SEGUNDA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL
Todos los días nos enfrentamos, ¿no es asi?, con problemas dualísticos, problemas que no son teóricos ni filosóficos, sino factuales. En lo verbal, en lo emocional e intelectual, los afrontamos cotidianamente: bien y mal, mío y tuyo, colectivismo e individualismo, devenir y no devenir, espíritu mundano y espíritu no mundano, etc,,,, un corredor interminable de opuestos en el cual, pensamientos y sentimientos se mueven entremezclados de un lado a otro. Estos problemas de la codicia y la no codicia, de la guerra y la paz, ¿pueden ser resueltos dentro del patrón dualistico, o el pensamiento-sentimiento debe ir mucho más allá para encontrar una respuesta permanente? Dentro del patrón de la dualidad no hay respuesta perdurable. Cada opuesto contiene un elemento de su propio opuesto; por lo tanto, jamás puede haber una respuesta permanente dentro del conflicto de los opuestos. Existe una respuesta permanente, única, sólo fuera del patrón de la dualidad Es importante comprender, tan profundamente como sea posible, este problema de la dualidad. No lo estoy abordando como un tema abstracto, teórico, sino como un problema real de nuestra vida y nuestra conducta de todos los días. Somos conscientes, ¿no es cierto?, de que nuestro pensamiento es una lucha constante dentro del patrón de la dualidad: el bien y el mal, el ser y el no ser, lo tuyo y lo mio. En ese patrón hay conflicto, sufrimiento, toda relación es un proceso doloroso y en él no hay esperanza sino tormento. Ahora bien, el problema de amor y odio, ¿ha de ser resuelto dentro del campo de su propio conflicto, o el pensamiento-sentimiento ha de ir mucho más allá de su propio patrón conocido?
A fin de encontrar una solución duradera para el conflicto de la dualidad y para el dolor contenido en la opción, debemos estar intensamente alerta en la silenciosa observación de las plenas implicaciones del conflicto. Sólo entonces descubriremos que hay un estado en el cual ha llegado a su fin el conflicto de la dualidad No es posible una integración de los opuestos: codicia y no codicia. El que es codicioso, al intentar volverse no codicioso, sigue siendo codicioso ¿No debe, acaso, abandonar tanto la codicia como la no codicia, para trascender completamente a ambas? todo devenir involucra al no devenir, y en tanto haya devenir, tiene que haber dualidad con su conflicto interminable.
El origen de la dualidad es el deseo, el anhelo; a causa de la percepción, la sensación y el conlacto, surgen el deseo, el placer, el dolor, el querer y no querer, y éstos a su vez, generan identificación como lo mío y lo tuyo, y de este modo se pone en marcha el proceso dualistico. Este conflicto, ¿jno es, acaso, una consecuencia del espíritu mundano? En tanto el pensador se siga separando de su pensamiento, continuará el inútil conflicto de los opuestos. En tanto el pensador se interese tan sólo en modificar sus pensamientos y no en su propia y total transformación, el conflicto y el sufrimiento habrán de continuar.
¿Está el pensador separado de su pensamiento? ¿No son un fenómeno inseparable? ¿Por qué los separamos? ¿No es ése uno de los astutos trucos de la mente, para que el pensador pueda cambiar su ropaje según las circunstancias y, no obstante, permanecer siendo igual? Exteriormente, hay una apariencia de cambio, pero internamente el pensador continúa tal como es. El anhelo de continuidad, de permanencia, crea esta división entre el pensador y sus pensamientos, Cuando el pensador y su pensamiento se tornan inseparables, sólo entonces, es trascendida la dualidad Sólo entonces tiene lugar la verdadera experiencia religiosa La realidad se manifiesta únicamente cuando cesa el pensador. Esta unidad inseparable del pensador y su pensamiento es para experimentarse, no es para especular sobre ella. Tal experiencia de unidad es liberación; en ella existe un júbilo inexpresable.
Sólo el recto pensar puede dar origen a la comprensión, porque trasciende la causa-efecto y el proceso dualistico. Cuando el pensador y su pensamiento se integran en la verdadera meditación, existe el éxtasis de lo real.
Pregunta: Estas guerras monstruosas claman por una paz duradera. Todos hablan ya de una Tercera Guerra Mundial. ¿Ve usted alguna posibilidad de impedir la nueva catástrofe?
KRISHNAMURTí: ¿Cómo esperamos impedirla si continúan los elementos y valores que causan la guerra? ¿ Acaso la guerra que acaba de terminar ha producido un cambio fundamental en el hombre? El imperialismo y la opresión siguen tan agresivos como antes, quizás astutamente encubiertos; continúan los Estados soberanos separados, las naciones intrigan a fin de lograr para si mismas nuevas posiciones de poder, el poderoso sigue oprimiendo al débil, las élites que gobiernan continúan explotando a los gobernados, los conflictos sociales y de clase no han cesado, el prejuicio y el odio arden por doquier. En tanto los sacerdotes profesionales con sus prejuicios organizados justifiquen la intolerancia y la liquidación física de otros seres humanos por el bien del propio país y la protección de sus intereses e ideologías, seguirá habiendo guerras. En tanto los valores sensorios predominen sobre el valor eterno, la guerra será inevitable.
El mundo es lo que es uno. Si uno es nacionalista, patriótico, agresivo, ambicioso, codicioso, entonces es la causa del conflicto y la guerra. Si uno pertenece a determinada ideología, a un prejuicio especializado — aunque lo llame religión — , uno será la causa de la lucha y la desdicha del mundo. Si uno está enredado en valores sensorios, habrá ignorancia y confusión. Porque el mundo es lo que es cada uno de nosotros; nuestro problema individual es el problema del mundo.
¿Han cambiado ustedes de manera fundamental a causa de la presente catástrofe? ¿No se siguen titulando americanos, ingleses, indios, alemanes, etc ? ¿No siguen estando ávidos de posición y poder, de posesiones y riquezas? Ei culto religioso se vuelve hipocresía cuando ustedes están cultivando las causas de la guerra; sus oraciones ios conducen a la ilusión si se entregan al odio y al espíritu mundano. Si no erradican en si mismos las causas de enemistad, ambición y codicia, sus dioses son dioses falsos que los llevarán a la infelicidad Sólo la buena voluntad y la compasión pueden traer orden y paz al mundo, y no los programas políticos y las conferencias. Ustedes deben pagar el precio de la paz. Deben pagarlo voluntariamente, alegremente, y ese precio es la libertad respecto de la lujuria y la mala voluntad, del espíritu mundano y la ignorancia, del prejuicio y el odio. Si hubiera en ustedes un cambio fundamental semejante, podrían contribuir a la creación de un mundo pacifico y cuerdo. Para tener paz, deben ustedes ser considerados y compasivos.
Quizá no puedan impedir la Tercera Guerra Mundial, pero pueden liberar el corazón y la mente, liberarlos de la violencia y de las causas que dan origen a la enemistad e impiden el amor. Entonces, en este mundo tenebroso habrá algunos que serán puros de mente y corazón, y de ellos tal vez pueda surgir la semilla de una verdadera cultura .Purifiquen sus corazones y sus mentes, porque sólo gracias a la vida y acción de ustedes podrá haber orden y paz en el mundo. No se pierdan y confundan en organizaciones; permanezcan totalmente solos y sean sencillos, No procuren meramente impedir la catástrofe, sino dediqúese más bien cada uno a erradicar profundamente en sí mismo esas causas que engendran antagonismo y lucha.
Pregunta: Tal como usted lo sugirió el año pasado, he estado anotando durante varios meses mis pensamientos y sentimientos, pero no parece que haya avanzado mucho en eso ¿Por qué? ¿Qué más debo hacer?
KRISHNAMURTÍ: El año pasado sugerí, como un recurso para el conocimiento de uno mismo y el recto pensar, que anotaran cada pensamiento-sentimiento, tanto los agradables como los desagradables De ese modo, uno llega a darse cuenta de todo el contenido de su conciencia, de los pensamientos íntimos y de los motivos, las intenciones y las servidumbres más secretas. Así, gracias a la constante percepción alerta, llega el conocimiento propio que da origen al recto pensar, Porque sin conocimiento propio no puede haber comprensión. La fuente del entendimiento está dentro de uno mismo, y sin un profundo conocimiento propio no es posible comprender el mundo y nuestra relación con el mundo.
El interlocutor desea saber por qué no es capaz de penetrar a fondo dentro de sí mismo y descubrir, asi, el tesoro oculto que se encuentra más allá de los intentos superficiales tendientes al conocimiento propio. Para ahondar profundamente, debe uno contar con el instrumento adecuado, no tan sólo con el deseo de ahondar en sí mismo, Para cultivar el conocimiento propio, tiene que haber capacidad, no un vago anhelo al respecto. El ser y el desear ser son dos cosas diferentes.
Para cultivar el instrumento apropiado de percepción, el pensamiento debe dejar de censurar, rechazar, comparar y juzgar, o de buscar confortación y seguridad. Si usted censura lo que ha anotado o se satisface con ello, pone fin al libre fluir del pensamiento-sentimiento y a la comprensión. Si desea comprender lo que otro está diciendo, debe escuchar sin ningún prejuicio, sin dejarse distraer por cosas que no vienen al caso, De igual modo, si desea comprender sus propios pensamientos-sentimientos, debe observarlos con bondadosa imparcialidad y no con una actitud de condena o de aprobación. La identificación impide y pervierte el huir del pensamiento-sentimiento; para el conocimiento propio es esencial un estado de tolerante desinterés. El conocimiento de uno mismo abre la puerta a la comprensión amplia y profunda. Pero es difícil estar sereno en relación con uno mismo, con las propias reacciones y demás, porque hemos establecido un hábito de autocensura, de autojustificación, y es con respecto a este hábito que debemos estar muy atentos. Mediante la constante percepción alerta, no mediante la negación y el rechazo, el pensamiento se libera realmente del hábito. Esta libertad no pertenece al tiempo sino a la comprensión. La comprensión está siempre en el presente inmediato.
Para cultivar el instrumento correcto de percepción, no debemos comparar, porque cuando comparamos dejamos de comprender. Si uno compara, si trata de aproximarse a un modelo, es meramente competitivo, ambicioso, y su objetivo es, entonces, el éxito, el cual contiene inherentemente el fracaso. La comparación implica un patrón de autoridad, conforme al cual uno mide y se guía La tiranía que ejerce sobre nosotros la autoridad, mutila la comprensión. La comparación puede producir un resultado que deseamos, pero impide el conocimiento propio La comparación implica tiempo, y el tiempo no reditúa comprensión.
Usted es un complejo organismo viviente; compréndase a sí mismo, no mediante la comparación, sino mediante la percepción de ¡o que es, porque el presente es la entrada al pasado y al futuro Sólo cuando el pensamiento se libera de la comparación e identificación y de la carga no creativa que implican, puede tener calma y claridad.. Este hábito de la comparación, como también el hábito de la condena y la aprobación, conducen al amoldamiento, y en el amoldamiento no hay comprensión.
El “yo" no es una entidad estática sino muy activa, vivamente capaz en sus requerimientos y búsquedas; para seguir y entender el perpetuo movimiento del “yo”, se necesita una mente-corazón aguda y flexible, capaz de una intensa percepción alerta. Para comprender, la mente debe ahondar a fondo y, no obstante, debe saber cuándo permanecer en un estado de alerta pasivo. Seria tonto y desequilibrado continuar ahondando y ahondando, sin el poder recuperador y creativo de la pasividad. Nosotros inquirimos, analizamos, nos examinamos, pero ése es un proceso conflictivo y angustioso; no hay júbilo en él, porque juzgamos o justificamos o comparamos. No hay instantes de silenciosa percepción alerta, de pasividad sin opciones. Esta percepción alerta y sin opciones, esta pasividad creativa, es aun más esencial que la autobservacíón y la investigación, Tal como cultivamos los campos, los sembramos, los cosechamos y los dejamos en barbecho, así debemos vivir las cuatro estaciones en un día Si ustedes cultivan, siembran y recogen sin dar un descanso al suelo, éste pronto se volverá improductivo. El barbechado es tan esencial como el labrado; cuando la tierra permanece en barbecho, los vientos, las lluvias, la luz del sol le aportan productividad creativa y la tierra se renueva. Así, después de afanarse, la mente-corazón debe permanecer en silencio, en un alerta pasivo, a fin de renovarse a sí misma.
De este modo, mediante la percepción alerta de cada pensamiento-sentimiento, uno llega a conocer y comprender las modalidades del “yo”. Esta percepción alerta con su autobservación y su despierta pasividad, trae consigo un amplio y profundo conocimiento propio. De este conocimiento propio surge el recto pensar; sin recto pensar no hay meditación.
Pregunta: El problema de un medio de vida decente es predominante en la mayoría de nosotros Puesto que las corrientes económicas del mundo dependen irremediablemente unas de otras, yo encuentro que casi cualquier cosa que haga, o bien explota a otros o contribuye a las causas de ia guerra , Uno que honestamente desea lograr un recto medio de subsistencia, ¿cómo puede apartarse de las ruedas de la explotación y la guerra?
KRISHNAMURTI: Para aquél que verdaderamente desea encontrar un recto medio de subsistencia, la vida económica tal como está hoy organizada, es ciertamente difícil, como dice el interlocutor, las corrientes económicas están relacionadas entre si; por lo tanto, éste es un problema complejo y, como todos los problemas humanos complejos, debe ser abordado con sencillez. Puesto que la sociedad se está volviendo más y más compleja y organizada, la reglamentación del pensamiento y de la acción se exige en aras de la eficiencia. La eficiencia se convierte en crueldad cuando predominan los valores sensorios, cuando dejamos de lado el valor eterno.
Obviamente, hay medios de vida incorrectos. Aquél que ayuda en la fabricación de armas y otros métodos de matar a sus semejantes está, por cierto, ocupado en fomentar la violencia, la cual jamás contribuye a crear paz en el mundo; el político que, por el beneficio de su nación o por su propio beneficio o por el de una ideología, se ocupa en gobernar y explotar a otros, no hay duda de que está empleando malos medios de vida que conducen a la guerra, a la desdicha y al sufrimiento del hombre; el sacerdote que se aferra a un determinado prejuicio, a un dogma o a una creencia especializada, a una particular forma de culto y oración, también está usando medios de vida incorrectos, porque sólo disemina ignorancia e intolerancia que ponen al hombre contra el hombre» Cualquier profesión que conduce a las divisiones y al conflicto y contribuye a mantenerlos es, obviamente, un medio de vida incorrecto. Tales ocupaciones dan como resultado la explotación y la lucha competitiva.
Nuestros medios de vida son dictados por la tradición o por la ambición y la codicia, ¿no es así? En general, no empezamos eligiendo el recto medio de vida. Sólo nos sentimos muy agradecidos por conseguir lo que podemos, y seguimos ciegamente el sistema económico que nos rodea. Pero el interlocutor quiere saber cómo apartarse de la explotación y la guerra. Para apartarse de ambas, no debe permitir que se ejerza influencia sobre él ni debe seguir las ocupaciones tradicionales ni debe ser envidioso y ambicioso. Muchos de nosotros elegimos alguna profesión debido a la tradición o a que pertenecemos a una familia de abogados o militares o políticos o comerciantes; o nuestra avidez de posición y poder es la que dicta nuestra ocupación; la ambición nos impulsa a competir y a ser despiadados en nuestro deseo de éxito. Por lo tanto, aquél que no quiera explotar a otros o contribuir a la causa de la guerra, debe dejar de seguir la tradición, dejar de ser codicioso, ambicioso, egoísta. Si se abstiene de estas cosas, encontrará naturalmente la ocupación correcta.
Pero, aunque es importante y beneficiosa, la ocupación correcta no es un fin en sí misma Usted puede tener un recto medio de vida, pero si en lo interno es insuficiente y pobre, será una fuente de desdicha para sí mismo y. por ende, para los demás; será irreflexivo, violento, arrogante. Sin esa libertad interior de la realidad, no tendrá usted alegría ni paz. Unicamente en la búsqueda y el descubrimiento de esa realidad interior, podemos no sólo satisfacernos con poco, sino tomar conciencia de algo que está más allá de toda medida. Esto es lo primero que debe buscarse; entonces, como resultado de esto, vendrán las otras cosas.
Esta libertad interna de la realidad creativa no es un don; debe ser descubierta y experimentada. No es una adquisición que usted pueda acumular en lo personal para su propia glorificación. Es un estado del ser, como el silencio, un estado en el que no hay devenir sino plenitud. Es posible que esta creatividad no busque necesariamente expresarse; no es un talento que exija una manifestación externa. Uno no necesita ser un gran artista ni tener un auditorio; si usted busca estas cosas, perderá esa realidad interior. Ella no es un don ni el resultado del talento; este tesoro imperecedero es para ser descubierto cuando el pensamiento se libera de la lujuria, la mala voluntad y la ignorancia, así como del espíritu mundano y del anhelo personal de ser; es para experimentarse por obra del recto pensar y de la meditación. Sin esta libertad interior de la realidad, la existencia es dolor. Tal como el hombre sediento busca el agua, asi debemos buscar esa libertad interior. Sólo la realidad puede calmar la sed de la impermanencia.
Pregunta: Soy un fumador crónico, he tratado varias veces de renunciar a ello, pero cada vez he fracasado. ¿Cómo puedo abandonar el cigarrillo de una vez por todas ?
KRISHNAMURTI: No se esfuerce por abandonarlo; tal como ocurre con muchos hábitos, el mero luchar contra ellos sólo los fortalece. Comprenda todo el problema del hábito, el mental, el emocional y el físico. El hábito es irreflexión, y luchar contra la irreflexión determinada por la ignorancia, es inútil, estúpido, Usted debe comprender el proceso del hábito, comprenderlo mediante la constante percepción de las rutinas de la mente y de las acostumbradas respuestas emocionales. En la comprensión de las secuelas más hondas del hábito, las superficiales desaparecerán, Si supone que, sin comprender las causas más profundas del hábito, es capaz de vencer el hábito de fumar o cualquier otro, seguirá usted siendo como es; irreflexivo, vacuo, un juguete del medio en que vive.
El problema principal no es, por cierto, cómo renunciar a un hábito determinado, porque ello implica cosas mucho más profundas. Ningún problema puede ser resuelto en su propio nivel. ¿Se resuelve, acaso, algún problema, dentro del patrón de los opuestos? Obviamente, dentro del patrón hay conflicto, pero este conflicto, ¿resuelve el problema? ¿No debe uno salirse fuera del patrón del conflicto para encontrar una respuesta perdurable? La lucha contra el hábito no necesariamente resulta en el abandono de éste; otros hábitos pueden desarrollarse o sustituirlo. La mera lucha por superar hábitos, sin haber descubierto su significación más profunda, torna a la mente-corazón irreflexiva, superficial e insensible. Tal como sucede con la ira, con los ejércitos, el conflicto agota, y ningún problema importante se resuelve Así, el conflicto entre opuestos sólo embota la mente-corazón, y este embotamiento impide la comprensión del problema. Por favor, vean la importancia de esto. El conflicto entre dos deseos opuestos debe, por fuerza, terminar en cansancio, en irreflexión.
Esta irreflexión, esta imprudencia es la que debemos considerar, no el mero desistir de un hábito o de un conflicto. El abandono de un hábito será la consecuencia natural si hay atención reflexiva, sensibilidad. Esta sensibilidad se ve embotada, endurecida por la lucha constante de los deseos opuestos. De modo que, si desea fumar, fume; pero esté intensamente alerta a todas las implicaciones del hábito: la irreflexión, la dependencia, la soledad, el miedo, etc. No se limite a luchar contra el hábito; esté atento a su plena significación.
Se considera inteligente vivir on el conflicto de los opuestos; la lucha entre el bien y el mal, entre colectivismo e individualismo, se ve como necesaria para el crecimiento del ser humano; el conflicto entre Dios y el Diablo se acepta como un proceso inevitable este conflicto entre los opuestos, ¿nos conduce a la realidad? ¿No nos conduce a la ignorancia y a la ilusión? ¿El mal puede ser trascendido por medio de su opuesto? ¿No debe el pensamiento ir mucho más allá del conflicto de ambos? Este conflicto entre los opuestos no se deriva en virtud, on comprensión; nos conduce al hastío, a la irreflexión, a la insensibilidad. Tal vez el criminal, el pecador puede estar más cerca de la comprensión que el hombre que se cree justo y bueno en su presuntuosa lucha de los deseos opuestos. El criminal podría darse cuenta de su crimen, de modo que para él hay esperanza, mientras que el hombre que se debate en el hipócrito conflicto de los opuestos, está meramente extraviado en su propia mezquina ambición de llegar a ser. Uno es vulnerable, mientras que el otro está cerrado dentro de sí mismo, endurecido por su conflicto; uno sigue siendo susceptible, mientras que el otro se vuelve insensible a causa del conflicto y el dolor que genera la lucha constante por llegar a ser esto o aquello.
No se extravíe en el conflicto y el dolor de los opuestos. No compare ni se esfuerce por convertirse en lo opuesto de lo que usted es. Esté totalmente alerta, sin preferencia alguna, a lo que es, a su hábito, a su miedo, a su tendencia; y en esta llama singular de la percepción alerta, lo que es experimenta una transformación. Esta transformación no tiene lugar dentro del patrón de la dualidad; es fundamental, creadora, está dotada con el hálito de la realidad. En esta llama de la percepción alerta se resuelven realmente todos los problemas, Sin esta transformación, la vida es lucha y sufrimiento, no hay en ella felicidad ni paz
3 de junio de 1945