OBRAS COMPLETAS - TOMO 2 -J.K. - CONTINUACIÓN -

 TERCERA PLÁTICA EN LOS JARDINES DE LA ESCUELA VASANTA


Amigos:

Esta mañana, trataré primero de contestar algunas de las preguntas, y después, al terminar mis respuesta, intentaré hacer un resumen de lo que he estado diciendo.

Pregunta: ¿Es necesaria la meditación a fin de descubrir los valores perdurables? En tal caso, ¿cuál es el método correcto de meditación?

KRISHNAMURTI: Me pregunto qué es lo que, en general, entiende la gente por meditación. Hasta donde alcanzo a verlo, la así llamada meditación no es meditación en absoluto, sino concentración. Estamos habituados a esta idea de que concentrándonos, haciendo un esfuerzo tremendo para controlar la mente y fijarla en cierta idea o concepto, en cierta representación o imagen, enfocándola en un punto determinado, estamos meditando.

Ahora bien, ¿qué ocurre cuando tratamos de hacer eso? Procuramos concentrar la mente en cierta idea y expulsamos todas las demás ideas, los demás conceptos; tratamos de fijar la mente en esa idea, la forzamos a limitarse a eso, que puede ser un gran pensamiento, una imagen o un concepto recogido de un libro. ¿Qué ocurre cuando lo hacemos? Se introducen furtivamente otra ideas que intentamos expulsar, y así se mantiene ese continuo conflicto. En el intento de fijar la mente sobre una idea en particular, se introducen de manera subrepticia otras ideas no deseadas. No hacemos sino crear conflicto, empequeñecemos la mente, la contraemos, la forzamos a fijarse sobre una idea determinada. Mientras que, para mí, el júbilo de la meditación consiste no en forzar la mente, sino en descubrir el pleno significado de cada pensamiento apenas surge. ¿Cómo puede uno decir cuál es una idea mejor y cuál es una idea peor, cuál es noble y cuál es innoble? Uno puede decirlo sólo cuando la mente ha descubierto los valores genuinos. Así que, para mí, el gozo de la meditación está en este proceso de descubrir el verdadero valor de cada pensamiento. Uno descubre de manera natural el significado de cada pensamiento y, debido a eso, la mente se libera de este continuo conflicto.

Supongamos que usted trata de concentrarse en una idea; entonces se introduce en su mente otra idea, piensa en lo que va a vestir o a quién va a visitar o qué va a comer en el almuerzo. Complete cada pensamiento, no trate de expulsarlo; entonces verá que la mente ya no es un campo de batalla con ideas que compiten entre sí. Así, su meditación no está limitada a unas cuantas horas o a unos cuantos momentos durante el día, sino que es un continuo alerta de la mente y del corazón a lo largo de todo el día. Eso es, a mi entender, la verdadera meditación. En eso hay paz. En eso hay júbilo. Pero la así llamada meditación que ustedes practican para disciplinarse a fin de obtener algo a cambio es, en mi sentir, una cosa nociva, destruye realmente el pensamiento. ¿Por qué nos obligamos a hacer eso? ¿Por qué nos obligamos a pensar de manera concentrada por unos cuantos momentos durante el día, en cosas que creemos que nos agradan? Porque durante el resto del día estamos haciendo algo que no nos agrada, que no es placentero. Por lo tanto, decimos: “Para pensar acerca de algo que me agrada, debo meditar”. De este modo, estamos dando una respuesta falsa a una causa falsa. Es decir, el medio -económico, social, religioso- nos impide realizar lo que deseamos; y como nos lo impide, tenemos que encontrar momentos, una hora o dos, en las cuales vivir. Entonces es necesario disciplinar la mente, forzarla dentro de un patrón particular; de aquí surge toda la idea de la disciplina. Mientras que, si comprendiéramos realmente la limitación del medio y nos abriéramos paso a través de ella mediante la acción, entonces se volvería totalmente innecesario este proceso de disciplinar la mente para que actúe de cierta manera.

Por favor, si quieren ver el significado de todo esto, deben reflexionar al respecto con bastante cuidado; porque una mente disciplinada -no tan sólo disciplinada para desarrollar una técnica- es una mente que ha sido educada conforme a cierto patrón particular, y ese patrón es el resultado de una sociedad falsa, de falsas ideas y falsos conceptos. Mientras que, si son capaces de profundizar y ver cuáles son las cosas falsas, entonces la mente ya no será un campo de batalla para ideas contradictorias, y así descubrirán que en eso radica la verdadera contemplación. Se ha despertado, entonces, el júbilo del pensar.

Pregunta: ¿Qué es el estado de percepción alerta del que usted habla? ¿Querría tratarlo un poco más a fondo?

KRISHNAMURTI: Señores, estamos acostumbrados a un esfuerzo continuo para hacer cualquier cosa; pensar es hacer un esfuerzo tremendo. Tenemos el hábito de este esfuerzo incesante. Ahora bien, quiero exponer lo que, para mí, no es esfuerzo sino una nueva manera de vivir. Cuando ustedes saben que algo es un obstáculo, que algo es un veneno, cuando todo su ser se vuelve consciente de que algo es venenoso, no hay esfuerzo alguno para desecharlo. Cuando saben que algo es peligroso, venenoso, y toman plena conciencia de ello con la mente y el corazón, ya se han librado de eso. Sólo cuando no saben que se trata de un veneno, o cuando ese veneno les da placer y, al mismo tiempo, dolor, sólo entonces juegan con ello.

Ahora bien, hemos creado muchos obstáculos, tales como el nacionalismo, el patriotismo, el seguimiento imitativo de la autoridad, el sometimiento a la tradición, la continua búsqueda de comodidad. Hemos creado todas estas cosas a causa del temor. Pero, si sabemos con todo nuestro ser que el patriotismo es realmente una cosa falsa, venenosa, entonces no tenemos que luchar contra él. No tenemos que libramos de él. En el momento en que sabemos que se trata de algo venenoso, se ha terminado. ¿Cómo vamos a descubrir que es algo venenoso? No identificándonos con el patriotismo ni con el antipatriotismo. Es decir, uno quiere descubrir si el patriotismo es un veneno, pero si se identifica ya sea con el patriotismo o con el sentimiento de antipatriotismo, no puede descubrir lo que es verdadero. ¿No es así? Usted quiere descubrir si el patriotismo es un veneno. Por lo tanto, lo primero es darse cuenta, volverse consciente del hecho de la no identificación con lo uno o con lo otro. Así, cuando no trata de identificarse ni con el patriotismo ni con el sentimiento contrario al patriotismo, comienza a ver el verdadero significado del patriotismo. Entonces se da cuenta del verdadero valor que tiene.

Después de todo, ¿qué es el patriotismo? Estoy tratando de ayudarles a que se den cuenta ya de ese veneno. Eso no quiere decir que deban aceptar o rechazar lo que estoy diciendo. Considerémoslo juntos y veamos si no es un veneno. En el momento en que ven que es un veneno, no necesitan luchar contra él. Se ha terminado. Si ven una serpiente venenosa, se alejan de ella. No luchan contra ella. Mientras que, si no están seguros de que es una serpiente venenosa, puede ser que vayan y jueguen con ella. Descubramos, del mismo modo, sin aceptar el patriotismo y sin oponemos a él, si es o no un veneno.

Primero que nada, ¿cuándo son ustedes patrióticos? No son patrióticos todos los días. No sostienen permanentemente ese sentimiento patriótico. En la escuela son educados esmeradamente para el patriotismo, por medio de los libros de historia que dicen que el país de ustedes ha derrotado a algún otro país, que es mejor que otros países. ¿Por qué ha habido esta preparación de la mente para el patriotismo, el cual, a mi entender, es una cosa antinatural? No es que no tengan que apreciar la belleza de un país más tal vez que la de otros países; pero esa apreciación no tiene nada que ver con el patriotismo, es apreciación de la belleza. Por ejemplo, hay ciertas partes del mundo donde no crece un solo árbol, donde el Sol es deslumbrante y abrasador; pero eso tiene su propia belleza. Por cierto, un hombre que gusta de la sombra, de las hojas que danzan, no por eso es patriótico. El patriotismo ha sido cultivado, ejercitado como un medio de explotación. No es una cosa instintiva en el hombre. Lo instintivo en el hombre es la apreciación de la belleza, no el decir “mi país”. Pero eso ha sido cultivado por aquéllos que desean buscar mercados extranjeros para sus mercancías. O sea, si tengo en mis manos los medios de producción y he saturado este país con mis productos y, entonces, quiero expandirme, tengo que ir a otros países, tengo que conquistar mercados en otros países. Por lo tanto, debo disponer d e medios de conquista. Así que digo “nuestro país” y estimulo toda esta cosa a través de la prensa, de la propaganda, de la educación, de los libros de historia, etc., estimulo este sentimiento de patriotismo; de esta manera, en un momento de crisis, todos nos lanzamos a combatir a otro país. Y los explotadores juegan con este sentimiento de patriotismo hasta que todos hemos sido tan embaucados que estamos dispuestos a pelear por nuestro país, llamando bárbaros a los otros y todo lo demás.

Esto es algo obvio, no lo invento. Ustedes pueden estudiarlo. Es obvio si lo consideran con una mente libre de prejuicios, una mente que no quiere identificarse ni con el patriotismo ni con el antipatriotismo, sino que trata de descubrir. ¿Qué ocurre cuando descubren que el patriotismo es realmente un obstáculo para una vida completa, plena, verdadera? No tienen que luchar contra él. Ha desaparecido completamente.

Comentario: Uno tendría que hacer frente a la ley del país.

KRISHNAMURTI: ¡La ley del país! ¿Por qué no? Por cierto, si usted está libre de patriotismo y la ley del país interfiere con usted y lo envía a la guerra y usted no se siente patriótico, entonces puede volverse objetor de conciencia, o ir a prisión, entonces tiene que oponerse a la ley. La ley está hecha por seres humanos y, ciertamente, puede ser quebrantada por seres humanos. ( Aplausos ) Por favor, no se molesten en aplaudir, es una pérdida de tiempo.

¿Qué sucede, pues? El patriotismo, sea del tipo occidental o del tipo oriental, es la misma cosa, es un veneno que deforma realmente el pensar en los seres humanos. Por consiguiente, es una enfermedad, y cuando usted comience a comprender, a darse cuenta de que es una enfermedad, verá que su mente reacciona contra esa enfermedad. Cuando en tiempo de guerra todo el mundo hable de patriotismo, usted conocerá la falsedad que implica y, en consecuencia, actuará como un ser humano.

Del mismo modo, por ejemplo, la creencia es un obstáculo. Esto es, la mente no puede pensar de manera completa, plena, si está amarrada a una creencia. Es como un animal atado a un poste por una cuerda. No importa si la cuerda es larga o corta; está atado, así que no puede corretear libremente, de manera plena, completa y amplia; sólo puede moverse dentro de la longitud de esa cuerda. Por cierto, un movimiento semejante no es pensar; es moverse sólo dentro del círculo limitado de la creencia. Ahora bien, las mentes de los hombres se encuentran amarradas a una creencia; por lo tanto, son incapaces de pensar. Casi todas se han identificado con una creencia y, por eso, su pensamiento está siempre circunscripto, limitado por esa creencia o ese ideal; de aquí la insuficiencia del pensamiento. Las creencias separan a la gente. Si usted ve eso, si realmente ve con todo su ser que la creencia condiciona al pensamiento, ¿qué ocurre? Se da cuenta de que su pensamiento está condicionado, atrapado en una creencia, que está amarrado a ella. En la llama de esa percepción alerta reconocerá la necedad de la creencia; por lo tanto, empezará a liberar a la mente del condicionamiento y, en consecuencia, comenzará a pensar de manera completa, plena.

Por favor, experimente con esto y verá que la vida no es un proceso de continua batalla contra normas que se oponen a lo que usted desea hacer. Entonces no existe ni lo que usted desea hacer ni la norma, sino la acción correcta sin identificación personal.

Tomemos otro ejemplo. Usted teme a lo que podría decir su vecino -un temor muy simple-. Ahora bien, es inútil desarrollar lo opuesto a ese temor, que es decir: “No me importa lo que diga el vecino”, y hacer algo en respuesta a esa oposición. Pero si realmente se da usted cuenta de por qué siente temor al vecino, entonces el temor cesa por completo. Para descubrir ese “por qué”, la causa de cualquier temor, usted debe estar plenamente atento en ese instante del temor, y entonces verá cuál es la causa; tiene miedo de perder un empleo, podría no casar a su hijo o hija, quiere encajar en la sociedad y así sucesivamente. Así, mediante este proceso de vigilancia de la mente, de esta constante percepción alerta, comienza usted a descubrir; y en esa llama se quema la escoria de los patrones falsos. Entonces la vida deja de ser una batalla. Entonces no hay nada que deba ser conquistado.

Tal vez ustedes no acepten esto. Tal vez no acepten lo que estoy diciendo, pero pueden experimentar. Experimenten con estos tres ejemplos que les he dado: temor, creencia, patriotismo, y verán cómo sus mentes están atadas, condicionadas, y que debido a eso la vida se convierte en un conflicto. Donde la mente se halla esclavizada, condicionada, tiene que haber conflicto, sufrimiento. Porque, después de todo, el pensar es como las aguas de un río, debe estar en continuo movimiento. Ese movimiento es la eternidad. Si condicionan el libre fluir de ese movimiento del pensar, de la mente y del corazón, entonces tiene que haber conflicto, y ese conflicto debe, entonces, tener un remedio. Y así comienza el proceso: la búsqueda de remedios, sustitutos, y el no tratar jamás de descubrir la causa de este conflicto. Por lo tanto, mediante este proceso de plena percepción alerta, liberan ustedes a la mente y al corazón de todos los obstáculos que han sido puestos allí por el medio en que viven; y mientras el medio esté condicionando a la mente, mientras la mente no haya descubierto el verdadero significado de ese medio, tiene que haber conflicto y, en consecuencia, la falsa respuesta que es la autodisciplina.

Pregunta: Cuando uno ha descubierto por sí mismo que todos los métodos para escapar del presente han resultado inútiles, ¿qué más queda ahí por hacer?

KRISHNAMURTI: Cuando usted descubre que está huyendo del conflicto, que su mente escapa mediante remedios superficiales, quiere saber lo que queda ahí. ¿Qué queda? Inteligencia, comprensión, ¿no es así? Supongamos que experimenta alguna clase de dolor, puede ser el dolor de la muerte o algún tipo de dolor momentáneo. Cuando existe el dolor de la muerte, escapa mediante esta creencia en la reencarnación, o en la creencia de que la vida existe y continúa del otro lado. Examiné eso la noche anterior, así que no lo investigaré aquí. Pero cuando usted reconoce que eso es un escape, ¿qué sucede? Entonces observa atentamente el remedio a fin de descubrir su significado, de descubrir si tiene algún valor; y, en el proceso del descubrimiento, ha nacido la inteligencia, la comprensión; y esa inteligencia suprema es la vida misma. Uno no necesita nada más.

O suponga que tiene algún tipo de dolor momentáneo y quiere escapar de él, escapar y tratar de divertirse, de olvidarlo. Al tratar de olvidar, jamás comprende la causa de ese dolor. Así que multiplica los medios de olvidar; pueden ser el cine, una iglesia o cualquier cosa. Por lo tanto, no es cuestión de lo que queda después de que uno ha dejado de escapar, sino que, en el acto de procurar descubrir el valor de los escapes que uno ha creado para sí mismo, hay verdadera inteligencia, y esa inteligencia es felicidad creativa, plenitud de realización.

Pregunta: ¿Cuál es la causa fundamental del miedo?

KRISHNAMURTE ¿No es la conservación propia con todas sus sutilezas? Por ejemplo, usted puede tener dinero y, por eso, no se preocupa acerca de la competencia por conseguir un empleo; pero teme alguna otra cosa, teme que su vida puede acabar súbitamente y que tal vez haya extinción, o teme la pérdida de dinero. Por consiguiente, si lo considera, podrá ver que el miedo existirá mientras continúe esta idea de la conservación propia, mientras la mente se aferre a esta idea de la conciencia egocéntrica, idea que he explicado la noche anterior. Mientras esa conciencia del ego permanezca, tiene que haber miedo; y ésa es la causa fundamental del miedo. Y también he tratado de explicar la otra noche cómo se origina esta conciencia a la que llamamos el “yo”, cómo es creada por las falsas condiciones externas, o sea, por el medio en que vivimos, y por la lucha que genera ese medio. Es decir, tal como el sistema existe actualmente, a fin de poder siquiera vivir uno tiene que luchar para sí mismo, y eso crea miedo; entonces tratamos de encontrar remedios para librarnos de este miedo. Mientras que, si cambiáramos realmente la condición que da origen a este miedo, entonces no habría necesidad de remedios; habríamos llegado a la fuente misma, al creador del miedo. ¿No podemos concebir un estado donde no tengamos que luchar por nuestra existencia? No es que no haya otras clases de miedo, las investigaremos más adelante; pero existe esta idea de la nacionalidad, esta idea de la conciencia racial, la conciencia de clase, están los medios de producción en manos de unos pocos y, en consecuencia, el proceso de explotación. Son estas cosas las que nos impiden vivir naturalmente, sin esta continua lucha por la conservación propia y la seguridad, la cual, digo, es absurda en un estado de inteligencia. En realidad, somos exactamente como animales, aunque podamos titulamos civilizados: cada uno luchando para sí mismo y para su familia. Y ésta es una de las causas fundamentales del temor. Si comprendieran de verdad el medio en que viven y la lucha contra ese medio, entonces no se preocuparían y el temor perdería su asidero.

Pero hay un temor de otra clase, el temor a la pobreza interna. Está el temor a la pobreza externa, y después el temor a ser superficial, el temor al vacío y a la soledad. Así, estando atemorizados, recurrimos a los diversos remedios en la esperanza de enriquecemos internamente. En realidad, ¿qué es lo que ocurre? Estamos meramente tapando ese hueco, esa superficialidad, mediante innumerables remedios. Puede ser el remedio de la literatura, el leer muchísimo -no es que yo esté contra la lectura-, puede ser esta exageración por el deporte, esta continua prisa, este afán de mantenemos juntos a toda costa, de escapamos, de pertenecer a ciertos grupos, a ciertas clases, a ciertas sociedades, de estar en las camarillas, entre la gente de la alta sociedad. Ustedes saben, todos pasamos por eso. Todas estas cosas sólo indican el miedo a esa soledad que debemos afrontar inevitablemente un día u otro. Y mientras exista esa vacuidad, esa superficialidad, ese hueco, esa carencia intema, tiene que haber miedo.

Estar realmente libres de ese miedo, lo cual implica estar libres de esa vacuidad, de esa superficialidad, es no tapar todo eso mediante remedios, sino más bien reconocer esa superficialidad, darnos cuenta de ella, lo cual proporciona a la mente el estado de alerta necesario para descubrir los valores y el significado de cada experiencia, de cada patrón, de cada circunstancia ambiental. Gracias a eso descubrirán la verdadera inteligencia, y la inteligencia es profunda, insondable, ilimitada; por consiguiente, desaparece la superficialidad. Cuando tratamos de tapar esa vacuidad, de obtener algo a fin de llenarla, la vacuidad aumenta más y más. Pero, si sabemos que estamos vacíos, si no tratamos de escapar, en esa percepción alerta la mente se vuelve muy aguda, porque uno está sufriendo. Tan pronto somos conscientes de que estamos vacíos, huecos, tiene lugar un conflicto tremendo. En ese momento de conflicto estamos descubriendo, a medida que avanzamos, el significado de la experiencia, los patrones y valores de la sociedad, de la religión, de las condiciones que nos han impuesto. En vez de tapar el vacío, hay profundidad de inteligencia. Entonces uno jamás se siente solo, ya sea que esté consigo mismo o con una enorme multitud; entonces no hay tal cosa como vacuidad interna, superficialidad.

Pregunta: ¿Actuará ¡a gente por instinto, o alguien tendrá que señalarle siempre el modo de obrar?

KRISHNAMURTI: Bueno, el instinto no es cosa en la que pueda confiarse, ¿verdad? Porque el instinto ha sido tan pervertido, está tan amarrado por la tradición, por la autoridad, por las condiciones ambientales, que ya no podemos confiar en él. O sea, el instinto de posesión es una cosa falsa, antinatural. Le explicaré por qué. Ha sido creado por una sociedad basada en la seguridad individual; por lo tanto, el instinto de posesión ha sido esmeradamente cultivado a lo largo de generaciones. Decimos: “Soy instintivamente posesivo. Está en la naturaleza humana ser posesivo”; pero si realmente lo considera, verá que el instinto de posesión ha sido cultivado por condiciones falsas; en consecuencia, no es un verdadero instinto. Así tenemos muchos instintos que han sido falsamente fomentados, y si dependemos de otro para que nos saque de estos patrones falsamente instintivos, entonces caeremos en otra jaula, crearemos otro conjunto de patrones que volverán a desnaturalizar nuestra acción. Mientras que, si examinamos realmente cada instinto y no tratamos de identificamos con él, sino que procuramos descubrir su significado, entonces de allí surge una acción natural y espontánea, la verdadera intuición.

Vean, afortunada o desafortunadamente, ustedes han estado aquí en mis pláticas durante los últimos cuatro o cinco días, y el hecho de oír meramente mis pláticas no va a producir nada, no va a darles sabiduría. Lo que da sabiduría es la acción. La sabiduría no es cosa que pueda comprarse ni adquirirse de las enciclopedias ni leyendo filosofías. Yo jamás he leído ninguna clase de filosofías. Sólo en el proceso dé la acción empieza uno a discernir qué es falso y qué es verdadero; y muy pocas personas están alerta, con un deseo vehemente de actuar. Prefieren más bien sentarse y discutir, o asistir a las iglesias, o crear misterios de nada, porque sus mentes son holgazanas, perezosas, y tras eso está el miedo de ir contra la sociedad, contra el orden establecido. Por lo tanto, oír mis pláticas o leer lo que he dicho, no va a despertar la inteligencia o conducirlos hacia la verdad, hacia el éxtasis de la vida, la cual es un movimiento constante. Lo que trae sabiduría es darse cuenta de uno de esos obstáculos y actuar. Tome, como dije, el obstáculo del patriotismo o el de la creencia, y empiece a actuar; verá a qué insondable profundidad del pensar lo conducirá eso. Uno llega mucho más allá que cualquier teólogo teórico, que cualquier filósofo. En esa acción, usted descubrirá que llega un momento en que ya no está buscando un resultado de su acción, un fruto, sino que la acción misma tiene en sí un sentido. Como un científico que experimenta; si bien en el proceso de experimentar hay resultados, él continúa experimentando. Así, del mismo modo, en el proceso de experimentar, en el proceso de liberar de obstáculos a la mente y al corazón, tendrá lugar una acción, un resultado. Pero lo esencial es que exista este movimiento continuo de la mente y el corazón. Si toda acción es realmente la expresión de ese movimiento, entonces la acción se convierte en la nueva sociedad, en el nuevo medio; por lo tanto, la sociedad no se aproxima a algún ideal, sino que, en esa acción, también la sociedad se está moviendo, jamás es estática, jamás está quieta, y la moralidad es, entonces, una percepción y acción espontánea, no forzada por el temor ni impuesta externamente por la sociedad o la religión.


Así, en este proceso de liberar de lo falso a la mente, no hay reemplazo de lo falso por lo verdadero, sino que sólo existe lo verdadero. Entonces uno ya no está buscando una sustitución, sino que, en el proceso de descubrir lo falso, libera a la mente y le permite moverse y vivir en lo eterno; de este modo, la acción se vuelve una cosa espontánea, natural y, por ende, la vida llega a ser no una escuela donde aprendemos a competir, a pelear, sino algo para ser vivido inteligentemente, felizmente, supremamente. Una vida así es la vida de un ser humano completo.

2 de abril de 1934



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 SEGUNDA PLÁTICA EN EL MUNICIPIO


Amigos:

Probablemente la mayoría de ustedes ha venido porque está a la búsqueda de algo. Al menos muchos se hallan aquí porque esperan encontrar algo asistiendo a esta reunión, porque buscan algo que no conocen pero que esperan descubrir. Se hallan aquí porque existe un deseo de encontrar la felicidad, porque todos, de un modo u otro, están sufriendo. Hay algo que roe constantemente nuestras mentes y nuestros corazones, estamos insatisfechos, nos sentimos incompletos, llenos de interrogantes. Se ofrecen continuas explicaciones para nuestros innumerables sufrimientos, y entonces vienen ustedes aquí para averiguar si pueden obtener algo a cambio de su búsqueda. Asistiendo a esta plática, esperan encontrar una respuesta a sus problemas, dar con la causa de su sufrimiento.

Ahora bien, ¿qué ocurre por lo general cuando sufren? Desean un remedio. Cuando hay un problema, desean una solución. Cuando les duele algo recurren a un remedio. Así, van de un remedio a otro. Sufrimos y queremos averiguar cuál es el remedio para ese sufrimiento, y así vamos de una lección a otra, de una experiencia a otra, de un remedio a otro, de un sistema a otro, de una creencia a otra creencia, cambiando continuamente nuestras sectas; o sea, vamos de una jaula a otra golpeando inútilmente contra estas rejas para descubrir por qué existe el sufrimiento. Al mismo tiempo, la mente y el corazón están buscando meramente un remedio, una explicación.

De este modo jamás encontraremos la explicación, porque ¿qué ocurre cuando estamos sufriendo? Nuestra exigencia inmediata es que ese sufrimiento se alivie, así que aceptamos un remedio que se nos ofrece, sin examinarlo debidamente, sin descubrir su verdadero significado. Aceptamos eso porque, psicológicamente, hemos desarrollado una esperanza, y esa esperanza nos enceguece; por lo tanto, no hay una comprensión clara de lo que ese remedio implica. Si reflexionan sobre ello, verán que es un hecho.

Acuden a un médico; les da un remedio. Nunca se preguntan qué es ese remedio. Todo lo que les interesa es que el dolor se vaya.

Si están buscando, pues, alguna cosa, se encuentran ustedes en esta reunión con esa misma actitud mental. Si se hallan aquí por curiosidad, bueno, me temo que no tengo nada que decir. Pero si se hallan aquí para descubrir, se sentirán decepcionados si están buscando un remedio, porque no quiero darles un remedio, una explicación; pero al considerar las cosas juntos, descubriremos cuál es la causa del sufrimiento.

Por lo tanto, para descubrir cuál es el origen del sufrimiento, no busquen un remedio; averigüen más bien qué es lo que causa ese sufrimiento. Uno puede tratar superficialmente con los síntomas, pero de ese modo no descubrirán la causa verdadera, básica, fundamental del sufrimiento. Sólo pueden descubrirla si no están creando una barrera mediante el anhelo inmediato de librarse de ese dolor. Por ejemplo, si pierden a alguien a quien amaban grandemente, hay un sufrimiento intenso. Entonces se les ofrece un remedio -que esa persona vive del otro lado, la idea de la reencarnación y demás-. Ustedes aceptan ese remedio para su sufrimiento, pero el dolor sigue ahí, sólo que lo han disimulado con una explicación, un remedio, una droga superficial. Mientras que si realmente trataran de descubrir cuál es la causa de ese sufrimiento, lo examinarían, intentarían averiguar el pleno significado del remedio que les ofrecen, ya sea la idea de que la persona vive del otro lado, o la creencia en la reencarnación.

En ese estado de la mente, cuando hay sufrimiento, existe una gran agudeza en el pensar, un intenso cuestionamiento; y este cuestionamiento intenso es el que, en realidad da origen al sufrimiento. ¿No es así? Si uno ha vivido junto con su mujer, su hermano o quien fuere, y esa persona ha muerto, uno se enfrenta cara a cara con su propia soledad, lo cual crea en la mente la actitud de cuestionamiento -al tomar plena conciencia de esa soledad-. Ese momento de aguda percepción alerta, de conciencia plena, es el momento de descubrir cuál es la causa del sufrimiento.

Ahora bien, para descubrir la causa del sufrimiento, tiene que existir ese estado agudo de la mente y del corazón, el cual busca, trata de descubrir. En ese estado, uno verá que la mente y el corazón se han vuelto esclavos del medio. La mente, en la inmensa mayoría de las personas, no es otra cosa que el medio en que vivimos. La mente y el corazón son el medio y dependen de él para su condición; en tanto la mente sea una esclava del medio, tendrá que haber sufrimiento, es inevitable el continuo conflicto del individuo contra la sociedad.

Y el individuo estará libre del medio sólo cuando él, cuestionando el medio, supere la limitación que el medio le ha impuesto. O sea, eso ocurre sólo cuando comprendemos el significado de cada medio, el verdadero valor del medio que la sociedad y las religiones han establecido en tomo a nosotros y nos abrimos paso por la limitación impuesta, con lo cual nace la verdadera inteligencia.

Después de todo, uno es desdichado porque no hay inteligencia, la cual es comprensión. Cuando uno comprende una cosa, ya no está más en conflicto, ya no está limitado por lo que le han impuesto la autoridad, la tradición, los prejuicios profundamente arraigados. Por consiguiente, la inteligencia es necesaria para ser supremamente feliz y, a fin de despertar esa inteligencia, la mente debe estar libre del medio. Las innumerables incrustaciones creadas, en el curso de los tiempos, por las religiones y la sociedad, se han convertido en nuestro medio. Uno puede estar libre del medio que los individuos han creado, sólo cuando comprende sus patrones, sus valores, sus prejuicios, sus autoridades, y entonces comienza a averiguar que la causa fundamental del sufrimiento es la falta de verdadera inteligencia, y esa inteligencia no puede descubrirse por algún proceso milagroso, sino estando continuamente alerta y, por lo tanto, cuestionando constantemente, tratando de descubrir lo falso y lo verdadero que hay en el medio establecido en tomo a nosotros.

Me han entregado algunas preguntas y voy a tratar de contestarlas esta tarde.


Pregunta: ¿Cree usted en Dios? ¿Es usted ateo?

KRISHNAMURTI: Presumo que todos ustedes creen en Dios. Tiene que ser así, porque son todos cristianos, al menos manifiestan serlo; por lo tanto, tienen que creer en Dios. 

Ahora bien, ¿por qué creen en Dios? Por favor, enseguida voy a contestarle, así que no me llame ateo o teísta. ¿Por qué creen en Dios? ¿Qué es una creencia? Uno no cree en algo que es obvio, como la luz del Sol, como la persona que se sienta junto a nosotros; no tiene que creer. Mientras que su creencia en Dios no es algo real. Es cierta esperanza, cierta idea, cierto anhelo preconcebido que puede no tener nada que ver con la realidad. Si usted no creyera, sino que tomara verdadera conciencia de esa realidad en su vida, tal como es consciente de la luz del Sol, entonces toda la conducta en su vida sería diferente. Hoy por hoy, la creencia de ustedes no tiene nada que ver con sus vidas cotidianas. Así que para mí carece de importancia que crean o no crean en Dios. {Aplausos) Por favor, no se molesten en aplaudir. Hay muchas preguntas para contestar.

Por lo tanto, la creencia o el descreimiento de ustedes con respecto a Dios, son para mí lo mismo, porque ambas cosas carecen de realidad. Si ustedes estuvieran realmente atentos a la verdad, como están atentos a esa flor, si fueran verdaderamente conscientes de esa verdad como lo son del aire fresco y de la falta de aire fresco, entonces toda la vida que llevan, toda su conducta, su comportamiento, sus mismos afectos, sus mismos pensamientos, serían diferentes. Ya sea que se titulen creyentes o incrédulos, no lo demuestran por su conducta; por lo tanto, tiene muy poca importancia que crean o no crean en Dios. Es tan sólo una idea superficial impuesta por las condiciones y el medio, impuesta mediante el temor, la autoridad, la imitación. En consecuencia, cuando preguntan: “¿Usted cree? ¿Es ateo?”, no puedo responderles de manera categórica, porque para ustedes la creencia es mucho más importante que la realidad. Digo que existe algo inmenso, inconmensurable, insondable; existe alguna inteligencia suprema, pero uno no puede describirla. ¿Cómo podrían usted describir el gusto de la sal si nunca la hubieran probado? Y están las personas que jamás han probado la sal, que jamás tienen conciencia de esta inmensidad en sus vidas y que comienzan por preguntar si yo creo o si yo no creo, porque la creencia es para ellas mucho más importante que esa realidad que podrían descubrir si vivieran rectamente, auténticamente; pero como no viven auténticamente, piensan que la creencia en Dios es algo esencial para ser auténticamente humano.

Así que, para mí, es tan absurdo ser ateo como teísta. Si ustedes supieran qué es la verdad, qué es Dios, no serían ni teístas ni ateos, porque en ese estado de percepción la creencia es innecesaria. El hombre que no percibe, que sólo abriga esperanzas y supone, es el que recurre a la creencia o a la incredulidad para que lo sostengan y lo conduzcan en una dirección particular.

Ahora bien, si abordan esto de una manera por completo diferente, descubrirán por sí mismos, como individuos, algo real que está más allá de todas las limitaciones de las creencias, más allá de la ilusión de las palabras. Pero eso, el descubrimiento de la verdad o de dios, exige gran inteligencia, la cual no es una afirmación de creencia o de incredulidad, sino el reconocimiento de los obstáculos creados por la falta de inteligencia. Para descubrir, pues, a Dios o la verdad -y yo digo que tal cosa existe, la he realizado-, para reconocer eso, para realizarlo, la mente debe estar libre de todos los obstáculos que han sido creados en el curso de los tiempos, obstáculos basados en la autoprotección y en la seguridad propia. Ustedes no pueden estar libres de la seguridad diciendo meramente que están libres.

A fin de atravesar los muros de estos obstáculos, necesitan muchísima inteligencia, no más y más intelecto. La inteligencia es, para mí, la plena armonía de la mente y el corazón; entonces descubrirán por sí mismos, sin preguntárselo a nadie, qué es esa realidad.

¿Qué es lo que ocurre en el mundo? Ustedes tienen un Dios cristiano, tienen dioses hindúes, los mahometanos tienen su propia concepción de Dios; está cada pequeña secta con su verdad particular; y todas estas verdades se están volviendo como otras tantas enfermedades en el mundo, separan a la gente. Estas verdades, en manos de unos pocos, se convierten en medios de explotación. Ustedes acuden a cada una de ellas, una tras otra, probándolas todas, porque comienzan a perder todo sentido de discriminación, porque están sufriendo y desean un remedio y aceptan cualquier remedio que les ofrece alguna secta, sea cristiana, hindú o cualquier otra secta. Entonces, ¿qué está sucediendo? Sus dioses los dividen, sus creencias en Dios los dividen y, no obstante, hablan de la hermandad del hombre, de la unidad en Dios, pero al propio tiempo niegan la cosa misma que desean descubrir, porque se aferran a estas creencias como el medio más poderoso para destruir la limitación, mientras que ellas no hacen sino intensificarla.

¡Estas cosas son tan obvias! Si ustedes son protestantes, sienten horror por los católicos romanos; y si son católicos romanos sienten horror por todos los demás que no lo son. Eso ocurre en todas partes, no sólo aquí. Ocurre en la India, entre los mahometanos, entre todas las sectas religiosas; porque para todos, la creencia, esa cosa tan cruel, es más vital, más importante que lo genuinamente humano que significa el descubrimiento de la verdad. Por eso, las personas que creen tanto en Dios, no están realmente enamoradas de la vida. Están enamoradas de una creencia, pero no de la vida; por lo tanto, sus mentes y sus corazones se marchitan y se vuelven insignificantes, vacuos, superficiales.

Pregunta: ¿Cree usted en la reencarnación?

KRISHNAMURTE Primero que nada, no sé cuántos de ustedes están versados en la idea de la reencarnación. Les explicaré brevemente lo que significa. Significa que, a fin de alcanzar la perfección, debemos pasar por una serie de vidas, acumulando más y más experiencias, más y más conocimientos, hasta que llegamos a esa realidad, a esa perfección. Breve y crudamente, sin entrar en las sutilezas de ello, eso es la reencarnación: que uno, como el “yo”, la entidad, el ego, adopta una serie de formas, vida tras vida, hasta que alcanza la perfección.

Ahora no voy a responder si creo o no, ya que voy a mostrar que la reencarnación carece de importancia. No rechacen inmediatamente lo que digo. ¿Qué es el ego? ¿Qué es esta conciencia a la que llamamos el “yo”? Les diré lo que es, y tengan la bondad de considerarlo, no lo rechacen. Ustedes están aquí para comprender lo que digo, no para crear, a causa de su creencia, una barrera entre ustedes y quien les habla. ¿Qué es el “yo”, ese punto focal que ustedes llaman el “yo”, esa conciencia de la cual la mente está percatándose todo el tiempo? O sea, ¿cuándo están conscientes del “yo”? ¿Cuándo están conscientes de sí mismos? Sólo cuando se sienten frustrados, cuando algo les estorba, cuando hay una resistencia; de lo contrario, están supremamente inconscientes de su pequeña personalidad, de su “yo”. ¿No es así? Sólo están conscientes de sí mismos cuando hay un conflicto. Por lo tanto, como no vivimos sino en conflicto, estamos conscientes del “yo” la mayor parte del tiempo, por eso existe esa conciencia, esa concepción, la cual tiene su origen en el “yo”. El “yo”, en ese conflicto, no es otra cosa que la conciencia de uno mismo como una forma con un nombre, con ciertos prejuicios, ciertas idiosincrasias, tendencias, facultades, ansias y frustraciones; y esto, piensan ustedes, tiene que continuar, crecer y alcanzar la perfección. ¿Cómo puede esa conciencia limitada alcanzar la perfección? Puede expandirse, puede crecer, pero eso no sería perfección por amplio y global que fuera el crecimiento, porque sus bases son el conflicto, los malentendidos, los obstáculos. Así que uno se dice: “Tengo que vivir como una entidad más allá de la muerte; por lo tanto, debo regresar a esta vida hasta que alcance la perfección”.

Ahora bien, ustedes dirán: “Si elimino este concepto del ‘yo’, ¿cuál es el punto focal de mi vida?”. Espero que estén siguiendo esto. Ustedes dicen: “Si libero a la mente de esta conciencia de mí mismo como un ‘yo’, ¿qué es, entonces, lo que queda?” ¿Qué queda cuando uno es supremamente feliz, creativo? Queda esa felicidad. Cuando somos realmente felices, o cuando estamos intensamente enamorados, no existe un “tú”. Existe ese tremendo sentimiento de amor, o ese éxtasis. Yo digo que eso es lo real. Todo lo demás es falso.

Descubramos, pues, qué es lo que da origen a estos conflictos, a estos obstáculos, a esta continua; fricción, averigüemos si es algo artificial o real. Si es real, si esta fricción significa el proceso mismo de la vida, entonces tiene que ser real la conciencia del “yo”. Y bien, sostengo que esta fricción es una cosa falsa que no puede existir en una humanidad donde haya una planificación bien organizada para las necesidades de los seres humanos, donde haya verdadero afecto. Averigüemos, pues si el “yo” es la falsa creación de un medio falso, de una sociedad falsa, o si el “yo” es algo permanente, eterno. Para mí, esta conciencia limitada no es eterna. Es el resultado de un medio falso y de creencias falsas. Si ustedes estuvieran haciendo lo que realmente anhelan hacer en la vida, si no fueran forzados a desempeñar alguna tarea particular que detestan, si estuvieran siguiendo su verdadera vocación y realizándose plenamente en ella, entonces el trabajo ya no sería una fricción. Para un pintor, un poeta, un escritor, un ingeniero que realmente ama su trabajo, la vida no es una carga.

Pero el trabajo que ustedes hacen no es su vocación. El medio y las condiciones sociales los obligan a realizar cierto trabajo, les guste o no, y de este modo ya han creado una fricción. Después, ciertas normas morales ciertas autoridades, han establecido diversos ideales acerca de lo que es verdadero, falso, virtuoso, etc., y ustedes los aceptan. Se han cubierto con este manto sin comprenderlo, sin descubrir su verdadero valor y, debido a eso, han creado ficción. Así, de manera gradual, la mente de ustedes se falsea, se pervierte en el conflicto hasta que se vuelve consciente de ese “ yo” y de nada más. Por lo tanto, comienzan con una causa errónea producida por un medio erróneo, y tienen una respuesta errónea.

Así que, para mí, no es importante si la reencarnación existe o no. Lo que importa es la plenitud de realización, la cual es perfección. No podemos realizamos en un futuro. Esa plenitud no es del tiempo. Se encuentra en el presente. ¿Qué es, entonces, lo que sucede? A causa de la fricción, del continuo conflicto, se va creando la memoria, la memoria como el “yo” y “lo mío”, la cual se vuelve posesiva. Esa memoria tiene muchas capas y constituye la conciencia que llamamos el “yo”. Y lo que digo es que este “yo” es el falso resultado de un medio falso y, por eso, sus soluciones deben ser enteramente falsas, ilusorias. Mientras que, si como individuos, comienzan a percatarse de las limitaciones del medio impuestas a ustedes por la sociedad, por las religiones, por las condiciones económicas, y empiezan a cuestionar y, de tal modo, crean conflicto, entonces disiparán esa pequeña conciencia a la que llaman el “yo”; entonces sabrán qué es esa plenitud de realización, ese vivir creativo en el presente.

Voy a explicarlo de otra manera. Muchos científicos dicen que la individualidad, esta conciencia limitada, existe después de la muerte. Han descubierto el ectoplasma y todo eso, y dicen que la vida existe más allá de la muerte. Tendrán que seguir esto con un poquito de cuidado, como espero que hayan seguido la otra parte; si no, no lo comprenderán. La individualidad, esta conciencia, esta limitada conciencia egocéntrica, es un hecho en la vida. Es un hecho en la vida de ustedes, ¿no es así? Es un hecho, pero carece de realidad. Ustedes están todo el tiempo conscientes de sí mismos, y eso es un hecho, pero, como se los he demostrado, carece de realidad. Es tan sólo el hábito de siglos de un medio humano falso que ha convertido en hecho algo que no es real. Y aunque ese hecho pueda existir, como existe, en tanto continúe no puede haber plenitud de realización.

Y yo digo que realizar la perfección no implica acumulación de virtudes ni postergación, sino armonía completa del vivir en el presente. Señores, supongamos que ustedes tienen hambre ahora y yo les prometo comida para la semana próxima: ¿qué valor tiene eso? O si han perdido a alguien a quien amaban intensamente, aunque les puedan decir o aunque incluso sepan por sí mismos como un hecho que esa persona vive del otro lado, ¿qué hay con eso? Lo que importa, y en realidad ocurre, es que existe esa vacuidad, esa soledad en el corazón y en la mente, ese vacío inmenso; y pensamos que podemos alejamos, escapar de ello mediante este conocimiento de que nuestro hermano o nuestra esposa o nuestro marido vive todavía. En esa conciencia sigue habiendo muerte, sigue habiendo una limitación, un vacío, una roedura continua del dolor. Mientras que si libramos a la mente de esa conciencia del “yo” descubriendo los valores correctos del medio, valores que nadie puede decimos cuáles son, entonces conoceremos por nosotros mismos esa realización plena que es la verdad, que es Dios, o el nombre que quieran darle. Pero mediante el desarrollo de esa limitada conciencia egocéntrica que es el falso resultado de una causa falsa, no descubriremos qué es la verdad, que es Dios, la felicidad, la perfección; porque en esa conciencia egocéntrica tiene que haber continuamente conflicto, esfuerzo y desdicha.

Pregunta: ¿Es usted el Mesías?

KRISHNAMURTI: ¿Importa mucho eso? Ustedes saben, ésta es una de las preguntas que me formulan en todas partes adonde voy; me la formulan reporteros de periódicos para un artículo, personas del público que quieren saberlo porque piensan que la autoridad las convencerá. Y bien, jamás he negado ni afirmado ser el Mesías, el Cristo que ha regresado: eso no importa. Nadie puede decírselo. Aunque yo se lo dijera no tendría ningún valor, así que no voy a decírselo, porque para mí eso no viene al caso, es inútil, carece de importancia. Después de todo, cuando usted ve una magnífica escultura, una pintura maravillosa, lo que hay es regocijo: pero me temo que casi todos ustedes se interesan en quién ha hecho esa pintura, en quién es el escultor. No se interesan realmente en la pureza de la acción,ya se trate de una pintura, de una estatua o del pensamiento; les interesa saber quién es el que habla. Eso indica, pues, que no tienen la capacidad de descubrir el mérito intrínseco de una idea, sino que se interesan más bien en el que la expresa. Y me temo que cultivan cada vez más el esnobismo, un esnobismo espiritual, tal como hay un esnobismo mundano; pero todos los esnobismos son la misma cosa.

Por lo tanto, amigos, no se preocupen de eso; traten más bien de descubrir si lo que digo es verdadero. En el acto de procurar descubrirlo, se verán libres de toda autoridad, esa cosa nociva. Para seres humanos creativos, de verdad inteligentes, no puede haber autoridad. Para descubrir si lo que digo es verdadero, no pueden abordarlo mediante la mera oposición o diciendo: “Nos han dicho tal cosa”, o “se ha dicho”, “ciertos libros han dicho esto y aquello”, “nuestros espíritus guías lo han dicho”. Ustedes saben, esto es lo más reciente: “Nuestros espíritus guías han dicho tal cosa”. No sé por qué dan ustedes más importancia a esos espíritus que están muertos, que a los vivos. Saben que los vivos pueden contradecirlos, por eso no les prestan mucha atención; pero los espíritus que ustedes conocen, siempre pueden engañarlos.

Hemos adiestrado nuestras mentes, no para apreciar una cosa por sí misma, sino más bien para apreciar a quienes la han creado, al que la ha pintado, al que la ha dicho. De este modo, nuestras mentes v nuestros corazones se vuelven cada vez más superficiales, vacuos, y en eso no hay ni afecto ni un pensar verdadero, razonable, sino meramente montones de prejuicios.

Pregunta: ¿Qué es la espiritualidad?

KRISHNAMURTI: Yo digo que es un vivir armonioso. Ahora espere un momento. Le explicaré lo que quiero decir. Uno no puede vivir armoniosamente si es nacionalista. ¿Cómo podría? Si uno tiene conciencia de raza, conciencia de clase, ¿cómo puede vivir de manera inteligente, suprema? ¿Cómo puede vivir armoniosamente cuando es posesivo, cuando existe esa idea de “lo mío” y “lo tuvo”? ¿Cómo puede uno vivir inteligentemente y, por lo tanto, armoniosamente, si está limitado por creencias? Después de todo, la creencia es tan sólo un modo de escapar del conflicto presente. Un hombre que se halla en conflicto inmenso con la vida y desea comprender, no tiene creencias, se encuentra en un proceso de experimentación. Un científico no empieza con una creencia en sus experimentos, comienza experimentando. Y un hombre atado a la autoridad social o religiosa no puede, por cierto, vivir armoniosamente y, por ende, espiritualmente, inteligentemente. La autoridad, pues, es sólo el proceso de imitación, de falsedad. Un hombre lleno de pensamientos no está libre de la autoridad, porque la autoridad lo convierte en nada más que un mecanismo imitativo, en una pieza de máquina, ya sea una máquina social o religiosa. Por lo tanto, el hombre espiritual es aquél que puede vivir armoniosamente, y en esa armonía su mente y su corazón son normales, sanos, plenos, completos, y no están agobiados por el miedo.

Pregunta: El estudio de la música o del arte en general, ¿tiene algún valor para alguien que desea alcanzar la realización de la que usted habla?

KRISHNAMURTI: ¿Quiere decir que va a escuchar música como si fuera a obtener algo a cambio? Por cierto, la música no es una mercadería para venderse. Usted va allí para su propio disfrute, no para obtener algo a cambio. No es una tienda. Por cierto, la realización de la verdad o un vivir extático, no implican una continua acumulación de cosas, acumulación de ideas, acumulación de sanciones. Usted va a ver una bella pintura o una hermosa obra arquitectónica, alguna de estas cosas, porque las disfruta, no porque vaya a recibir algo a cambio. Esta sería una verdadera actitud materialista, una actitud mercantil, de canje. Es la manera como se aproximan a la realidad, a Dios; se dirigen a Dios con oraciones, flores, confesiones, sacrificios, porque van a obtener algo a cambio. Por consiguiente, sus sacrificios, sus oraciones, sus imploraciones, sus súplicas, carecen de valor, porque ustedes buscan algo a cambio. Es como el hombre que es bondadoso porque van a darle algo, y todo el proceso de la civilización se basa en eso. El amor es una mercadería con la que se trafica. La espiritualidad o realización de la verdad, es algo que buscan a cambio de alguna acción virtuosa. Señor, no es una acción virtuosa cuando a cambio de ella usted busca algo más.

Pregunta: Si los sacerdotes y las iglesias, asi como organizaciones similares, actúan con los hombres en el sentido de un primer auxilio para aliviar los síntomas hasta que llegue el Gran Médico para tratar con la causa, ¿es malo eso?

KRISHNAMURTI: Por lo tanto, crean ustedes a los sacerdotes y las religiones como el primer escalón. ¿Es eso? ¿Esperan que algún otro venga y les revele la causa? Usted dice, hasta donde puedo entenderle: “Como hay tantos síntomas, como estamos sufriendo superficialmente, o sea, tratando con los síntomas, necesitamos tener sacerdotes e iglesias”. Y bien, ¿es eso lo que usted dice? ¿Reconoce eso? ¿Reconoce y afirma que las iglesias y los sacerdotes tratan tan sólo con los síntomas? Si realmente reconoce eso, entonces descubrirá la causa. Pero usted no hará tal cosa; no dice que los sacerdotes y las iglesias tratan superficialmente con los síntomas. Si de verdad dijera y sintiera eso, entonces descubriría inmediatamente la causa por sí mismo, pero usted no dice eso. Dice que los sacerdotes y las iglesias lo llevarán hacia el descubrimiento de la causa, así que la pregunta no está correctamente planteada. La inmensa mayoría de las personas, prácticamente todas, creen que las iglesias y los sacerdotes les ayudarán a llegar hasta la verdad; no dicen que tratan sólo con los síntomas. Si lo dijeran, terminarían con ello inmediatamente mañana mismo. ¡Desearía que lo hicieran! Entonces descubrirían. Nadie necesitaría decirles cuál es la causa, porque estarían funcionando inteligentemente, comenzarían por cuestionar, no por aceptar. Se convertirían en verdaderos individuos, no serían máquinas manejadas por el medio social y por el temor. Entonces habría más atención, más afecto, más humanidad en el mundo, no estas espantosas divisiones.

Pregunta: Viendo que la sociedad humana tiene que ser cooperativa y colectiva, ¿qué valor puede tener el individuo para el éxito de la sociedad? El liderazgo reprime la libertad del individuo y hace inútil su singularidad.

KRISHNAMURTE “Viendo que la sociedad humana tiene que ser cooperativa y colectiva, ¿qué valor puede tener el individuo para el éxito de esa sociedad?” Ahora averigüemos si el individuo, siendo verdaderamente individual, no cooperará. Es decir, en vez de ser empujados a la cooperación por las circunstancias, tal como ocurre ahora -no debería decir “empujados a la cooperación”, ustedes no son cooperativos-, en vez de ser empujados por las condiciones a actuar para sí mismos, lo cual, por lo tanto, no es verdadera e inteligente cooperación, ¿es posible cooperar volviéndonos verdaderos individuos? Yo digo que, si nos volvemos verdaderamente individuales, es posible que haya una cooperación verdadera y natural, sin que seamos movidos por las circunstancias. Investiguemos, pues, eso.

Primero que nada, ¿son ustedes individuos que funcionan con la plenitud de su voluntad? Eso, al fin y al cabo, es el verdadero individuo, ¿no es así?, el hombre que funciona con plena libertad; de lo contrario, no son ustedes individuos, son simples piezas en una máquina manejada por otros. Por eso digo que sólo cuando sean auténticamente individuos, habrá verdadera cooperación. ¿Qué es, entonces, un individuo? No es un ser humano empujado a la acción por el medio en que vive, por las circunstancias. Digo que la auténtica individualidad consiste en liberar a la mente de las falsas condiciones extemas, y así, volviéndonos verdaderos individuos habrá, por fuerza, cooperación.

Por favor, ya es tarde y no puedo entrar en detalles, pero si están interesados reflexionarán sobre esto y verán que en este mundo, tal como está constituido, cada individuo pelea con su vecino buscando su propia seguridad, protección y preservación. No puede haber cooperación, es una imposibilidad. Sólo podrá haber cooperación, cooperación inteligente, humana, creativa -no cooperación egoísta- cuando ustedes, como individuos, llegan a ser individuos completos. O sea, cuando vean que, para tener verdadera cooperación en el mundo, no tiene que existir la competitiva búsqueda de la seguridad propia. Eso implica transformar toda la estructura de nuestra civilización, con sus intereses creados, su espíritu posesivo de clase, sus nacionalidades, su conciencia racial, sus religiones que dividen a la gente. Cuando ustedes, como individuos, sean realmente libres, cuando vean la significación de todas estas cosas y su falsedad, entonces, al volverse verdaderamente individuales, podrán cooperar inteligentemente; eso es inevitable. Lo que nos mantiene separados son nuestros prejuicios, nuestra falta de percepción de los valores genuinos, todos estos obstáculos que hemos creado; y sólo como verdaderos individuos podremos romper con este sistema. Eso significa que no pueden tener ninguna nacionalidad, este sentido de posesión -aunque puedan tener ropas, casas-. El sentido de posesión desaparece cuando han descubierto sus reales necesidades, cuando toda su actitud no es la actitud posesiva de la conciencia de clase.

Cuando cada individuo se interese en el bienestar de la comunidad, entonces podrá haber verdadera cooperación. Ahora no hay cooperación porque ustedes, como si fueran ovejas, son simplemente empujados por las circunstancias en una dirección u otra, y sus líderes los reprimen porque no los consideran sino medios de explotación; los explotan porque todo el pensamiento, toda la estructura de ustedes, es pura conservación propia a expensas de los demás. Y yo digo que habrá verdadera conservación propia, verdadera seguridad en el mundo, cuando ustedes, como individuos, destruyan las cosas que mantienen separadas a las personas, peleando unas contra otras en guerras continuas que son el resultado de las nacionalidades y de los gobiernos soberanos. Y les aseguro que no tendrán paz ni felicidad en tanto existan estas cosas, las que no harán sino traer cada vez más lucha, más guerras, más calamidades, penas y sufrimientos. Han sido creadas por los individuos y, como individuos, tienen ustedes que empezar a acabar con ellas y a liberarse de ellas; sólo entonces podrán realizar ese éxtasis de la vida.

I o de abril de 1934