OBRAS COMPLETAS - TOMO 2 - J.K. - CONTINUACIÓN

 TERCERA PLÁTICA EN RIO DE JANEIRO


Amigos:

A través de los tiempos y también en la civilización actual, uno ve cómo el individuo hábil explota al grupo y cómo el grupo, a su vez, explota al individuo. Existe esta constante acción recíproca entre el individuo y el grupo como sociedad, las religiones, las ideas de los líderes y de los dictadores. También existe en ciertos países la explotación de las mujeres por los hombres, y en otros, son las mujeres las que explotan a los hombres. Hay una sutil o una grosera forma de explotación que tiene lugar donde existe un interés creado, ya sea en la propiedad privada, en la religión o en la política.

Siempre es difícil adentrarse en el verdadero significado que está más allá de las palabras y no extraviarse en ellas. Comprendiendo plenamente el actual significado de la moralidad, descubriremos por nosotros mismos, en la acción, la nueva moralidad y sus detalles. Las personas, después de oírme, dicen en su mayor parte que sólo les he dado ideas vagas que no son para nada prácticas. Pero no estoy aquí para darles un nuevo conjunto de reglas o un nuevo modo de actuar, lo cual no sería sino otra forma de explotación, otra jaula para aprisionarlos. Cambiarían tan sólo una prisión vieja por una nueva, algo completamente inútil. Mientras que, si empiezan a examinar las cosas y a descubrir la base del presente código de conducta, de toda la estructura de moralidad, comenzarán a discernir la verdadera clase de acción individual, la cual será entonces moral. Esta acción de la inteligencia, libre de incitación o compulsión, es la genuina moralidad.

Nuestra actual moralidad se basa en la protección del individuo; es un sistema cerrado que actúa como una cubierta para mantener al individuo dentro del grupo. El individuo es tratado como si fuera algún animal vicioso que debe ser mantenido en la jaula de la moralidad. Nos hemos vuelto esclavos de la moralidad grupal que cada uno de nosotros ha contribuido a desarrollar desde su propio deseo individual de seguridad y bienestar. Cada uno de nosotros ha contribuido a este sistema de moralidad, el cual se basa en la adquisición y en la astuta protección propia. En el sistema cerrado de la así llamada moralidad, hemos creado religiones estáticas con sus dioses estáticos, sus imágenes muertas, sus pensamientos petrificados. Esta prisión cerrada de la moralidad se ha vuelto tan poderosa, tan compulsiva, que la mayoría de los individuos vive con el temor de romper con ella e imita meramente las reglas y la conducta de la prisión.

Ahora bien, mediante esta moralidad cerrada no podemos encontrar la verdad, y tampoco la encontraremos limitándonos a escapar de ella. Si escapamos de esta moralidad destruyendo el viejo código sin haberlo comprendido, sólo crearemos otra forma de autoprotección, otra prisión. Mientras la mente esté buscando certidumbre, escogiendo formas y métodos de afirmar su propia seguridad, debe crear inevitablemente leyes y sistemas para su propia protección. Esta búsqueda de la protección propia niega la comprensión de la realidad. La realidad puede discernirse sólo cuando la mente está por completo desnuda, totalmente despojada de esta idea de autoprotección.

Así nos hemos vuelto intensamente conscientes de la causa de esta prisión, de este continuo desarrollar seguridades, consuelos y escapes en que la mente está empeñada. Cuando nos percatamos plenamente de la causa, entonces la propia mente comienza a discernir la verdadera manera de actuar en el momento mismo de la experiencia, y así la moralidad se vuelve puramente individual. No puede ser convertida en un instrumento de explotación, Conociendo la causa y estando continuamente atenta a ella, la mente comienza a abrirse paso por la cubierta de esta moralidad autoprotectora que se ha vuelto tan opresiva, tan destructiva de la inteligencia. En esa percepción alerta, que es el despertar de la inteligencia, la mente se abre paso por la corriente de la realidad, la cual no puede convertirse en una religión estática, en un instrumento de explotación, ni puede ser petrificada en un libro de oraciones de los sacerdotes.

Pregunta: ¿Podrá la sola revolución económica y social resolver todos los problemas humanos, o ésta debe ser precedida por una revolución interna, espiritual?

KRISHNAMURTI: La revolución puede que llegue, y en lugar de un sistema capitalista supongamos que ustedes establecen una forma comunista de gobierno; ¿cree que la mera revolución externa resolverá los numerosos problemas humanos? Bajo el actual sistema están obligados a ajustarse a cierto método de pensamiento, de moralidad, de lucro económico. Si por medio de la revolución se establece un sistema diferente, habrá otra forma de compulsión, quizá para mejor, pero ¿cómo puede la mera compulsión generar comprensión? ¿Está usted satisfecho de continuar viviendo sin inteligencia en el sistema actual, esperando y confiando en que tenga lugar algún milagroso cambio externo que también transformará su mente y su corazón? Por cierto, sólo hay un modo, y consiste en ver que este sistema actual se basa en la explotación por la cual cada individuo está buscando despiadadamente su propia seguridad y, por consiguiente, lucha a fin de preservar sus propias distinciones y adquisiciones. Comprendiendo esto, el hombre inteligente no esperará que venga una revolución, sino que comenzará a cambiar fundamentalmente su modo de actuar, su moralidad, y empezará a liberar su mente y su corazón de todo afán adquisitivo. Un hombre así está libre de la carga de cualquier sistema y, de esta manera, puede vivir con inteligencia en el presente, con la comprensión de lo inevitable.

Pregunta: No pertenezco a ninguna religión, pero soy miembro de dos sociedades que me dan conocimiento y sabiduría espiritual. Si renuncio a ellas, ¿cómo puedo alcanzar alguna vez la perfección?

KRISHNAMURTI: Si usted comprende la futilidad de todos los grupos religiosos organizados, con sus intereses creados, su explotación, la completa estupidez de sus creencias basadas en la autoridad, la superstición y el temor, si verdaderamente capta el significado de esto, entonces no pertenecerá a ninguna secta ni sociedad religiosa. ¿Piensa usted que alguna sociedad o algún libro pueden darle sabiduría? Los libros y las sociedades pueden darle información; pero si usted dice que una sociedad puede darle sabiduría, entonces depende de ella, con lo cual esa sociedad se vuelve su explotadora. Si la sabiduría pudiera adquirirse por medio de una sociedad o secta religiosa, seríamos todos sabios, porque las religiones han estado con nosotros por miles de años. Pero la sabiduría no es para adquirirse de esa manera. La sabiduría es la comprensión del continuo fluir de la vida o realidad, la cual puede discernirse sólo cuando la mente es vulnerable, o sea, cuando la mente ya no está obstruida por sus propios deseos autoprotectores, sus reacciones e ilusiones. Ninguna sociedad, ninguna religión, ningún sacerdote ni líder va a damos jamás sabiduría. Sólo a través de nuestro propio sufrimiento -del cual tratamos de escapar ingresando en grupos religiosos y sumergiéndonos en teorías filosóficas-, sólo cuando estamos atentos a la causa del sufrimiento y nos liberamos de ella, la sabiduría nace suave y naturalmente.

Pregunta: Deseo de la vida muchas cosas que no tengo. ¿Puede decirme cómo obtenerlas?

KRISHNAMURTI: ¿Por qué desea usted muchas cosas? Todos necesitamos tener ropas, comida y vivienda. ¿Pero qué hay detrás del deseo de poseer muchas cosas? Deseamos cosas porque pensamos que mediante las posesiones seremos felices, que mediante la adquisición obtendremos poder. Tras esta cuestión se encuentra el deseo de poder. En la persecución del poder hay sufrimiento y, a través del sufrimiento, tiene lugar el despertar de la inteligencia que revela la total futilidad del poder. Entonces existe la comprensión de las necesidades. Puede que usted no tenga muchas necesidades físicas; tal vez vea el absurdo de las numerosas posesiones, pero puede desear el poder espiritual. Entre este deseo y el deseo de tener muchas cosas, no hay diferencia alguna. Ambos son iguales; a uno lo llama usted materialista y al otro le da un nombre más refinado, lo llama espiritual. Pero, en esencia, sólo son dos formas de buscar su propia seguridad, y en eso jamás puede haber felicidad o inteligencia.

Pregunta: Usted parece negar el valor de la disciplina y de las normas morales. Sin disciplina y moralidad, ¿la vida no será un caos?

KRISHNAMURTI: Como dije al comienzo de mi plática de esta tarde, hemos convertido la moralidad y la disciplina en un refugio para nuestra propia protección, el cual carece de todo significado profundo, de toda realidad. ¿Acaso no hay guerras, explotación despiadada, caos total en el mundo, a pesar de sus disciplinas, de sus religiones, de sus rígidas estructuras de moralidad? Examinemos, pues, esta estructura de moralidad y disciplina que hemos construido y que nos ha explotado, que está destruyendo la inteligencia humana. En el examen mismo de esta cerrada estructura de moralidad y disciplina, un examen cuidadoso y sin prejuicios, empezarán ustedes a comprender y desarrollar esa genuina moralidad que no puede ser sistematizada, petrificada.

La moralidad, la disciplina que ustedes tienen ahora, se basa en la búsqueda individual de la propia seguridad por medio de la religión y la explotación económica. Pueden hablar de amor y hermandad los domingos, pero los lunes explotan a los demás en sus diversas ocupaciones. La religión, la moralidad, la disciplina, actúan tan sólo como un pretexto para la hipocresía. Una moralidad así, desde mi punto de vista, es inmoral. Como ustedes buscan despiadadamente la seguridad económica, a causa de lo cual surge una moralidad adaptada para ese propósito, han creado en todo el mundo religiones que les prometen la inmortalidad mediante sus pesadas y peculiares disciplinas y moralidades. Mientras esta cerrada moralidad exista, tiene que haber guerras y explotación, no puede haber verdadero amor humano. Esta moralidad, esta disciplina tiene su base real en el egoísmo y en la cruel búsqueda de la seguridad individual. Cuando la mente se libera de este centro de conciencia limitada que se basa en el engrandecimiento propio, entonces adviene el exquisito y delicado ajuste a la vida, el cual no requiere reglas y regulaciones, sino que es en extremo inteligente y se expresa a sí mismo en la acción integrada del verdadero discernimiento.

Pregunta: A mí no me preocupa lo que pasa después de la muerte, pero tengo miedo de morir. ¿Debo combatir este miedo? ¿Cómo puedo superarlo?

KRISHNAMURTI: Viviendo en el presente. La eternidad no se encuentra en el futuro, está siempre en el presente. No hay remedio alguno ni sustitución para el miedo, excepto la comprensión de la causa misma del miedo. La mente se limita todo el tiempo por los recuerdos del pasado, y estos recuerdos impiden la plenitud de la acción en el presente, lo cual crea el miedo a la muerte.

Vivir en el presente no es una proeza intelectual. Requiere comprender la acción y liberar a la mente de sus ilusiones. La mente tiene el poder de crear ilusión, y con eso estamos ocupados la mayor parte del tiempo -creando ilusiones, escapes, tapando otras cosas que no queremos comprender-. La mente crea las ilusiones como medios de escape, y estas ilusiones, con su poder, impiden la plenitud de la acción y la comprensión total del presente. Así, las viejas ilusiones están creando nuevos y mayores obstáculos, futuras limitaciones. Por eso comenzamos a pensar en términos de tiempo, considerándolo un instrumento de comprensión, de crecimiento intemo. La comprensión está siempre en el presente, no en el futuro. Y la mente rehúsa discernir en lo inmediato porque esto implica rebelarse contra todo lo que ha construido en la búsqueda de su propia seguridad.

Pregunta: Yo permito que mi imaginación divague sin temor alguno. ¿Es esto correcto?

KRISHNAMURTI: En realidad, usted puede sentir temor de muchas cosas. Este vuelo imaginativo es otra forma de escapar de los problemas de la vida. Si es un escape, es un completo desperdicio de energía mental. Esa energía puede llegar a ser creativa y efectiva sólo cuando se ha liberado de las ilusiones y los temores que le han impuesto las tradiciones y los deseos autoprotectores.

Pregunta: ¿Está usted predicando el individualismo?

KRISHNAMURTI: Temo que el interlocutor no ha comprendido bien lo que he dicho. No estoy abogando en absoluto por el individualismo. Desafortunadamente, la inmensa mayoría apenas si tiene una oportunidad para la expresión individual. Podemos pensar que actuamos de manera voluntaria, libre; pero, lamentablemente, sólo somos máquinas que funcionan en una rutina determinada bajo la compulsión de las circunstancias y del medio. ¿Cómo puede haber, entonces, plenitud de realización individual, que es la forma más elevada de inteligencia? Lo que llamamos expresión individual, en el caso de la inmensa mayoría de la gente, es nada más que una reacción que contiene muy poca inteligencia.

Pero hay una clase diferente de individualidad, que es la unicidad, resultado de la acción voluntaria y comprensiva. Es decir, si uno comprende el medio y actúa con el discernimiento de la inteligencia, entonces existe la verdadera individualidad. Esta unicidad no es separativa, porque es la inteligencia misma.

La inteligencia es sola, única. Pero si usted actúa tan sólo bajo la compulsión de las circunstancias, entonces, aunque pueda pensar que es un individuo, sus acciones son nada más que una reacción en la que no hay verdadera inteligencia. A causa de que el individuo actual es meramente una reacción en la que no puede haber inteligencia, lo que hay es caos en el mundo, donde cada individuo está buscando su propia seguridad y su irreflexiva realización personal.

La inteligencia es única, no puede dividirse como “mi” inteligencia y “su” inteligencia. Sólo la falta de inteligencia puede ser separada en unidades tales como “la suya” y “la mía”, y ésta es la fealdad de la discriminación que da origen a la explotación, la crueldad y el dolor.

4 de mayo de 1935

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 SEGUNDA PLÁTICA EN SAO PAULO

(Esta plática contiene también lo sustancial de la primera plática ofrecida en Sao Paulo, el 21 de abril de 1935)


Amigos :

Se me han formulado muchas preguntas relacionadas con el futuro de los individuos y sus perspectivas, si triunfarán en ciertos asuntos, si deben dejar este país y establecerse en Norteamérica, cuál es la persona apropiada para casarse con ella y así sucesivamente. No puedo contestar a tales preguntas, porque no soy un adivino. Sé que son cuestiones reales y perturbadoras, pero cada cual tiene que resolverlas por sí mismo.

Entre las preguntas que me han planteado he escogido aquéllas que son representativas; pero siento que sería inútil y una pérdida de tiempo para ustedes y para mí, si lo que voy a decir -y lo que he dicho- fuera aceptado como una teoría filosófica para entretenimiento de la mente. Tengo algo vital que comunicar y que es aplicable a la vida; cuando eso se comprenda, ayudará a resolver los numerosos problemas que les preocupan en la vida cotidiana.

No respondo a estas preguntas desde ningún punto de vista particular, porque siento que todos los problemas deben ser abordados no separadamente, sino como un todo. Si podemos hacer esto, nuestros pensamientos y nuestros actos serán razonables y equilibrados.

Por favor, no desechen algunas de estas preguntas considerándolas burguesas o formuladas por la clase ociosa. Son problemas humanos y deben ser considerados como tales, no como pertenecientes a alguna clase determinada.

Pregunta: ¿Cómo considera usted la mediumnidad y la comunicación con los espíritus de los muertos?

KRISEINAMURTI: Ustedes pueden reírse de ello o tomarlo seriamente. En primer lugar, no discutamos si los espíritus existen o no; consideremos más bien el deseo que nos impulsa a comunicarnos con ellos, porque ésa es la parte más importante de la cuestión.

Casi todas las personas que se interesan en esta clase de cosas, en su comunicación con los muertos lo que desean es ser guiadas, que se les diga lo que tienen que hacer, pues se encuentran en una constante incertidumbre respecto de sus acciones y esperan que, comunicándose con los que han muerto, hallarán una guía, ahorrándose así el esfuerzo de pensar. Por lo tanto, lo que desean es ser aconsejadas, dirigidas, a fin de no tener que cometer errores y sufrir. Es la misma actitud que algunos tienen con respecto a los Maestros, esos seres que se consideran más avanzados y, por consiguiente, capaces de dirigir al hombre por intermedio de mensajeros, etcétera.

Este culto de la autoridad niega por completo la comprensión. El deseo de no sufrir engendra la explotación. Así, esta búsqueda de la autoridad destruye la plenitud de la acción, y la guía produce irresponsabilidad, porque hay un fuerte deseo de viajar por la vida sin conflicto, sin sufrimiento. Por esta razón uno tiene creencias, ideales, sistemas, en la esperanza de poder evitar la lucha y el sufrimiento. Pero estas creencias, estos ideales, que se han convertido en escapes, son la verdadera causa del conflicto, crean grandes ilusiones, grandes sufrimientos. Mientras la mente busque ser consolada, guiada por la autoridad, la causa del sufrimiento, de la ignorancia no podrá disolverse jamás.

Pregunta: A fin de alcanzar la verdad, ¿debe uno abstenerse del casamiento y la procreación?

KRISHNAMURTI: La verdad no es un objetivo que pueda ser alcanzado por medio de ciertas acciones. Es esa comprensión nacida del constante ajuste a la vida, lo cual exige gran inteligencia; y a causa de que muy pocos son capaces de este ajuste al movimiento de la vida, ajuste exento de todo carácter autodefensivo, la gente crea ciertas teorías, ciertos ideales, esperando guiarse por ellos. Así está el hombre atrapado en la estructura de las tradiciones, de los prejuicios, atado a moralidades dictadas por el temor y el deseo de conservación propia. Esto ha ocurrido porque somos incapaces de discernir continuamente el significado de la vida en movimiento constante, y así hemos desarrollado ciertos “debo” y “no debo”. Un vivir rico y completo -entiendo por tal una vida en extremo inteligente, no una existencia autoprotectora, defensiva, exige una mente libre de todos los tabúes, miedos y supersticiones, libre de los “debo” y “no debo”, y esto sólo puede ocurrir cuando la mente comprende por completo el significado y la causa del temor.

Para la mayoría de las personas hay conflicto, sufrimiento, y un amoldamiento incesante en el matrimonio; y para muchos, el deseo de alcanzar la verdad no es sino una forma de escapar de esta lucha.

Pregunta: Usted niega la religión, niega a Dios y la inmortalidad. ¿Cómo puede la humanidad llegar a ser más perfecta y, por lo tanto, más feliz, sin creer en estas cosas fundamentales?

KRISHNAMURTI:  A causa de que para ustedes Dios, la inmortalidad, es sólo una creencia, a causa de que meramente creen en estas cosas, hay tanta desdicha, tanto sufrimiento, tanta explotación. Uno puede descubrir si la verdad, la inmortalidad existe, sólo en la plenitud de la acción misma, no por medio de alguna creencia, cualquiera que sea, no por medio de la aseveración autoritaria de otro. Sólo en la plenitud de la acción misma se revela la realidad.

Ahora bien, para la mayoría de la gente, la religión, Dios, la inmortalidad son simplemente medios de escape. La religión ha ayudado al hombre a escapar meramente del conflicto, del sufrimiento de la vida y, por lo tanto, de la posibilidad de comprenderla. Cuando ustedes están en conflicto con la vida, con sus problemas de sexo, explotación, celos, crueldad y demás, como no desean comprenderlos fundamentalmente -porque comprenderlos exige acción, una acción inteligente- y como no están dispuestos a hacer el esfuerzo, inconscientemente procuran escapar hacia esos ideales, valores, hacia esas creencias que les han sido transmitidas. Así, la inmortalidad. Dios y la religión se han convertido en meros refugios para una mente en conflicto.

A mi entender, tanto el que cree como el que no cree en Dios y la inmortalidad, están equivocados, porque la mente no puede comprender la realidad hasta que se halla completamente libre de todas las ilusiones. Sólo entonces puede uno afirmar -no creer o negar- la realidad de Dios y la inmortalidad. Cuando la mente está por completo libre de los numerosos obstáculos y las muchas limitaciones que tienen su origen en el sentimiento de autoprotección, cuando está abierta, totalmente desnuda, vulnerable en el acto de comprender la causa de la ilusión que ella misma ha creado, sólo entonces desaparecen todas las creencias y ceden su lugar a la realidad.

Pregunta: ¿Está usted contra la institución de la familia?

KRISHNAMURTI: Lo estoy si la familia es el centro de explotación, si está basada en la explotación. (Aplausos) Por favor, ¿de qué sirve que estén meramente de acuerdo conmigo? Para cambiar esto tienen que actuar. El deseo de perpetuarse crea una familia que se vuelve el centro de la explotación. De manera que la pregunta es: ¿Puede uno vivir sin explotar? No si la vida de familia es correcta o incorrecta, sino si la familia, las posesiones, el poder, no son el resultado del deseo de seguridad, de peipetuación propia. Mientras existe este deseo, la familia se vuelve el centro de explotación.

¿Podemos vivir alguna vez sin la explotación? Yo digo que podemos. Tiene que haber explotación mientras luchemos por protegemos a nosotros mismos; mientras la mente esté buscando seguridad, consuelo por medio de la familia, de la religión, de la tradición o la autoridad, tiene que haber explotación. Y la explotación cesa sólo cuando la mente discierne lo falso de la seguridad y no está más entrampada en su propio poder de crear ilusiones. Si están dispuestos a experimentar con lo que digo, comprenderán que no estoy destruyendo el deseo, sino que pueden vivir en este mundo de manera espléndida y sensata, sin limitaciones, sin sufrimientos. Pueden descubrir esto sólo experimentándolo, no negándolo, no resignándose ni meramente imitando. Donde funciona la inteligencia no puede haber explotación. Y la inteligencia deja de funcionar cuando hay temor y deseo de seguridad.

Casi todos esperan que haya un cambio capaz de alterar milagrosamente este sistema de explotación. Esperan revoluciones que satisfagan sus esperanzas, sus anhelos incumplidos; pero al esperar eso, están muriendo lentamente. Porque yo pienso que las meras revoluciones no cambian los deseos fundamentales. Pero si el individuo empieza a actuar con inteligencia, sin compulsión, sin tener en cuenta las condiciones presentes o las que las revoluciones prometen en el futuro, entonces hay una riqueza, una plenitud cuyo éxtasis no puede ser destruido.

24 de abril de 1 935


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 SEGUNDA PLÁTICA EN RÍO DE JANEIRO


Amigos:


En esta breve charla introductoria, antes de contestar algunas de las preguntas que me han formulado, deseo expresar ciertas ideas sobre las que ustedes deberían reflexionar con inteligencia crítica. No quiero entrar en detalles, pero cuando consideren lo que digo y lo realicen en la acción, verán su importancia práctica en este mundo sumido en un caos cruel y aterrador.

Lo primero que hay que comprender es que, mientras exista una distinción entre el individuo y el grupo, tiene que haber conflicto, explotación y sufrimiento. El conflicto en el mundo es realmente entre el individuo que busca realizarse y el grupo. En la expresión de su fuerza original como individuo, éste debe inevitablemente entrar en conflicto con la mayoría, y este conflicto sólo aumenta la división entre ambos. La mera imposición superficial de uno sobre el otro o la aniquilación del uno por el otro, no puede liberar al mundo, de la explotación y las crueldades represivas.

Hasta que no comprendamos la verdadera relación entre el individuo y el grupo y la verdadera función que el individuo desempeña en medio de las mayorías, habrá continua contienda. Para mí, esta distinción entre el individuo y el grupo es artificial y falsa, aunque se haya arrogado una realidad. Mientras no comprendamos de verdad cómo ha surgido la conciencia grupal, qué es el individuo y cuál es su función, tiene que haber un estado de fricción constante.

Antes de contestar las preguntas esta tarde, deseo intentar explicar qué entiendo por individuo. La conciencia grupal no es sino la expansión de la del individuo, así que ocupémonos del pensamiento y la acción del individuo. Aunque lo que digo pueda parecerles nuevo, tengan la bondad de examinarlo sin prejuicio.

El individuo es la consecuencia del pasado que se expresa a través del medio presente, siendo el pasado la herencia, lo incompleto, y el presente aquello que es creado por lo incompleto. El pasado es nada más que el pensamiento, la emoción y la acción inacabadas; o sea, el pensamiento, la emoción o la acción condicionadas y limitadas por la ignorancia.

Lo expresaré de manera diferente: si una persona ha desarrollado cierto trasfondo a causa de las tradiciones, del medio económico, de la herencia, de la educación religiosa, y trata de expresarse mediante la limitación de ese trasfondo, es natural que sus acciones, pensamientos y sentimientos tengan que estar limitados, condicionados. O sea, la mente de esa persona está falseada, distorsionada por el pasado, y con esa limitación está tratando de afrontar la vida y de comprender las experiencias que tienen lugar en esa vida. Así, la ignorancia es la acumulación de los resultados que la acción ha producido a través de los numerosos obstáculos cuyo significado el individuo no ha comprendido totalmente. Estos obstáculos han sido establecidos por la mente para su propia protección.

Cada uno está constantemente buscando y creando seguridad para sí mismo; por lo tanto, toda su reacción ante la vida es una continua defensa propia. Mientras la mente y el corazón estén buscando medidas para protegerse mediante ideales y valores defensivos, tiene que haber ignorancia, la cual impide que la mente actúe de manera plena, completa; y así desarrolla su propia particularidad a la que llamamos individualidad, la cual debe, inevitablemente, entrar en conflicto con muchas otras individualidades. Esta es la causa fundamental del sufrimiento.

Ahora bien, para mí, el verdadero significado de la individualidad consiste en liberar a la mente de este pasado, de esta ignorancia con su medio limitador. En este proceso de liberación nace la verdadera inteligencia, la cual es lo único que liberará al hombre de su sufrimiento, de las crueldades y la explotación.

Así, cuando la mente está libre del hábito y de la tradición de buscar y crear valores para su propia protección -de crearlos mediante la acumulación, que es ignorancia- y se enfrenta a la vida, completa y totalmente desnuda, libre, sólo entonces existe el constante discernimiento de aquello que es verdadero.

Pregunta: ¿Acaso es posible vivir sin explotación, tanto individual como comercial?

KRISHNAMURTI

La mayoría de nosotros se lleva por la mera sensación de poseer. Deseamos adquirir y, por eso, comenzamos a acumular más y más pensando que por medio de la acumulación encontraremos la felicidad, la seguridad. Mientras haya acumulación y deseo adquisitivo, tendrá que haber explotación; y podemos librarnos de esa explotación sólo cuando comenzamos a despertar la inteligencia mediante la destrucción de los valores autoprotectores. Pero si tratamos meramente de averiguar cuáles son nuestras necesidades y nos limitamos a esas necesidades, entonces nuestra vida se vuelve pequeña, superficial y mezquina. Mientras que, si viviéramos inteligentemente, sin las acumulaciones autoprotectoras, no existiría la explotación con sus múltiples crueldades. Me parece que el intento de resolver este problema controlando tan sólo las condiciones económicas del hombre o por la mera renunciación, es una manera errónea de abordar este complicado problema. Sólo mediante la espontánea e inteligente comprensión de la futilidad e ignorancia que implica la protección propia, podremos liberarnos de la explotación.

Despertar la inteligencia es descubrir, por medio de la duda y el cuestionamiento, el verdadero significado de los valores que hemos adquirido, de las tradiciones, ya sean religiosas, sociales o económicas, que hemos heredado o que hemos elaborado conscientemente. En tal cuestionamiento, si es vital y verdadero, está el inteligente descubrimiento de las necesidades; esta inteligencia es garantía de felicidad.

Pregunta: ¿Debemos romper nuestras espadas y convertirlas en arados, aun cuando nuestro país sea atacado por un enemigo? ¿Acaso nuestro deber moral no es defender nuestro país?

KRISEINAMURTI: Considero que la guerra, tanto defensiva como ofensiva, es fundamentalmente errónea. El sistema adquisitivo sobre el cual se basa toda esta civilización, debe crear naturalmente distinciones raciales, nacionales y de clase, y es inevitable que éstas conduzcan a la guerra, guerra que ustedes pueden llamar ofensiva o defensiva según los mandatos de los políticos y los líderes comerciales. Mientras exista este explotador sistema económico, tiene que haber guerra; y el individuo que se enfrenta con el problema de si debe combatir o no, decidirá conforme a su espíritu adquisitivo, al cual llama a veces patriotismo, ideales, etc. O, al comprender que todo este sistema tiene que llevar a la guerra, comenzará, como individuo, a liberarse inteligentemente de este sistema. Entiendo que sólo ésta es la verdadera solución.

A causa de nuestro carácter adquisitivo hemos elaborado, en el curso de muchos siglos, este aplastante sistema de explotación que destruye todas nuestras sensibilidades, nuestro amor del uno por el otro. Y cuando preguntamos: ¿No debemos pelear por nuestro país, no es ése nuestro deber moral?”, hay algo inherentemente erróneo, fundamentalmente cruel en la pregunta misma. Para estar libre de esa estupidez extrema que es la guerra, el hombre tiene que aprender a pensar de una manera nueva desde el principio mismo. Mientras la humanidad siga dividida por la religión, por las sectas, los credos, las clases, las nacionalidades, tendrá que haber guerra, explotación, sufrimiento. Sólo cuando la mente comienza a liberarse de estas limitaciones, sólo cuando la mente se derrama en el corazón, hay verdadera inteligencia, la cual es la única solución perdurable para las crueldades bárbaras de esta civilización.

Pregunta: ¿Cuál es la mejor manera de que podamos ayudar a la humanidad a comprender y vivir sus enseñanzas?

KRISHNAMURTI: Es muy simple: viviéndolas ustedes mismos. ¿Qué es lo que estoy enseñando? No les estoy dando un nuevo sistema o un nuevo conjunto de creencias; les digo que miren la causa que ha creado esta explotación, la falta de amor, las continuas guerras, el odio, las distinciones de clase, la división del hombre contra el hombre. La causa es, fundamentalmente, el deseo que cada uno tiene de protegerse a sí mismo mediante las adquisiciones, mediante el poder. Todos deseamos ayudar al mundo, pero jamás comenzamos con nosotros mismos. Queremos reformar el mundo, pero el cambio fundamental debe ocurrir primeramente en nosotros mismos. Así que comience a liberar la mente y el corazón, de este sentimiento posesivo. Esto requiere, no mero renunciamiento, sino discernimiento, inteligencia.

Pregunta: ¿Cuál es su actitud hacia el problema del sexo, que juega un papel tan dominante en nuestra vida cotidiana?

KRISHNAMURTI: Se ha vuelto un problema porque no hay amor. ¿No es así? Cuando realmente amamos, no hay problema, hay ajuste, hay comprensión. Sólo cuando hemos perdido el sentido del verdadero afecto, ese profundo amor en el que no existe el sentimiento posesivo, surge el problema del sexo. Sólo cuando nos hemos entregado completamente a la mera sensación, surgen los múltiples problemas relacionados con el sexo. Como casi todos han perdido el júbilo del pensar creativo, es natural que recurran a la mera sensación del sexo, el cual se vuelve un problema que devora sus mentes y sus corazones. Hasta que no comiencen a cuestionar y comprender el significado del medio, de los múltiples valores que han elaborado con respecto a sí mismos para protegerse y que extinguen en ustedes el pensar fundamental, creativo, tendrán que recurrir a las numerosas formas de estímulo. De esto surgen innumerables problemas para los que no hay solución, excepto la que implica la fundamental e inteligente comprensión de la vida misma.

Por favor, experimenten con lo que estoy diciendo. Empiecen a descubrir el verdadero significado de la religión, del hábito, de la tradición, de todo este sistema de moralidad que está continuamente forzándolos, impulsándolos en una dirección particular; empiecen a cuestionar, sin prejuicio alguno, todo el significado de ese sistema. Entonces despertarán ese pensamiento creativo que disuelve los numerosos problemas nacidos de la ignorancia.

Pregunta: ¿Cree usted en la reencarnación? ¿Es un hecho? ¿Puede darnos pruebas de su experiencia personal?

KRISHNAMURTI: La idea de la reencarnación es tan vieja como los cerros; es la idea de que el hombre, a través de muchos renacimientos, pasando por innumerables experiencias, llegará finalmente a la perfección, a la verdad, a Dios. Ahora bien, ¿qué es lo que renace, qué es lo que continúa? Para mí, esa cosa que se supone que continúa, es nada más que una serie de capas de memoria, de ciertas cualidades, ciertas acciones incompletas que han sido condicionadas, obstaculizadas por el miedo originado en la autoprotección. Esa conciencia incompleta es lo que llamamos el ego, el “yo”. Como he explicado al comienzo de mi breve charla introductoria, la individualidad es la acumulación de los resultados de diversas acciones que han sido impedidas, obstaculizadas por ciertos valores heredados y adquiridos, así como por las limitaciones. Espero no estar haciendo esto demasiado complicado y filosófico, trataré de simplificarlo.

Cuando usted habla del “yo”, entiende por eso un nombre, una forma, ciertas ideas, ciertos prejuicios, ciertas distinciones de clase, ciertas cualidades, determinados prejuicios religiosos, etc., que se han desarrollado a causa del deseo de autoprotección, de seguridad, de consuelo. Para mí, pues, el “yo”, basado en una ilusión, carece de realidad. Por lo tanto, la pregunta no es si existe la reencarnación, si hay posibilidad de un crecimiento futuro, sino si la mente y el corazón pueden liberarse de esta limitación del “yo”, de “lo mío”.

Usted me pregunta si creo o no en la reencarnación, porque espera que, gracias a mi certidumbre, podrá posponer la comprensión y acción en el presente y que, a la larga, llegará a realizar el éxtasis de la vida o la inmortalidad. Desea saber si, estando obligado a vivir en un medio condicionado con oportunidades limitadas, alguna vez llegará, pasando por esta desdicha y este conflicto, a realizar ese éxtasis de la vida, esa inmortalidad. Como se está haciendo tarde, tengo que exponerlo brevemente y espero que reflexione sobre ello.

Ahora bien, yo digo que la inmortalidad existe, para mí ésa es una experiencia personal; pero puede ser realizada sólo cuando la mente no mira hacia un futuro en el cual vivirá de manera más perfecta, más rica, más completa. La inmortalidad es el presente infinito. Para comprender el presente en su plena y rica significación, la mente debe liberarse del hábito que implica la adquisición autoprotectora; cuando está completamente desnuda, sólo entonces hay inmortalidad.

Pregunta: A fin de que podamos captar la verdad, ¿debemos trabajar solos o colectivamente?

KRISHNAMURTI: Si se me permite sugerirlo, deje de lado la cuestión de la verdad; más bien consideremos si es inteligente trabajar para la ganancia, individual o colectiva. Durante siglos, cada uno ha buscado su propia seguridad y, por eso, ha sido despiadado, agresivo, explotador, creando de ese modo confusión y caos. Considerando todo esto, usted, el individuo, comenzará a trabajar voluntariamente para el bienestar de todos. En este acto voluntario, el individuo jamás se volverá mecánico, automático, un mero instrumento en manos del grupo; por lo tanto, nunca puede haber un conflicto entre el grupo y el individuo. El problema de la expresión creativa individual como opuesta al grupo y en conflicto con éste, desaparecerá sólo cuando cada uno actúe íntegramente en la plenitud de la comprensión. Sólo esto producirá una cooperación inteligente en la que no tendrá cabida la compulsión, ya sea causada por el temor o por la codicia. No espere ser obligado a actuar colectivamente, sino comience a despertar esa inteligencia despojándose de todas las estupideces adquisitivas, y entonces experimentará la alegría del trabajo colectivo.

17 de abril de 1935

OBRAS COMPLETAS - TOMO 2 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 Río de Janeiro, Brasil, 1935

PRIMERA PLÁTICA EN RÍO DE JANEIRO

(Esta plática contiene también lo sustancial de la primera plática ofrecida en Sao Paulo, el 21 de abril de 1935)


Amigos:

Como ha habido en periódicos y revistas, tantos conceptos erróneos y malentendidos relacionados con mi persona, creo que sería mejor si declarara algunas cosas para clarificar la situación. Por lo general, las personas desean ser salvadas por otro, o por algún milagro, o por ideas filosóficas; y me temo que muchos vienen aquí con este deseo esperando que, por el mero hecho de escucharme, encontrarán una solución inmediata para sus numerosos problemas. Ni la solución para sus problemas ni la así llamada salvación, pueden llegar por intermedio de alguna persona o de algún sistema de filosofía. La comprensión de la verdad o de la vida se encuentra en nuestro propio discernimiento, en nuestra propia perseverancia y claridad del pensar. A causa de que casi todos somos demasiado perezosos para pensar por nosotros mismos, aceptamos y seguimos ciegamente a ciertas personas o nos aferramos a ideas que se convierten en nuestros instrumentos de escape en períodos de conflicto y sufrimiento.

Primero que nada, deseo explicar que no pertenezco a ninguna Sociedad. No soy un teósofo ni un misionero teosófico ni he venido aquí para convertirlos a alguna forma particular de creencia. No creo que sea posible seguir a alguien o adherirse a cierta creencia y, al mismo tiempo, tener la capacidad de pensar claramente. Ésa es la razón de que casi todos los partidos, las sociedades y las sectas y los grupos religiosos, se conviertan en medios de explotación.

Tampoco traigo una filosofía oriental instándolos a que la acepten. Cuando hablo en la India, me dicen que lo que expreso es una filosofía occidental, y cuando vengo a los países de occidente, me dicen que traigo un misticismo oriental poco práctico e inútil en el mundo de la acción. Pero si ustedes realmente reflexionan sobre ello, ven que el pensamiento no tiene nacionalidad ni está limitado por ningún país, clima o pueblo. Así que, por favor, no consideren que lo que voy a decir es el resultado de algún peculiar prejuicio de raza, de alguna idiosincrasia o peculiaridad personal. Lo que tengo que decir es real, real en el sentido de que puede aplicarse a la presente vida del hombre; no es una teoría basada en algunas creencias y esperanzas, sino que es practicable y aplicable al ser humano.

Ahora bien, el pleno significado de lo que voy a decir puede ser comprendido sólo mediante la experimentación y, por lo tanto, mediante la acción. La mayoría de nosotros gusta de discutir cuestiones filosóficas en las que no participan nuestras acciones cotidianas; pero aquello de que hablo no es una filosofía ni un sistema de pensamiento, y su profundo significado puede comprenderse sólo mediante la experimentación, mediante la acción.

Lo que digo no es una teoría, una creencia intelectual sobre la que pueda discutirse o argumentarse; exige mucha reflexión. Sólo en la acción, no por medio de la controversia intelectual, pueden ustedes descubrir si lo que digo es verdadero y práctico. No es un sistema para ser memorizado ni una serie de conclusiones que puedan aprenderse y llevarse automáticamente a la práctica. Tiene que ser comprendido críticamente. El juicio crítico es diferente de la oposición. Si ustedes son de verdad críticos, no se limitarán a la mera oposición, sino que tratarán de descubrir si lo que digo tiene algún mérito intrínseco. Esto requiere, por parte de ustedes, claridad en el pensar, de modo que puedan abrirse paso a través de la ilusión de las palabras, no permitiendo que sus prejuicios religiosos o económicos les impidan pensar de manera fundamental. O sea que, desde el principio mismo, tienen que pensar simple y directamente. Todos nosotros hemos sido educados con muchos prejuicios y preconceptos; hemos sido alimentados con tradiciones y limitados por el medio, y así nuestro pensar está continuamente falseado y deformado, impidiendo de este modo la simplicidad de la acción.

Tomemos, por ejemplo, la cuestión de la guerra. Ustedes saben, son muchísimos los que discuten la justicia y la injusticia de la guerra. Por cierto, no puede haber dos maneras de considerar esa cuestión. La guerra, defensiva u ofensiva, es fundamentalmente injusta. Ahora bien, para reflexionar con respecto a eso, la mente debe estar, desde el principio, enteramente libre de la enfermedad del nacionalismo. No podemos pensar de manera fundamental, directa y simple, a causa de los prejuicios que han sido explotados durante tanto tiempo so pretexto del patriotismo con todos sus absurdos.

Así, a través de los siglos, hemos creado numerosos hábitos, tradiciones, prejuicios que impiden al individuo pensar de modo esencial y completo acerca de vitales problemas humanos.

Ahora bien, para comprender los múltiples problemas de la vida con sus variedades de sufrimientos, debemos descubrir por nosotros mismos los motivos y las causas básicas con sus efectos y resultados. A menos que estemos plenamente conscientes de nuestras acciones, de la causa y el efecto de las mismas, explotaremos y seremos explotados, nos volveremos esclavos de los sistemas y nuestras acciones serán tan sólo mecánicas y automáticas. Hasta que podamos librar conscientemente nuestras acciones de su efecto limitativo comprendiendo el significado de su causa, a menos que nos liberemos de las viejas formas de pensamiento que hemos establecido con respecto a nosotros, no seremos capaces de penetrar las innumerables ilusiones que hemos creado a nuestro alrededor y en las cuales estamos trabados.

Cada uno ha de preguntarse qué es lo que está buscando, o si sólo está siendo empujado por las circunstancias y las condiciones y, por lo tanto, si es irresponsable, irreflexivo. Aquéllos de ustedes que de verdad están descontentos, que son críticos, deben haberse preguntado qué es lo que cada individuo está buscando. ¿Están ustedes buscando consuelo, seguridad, o buscan la comprensión de la vida? Muchos dirán que están buscando la verdad; pero si analizaran lo que anhelan, lo que buscan, verían que en realidad están buscando consuelo, seguridad, una manera de escapar del conflicto y el sufrimiento.

Ahora bien, si están buscando consuelo, seguridad, esa búsqueda debe basarse en la adquisición y, por lo tanto, en la explotación y en la crueldad. Si dicen que buscan la verdad, quedarán prisioneros de una ilusión, porque la verdad no puede ser perseguida, buscada; debe acaecer. O sea, el éxtasis de la verdad puede conocerse, sólo cuando la mente está por completo despojada de todas las ilusiones que ha creado buscando su propia seguridad y su consuelo, Sólo entonces puede asomarse aquello que es la verdad.

Para expresarlo de una manera diferente: tenemos que preguntarnos en qué se basan nuestra vida, nuestro pensamiento y nuestra acción. Si podemos responder a esto completamente, con verdad, entonces podremos descubrir por nosotros mismos quién es el creador de las ilusiones, de estas supuestas realidades que han llegado a convertimos en sus prisioneros.

Si reflexionan realmente sobre ello, verán que toda la vida de ustedes se basa en la persecución de la seguridad individual y el consuelo. Esta búsqueda de seguridad da origen, naturalmente, al temor, Cuando buscamos consuelo, cuando la mente trata de evadir la lucha, el conflicto, el dolor, tiene que crear diversas vías de escape, y estas vías de escape se convierten en nuestras ilusiones. De esa manera el temor, resultado de la búsqueda de seguridad, es el engendrador de las ilusiones. Esto nos empuja de una secta religiosa a otra, de una filosofía a otra, de un maestro religioso a otro, siempre en busca de esa seguridad, de ese consuelo. A esto lo llaman ustedes la búsqueda de la verdad, de la felicidad.

Y bien, no hay seguridad, no hay consuelo; sólo existe la claridad del pensar, la cual da origen a la comprensión de la causa fundamental del sufrimiento. Esta comprensión es lo único que liberará al hombre. En esta liberación se encuentra la bienaventuranza del presente. Yo digo que existe una realidad eterna que puede ser descubierta sólo cuando la mente está libre de toda ilusión. Así que cuídense de la persona que les ofrece consuelo, porque en esto tiene que haber explotación; esa persona crea un señuelo en el que ustedes quedan atrapados como peces en una red.

En la búsqueda de consuelo, de seguridad, la vida ha llegado a dividirse en lo religioso o espiritual, y lo económico o material. Buscamos la seguridad material mediante las posesiones que nos dan poder y, por intermedio de ese poder, esperamos realizar la felicidad. Para obtener esta seguridad material, este poder, tiene que haber explotación; explotamos a nuestro prójimo gracias a un sistema deliberadamente establecido, el cual se ha vuelto horrible en sus múltiples crueldades. Esta búsqueda de la seguridad individual, en la que también está incluida nuestra propia familia, ha creado distinciones de clase, odios raciales, nacionalismo y, a la larga, termina en las guerras. Hay un hecho curioso si lo consideran: la religión, que debería denunciar la guerra, ayuda a fomentarla. Los sacerdotes, que se supone son los educadores de la gente, estimulan todas las insensateces que crea el nacionalismo y que ciegan a la gente en momentos de odio nacional. Son ustedes los que crean el sistema al que llaman religión y que se basa en la seguridad individual y el consuelo, Ustedes han creado las organizaciones religiosas que son meramente formas cristalizadas de pensamiento que les aseguran la inmortalidad personal. En una de mis pláticas posteriores examinaré esta cuestión de la inmortalidad.

Así, a causa de la búsqueda de seguridad individual, de la exigencia de continuidad individual, han creado ustedes las religiones que los explotan por medio de las prácticas sacerdotales, de las ceremonias, de los así llamados ideales. El sistema que llaman religión y que ustedes han creado a causa de su propia búsqueda de seguridad, se ha vuelto tan poderoso, ha adquirido tanta realidad, que muy pocos se liberan del peso de su aplastante tradición y autoridad. El principio mismo del verdadero espíritu crítico descansa en el cuestionamiento de los valores que la religión ha establecido con respecto a nosotros.

Cada uno de nosotros está atrapado en esta estructura; y mientras seamos esclavos del inexplorado y no cuestionado medio con sus valores pasados y presentes, éstos deben falsear la integridad de la acción. Este falseamiento es la causa del conflicto entre el individuo que busca su seguridad, y las mayorías, entre el individuo y el movimiento continuo de la experiencia. Tal como individualmente hemos creado este sistema de explotación y aplastante limitación, así individual y conscientemente tenemos que acabar con él comprendiendo las bases de esta estructura y no creando simplemente otro conjunto de valores, los cuales serán sólo otra serie de escapes. De este modo empezaremos a adentramos en el verdadero significado del vivir.

Sostengo que existe una realidad, denle el nombre que quieran, la cual puede ser comprendida y vivida sólo cuando la mente y el corazón han pasado a través de las ilusiones y están libres de sus falsos valores. Sólo entonces existe lo eterno.

13 de abril de 1935

OBRAS COMPLETAS - TOMO 2 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 TERCERA PLÁTICA EN EL SALÓN DEL MUNICIPIO


Amigos:


Antes de contestar las preguntas, quiero explicarles brevemente algo que quizá sea difícil de comprender. Trataré de hacerlo tan simple y claro como sea posible.

Pienso que casi todos nosotros tratamos de descubrir cuál es la verdadera felicidad, porque si no somos inteligentemente felices, la vida se vuelve muy superficial, vana y más bien deprimente. Y así, en la búsqueda de lo que llamamos felicidad, vamos de una experiencia a otra, de una creencia a otra, de una teoría a otra, hasta que encontramos las creencias e ideas que puedan darnos satisfacción. Estas satisfacciones no son sino escapes. La búsqueda misma de la felicidad tiene que dar como resultado una serie de escapes; pueden ser, como dije, por medio de la autoridad, de la sensación, de la mera multiplicación de experiencias, y al aumentar su poder, estos escapes se convierten en patrones o valores mediante los cuales disimulamos el conflicto.

Después de todo, cuando estamos conscientes del conflicto, hay una perturbación que era infelicidad; y para escapar de esa infelicidad buscamos diversas experiencias y desarrollamos ciertos valores, patrones, medidas que se convierten en nuestros escapes. Así, poco a poco, llegamos a estar inconscientes de todo excepto de estos patrones, estas normas, y nuestra vida es nada más que una viviente imitación de estos valores que hemos establecido en nuestra búsqueda de la felicidad.

Si examinamos nuestra mente y nuestro corazón, veremos que están presos en una serie de normas y valores. Al estar tan atada, la mente está asignando siempre nuevos valores, estableciendo nuevas normas, asumiendo el derecho de juzgar a otros. Hasta que la mente se libere de este continuo proceso de atribuir valores, jamás será fresca, nueva; jamás estará creativamente vacía -si es que puedo usar esa palabra sin que se me entienda mal-. Porque sólo en el vacío creativo surge a la existencia la verdad.

El conflicto, el sufrimiento, es el proceso de acabar con este hábito de atribuir valores. Tenemos un conjunto de valores establecidos por la experiencia, por la tradición, y estos valores se han vuelto nuestros guías; con estas normas y valores del pasado, abordamos una experiencia nueva, lo cual, naturalmente, tiene que crear un conflicto. Este sufrimiento es nada más que la ruptura de los viejos valores a los cuales la mente se aferra.

Ahora bien, es la esencia misma de la estupidez escapar del conflicto por medio de una serie de valores establecidos o formando una nueva serie de valores. La esencia misma de la inteligencia es comprender la vida o la experiencia con una mente y un corazón frescos, nuevos, desahogados de todas sus cargas.

En vez de afrontar la vida sin ninguna exigencia previa, ustedes la abordan con una mente y un corazón ya llenos de prejuicios, casi incapaces de un ajuste veloz, de una rápida flexibilidad. La falta de este discernimiento instantáneo del movimiento de la vida, crea dolor. El conflicto indica esclavitud, la cual no puede ser superada pero cuyo significado debe ser comprendido. Toda superación de obstáculos mediante un nuevo conjunto de valores, no es sino otra forma de escape.

Ustedes dirán tal vez que una mente que no asigna valores a las cosas es, en realidad, la mente de un primitivo. Eso es cierto en un sentido: el primitivo encara la vida inconscientemente, de manera incompleta, sin comprender plenamente su significado. Encarar la vida de manera completa y comprender plenamente su significado requiere una mente no condicionada por el ayer, y esto puede ocurrir sólo gracias a una intensa percepción alerta, gracias al discernimiento. A diferencia de lo que ocurre con la mente del primitivo, esto exige una acción integrada en el presente sin la presión del temor o la búsqueda de una recompensa. Esa acción es la inteligencia de la completa y madura soledad del ser.

El éxtasis de la verdad existe sólo cuando la mente y el corazón, vulnerables y libres de toda carga, se enfrentan a la vida, a lo desconocido, a lo inmensurable. Cuando la mente no está cargada de valores, de recuerdos, de ideas preconcebidas y es capaz de encontrarse con lo desconocido, en ese encuentro de la mente con lo desconocido nace la sabiduría, la bienaventuranza del presente.

Por lo tanto, el conflicto es el proceso mismo de despertar al hombre a la plenitud de la conciencia; y si no estamos continuamente alerta, creamos una serie de escapes a los que llamamos valores, aunque éstos pueden variar, y por medio de tales valores tratamos de encontrar la felicidad.

Los valores se convierten en el instrumento del escape. Una mente que se halla en conflicto y lo afronta sin tratar de interpretarlo conforme a ciertos valores, alcanza un estado de plena, completa percepción alerta, Entonces esa mente y ese corazón despertarán a la realidad de la vida, a la bienaventuranza del presente.

Pregunta: ¿Aboga usted por la renunciación y la abnegación de si mismo como un medio de encontrar la felicidad personal?

KRISHNAMURTI: La felicidad personal no existe, así que no hay medios para lograrla. Sólo existe el éxtasis creativo de la vida, cuyas expresiones son numerosas. Esta idea del sacrificio, de la renunciación, de la abnegación propia, es falsa. Usted piensa que la felicidad puede encontrarse renunciando a ciertas cosas, siguiendo ciertas acciones. De este modo, en realidad está comerciando, canjeando su sacrificio, su abnegación, por felicidad. La abnegación o el renunciamiento no existen, sólo hay comprensión; en esa comprensión hay felicidad creativa, la cual no es personal, individualista.

Lo expondré de un modo diferente. Empiezo a acumular porque pienso que la felicidad se encuentra en la acumulación, pero al cabo de cierto tiempo encuentro que las posesiones no me traen felicidad. Por lo tanto, comienzo a renunciar a las posesiones y trato de perseguir y poseer la abnegación, lo cual sólo es otra forma del espíritu adquisitivo. Pero si discierno el significado intrínseco del afán de poseer, entonces en eso hay felicidad creativa.

Pregunta: ¿No es verdad que lo esencial puede encontrarse en todas las fases de la vida y en todas las cosas?

KRISHNAMURTI: No creo que exista lo esencial o lo no esencial. ¿Qué es lo esencial? Un día deseo una cosa y eso se vuelve lo más esencial, lo más importante; y en el propio hecho de poseerlo, se ha vuelto lo no esencial. Entonces deseo alguna otra cosa; y así prosigo, yendo de una cosa esencial que se vuelve no esencial, a otra cosa esencial que, a su vez, se convierte en no esencial.

En otras palabras, donde hay anhelo no puede haber un discernimiento profundo. Como casi todos son esclavos del anhelo, están en el constante conflicto de lo esencial y lo no esencial. De la mera posesión de cosas, que ya no les causa satisfacción, se trasladan a la posesión mental y emocional de virtudes, de la verdad, de Dios. Desde las cosas, que una vez fueron esenciales, han “avanzado” hacia la abstracción, Esta abstracción se vuelve lo esencial.

¿No podemos considerar la vida, no desde este punto de vista de lo esencial y lo no esencial, sino desde lo inteligente, lo comprensivo? ¿Por qué tenemos esta división de lo esencial y lo no esencial, lo importante y lo no importante? Es porque siempre estamos pensando en términos de adquisición, de ganancia; pero si lo miramos desde el punto de vista de la comprensión, entonces esta división toca a su fin, estamos afrontando la vida siempre como una totalidad. Esta es una de las cosas más difíciles de realizar, porque hemos sido y estamos siendo educados en sistemas religiosos y económicos que nos imponen ciertos conjuntos de valores. Para una mente que de verdad no atribuye valores, sino que procura vivir de manera completa, sin el deseo de ganancia, para una mente así no hay categorías de valores cambiantes; por lo tanto, no hay conflicto entre lo impermanente y lo permanente, entre lo estacionario y el movimiento constante de la vida.

Pregunta: Está muy bien que usted hable sobre las cosas fundamentales de la vida, ¿pero qué hay acerca del hombre común?

KRISHNAMURTI: ¿Qué estamos discutiendo? Estamos discutiendo, hasta donde me concierne, cómo vivir inteligentemente y, por lo tanto, divinamente, humanamente, cómo vivir sin esta competitiva, despiadada brutalidad del afán adquisitivo, de la explotación, ya sea por parte de una clase social o de un maestro, explotación económica o religiosa. Esto es aplicable, obviamente, a todos nosotros, o sea, al hombre común. Yo no me segrego del hombre promedio, del hombre común. Las personas que se interesan en “el hombre común”, se han separado a sí mismas de él. Se interesan en el hombre corriente. ¿Por qué? Dicen: “Puedo renunciar a la tradición, ¿pero qué pasa con el hombre común de la calle? Si él renuncia a ella habrá caos”. Por consiguiente, debe tener una tradición, mientras que las personas que se ocupan de él, no la necesitan.

Ahora bien, si uno no piensa en términos de distinciones, sean de clase o de necesidades, si discierne el significado de una cosa en sí misma, entonces ayudará a ese hombre común de la calle sin imponerle, digamos, la tradición. O sea, si usted está convencido de la futilidad de la tradición, si ve su significado, entonces ayudará naturalmente a otro sin imponerle nada, sin explotarlo. Comprendiendo inteligentemente las cosas fundamentales de la vida, usted ayudará al otro a desenredarse de este caos inhumano.

Si nosotros, todos los que estamos aquí, sintiéramos profundamente estas cosas, si de verdad las comprendiéramos, actuaríamos con inteligencia. Por cierto, primero tiene uno que empezar consigo mismo. Tiene que abordar las cosas fundamentales porque son las más simples; y en una civilización que se está volviendo cada vez más compleja, si no comprendemos por nosotros mismos estas cosas simples y fundamentales, no haremos sino agregar más confusión, explotación e ignorancia a las que ya existen.

Por lo tanto, lo que estamos discutiendo se aplica a todos, y como ustedes tienen la oportunidad que, desafortunadamente, no todos tienen, si se vuelven conscientes, si están alerta, si comienzan a comprender y, por ende, a actuar, tal acción ayudará a disipar la ignorancia, o sea, la causa del sufrimiento.

Pregunta: ¿Cómo puede uno arreglárselas con la memoria y la obsesión de sus imágenes?

KRISHNAMURTI: Primero que nada, comprendiendo cómo se forma la memoria, cómo se origina. Ahora bien, como he tratado de explicarlo el otro día, la memoria es nada más que la acción que no se ha completado. No incluyo en eso la capacidad de recordar acontecimientos. Pero la memoria es el residuo, la cicatriz dejada por la acción que no ha sido vivida o comprendida completamente. Hasta que esa acción no se comprende en su totalidad, el recuerdo o la cicatriz que ha dejado en la mente, continúa. La mente es, en su mayor parte, el residuo o las cicatrices de muchas acciones incompletas, incumplidas. Si uno tiene conciencia de clase o si tiene prejuicios religiosos, es natural que no pueda afrontar la experiencia totalmente, con plenitud; la aborda con una predisposición, lo cual crea, inevitablemente, un conflicto. Hasta tanto uno no comprenda por completo la causa y el significado de ese conflicto, existirán por fuerza nuevas cicatrices o barreras como los recuerdos. En ese conflicto, si uno tan sólo escapa o busca sustituciones, entonces la memoria, como una barrera, tiene que estar distorsionando continuamente la plenitud de la comprensión; y sólo en esa plenitud puede cumplirse totalmente la acción. Espero no estar explicándolo en un lenguaje muy complicado.

Por ejemplo, supongamos que un hombre nacido en la India tiene ciertos prejuicios religiosos. Con estas distorsiones del pensamiento, aborda la vida. Naturalmente, no discierne su plena significación, porque siempre está mirando la vida a través de estas distorsiones y, por lo tanto, tiene que haber conflicto. Desde ese conflicto desarrolla una serie de recuerdos autodefensivos, barreras que él llama valores. Tales reacciones defensivas tienen que distorsionar más aún la comprensión de la experiencia o de la vida.

Cuando uno se da cuenta plenamente de que el prejuicio o cualquier otra distorsión está corrompiendo, deformando continuamente la plenitud de la comprensión, comienza a estar alerta; en esa percepción alerta uno descubre los obstáculos. Sólo mediante la llama de la percepción alerta, mediante la plenitud del estado consciente, no mediante el autoanálisis, puede uno discernir los prejuicios, los escapes, los valores autodefensivos que deforman continuamente la experiencia. Las barreras que se oponen al discernimiento tienen que ser descubiertas y comprendidas en la plenitud de la experiencia misma, no mediante al autoanálisis o la autodisección intelectual. Si usted está intensamente alerta en la plenitud de la experiencia, podrá ver cómo brotan las distorsiones, los impedimentos, las limitaciones.

Si la mente y el corazón pueden liberarse de estos valores -que no son sino recuerdos acumulados para propósitos autodefensivos, recuerdos heredados o adquiridos-, entonces la vida es un devenir eterno. Pero Por ejemplo, supongamos que un hombre nacido en la India tiene ciertos prejuicios religiosos. Con estas distorsiones del pensamiento, aborda la vida. Naturalmente, no discierne su plena significación, porque siempre está mirando la vida a través de estas distorsiones y, por lo tanto, tiene que haber conflicto. Desde ese conflicto desarrolla una serie de recuerdos autodefensivos, barreras que él llama valores. Tales reacciones defensivas tienen que distorsionar más aún la comprensión de la experiencia o de la vida.


Cuando uno se da cuenta plenamente de que el prejuicio o cualquier otra distorsión está corrompiendo, deformando continuamente la plenitud de la comprensión, comienza a estar alerta; en esa percepción alerta uno descubre los obstáculos. Sólo mediante la llama de la percepción alerta, mediante la plenitud del estado consciente, no mediante el autoanálisis, puede uno discernir los prejuicios, los escapes, los valores autodefensivos que deforman continuamente la experiencia. Las barreras que se oponen al discernimiento tienen que ser descubiertas y comprendidas en la plenitud de la experiencia misma, no mediante al autoanálisis o la autodisección intelectual. Si usted está intensamente alerta en la plenitud de la experiencia, podrá ver cómo brotan las distorsiones, los impedimentos, las limitaciones.


Si la mente y el corazón pueden liberarse de estos valores -que no son sino recuerdos acumulados para propósitos autodefensivos, recuerdos heredados o adquiridos-, entonces la vida es un devenir eterno. Pero Por ejemplo, supongamos que un hombre nacido en la India tiene ciertos prejuicios religiosos. Con estas distorsiones del pensamiento, aborda la vida. Naturalmente, no discierne su plena significación, porque siempre está mirando la vida a través de estas distorsiones y, por lo tanto, tiene que haber conflicto. Desde ese conflicto desarrolla una serie de recuerdos autodefensivos, barreras que él llama valores. Tales reacciones defensivas tienen que distorsionar más aún la comprensión de la experiencia o de la vida.

Cuando uno se da cuenta plenamente de que el prejuicio o cualquier otra distorsión está corrompiendo, deformando continuamente la plenitud de la comprensión, comienza a estar alerta; en esa percepción alerta uno descubre los obstáculos. Sólo mediante la llama de la percepción alerta, mediante la plenitud del estado consciente, no mediante el autoanálisis, puede uno discernir los prejuicios, los escapes, los valores autodefensivos que deforman continuamente la experiencia. Las barreras que se oponen al discernimiento tienen que ser descubiertas y comprendidas en la plenitud de la experiencia misma, no mediante al autoanálisis o la autodisección intelectual. Si usted está intensamente alerta en la plenitud de la experiencia, podrá ver cómo brotan las distorsiones, los impedimentos, las limitaciones.

Si la mente y el corazón pueden liberarse de estos valores -que no son sino recuerdos acumulados para propósitos autodefensivos, recuerdos heredados o adquiridos-, entonces la vida es un devenir eterno. Pero eso requiere, como dije, gran determinación, una investigación incesante en la causa y el significado del sufrimiento, del conflicto. Si usted se arrellana cómodamente en la vida o sólo busca satisfacción, entonces la bienaventuranza del presente eterno no es para usted. Únicamente en momentos de una gran crisis, de un gran conflicto, la mente se libera de todas estas acumulaciones y acreciones auto protectoras. Sólo entonces existe el éxtasis de la vida, de la verdad.

Pregunta: Si todos renunciaran a sus posesiones, como usted sugiere, ¿qué ocurriría con todos los negocios y las ocupaciones corrientes de la vida? Si hemos de vivir en el mundo, ¿no son necesarios los negocios y las posesiones?

KRISHNAMURTI: Jamás dije que renuncien. He dicho que el espíritu adquisitivo es la causa de la competencia, de la explotación, de las distinciones de clase, de las guerras, etc. Ahora bien, si uno discierne el verdadero significado del deseo de poseer, ya sea cosas o personas o ideas -el cual, al fin y al cabo, es el anhelo de poder en distintas formas-, si la mente puede liberarse de eso, entonces podrá haber inteligente felicidad y bienestar en el mundo.

A través de muchos siglos, hemos establecido un sistema adquisitivo, posesivo, al buscar el poder personal y la autoridad. En tanto ese sistema exista en nuestras mentes y en nuestros corazones, podremos cambiarlo momentáneamente por medio de la revolución, a causa de las crisis, de las guerras, pero mientras subsista ese anhelo, conducirá inevitablemente, en otra forma, al viejo sistema, y, como dije, la libertad con respecto al espíritu adquisitivo, no puede aprenderse a la larga, postergando las cosas; tiene que ser discernida inmediatamente, y ahí es donde radica la dificultad. Si no podemos ver inmediatamente la falsedad del afán posesivo, no seremos capaces en lo individual y, por ende, en lo colectivo, de tener una civilización diferente, una diferente forma de vivir.

Por lo tanto, todo mi ataque -si puedo usar esa palabra- no va dirigido a ningún sistema, sino sólo al deseo de poseer, de adquirir, el que finalmente conduce a la búsqueda de poder.

Ahora piensan que las posesiones les dan felicidad. Pero si reflexionan profundamente sobre ello verán que este anhelo de poder no termina jamás; es una lucha continua en la cual no cesan el conflicto y el sufrimiento. Pero liberar del espíritu adquisitivo a la mente y al corazón, es una de las cosas más difíciles que hay.

Vean, en la India tenemos ciertas personas llamadas sannyasis, quienes abandonan el mundo en busca de la verdad. Poseen, por lo general, dos taparrabos, uno que llevan puesto y uno para el día siguiente. Cierto sannyasi, en su búsqueda de la verdad, escogió a diversos maestros. Andando por aquí y por allá, le dijeron que cierto rey era un iluminado y estaba enseñando la sabiduría. Así que este sannyasi fue a ver al rey. Ustedes pueden apreciar el contraste entre el rey y el sannyasi: el rey que lo poseía todo, palacios, joyas, cortesanos, poder; y el sannyasi que sólo poseía dos taparrabos. El rey lo instruyó en relación con la verdad. Un día, mientras le estaba impartiendo su enseñanza, el palacio se incendió. Serenamente, el rey continuó con su enseñanza, mientras que el sannyasi, ese hombre santo, estaba grandemente perturbado porque su otro taparrabo se estaba quemando.

¿Saben?, todos ustedes están en esa situación. Pueden no ser posesivos con respecto a ropas, casas, amigos, pero hay alguna oculta búsqueda de ganancia a la que están apegados, a la que se aferran y que les corroe la mente y el corazón, Mientras existan estos ocultos e inexplorados venenos, tiene que haber continuo conflicto y sufrimiento.

Pregunta: Usted dice que no está afiliado a ninguna organización; sin embargo, es obvio que procura hacer que la gente piense de cierta manera. ¿Puede el pensamiento del mundo ser cambiado sin una organización cuyo propósito sea presentar constantemente sus ideas al público?

KRISHNAMURTE Me pregunto si les estoy haciendo pensar de cierta manera definida. Espero que no. Trato de mostrar que el pensar es necesario, que enamorarse es necesario; y para pensar profundamente y estar grandemente enamorados, ustedes no pueden tener un depósito de reacciones y recuerdos autodefensivos. Por cierto, cuando se enamoran son vulnerables. Si yo sólo les hago pensar de cierta manera, por favor, cuídense de mí, porque entonces los estaré forzando y, de ese modo, los estaré explotando y ustedes me explotarán para sus propios fines.

Lo que yo digo es que, para vivir con grandeza, para pensar creativamente, uno tiene que estar completamente abierto a la vida, sin ninguna reacción autoprotectora, tal como lo está cuando se enamora. Por lo tanto, deben enamorarse de la vida. Esto requiere gran inteligencia, no información o conocimiento, sino esa gran inteligencia que se despierta cuando abordan la vida abiertamente, de manera completa, cuando la mente y el corazón son totalmente vulnerables a la vida.

Usted pregunta: “¿Puede el pensamiento del mundo ser cambiado sin una organización cuyo propósito sea presentar constantemente sus ideas al público?” Naturalmente no, una organización resulta necesaria, es obvio. Así que no necesitamos discutir eso. Pero cuando usted habla de una organización, creo que se refiere a una cosa por completo diferente. Para convertir a las personas a ciertas ideas, para forzarlas, para incitarlas mediante la opinión, mediante las presiones, a adoptar cierto método, ciertas ideas, para ese propósito tienen que formarse organizaciones -no sólo con el fin de que impriman libros y los distribuyan-. Así es como están constituidas todas las religiones, así es como los seguidores destruyen a los maestros, haciendo de sus enseñanzas dogmas absolutos que se convierten en la autoridad para la explotación. Para ese propósito es necesaria la clase indebida de organización. Pero si usted está interesado en estas ideas que estoy exponiendo, ayudará naturalmente a imprimir y distribuir libros, pero sin el deseo de convertir, de explotar a la gente.

Pregunta: Aun después de haber sobrepasado la necesidad de una autoridad organizada, la mayoría de las personas está angustiada por el conflicto interno entre el deseo y el temor. ¿Puede usted explicar cómo distinguir el deseo genuino, o qué deseo considera usted que es genuino?

KRISHNAMURTI: ¿Hay tal cosa como el deseo genuino? ¿El deseo esencial y el deseo no esencial? Un día desea usted un sombrero, otro día un automóvil, etcétera, que satisfacen sus anhelos. Sin embargo, otro día desea obtener la verdad suprema o Dios. Pasa por toda la serie de deseos. ¿Cuál es, entre todos estos deseos, el esencial? Las cosas son esenciales, el amor es esencial, la comprensión de la verdad es esencial. ¿Por qué, entonces se separa el deseo en falso y verdadero, en importante y no importante? ¿No puede usted considerar al deseo de manera diferente, afrontarlo inteligentemente? Las mentes de ustedes se hallan tan mutiladas por los valores contradictorios, que no pueden discernir correctamente.

Me pregunto si estoy explicando esto. Supongamos que usted es posesivo. No se diga a sí mismo: “Bueno, esta tarde he oído decir que no debo ser posesivo, así que me libraré de ese deseo”. No desarrolle una resistencia contraria. Si es posesivo, sea completa y totalmente consciente de ello; entonces verá qué ocurre. La mente debe liberarse de este deseo contrario, el deseo comparativo que, en realidad, es una reacción autoprotectora contra el sufrimiento; entonces discernirá todo el significado del afán adquisitivo. El afán adquisitivo, o cualquier otro problema, sólo puede comprenderlo tal como es, no comparándolo o contraponiéndolo a otros problemas. Cuando no hay un deseo opuesto o contradictorio, entonces sólo existe el discernimiento del verdadero significado del deseo. La continua contradicción en el deseo crea temor, y donde hay temor tiene que haber escape. Y así sobreviene una incesante batalla entre el deseo, la razón, el impulso de realizarse y los opuestos correspondientes.

En esta batalla se pierde totalmente la inteligencia, la verdadera realización. Mientras la mente esté atrapada en el conflicto de los opuestos, sólo puede haber escape, una sustitución como la de lo esencial y lo no esencial, lo falso y lo verdadero. En esto no hay felicidad creativa.

Pregunta: ¿No hay períodos en los que uno necesita separarse de la confusión externa para ayudar a la realización del verdadero ser?

KRISHNAMURTI: Si pone en primer lugar las necesidades, ellas se convierten en sus amos y la inteligencia se destruye. Descubrir las propias necesidades requiere inteligencia, porque las necesidades cambian, se renuevan constantemente. Pero si usted empieza a descubrir cuáles son exactamente sus necesidades y, habiéndolas descubierto, limita la vida únicamente a esas necesidades, entonces su vida se volverá muy superficial, estrecha, mezquina.

De igual modo, si está buscando el retiro sólo con el fin de averiguar qué es la verdad, entonces el retiro se vuelve un simple medio de escape. Pero en su búsqueda durante su vida activa, llegan naturalmente períodos de retiro. Esos momentos de retiro no son, entonces, falsos; son espontáneos, naturales.

Pregunta: El lunes usted dijo que para tener verdadera inteligencia, uno debe haber pasado por un estado de gran soledad interior. ¿Es éste el único modo de llegar a la verdadera inteligencia?

KRISHNAMURTI: Consideremos lo que hacemos ahora. Estamos buscando la seguridad, rodeándonos constantemente de certidumbres. Toda vez que llega un estado de total incertidumbre, de duda, inmediatamente escapamos de él. De este modo, hemos establecido consoladoras seguridades, certezas. Reflexione, por favor, sobre ello y verá que es así. Sólo cuando nos hemos despojado de toda esperanza -en el sentido de seguridad, certidumbre-, cuando estamos completamente desnudos, privados de todas las medidas y reacciones protectoras, sólo entonces existe el éxtasis de la verdad. En esos momentos de completa soledad interna, que llegan cuando hemos discernido verdaderamente todos los escapes y su significación, existe la gloria del presente.

15 de marzo de 1935