OBRA COMPLETA - TOMO 3 - J.K. - CONTINUACIÓN

 Ciudad de Nueva York , Nueva York, 1936


PRIMERA PLÁTICA EN NUEVA YORK

En el mundo actual, están los que sostienen que el individuo es nada más que una entidad social, que es tan sólo el producto del medio conflictivo en que vive. Otros afirman que el hombre es divino, y esta idea expresada e interpretada en diversas formas, podemos encontrarla en las religiones.

Son muchas y aparentemente lógicas las implicaciones contenidas en la idea de que el hombre es una entidad social, entonces apoyará la regimentación del pensamiento y de su expresión en todas las esferas de la vida. Si sostiene que el hombre es un mero resultado del medio, entonces es natural que el sistema adquiera suprema importancia y que en él se ponga todo el acento, por lo cual adquieren un gran valor los moldes a los cuales el hombre debe ajustarse. Entonces tienen ustedes la disciplina, la coacción y, finalmente, la autoridad social que se autotitula gobierno, o la autoridad de los gmpos, o la de los conceptos ideales. La moral social es, entonces, mero asunto de conveniencia; y nuestra existencia, sólo cuestión de un breve intervalo, es seguida por la aniquilación.

No necesito examinar las múltiples implicaciones contenidas en la idea de que el hombrees tan sólo una entidad social. Si les interesa, pueden ver por sí mismos le que eso significa, y si aceptan la idea de que la individualidad no es sino el producto del medio, entonces la moral social y los conceptos religiosos deben experimentar necesariamente un cambio completo.

Si, no obstante, aceptan la idea religiosa de que existe un poder divino, invisible, que controla nuestro destino y así nos fuerza a la obediencia, a la veneración y al culto, entonces también deben reconocer las inferencias de este concepto. A la aceptación profunda de tal poder divino, debe seguir una completa reorganización social y moral. Esta aceptación se basa en la fe, la cual da, por fuerza, nacimiento al temor, aun cuando uno pueda disimular este temor afirmando que es amor. Ustedes aceptan esta idea religiosa porque contiene la promesa de una inmortalidad personal. Su moralidad se basa sutilmente en la propia perpetuación, en la recompensa y el castigo. En este concepto está también la idea del logro, de la búsqueda egoísta y del éxito. Y, si aceptan eso, entonces deben buscar guías, Maestros, senderos, disciplinas, y perpetuar las muchas formas sutiles de autoridad.

Existen estas dos categorías de pensamiento, las que deben estar inevitablemente en agudo conflicto. Cada uno de nosotros tiene que descubrir por sí mismo si una de estas dos concepciones del hombre, aparentemente contradictorias, es verdadera: si el individuo es tan sólo el resultado de las influencias ambientales y de la herencia — las cuales desarrollan ciertas peculiaridades y características — o si hay algún poder oculto que guía, controla, fuerza el destino y la realización del hombre. O bien aceptamos ambas concepciones aunque se opongan diametralmente la una a la otra, o escogemos entre ellas; es decir, escogemos entre la regimentación del pensamiento individual con sus expresiones, y la concepción religiosa de que cierta inteligencia invisible está creando, guiando y moldeando el futuro y la felicidad del hombre, idea ésta basada en la fe, en el anhelo de perpetuación propia, la cual impide el verdadero discernimiento. Ahora bien, si somos indiferentes a esta idea, esa indiferencia misma no indica sino irreflexión y. por lo tanto, un prejuicio que nuevamente obsta a la comprensión verdadera.

La elección se basa en el agrado y el desagrado, en el prejuicio y las tendencias; por lo tanto, pierde toda validez. En vez de pertenecer a uno de estos dos grupos o de verse forzado a elegir, yo sostengo que hay una forma diferente de abordar la comprensión de la individualidad, la comprensión del hombre. Esta se encuentra en el discernimiento directo, en la prueba que ofrece la acción cuando no viola la sensatez y la inteligencia.

¿Qué harán ustedes para descubrir, como individuos, si el hombre es divino en su limitación o si es un simple juguete de las circunstancias sociales? Este problema pierde su mera significación intelectual y se vuelve tremendamente vital cuando lo ponen a prueba en la acción. Entonces, ¿cómo hemos de actuar? ¿Cómo hemos de vivir?

Si uno acepta la idea de que es tan sólo un ente social, la acción se vuelve aparentemente simple; entonces, mediante la educación, mediante compulsiones sutiles y la instalación de ciertas ideas, uno se adiestra para amoldarse a determinadas normas de conducta, de relación. Por otra parte, si uno aceptara de verdad la concepción religiosa de cierto peder invisible que controla y guía nuestra vida, entonces su acción tendría un significado totalmente distinto del que tiene ahora. De ese modo, uno tendría una relación diferente — la cual es moralidad — con otros individuos, con la sociedad en general; y ella implicaría la cesación de las guerras, de las distinciones de clase, de la explotación.

Pero como esta relación verdadera no existe en el mundo, es obvio que estamos totalmente inseguros acerca del verdadero significado de la individualidad y de la acción. Porque, si aceptáramos realmente la idea religiosa de que somos guiados por cierta entidad suprema, entonces, quizá, nuestra acción moral y social sería cuerda, equilibrada e inteligente; pero visto que no lo es, resulta obvio que no aceptamos esa idea, aunque aparentemos aceptarla. Por esto existen las numerosas iglesias con sus diversas formas de explotación. Si uno sostiene que no es sino un ente social, entonces igual tiene que haber un cambio completo en su actitud y en su acción. Y este cambio no ocurre. Toda ello indica que nos encontramos en un estado de apatía y sólo perseguimos nuestras propias idiosincrasias.

A fin de comprender el proceso de la individualidad, de descubrir qué es lo permanente y lo verdadero, es esencial hallarse en un estado de completa y vital incertidumbre. Uno tiene que averiguar por sí mismo si se halla en este estado de completa incertidumbre, o sea, sin aceptar que el individuo es un ente social con todo lo que eso implica, y sin aceptar que el individuo es algo supremo, guiado divinamente, también con todo lo que esa idea sugiere. Sólo entonces hay una posibilidad de verdadero discernimiento y comprensión.

Si uno se halla en este estado, como debe ocurrir con la mayor parte de las personas reflexivas, sin seguir ningún dogma ni ideal, ninguna creencia, entonces percibirá que, para comprender lo que es, es preciso comprender lo que uno mismo es. No podemos comprender ningún otro proceso excepto el que tiene su foco, como conciencia, en el individuo; el mundo como sociedad es una serie de procesos que se encuentran en estado de perpetuo nacimiento, de devenir. Si podemos comprender el proceso de la conciencia, de la individualidad, entonces hay una posibilidad de comprender el mundo y sus acontecimientos. La realidad sólo podrá discernirse conociendo y comprendiendo el proceso transitorio del "yo". Si puedo comprenderme a mí mismo, lo que soy, cómo he surgido a la existencia, comprender si el "yo" posee en sí mismo una identidad y cuál es la naturaleza de su ser, entonces existe una posibilidad de comprender lo real, lo verdadero.

Explicaré este proceso del "yo", de la individualidad. Hay una energía que es única para cada individuo, la cual no tiene comienzo. Esta energía — por favor, no la atribuyan a ninguna divinidad ni le otorguen ninguna cualidad especial — , en su proceso de desarrollo espontáneo crea su propia sustancia o material, el cual está constituido por la sensación, el discernimiento y la conciencia. Este es el carácter abstracto de la conciencia. El concreto es la acción. Por supuesto, no existe tal división absoluta. La acción procede de la ignorancia, la cual existe donde hay prejuicios, tendencias, anhelos que, inevitablemente, se derivan en dolor. Por eso la existencia llega a ser un conflicto y una fricción constantes. Es decir, la conciencia es tanto discernimiento como acción.

La fricción, el proceso del "yo" surge a causa de la constante acción recíproca entre tales anhelos, prejuicios, tendencias y limitaciones.

Si la examinan a fondo, percibirán que esa individualidad es tan sólo una serie de limitaciones, de acciones acumulativas, de obstáculos que confieren a la conciencia la identidad llamada el "yo". El "yo" no es más que una colección de recuerdos, de tendencias que nacen del anhelo, y la acción es ese roce que se produce entre el anhelo y el objeto anhelado. Si la acción es el resultado de un prejuicio, de un temor, de alguna creencia, dicha acción produce mayores limitaciones. Si uno ha sido educado en una determinada creencia religiosa o si ha desarrollado una tendencia particular, ello tiene que crear una resistencia contra el movimiento de la vida. Estas resistencias, estos muros autoprotectores y egoístas de la seguridad, dan origen al proceso del "yo", el cual se sostiene merced a sus propias actividades.

Para comprendemos a nosotros mismos, debemos volvernos conscientes de este proceso por el que se forma el "yo". Discerniremos, entonces, que este proceso no tiene comienzo pero que, por medio de la constante percepción alerta y el recto esfuerzo, puede hacerse que llegue a su fin. El arte de vivir consiste en terminar con este proceso del "yo". Es un arte que requiere gran discernimiento y recto esfuerzo. No podemos comprender ningún otro proceso que no sea ese proceso de la conciencia, del cual depende la individualidad. Mediante el recto esfuerzo se discierne cómo surge a la existencia el proceso del "yo", y también mediante el recto esfuerzo se puede terminar con ese proceso. Entonces, gracias a ello, adviene la dicha de la realidad, la belleza de la vida corno movimiento eterno.

Esto pueden probarlo por sí mismos, no requiere ninguna fe ni depende de sistema alguno de pensamiento o de creencia. Exige tan sólo percepción integrada y recto esfuerzo, que disolverán las ilusiones y limitaciones autocreadas y, de ese modo, darán origen a la gloria de la realidad.

Pregunta: Un deseo genuino de esparcir la felicidad a mi alrededor y de ayudar a hacer de este mundo un lugar más noble en el que todos puedan vivir, es lo que me guía en la vida y dicta mis acciones. Esta actitud me hace utilizar la riqueza y el prestigio que poseo, no como un medio de gratificación propia, sino tan sólo como un deber sagrado, lo cual me proporciona un impulso en la vida. ¿Qué hay de malo, fundamentalmente, en una actitud así ? ¿Acaso soy culpable de explotar a mis amigos y semejantes ?

KRISHNAMURTL Que usted explote o no, depende de lo que entienda por ayudar y por esparcir la felicidad. Puede ayudar a otro y así esclavizarlo, o puede ayudar a otro a comprenderse a sí mismo y., de ese modo, a realizarse profundamente. Puede esparcir la felicidad fomentando la ilusión, brindando bienestar y seguridad superficiales que parezcan ser algo duradero. O puede ayudar a otro a discernir las muchas ilusiones que lo aprisionan; si es capaz de hacer esto, entonces no está explotando. Pero, a fin de no explotar, debe liberarse fundamentalmente de esas ilusiones y esos consuelos en que usted u otro se hallan atrapados. Debe discernir sus propias limitaciones antes de que pueda ayudar verdaderamente a otro. En todo el mundo hay muchas personas que desean intensamente ayudar a los demás pero, por lo general, esta ayuda consiste en convertirlas a su propia creencia o religión, o a su sistema particular. Eso no es sino sustituir una clase de prisión por otra. Este canje no genera comprensión sino tan sólo mayores confusiones. En la profunda comprensión de uno mismo reside la felicidad que cada ser humano busca a tientas y se esfuerza por lograr.

Pregunta: ¿No cree usted que es necesario pasar por la experiencia de la explotación a fin de aprender a no explotar, de la adquisición a fin de no ser adquisitivo, y así sucesivamente ?

KRISHNAMURTI: ¡Es una idea muy cómoda la de que uno primero debe poseer y después aprender a no adquirir! La adquisición es una forma de placer y, durante este proceso, o sea, mientras estamos adquiriendo, acumulando, llega el sufrimiento; para evitarlo, comenzamos a decirnos; "No debo adquirir". El no ser adquisitivo se convierte en una nueva virtud, en un nuevo placer. Pero si examinamos el deseo que nos impulsa a no adquirir, veremos que se basa en un deseo más intenso de protegernos contra el dolor. Lo que realmente buscamos, pues, es placer, tanto en eL deseo de adquirir como en el de no adquirir. Fundamentalmente ambas cosas son lo mismo, ya que ambas emanan del deseo de no vemos envueltos en el dolor. El desarrollo de una cualidad determinada crea tan sólo un muro de autoprotección contra el movimiento de la vida. En esta resistencia, dentro de estos muros autoprotectores que nos aprisionan, se encuentran el dolor y la confusión.

Ahora bien, hay una manera diferente de considerar este problema de los opuestos. Consiste en discernir directamente, en percibir integralmente que todas las tendencias y virtudes contienen en sí sus propios opuestos, y que desarrollar un opuesto es escapar de la realidad.

Sería correcto decir que uno debe odiar a fin de amar? Esto, en realidad, jamás ocurre. Cuando ustedes aman, a causa de que en ese amor hay afán posesivo, surgen la fmstración, los celas y el temor. Este proceso provoca el odio. Entonces comienza el conflicto de los opuestos. Si el afán adquisitivo es en sí mismo malo y desagradable, ¿por qué, entonces, desarrollar su opuesto? Desarrollan su opuesto porque no disciernen que es malo y desagradable, sino que desean evitar el dolor que contiene. Todos los opuestos tienen que engendrar conflicto porque carecen esencialmente de inteligencia. Un hombre que tiene miedo, desarrolla valor. Este proceso de desarrollar valor es, en realidad, un modo de eludir el miedo; pero, si uno discierne la causa del miedo, eL miedo cesará naturalmente. ¿Por qué somos incapaces de tener un discernimiento directo? Porque si hay percepción directa tiene que haber acción, y a fin de evitar la acción desarrollamos lo opuesto y, de ese modo, establecemos toda serie de escapes sutiles.

Pregunta: En nuestro carácter de entes sociales tenemos diversas responsabilidades, ya sea como trabaja dores, votantes, jefes ejecutivos, etc. Actualmente, el fundamento de la mayoría de estas actividades es la división de clases, la cual ha fomentado una conciencia de clase. Si intentamos derribar estas barreras responsables de tanto caos social y económico, nos convertimos de inmediato en antisociales. ¿Qué contribución tiene usted que ofrecer para la solución de este problema que hoy afecta a todo el mundo?

KRISHNAMURTI: ¿Piensa usted realmente que es antisocial romper con este sistema de explotación, de conciencia de clase, de competencia? No lo es, por cierto. Uno tiene miedo de producir caos — ¡como si no hubiera confusión ahora! — al romper con este sistema de división y explotación; pero si se discierne que la explotación es intrínsecamente censurable, con ello se despierta la verdadera inteligencia, y sólo ésta puede crear orden y bienestar para el ser humano. Ahora bien, el sistema existente se basa en la seguridad individual, la seguridad y el consuelo implícitos en el bienestar económico y en la idea de inmortalidad. Por cierto, lo antisocial es esta existencia adquisitiva y no el romper con un concepto de la vida y un sistema que son esencialmente falsos y estúpidos. Este sistema está creando enorme caos, confusión y guerras. Somos, pues, antisociales a causa de nuestras búsquedas adquisitivas, ya se trate de la búsqueda adquisitiva de Dios, o de la búsqueda de la riqueza. Puesto que nos hallamos atrapados en este proceso de adquisición — no importa si de virtud o de poder en la sociedad — , aprisionados en esta maquinaria que hemos creado, debemos zafarnos inteligentemente de ella. Un acto semejante de inteligencia no es antisocial, es un acto de cordura y equilibrio.

Pregunta: ¿No necesita usted de la opinión pública? ¿Acaso la psicología de masas no es importante para los dirigentes de hombres?

KRISHNAMURTI: Por lo general, la opinión pública se forma con los prejuicios de los líderes, y no es inteligente, por cierto, permitir que a uno lo moldee esa opinión pública. No es espiritual, si le gusta usar esa palabra. Tome, por ejemplo, la guerra. Una cosa es morir voluntariamente por una causa, y otra muy distinta es que un grupo de personas o un conjunto de dirigentes lo manden a uno a matar o a hacerse matar. La psicología de las masas se desarrolla y se utiliza deliberadamente para propósitos diversos. En eso no hay inteligencia.

Pregunta: Todo lo que deduzco de sus escritos y declaraciones es una insistencia en el desposeimiento propio, en la necesidad de eliminar todo consuelo y solaz emocional. Como esto no me hace más feliz de hecho, menos feliz que antes, para mi su enseñanza contiene una característica destructiva. ¿Cuál as su aspecto constructivo, si es que tiene alguno?

KRISHNAMURTI: ¿Qué entiende usted por ayuda constructiva? ¿Que le digan lo que debe hacer? ¿Que le den un sistema? ¿Tener a alguien que lo dirija y lo guíe? ¿Que le digan cómo meditar o qué clase de disciplina seguir? ¿Es esto realmente constructivo, o es destmctivo de la inteligencia?

¿Cuál es el motivo que inspiró esta pregunta? Si la examina, verá que está basada en el temor: temor de no realizar lo que llaman felicidad, verdad; temor y desconfianza con respecto al propio esfuerzo, temor a la incertidumbre. Lo que usted llamaría enseñanza positiva, es algo que destruye la inteligencia y hace que uno actúe irreflexiva y automáticamente. Usted quiere que le digan qué es lo que debe pensar y cómo debe actuar; pero llama destructiva a una enseñanza que insiste en que, a causa de nuestra propia acción ignorante — siendo la ignorancia, falta de comprensión acerca de uno mismo — , incrementamos y perpetuamos la limitación y el dolor. Si comprende verdaderamente lo que digo, discernirá que esta enseñanza no es negativa. Verá que, por el contrario, origina una confianza tremenda en nosotros mismos y, de ese modo, nos da la fuerza de la percepción directa.

Pregunta: ¿Qué relación hay entre los recuerdos y el vivir?

KRISHNAMURTI: Los recuerdos actúan como una resistencia contra el movimiento de la vida. No son sino las numerosas capas de respuestas autodefensivas contra la vida misma. Por eso, la acción o la experiencia, en vez de liberar, crea más limitación y dolor. Estos recuerdos, con sus tendencias y anhelos, forman la conciencia, en la cuaL se basa la individualidad. De esto surgen la división, el conflicto y el dolor.

El caos, el conflicto y la desdicha actuales, podrán ser comprendidos y resueltos sólo cuando cada individuo discierna el proceso de la ignorancia que él mismo engendra mediante sus propias acciones. Para dar origen al orden y al bienestar del hombre, cada uno de nosotros, mediante su propio y recto esfuerzo, tiene que discernir este proceso y ponerle fin. Esto requiere una mente alerta y la acción apropiada, no el seguir un sistema particular de pensamiento, no el disciplinar la mente y el corazón a fin de alcanzar esa realidad que no puede ser descrita ni concebida. Sólo cuando se disuelve la causa del dolor, existe la bienaventuranza de la realidad.


10 de junio de 1936



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 OCTAVA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL


Pregunta: ¿Podemos detener la guerra orando por la paz?

KRISHNAMURTI: No creo que la guerra pueda ser detenida por la oración. El orar por la paz, ¿no es, acaso, tan sólo una forma particular de alivio emocional? Pensamos que somos incapaces de impedir la guerra y, por eso, encontramos en la oración un alivio a este horror. ¿Piensa usted que orando meramente por la paz va a detener la violencia que hay en el mundo? La oración se vuelve sólo un medio de escapar de la realidad. Ese estado emocional que la oración genera, también puede ser estimulado por los propagandistas para propósitos de guerra, de odio. Tal como oramos ansiosamente por la paz, de la misma manera entusiasta nos persuaden acerca de las bellezas del nacionalismo y de la necesidad de la guerra. La oración por la paz es completamente inútil. Las causas de la guerra son elaboradas por el hombre y no tiene ningún valor apelar por la paz a alguna fuerza externa. La guerra existe debido a razones psicológicas y económicas. Hasta que esas causas sean fundamentalmente transformadas, la guerra seguirá existiendo y carece de todo valor orar por la paz.

Pregunta: ¿Cómo puedo vivir sencilla y plenamente si tengo que analizarme a mí mismo y hacer un esfuerzo consciente para pensar con profundidad?

KRISHNAMURTI: Vivir con sencillez es la más grande de las artes. Es sumamente difícil, dado que requiere profunda inteligencia y no una comprensión superficial de la vida. Para vivir con inteligencia y sencillez, uno debe estar libre de todas esas restricciones, resistencias y limitaciones que cada individuo ha desarrollado para su propia protección y que han impedido su genuina relación con la sociedad. Debido a que se halla encerrado dentro de estas restricciones, de estos muros de ignorancia, para él no puede haber verdadera sencillez. Para producir una vida de inteligencia y, por consiguiente, de sencillez, tienen que ser demolidas esas resistencias y limitaciones. Este proceso implica gran reflexión, actividad y esfuerzo. Un hombre con prejuicios, nacionalista, atado por la autoridad de tradiciones y conceptos y en cuyo corazón hay temor, no puede, por cierto, vivir con sencillez. Un hombre estrecho, ambicioso, adorador del éxito, no puede vivir inteligentemente. En una persona así no es posible la espontaneidad profunda. La espontaneidad no es una mera reacción superficial; es honda realización, la cual es inteligente sencillez en el actuar.

Ahora bien, casi todos tenemos muros de resistencia auto protectora contra el movimiento de la vida; de algunos somos conscientes y de otros no lo somos. Pensamos que podemos vivir con sencillez mediante el simple evitar o desatender las resistencias no descubiertas; o pensamos que podemos vivir con plenitud adiestrando nuestras mentes para ciertas pautas de vida. No es sencillez vivir solo, apartado de la sociedad, o poseer poco, o ajustarse a determinados principios. Esta es tan sólo escapar de la vida. La verdadera sencillez de la inteligencia, o sea, el ajuste profundo al movimiento de la vida, llega cuando, gracias a la percepción comprensiva y al recto esfuerzo, comenzamos a acabar cor: las numerosas capas de resistencia autoprotectora. Sólo entonces existe una posibilidad de vivir espontánea e inteligentemente.

Pregunta: ¿Cuál es su idea de la ambición? ¿Es una inflación del ego? ¿Acaso la ambición no es necesaria para la acción y el logro de cosas?

KRISHNAMURTI: La ambición no es realización. La ambición es inflación del ego. En la ambición está la idea del logro personal, siempre en oposición al logro de otro; hay culto del éxito, competencia despiadada, explotación de otras personas. Como resultado de la ambición, hay insatisfacción constante destrucción y vacuidad, porque en el momento mismo del éxito hay un marchitamiento y, por eso, un impulso renovado para logros ulteriores. Cuando uno discierne profundamente que la ambición contiene en sí esta lucha constante y esta competencia, comprende entonces qué es la realización. La realización es la expresión fundamental de lo verdadero. Pero a menudo una reacción superficial se confunde con la realización. La realización no es sólo para unos pocos, pero requiere profunda inteligencia. En la ambición hay un objetivo y un impulso hacia el logro del mismo; la realización, en cambio, es el proceso inteligente de la integridad y plenitud humana. Comprender la realización implica un ajuste continuo y la reeducación de todo nuestro ser social. Donde hay ambición también hay un ir a la búsqueda de recompensas, ya sean de los gobiernos, de las iglesias o de la sociedad; o existe el deseo de las recompensas que brinda la virtud con sus consuelos. En la plenitud de la realización ha desaparecido totalmente la idea de la recompensa y el castigo, porque ha cesado por completo todo temor.

Experimente con lo que estoy diciendo y discierna por sí mismo. Su vida actual está comprometida con la ambición, no con la realización. En vez de estar ajena a las limitaciones que impiden la verdadera realización, usted trata de llegar a ser alguna cosa. La ambición contiene en sí hondas frustraciones, pero en la realización hay felicidad, bienaventuranza.

Pregunta: Pertenezco a una de las sociedades religiosas y quiero retirarme de ella, pero he sido advertido por uno de sus líderes que si la abandono, el Maestro ya no me ayudará más. ¿Piensa usted que el Maestro me haría realmente esto?

KRISHNAMURTI: Usted sabe, éste es el látigo del miedo que todas las sociedades religiosas esgrimen para controlar al hombre. Primero prometen una recompensa aquí o en el cielo, y cuando el individuo comienza a comprender lo tonta que es la idea de la recompensa y el castigo, lo amenazan sutil o groseramente. A causa de que anhela usted la felicidad, la seguridad y eso que llaman verdad — lo cual es, realmente, un modo de escapar de los hechos — , crea a los explotadores y les hace el juego. Durante siglos, las iglesias y otras sociedades religiosas han amenazado al hombre por tener ese pensamiento independiente y esta intención de realizarse en plenitud. La culpa no es principalmente de los explotadores. Las organizaciones con sus líderes son creadas por los seguidores, y mientras anhelen ustedes esas ayudas misteriosas y dependan de la autoridad para el recto esfuerzo que uno mismo debe realizar, para la propia riqueza interna, estas y otras formas de amenaza seguirán utilizándose y ustedes serán explotados.

He visto que algunas personas ríen fácilmente ante esta pregunta, pero me temo que también ellas están complicadas en este proceso de recompensa y castigo. Puede que no pertenezcan a ninguna sociedad religiosa, pero tal vez buscan sus recompensas, de los gobiernos, de sus vecinos o del círculo inmediato de amigos y parientes. A causa de su anhelo están engendrando, sutil o inconscientemente, miedo e ilusiones que abren un camino fácil para la explotación.

Mire, esta idea de seguir a un Maestro es totalmente errónea y falta de inteligencia. Muy a menudo y también recientemente, he explicado la insensatez de esta idea de ser guiados, de venerar la autoridad, pero, al parecer, el interlocutor y otros no comprenden a fondo su significado. Si trataran de discernirlo sin prejuicios, percibirán el gran daño subyacente en este concepto. Sólo el discernimiento puede liberarlos de la esclavitud que implica su habitual modo de pensar. Las iglesias y los grupos religiosos ofrecen escapes y romanticismo en los que uno queda atrapado, Pero cuando descubre su total inutilidad, encuentra que se ha involucrado y comprometido financiera y psicológicamente, y en vez de renunciar a estos absurdos, trata de encontrar excusas para sus creencias y compromisos. De este modo, fomenta y mantiene todo un sistema de explotación con sus cmeles estupideces. A menos que usted discierna fundamentalmente que nadie puede liberarlo de su propia ignorancia y de las actividades que ella alimenta, quedará enredado en estas organizaciones, y el temor con sus múltiples ilusiones y sufrimientos habrá de continuar. Donde hay temor, es inevitable que haya sutiles y groseras formas de explotación.

Pregunta: Usted tiene muchos intérpretes y compañeros de su juventud que están creando confusión en nuestras mentes al decir que usted tiene un propósito que sólo ellos conocen muy bien, pero que usted no ha revelado al público. Estos individuos afirman conocer hechos especiales respecto de su persona, de sus ideas y de su obra. A. veces las palabras de ellos me dan la sensación de que son contrarios a ustedy a sus ideas, pero que le profesan una cálida amistad. ¿Me equivoco en esto o lo están explotando para justificar sus propias acciones y las organizaciones a que pertenecen ?

KRISHNAMURTI: ¿Por qué existen estos intérpretes? ¿Qué hay de tan difícil en lo que yo digo, que ustedes no puedan comprenderlo por sí mismos? Recurren a los intérpretes y comentaristas porque no quieren reflexionar plenamente, a fondo. Tal como acuden a otros para que los saquen de sus dificultades, de su confusión, así están obligados a crear autoridades, intérpretes, los que sólo habrán de confundirlos más aún en lo que piensan. Entonces, una vez confirmados, ustedes me formulan esta pregunta. Ustedes mismos crean a estos intérpretes y dejan que los confundan.

Ahora bien, con relación a los compañeros del pasado, me temo que se han separado de mí hace mucho tiempo. Hay algunos amigos cercanos que trabajan conmigo y me ayudan, pero los compañeros de mi juventud, pertenecen al pasado. La amistad y la cooperación profundas pueden existir sólo donde hay verdadera comprensión. ¿Cómo puede haber cooperación verdadera y acción de la amistad, entre un hombre que piensa que la autoridad es necesaria y uno que considera que la autoridad es perniciosa? ¿Cómo puede haber compañerismo entre un hombre que piensa que la explotación forma parte de la naturaleza humana, y otro que sostiene que es reprensible y perversa, o entre un hombre que está atado por creencias, teorías y dogmas, y uno que discierne la falacia que ello implica? ¿Cómo puede haber cualquier trabajo en común entre un hombre que genera y estimula la neurosis y otro que intenta destmir la causa de la misma?

No tengo una enseñanza secreta, no tengo clases reservadas. Lo que digo aquí al público, lo repito en mis conversaciones y entrevistas individuales. Pero estos autonombrados compañeros e intérpretes tienen sus propios intereses personales que moler a ustedes, les gusta ser molidos. Pueden reírse, pero esto es exactamente lo que ocurre: ustedes me escuchan y después vuelven a sus líderes, a fin de que ellos interpreten para ustedes lo que he dicho. No consideran lo que digo pensándolo a fondo por sí mismo. Indudablemente, el pensar por sí mismos acerca de lo que digo, sería más directo y claro. Pero cuando comienzan a pensar por sí mismos clara y directamente, a ello debe seguir la acción; y para eludir la acción drástica se dirigen a sus líderes, quienes los ayudan a no actuar. Y así, debido a su propio deseo y por no actuar claramente, mantienen a estos intérpretes con sus posiciones, sus autoridades y sus sistemas de explotación.

Lo que importa profundamente es que se liberen de creencias, dogmas y limitaciones, de modo tal que puedan vivir sin conflicto con otro individuo, con la sociedad. La verdadera relación y moralidad es posible sólo cuando se han disuelto por completo las barreras y las resistencias.

Pregunta: Si todo el proceso de la vida es energía que actúa por sí misma, como infiero de su plática anterior, esa energía, a juzgar por sus creaciones, debe ser superinteligente, mucho más allá de la comprensión humana. ¿ Qué parte juega, entonces, el intelecto humano en el proceso de la vida? ¿No sería mejor permitir que la energía trabajara en nosotros y a través de nosotros, y no interferir con ella mediante nuestro intelecto humano? Sin otras palabras, dejar actuar a Dios.

KRISHNAMURTI: Me temo que el interlocutor no ha comprendido lo que he estado diciendo. He dicho que hay una energía, una fuerza que es única para cada individuo. No la he calificado, no he dicho que es superinteligente o divina. He dicho que, mediante su propio desarrollo autónomo, crea su propia sustancia. A causa de su ignorancia, crea por sí misma limitación y dolor. No es cuestión de permitir que algo superinteligente actúe a través de su creación, el individuo. Sólo existe la conciencia como individuo, y la conciencia es creada por esa fricción entre la ignorancia, el deseo y el objeto de su deseo. Cuando usted considere esto, discernirá que es totalmente responsable por sus pensamientos y acciones, y que no hay ninguna otra cosa actuando a través de usted. Si se considera a sí mismo y a otros seres humanos como meros instrumentos en manos de otras energías y fuerzas desconocidas para usted, entonces me temo que será juguete de ilusiones y engaños, confusión y dolor. ¿Cómo puede una fuerza de inteligencia superior actuar a través de un hombre cuya mente-corazón es limitada y tortuosa?

¿Sabe?, ésta es una idea sumamente engañosa que ha sido desarrollada a fin de que no ahondemos en nosotros mismos y descubramos así nuestro propio ser. Para conocernos a nosotros mismos necesitamos constante reflexión y esfuerzo, pero somos pocos los que sentimos ansias de discernir; por eso tratamos vanamente de convertirnos en instmmentos convenientes para alguna superinteligencia, para Dios. Este concepto existe, en diversas formas, a lo largo de todo el mundo. Si de veras piensa fundamentalmente al respecto verá que, si eso fuera cierto, el mundo no se encontraría en esta condición caótica y nada inteligente, de odio e infelicidad. Hemos creado esta confusión y este dolor debido a la ignorancia acerca de nosotros mismos, al anhelo egoísta y a las resistencias autoprotectoras, y sólo nosotros mismos podemos acabar con estas limitaciones y barreras que generan odio, desdicha y falta de ajuste a la acción de la vida.

Como ésta es mi última plática aquí, me gustaría hacer un breve resumen de lo que he estado diciendo durante las últimas semanas. Aquéllos de ustedes que realmente se interesan pueden reflexionar sobre ello y poner a pmeba su verdad por sí mismos, de modo tal que no sigan a nadie, ningún dogma, ninguna explicación, ninguna teoría. Gracias al discernimiento llegarán la comprensión y la felicidad.

A causa de las constantes afirmaciones hechas por los Líderes acerca de lo que es y lo que no es, hay contradicción de ideas, de teorías, y mucha confusión. Algunos dicen que Dios existe, algunos dicen que no; algunos sostienen que el individuo vive después de la muerte; los espiritistas afirman haber probado por sí mismos que hay una continuación de la mente individual, y otros dicen que sólo hay aniquilación. Algunos creen en la reencarnación y otros la niegan. Se amontonan teoría sobre teoría, incertidumbre sobre incertidumbre, afirmación sobre afirmación. El resultado de todo esto es que uno se siente totalmente inseguro; o si no, está uno tan obstruido, tan atado por determinados conceptos y formas de creencia, que se niega a considerar lo que es realmente verdadero.

Es decir, o bien está uno inseguro, confundido, o está seguro en su propia creencia, en su propia forma particular de pensamiento. Ahora bien, para un hombre que de verdad esta inseguro, hay esperanza; pero para aquél que está atrincherado en la creencia, en lo que llama intuición, hay muy poca esperanza, porque ha cerrado la puerta a la incertidumbre, a la duda, y encuentra apoyo y consuelo en la seguridad.

Casi todos los que vienen aquí se sienten, creo, inseguros, confusos, y por eso desean profundamente comprender qué es la realidad, qué es la verdad. La incertidumbre engendra temor, el cual da origen a la depresión y la ansiedad. Entonces, consciente o inconscientemente, uno comienza a escapar de estos temores y de sus consecuencias. Observen sus propios pensamientos y percibirán cómo funciona este proceso. Debido a que anhelan estar seguros acerca del propósito de la vida, del más allá, de Dios, empiezan a darse cuenta de sus deseos y, a causa de esta investigación, surgen la duda y la incertidumbre. Entonces, esa incertidumbre misma, esa duda, crean temor, un sentimiento de soledad, un vacío dentro y alrededor de uno. Es necesario que la mente se encuentre en este estado, porque entonces está dispuesta a afrontar y comprender la realidad. Pero el sufrimiento que implica este proceso es tan grande, que la mente busca refugio y crea para sí misma lo que llama intuiciones, crea conceptos, creencias y se aferra desesperadamente a todo eso en la esperanza de lograr la certidumbre. Este proceso de escapar de la realidad, de la incertidumbre, debe por fuerza derivarse en ilusión, anormalidad, neurosis y desequilibrio. Aun cuando acepten estas intuiciones, estas creencias, y encuentren amparo en ellas, si las examinan a fondo por sí mismos verán que sigue habiendo temor, porque la incertidumbre continúa.

Este vital estado de incertidumbre, cuando no se desea escapar de él, es el principio de toda genuina búsqueda de la realidad. ¿Qué es lo que realmente están ustedes buscando? Sólo puede haber un estado de comprensión, una percepción directa de lo que es, de la realidad; porque la comprensión no es una finalidad, un objetivo que deba alcanzarse. El discernimiento del verdadero proceso del "yo", de su surgimiento ala existencia y de su verdadera disolución, es el comienzo y el fin de la búsqueda.

Para comprender lo que es, la comprensión debe comenzar por uno mismo. El mundo es una serie de procesos indefinidos y variados que no pueden comprenderse plenamente, porque cada fuerza es única para sí misma y no puede ser verdaderamente perceptible en su integridad. Todo el proceso de la vida, de la existencia en el mundo, depende enteramente de fuerzas únicas y sólo podemos comprenderlo mediante ese proceso que, coma conciencia, tiene su foco en el individúe. Podemos captar superficialmente el significado de otros procesos pero, para comprender la vida en su plenitud, debemos comprender este proceso que opera en nosotros como conciencia. Si cada uno comprende este proceso de la conciencia, si lo comprende de manera profunda y significativa, entonces no luchará para sí mismo, no se interesará en sí mismo, no existirá para sí mismo. Ahora, cada cual se interesa sólo en sí mismo, lucha para sí mismo, actúa antisocialmente porque no se comprende por completo; y sólo mediante la comprensión de nuestra propia fuerza única corno conciencia, hay posibilidad de comprender lo total. Al discernir completamente el proceso del "yo", uno deja de ser una víctima que lucha sola en medio del vacío.

Ahora bien, esta fuerza es única y en su autodesarrollo se convierte en la conciencia, de la cual surge la individualidad. Por favor, no aprendan la frase de memoria; reflexionen sobre ello y verán que esta fuerza es única para cada uno y que, por medio de su propio desarrollo se vuelve conciencia. ¿Qué es esta conciencia? No puede tener ninguna localización ni puede dividirse a sí misma como superior o inferior. La conciencia está compuesta de muchas capas de recuerdos, de ignorancia, de limitaciones, tendencias y anhelos. Es discernimiento y tiene el poder de comprender los valores fundamentales. Es lo que llamamos individualidad. No pregunten: "Y más allá de esto, ¿no hay nada?". Eso será discernido cuando llegue a su fin el proceso del "yo". Lo importante es conocerse uno mismo, y no qué hay más allá de uno mismo. Cuando ustedes preguntan: "¿Hay alguna otra cosa fuera de este "yo"?", sólo buscan una recompensa por sus esfuerzos, algo a lo que puedan aferrarse en medio de la desesperación, la incertidumbre y el miedo que hoy experimentan.

Ahora bien, la acción es esa fricción, esa tensión entre la ignorancia, el anhelo y el objeto de su deseo. Esta acción se sustenta a sí misma, lo cual da continuidad al proceso del "yo". De este modo, la ignorancia, mediante sus propias actividades autónomas, se perpetúa como conciencia, como el proceso del "yo". Estas limitaciones autocreadas impiden la verdadera relación con otros individuos, con la sociedad. Estas limitaciones lo aíslan a uno y en consecuencia, hay un constante surgimiento del temor. Esta ignorancia siempre da origen, en relación con uno mismo, al temor con sus múltiples ilusiones, y de aquí la búsqueda de unidad con lo supremo, con alguna inteligencia sobrehumana, con Dios, etcétera. De este aislamiento surge la persecución de sistemas, disciplinas y métodos de conducta.

En la disolución de tales limitaciones, uno comienza a discernir que la ignorancia no tiene comienzo, que se mantiene a sí misma mediante sus propias actividades, y que este proceso puede llegar a su fin gracias al recto esfuerzo y a la comprensión. Ustedes pueden poner a prueba esto experimentando y discerniendo por sí mismos el proceso sin comienzo de la ignorancia así como su terminación. Si la mente-corazón está limitada por cualquier prejuicio particular, su propia acción debe crear futuras limitaciones y, por consiguiente, ha de producir mayor dolor y confusión. De este modo perpetúa su propia ignorancia, sus propios sufrimientos.

Si uno llega a conocer plenamente esta realidad experimentándola, entonces comprende lo que es el "yo" y, por medio del recto esfuerzo, puede ponerle fin. Este esfuerzo es percepción alerta en la que no hay opción ni conflicto entre opuestos, con una parte de la conciencia conquistando a la otra parte, un prejuicio superando al otro. Esto requiere persistente y tenaz reflexión, la cual liberará a la mente de temores y limitaciones. Sólo entonces existe lo permanente, lo verdadero.

24 de mayo de 1936