MAS ALLÁ DEL TIEMPO - CAPÍTULO 12- LA MENTE EN EL UNIVERSO - (J.K. Y D.B.)

 La mente en el universo 


KRISHNAMURTI: Hablábamos el otro día de una mente que está por completo libre de todo movimiento, de todas las cosas que el pensamiento ha puesto ahí: el pasado, el futuro, etc. Pero antes de que sigamos examinando eso, quisiera que discutiéramos las razones por las que el hombre está aprisionado en actitudes y valores materialistas; y también quiero preguntarle cuál es la naturaleza del materialismo

DAVID BOHM: Bueno, ante todo, materialismo es el nombre de cierta doctrina filosófica... 

K: No es a eso que me refiero. Quiero explorar esto. 

DB: La materia es todo lo que existe. 

K: O sea, que la naturaleza y todos los seres humanos reaccionan físicamente. Esta reacción es alimentada por el pensamiento. Y el pensamiento es un proceso material. Por lo tanto, la reacción en la naturaleza es una respuesta materialista. 

DB: Creo que la palabra “materialista” no es del todo exacta. Digamos que es la respuesta de la materia.

 K: La respuesta de la materia; expresémoslo de ese modo. Es mejor. Estamos hablando acerca de tener una mente vacía, y hemos llegado al punto en que el muro ha sido derribado. Este vacío y lo que se encuentra más allá del vacío o a través de él... ya llegaremos a eso, pero antes de hacerlo, pregunto: ¿Es materia toda reacción? 

DB: Es materia en movimiento. Podría decirse que hay evidencia a favor de eso, que la ciencia ha descubierto que un enorme número de reacciones se deben a los nervios. 

K: ¿Diría usted, entonces, que la materia y el movimiento son las reacciones que existen en toda la materia orgánica? 

DB: Sí, toda la materia, tal como la conocemos, se rige por la ley de acción y reacción

Cada acción tiene una reacción correspondiente. 

K: Por lo tanto, acción y reacción son un proceso material, como lo es el pensamiento. Ahora bien, la cuestión es ir más allá de eso.

DB: Pero antes de afirmar algo así, digamos que algunas personas podrían pensar que no hay ningún sentido en ir más allá. Esa sería la filosofía del materialismo

K: Pero si uno está viviendo meramente en esa área, su vida es muy, muy superficial. ¿Correcto? Realmente, no tiene en absoluto significado alguno. 

DB: Tal vez deberíamos referirnos a una cosa que algunas personas han dicho, que la materia no es solamente acción y reacción, sino que puede tener un movimiento creativo. La materia puede crear formas nuevas. 

K: Pero eso sigue estando en la misma área. 

DB: Sí. Pongámoslo en claro. Tenemos que ver que existen formas muy sutiles de materialismo que podrían ser difíciles de detectar. 

K: Empecemos por preguntar si usted considerarla que el pensamiento es un proceso material. 

DB: Sí. Bueno, algunas personas podrían argüir que en parte es material y en parte es algo que trasciende lo material. 

K: Lo sé. He discutido esto. Pero no es así. 

DB: ¿Cómo podemos expresar eso sencillamente para que resulte bien claro? 

K: Porque cualquier movimiento del pensar es un proceso material. 

DB: Tenemos que ampliar esto de modo que no sea una cuestión de autoridad. Uno dice, a titulo de observación, que el pensamiento es un proceso material. Ahora bien, ¿cómo puede uno ver que es así?

 K: ¿Cómo podría uno darse cuenta de que el pensamiento es un proceso material? Pienso que es bastante claro. Hay una experiencia, un incidente que se registra, el cual se convierte en conocimiento. Y desde ese conocimiento surge el pensar, y entonces tiene lugar la acción. 

DB: Sí. Por lo tanto, decimos que el pensamiento es eso. Que proviene constantemente del trasfondo. ¿Afirma usted, entonces, que si surge algo nuevo, no es parte de este proceso? 

K: Sí. Si ha de haber algo nuevo, el pensamiento, como proceso material debe terminar. Es obvio. 

DB: Y entonces puede reanudarse después. 

K: Después, sí. Espere, veamos lo que ocurre después. Decimos, entonces, que toda acción y reacción, y la acción que se deriva de esa reacción, constituyen un movimiento de la materia. 

DB: Sí, un muy sutil movimiento de la materia. 

K: Por consiguiente, en tanto la mente de uno está dentro de esa área, tiene que haber un movimiento de la materia ¿Es, entonces, posible, que la mente supere la reacción? Ése es el próximo paso. Como dijimos antes, uno se irrita, y ésa es la primera reacción. Después, la reacción a eso -la segunda reacción- es: “No debo estar irritado”. Entonces viene la tercera reacción: “Debo controlarme o justificarme”. Así que, constantemente, hay acción y reacción. ¿Puede uno ver que éste es un movimiento continuo y sin fin?

 DB: Sí, la reacción es continua, pero en cierto momento parece haber terminado, y al momento siguiente es como si fuera un movimiento nuevo. 

K: Pero sigue siendo una reacción. 

DB: Sigue siendo lo mismo, pero se presenta de una manera diferente. 

K: Es exactamente lo mismo siempre... 

DB: Pero se presenta como algo siempre diferente, siempre nuevo. 

K: Por supuesto. Es justamente eso. Usted dice algo, yo me irrito, pero esa irritación es una reacción.

 DB: Sí, parece ser algo súbitamente nuevo. 

K: Pero no lo es. 

DB: Uno tiene que darse cuenta de que no lo es. Por lo general, la mente tiende a no percatarse de ello.

 K: Nosotros somos sensibles a ello, estamos alertas al problema. Entonces, si uno está despierto, atento, la reacción llega a su fin: si uno comprende este proceso reactivo, si lo comprende no sólo lógicamente sino a través del discernimiento, ese proceso puede, por supuesto, cesar. Por eso es muy importante que esto se comprenda antes de que discutamos lo que es la mente vacía y si existe algo más allá de esto, o si en ese mismo vaciado de la mente, hay alguna otra cualidad. Entonces, ¿es esa mente vacía una reacción? ¿Una reacción a los problemas del dolor, el placer y el sufrimiento? ¿Es un intento de escapar de todo esto hacia algún estado de no-ser?

DB: Sí, la mente siempre puede hacer eso. 

K: Puede inventar. Ahora hemos llegado al punto de preguntarnos si esta cualidad del vacío no es una reacción. ¿De acuerdo, señor? Antes de ir más lejos, ¿es posible tener una mente que de veras esté completamente vacía de todas las cosas que el pensamiento ha acumulado? 

DB: De modo que el pensamiento cese de actuar. 

K: Así es. 

DB: Por un lado, tal vez uno pudiera decir que la reacción se debe a la naturaleza de la materia, la cual continuamente está reaccionando y moviéndose. ¿Pero entonces la materia es afectada por este discernimiento? 

K: No le entiendo bien. ¡Ah, sí, ya comprendo! ¿Afecta el discernimiento las células del cerebro que contienen la memoria? 

DB: Sí. La memoria está reaccionando continuamente, se está moviendo, como el aire, el agua y todo lo que nos rodea. 

K: Después de todo, si no reacciono físicamente, estoy paralizado. Pero estar reaccionando continuamente, es también una forma de parálisis. 

DB: Bueno, ¡la forma impropia de reacción! La reacción en torno a la estructura psicológica. Pero si damos por sentado que la reacción en torno a la estructura psicológica ha comenzado con la humanidad, ¿por qué debería terminar alguna vez? La reacción produce otra reacción y otra y otra, y entonces cabria esperar que eso continuara para siempre y que nada lo detuviera. 

K: Solamente el discernimiento en la naturaleza de la reacción, termina con la reacción psicológica. 

DB: Entonces usted sostiene que la materia es afectada por el discernimiento, el cual está más allá de la materia. 

K: Sí, más allá de la materia. Este vacío, ¿se encuentra, entonces, dentro del cerebro mismo? ¿O es algo que el cerebro ha concebido como un estado de vacío? Uno debe ser muy claro al respecto. 

DB: Sí. Pero cualquier cosa que discutamos, no importa cuál sea el problema, el pensamiento empieza a querer hacer algo al respecto, porque siente que siempre puede hacer una contribución. 

K: De acuerdo. 

DB: En el pasado, el pensamiento no comprendió que no tenía ninguna contribución útil que hacer, pero ha continuado en el hábito de decir que el vacío es muy bueno. Por lo tanto, el pensamiento dice: “Trataré de producir el vacío”.

K: Por supuesto. 

DB: ¡El pensamiento trata de ser útil! 

K: Ya hemos pasado por todo eso. Hemos visto la naturaleza del pensar, su movimiento, el tiempo y todo eso. Pero ahora quiero descubrir si este vacío está dentro de la propia mente, o si está más allá.

 DB: ¿Qué entiende usted por mente? 

K: La mente es todo: las emociones, el pensamiento, la conciencia, el cerebro; la totalidad de eso es la mente. 

DB: La palabra “mente” ha sido usada de muchas maneras. Ahora usted la está usando en el sentido de que representa el pensamiento, el sentimiento, el deseo y la voluntad, todo el proceso material. 

K: Sí, todo el proceso material. 

DB: ¡Que la gente ha denominado no-material! 

K: De acuerdo. Pero la mente es todo el proceso material. 

DB: Que se desarrolla en el cerebro y en los nervios. 

K: En toda la estructura. Uno puede ver que esta reacción materialista puede terminar. Y la pregunta siguiente es si ese vacío está adentro o afuera. (Afuera, en el sentido de estar en otra parte). 

DB: ¿Dónde podría estar? 

K: Yo no pienso que podría estar en otra parte, sino que simplemente formulo la pregunta... 

DB: Bueno, cualquier cosa así es un proceso material. 

K: Está dentro de la mente misma. No fuera de ella. ¿Correcto? 

DB: Sí. 

K: ¿Cuál es, ahora, el próximo paso? Ese vacío, ¿no contiene nada? ¿Ninguna cosa?

DB: Ninguna cosa, o sea nada que tenga forma, estructura, estabilidad. 

K: Sí. Todo eso: forma, estructura, reacción, estabilidad, capacidad. Entonces, ¿qué es ese vacío? ¿Es la energía total? 

DB: Sí, el movimiento de la energía. 

K: El movimiento de la energía. No es un movimiento de reacción. 

DB: No es un movimiento de cosas que reaccionan entre sí. El mundo puede considerarse compuesto por un número de cosas que reaccionan mutuamente, y ésa es una clase de movimiento; pero nosotros estamos refiriéndonos a una clase diferente de movimiento. 

K: Por completo diferente. 

DB: No hay en él cosa alguna. 

K: Ninguna cosa; por lo tanto, ese movimiento no pertenece al tiempo. ¿Es eso posible? ¿O sólo estamos cediendo a la imaginación, a algún tipo de sensación prometedora, romántica, agradable? No creo que sea así, porque ya hemos pasado por todo eso, paso a paso, hasta llegar a este punto. En consecuencia, no nos estamos engañando a nosotros mismos. Ahora decimos que ese vacío no tiene un centro, como el “yo” y todas las reacciones. En ese vacío hay un movimiento de energía intemporal.

 DB: Cuando usted se refiere a la energía intemporal, podríamos repetir lo que ya hemos dicho acerca de que el tiempo y el pensamiento son la misma cosa. 

K: Sí, por supuesto. 

DB: Entonces usted estuvo diciendo que el tiempo sólo puede intervenir en un proceso material. 

K: Correcto. 

DB: Ahora bien, si tenemos una energía que es intemporal pero que, no obstante, se mueve... 

K: Sí, no es estática... 

DB: Entonces, ¿qué es el movimiento? 

K: ¿Qué es el movimiento desde aquí hacia allá? 

DB: Esa es una forma de movimiento. 

K: Una forma. O desde ayer a hoy, y desde hoy a mañana. 

DB: Hay distintas clases de movimiento.

K: ¿Qué es, entonces, el movimiento? ¿Existe un movimiento que no sea un “movimiento”? ¿Comprende? ¿Existe un movimiento que no tenga principio ni fin? A diferencia del pensamiento, que tiene un comienzo y un final. 

DB: Salvo que uno dijera que el movimiento de la materia podría tener un comienzo y no un final; el movimiento reactivo. ¿No está usted hablando de eso? 

K: No, no hablo de eso. El pensamiento tiene un comienzo y el pensamiento tiene un final. Hay un movimiento de la materia como reacción y está el cese de esa reacción. 

DB: En el cerebro. 

K: Si. Pero hay varias clases de movimientos. Es todo cuanto sabemos. Y viene alguien y dice que existe una clase por completo diferente de movimiento. Pero para comprender eso, debemos estar libres del movimiento del pensar y del movimiento del tiempo, para comprender un movimiento que no es...

 DB: Bueno, hay dos cosas en relación con este movimiento, el cual no tiene comienzo ni fin, pero tampoco está determinado por una serie de secuencias del pasado. 

K: Por supuesto. No hay causalidad. 

DB: Pero vea, la materia puede juzgarse como una serie de causas; ello quizá no sea adecuado. Y ahora usted está diciendo que este movimiento no tiene principio ni fin; que no es el resultado de una serie de causas que siguen una a la otra. 

K: Por lo tanto, yo quiero comprender verbalmente un movimiento que no es un movimiento. No sé si lo estoy expresando claramente. 

DB: Entonces, ¿por qué llamarlo movimiento si no es un movimiento? 

K: Porque no está quieto, está activo. 

DB: Es energía. 

K: Tiene una tremenda energía; por lo tanto, jamás puede estar quieto. Pero en esa energía, tiene quietud. 

DB: Pienso que el lenguaje común no comunica esto adecuadamente, pero digamos que la energía misma está quieta, y que también está en movimiento. 

K: Pero ese movimiento es un movimiento de quietud. ¿Suena como una locura? 

DB: Puede decirse que el movimiento emerge de la quietud.

K: Correcto. De eso se trata. Dijimos que este vacío está en la mente. No tiene causa ni efecto. No es un movimiento del pensar, del tiempo. No es un movimiento de reacciones materiales. No es ninguna de esas cosas. Lo cual quiere decir: ¿Es la mente capaz de tener esa extraordinaria quietud sin movimiento alguno? Cuando está así, completamente quieta, hay un movimiento que surge de ahí. 

DB: Creo que antes he mencionado que algunas personas, como Aristóteles, tuvieron esta noción en el pasado; hemos discutido eso. Él hablaba del “motor inmóvil” cuando trataba de describir a Dios. 

K: Ah, Dios, no. ¡No quiero hacer eso! 

DB: Usted no quiere describir a Dios, pero alguna clase de noción similar a ésta ha sido sostenida en el pasado por diversas personas. Pienso que desde entonces pasó de moda. 

K: ¡Pongámosla de moda! ¿Sí? 

DB: No estoy diciendo que la idea de Aristóteles fuera correcta. Digo meramente que él estuvo considerando algo en cierto modo similar, aunque probablemente distinto en muchos aspectos. 

K: ¿Era un concepto intelectual o una realidad? 

DB: Esto es muy difícil de decir, porque se conoce muy poco. 

K: Por lo tanto, no tenemos que introducir a Aristóteles. 

DB: Yo solamente quería señalar que el concepto de un movimiento de quietud, no era una locura, porque otras personas muy respetables habían sostenido algo similar. 

K: ¡Me alegro! ¡Me alegro de que se me asegure que no estoy loco! ¿Y es ese movimiento que emerge de la quietud, el movimiento de creación? No estamos hablando de lo que los poetas, escritores y pintores llaman creación. 

Para mí, eso no es creación; sólo es capacidad, destreza, memoria y conocimiento operando. Aquí, pienso que esta creación no se expresa en la forma. 

DB: Es importante establecer la diferencia. Por lo general, pensamos que la creación se expresa en la forma, o como estructuras. 

K: Sí, estructuras. ¡Hemos superado la locura, así que podemos continuar! ¿Diría usted que este movimiento, al no ser del tiempo, es eternamente nuevo? 

DB: Sí. Es eternamente nuevo en el sentido de que la creación es eternamente nueva. ¿Correcto?

K: La creación es eternamente nueva. Esa novedad es la que los artistas tratan de descubrir. Debido a eso, se complacen en toda suerte de absurdos, pero son pocos los que llegan a ese punto en que la mente está en absoluto silencio, silencio desde el cual surge este movimiento que es siempre nuevo. El instante en que ese movimiento se expresa... 

DB: ...¿la primera expresión es en el pensamiento? 

K: Es justamente eso. 

DB: Y eso puede ser útil, pero después queda fijo y se convierte en una barrera. 

K: Un erudito indio me contó una vez que, antes de que los escultores comenzaran a esculpir la cabeza de un dios, o lo que fuere, tenían que entrar en una meditación profunda. En el momento exacto, tomaban el martillo y el cincel. 

DB: Entonces ello surgía del vacío. Vea, hay otro punto. Los aborígenes de Australia dibujan figuras en la arena, de modo que éstas no tienen permanencia. 

K: Eso es verdad. 

DB: Tal vez el pensamiento pudiera ser considerado de esa manera. El mármol es demasiado estático y permanece por miles de años. Así, aunque el escultor original pueda haber comprendido, los que vienen después ven eso como una forma fija. 

K: ¿Qué relación tiene todo esto con mi vida cotidiana? ¿De qué modo opera a través de mis acciones, de mis habituales respuestas físicas al ruido, al dolor, a las múltiples formas de perturbación? ¿Qué relación tiene lo físico con ese movimiento silencioso? 

DB: En cuanto la mente se halla en silencio, el pensamiento está en orden. 

K: Estamos llegando a algo. ¿Diría usted que el movimiento silencioso, con su inagotable frescura, es el orden total del universo? 

DB: Podríamos considerar que el orden del universo emerge de este silencio y vacío. 

K: ¿Cuál es, entonces, la relación de esta mente con el universo? 

DB: ¿La mente particular? 

K: No; la mente. DB: ¿La mente en general? 

K: La mente. Pasamos por lo general y lo particular, y más allá de eso está la mente

DB: ¿Diría usted que es universal? 

K: No me gusta usar la palabra “universal”. 

DB: Universal en el sentido de que está más allá de lo particular. Pero tal vez esa palabra origine dificultades. 

K: ¿Podemos encontrar otra palabra? “Global” no. ¿Una mente que está más allá de lo particular? 

DB: Uno podría decir que es la fuente, la esencia. Se la ha llamado “el absoluto”.

K: Tampoco quiero utilizar la palabra “absoluto”. 

DB: “Absoluto” significa literalmente lo que está libre de toda limitación, de toda dependencia. 

K: Muy bien, si usted está de acuerdo con que “absoluto” significa libertad respecto de toda dependencia y limitación. 

DB: Y de todas las relaciones. 

K: Entonces usaremos esa palabra. 

DB: Tiene connotaciones desafortunadas. 

K: Desde luego. Pero por el momento usémosla en nuestro diálogo por una cuestión de conveniencia. Existe esta quietud absoluta y, en o desde esa quietud, hay un movimiento, y ese movimiento es eternamente nuevo. ¿Cuál es la relación de esa mente con el universo? 

DB: ¿Con el universo de la materia? 

K: Con la totalidad del universo: la materia, los árboles, la naturaleza, el hombre, los cielos. 

DB: Ésa es una pregunta interesante. 

K: El universo está en orden; ya sea destructivo o constructivo, sigue estando en orden. 

DB: Vea, el orden tiene el carácter de ser absolutamente necesario; en cierto sentido, no puede ser de otro modo. El orden que por lo general conocemos nosotros, no es absolutamente necesario. Podría cambiar, depender de alguna otra cosa. 

K: La erupción de un volcán es orden. 

DB: Es orden con respecto a todo el universo. 

K: De acuerdo. Entonces, en el universo hay orden, y esta mente quieta, silenciosa, está completamente en orden. 

DB: La mente profunda, la absoluta. 

K: La mente absoluta. Por lo tanto, ¿es esta mente el universo? 

DB: ¿En qué sentido es el universo? Tenemos que comprender qué significa decir eso. 

K: Significa lo siguiente: ¿Existe una división, o una barrera entre esta mente absoluta y el universo? ¿O son la misma cosa? 

DB: Son la misma cosa. 

K: Eso es lo que quiero averiguar. 

DB: O tenemos una dualidad de mente y materia, o ambas son la misma cosa.

K: Así es. ¿Es eso presuntuoso? 

DB: No necesariamente. Quiero decir que éstas son sólo dos posibilidades. 

K: Quiero estar completamente seguro de que no estamos caminando sobre algo que realmente necesita ser abordado de una manera muy sutil, que necesita un cuidado extremo. ¿Sabe lo que quiero decir?

 DB: Sí. Regresemos al cuerpo. Hemos dicho que la mente que pertenece al cuerpo -pensamiento, sentimiento, deseo, la mente particular y la general- es parte del proceso material. 

K: Absolutamente. 

DB: Y que no es diferente del cuerpo. 

K: Correcto. Todas las reacciones son procesos materiales. 

DB: Y, en consecuencia, eso que por lo general llamamos “mente” no se diferencia de lo que llamamos “cuerpo”. 

K: De acuerdo. 

DB: Ahora usted está ampliando mucho esto, al proponer que consideremos la totalidad del universo. Y nos estamos preguntando si lo que llamamos mente en el universo, se diferencia de lo que llamamos universo en sí. 

K: Correcto. Usted ve por qué yo siento que en nuestra vida diaria tiene que haber orden, pero no el orden del pensamiento. 

DB: Sí, el pensamiento es un orden limitado, relativo. 

K: Así es. Por lo tanto, tiene que haber un orden que esté... 

DB: ...libre de la limitación. 

K: Sí. En nuestra vida diaria tenemos que tener ese orden, que implica ausencia absoluta de conflicto, de contradicción. 

DB: Consideremos el orden del pensamiento. Cuando el pensamiento es racional, está en orden. Pero en la contradicción, el orden del pensamiento se ha desbaratado, ha llegado a su limite. El pensamiento opera hasta que llega a una contradicción, y ése es el limite. 

K: Entonces, si en mi vida diaria hay un orden completo en el cual no existe perturbación alguna, ¿cuál es la relación de ese orden con el orden infinito? ¿Puede ese movimiento silencioso del orden, de esa cosa extraordinaria, afectar mi vida cotidiana, cuando tengo orden psicológico interno? ¿Comprende mi pregunta? 

DB: Sí. Hemos dicho, por ejemplo, que el volcán es una manifestación del orden total del universo. 

K: Absolutamente. O el tigre matando un ciervo. 

DB: La pregunta es, entonces, si un ser humano, en su vida corriente, puede ser algo similar. 

K: De eso se trata. Si no fuera así, ¿cuál es el sentido de lo otro, lo universal?

DB: Bueno, ello no tiene sentido para el ser humano. Algunas personas dirían, ¿a quién le interesa el universo? Todo lo que nos interesa es nuestra propia sociedad y lo que nosotros estamos haciendo. Pero entonces eso se malogra porque está lleno de contradicción. 

K: Obviamente. Es sólo el pensamiento el que dice eso. De modo que el universo, que se halla en orden total, afecta realmente mi vida cotidiana. 

DB: Sí. Pienso que los científicos podrían preguntar cómo la afecta. Vea, uno podría decir: Yo comprendo que el universo está constituido por materia y que las leyes de la materia afectan nuestra vida cotidiana. Pero no está claro cómo influyen en la mente, ni si existe esta mente absoluta que afecta la vida cotidiana. 

K: ¡Ah! ¿qué es mi vida cotidiana? Desorden y una serie de reacciones, ¿verdad? 

DB: Bueno, en su mayor parte es eso. 

K: Y el pensamiento está siempre esforzándose por introducir orden en eso. Pero cuando lo hace, eso sigue siendo desorden. 

DB: Porque el pensamiento está siempre limitado por sus propias contradicciones. 

K: Desde luego. El pensamiento siempre está creando desorden porque en sí mismo es limitado. 

DB: Tan pronto trata de ir más allá del límite, eso es desordenado. 

K: Correcto. He comprendido eso, lo he investigado, tengo en ello un instante lúcido de discernimiento y, por lo tanto, hay cierta clase de orden en mi vida. Pero ese orden todavía es limitado. Lo reconozco y digo que la existencia es limitada. 

DB: Ahora bien, algunas personas aceptarían eso y dirían: “¿Por qué debe usted obtener más?” 

K: No estoy obteniendo más. 

DB: Pero otras podrían decir: “Seríamos felices si pudiéramos vivir una vida material con un orden verdadero”. 

K: Y yo digo: ¡Hagámoslo! Ello debe hacerse. Pero en el mismo hacerlo, uno tiene que darse cuenta de que eso es limitado. 

DB: Sí, incluso el más elevado orden que podamos producir es limitado. 

K: Y la mente se da cuenta de su limitación y dice: Vayamos más allá de esa limitación. 

DB: ¿Por qué? Algunas personas dirían: ¿Por qué no ser felices dentro de esos limites, expandiéndolos continuamente, tratando de descubrir nuevas ideas, un orden nuevo? El artista descubrirá nuevas formas de arte, el científico una clase nueva de ciencia. 

K: Pero todo eso es siempre limitado.

DB: A menudo sentimos que podemos llegar hasta aquí y debemos aceptar que sólo esto es posible. 

K: ¿Se refiere usted al sentimiento de que debemos aceptar la condición humana? 

DB: Bueno, mucha gente dirá que el hombre podría hacer las cosas mejor de lo que las hace. 

K: Sí, pero todo esto sigue siendo la condición humana, un poco reformada, un poco mejor. 

DB: Algunas personas dirían que enormemente reformada. 

K: ¡Pero sigue siendo limitada! 

DB: Sí. Tratemos de poner en claro qué hay de malo en la limitación. 

K: En esa limitación no hay libertad; hay sólo una libertad restringida. 

DB: Sí. Por lo tanto, finalmente llegamos al limite de nuestra libertad. Algo nos hace reaccionar, y a causa de la reacción, caemos de vuelta en la contradicción. 

K: Sí, ¿pero qué sucede cuando veo que estoy moviéndome siempre dentro de cierta área...? 

DB: Entonces estoy bajo el control de las fuerzas. 

K: Es inevitable que la mente se rebele contra eso. 

DB: Ése es un punto importante. Uno ve que la mente necesita libertad. ¿Correcto? 

K: Es obvio. 

DB: La mente dice que la libertad es el valor supremo. ¿Aceptamos eso, entonces, y lo vemos realmente como un hecho? 

K: Vale decir: comprendo que dentro de esa limitación soy un prisionero. 

DB: Algunas personas se acostumbran a ello y dicen: “Lo acepto”. 

K: ¡Yo no lo aceptaré! Mi mente dice que debo liberarme de mi prisión. Soy un prisionero, y la prisión es muy agradable, muy refinada y todo lo demás. Pero mi mente sigue siendo limitada, aunque dice que más allá de todo eso tiene que haber libertad. 

DB: ¿Qué mente dice esto? ¿La mente particular del ser humano? 

K: ¡Ah! ¿Quién dice que tiene que haber libertad? Oh, eso es muy simple. El dolor mismo, el sufrimiento mismo exige que superemos esa limitación. 

DB: Esta mente particular, aun cuando acepta la limitación, encuentra que es dolorosa. 

K: Por supuesto. 

DB: Y, en consecuencia, esta mente particular siente de algún modo que eso no está bien. Pero no puede evitarlo. Y la libertad parece ser algo necesario.

 K: La libertad es necesaria, y cualquier impedimento a esa libertad implica regresión. ¿Correcto?

DB: Esa necesidad no es una necesidad externa originada en la reacción. 

K: La libertad no es una reacción. 

DB: La necesidad de libertad no es una reacción. Algunas personas podrían decir que, habiendo estado en prisión, uno reaccionó de este modo. 

K: ¿Dónde nos encontramos, entonces? Esto quiere decir que debe haber libertad con respecto a la reacción, con respecto a la limitación del pensamiento, a todo movimiento del tiempo. Sabemos que tiene que haber libertad completa respecto de todo eso, antes de que podamos comprender de veras qué es la mente vacía y el orden del universo, que entonces es el orden de la mente. Estamos pidiendo muchísimo. ¿Nos sentimos dispuestos a llegar tan lejos? 

DB: Bueno, usted sabe que la falta de libertad tiene sus atracciones. 

K: Por supuesto, pero a mi no me interesan estas atracciones. 

DB: Pero usted preguntó si estamos dispuestos a llegar tan lejos. Por lo tanto, eso parece sugerir que puede haber algo atractivo en esta limitación. 

K: Sí, en la ausencia de libertad he encontrado certidumbre, seguridad, placer. Me doy cuenta de que en el placer o en el dolor, no hay libertad. La mente dice, no como una reacción, que uno debe liberarse de todo esto. Llegar a ese punto y liberarse sin conflicto exige su propia disciplina, su propio discernimiento. Por eso, a aquellos de nosotros que han investigado todo esto a cierta profundidad, les dije: ¿Puede uno llegar tan lejos como eso? ¿O las respuestas del cuerpo -las responsabilidades de la acción cotidiana, con la esposa de uno, los hijos y todo esoimpiden este sentido de completa libertad? Los monjes, los santos y los sanyasis han dicho: “Debes abandonar el mundo”. 

DB: Ya examinamos eso. 

K: Sí, ésa es otra forma de estupidez, aunque siento tener que expresarlo de ese modo. Hemos pasado por todo eso, de manera que rehuso entrar en ello nuevamente. Ahora pregunto: El universo y la mente que se ha vaciado de todo esto, ¿son una sola cosa? 

DB: ¿Lo son? 

K: No están separados, son una sola cosa.

DB: ¿Está usted diciendo, entonces, que el universo material es como el cuerpo de la mente absoluta?

 K: Sí, exacto. 

DB: ¡Puede ser un modo pintoresco de expresarlo! 

K: Debemos cuidarnos mucho, también, de no caer en la trampa de pensar que la mente universal está siempre ahí. 

DB: ¿Cómo lo expresaría usted, entonces? 

K: El hombre ha dicho que Dios está siempre ahí; Brahma o el principio supremo está siempre presente, y todo lo que usted tiene que hacer es purificarse y alcanzar eso. También ésta es una aseveración muy peligrosa, porque entonces yo podría decir que lo eterno está en mí. 

DB: Pero yo pienso que eso es proyectar. 

K: ¡Por supuesto! 

DB: Existe una dificultad lógica cuando decimos que ello está siempre ahí, porque “siempre” implica tiempo, y nosotros estamos tratando de discutir algo que nada tiene que ver con el tiempo. ¡Por lo tanto, no podemos situarlo no aquí, ni allá, ni ahora ni luego! 

K: Hemos llegado al punto en que existe esta mente universal, y la mente humana puede ser parte de ella cuando hay libertad. 


20 de septiembre de 1980, Brockwood Park, HAMPSHIRE

MAS ALLÁ DEL TIEMPO - CAPÍTULO 11- (J.K. Y D.B.)

 El fin del conocimiento “psicológico” 


KRISHNAMURTI: ¿Qué hace que la mente siga siempre un determinado patrón? ¿Que esté siempre buscando? Si abandona un patrón, adquiere otro; todo el tiempo se mantiene funcionando de ese modo. Uno puede dar explicaciones de por qué procede así: por protección, por seguridad, por indiferencia, por cierta dosis de insensibilidad, porque uno descuida el propio florecimiento, etcétera. Pero es en verdad muy importante explorar profundamente por qué nuestras mentes están siempre operando en una dirección particular. Dijimos que, después de pasar por todo el afán, la investigación y el discernimiento, uno llega a un muro en blanco. Y ese muro en blanco sólo puede desaparecer o derrumbarse, cuando hay amor e inteligencia. Antes de que investiguemos eso, quisiera preguntar por qué los seres humanos, por inteligentes o ilustrados que sean, por mucho que se interesen en la filosofía o en la religión, siempre caen en este hábito arraigado de buscar patrones. 

DAVID BOHM: Pienso que el hábito, la rutina, es inherente a la naturaleza del conocimiento acumulado. 

K: ¿Está usted diciendo que el conocimiento debe invariablemente crear una rutina? 

DB: Tal vez no sea inevitable pero, si nos estamos refiriendo al conocimiento psicológico, parece desarrollarse de ese modo en la humanidad, o al menos... 

K: Obviamente, de eso estamos hablando. ¿Pero por qué la mente no se da cuenta de ello, por qué no ve el peligro de esta repetición mecánica y el hecho de que en ella no hay nada nuevo? ¿Por qué no ve cómo seguimos siempre en lo mismo? 

DB: A mi entender, la rutina, o el conocimiento acumulado, parece tener una significación que va mucho más allá de su significación real. Si decimos que tenemos conocimiento con respecto a algún objeto -como el micrófonoeso tiene cierta importancia limitada. Pero el conocimiento acerca de la nación a que uno pertenece, parece tener una importancia inmensa. 

K: Sí. ¿Es, entonces, esta atribución de importancia la causa de que la mente se limite de esa manera?

 DB: Debido a que este conocimiento parece tener un valor tremendo, superior a todos los otros valores, ello hace que la mente se apegue a él. Parece la cosa más importante en el mundo. 

K: En la India, existe esta filosofía de que el conocimiento debe terminar. Usted conoce eso, desde luego, el Vedanta. Pero, al parecer, muy, muy pocas personas terminan realmente con el conocimiento y hablan desde la libertad.

DB: Por lo general, el conocimiento parece ser extremadamente importante, aun cuando una persona pueda decir verbalmente que el conocimiento debe terminar... 

K: ¿Quiere usted decir que uno es tan estúpido que no ve que este conocimiento psicológico tiene una importancia muy pequeña, y que por eso la mente se aferra a él? 

DB: Yo no lo expondría del todo así, que la persona es estúpida, sino más bien que su conocimiento embota el cerebro. 

K: Lo embota, muy bien. Pero el cerebro no parece ser capaz de desembarazarse de ese embotamiento.

 DB: Está ya tan embotado, que no puede ver lo que está haciendo. 

K: ¿Qué hará, entonces? He estado observando por muchos años a personas que intentan liberarse de ciertas cosas. Ésta es la raíz de ello, ¿comprende? Esta acumulación psicológica se convierte en conocimiento psicológico. Y así divide. Y alrededor y dentro de ello ocurren toda clase de cosas. Y, sin embargo, la mente se niega a desprenderse de su conocimiento psicológico. 

DB: Sí. 

K: ¿Por qué? ¿Es porque en ello hay certidumbre, seguridad? 

DB: En parte es eso, pero pienso que, de algún modo, ese conocimiento asume la significación de lo absoluto, en vez de ser relativo. 

K: Comprendo todo eso, pero usted no contesta mi pregunta. Soy un hombre común, me doy cuenta de todo esto, y de la importancia limitada que el conocimiento tiene en distintos niveles, pero muy profundamente dentro de mí, este conocimiento acumulado es muy destructivo. 

DB: El conocimiento engaña a la mente, de tal modo que la persona no advierte normalmente que es destructivo. Una vez que este proceso ha comenzado, la mente no se encuentra en un estado que le permita juzgarlo, porque está eludiendo el problema. Hay un tremendo mecanismo defensivo o de escape que impide considerar toda la cuestión. 

K: ¿Por qué? 

DB: Porque parece que algo sumamente precioso podría estar comprometido. 

K: Uno es extrañamente inteligente, capaz o diestro en otras direcciones, pero aquí, donde la raíz de todo es esta dificultad, ¿por qué no comprendemos lo que está sucediendo? ¿Qué le impide a la mente hacer esto?

DB: Una vez que se le ha dado importancia al conocimiento, hay un proceso mecánico que resiste a la inteligencia. 

K: ¿Qué haré, entonces? Me doy cuenta de que debo desprenderme del conocimiento psicológico acumulado -que es divisivo, destructivo e insignificante- pero no puedo hacerlo. ¿Es porque me falta energía? 

DB: No originalmente, si bien la energía es disipada por el proceso. 

K: ¿Habiendo disipado una gran cantidad de energía, no tengo la energía para abordar esto? 

DB: La energía volvería inmediatamente si pudiéramos comprender esto. No creo que sea ése el punto principal. 

K: No. ¿Qué haré, entonces, al darme cuenta de que este conocimiento está formando inevitablemente una rutina en la cual vivo? ¿Cómo he de terminar con el conocimiento? 

DB: Yo no estoy seguro de que, por lo general, esté claro para la gente que este conocimiento hace todo eso; o que el conocimiento es conocimiento. 

Puede suponerse que es algún “ser”, el “ego”, el “yo”. Este conocimiento crea el “yo”, y el “yo” es la experiencia como una entidad, la cual parece no ser conocimiento sino algún ser real. 

K: ¿Está usted diciendo que este “ser” es diferente del conocimiento? 

DB: Parece serlo, finge una diferencia. 

K: ¿Pero es diferente? 

DB: No lo es, pero la ilusión tiene un gran poder. 

K: Ése ha sido nuestro condicionamiento. 

DB: Sí. Entonces la pregunta es: ¿Cómo pasamos a través de esa ilusión para deshacer la rutina, ya que ella crea la imitación o la presunción de un estado del ser? 

K: Ese es el punto clave. El movimiento central del hombre es éste, y parece que en él no hay ninguna esperanza. Y al darme cuenta de que no hay ninguna esperanza, me quedo sentado y digo que no puedo hacer nada. Pero si aplico mi mente a ello, surge la pregunta: ¿Es posible funcionar en este mundo sin el conocimiento psicológico? Estoy bastante interesado en esto; parece el problema básico que el hombre debe resolver en todo el mundo. 

DB: Correcto. Usted puede discutirlo con alguien, y esa persona piensa que ello parece razonable. Pero tal vez su “status” se sienta amenazado, y tenemos que decirle que eso es el conocimiento psicológico. A esa persona no le parece que eso sea conocimiento, sino algo más. Y no ve que el conocimiento que tiene de su “status”, está detrás de la perturbación que experimenta. A primera vista, el conocimiento parece ser algo pasivo, algo que uno podría usar si lo necesitara y, si así lo quisiera, podría simplemente dejarlo de lado, que es como debería ser. 

K: Comprendo todo eso. 

DB: Pero entonces llega el instante en que el conocimiento ya no parece ser conocimiento.

K: Los políticos y las personas que están en el poder, no escucharían esto. Tampoco lo harían las que se llaman personas religiosas. Las que escucharán son sólo las personas descontentas, las que sienten que lo han perdido todo. Pero aun ellas no siempre escuchan de modo tal que esto sea realmente algo que arde y quema. ¿Cómo emprende uno esto? Digamos, por ejemplo, que he dejado el catolicismo, el protestantismo y todo eso. También tengo una profesión y sé que ahí es necesario poseer conocimientos. Entonces veo lo importante que es no estar atrapado en el proceso del conocimiento psicológico y, sin embargo, no puedo desprenderme de él. Está siempre esquivándome; jugamos tretas. Es como el juego de escondite. ¡Muy bien! Dijimos que ése es el muro que tengo que derrumbar. No, no “yo”; ése es el muro que tiene que ser derrumbado. Y hemos dicho que este muro puede ser derrumbado por el amor y la inteligencia. ¿No estamos pidiendo algo enormemente difícil? 

DB: Es difícil. 

K: Estoy de este lado del muro, y usted me pide que tenga ese amor y esa inteligencia que destruirán el muro. Pero yo no sé qué es ese amor, qué es esa inteligencia, porque estoy atrapado en esto, en este otro lado del muro. Lógicamente, sensatamente, comprendo que lo que usted está diciendo es exacto, lógico, y veo la importancia de ello, pero el muro es tan fuerte, tan dominante y poderoso, que no puedo ir más allá de él. Dijimos el otro día que el muro podría ser derrumbado mediante el discernimiento, si el discernimiento no se transforma en una idea. 

DB: Sí. 

K: Cuando se discute el discernimiento, existe el peligro de que uno haga de él una abstracción; eso significa que nos alejamos del hecho y que la abstracción se vuelve sumamente importante. Lo cual implica, nuevamente, conocimiento. 

DB: Sí, la actividad del conocimiento. 

K: ¡Y así estamos otra vez en lo mismo! 

DB: Pienso que la dificultad general es que el conocimiento no está meramente situado ahí como una especie de información, sino que se halla extremadamente activo, afrontando y moldeando cada instante conforme al conocimiento del pasado. Así, incluso cuando se suscita esta cuestión, el conocimiento está todo el tiempo aguardando, y después actúa. Toda nuestra tradición dice que el conocimiento no es activo sino pasivo. Pero es realmente activo, aunque la gente, por lo general, no lo considere de ese modo. Piensa que el conocimiento está meramente situado ahí... 

K: ...aguardando.

DB: Aguardando para actuar. Y cualquier cosa que intentemos hacer al respecto, el conocimiento ya está actuando. En el momento mismo en que nos damos cuenta de que éste es el problema, el conocimiento ya ha actuado. 

K: Sí. ¿Pero me doy cuenta de ello como un problema? ¿O como una idea que debo llevar a cabo? ¿Ve la diferencia? 

DB: El conocimiento lo convierte todo automáticamente en una idea que debemos llevar a cabo. Ése es totalmente el modo en que está estructurado. 

K: Ése es totalmente el modo en que hemos vivido. 

DB: El conocimiento no puede hacer ninguna otra cosa. 

K: ¿Cómo hemos de romper con eso siquiera por un segundo? 

DB: A mi me parece que si uno pudiera ver, observar, darse cuenta... si el conocimiento pudiera verse a sí mismo mientras opera... El punto es que el conocimiento parece operar sin saberlo, simplemente aguardando y después actuando, en cuyo lapso ha desorganizado el orden del cerebro. 

K: Esto me interesa muchísimo, porque dondequiera que vaya, es esto lo que está sucediendo. Es algo que tiene que ser resuelto. ¿Diría usted que la capacidad de escuchar es mucho más importante que cualquiera de estas cosas, que cualquier explicación o razonamiento lógico? 

DB: Eso viene a parar en el mismo problema. 

K: No, no. No lo hace. Quiero ver si hay una posibilidad de que el muro se derrumbe, cuando escucho completamente lo que usted está diciendo. ¿Entiende? ¿La hay? Estoy tratando de descubrirlo, señor. Soy un hombre común y usted me está diciendo todo esto, y yo comprendo que lo que usted dice es así. Estoy de veras profundamente involucrado en eso que usted expresa, pero de algún modo la llama no está encendida; todo el combustible está ahí, pero no hay fuego. ¿Qué puedo hacer, entonces? ¡Éste es mi eterno clamor! 

DB: El cerebro posee la capacidad de escuchar; tenemos que preguntarnos si el hombre común está tan lleno de opiniones que no puede escuchar. 

K: Usted no puede escuchar con opiniones; podría, con igual razón, estar muerto. 

DB: Pienso que el conocimiento tiene toda clase de defensas. ¿Es posible, digamos, que el hombre común tenga esta percepción? Eso es, en realidad, lo que usted está preguntando, ¿no? 

K: Sí. Pero tiene que haber una comunicación entre usted y ese hombre, algo tan fuerte que el propio acto de escucharlo él a usted, y de comunicarse usted con él, opere. 

DB: Sí, entonces uno tiene que abrirse paso a través de sus opiniones, a través de toda la estructura. 

K: Por supuesto. Por eso es que este hombre ha venido aquí, para eso. Él ha terminado con todas las iglesias y las doctrinas. Comprende que lo que aquí se ha dicho es verdadero. Cuando usted se comunica con él, su comunicación es intensa y real, porque usted no está hablando desde el conocimiento o las opiniones. Un ser humano libre está tratando de comunicarse con este hombre común. Entonces, ¿puede él escuchar con esa intensidad que usted, el comunicante, le está dando? Él quiere escuchar a alguien que está diciendo la verdad, y mientras usted la dice, algo está ocurriendo en él. Esto ocurre a causa de que él está escuchando tan ardientemente. Es un poco lo que le pasa a usted, como científico, cuando le está diciendo algo a uno de sus estudiantes. Le está hablando de algo que debe ser enormemente importante, porque usted ha dedicado a ello toda la vida. Y el estudiante ha abandonado muchas cosas sólo para venir aquí. ¿Es culpa del comunicante que el oyente no lo reciba de inmediato? ¿O el oyente es incapaz de escuchar lo que usted le comunica? 

DB: Bueno, si él es incapaz de escuchar, entonces nada puede hacerse. Pero digamos que viene alguien que ha atravesado algunas de estas defensas, aunque hay otras de las que no es consciente; eso no es tan simple como lo que usted ha descrito. 

K: Yo siento que, de algún modo, es terriblemente simple. Si uno pudiera escuchar con todo su ser, el cerebro no estaría atrapado en la rutina. Generalmente, en la comunicación, usted me está diciendo algo y yo lo estoy asimilando, pero hay un intervalo entre lo que usted dice y lo que yo asimilo. 

DB: Sí. K: Y ese intervalo es el peligro. Si no asimilo eso de manera absoluta, si no escucho con todo mi ser, se acabó. ¿Es difícil escuchar porque en esto no hay vestigio alguno de placer? Usted no está ofreciendo ningún placer, ninguna gratificación. Dice: Esto es así; tómelo. Pero mi mente está tan comprometida con el placer, que yo no escucharé nada que no sea completamente satisfactorio o placentero. También me doy cuenta del peligro que hay en eso, en buscar satisfacción y placer; de modo que también eso lo dejo de lado. No hay placer, ni recompensa, ni castigo. En el escuchar, hay únicamente observación pura. Llegamos, entonces, al punto: la observación pura, que es realmente el escuchar, ¿es amor? Pienso que lo es. Si usted afirma esto, entonces mi mente dice otra vez: “Deme eso. Dígame qué debo hacer”. Pero cuando yo le pido que me diga lo que debo hacer, estoy de vuelta en el campo del conocimiento. ¡Es algo tan instantáneo! De modo que rehuso preguntarle qué debo hacer. Entonces, ¿dónde estoy? Usted se ha referido a la percepción, que no tiene dirección ni motivo alguno. La percepción pura es amor. Y en esa percepción, el amor es inteligencia. No son tres cosas separadas, son una sola cosa total. Usted señaló todo esto muy cuidadosamente, paso a paso, y yo he llegado a ese punto en que tengo un sentimiento de ello. Pero éste se va muy rápidamente. Entonces comienzo a preguntar: “¿Cómo puedo recuperarlo?” Y de nuevo, el recuerdo de ello, que es conocimiento, bloquea la percepción.

DB: Lo que usted señala es que, cada vez que hay una comunicación, el conocimiento comienza a operar en muchas formas diferentes. 

K: Usted ve, entonces, que es enormemente difícil estar libre del conocimiento. 

DB: Uno podría preguntarse por qué el conocimiento no espera hasta que se le necesita. 

K: Eso implica estar psicológicamente libre del conocimiento, y cuando surge la necesidad, uno actúa desde la libertad y no desde el conocimiento. 

DB: Pero el conocimiento interviene para informar mi acción, aunque él no la haya originado. 

K: Eso es estar libre del conocimiento. Y, al estar libre, es desde la libertad y no desde el conocimiento que uno se comunica. O sea, que hay comunicación desde el vacío. Cuando usamos palabras, éstas en si son el resultado del conocimiento, pero surgen desde ese estado de completa libertad. Ahora bien, supongamos que yo, como un ser humano común, he llegado a ese punto en que existe esta libertad, y desde ella tiene lugar la comunicación. Usted, como científico eminente, ¿se comunicará conmigo sin ninguna barrera? ¿Entiende mi pregunta? 

DB: Sí. Esta libertad con respecto al conocimiento, existe cuando el conocimiento es visto como información. Pero, por lo común, parece ser más que información, y el conocimiento mismo no ve que el conocimiento no es libre. 

K: Jamás es libre. Y si he de comprenderme a mí mismo, debo estar libre para mirar. ¿Cómo se comunicará usted conmigo, he llegado a cierto punto en que estoy ardiendo por recibir lo que usted expresa, recibirlo de manera tan completa que el conocimiento psicológico se termine? ¿O me estoy engañando a mí mismo, con que me encuentro en ese estado? 

DB: Ésa es la cuestión: el conocimiento está constantemente engañándose a sí mismo. 

K: ¿De modo que mi mente está engañándose siempre? ¿Qué haré entonces? Volvamos a eso. 

DB: Nuevamente pienso que la respuesta es escuchar. 

K: ¿Por qué no escuchamos? ¿Por qué esto no lo comprendemos inmediatamente? Uno puede dar todas las razones superficiales del porqué; vejez, condicionamiento, pereza, etcétera. 

DB: ¿Pero es posible dar la razón profunda de ello? 

K: Pienso que se debe a que el conocimiento, que es el “yo”, es tan tremendamente fuerte como una idea. 

DB: Sí, por eso he tratado de decir que la idea tiene una tremenda importancia y significación. Suponga, por ejemplo, que usted tiene la idea de Dios; ésta adquiere un poder tremendo. 

K: O, si se tengo la idea de que soy inglés, o francés, esta idea me da una gran energía.

DB: Y así la idea crea un estado del cuerpo que parece ser la existencia misma del yo. Entonces la persona no experimenta eso como mero conocimiento... 

K: Sí, ¿pero seguimos y seguimos girando en círculos? Parece que así fuera. 

DB: Bueno, me estaba preguntando si hay alguna cosa que pudiera comunicarse con respecto al poder abrumador que parece venir con el conocimiento. .. 

K: ...y con la identificación. 

DB: Eso parece ser algo que valdría la pena investigar. 

K: ¿Cuál es, entonces, la raíz etimológica de “identificación”? 

DB: “Siempre lo mismo”. 

K: Siempre lo mismo, correcto. ¡Muy cierto! No hay nada nuevo bajo el sol. 

DB: Usted dice que el yo es siempre el mismo. 

Él trata de ser siempre el mismo en esencia, si no en detalle. 

K: Sí, sí. 

DB: Pienso que esto es lo que anda mal con el conocimiento, que intenta involucrarse en lo que siempre es lo mismo, y así se adhiere a ello. El propio conocimiento trata de encontrar lo que es permanente y perfecto. Quiero decir, incluso independientemente de cualquiera de nosotros. Es como incorporar eso dentro de las células. 

K: De esto surge la pregunta: ¿Es posible prestar atención diligentemente? Uso “diligencia” en el sentido de ser exacto. 

DB: En realidad, significa esmerarse. 

K: Por supuesto. Esmerarse en captar la cosa total. Tiene que haber algún otro modo por completo diferente a todo este asunto intelectual. Esto lo hemos ejercitado muchísimo, y esa capacidad intelectual nos ha conducido hasta el muro en blanco. Yo abordo la cosa desde todas direcciones, pero a la larga está ahí el muro, que es el “yo”, con mi conocimiento, mis prejuicios y todo lo demás. Y entonces, el “yo” dice: “Debo hacer algo al respecto”. Lo cual sigue siendo el “yo”. 

DB: El “yo” siempre quiere ser constante, pero al propio tiempo quiere cambiar. 

K: Ponerse una chaqueta diferente. Es siempre el mismo. En consecuencia, la mente que está funcionando con el “yo”, es siempre la misma mente. ¡Dios mío, ya lo ve, estamos de vuelta en lo mismo!

 Lo hemos intentado todo -ayuno, toda clase de disciplinas- para deshacernos del “yo” con todos sus conocimientos e ilusiones. Uno trata de identificarlo con otra cosa, que es la misma cosa. Entonces uno vuelve a la pregunta fundamental: ¿Qué hará desaparecer totalmente el muro en blanco? Pienso que esto sólo es posible cuando el hombre que está bloqueado puede prestar atención completa a lo que el hombre libre está diciendo. No hay otro modo de derrumbar el muro: ni el intelecto, ni las emociones, ni ninguna otra cosa. Cuando alguien que ha ido más allá del muro, que lo ha derrumbado, dice: “Escuchen, por el amor de Dios, escuchen”, y yo le escucho con mi mente vacía, entonces se acabó el problema. ¿Entiende lo que estoy diciendo? No tengo la sensación de que espero que algo ocurra o que algo vuelva, ni tampoco me preocupa el futuro. La mente está vacía y, por lo tanto, escucha. Punto final. Para que un científico pueda descubrir algo nuevo, debe tener cierto vacío desde el cual habrá una percepción diferente. 

DB: Sí, pero sólo en el sentido de que, por lo general, el problema es limitado, y así la mente puede estar vacía con respecto a ese problema particular, permitiendo el descubrimiento merced a una percepción lúcida e instantánea en esa área. Pero nosotros no estamos cuestionando esta área particular, sino la totalidad del conocimiento. 

K: Es realmente extraordinario cuando uno lo investiga. 

DB: Y usted dijo antes que la terminación del conocimiento es el Vedanta. 

K: Ésa es la verdadera respuesta. 

DB: Pero, por regla general, muchas personas sienten que deben conservar el conocimiento en un área, para poder cuestionarlo en otra. Podría preocuparles la pregunta: “¿Con qué conocimiento cuestiono la totalidad del conocimiento?” 

K: Sí. ¿Con qué conocimiento cuestiono mi conocimiento? De acuerdo.

DB: En cierto sentido, poseemos de hecho un conocimiento, porque hemos visto que toda esta estructura del conocimiento psicológico no tiene sentido, que es inconsistente, sin significación alguna.

 K: Desde ese vacío del que estuvimos hablando, ¿hay una base o una fuente en la cual tienen su comienzo todas las cosas? La materia, los seres humanos, sus capacidades, sus necedades, ¿todo el movimiento parte de ahí? 

DB: Podríamos considerar eso. Pero tratemos de clarificarlo un poco. Tenemos el vacío. 

K: Sí, el vacío en que no hay movimiento alguno del pensar como conocimiento psicológico. Y por lo tanto, no existe el tiempo psicológico. 

DB: Aunque sigue existiendo el tiempo del reloj... 

K: Sí, pero hemos ido más allá de eso; no retrocedamos. No existe el tiempo psicológico, no hay movimiento alguno del pensar. Ese vacío, ¿es el origen de todo movimiento? 

DB: Bueno... ¿Usted diría que el vacío es “la base”? 

K: Es lo que pregunto. Examinemos esto muy despacio. 

DB: Previamente, estuvimos diciendo que existe el vacío y que más allá de ese vacío está “la base”. 

K: Lo sé, lo sé. Discutamos esto más adelante. 


18 de septiembre de 1980, Brockwood Park, HAMPSHIRE