sin una dirección predeterminada, parece proseguir esté uno despierto o dormido. Él se despierta a menudo con esa actividad de la meditación; algo de esta naturaleza se está desarrollando casi todo el tiempo. 

Él jamás lo ha invitado ni rechazado. 

Cuando despertó la otra noche, estaba muy despierto, y se dio cuenta de que algo como una bola de fuego, de luz, se introducía en su cabeza, en el centro mismo de ella. 

Estuvo observando el hecho objetivamente por un tiempo considerable, como si eso le estuviera sucediendo a alguna otra persona. 

No era una ilusión -algo evocado por la mente- El amanecer estaba próximo y él podia ver los árboles por entre la abertura de las cortinas.

DIARIO 2 - J.K - 16 DE SEPTIEMBRE DE 1973

 16, Septiembre, 1973

 Durante la mañana, las calles del pequeño pueblo se hallaban vacías, pero más allá la región estaba colmada de árboles, praderas y brisas susurrantes. 

La única calle principal se encontraba iluminada y todo lo demás yacía en la oscuridad. 

El sol se levantaría dentro de unas tres horas. 

Era un amanecer claro bajo la luz de las estrellas. 

Las cumbres nevadas y los glaciares aún estaban en sombras y casi todo el mundo dormía. 

Los estrechos senderos de la montaña tenían tantas curvas que uno no podia avanzar muy rápidamente, el auto era nuevo y hermoso, de buenas líneas y gran potencia. 

En el aire de la mañana, el motor funcionaba con mayor eficiencia. 

En la carretera, ese automóvil era una cosa muy bella de verse,y cuando ascendia tomaba cada recodo con la firmeza de una roca. 

El amanecer estaba próximo, y se veia la forma de los árboles y el largo perfil de los cerros y de los viñedos; iba a ser una mañana encantadora. 

Entre los cerros el ambiente era fresco y agradable. 

El sol se había levantado ya y el rocio cubría las hojas y los prados. 

A él siempre le gustó la mecânica; desmantelaba el motor de un automóvil y cuando éste volvia a funcionar era tan bueno como si fuera nuevo. 

Mientras uno está conduciendo el vehículo, la meditación parece llegar con toda naturalidad. 

Uno se halla atento a la campiña, a las casas, a los campesinos en el sembrado, a la forma del auto que avanza y al cielo azul entre las hojas; ni siquiera se da cuenta de que la meditación ocurre, esta meditación que comenzó hace milénios y habrá de continuar perpetuamente. El tiempo no es un factor en la meditación, ni lo es la palabra -la palabra es el meditador-. 

Toda la tierra está bañada por la luz de una efímera mañana. 

Dos hombres se hallaban disputando a gritos con muchos gestos y con las caras enrojecidas. 

La carretera pasa por una larga avenida de árboles , y la ternura de la mañana se va desvaneciendo. 

El mar se extendía ante uno y en el aire se percibía el perfume de los eucaliptos. 

Era un hombre pequeño, delgado y de fuertes músculos; había venido de un país muy lejano, y estaba tostado por el sol. 

Después de unas pocas palabras de saludo, se lanzó a emitir críticas. 

¡Qué fácil es criticar sin saber cuáles son realmente los hechos! 

Dijo: «Puede que usted sea libre y que viva realmente todo aquello de que habla, pero fisicamente se halla en una prisión protegida por sus amigos. 

Usted no sabe lo que está pasando a su alrededor. 

Hay personas que han asumido la autoridad, aun cuando usted mismo no es autoritário». 

No estoy seguro de que usted esté en lo cierto respecto de esta cuestión. 

Para conducir una escuela o cualquier otra cosa, tiene que haber cierta responsabilidad, y ésta puede y debe existir sin las implicaciones autoritarias. 

La autoridad es totalmente perjudicial para la cooperacion, para que podamos discutir cosas juntos. 

Esto es lo que hacemos en todo el trabajo en que estamos empeñados. 

Éste es un hecho real. 

Si puedo señalarlo, nadie se interpone entre mi y otras personas. 

«Lo que usted está diciendo es de la máxima importancia. 

Todo lo que usted escribe y dice debe ser impreso y hecho circular por un pequeno grupo de personas serias y consagradas. 

El mundo está estallando y a usted lo pasa por alto.» 

Me temo otra vez que usted no se da cuenta totalmente de lo que sucede. 

En un tiempo, un pequeño grupo tomó la responsabilidad de propagar lo que se había dicho. 

Ahora, también, un pequeño grupo ha asumido la misma responsabilidad. 

Si a uno se le permite señalarlo nuevamente, usted no se da cuenta de lo que está sucediendo. 

Él hizo varias críticas más, pero éstas se basaban en presunciones y opiniones efímeras. 

Sin defender nada, uno indico lo que realmente está ocurriendo. 

Pero... qué extraños sòn los seres humanos...

Los cerros retrocedían alejándose, y ya lo rodeaba a uno el ruido de la vida cotidiana, el ir y venir, el dolor y el placer. 

Un árbol solitário sobre un montecillo era la belleza de la tierra. 

Y a gran profundidad en el valle había un torrente, y junto a él corria un ferrocarril. Uno debe dejar el mundo para ver la belleza de ese torrente.