SEGUNDA PLÁTICA EN LA CIUDAD DE MÉXICO
Amigos:
Todos desean ser felices, completos, todos desean realizarse; realizarse a fin de que pueda haber, no futilidad y vacío, sino la profunda riqueza de la continua suficiencia interna. Uno llama a esto la búsqueda de la verdad o de Dios, o le da algún otro nombre para comunicar el deseo profundo de alcanzar la realidad. Ahora bien, para la mayoría de la gente este deseo se vuelve tan sólo una evasión, una manera de escapar del conflicto. Hay tanto sufrimiento, tanta confusión dentro y alrededor de nosotros, que buscamos una supuesta realidad como el medio para fugarnos del presente. Lo que la mayoría llama realidad o Dios o felicidad es tan sólo un escape respecto del sufrimiento, respecto de estas continuas tensiones entre la acción y la comprensión. Cada uno trata de escapar de este conflicto mediante alguna clase de ilusión que nos ofrecen las religiones o las diversas sociedades y sectas así llamadas espirituales; o bien uno mismo busca perderse en alguna clase de actividad.
Ahora bien, si ustedes examinan cuidadosamente lo que ofrecen estas sociedades -organizadas como están en torno a una creencia, como ocurre con todas las religiones y sectas-, encontrarán que ofrecen seguridad, consuelo, por intermedio de un Salvador o Maestro, por intermedio de guías, de ciertos sistemas de pensamiento, de ciertos ideales y métodos de conducta que deben ser seguidos. Todo esto asegura una sutil forma de seguridad egoísta, de autodefensa contra la vida, contra la confusión creada por nuestra negligencia. Como no podemos comprender la vida con su raudo movimiento, recurrimos por ayuda a los sistemas, y a esto lo llamamos métodos o normas de conducta. Así, temiendo a la confusión y al dolor, crean ustedes para sí mismos una autoridad que les garantiza seguridad y certidumbre contra el flujo de la realidad.
Tomemos, por ejemplo, el deseo de seguir un ideal o un método de conducta. ¿Por qué necesitamos seguir un ideal, un principio o un patrón de comportamiento? Decimos que necesitamos un ideal a causa de que hay tanta confusión dentro y fuera de nosotros; suponemos que este ideal actuará como una guía, como una fuerza directriz para ayudamos a atravesar esta confusión, esta incertidumbre, este desorden. A fin de no quedar atrapados en el sufrimiento, escapamos sutilmente por medio de un ideal, y a eso lo llamamos vivir noblemente. O sea, no queremos afrontar y comprender las causas del conflicto; sólo nos interesa evitar el dolor. Por eso, los ideales, los métodos de conducta ofrecen un escape conveniente respecto de los hechos. De igual modo, si examinan su búsqueda de guías y salvadores, hay en ella un sutil y oculto deseo de huir del sufrimiento. Cuando hablan de buscar la verdad, la realidad, lo que de hecho buscan es una completa autoprotección, ya sea aquí o en el más allá. Se moldean a sí mismos conforme a un patrón que los asegure contra el sufrimiento. A este patrón, a este molde lo llaman moralidad, profesión de fe, creencia.
Ahora bien, todo esto indica que hay un profundo, oculto miedo a la vida, el cual debe, naturalmente, dar origen a la autoridad. Así, cuando existe la autoridad en la forma de un ideal, de un método de conducta o de una persona, tiene que haber un anhelo egoísta de protección y seguridad. En esto no hay ni una chispa de la realidad. Por eso nuestras acciones, moldeadas y controladas por los ideales, terminan siempre por ser incompletas, porque se basan en la reacción defensiva contra la inteligencia, contra la vida.
No puede haber verdadera realización si seguimos un ideal o un método de conducta, o si nos sometemos a una autoridad en particular, ya sea de la religión, de una secta o de una sociedad; sólo gracias a la plenitud de realización existe la bienaventuranza de la verdad.
Como lo que llamamos moralidad e ideales se basa en reacciones autodefensivas contra la vida, no tenemos conciencia de que se trata de impedimentos, de barreras que nos separan del movimiento de la vida. La completa realización existe sólo cuando estas barreras autoprotectoras han sido totalmente disipadas por nuestro propio esfuerzo, por nuestra propia inteligencia.
Si ustedes quieren conocer la bienaventuranza de la verdad, deben darse cuenta plenamente de estas barreras autodefensivas y disiparlas mediante la propia decisión espontánea. Esto requiere un esfuerzo firme y continuado. Son muy pocos los que están dispuestos a realizar ese esfuerzo. Prefieren más bien que se les diga exactamente lo que deben hacer, prefieren ser como máquinas, actuar en las rutinas de la superstición religiosa y del hábito. Ustedes tienen que examinar estas barreras defensivas de los ideales y la moralidad y deben entrar en conflicto con ellas. Hasta que cada uno, como individuo, se libere de estas ilusiones, no puede haber comprensión de la verdad. Al disolver estas ilusiones autoprotectoras, la mente despierta al éxtasis de la realidad.
Pregunta: ¿Es posible conocer a Dios?
KRISEINAMURTE Para mí, no tiene ningún significado profundo especular y sacar conclusiones intelectuales acerca de la existencia o no existencia de Dios. Si Dios existe o no, sólo puede saberlo con la totalidad de su ser, no con una parte de su ser como lo es el intelecto. Usted ya tiene una idea arraigada, tanto con respecto a la existencia como a la no existencia de Dios. Si aborda esta cuestión creyendo o no creyendo, no puede descubrir la realidad, porque su mente ya está predispuesta en un sentido o en otro.
Podrá descubrir si hay o no hay Dios, sólo si destruye estas barreras autoprotectoras y está completamente desnudo, vulnerable a la vida. Esto implica sufrimiento, que es lo único que puede despertar a la inteligencia, la cual da origen al verdadero discernimiento. Por lo tanto, ¿qué valor tiene que yo le diga que Dios existe o que no existe? Las numerosas religiones y sectas de todo el mundo están llenas de creencias muertas; y cuando usted me pregunta si creo o no creo en Dios, sólo quiere que agregue otra creencia muerta al museo. Para descubrir, tenemos que entrar en conflicto con las numerosas ilusiones de las que ahora somos inconscientes; y en ese conflicto, si no escapamos mediante un ideal, mediante la autoridad o la acción de adorar a otro, en ese conflicto mismo tendrá su origen nuestro discernimiento de la realidad.
Pregunta: ¿Es o no es usted miembro de la Sociedad Teosófica?
KRISHNAMURTI: No pertenezco a ninguna sociedad, secta o partido. No pertenezco a ninguna religión, porque la creencia organizada es un gran impedimento que divide al hombre contra el hombre y destruye su inteligencia. Estas sociedades y religiones se basan fundamentalmente en el interés creado y en la explotación.
Pregunta: ¿Cómo puedo librarme del deseo sexual, que me impide llevar una vida espiritual?
KRISHNAMURTI: Para la mayoría de las personas, la vida no es realización, sino una frustración continua. Nuestra ocupación es tan sólo un medio de ganamos la vida. En eso no hay amor, sino sólo compulsión y frustración. Por eso el trabajo, que debería ser nuestra auténtica expresión, es el mero ajuste a una norma, y esto implica insuficiencia. Nuestros pensamientos y nuestras emociones están limitados y bloqueados por el temor; en consecuencia, nuestros actos generan su propia frustración.
Si usted observa realmente su vida, verá que la sociedad por una parte y toda la estructura religiosa por la otra, están forzándolo, obligándolo a moldear sus pensamientos y sus acciones conforme a un patrón basado en la autoprotección y el temor. De este modo, donde hay continua frustración, el problema del sexo se vuelve, naturalmente, abrumador. Hasta que la mente y el corazón ya no sean más esclavos del medio, hasta que hayan discernido, a través de la acción, lo falso que ese medio contiene, el sexo será un problema creciente y opresivo. Tratarlo como algo que se opone a lo espiritual, es absurdo.
Casi todos están atrapados en este problema y, para resolverlo de verdad, usted debe desenredar su pensamiento creativo y su emoción, de las imposiciones de la religión y de la estúpida moral social. {Aplausos) Mediante su propio esfuerzo, la mente debe desenmarañarse de la red de los valores falsos que le han impuesto la sociedad y la religión. Entonces hay realización plena y verdadera, en la cual no existen los problemas.
Pregunta: ¿Nos dirá usted cómo comunicarnos con los espíritus de los muertos? ¿Cómo podemos estar seguros de que no se nos engaña?
KRISHNAMURTI: Vea, en todo el mundo se está volviendo una manía comunicarse con los muertos. Es un nuevo tipo de sensación, un nuevo juguete. ¿Por qué quieren ustedes comunicarse con los muertos? También aquí desean defenderse contra la vida y piensan que una persona, estando muerta, se ha vuelto más sabia y, por consiguiente, capaz de guiarlos. Los muertos son para ustedes más importantes que los vivos. Lo que importa no es si pueden comunicarse con los muertos, sino que se realicen, sin temor, de manera completa e inteligente.
Para comprender la vida plenamente y a fondo, no debe haber temor, ni con respecto al presente ni con respecto al más allá. Si no comprenden el medio presente mediante su propia capacidad e inteligencia, escaparán naturalmente hacia el más allá o buscarán una guía y, de ese modo, anularán la belleza de la vida. A causa de que este medio en el que viven es restrictivo, explotador, cruel, ustedes encuentran un alivio en el más allá, en la búsqueda de guías. Maestros y salvadores. Hasta que no actúen de manera completa en relación con todos los problemas humanos, tendrán múltiples temores y formas sutiles de escapar. Donde hay temor, tiene que haber ilusión e ignorancia. Podemos erradicar el temor sólo mediante nuestro propio esfuerzo y nuestra propia inteligencia.
Pregunta: Deduzco que usted predica la exaltación del individuo y que está contra la masa. ¿Cómo puede el individualismo ser conducente a la cooperación y la hermandad?
KRISHNAMURTI: No hago nada de ese tipo. No predico el individualismo en absoluto. Digo que puede haber verdadera cooperación sólo cuando hay inteligencia; pero para despertar esa inteligencia, cada individuo debe ser responsable por su esfuerzo y su acción. No puede haber un verdadero movimiento de masas si cada uno de nosotros sigue retenido en la prisión de las defensas egocéntricas. ¿Cómo puede haber una acción colectiva para el bienestar de todos, si cada uno es secretamente codicioso, si se defiende temiendo a su vecino, si se clasifica a sí mismo como perteneciente a una determinada religión o creencia, o si está afectado por la enfermedad del nacionalismo? ¿Cómo puede haber cooperación inteligente cuando tenemos estos deseos y prejuicios secretos? La acción inteligente debe comenzar individualmente con cada uno de nosotros. Limitarse a crear un movimiento de masas, implica explotación y crueldad. Cuando usted, el individuo, comprende la estupidez y crueldad del medio, donde se vinculan lo social y lo religioso, entonces, gracias a su inteligencia, será posible crear una acción colectiva sin explotación. Lo importante, pues, no es la exaltación del individuo o de la masa, sino el despertar de esa inteligencia, lo único que puede dar origen al verdadero bienestar del hombre.
Pregunta: ¿Reencarnaré en la Tierra, en una vida futura?
KRISHNAMURTI: Explicaré de una manera concisa qué se entiende generalmente por reencarnación. La idea es que hay una brecha, una división entre el hombre y la realidad, y esta división lo es con respecto a tiempo y a la comprensión. Para llegar a la perfección, a Dios o a la verdad, uno debe pasar por numerosas experiencias hasta que ha acumulado suficiente conocimiento equivalente a la realidad. Esta división entre la ignorancia y la sabiduría puede ser llenada sólo mediante un constante acumular y aprender, el cual continúa vida tras vida hasta que uno alcanza la perfección. Ustedes, que ahora son imperfectos, se volverán perfectos; para eso deben tener tiempo y oportunidad, lo cual requiere que haya renacimiento. Esto, brevemente, es la teoría de la reencarnación.
Cuando usted se refiere al “yo”, ¿qué entiende por “yo”? Entiende el nombre, la forma, ciertas virtudes, idiosincrasias, ciertos prejuicios y recuerdos. En otras palabras, el “yo” es nada más que muchas capas de la memoria, el resultado de la frustración, de la acción limitada por el medio, la cual origina insuficiencia y dolor. Estas numerosas capas de recuerdos, de frustraciones, se convierten en la conciencia limitada que ustedes llaman el “yo”. Por lo tanto, piensan que el “yo” habrá de continuar en el tiempo volviéndose cada vez más perfecto. Pero puesto que ese “yo” es un mero resultado de la frustración, ¿cómo puede volverse perfecto? El “yo”, siendo una limitación, no puede llegar a ser perfecto. Debe permanecer para siempre como una limitación. La mente tiene que liberarse de la causa de la frustración ahora, porque la sabiduría se encuentra siempre en el presente. La comprensión no es para ser lograda en el futuro.
Por favor, esto necesita una reflexión cuidadosa. Usted quiere que yo le asegure que vivirá otra vida, pero en eso no hay felicidad ni sabiduría. La búsqueda de la inmortalidad a través de la reencarnación es esencialmente egoísta; por lo tanto, no es verdadera. Su búsqueda de la inmortalidad es sólo otra forma del deseo de continuación, continuación de las reacciones autodefensivas contra la vida y la inteligencia. Un anhelo semejante sólo puede engendrar ilusión. Lo que importa, pues, no es si hay reencarnación, sino la plena realización en el presente. Y eso puede hacerlo sólo cuando su mente y su corazón ya no se están protegiendo contra la vida. La mente es astuta y sutil en su autodefensa, y tiene que discernir por sí misma la naturaleza ilusoria de la autoprotección. Esto significa que usted debe pensar y actuar de una manera nueva. Debe liberarse de la red de valores falsos que le ha impuesto el medio. Tiene que haber una total falta de defensas. Entonces existe la inmortalidad, la realidad.
27 de octubre de 1935