OBRA COMPLETA - TOMO 3 - J.K. - CONTINUACIÓN

SEGUNDA PLÁTICA EN EDDINGTON


Pregunta: ¿Qué hay de malo en nuestra relación con los demás, cuando aquello que para uno es un vivir libre, para otro parece ser un vivir falso que le causa hondo sufrimiento, mientras que uno mismo permanece sereno ? ¿Es esto una falta de verdadera comprensión por parte nuestra y, en consecuencia, una falta de simpatía ?

KRISHNAMURTI: Todo depende de lo que usted llama un vivir libre. Si está obsesionado por un ideal y lo sigue despiadadamente sin una profunda consideración de su significado integral, lo suyo no es una verdadera realización y, por consiguiente, crea sufrimiento a otros y a sí mismo. A causa de su propia ausencia de equilibrio, produce falta de armonía a su alrededor. Pero si se está realizando de verdad, o sea, viviendo a base de valores genuinos, entonces, aunque esa realización pueda generar antagonismo y conflicto, usted ayudará verdaderamente al mundo. Pero uno tiene que estar atento, extremadamente alerta a fin de ver si tan sólo vive conforme a un ideal, a un principio o a una norma, lo cual indicaría falta de una verdadera comprensión del presente y una manera de escapar de la realidad factual. Este escape, esta imitación que conduce a frustraciones, es la verdadera causa de conflicto y sufrimiento.

 Pregunta: ¿Cómo puedo evitar la injerencia de otras personas en lo que yo creo que es la recta acción, sin causarles infelicidad?

KRISHNAMURTI: Si todo lo que se propone es no causar infelicidad a otros y trata de moldear su vida conforme a esa idea, entonces no está actuando honestamente. Pero si se está liberando de las múltiples capas sutiles de egoísmo, en tal caso sus actos, aunque puedan causar infelicidad, son los de la verdadera realización.

Pregunta: La moralidad y la ética, si bien son factores variables, han proporcionado al hombre, en el curso de los tiempos, los móviles para su conducta; por ejemplo, el ideal de la caridad cristiana o el de la renunciación hindú. Si se nos priva de estas bases, ¿come podemos vivir vidas útiles y felices?

KRISHNAMURTI: Está la moralidad del ideal y la moralidad de lo real. El ideal es amarnos los unos a los otros, no matar, no explotar, etc. Pero, de hecho, nuestra conducta se basa en un concepto diferente. La ética de nuestra existencia cotidiana, la moralidad de nuestros contactos sociales, se basan fundamentalmente en el egoísmo, en el afán adquisitivo, en el miedo, en la protección de uno mismo.

Mientras todo esto exista, ¿cómo puede haber verdadera moralidad, verdadera relación del individuo con su medio, con la sociedad? Mientras cada cual se esté aislando a causa del miedo, del espíritu adquisitivo, de los anhelos, los ideales y las creencias egoístas, ¿cómo puede tener una genuina relación con otro?

La moralidad cotidiana es realmente inmoralidad, y el mundo se halla preso en esta inmoralidad. Diversas formas de codicia, explotación y asesinato son honradas por los gobiernos y las organizaciones religiosas y constituyen la base de la moral aceptada. En todo esto no hay amor sino tan sólo miedo, el cual se disimula mediante la continua repetición de palabras idealistas que impiden el discernimiento. Para que seamos verdaderamente morales, o sea, para que tengamos una verdadera relación con otro, con la sociedad, tiene que llegar a su fin la inmoralidad del mundo. Esta inmoralidad ha sido engendrada por los anhelos autoprotectores y los esfuerzos de cada individuo. Ahora bien, usted preguntará cómo puede uno vivir sin anhelos, sin el deseo de adquirir. Si examina a fondo lo que significa estar libre del afán adquisitivo, si experimenta con ello, usted mismo verá que puede vivir en el mundo sin pertenecer al mundo.

Pregunta: En el libro titulado ' 'El Iniciado en el Ciclo Sombrío ", se afirma que lo que usted enseña es filosofía Advaita, la cual es sólo para yoguis y "chelas” y resulta peligrosa para el individuo corriente. ¿Qué tiene que decir a este respecto?

KRISHNAMURTI: Por cierto, si yo considerara que lo que digo es peligroso para la persona corriente, no hablaría. Así que a ustedes les corresponde considerar si lo que digo es peligroso.

Las personas que escriben libros de esta clase, consciente o inconscientemente explotan a los demás. Tienen sus propios intereses personales y, habiéndose comprometido con cierto sistema, introducen la autoridad de un Maestro, de la tradición, de la superstición, de las iglesias, todo lo cual controla generalmente las actividades del individuo.

¿Qué hay, en lo que digo, que sea tan difícil o peligroso para el hombre común? Digo que si ha de haber amor, bondad, consideración, no puede haber egoísmo, no deben existir sutiles formas de escapar de lo real por medio del idealismo. Digo que la autoridad es perniciosa, no sólo la autoridad impuesta por otro, sino también la que se ha desarrollado inconscientemente a causa de la acumulación de recuerdos autoprotectores, la autoridad del ego. Yo digo que uno no puede seguir a otro para comprender la realidad. Por cierto, todo esto no es peligroso para el individuo, pera es peligroso para el hombre que se halla comprometido con una organización y quiere mantenerla, para el que desea adulación, popularidad y poder. Lo que digo respecto del nacionalismo y de las distinciones de clase, es peligroso para el hombre que se beneficia con las crueldades y la degradación que eso implica. La comprensión, la iluminación, es peligrosa para el hombre que, sutil o groseramente, disfruta los beneficios de le explotación, la autoridad y el temor.

Pregunta: ¿Descarta usted todo sistema de filosofía, aun el Vedanta, que enseña la renunciación?

KRISHNAMURTI: Usted debería preguntarse por qué necesita un sistema, no por qué yo lo descarto. Piensa que los sistemas ayudan al individuo a desarrollarse, a realizarse, a comprender. ¿Como puede un sistema o una técnica darle jamás la iluminación? Ésta adviene gracias a su propio y recto esfuerzo, a su propio discernimiento del proceso de la ignorancia. Para discernir, la mente debe estar libre de prejuicios, pero ahora, como la mente está llena de prejuicios y no puede discernir, es indudable que ningún sistema puede liberarla del prejuicio. Todo cuanto un sistema puede decirle es que no tenga prejuicios, o puede señalar diversas clases de prejuicios, pero es usted quien debe hacer el esfuerzo de librarse de ellos.

No hay tal cosa como la renunciación. Cuando uno comprende los valores genuinos de la vida, la idea de la renunciación no tiene sentido. Cuando no los comprende, hay temor, y entonces existe la esperanza de liberarse del temor mediante la renunciación. La iluminación, el esclarecimiento no llega por medio de la renunciación.

Usted piensa que alejándose de la realidad que implica la existencia cotidiana, va a encontrar la verdad. Por el contrario, encontrará la verdad sólo a través de la existencia cotidiana, de los contactos humanos, de las relaciones sociales y por la vía de la reflexión y el amor.

Pregunta: ¿Cuál es su idea de la meditación ?

KRISHNAMURTI: Lo que llaman meditación, tal como la práctica la mayoría de la gente, es concentración sobre una idea, es autocontrol. Esta concentración ayuda a desarrollar un intenso recuerdo de algún principio que guía y controla el pensamiento y la conducta de cada día. Un ajuste semejante a un principio, a un ideal, no es sino un modo de eludir la realidad, es la falta de discernimiento acerca de la exacta causa del dolor. El hombre que busca la verdad mediante la renunciación, mediante la meditación o recurriendo a un sistema, se halla atrapado en el proceso de la adquisición, y aquello que puede adquirirse no es lo verdadero.

La meditación no es una forma de retirarse de la vida. No es concentración. La meditación es el discernimiento constante de lo que es verdadero en las acciones, reacciones y provocaciones de la vida. Discernir la verdadera causa de la lucha, de la crueldad y de la desdicha, es auténtica meditación. Ello requiere un estado profundo de percepción alerta. En esta percepción, en el curso del profundo discernimiento de los valores genuinos, adviene la bienaventuranza, la comprensión de la realidad.

14 de junio de 1936