DIARIO 2 - J.K - 22 DE OCTUBRE DE 1973

 22,Octubre,1973 

Desde un pequeño bote, en la tranquila y lenta corriente del río, era visible todo el horizonte de norte a sur y de este a oeste; no había un árbol ni una casa que rompieran la línea del horizonte; no se veía flotar una sola nube. 

Las orillas eran llanas, se prolongaban a ambos lados hacia la tierra firme y contenían al ancho rio.

Había otros pequeños botes de pescadores; éstos, agazapados en un extremo, sostenían las redes en el exterior; eran hombres que tenían una paciencia enorme. 

Se unían el cielo y la tierra, y había un espacio inmenso. 

En este espacio ilimitado tenían su existência la tierra y todas las cosas, incluso este pequeno bote llevado por la fuerte corriente. 

Al doblar el recodo del río, los horizontes se extendían inmensurablemente, infinitos hasta donde la vista podia alcanzar. 

El espacio se volvió inagotable. 

Tiene que existir este espacio para la belleza y la compasión. 

Todas las cosas deben tener espacio, las animadas y las inanimadas, la roca en el cerro y el pájaro en el viento. 

Cuando no hay espacio, lo que hay es muerte. 

Los pescadores cantaban, y el sonido de su canto venía bajando por el río. 

El sonido necesita espacio; la palabra correctamente pronunciada crea su propio espacio. 

El río y el árbol distante sólo pueden sobrevivir cuando tienen espacio; sin espacio, todas las cosas se marchitan y mueren. 

El río desaparecía en el horizonte y los pescadores estabàn desembarcando. 

Llegaba la profunda oscuridad de la noche, la tierra descansaba de un fatigoso día y las estrellas brillaban sobre el agua. 

El vasto espacio se redujo en el interior de una casa con muchas paredes. 

Aun las grandes casas palaciegas tienen muros que aprisionan y ocultan ese espacio inmenso convirtiéndolo en su espacio propio. 

Una pintura debe tener espacio dentro de ella, aunque la pongan en un marco; una estatua sólo puede existir en el espacio; la música crea el espacio que necesita; el sonido de una palabra no sólo crea espacio, lo necesita para ser escuchado. 

El pensamiento puede imaginar la extensión entre dos puntos, la distancia y la medida; el intervalo entre dos pensamientos es el espacio que forma el pensamiento. 

La contínua extensión del tiempo, el rnovimiento y el intervalo entre dos movimientos del pensar, necesitan espacio. 

La conciencia está dentro dei movimiento dei tiempo y el pensamiento. 

El pensamiento y el tiempo son mensurables entre dos puntos, entre el centro y la periferia. 

La conciencia, amplia o estrecha, existe donde hay un centro, el «yo» y el «no yo». 

Todas las cosas necesitan espacio. 

Si las ratas son encerradas en un espacio restringido, se destruyen entre ellas; los pequeños pájaros que se posan al atardecer sobre el alambre del telégrafo, tienen el espacio que necesitan entre uno y otro. 

Los seres humanos que viven en ciudades atestadas, se están volviendo violentos, 

Donde falta espacio, externa o intemamente, son inevitables todas las formas de la perversión y el deterioro. 

El condicionamiento de la mente a través de lo que se llama educación, religión, tradición, cultura, deja poco espacio para el florecimiento de la mente y el corazón. 

La creencia, lo que se experimenta conforme a esa creencia, la opinión, los conceptos, las palabras, son el «yo», el ego, el centro que crea el espacio limitado dentro de cuya frontera se encuentra la conciencia. 

El «yo» tiene su ser y su actividad dentro dei pequeño espacio que ha creado para sí mismo. 

Todos sus problemas y sufrimientos, sus esperanzas y su desesperación, están dentro de sus propias fronteras, y ahí no hay espacio. 

Lo conocido ocupa toda su conciencia. La conciencia es lo conocido. 

Dentro de esta frontera no hay soíución para todos los problemas que los seres humanos han acumulado. 

Sin embargo -no quieren desprenderse de lo conocido- se aferran a ello o inventan lo desconocido en la esperanza de que resuelva sus problemas. 

El espacio que el «yo» se ha fabricado, es su dolor y la desdicha del placer. 

Los dioses no nos dan espacio, porque el espacio de ellos es el nuestro. 

Este vasto, inmensurable espacio está más allá de la medida del pensamiento, y el pensamienlo es lo conocido. 

La meditación consiste en vaciar la conciencia de su contenido, lo conocido, el «yo».

Lentamente, los remeros condujeron el bote por el río dormido, y la luz de una casa señalaba la dirección. 

Había sido un largo atardecer y el crepúsculo dorado, verde y naranja, trazaba un sendero de oro sobre el agua.