Más Allá del Tiempo - Diálogo 10°

10 El orden cósmico  

KRISHNAMURTI: El otro día interrumpimos nuestro diálogo, diciendo que la verdadera meditación comienza cuando la mente está por completo vacía de todas las cosas que allí ha puesto el pensamiento. Pero me gustaría investigar esa cuestión más profundamente, volver atrás un poco y descubrir si la mente, el cerebro, puede alguna vez librarse de todas las ilusiones y formas del engaño. Descubrir también si la mente puede tener su propio orden, un orden no introducido por el pensamiento, por el esfuerzo ni por empeño alguno en poner las cosas en su lugar exacto. Y también descubrir Sí, por lastimado que esté el cerebro a causa de impactos emocionales y toda clase de situaciones, puede curarse completamente a sí mismo. Comencemos, pues, preguntándonos si existe un orden que no sea establecido por el hombre o por el pensamiento, que no sea producto de un orden planeado desde el desorden, el cual, por lo tanto, sigue formando parte del viejo condicionamiento. 

DAVID BOHM: ¿Se refiere usted a la mente? Quiero decir que el orden de la naturaleza existe por sí mismo. 

K: El orden de la naturaleza es orden. 

DB: Sí, no está hecho por el hombre. 

K: Pero no estoy hablando de eso. No estoy seguro si se trata de esa clase de orden. ¿Existe el orden cósmico? 

DB: Bueno, en cierto sentido, sigue siendo lo mismo, porque la palabra “cosmos” significa orden, pero orden total, que incluye el orden del universo y el orden de la mente. 

K: Sí. Lo que estoy tratando de averiguar es si existe un orden que el hombre jamás podrá concebir. 

DB: ¿Y cómo vamos a discutir eso? 

K: No lo sé. ¿Qué es el orden? 

NARAYAN: Está el orden matemático, la más elevada categoría de orden conocido en cualquier disciplina. 

K: ¿Estarían los matemáticos de acuerdo en que la matemática es el orden completo? 

N: Sí, la matemática en si es orden. 

DB: Pienso que ello depende del matemático. Pero hay un matemático muy conocido, llamado von Neumann, quien definió a la matemática como “la relación de las relaciones”. De hecho, él entendía por relación, el orden. Es el orden trabajando dentro del campo del orden mismo, antes que trabajando sobre algún objeto. 

K: Sí, a eso estoy tratando de llegar. 

DB: De modo que los matemáticos más creativos tienen una percepción de este orden, que puede ser llamado el orden puro; pero, desde luego, es limitado porque tiene que ser expresado matemáticamente en términos de formulas y ecuaciones. 

K: Por supuesto. El orden, ¿es parte del desorden tal como lo conocemos? 

DB: Lo que entendemos por desorden es otra cuestión. No es posible dar una definición coherente del desorden, porque éste viola el orden. Todo lo que ocurre realmente tiene un orden; pero uno puede, si gusta, llamar desorden a ciertas cosas. 

K: ¿Está usted diciendo que todo lo que ocurre es orden? 

DB: Tiene un orden. Si el cuerpo no está funcionando apropiadamente, aun si un cáncer se está desarrollando, hay un cierto orden en la célula cancerosa; sólo está creciendo según un patrón diferente que tiende a quebrar la resistencia del cuerpo. Sin embargo, la cosa total tiene cierta clase de orden. 

K: Sí, sí. 

DB: No ha violado las leyes de la naturaleza, aunque en relación con algún contexto particular, podría decirse que eso es desorden, porque, si hablamos de la salud del cuerpo, entonces el cáncer es llamado desorden. Pero en sí mismo... 

K: El cáncer tiene su orden propio. 

DB: Sí, pero no es compatible con el orden que implica el desarrollo del cuerpo. 

K: De acuerdo. ¿Qué entendemos, entonces, por orden? ¿Existe algo que pudiera llamarse orden? 

DB: El orden es una percepción; no podemos apoderarnos del orden.

N: Yo pienso que, generalmente, cuando nos referimos al orden, lo es con respecto a una estructura o en relación con un campo determinado. El orden tiene siempre esa connotación. Pero cuando usted dice “el orden del orden”, como en el estudio de la matemática, nos estamos alejando de esta limitada manera de abordar el orden.

 DB: La mayoría de los matemáticos comienzan con el orden de los números 1-2-3-4, y sobre eso establecen una jerarquía. Pero uno puede ver qué se entiende por el orden de los números. Hay, por ejemplo, una serie de relaciones que son constantes. En el orden de los números, tenemos el ejemplo más simple de orden. 

N: ¡Y con el descubrimiento del cero, se creó un orden nuevo! El orden matemático y el orden de la naturaleza, ¿forman parte de un campo más vasto? ¿O son formas localizadas? 

K: Uno ve que la mente, el cerebro es tan contradictorio, está tan golpeado, que no puede encontrar orden. 

DB: Sí, ¿pero qué clase de orden quiere? 

K: Quiere un orden en el que esté seguro, en el que no sea golpeado, ni sacudido, ni sienta dolor físico o psicológico. 

DB: Todo el sentido del orden y de la matemática es que no haya contradicción. 

K: Pero el cerebro está en contradicción. 

DB: Algo ha funcionado mal. 

K: Sí, hemos dicho que el cerebro tomó un rumbo equivocado. 

DB: Vea, si el cuerpo se está desarrollando mal, tenemos una célula cancerosa, lo cual implica dos órdenes contradictorios: uno, el desarrollo del cáncer, y el otro, el orden del cuerpo. 

K: Sí. Pero la mente, el cerebro, ¿puede estar completamente libre de todo orden organizado? 

DB: Por orden organizado, ¿entiende usted un patrón fijo o impuesto? 

K: Sí, impuesto o autoimpuesto. Estamos tratando de investigar si el cerebro puede alguna vez estar libre de todas las imposiciones, presiones, heridas psicológicas, de todos los golpes y trivialidades de la existencia que lo empujan en direcciones diferentes. Si no puede, la meditación no tiene ningún sentido. 

DB: Podríamos ir más lejos y decir que probablemente la vida no tenga sentido si uno no puede liberarla de todo eso. 

K: No, yo no diría que la vida no tiene sentido. 

DB: El patrón prosigue indefinidamente. 

K: Si prosigue como lo ha hecho, indefinidamente, por milenios, la vida no tiene sentido. Pero yo creo que hay un sentido, y para descubrirlo la mente debe estar libre por completo. 

DB: ¿Cuál es el origen de lo que llamamos desorden? Es como un cáncer que se desarrolla dentro del cerebro, progresando de modo incompatible con la salud del cerebro. 

K: Sí. 

DB: Crece a medida que pasa el tiempo, aumenta de una generación a otra. Cada generación repite el mismo patrón. Que con las generaciones tiende a acumularse a causa de la tradición. 

K: ¿Cómo puede terminar este patrón establecido, acumulado en el tiempo? ¿Cómo podemos abrirnos paso a través de él? 

DB: ¿Podemos formular esta pregunta? ¿Por qué el cerebro provee el suelo necesario para que prosperen estas cosas? 

K: Puede ser meramente tradición o hábito. 

DB: ¿Pero por qué el cerebro permanece en eso? 

K: Se siente seguro. Tiene miedo de que ocurra algo nuevo, porque en la vieja tradición encuentra un refugio. 

DB: Entonces tenemos que preguntarnos por qué el cerebro se engaña a sí mismo. Ese patrón implica que el cerebro se engaña a sí mismo con respecto al desorden. No parece que sea capaz de ver esto claramente. 

N: En mi mente hay inteligencia tras el orden, la cual hace uso de ese orden. Tengo un determinado propósito por el cual creo un orden, y cuando el propósito ha desaparecido, descarto ese orden o patrón. Por lo tanto, el orden tiene una inteligencia que resuelve esto. Ésa es la connotación habitual. Pero usted se está refiriendo a otra cosa. 

K: Pregunto si este patrón de generaciones puede ser quebrado, y por qué el cerebro ha aceptado ese patrón a pesar de todos sus conflictos y desdichas. 

N: Estoy diciendo lo mismo de un modo diferente. Cuando un orden ha servido a su propósito, ¿puede, entonces, dejarse de lado? 

K: Aparentemente, no se puede. Estamos hablando de lo psicológico. No se puede. El cerebro continúa en lo mismo, repitiendo temores, sufrimientos, desdichas. ¿Está tan profundamente condicionado que no puede ver el modo de salirse de ello porque, con la constante repetición, el cerebro se ha vuelto torpe? 

N: ¿Está ahí el impulso de la repetición? 

K: Sí. Ese impulso hace que la mente se vuelva mecánica. Y en esa indolencia encuentra refugio y dice: “Todo está muy bien, puedo seguir así”. Eso es lo que hace la mayoría de los seres humanos. 

DB: Eso forma parte del desorden. Pensar de esa manera es una manifestación de desorden. 

K: Por supuesto. 

N: ¿Usted relaciona el orden con la inteligencia? ¿O el orden es algo que existe por sí mismo? 

DB: La inteligencia implica orden; requiere que el orden se perciba de una manera ordenada, no contradictoria. Pero yo pienso -en los términos de esta discusión- que nosotros mismos no creamos este orden, que no lo imponemos, sino que es más bien natural. 

K: Sí. Yo soy el hombre común. Veo que estoy atrapado. Todo mi modo de vivir y pensar surge de esta enorme longitud de tiempo. El tiempo es la totalidad de mi existencia. En el pasado, que no puede modificarse, encuentro refugio. ¿Correcto? 

DB: Pienso que si fuéramos a hablar del que llamamos el hombre común, encontraríamos que éste no comprende realmente que el tiempo es algo que le sucede a él. 

K: Estoy diciendo que un hombre común puede ver, después de hablar al respecto con otro, que toda su existencia se basa en el tiempo. Y que la mente encuentra refugio en el tiempo, en el pasado.

DB: ¿Qué significa eso exactamente? ¿Cómo encuentra refugio? 

K: Porque el pasado no puede cambiarse. 

DB: Sí, pero la gente también piensa en el futuro. Es cosa común pensar que el futuro puede cambiar. Los comunistas han dicho: “Abandonen el pasado; nosotros vamos a cambiar el futuro”. 

K: Pero no podemos abandonar el pasado, aun pensando que podemos. 

DB: Entonces, si aun aquellos que tratan de no encontrar refugio en el pasado, no pueden abandonarlo, parece que cualquier cosa que hagamos, nos tiene atascados. 

K: Por lo tanto, el paso siguiente es: ¿Por qué el cerebro acepta este modo de vivir? ¿Por qué no rompe con él? ¿Es a causa de la pereza? ¿O no tiene esperanza de acabar con este modo de vivir? 

DB: Ése sigue siendo el mismo problema: ir del pasado al futuro. 

K: Por supuesto. ¿Qué ha de hacer, entonces, el cerebro? Esto es aplicable a la mayoría de las personas, ¿verdad? 

DB: No hemos comprendido por qué, cuando la gente ve que el modo en que se conduce es desordenado e irracional, y trata de abandonar el pasado, encuentra que no puede hacerlo. 

K: Espere, señor. Si yo abandono el pasado, no existo. Si abandono todos mis recuerdos, no tengo nada; no soy nada. 

DB: Pienso que algunas personas, como los marxistas, verían esto de una manera un poco diferente. Marx decía que es necesario transformar las condiciones de la sociedad humana, y que esto habría de erradicar el pasado. 

K: Pero no lo ha hecho. No puede hacerse. 

DB: Es porque cuando al hombre trata de transformar el pasado, sigue igualmente operando desde el pasado. 

K: Sí, eso es lo que estoy diciendo. 

DB: Si usted dice: “No dependan en absoluto del pasado”, entonces, como usted mismo lo pregunta, ¿qué vamos a hacer? 

K: Sin el pasado, nada soy. ¿Es ésa la razón de que no podamos abandonar el pasado? Porque mi existencia, mi manera de pensar, mi vida, todo, proviene del pasado. Y si usted dice: “Elimine eso”, ¿qué me queda? 

DB: Obviamente, tenemos que conservar ciertas cosas del pasado, como los conocimientos útiles. 

K: Sí, ya hemos visto eso. 

DB: La pregunta podría ser: ¿No es posible mantener esa parte útil del pasado y eliminar todos los aspectos del pasado que son contradictorios? 

K: Que son todos psicológicamente contradictorios. Entonces, ¿qué queda? ¿Sólo ir a la oficina? Ahí no hay nada. ¿Es ésa la razón de que no podamos abandonar el pasado? 

DB: En eso aún hay una contradicción, porque si usted pregunta, “¿Qué queda?”, sigue preguntándolo desde el pasado. 

K: Por supuesto. 

DB: ¿Está usted diciendo, simplemente, que cuando la gente habla de abandonar el pasado, no sólo no lo está haciendo, sino que meramente convierte esto en otra cuestión que elude el núcleo del problema? 

K: Porque todo mi ser es el pasado; ha habido cambios o modificaciones, pero sus raíces están en el pasado. 

DB: Si usted dijera: “Muy bien, abandonen todo eso y en el futuro tendrán algo por completo diferente y mejor”, ¿la gente se sentiría, entonces, atraída por esto? 

K: Pero lo “mejor” proviene aun del pasado. 

DB: La gente quiere que por lo menos se le asegure algo. 

K: De eso se trata, justamente. No hay nada. El ser humano común anhela alguna cosa a la que pueda aferrarse. 

DB: Él puede sentir, no que está aferrándose al pasado, sino que está esforzándose por llegar a algo. 

K: Si llego a algo, eso sigue siendo el pasado. 

DB: Sí, tiene sus raíces en el pasado; pero eso, a menudo no resulta tan obvio, porque la gente dice que es una grande y nueva situación revolucionaria. 

K: En tanto tenga mis raíces en el pasado, no puede haber orden. 

DB: Porque el pasado está penetrado por el desorden. 

K: Sí. ¿Y está mi mente, mi cerebro, dispuesto a ver que si abandono el pasado, no hay absolutamente nada? 

DB: Y nada a qué aspirar. 

K: Nada. No existe movimiento alguno. A veces hay personas que cuelgan frente a mi una zanahoria, y yo, tontamente, voy tras de ella. Pero veo que en realidad no hay zanahorias, ni recompensas, ni castigos. Entonces, ¿cómo ha de disolverse este pasado? Porque de lo contrario, continúo viviendo en el campo del tiempo, hecho por el hombre. ¿Qué haré, entonces? ¿Estoy dispuesto a enfrentarme al vacío absoluto? 

DB: ¿Qué le dirá usted a alguien que no está dispuesto a afrontar este vacío? 

K: No me preocupa. Si alguien dice que no puede hacer todo esto, le respondo: “Bueno, siga con lo suyo”. Pero yo estoy dispuesto a abandonar mi pasado completamente. Lo cual implica que no hay esfuerzo alguno ni recompensa; nada. Y el cerebro quiere enfrentarse a este estado extraordinario y totalmente nuevo de existir en la nada. Eso es pasmosamente aterrador. 

DB: Incluso estas palabras tienen sus raíces en el pasado. 

K: Por supuesto. Hemos comprendido eso: la palabra no es la cosa. La mente dice que está dispuesta a hacer eso, a afrontar este vacío absoluto, porque ha visto por sí misma que todos los lugares en que ha buscado refugio, son ilusiones... 

DB: Pienso que esto deja afuera algo que usted sacó antes a colación, el problema del daño que las cicatrices psicológicas ocasionan al cerebro. 

K: Es exactamente así. 

DB: El cerebro que no está lastimado, tal vez pudiera desprenderse del pasado con bastante facilidad. 

K: Mire, ¿puedo descubrir qué es lo que ha lastimado al cerebro? Indudablemente, uno de los factores son las emociones fuertes y sostenidas, como el odio. 

DB: Probablemente, un instante de emoción no haga tanto daño, pero la gente da continuidad a sus emociones. 

K: Por supuesto. El odio, la ira y la violencia, no sólo golpean sino que hieren al cerebro. ¿De acuerdo? 

DB: Y lo excitan en exceso. 

K: Desde luego; y también las drogas, etc. La respuesta natural no perjudica al cerebro. Ahora bien, él está lastimado; supongamos que ha sido lastimado por la ira. 

DB: Incluso podría decirse que tal vez los nervios se conecten de manera inapropiada, y que esas conexiones queden demasiado fijas. Pienso que hay evidencias de que estas cosas tienden a cambiar realmente la estructura. 

K: Sí, ¿y podemos tener un destello de discernimiento en toda la naturaleza de perturbación, de modo que ese discernimiento produzca una mutación en las células del cerebro que han sido lastimadas? 

DB: Bueno, posiblemente eso comenzaría a curarlas. 

K: Muy bien. Esa curación debe ser instantánea. 

DB: Puede llevar tiempo, en el sentido de que si se han producido conexiones impropias, la redistribución del material va a requerir tiempo. El comienzo de ello, a mi entender, es instantáneo. 

K: De acuerdo. ¿Puedo hacerlo? He escuchado a “X”, he leído atentamente al respecto, he reflexionado sobre todo esto. Y veo que la ira, la violencia, el odio -cualquier emoción excesiva- golpean y lastiman al cerebro. Un discernimiento en todo esto produce una mutación en las células. Es así. También en los nervios. Los ajustes se harán lo más rápidamente posible. 

DB: Algo sucede con las células cancerosas. A veces, el cáncer cesa súbitamente de desarrollarse y retrocede por alguna razón desconocida. Pero un cambio tiene que haber ocurrido en esas células. 

K: ¿Podría ser que las células del cerebro cambien fundamentalmente y que el proceso del cáncer se detenga? 

DB: Sí. Básicamente se detiene y comienza a desmantelarse. 

K: A desmantelarse, sí; es eso. 

N: ¿Está usted diciendo que el discernimiento pone en marcha la correcta clase de conexiones y detiene la formación de conexiones incorrectas? 

DB: Y que incluso desmantela las conexiones incorrectas. 

N: De ese modo, se produce un comienzo, y se produce axioma. 

DB: En un instante. 

K: Eso es el discernimiento. 

N: Pero ahí no está involucrado el tiempo, porque el movimiento correcto se ha iniciado ahora. Hay otra cosa que quiero preguntar con respecto al pasado: para la mayoría de la gente, el pasado implica placer. 

K: No sólo placer, sino el recuerdo de todas las cosas. 

N: Uno empieza a sentir aversión por el placer sólo cuando éste decae o conduce a dificultades. El placer se desea todo el tiempo. 

K: Por supuesto. 

N: A veces resulta difícil distinguir entre el placer y el deterioro o las dificultades que el placer trae consigo. 

K: El placer es siempre el pasado; no hay placer en el momento en que está sucediendo. Eso interviene más tarde, cuando se recuerda el momento. Por lo tanto, el recuerdo es el pasado. Pero yo estoy dispuesto a enfrentarme a la nada, lo cual implica barrer con todo eso! 

N: Lo que yo quiero decir es que el ser humano, aun cuando comprenda eso que usted está diciendo, está retenido en este campo.

K: Porque no está dispuesto a afrontar este vacío. El placer no es compasión. El placer no es amor, el placer no tiene cabida en la compasión. Pero tal vez, si se produjera esta mutación, la compasión sería más fuerte que el placer. 

DB: Incluso la percepción del orden puede ser más fuerte que el placer. Si una persona está realmente interesada en algo, el placer no juega papel alguno en ese momento. 

N: ¿Pero qué le sucede a un hombre en quien el placer es dominante?

K: Ya hemos discutido esto. Mientras él no esté dispuesto a afrontar este vacío extraordinario, continuará en el viejo patrón. 

DB: Vea, tenemos que decir que el cerebro de este hombre también estaba lastimado. Es la lesión en el cerebro la que origina este énfasis en el placer, al igual que origina el temor o la ira. 

K: Pero el cerebro lesionado se cura cuando hay discernimiento. 

DB: Sí. Pero pienso que, si bien muchas personas comprenderían que el odio y la ira son productos del cerebro lesionado, encontrarían muy difícil ver que el placer también es el producto del cerebro lesionado. 

K: Oh, sí, pero desde luego que lo es. 

DB: ¿Podemos decir que existe un deleite verdadero que no es producto del cerebro lesionado, deleite que se confunde con el placer...? 

N: Si el placer da origen a la ira, la ira es parte del cerebro lesionado.

K: Y también la exigencia de placer. Entonces, ¿tiene usted un discernimiento con respecto a lo muy destructivo que es el pasado para el cerebro? ¿Puede el propio cerebro ver, tener ese discernimiento y salirse del pasado? 

N: ¿Está usted diciendo que el comienzo del orden proviene del discernimiento? 

K: Obviamente. Trabajemos a partir de ahí. 

N: ¿Puedo expresarlo de otro modo? ¿Es posible reunir, artificialmente, cierta cantidad de orden en el sentido de una pauta, de modo que ello dé origen a cierta cantidad de discernimiento? 

K: ¡Ah! Usted no puede encontrar la verdad a través de lo falso. 

N: Hago la pregunta deliberadamente, porque a muchas personas parece faltarles la energía que se requiere para el discernimiento. 

K: Ustedes son muy entusiastas para ganarse la subsistencia, para ganar dinero, para hacer cualquier cosa en que estén realmente interesados. Si se interesan vitalmente en esta transformación, etc., tienen la energía. ¿Podemos proseguir? Yo, como ser humano, he visto que este discernimiento total ha puesto fin al pasado, y el cerebro está dispuesto a vivir en la nada. ¿Correcto? Hemos llegado a este punto varias veces desde diferentes direcciones. Ahora prosigamos. Ahora no hay ninguna cosa que haya sido puesta ahí por el pensamiento. No hay movimiento del pensar, excepto el conocimiento factual que tiene su lugar propio. Pero desde el punto de vista psicológico, no hay movimiento en la mente, ni hay movimiento del pensar. No hay absolutamente nada. 

DB: ¿Quiere usted decir que tampoco hay sentimiento? El pensar y el sentir son un movimiento simultáneo. 

K: ¡Espere! ¿Qué entiende usted aquí por sentimiento? 

DB: Bueno, por lo general, muchas personas podrían decir: “Muy bien, no hay pensamiento, pero tienen diversos sentimientos”. 

K: Por supuesto que tenemos sentimientos. 

DB: Éstas son sensaciones. Y también están los sentimientos internos. 

K: ¿Sentimientos internos de qué? 

DB: Es difícil describirlos. Aquellos que pueden ser descritos con facilidad, son obviamente del tipo incorrecto, como la ira o el miedo.

 K: ¿Es la compasión un sentimiento? 

DB: Probablemente no. 

K: No, no es un sentimiento. 

DB: ¡Aunque muchas personas pueden decir que se sientan compasivas! Hasta la propia palabra sugiere una forma de sentimiento. Compasión contiene en si la palabra “pasión”, que es sentimiento. Ésta es una cuestión difícil. ¿Tal vez podríamos preguntarnos qué es lo que usualmente reconocemos como sentimientos? 

K: Investiguémoslo un poco más. ¿Qué entendemos por sentimientos? ¿Sensaciones? 

DB: La gente, por lo general, no es eso lo que entiende. Las sensaciones están relacionadas con el cuerpo. 

K: ¿Está usted hablando, entonces, de sentimientos que no son del cuerpo? 

DB: Sí, o de esos que -en tiempos antiguos- hubieran sido descritos como pertenecientes al alma. 

K: El alma, por supuesto. Ése es un escape fácil, pero no significa nada. 

DB: No. 

K: ¿Qué son los sentimientos internos? ¿Placer? 

DB: Bueno, si uno pudiera clasificarlos, esa descripción no sería válida. 

K: ¿Cuál es válida, entonces? ¿El estado no-verbal? 

DB: Puede ser un estado no-verbal... algo análogo a un sentimiento que no es fijo, que no puede ser nombrado. 

N: ¿Dice usted que eso no es sentimiento, que es similar al sentimiento pero que no es fijo? 

DB: Sí. Sólo estoy considerando eso que podría existir si decimos que no hay pensamiento. Estoy tratando de clarificar esto. 

K: Sí, no es pensamiento. 

DB: ¿Qué significa eso realmente? 

K: Lo que realmente significa es que el pensar es movimiento, el pensar es tiempo. ¿Correcto? En ese vacío no hay tiempo ni pensamiento. 

DB: Sí, y tal vez ningún sentimiento de que existe una entidad interna. 

K: Absolutamente, por supuesto. La existencia de la entidad es el haz de recuerdos, el pasado. 

DB: Pero esa existencia no es solamente pensamiento que piensa al respecto, sino también el sentimiento de que ello está ahí; uno adquiere una especie de sentimiento interno. 

K: Un sentimiento, sí. No hay ser. No hay nada. Si existe un sentimiento del ser que continúa... 

DB: Sí, aun cuando no sea posible verbalizar esto... Sería un estado sin deseos. ¿Cómo podemos saber si este estado es real, genuino? 

K: Eso es lo que estoy preguntando. ¿Cómo sabemos o nos damos cuenta de que esto es así? En otras palabras, ¿quiere usted pruebas de ello? 

N: Pruebas no, pero sí la comunicación de ese estado. 

K: Ahora aguarde un momento. Suponga que alguien tiene esta peculiar compasión: ¿cómo puede comunicármela si yo estoy viviendo en el placer y todo eso? ¡No puede! 

N: No, pero yo estoy preparado para escucharle. 

K: Preparado para escuchar, ¿pero a qué profundidad? El hombre dice que no hay ser. Y toda la vida de uno ha sido este llegar a ser. Y él dice que, en ese estado, no hay ser en absoluto. En otras palabras, no hay “yo”. ¿De acuerdo? Ahora usted dice: “Demuéstremelo”. Eso sólo puede demostrarse a través de ciertas cualidades que él posee, de ciertas acciones. ¿Cuáles son las acciones de una mente por completo vacía del ser? ¿Acciones a qué nivel? ¿Acciones en el mundo físico? 

N: En parte. 

K: En su mayor parte ahí. Muy bien, este hombre tiene ese sentido del vacío, y no hay ser. Él no está actuando movido por intereses egoístas. Sus acciones están en el mundo del vivir cotidiano, y usted puede juzgar si él es un hipócrita, si dice algo y lo contradice al momento siguiente, o si en verdad está viviendo esta compasión y no diciendo meramente: “Siento compasión”. 

DB: Pero si uno no está haciendo lo mismo, no puede decirlo. 

K: Eso es cierto. Es lo que estoy diciendo. 

N: Nosotros no podemos juzgarlo a él. 

K: Ustedes no pueden. ¿Cómo puede él, entonces, comunicarnos en palabras esa peculiar cualidad de la mente? Puede describirla, girar en torno, pero no puede dar la esencia de ello. El Dr. Bohm, por ejemplo, podía discutir con Einstein; estaban en el mismo nivel. Y él y yo podemos discutir. Si uno tiene este sentido de no ser, de vacío, el otro puede llegar muy cerca; ¡pero jamás puede penetrar en esa mente a menos que lo tenga! 

N: Para uno que está abierto, ¿existe algún modo de comunicación que no sea el de las palabras? 

K: Estamos hablando de la compasión: ésta no es “yo siento compasión”, lo cual es completamente falso. Vea, en la vida cotidiana una mente así actúa sin el “yo”, sin el “ego”. Por lo tanto, podría cometer un error, pero lo corrige inmediatamente, no carga con ese error. 

N: No se atasca. 

K: No se atasca. ¡Pero debemos ser muy cuidadosos aquí y no encontrar una excusa para el error! Llegamos, pues, a ese punto que discutíamos antes; ¿qué es, entonces, la meditación? ¿De acuerdo? Para el hombre que está deviniendo, la meditación no tiene en absoluto significado alguno. Ésa es una aseveración tremenda. Cuando no existe este ser o llegar a ser, ¿qué es la meditación? Ésta debe ser por completo no intencional, no ha de invitársela en modo alguno. 

DB: ¿Quiere decir que ha de darse sin una intención consciente? 

K: Sí, pienso que eso es correcto. ¿Diría usted -espero que esto no suene tonto- que el universo, el orden cósmico, se halla en meditación? 

DB: Bueno, si es algo vivo, entonces tendríamos que considerarlo de ese modo. 

K: No, no. El universo se encuentra en un estado de meditación. 

DB: Sí. 

K: Pienso que eso es correcto. Me atengo a ello. 

DB: Creo que tendríamos que investigar más qué es la meditación, y qué es lo que hace. 

N: Si usted dice que el universo está en meditación, ¿la expresión de ello es el orden? ¿Qué orden podemos discernir que indique la existencia de una meditación o universal? 

K: La salida y puesta del sol; todas las estrellas, los planetas, son orden. La cosa total esta en un orden perfecto. 

DB: Tenemos que conectar esto con la meditación. Según el diccionario, el significado de meditar es reflexionar, darle vueltas a algo en la mente, poner gran atención. 

K: Y también medir. 

DB: Ése es otro significado más; pero es “pesar”, “ponderar”; significa “medida” en el sentido de “pesar”. 

K: Peso, así es. Ponderar, pensar bien, etcétera. 

DB: Sopesar la significación de algo. ¿Es eso, entonces, lo que usted quiere decir? 

K: No. 

DB: Entonces, ¿por qué emplea la palabra? 

N: Me dijeron que, en inglés, contemplación tiene implicaciones distintas a las de meditación. La contemplación implica un estado más profundo de la mente. 

DB: Es difícil saberlo. La palabra “contemplar” proviene, en realidad, de “templo”. 

K: Sí, correcto. 

DB: Su significado básico es el de crear un espacio abierto. 

K: ¿Es ése un espacio abierto entre Dios y yo? 

DB: Ese es el sentido con que se originó la palabra. 

K: De acuerdo. 

N: La palabra “dhyans”, en sánscrito, no tiene las mismas implicaciones que “meditación”. 

K: No. 

N: Porque “meditación” tiene sugerencias de ''medida'' y, probablemente, de un modo indirecto, esa medida es orden. 

K: No, yo no quiero introducir aquí el orden, dejemos fuera la palabra “orden”. Ya hemos terminado con esa palabra, ¡la hemos matado a golpes! 

DB: ¿Por qué usa usted la palabra “meditación”? 

K: No la usemos. 

DB: Averigüemos qué es lo que, en realidad, quiere usted decir aquí.

K: ¿Diría usted, un estado de infinitud? ¿Un estado inmensurable?

DB: Sí. 

K: No hay ninguna clase de división. Usted ve que damos innumerables descripciones, pero la meditación no es eso. 

DB: Sí, ¿pero existe alguna indicación de que la mente está consciente de sí misma? ¿Es eso lo que usted trata de decir? En otras ocasiones usted ha dicho que durante la meditación, la mente se está vaciando de su contenido. 

K: ¿Qué es lo que usted trata de averiguar? 

DB: Pregunto si eso es sólo el infinito, o si hay involucrado algo más. 

K: ¡Oh, mucho más! 

DB: Dijimos que el contenido es el pasado que está generando desorden. Uno podría afirmar, entonces, que este vaciado del contenido, de algún modo está eliminando constantemente el pasado. ¿Estaría usted de acuerdo con eso? 

K: No, no. 

DB: Cuando usted dice que la mente se está vaciando del contenido... 

K: Se ha vaciado a sí misma. 

DB: Muy bien. Cuando el pasado ya no existe más, entonces usted dice que eso es meditación. 

K: Eso es meditación; no contemplación... 

N: Sólo un comienzo. 

K: ¿Un comienzo? 

N: El vaciamiento del pasado. 

K: Ese vaciamiento del pasado -el pasado es ira, celos, creencias, dogmas, apegos, etc.- debe hacerse. Si la mente no se vacía de eso, si alguna parte de eso existe, conducirá inevitablemente a la ilusión. El cerebro -o la mente- debe estar por completo libre de toda ilusión, ilusión engendrada por el deseo, por la esperanza, por el anhelo de seguridad y todo eso. 

DB: ¿Está usted diciendo que cuando esto se hace, dicha acción abre las puertas a algo más amplio, más profundo? 

K: Sí. De lo contrario, la vida no tiene sentido; consiste meramente en repetir este patrón. 

N: ¿Qué es, exactamente, lo que usted quiere decir cuando afirma que el universo está en meditación? 

K: Lo percibo de ese modo, sí. La meditación es un estado de movimiento sin movimiento. 

DB: ¿Podríamos decir, en primer lugar, que el universo no está, de hecho, regido por su pasado? El universo crea ciertas formas que son relativamente constantes, de manera que quien lo mira superficialmente, sólo ve eso, y entonces eso parece estar establecido desde el pasado. 

K: Sí; el universo no está regido por el pasado. Es creativo, mudable.

DB: Y entonces este movimiento es orden. 

K: ¿Aceptaría usted, como científico, una cosa así? 

DB: Bueno, ¡de hecho la aceptaría! 

K: ¿Estamos ambos locos? Planteemos la cuestión de otro modo: ¿Es realmente posible que termine el tiempo -toda la idea del tiempo como pasado- de modo que no exista el mañana en absoluto? Psicológicamente, existe entonces el sentimiento, la realidad factual de no tener mañana. Pienso que ésa es la forma más sana de vivir. ¡Lo cual no quiere decir que me vuelva irresponsable! Eso sería demasiado infantil. 

DB: Ésa es meramente una cuestión de tiempo físico, el cual forma parte, en cierto modo, del orden natural. 

K: Por supuesto, eso se comprende. 

DB: La cuestión es si hay en nosotros un sentido de experimentar el pasado y el futuro, o si estamos libres de ese sentido. 

K: Le pregunto a usted, como científico: ¿está el universo basado en el tiempo? 

DB: Yo diría que no, pero usted ve que el modo general... 

K: Eso es todo lo que quiero saber. ¡Usted dice que no! ¿Y puede el cerebro, que ha evolucionado en el tiempo...? 

DB: ¿Ha evolucionado en el tiempo? Más bien se ha enredado en el tiempo. Porque el cerebro forma parte del universo, el cual decimos que no se basa en el tiempo. 

K: De acuerdo. 

DB: El pensamiento ha enredado el cerebro en el tiempo. 

K: Muy bien. ¿Puede ese enredo ser desenredado, liberado, de modo que el universo sea la mente? ¿Entiende? Si el universo no es del tiempo, ¿puede la mente, que ha estado enredada en el tiempo, desenredarse a sí misma y, de ese modo, ser el universo? ¿Entiende lo que trato de decir? 

DB: Sí. 

K: Eso es orden. 

DB: Eso es orden. ¿Y diría usted que eso es meditación? 

K: Lo es. Yo llamaría a eso meditación, no en el sentido corriente del diccionario -reflexionar y todo eso- sino en el sentido de un estado de meditación en el que no existe elemento alguno del pasado. 

DB: ¿Dice usted que la mente se está desenredando a sí misma del tiempo y que también está, de hecho, desenredando del tiempo al cerebro? 

K: Sí. ¿Aceptaría usted eso? 

DB: Sí. 

K: ¿Cómo una teoría? 

DB: Sí, como una proposición. 

K: No, no quiero eso como una proposición. 

DB: ¿Qué entiende usted por teoría? 

K: Teoría, cuando alguien viene y dice: Ésta es la verdadera meditación. 

DB: De acuerdo. 

K: Espere. Alguien dice: Uno puede vivir de este modo; la vida tiene así un significado extraordinario, pleno de compasión, etc., y todo acto en el mundo físico puede ser corregido inmediatamente, etc. Usted, como científico, ¿aceptaría un estado así, o diría que el hombre que habla de ello está chiflado? 

DB: Yo no diría eso. Siento que es perfectamente posible; completamente compatible con cualquier cosa que yo conozca acerca de la naturaleza. 

K: Oh, entonces eso está muy bien. ¡Entonces uno no es un tonto desequilibrado! Desde luego que poner todo esto en palabras, no es la cosa. ¿Correcto? Eso se comprende. ¿Pero puede comunicarse a otro? ¿Podemos, entonces, algunos de nosotros, dar con esto, de modo que realmente seamos capaces de comunicarlo?

 7 de junio de 1980, Brockwood Park, HAMPSHIRE