APÉNDICE 2
PJ: ¿Podríamos discutir la regeneración, su naturaleza, y si resulta esencial para el hombre? Y,
si es esencial para el hombre y para la sociedad, ¿cuál es el lugar para el autoconocimiento en
todo este área?
AP: Hasta ahora el tema importante de nuestra discusión ha sido establecer los límites del
conocimiento. Tengo la sensación de que su relevancia en el proceso total de autoconocimiento
ya ha sido remarcada en límites de crecimiento, de conocimiento.
PJ: ¿El conocimiento y sus límites dependen del autoconocimiento? El problema de la
regeneración no está contenido en los límites del conocimiento; este último es sólo uno de los
factores de la regeneración. El autoconocimiento también es una parte integrante. ¿Son ambos
independientes?
AP: Nuestro planteamiento ha sido negar lo que parece adquirir una importante preponderancia
en nuestro propio desarrollo. Adquiere la forma de la búsqueda del conocimiento, un proceso
muy sutil que se basa en inhibir, distraer o distorsionar la mente de la confrontación directa.
PJ: Estamos familiarizados con el proceso aditivo. En cierto sentido, este proceso es la
ampliación del campo del conocimiento. Me refiero al conocimiento como información.
¿Estamos hablando de los límites del conocimiento, independiente del autoconocimiento o
regeneración?
AP: Por supuesto que no.
PKS: El problema de la regeneración del hombre está conectado, principalmente, con los
límites del conocimiento. Presuponemos que el conocimiento es información, no esa clase de
experiencia que es el autoconocimiento, y nos preguntamos ¿qué podemos conocer? La
cuestión atañe también a los orígenes del conocimiento.
K: No sé lo que significa para usted regeneración, ¿ser hecho otra vez?, ¿ser hecho de nuevo?
Estamos hablando de la transformación del hombre, de la terminación de su ansiedad -su estilo
de vida, una vida que es desagradable- y, a partir de esa terminación, el nacimiento de algo
nuevo. ¿Es eso lo que queremos decir con regeneración? Si es así, ¿cuál es la relación entre
conocimiento y regeneración? ¿Es el conocimiento un punto fijo? ¿Es estático, aditivo? ¿Es
aditivo el proceso de autoconocerse y, por eso, es causa de la regeneración? ¿Es eso lo que
estamos preguntando? ¿Puede el conocimiento, que es acumulativo, probablemente infinito,
originar la regeneración? Existe la comprensión de uno mismo, el «conócete a ti mismo». Los
hindúes lo han dicho, los budistas, de otra manera, también lo afirman, todas las religiones lo
han dicho. ¿Es aditivo ese conocerse a sí mismo? ¿Es la verdadera sustancia del yo, el
conocimiento -siendo conocer la experiencia almacenada como memoria, todas las cosas que el
hombre ha acumulado-? ¿Qué es lo que estamos preguntando? Podemos comenzar con la
pregunta: ¿puedo conocerme a mí mismo? No según algunos filósofos sino si es posible que me
conozca a mí mismo. Me gustaría examinar el verbo «conocer». El Dr. Illich señaló ayer:
«tengo conocimiento de usted, pero no le conozco». Tengo conocimiento, en el sentido de que
me he encontrado con usted, etc. Tengo conocimiento de usted pero, ¿puedo en modo alguno
conocerlo? Del mismo modo, tengo conocimiento de mí mismo, conocimiento limitado,
fragmentario, conocimiento originado en el tiempo. Sin embargo, ¿puedo conocerme a mí
mismo fundamental e irrevocablemente?
RB: ¿Qué entiende usted por «irrevocablemente»?
K: Un árbol es un árbol; eso es irrevocable. Un peral nunca llegará a ser un manzano.
AP: Aquí es donde surgen mis dificultades. Incluso en relación al autoconocimiento,
verbalizarlo ocupa un lugar muy importante. Dejando eso de lado, ¿tendremos capacidad para
conocer cualquier cosa?
II: Me estoy haciendo la misma pregunta. El conocimiento, la súbita percepción que surge
como un destello y que más tarde puede ser interpretada lógicamente, que puede ser referida en
palabras, ¿es eso conocimiento en su terminología?
AP: El canal de la percepción inmediata puede no ser verbal, pero nuestro movimiento normal
es percibir y nombrar, y al nombrar surge el reconocimiento y lo que llamamos conocimiento.
Por eso, realmente, el nombrar tiene un papel preponderante en el conocimiento. El
autoconocimiento puede estar dentro del campo de la percepción inmediata.
K: ¿Está usted preguntando si, en caso de que no haya verbalización, existe el «yo» en
absoluto? Yo diría que si la verbalización no existe, la personalidad, el «yo», el ego, se acaba,
llega a su término. ¿Puede haber un conocimiento de que la palabra no es la cosa? Obviamente,
la palabra no es la cosa. La palabra «árbol» no es el hecho real. Por eso, ¿si no hay
verbalización, qué es el hecho, qué es lo que queda? ¿Permanece la personalidad, el yo?
PJ: ¿Cómo se contesta eso?
AP: Usted ha dado un salto.
GN: Existen formas de conocimiento semejantes a la percepción inmediata (insight) y algunas
formas de percepción inmediata que no pueden transformarse en conocimiento por medio del
proceso aditivo. El camino que uno aborda es muy significativo. Algunos tipos de conocimiento
tienen el sabor de la percepción inmediata, pero se reducen a conocimiento.
K: Decíamos que entendemos el significado y la importancia de la regeneración. ¿Cómo puede
regenerarse el hombre, renovarse completamente a sí mismo, como un ave fénix? ¿Depende del
entorno, social, económico? ¿O la regeneración, como conocimiento, no tiene ninguna relación
con las presiones del entorno? Debemos penetrar en ello. Enseguida llegaremos a diferentes
tipos de conocimiento. ¿Estamos de acuerdo en el significado de la regeneración como una
revolución total, psicológica, profunda en el sentido de que algo nuevo nace de eso?
Entonces, ¿es el conocerse a sí mismo el factor central de la regeneración? Si eso es así,
¿cómo voy a conocerme a mí mismo sabiendo que la palabra no es la cosa, que la descripción
no es lo descrito? ¿Cuál es el paso siguiente, de no existir verbalización? Si usted no verbaliza,
deja aparte toda el área de la moralidad, de la ética. Las palabras han llegado a tener gran
importancia para nosotros. Tomemos la palabra violencia; si no empleo la palabra y estoy libre
de la verbalización, con todo su significado, ¿qué es lo que queda?
Señor, ¿por qué verbalizo? Verbalizo mi sentimiento por usted porque quiero comunicare
con usted.
AP: También conmigo mismo. Este es el peligro mayor.
K: A eso voy. En primer lugar, verbalizo lo que siento para mí mismo y después para
comunicarme.
K: A eso voy. En primer lugar, verbalizo lo que siento para mí mismo y después para
comunicarme.
AP: Aquí hay una enorme trampa que es el fenómeno de la tristeza. Veo a alguien que sufre y
puedo expresarlo sin sentir compasión en mi corazón. Vivo en palabras. Por lo tanto, las
palabras son mi mejor protección y, al mismo tiempo, llegan a ser una barrera para el
autoconocimiento. A menos que sea capaz de habérmelas con palabras, no puedo moverme. El
cerebro humano almacena imágenes, crea imágenes, símbolos, etc.
K: ¿Quiere eso decir que todas nuestras relaciones, intelectuales, sexuales, etc., entre dos seres
humanos, se basan en palabras, imágenes, representaciones?
¿Existe pensamiento sin verbalización? ¿Cuando le digo a alguien «te quiero», expresan
las palabras lo que siento? Las palabras no son la cosa; sin embargo, éstas, necesitan ser
expresadas y utilizo las palabras como medio de comunicación. Ahora bien, nos estamos
preguntando cómo puede el hombre regenerarse a sí mismo sin ninguna causa, sin ningún
motivo, sin ningún influjo del ambiente, ya sea social, político, moral o religioso. Pienso que
debemos dejar claro este punto y después proseguir. ¿Qué dice usted, Dr. Illich?
II: Me gustaría hacerle una pregunta. ¿Son las palabras parte del entorno?
K: Sí.
II: Por lo tanto, cuando utilizo palabras también influyo en el entorno, además de estar
influenciado por él.
K: La palabra también es el entorno e influye en mi pensamiento. Si he nacido en este lugar del
país en particular, todo mi desarrollo cultural, mi progreso, se basa en esta cultura. El propio
lenguaje me afecta; puede llegar a ser una barrera entre usted y yo.
II: Cosas como ésas pueden destruir a dos personas.
K: Por eso, al darme cuenta de que el lenguaje puede llegar a ser una barrera, lo elimino. Se
acabó. Lo empleo sólo para comunicarme.
II: ¿Hay algo en mi interior que no se vea afectado por el lenguaje del mismo modo que la
respiración afecta a mi cuerpo? ¿Existe algún punto dentro de mí que el entorno no haya
tocado?
K: Señor, ¿ve usted lo que está ocurriendo? Ya estamos en comunicación uno con otro. Su
pregunta: «¿hay algo en este ‘yo’ que no se vea afectado, tocado, conformado, moldeado, por el
entorno?», ya nos ha puesto en comunicación. Los hindúes dicen que hay algo. El Dr. Illich,
quiere saber si en el «yo», en esta estructura existente que es el «yo», hay algún punto, algo que
no esté conformado, moldeado, contaminado, sometido a presión por el entorno. Usted que es
un erudito, un (pandit1) , ¿cuál sería su respuesta?
PKS: Las partes que se supone que son afectadas por el lenguaje, etc., son únicamente las
partes psicológicamente del «yo». Es el desarrollo empírico del ego. Pero incluso antes del
desarrollo empírico del ego, debería existir una base para este desarrollo. En caso contrario, el
lenguaje como entorno sería inútil. La palabra como entorno me afecta. No se origina una vez
que ha sido afectada por el entorno; más bien existe ya algo que se supone que es afectado.
Ahora bien, si existe algo antes de ser afectado por el entorno, ¿cuál es su carácter?, ¿puede
aumentar o disminuir a causa del entorno? Si usted cree que el entorno crea el yo, la
personalidad y, al mismo tiempo, presupone que existe algo anterior a la influencia del
lenguaje, se está usted contradiciendo. Yo pienso que existe algo antes del entorno que lo
afecta.
K: No le entiendo muy bien.
(1
Pandit: Erudito, muestro que enseña la tradición brahmánica.)
RB: El profesor Sundaram afirma que hay un sustrato, de naturaleza esencial, sobre el cual el
pensamiento construye el «yo» psicológico, empírico. Por consiguiente, hay una zona que,
lógicamente, no se ve afectada por el pensamiento.
K: Es decir, está usted afirmando que hay en mí, en mi existencia, en mi vida, un estado no
contaminado, no moldeado. ¿Eso le satisface?
II: Acepto sus palabras, no usaré otros términos y, sin embargo, puesto que no puede ser
afectado por el lenguaje, sólo puedo hablar en términos negativos. Este punto particular, algo
que es luz, que lanza destellos, es algo sobre lo que todavía no hay pruebas, algo que yo pueda
comprender. Y cuando hablo sobre eso, me atrevo a captarlo en una palabra. ¿Lo aceptaría
usted?
K: Creo que no.
PJ: Entonces, ¿cómo exploramos esto? ¿Cómo llego a saber si un planteamiento u otro es real?
K: ¿Puedo decirlo de otra manera? Yo, incluso, no me formulo la pregunta de «¿hay algo en mí
que no sea determinado por el entorno?» Todo lo que sé es que, a menos que un ser humano
encuentre el origen de la regeneración, y no la idea, lo nuevo no es posible. Por eso, entonces,
mi preocupación es la palabra «entorno», cultura, sociedad, todo lo que es el «yo», y yo soy el
producto de todo eso. Soy el producto total de todas las influencias religiosas, psicológicas,
sociales. La regeneración sólo es posible cuando terminan todas las influencias exteriores o las
que yo mismo he creado como reacción. Entonces quizás pueda contestarlo. Hasta entonces
sólo puedo especular. Por eso comienzo afirmando que, como ser humano, es absolutamente
necesario provocar una revolución en la estructura total. No me refiero a nivel biológico, puesto
que no puedo hacer que me crezca un tercer brazo; sin embargo, ¿existe alguna posibilidad de
regeneración total? Usted me dice «conózcase a sí mismo», es decir, tenga conocimiento sobre
sí mismo. Veo el peligro del conocimiento, conocimiento que es acumulativo, progresivo,
dependiente del entorno, etc. Por lo tanto, comprendo las limitaciones del conocimiento. Me
digo a mí mismo que lo he entendido. Por eso, cuando uso las palabras «conocerme a mí
mismo», veo que el conocimiento, cuando es verbalizado, puede ser la causa que me impide
investigar profundamente en mi propio interior. Entonces pregunto, ¿pueden mi cerebro, mi
mente, toda mi estructura, estar libres de palabras?
AP: Pienso que es ahí adonde los límites del conocimiento le conducen.
K: Achyutji, creo que usted no está comprendiendo bien. Hemos dicho que el conocimiento es
acumulativo. Conocerme a mí mismo puede no ser acumulativo en absoluto.
AP: La verbalización es la quintaesencia del conocimiento
K: ¿Puedo emplear la palabra «conocimiento» cuando sea necesario y estar libre de la palabra
en mi investigación?
SP: ¿Está usted diciendo que hay una investigación sin la palabra?
K: Eso es.
AP: Cuando investigamos la palabra es inevitable y, a la vez un obstáculo.
K: Evidentemente. La dificultad para el Dr. Illich es que estamos empleando un lenguaje al que
él no está acostumbrado. Para nosotros conocimiento significa una cosa y para él significa
alguna otra. Por eso dice que no le sigue a usted. Por lo tanto debemos establecer una
comunicación lingüística, semántica
Y, de este modo, llego al punto en el que no conozco el sustrato, los cimientos sobre los
cuales «yo soy». No presupondré nada; no quiero aceptar ninguna autoridad, incluyendo mi
propia esperanza. Por eso pregunto cómo investigarme a mí mismo, y cuál es el movimiento y
el ímpetu necesario para «conocerme a mí mismo». No el tener conocimientos de uno mismo.
PJ: ¿Puede explicar, un poco más, la diferencia entre conocimiento de mí mismo y conocerme a
mí mismo?
K: Tengo conocimiento de mí mismo a través de mis reacciones, mis sentimientos, mis
respuestas a otros en mis relaciones. He estado celoso, sensual, enojado. Todas estas son
reacciones, pero es mucho más que eso. Todo lo que sé se basa en la verbalización. Digo que he
estado celoso; la palabra «celos», con todas sus connotaciones, me impide la observación de ese
sentimiento al que he denominado celos. Por eso, ¿es posible observar sin la palabra? ¿Puede
existir solamente el sentimiento sin la palabra, considerando que la palabra es el entorno?
Hay un sentimiento. En ese sentimiento está el observador. Ahí hay división. Es decir, ¿es
diferente el observador de lo observado? El divide a los dos. Yo soy diferente de la cosa
observada. Pero al observarme a mí mismo en tanto la palabra está asociada a la cosa que
observo, ello distorsiona la observación. Y, por eso, me pregunto, ¿puedo observar, estar atento
al sentimiento, sin nombrarlo?
¿Puedo simplemente observar? ¿Puede existir sólo observación sin identificación con la
palabra? Si es así, quitamos a la vez tanto la división como lo opuesto. De ese modo
eliminamos uno de los factores tradicionales que esta división provoca -los celos y yo- y, por lo
tanto, la observación es no verbal, hay solamente observación.
AP: No he llegado a eso.
K: Entonces, ¿cómo nos comunicaremos el uno con el otro? Usted no ha eliminado la palabra.
Usted ha afirmado que la verbalización es la barrera. ¿Qué puedo decirle acerca de ese factor
central en el que no hay conflicto, sino sólo observación?
PJ: ¿Se puede eliminar la palabra? ¿Cómo se hace?
K: Comprendo que la palabra no es la cosa. Eso se entiende claramente. Cuando digo «te
quiero», no son sólo palabras; hay algo más allá de las palabras. Por lo tanto, no estoy atrapado
por las palabras. No puedo eliminarlas, ya que son necesarias para comunicarse. Pero digo que
uno las elimina en sí mismo o desaparecen cuando uno ve que el observador es lo observado, el
pensador es lo pensado, el experimentador lo experimentado. La división, llega a su fin
totalmente y, por lo tanto, el conflicto también llega a su fin.
AP: Es como los semáforos. Yo digo que la comunicación verbal detiene como la luz roja del
semáforo y vuelve a cambiar otra vez.
K: ¿Está usted diciendo que veo esto por un instante y vuelvo después a mis viejos hábitos
arraigados?
RB: ¿Podemos decirlo de otro modo? Usted ha mencionado los celos. Puede haber un
movimiento de celos y, si uno lo contempla sin la palabra, en ese momento hay una suspensión
de esa cosa. En el autoconocimiento no hay solamente el movimiento de los celos, sino también
un enorme contenido que ha sido construido. ¿Cómo se puede captar el objeto en su totalidad
sin la palabra?
K: ¿Se da usted cuenta, realmente, no teóricamente, de que la palabra no es la cosa?
RB: En algunos momentos sí.
K: Eso no es darse cuenta. Es peligroso, como un autobús precipitándose sobre usted
RB: Todos estamos condicionados para confundirlos. Esto viene de mucho tiempo atrás. Puedo
decir que, en ese momento, la palabra no es el objeto.
K: No, es la verdad eterna. Si eso es así, y la palabra «celos» no es el estado, ¿podemos
observar los celos sin la palabra, sin todas las asociaciones de la palabra? ¿Observarlos como si
fuera la primera vez, sin incluir todo lo que está asociado con ellos? Eso requiere un tremendo
estado de alerta, de atención, que tiene su propia y extraordinaria disciplina, y no está
influenciado. Nos interesa la regeneración; si un ser humano, sin influencias externas, puede
provocar esta cualidad extraordinaria de la regeneración en un cerebro, en su mente, en sus
sentimientos.
Para entender esto profundamente, debe usted «conocerse a sí mismo». Por eso pregunto:
¿qué es la palabra «conocer», aparte del conocimiento? Usted la está limitando cuando dice «yo
sé». Entonces, ¿puedo observarme a mí mismo sin la palabra, el lenguaje, el conocimiento o el
reconocimiento? ¿Me entiende? Me miro a mí mismo y lo hago sin análisis. Tengo este
sentimiento de celos, surge. Hay una reacción instantánea, una verbalización de ese
sentimiento, lo que quiere decir que lo he llevado a los recuerdos de lo que ha ocurrido antes y
entonces lo reconozco. Si no existe reconocimiento, es por tanto algo nuevo y ése es el
principio de la regeneración.
AP: Al observar, advierto el surgir del reconocimiento a través de la palabra y digo que es la
palabra la que está proporcionando estabilidad a lo que estoy observando, debido a que yo no
soy diferente de lo que observo.
RB: Sin embargo, Krishnaji dice que no existe reconocimiento porque la memoria es eliminada
y, por lo tanto, lo nuevo está allí.
K: Usted dice «conócete a ti mismo». ¿Pero cómo voy a conocerme a mí mismo, observar lo
que soy? ¿Llevo a esa observación las memorias pasadas, las heridas, los recuerdos, y con esas
memorias me observo a mí mismo? Este es mi punto de vista. Si yo introduzco esas memorias,
entonces no estoy mirando, las que miran son las memorias, y las memorias están en acción.
¿Puede haber una suspensión, puedo dejar a un lado las memorias y observar? Ese puede
ser el factor de regeneración porque en dicha observación hay una ruptura con el pasado.
SP: ¿De una vez por todas?
K: Eso es codicia. Mire, quiero conocerme a mí mismo porque de otra manera no tengo
fundamento para nada. Conozco los límites de las palabras. Existe una observación de la
palabra y una observación de los límites del conocimiento. Puedo verlo cuando empleo las
palabras «conocerme a mí mismo». Las he sumergido en una taza, ahogándolas. Por tal motivo,
no empleo esas palabras. ¿Existe una observación del movimiento del yo sin la palabra, sin
reconocimiento, sin la experiencia previa que en la observación distorsiona lo que está
ocurriendo?
II: La verdad es que, humanamente, yo no puedo mirar sin ser totalmente yo mismo al hacerlo.
Y por consiguiente, puedo colocar la palabra en suspensión. Pero a veces necesito muletas.
K: En el momento en que usa las palabras «necesito muletas», las necesitará.
II: Acepto sus críticas a la palabra «necesidad». De vez en cuando me encuentro a mí mismo
utilizando muletas y no voy a desesperarme por ello.
K: Achyutji, usted hablaba de la luz roja del semáforo que le detiene por unos momentos.
¿Puede detenerse todo el pasado? Sin embargo, tiene tanta fuerza que regresa. El Dr. Illich dice
lo mismo, que en determinados momentos necesita muletas.
Conocerme a mí mismo resulta muy importante. Veo las limitaciones del conocimiento,
veo claramente, muy claramente, que la simple palabra «conocer» es peligrosa, en el sentido de
que tiene tremendas asociaciones con conocimiento. ¿Qué he abandonado? He entendido las
limitaciones del conocimiento; veo también la palabra anglo-europea «sentimiento» y observo
el peligro de esa palabra, puesto que puedo inventar muchos sentimientos y gran cantidad de
frivolidades. Es decir, que puedo ver también las limitaciones de ello. Y, al final de todo esto,
¿dónde estoy?
Empecé con la regeneración, llegué a las limitaciones del conocimiento, las limitaciones
del sentimiento, los peligros asociados a esto y al final pregunto: «¿me conozco a mí mismo?»
Porque ese «mí mismo» es la limitación del conocimiento, la limitación de la palabra
«conocer», el sentimiento y la entidad que me dice que tengo que librarme de esto y que
pregunta «¿quién soy yo?». Todo esto es el yo, la personalidad, con sus asociaciones, con todas
las cosas extravagantes, fragmentarias, implicadas en ella. Y, al final de todo, ¿dónde estoy?
Puedo decir honestamente con una afirmación legítima, legítima en el sentido de que no la
estoy inventando, que no voy a aceptar la autoridad de otra persona, que no hay nada que
conocer. Lo cual no significa que haya alguna otra cosa. Todo lo que puedo decir es que no hay
nada, lo que quiere decir que no hay ninguna cosa, que no hay un sólo movimiento del
pensamiento. Hay una terminación, un detenimiento del pensamiento. No hay ninguna cosa.
Sobre eso he construido todos mis apegos, mis creencias, mis temores. En este nada, todo es.
Por lo tanto, aquello es irreal; esto es real.
Así que he encontrado una clave para la regeneración, que es el vaciamiento de la mente
de todo el pasado que es conocimiento, las limitaciones de conocer, los sentimientos y el
contenido de mis sentimientos. ¿Le llamaría usted meditación a esto?
II: Sí, cuando lo hago por mí mismo.
K: «Mí mismo» son palabras.
II: Sí, cuando lo hago.
K: ¿Es esta acción progresiva o inmediata?
II: Me parece que es inmediata y no progresiva.
K: Correcto, déjelo ahí.
II: Sin embargo, estoy de acuerdo en que existe la tentación de hacerla progresiva, de
transformarla luego en algo que uno quiere.
K: ¿Qué significa la palabra tentación? Una de nuestras dificultades es que vemos todo esto
intelectualmente y después hacemos una abstracción de ello, lo cual es una idea, una
conclusión, y luego trabajamos con la conclusión. Realmente, ¿he comprendido en toda su
profundidad las limitaciones del conocimiento, entendiendo por conocimiento las instituciones,
sistemas, todo?
Me gustaría preguntarle: ¿está teniendo lugar una regeneración? Perdóneme si le he puesto
en un aprieto. Todos hemos escuchado y hablado, eso es cierto. Veo que la regeneración es
tremendamente importante. ¿Lo he captado, lo he saboreado, tiene un perfume? ¿Lo he
entendido? No en el sentido de retenerlo. Si no, ¿de qué hemos estado hablando? ¿Es que,
simplemente, hemos estado arando continuamente en arena y nunca hemos sembrado? ¿Dr.
Illich, estamos en comunicación lingüística uno con otro?
II: Creo que sí. ¿Puedo hacerle una pregunta? No me gustaría parecer imprudente. Cuando
usted planteó la cuestión de si estaba teniendo lugar una regeneración, ¡me hubiera gustado
contestar: oigo muy atentamente el canto de los pájaros en los árboles!
K: Sí. Yo también lo he estado escuchando.
Madrás, 14 de enero de 1978
APÉNDICE 3
PJ: ¿Podríamos discutir el problema del sufrimiento del hombre, la naturaleza de la compasión
y la meditación? Siento que estamos en una trampa, al estar sufriendo y no entender la
naturaleza de la compasión.
K: ¿Puedo preguntarle cuáles son sus ideas o conceptos acerca del sufrimiento, la meditación y
el amor?
AP: El sufrimiento es una parte ineludible de la vida. Somos víctimas indefensas cuando una
parte de la humanidad se ve forzada a llevar una vida sub-humana, sin esperanzas de cambio en
su manera de vivir. A menos que se vea un proceso afirmativo, uno se siente completamente
perdido.
PJ: Usted no puede hablar del sufrimiento de otra persona.
AP: Pero es mi propio sufrimiento. No estoy hablando del de otros.
PJ: El sufrimiento es parte de uno mismo.
AP: Estoy hablando del sufrimiento. Es completo. No hay nada que pueda ser tan completo
como el hecho de que no hay compasión en mí como auténtica respuesta. Cuando soy testigo
del sufrimiento de otro, formo parte de ese sufrimiento.
K: ¿Existen cosas tales como mi sufrimiento, el suyo y el de él?
PJ: El sufrimiento, no es un concepto ni una idea. Está en mí profundamente.
K: Me pregunto: ¿qué queremos decir con la palabra «sufrimiento»? Vayamos lentamente,
porque es bastante importante. ¿Qué queremos expresar cuando hablamos de sufrimiento, pena,
dolor? Todo ser humano soporta esta desagradable cuestión del sufrimiento. Algunos piensan
que es un proceso purificador, esclarecedor. Algunos consiguen explicaciones que parecen
satisfacerles: hiciste algo en el pasado y estás pagando por ello. Prescindamos de todas estas
palabras; lo que queda, lo que permanece es la realidad, el sentimiento de dolor, no la palabra,
no la connotación de esa palabra, no la evocación de las imágenes que nos brinda. Entonces,
¿qué es este sentimiento tan profundo que llamamos sufrimiento? Mi hijo muere y hay un
tremendo sentimiento. ¿Es eso sufrimiento?
PJ: Es sufrimiento.
K: En eso está involucrada la autocompasión, el sentimiento de soledad, el darme cuenta de que
he perdido a alguien y he quedado solo. Sufro porque él no ha vivido tanto como yo, etc. Pero
la raíz de este enorme sufrimiento está en lo que el hombre ha soportado durante innumerables
siglos.
PKS: Tomándola como una primera definición de la palabra «sufrimiento», no como la
connotación definitiva, ¿qué es lo que uno siente realmente cuando sufre? Pienso que hay cierto
sentido de privación, una necesidad, y esto produce un estado mental, un dolor agudo al que
llamamos sufrimiento. En él, hay un sentido de limitación, de finitud, de desamparo.
AP: Si se me permite sugerirlo, nosotros los seres humanos conocemos el dolor físico. El dolor
físico es una condición que tenemos que aceptar; no podemos hacer nada al respecto. El
sufrimiento del que hablamos es exactamente igual, pero en el plano psicológico; es decir,
somos absolutamente incapaces de hacer nada al respecto. Tenemos que aceptarlo y vivir con
él.
K: Señor, si usted ve que sus vecinos son gente pobre, siente una gran compasión por ellos.
Quizás se sienta culpable por haberse acostumbrado a su pobreza, a su degradación sin límites.
Quizás pueda usted sentir un gran afecto por ellos. ¿Llamaría usted sufrimiento al hecho de que
el hombre viva tan pésimamente?
II: Sí. Por lo menos yo sé que hay diferentes tipos de sufrimiento en mi vida. Uno de ellos es
ese sufrimiento del que estamos hablando: sufro cuando cometo un acto violento contra otra
persona, que me separa de ella. Vivo en sociedad; por eso, hay muchas cosas que no puedo
emprender sin privar a los otros de una gran porción. Por ejemplo, mañana por la mañana yo
tomo el avión de Madrás a Delhi, y he calculado que ese avión que está hecho para mi
comodidad consumirá más oxígeno de la atmósfera que el que pudiera respirar una pequeña
manada de elefantes, desde su nacimiento hasta su muerte. Seré corresponsable de una
explotación de varios miles de indios, cada uno de los cuales, y de manera apreciable, paga sus
impuestos y vive en un mundo dominado por los aviones, para que algunos de nosotros
podamos tener esa sensación de importancia de volar hoy en un reactor. Hago algo que, de no
llevarlo a cabo, me obligaría a cambiar radicalmente mi manera de vivir. Todavía no me he
decidido a efectuar este cambio. De hecho, para tomar ese avión, yo invento para mí mismo
legítimas razones, por medio de construcciones de palabras, de por qué tomo ese avión, y en
este sentido, experimento un tipo de dolor muy particular que es el que me gustaría que usted
me aclarara lo más posible.
K: Los discutiremos, señor. Como usted ha dicho, existen distintos tipos de dolor. Está el que
usted ha descrito; está también el sufrimiento de alguien que pierde a un hijo, un padre y una
madre; el ver la espantosa ignorancia y ver que no existe ninguna esperanza para el hombre en
un país como éste. Y está el sufrimiento, la profunda agonía de darse cuenta de que uno no es
nada. También existe el sufrimiento del trato que el hombre le da al hombre, etc. ¿Qué quiere
decir todo este sufrimiento? De acuerdo con el cristianismo o el hinduismo, ¿se termina alguna
vez el sufrimiento o es algo perpetuo? ¿Existe en modo alguno un final para todo sufrimiento?
II: Ciertamente no hay un final para este sufrimiento mientras desee participar en la violencia.
K: Entonces, me encierro en mí mismo. Si yo limito mi vida -«no hago esto, no haré aquello»-
entonces no seré capaz de moverme en absoluto. Por mi parte yo ya me he enfrentado con esto.
Deduzco de lo que usted dice que explotamos a la gente. ¿Qué puede hacer? Antes de contestar,
antes de que discutamos esta cuestión, ¿puedo preguntar qué es el amor? Quizás esto pueda
resolver el problema y contestar esta pregunta.
Pregunto qué es el amor. Biológicamente, la vida es la reproducción y todo lo demás. ¿Es
eso amor? Me gustaría penetrar en ello, si me permite. Entonces, quizás, seremos capaces de
contestar la cuestión fundamental de que cualquier cosa que yo haga en este momento causa
algún tipo de sufrimiento a alguien. Las mismas ropas que visto, obligan a alguien a trabajar
para mí. Me gustaría enfocar esta cuestión desde un ángulo diferente. La palabra «amor» tiene
una gran carga; ha sido mal empleada, vulgarizada, sexualizada, todo lo que usted quiera. ¿Qué
es, entonces, el amor? Porque eso puede contestar a esta inacción gradual que surge cuando
digo: «no puedo hacer esto; si lo hago, estoy privando de eso a alguien, estoy explotando a
alguien»; y de ahí viene el sufrimiento; quizás podamos mantener un diálogo acerca de este
sentimiento del amor.
¿Amo a mi esposa? Penetremos un poquito en ello, porque esto puede solucionar nuestros
problemas de sufrimiento, explotación, utilización de la gente, estrechamiento de nuestras
vidas. Estoy tratando de evitar que yo mismo quede reducido a una actividad restringida. Por
eso, quiero formular esta pregunta, ¿es todo biológico? ¿Es biológico el amor que siento por mi
mujer?
R. Krishnaswamy: Sí.
KS: Sí, señor.
K: No estoy siendo rudo. No estoy siendo personal. Pero, en tal caso usted está reduciendo todo
a una reacción puramente sensorial.
KS: Sí, empieza así y luego comenzamos a verbalizarlo, a darle un carácter romántico.
K: Sí, se inicia de esa manera y después usted fabrica el cuadro, la imagen. ¿Es así?
KS: Creo que eso es verdad. El hombre primitivo, el cazador, no tema ninguno de estos
problemas a los que ahora nos estamos enfrentando. ¿También mi amor por mi hijo es así? ¿Es
ésta una forma extrema de egoísmo, debido a que pretendemos perpetuarnos a nosotros
mismos?
K: Está usted afirmando señor, que este estado no es sólo biológico sino sensorial. El amor
sensorial puede comenzar con el deseo, es decir, visión, percepción, contacto, sensación,
pensamiento, imagen y deseo; ése es el proceso. Usted dice que el amor es deseo, es biológico.
Quiero llegar a descubrir si el amor existe de alguna manera aparte de lo sensorial, del deseo, el
apego, los celos y, por consiguiente, el odio. ¿Es eso amor? Si le digo a mi esposa que todo es
sensorial, y si ella es de algún modo inteligente, podría arrojarme algo. Hemos reducido el amor
a una cosa limitada, fea. Por lo tanto no amamos.
El amor implica mucho más que la palabra. Implica una gran cantidad de belleza. No
estriba en la mujer que yo quiero, sino en el propio sentimiento del amor, lo que incluye una
relación con la naturaleza, el amor a las estrellas, a la tierra, a las piedras, al perro abandonado,
a todo eso y, también, el amor a mi mujer. Si se reduce todo a deseo y sensación, si llama a eso
movimiento biológico, entonces todo se convierte en una escabrosa aventura amorosa. Su mujer
le da placer a usted y usted a ella, como una necesidad biológica. ¿Es eso amor? Entonces
pregunto: ¿Es el amor deseo, placer? ¿Es bienestar sexual?
II: ¿Es comunión el amor?
K: ¿Cómo puedo estar en comunión con otra persona si tengo una imagen de ella?
II: ¿Puede una imagen ser un obstáculo para la comunión?
K: ¿Puedo librarme de la imagen que tengo de usted, de mi mujer, del profesor, del doctor?
Sólo entonces existe posibilidad de comunión. No necesito emplear palabras.
II: El amor, ¿es quizás libre comunión?
K: Aún no lo diría así. Pronto llegaremos a eso.
PKS: En un sentido fundamental, el amor es lo opuesto al deseo. El deseo se obstina en
conseguir. El amor insiste en dar.
K: ¿Lo ve, señor? Está usted clasificándolo en categorías, conceptualizando. Ya lo ha metido
usted en una jaula.
PKS: Tan sólo quería sugerir que el amor no es simplemente biológico, es mucho más que eso.
Es dar, es un sacrificio.
K: Si yo tengo una esposa, ¿cuál es mi relación con ella, además de la sexual, además del
apego, además del resto de cosas que entraña el significado tradicional de relación? ¿Estoy
realmente relacionado con la mujer?
Relación quiere decir estar en contacto en todos los niveles, no sólo en el nivel físico que
es deseo, placer. Cuando digo «te amo», y lo digo en serio, ¿no implica esto que usted y yo nos
encontramos en el mismo nivel, nos encontramos con la misma intensidad, en el mismo
momento?
II: Sí.
K: Aparentemente, eso sólo ocurre sexualmente, a nivel biológico. Yo me cuestiono esta forma
de encarar la vida, vida en la que se encuentra esta cosa tan inmensa que llamamos amor. ¿No
estamos obligados a descubrir qué es? ¿No le dicen su corazón, su mente, que usted tiene que
descubrirlo? ¿O se reduce todo a un nivel verbal?
NT: Si el amor es placer sensual y se basa en la búsqueda del deseo, no es amor. El amor tiene
que basarse en la compasión.
K: Pero, ¿qué es la compasión?
NT: La compasión misma es amor.
K: Señor, usted emplea las palabras con gran libertad.
NT: El amor es universal.
K: Quiero descubrirlo, quiero tener ese sentimiento de amor. Para el ser humano es como
respirar. Debo tenerlo.
NT: Ese sentimiento de amor es universal, no está movido por el deseo.
K: De acuerdo, no me tome por insolente, no piense que soy rudo. Pero, ¿ha sentido usted ese
amor o es tan sólo una teoría?
NT: No surge en la mente humana.
K: Eso es verbalizarlo. Quisiera saber si como ser humano, ama usted a alguien.
NT: No con un tipo de amor posesivo.
K: No, no. Todos ustedes están teorizando.
NT: No, señor.
K: Usted es sacerdote, monje; me acerco a usted y le digo: «¡por Dios!, déjeme que perciba el
aroma de eso que llaman amor». Y usted me responde que amor es compasión, que compasión
es amor, y vuelve a dar vueltas sobre lo mismo.
NT: El amor, en sentido absoluto, está presente en todos los seres humanos.
K: ¿Está presente el amor cuando usted mata a alguien, cuando Stalin mata a veinte millones de
personas, cuando India pelea con Pakistán? ¿Hay amor en cada ser humano?
NT: El amor está allí, en cada ser humano.
K: ¿Piensan ustedes que si existiera el amor en todos los seres humanos, India estaría como
está, sumergida en la pobreza, la degradación, la deshonestidad, la corrupción? ¿De qué están
hablando todos ustedes?
Profesor Subramaniam: Si el amor quiere decir estar relacionado con otra persona en todos los
niveles, ¿cómo es posible que pueda amar a otro si no me entiendo ni me amo a mí mismo? No
estoy hablando de egolatría. No tengo la sensación de estar relacionándome conmigo mismo en
todos los niveles. Cuando eso sucede, me doy cuenta de que no me estoy relacionado con
ninguna otra persona en todos los niveles, ya sea mi mujer o cualquier otra persona.
K: Y, como ser humano, ¿no le interesa descubrir esto, no quiere averiguarlo? ¿No desea tener
la sensación de esta grandiosidad? A menos de que la tenga, no acierto a ver el sentido de todas
estas discusiones, de la pujas o de todo lo que se practica en este país.
RB: Creo que la cuestión es que cuando no hay relación dentro de uno mismo, cuando hay
elementos contrapuestos, no puede haber amor.
K: Señor, preferiría hacer la pregunta de esta manera: si esta cuestión, el amor, es simplemente
un proceso biológico y uno lo ve, incluso intelectualmente, como una burda aventurita amorosa,
y un ser humano nunca ha sentido este perfume, ¿no quiere usted descubrir este amor, este
estado de pasión?, ¿no desea beber en esta fuente extraordinaria? ¿O nos hemos hipnotizado a
nosotros mismos verbalmente, de manera que nos hemos vuelto incapaces de cualquier
movimiento fuera del campo de nuestra propia y particular verbalización? Los cristianos, y eso
se lo diría mucho más fácilmente que yo el Dr. Illich, afirman «ama a Jesús, ama a Cristo, ama
a tu prójimo como a ti mismo», etc. Pongo en duda que cualquier aproximación religiosa o precepto sea amor. Se puede ir a la iglesia, se puede ir al templo y amar a dios, si es que dios
existe. ¿Es eso amor?
RB: Señor, usted empezó preguntando qué es el sufrimiento y ha continuado con la cuestión de
qué es el amor. ¿Podría explicar la relación que hay entre esas dos cuestiones?
K: ¿Son acaso amor estas batallas constantes, las palabras, las teorías y el vivir a este nivel?
Personalmente, no puedo imaginarme a un ser humano sin este amor. Si no lo tiene, está
muerto.
AP: ¿No es ése el punto crucial de la regeneración?
K: Sí. Si uno no ha logrado el amor, ¿cómo puede regenerar alguna cosa? Si usted no se ocupa
de la planta que acaba de sembrar, si no le da agua, aire, alimento apropiado, afecto, y no se
preocupa de que tenga suficiente luz, la planta no podrá crecer. Dejemos, por un momento, el
tema del amor. ¿Podemos investigar qué es la meditación?
PJ: Sin comprender lo que son el sufrimiento y el amor, no podemos saber que es la
meditación.
RB: ¿Pero no es éste el problema, realmente? Millones de personas ni siquiera se preguntan qué
es el amor.
II: ¿Es, quizás, algo tan secreto, tan oculto, tan personal? Sin embargo, es tan diferente debido a
su existencia concreta en cada uno de nosotros. Usted habla acerca de amarnos los unos a los
otros, de una especie de existencia muy próxima.
K: Puedo pertenecer a una comunidad, a una comuna, y sentirme muy próximo a los demás
porque estamos allí al mismo tiempo
II: Sí, pero eso no tiene nada que ver con esto.
K: Sí.
II: Sin embargo, en un nivel muy profundo, está esa cosa maravillosa, gloriosa, que yo creo que
contribuye al amor; su vida y la mía en ese momento están sacralizadas, son las formas de
renovación de la presencia mutua.
K: Perdóneme, yo no diría eso; diría que cuando hay amor no hay «usted» o «yo».
II: Eso podría entenderse fácilmente. Sé que usted no quería expresarlo de ese modo, sin
embargo, el amor es una simbiosis.
K: No.
II: No hay «usted» y no hay «yo» pero, por otro lado, hay más de usted y más de mí.
K: Señor, cuando hay una gran belleza, como la de una montaña, su majestuosidad, su
hermosura, su sombra y su luz «usted» no existe. La belleza de esa cosa aleja el «usted» ¿Me
sigue en lo que estoy diciendo?
II: Le sigo
K: En ese momento, cuando debido a la majestuosidad de la colina no existe el «yo», sólo hay
ese sentido de gran maravilla, de radiante belleza. Por eso digo: la belleza está cuando yo no
estoy, con mi problema, con mis dioses, con mi amor biológico y todas las demás cosas.
Cuando yo no estoy, lo otro está.
II: Y sin embargo, corríjame si estoy equivocado, en ese momento la llama transparente arde
con mayor altura y la corriente de la vida es más clara, más fresca, y la renovación de este
mundo sucede.
K: En ese momento tiene lugar un nuevo rejuvenecimiento, si quiere expresarlo de ese modo.
Yo lo digo de esta manera: que hay una sensación de que existe una cosa distinta de mí.
II: Sí. Esa cosa distinta implica...
K: Cosa distinta no quiere decir opuesta.
PJ: ¿Puedo preguntar qué es lo que hace que la fuente, la corriente fluya?
K: He visto el nacimiento de un gran río, allá arriba en la montaña. Empieza con unas pocas
gotas de agua, luego se junta con otras y después, al final, es una formidable corriente. ¿Es eso
amor?
PJ: ¿Qué es lo que hace que la corriente fluya totalmente?
K: Yo llego y le digo: «mire, no sé qué es el amor, por favor enséñemelo, ayúdeme o déjeme
aprender qué es». Yo digo que el apego no es amor, el simple placer biológico con todos sus
movimientos, con todas sus implicaciones, no es amor. ¿Puede usted estar libre de apego,
negarlo completamente? A través de la negación se puede llegar a lo positivo, pero nosotros no
haremos eso. Me acerco a usted que ha aprendido, que ha estudiado, que ha vivido, sufrido, que
tiene hijos, y le digo: «por favor, enséñeme, ayúdeme a entender el amor». No digo: «el amor es
conocimiento sin palabras» y todo eso. Yo lo quiero en mí. No me dé cenizas.
PJ: ¿Cuál es la relación entre sufrimiento y amor? ¿Existe alguna relación’?
K: Tiene usted que relacionar sufrimiento, amor y muerte. Si usted termina con el apego,
termina. No dice: «lo termino hoy, para recuperarlo mañana». Termínelo completamente, y
también los celos, la codicia. No argumente sino termínelo, lo que significa muerte. Tanto
biológica como psicológicamente el final de algo es muerte. Entonces, ¿puede usted desistir,
renunciar -para decirlo de manera tradicional- a su status, su posición, sus apegos, sus
creencias, sus dioses? ¿Puede usted arrojarlos al río y contemplar lo que sucede? Pero usted no
hará eso. ¿Puede la renunciación proporcionar amor, ayudarle a entender la belleza del amor?
Ustedes son monjes, han estudiado, por favor, díganmelo.
PKS: La renunciación puede ser de muchos tipos. La renunciación del egoísmo ciertamente no
será amor.
K: El hecho de haber llegado a ser monje, prescindiendo del mundo y haciendo voto de
castidad, ¿me proporcionará amor?
PKS: No. Se puede ser monje, tomar los votos y, sin embargo, no tener amor.
K: ¿Entonces qué voy a hacer? Usted es filósofo, enseña todas estas cosas. Filosofía quiere
decir amor a la verdad. ¿Está usted dándome algo auténtico? ¿Me ayuda usted a entender la
verdad?
PKS: De sus observaciones obtenemos ciertas descripciones del amor.
K: No quiero descripciones del amor. Quiero alimento.
PKS: Hemos encontrado ciertas características del amor. Una de ellas es la carencia de
egoísmo, otra es la no posesividad. Todos aspectos positivos. Ciertas características que usted
cita son positivas, pero en nuestra propia naturaleza están los celos y la codicia.
K: Correcto. Soy su discípulo; vengo a aprender de usted porque usted es filósofo. No lo tomen
como una grosería, pero pregunto: ¿están ustedes viviéndolo o son sólo palabras? Si lo viven,
entonces hay comunión entre nosotros. Estoy luchando por un soplo de esto. Estoy ahogado.
¿Qué voy a hacer?
Me digo a mí mismo que nadie puede ayudarme. Ni gurús, ni libros, nada me ayudará. Por
eso lo descarto todo; ni siquiera me refiero a ello. Por lo tanto, pregunto: ¿qué es el amor?
Déjeme averiguarlo, porque si no tengo esa llama, ese amor, la vida no significa nada; puedo
superar exámenes, llegar a ser un gran filósofo, pero eso no es nada. Tengo que averiguarlo.
Sólo puedo descubrir algo a través de la negación. Por medio de la negación llego a lo positivo,
no empiezo con lo positivo. Si comienzo con lo positivo, acabo en la incertidumbre. Si empiezo
con la incertidumbre, algo positivo sucede. Yo afirmo que el amor no es algo simplemente
biológico. El movimiento biológico, el deseo, lo coloco en su lugar apropiado. Y así, me libero
de la explicación biológica del amor. Entonces, ¿es el amor placer, lo cual significa apetencia,
deseo, persecución de un incidente que ocurrió ayer, el recuerdo de ello y el culto a todo eso?
El placer implica alegría, contemplar la belleza del mundo, la hermosura de la naturaleza; a eso
también le asigno el puesto que le corresponde. Entonces, ¿qué es el amor? Obviamente, no es
apego; no es celos, posesividad, dominación; por lo tanto, descarto todo eso
Entonces pregunto: ¿qué lugar ocupa el pensamiento en la relación? ¿Ocupa algún lugar?
El pensamiento es recuerdo, es la respuesta del conocimiento, la experiencia de la cual nace el
pensamiento. Por lo tanto, el pensamiento no es amor. En ello hay una negación de la estructura
total que el hombre ha edificado. Entonces, mi relación con mi esposa ya no se basa más en el
pensamiento, en los acontecimientos, en el deseo sensorial, en la demanda biológica o en el
apego; es completamente nueva. ¿Querrán ustedes investigar todo esto? Ahora bien, ¿qué es el
amor? Es la terminación de todo lo que el hombre ha creado en su relación con otro, ya sea
país, raza, lengua o clan. ¿Significa muerte ese final?
PKS: Es conocer la consumación de la vida.
K: No, no. Me refiero a la terminación del pensamiento en la relación. ¿No es eso muerte?
II: ¿Podríamos decir que yo nunca he amado lo suficiente hasta el momento de mi muerte?
K: Quiero invitar a la muerte, no deseo cometer suicidio. Entonces, muerte significa un final.
Estoy apegado a mi esposa, llega la muerte y me digo «mira, todo se ha acabado». Final
significa muerte; el final del apego es una forma de muerte. El final de los celos, de las
demandas biológicas, también es muerte y, a partir de ahí, puede llegar el sentimiento llamado
amor. Hemos sido educados en la creencia de que la muerte es algo que está al final de nuestra
vida. Y lo que yo digo es que la muerte está en el comienzo de la vida, porque muerte significa
final. Este final es la terminación de mi egoísmo. Por lo tanto, de allí surge ese extraordinario
pájaro, como el ave fénix, llamado amor. Creo que si se tiene ese sentido del amor, puedo tomar
el avión. Ya no se trata de andar en un carro tirado por bueyes o un avión, pero no me engaño a
mí mismo. No tengo ilusiones.
II: ¿Es también el final del sufrimiento?
K: Sí. Señor, ¿conoce la palabra latina empleada para sufrimiento? En ella está involucrada la
pasión. Sé que la mayoría de los seres humanos conocen lo que es la lujuria, el placer biológico,
y todo el resto. ¿Son realmente conscientes de lo que es el sufrimiento? ¿O es una cosa que sólo
se conoce, se reconoce, se experimenta, cuando ha terminado? ¿Conozco lo que es el
sufrimiento en el momento en que muere mi hermano, mi hijo, mi esposa? ¿O está siempre en
el pasado?
II: No conozco el sufrimiento de mi propia injusticia, que siento que está conectada con la
sombra de mi propia acción. Un simple carro de bueyes es una cuestión insignificante.
K: Por lo tanto, no lo reduciré a eso. Está usted diciendo que si tomo el avión, especialmente el
Jumbo, estaré allá arriba; cuando utilizo la carreta de bueyes, estoy aquí abajo. Y si voy
caminando todavía estaré más abajo.
II: ¿No sería sabiduría el aprender, el actuar con el sufrimiento y, por lo tanto, mantener
también el sufrimiento en su sitio? Si tengo el valor de actuar con el sufrimiento que conozco,
entonces, al mismo tiempo, iré eliminando progresivamente de mi vida todas esas cosas que
proyectan una gran sombra de sufrimiento.
K: ¿Por qué tengo que soportar el sufrimiento?
II: Porque cometo injusticias; de otro modo, ¿cómo podría justificar lo que no tiene
justificación?
K: No, no justificaré. Quiero descubrir cuál es la acción correcta, no justificar, no decir que no
volaré en avión. Quiero averiguar cuál es la acción correcta en todas las circunstancias. La
acción correcta puede variar en distintas cosas, pero siempre es correcta. Estamos empleando la
palabra «correcta», exacta, verdadera, no contradictoria, no la acción del interés propio; todo
eso está implícito en las palabras «acción correcta». ¿Cuál es mi acción correcta? Si puedo
averiguarlo, habré resuelto el tema de ir en avión, en carreta de bueyes o caminando. ¿Pero cuál
es la acción correcta en mi vida? La acción correcta surgirá cuando la mente no esté preocupada
con el «yo».
PKS: ¿Puedo preguntar cuál es la definición de meditación? ¿Es la constante percepción alerta?
II: No hay ejercicio de la mente acerca de ello, salvo la percepción alerta.
K: La palabra «meditación» significa, según el diccionario, considerar detenidamente,
reflexionar, examinar con cuidado algo misterioso; no lo que hemos hecho de ella.
PKS: Pero, ¿no podría aplicarse a casos en los que se ha sabido que algo es verdad y se ha
averiguado que es así sin ninguna sombra de duda?
K: ¿Cómo puedo averiguar si algo es verdad?
PKS: Por ejemplo, la práctica del amor.
K: El amor no es algo que se practica.
II: No, en el sentido de darse cuenta, de estar alerta a.
K: No señor, me refiero al final de algo. No existe la práctica de terminar con algo. Termino
con mis celos. Quiero averiguar qué es el amor. Obviamente, el amor no es celos. Por eso los
elimino sin argumentar. Porque todo mi impulso, toda mi preocupación es descubrir esa cosa,
quiero llegar a ella. Del mismo modo, quiero averiguar también qué es la meditación:
Meditación zen, birmana, india, tibetana, hinayana. ¿Tengo que pasar por todo esto para
averiguar lo que es la meditación? ¿Tengo que ir a Japón, pasarme años en monasterios,
practicar, ir a Birmania, a India, a todos los gurús?
Deseo saber lo que usted entiende por meditación. ¿Estaría usted de acuerdo con que el
principio básico, la esencia de toda meditación, es el control? Si le pregunta a un cristiano qué
es la meditación, le responderá una cosa; si se lo pregunta a un gurú indio, le dirá otra. Si le
pregunta a un hombre que ha practicado meditación durante veinticinco años, le dirá otra
distinta. ¿Qué es meditación? ¿Es el control de la mente o del pensamiento y, por lo tanto, el
control de la acción? Control implica elección. Elección significa que no hay libertad en
absoluto. Si elijo, carezco de libertad.
PKS: El control es un elemento importante en la meditación.
K: Es decir, está usted afirmando que el control es parte de la meditación. Entonces, ¿quién es
el controlador: el yo superior, el (atman1) , la superconciencia, que han sido todos creados por el
pensamiento? Ahora bien, ¿puedo vivir una vida sin control?
II: Señor, para lo que pretendemos en esta conversación, ¿no podríamos decir que la meditación
es el ensayo del acto de morir?
K: Perdóneme, ¿por qué tiene que haber un ensayo?
II: Un día seré llamado por última vez, y antes de que pueda comprometerme con esa actividad
suprema que es morir...
K: ¿Por qué no morir ahora?
II: Bien. Si es el acto de morir, con mucho gusto lo expresaré así. Sólo que si yo le digo a
alguien que la meditación significa morir y añado también que mañana por la mañana
desayunaré con usted, la gente no me entenderá; ésa es la razón por la que propuse el término.
K: No señor. Creo que no estamos entendiéndonos. La palabra «meditación» se ha puesto de
moda en Europa. Se ha vulgarizado, industrializado, se gana dinero con ella. Dejemos de lado
todo esto. ¿No es meditación encontrarse con algo sagrado, algo no creado por el pensamiento
que dice «esto es sagrado»? Digo sagrado en el sentido de algo que no está contaminado por el
tiempo, el entorno, algo que es original. Desconfío de estas palabras pero, por favor, acéptelo.
¿Es la meditación una investigación sobre eso?
II: ¿Sobre eso de lo cual hablamos cautelosamente?
K: Sí, sobre eso. En tal caso, mi investigación no puede ser dirigida en absoluto, debe ser
imparcial. De lo contrario, me iría por la tangente. Si tengo un motivo para la meditación a
causa de mi infelicidad y, por lo tanto, quiero encontrar eso, entonces mis motivos son los que
se imponen, cayendo así en la ilusión.
II: Si planteo lo mismo, pero en términos diferentes, si digo que meditación es la disposición
favorable para una sorpresa radical, ¿lo aceptaría usted?
(1
Atman: Principio cósmico individualizado en el ser humano.)
El espíritu, la parte más abstracta de su naturaleza.
K: Sí, lo acepto. Por eso, mi preocupación en la meditación es, ¿tengo un motivo? Motivo
significa movimiento. Tengo un motivo en la meditación. ¿Busco una recompensa?
Debo tener
muy claro que no hay búsqueda de recompensa o de castigo, lo cual quiere decir que no hay
dirección. También debo tener muy claro que no haya elemento alguno que cree ilusión. La
ilusión nace cuando hay deseo, cuando quiero algo. Me doy cuenta del hecho de que la mente
en meditación debe estar tremendamente consciente de que no ha quedado atrapada en ningún
tipo de autohipnosis, en ninguna ilusión creada por uno mismo. Por esa razón, parte de la
meditación consiste en eliminar la máquina que crea ilusiones. Y, si hay control, ya está
dirigida. Por consiguiente, ¿puedo vivir una vida cotidiana en la que no exista ningún control en
absoluto? Eso significa que no haya ningún censor que me diga «haz esto, haz aquello». Toda
nuestra vida, desde la infancia, se nos ha educado para que nos controlemos, nos reprimamos,
sigamos a alguien. Entonces, ¿puedo vivir una vida cotidiana, no una vida abstracta, con mi
esposa, mis amigos, sin que exista ningún control, ninguna dirección, ningún movimiento?
Ese es el comienzo de la meditación.
Madrás, 14 de enero de 1978