TERCERA PLÁTICA EN LOS JARDINES DE LA ESCUELA VASANTA
Amigos:
Esta mañana, trataré primero de contestar algunas de las preguntas, y después, al terminar mis respuesta, intentaré hacer un resumen de lo que he estado diciendo.
Pregunta: ¿Es necesaria la meditación a fin de descubrir los valores perdurables? En tal caso, ¿cuál es el método correcto de meditación?
KRISHNAMURTI: Me pregunto qué es lo que, en general, entiende la gente por meditación. Hasta donde alcanzo a verlo, la así llamada meditación no es meditación en absoluto, sino concentración. Estamos habituados a esta idea de que concentrándonos, haciendo un esfuerzo tremendo para controlar la mente y fijarla en cierta idea o concepto, en cierta representación o imagen, enfocándola en un punto determinado, estamos meditando.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando tratamos de hacer eso? Procuramos concentrar la mente en cierta idea y expulsamos todas las demás ideas, los demás conceptos; tratamos de fijar la mente en esa idea, la forzamos a limitarse a eso, que puede ser un gran pensamiento, una imagen o un concepto recogido de un libro. ¿Qué ocurre cuando lo hacemos? Se introducen furtivamente otra ideas que intentamos expulsar, y así se mantiene ese continuo conflicto. En el intento de fijar la mente sobre una idea en particular, se introducen de manera subrepticia otras ideas no deseadas. No hacemos sino crear conflicto, empequeñecemos la mente, la contraemos, la forzamos a fijarse sobre una idea determinada. Mientras que, para mí, el júbilo de la meditación consiste no en forzar la mente, sino en descubrir el pleno significado de cada pensamiento apenas surge. ¿Cómo puede uno decir cuál es una idea mejor y cuál es una idea peor, cuál es noble y cuál es innoble? Uno puede decirlo sólo cuando la mente ha descubierto los valores genuinos. Así que, para mí, el gozo de la meditación está en este proceso de descubrir el verdadero valor de cada pensamiento. Uno descubre de manera natural el significado de cada pensamiento y, debido a eso, la mente se libera de este continuo conflicto.
Supongamos que usted trata de concentrarse en una idea; entonces se introduce en su mente otra idea, piensa en lo que va a vestir o a quién va a visitar o qué va a comer en el almuerzo. Complete cada pensamiento, no trate de expulsarlo; entonces verá que la mente ya no es un campo de batalla con ideas que compiten entre sí. Así, su meditación no está limitada a unas cuantas horas o a unos cuantos momentos durante el día, sino que es un continuo alerta de la mente y del corazón a lo largo de todo el día. Eso es, a mi entender, la verdadera meditación. En eso hay paz. En eso hay júbilo. Pero la así llamada meditación que ustedes practican para disciplinarse a fin de obtener algo a cambio es, en mi sentir, una cosa nociva, destruye realmente el pensamiento. ¿Por qué nos obligamos a hacer eso? ¿Por qué nos obligamos a pensar de manera concentrada por unos cuantos momentos durante el día, en cosas que creemos que nos agradan? Porque durante el resto del día estamos haciendo algo que no nos agrada, que no es placentero. Por lo tanto, decimos: “Para pensar acerca de algo que me agrada, debo meditar”. De este modo, estamos dando una respuesta falsa a una causa falsa. Es decir, el medio -económico, social, religioso- nos impide realizar lo que deseamos; y como nos lo impide, tenemos que encontrar momentos, una hora o dos, en las cuales vivir. Entonces es necesario disciplinar la mente, forzarla dentro de un patrón particular; de aquí surge toda la idea de la disciplina. Mientras que, si comprendiéramos realmente la limitación del medio y nos abriéramos paso a través de ella mediante la acción, entonces se volvería totalmente innecesario este proceso de disciplinar la mente para que actúe de cierta manera.
Por favor, si quieren ver el significado de todo esto, deben reflexionar al respecto con bastante cuidado; porque una mente disciplinada -no tan sólo disciplinada para desarrollar una técnica- es una mente que ha sido educada conforme a cierto patrón particular, y ese patrón es el resultado de una sociedad falsa, de falsas ideas y falsos conceptos. Mientras que, si son capaces de profundizar y ver cuáles son las cosas falsas, entonces la mente ya no será un campo de batalla para ideas contradictorias, y así descubrirán que en eso radica la verdadera contemplación. Se ha despertado, entonces, el júbilo del pensar.
Pregunta: ¿Qué es el estado de percepción alerta del que usted habla? ¿Querría tratarlo un poco más a fondo?
KRISHNAMURTI: Señores, estamos acostumbrados a un esfuerzo continuo para hacer cualquier cosa; pensar es hacer un esfuerzo tremendo. Tenemos el hábito de este esfuerzo incesante. Ahora bien, quiero exponer lo que, para mí, no es esfuerzo sino una nueva manera de vivir. Cuando ustedes saben que algo es un obstáculo, que algo es un veneno, cuando todo su ser se vuelve consciente de que algo es venenoso, no hay esfuerzo alguno para desecharlo. Cuando saben que algo es peligroso, venenoso, y toman plena conciencia de ello con la mente y el corazón, ya se han librado de eso. Sólo cuando no saben que se trata de un veneno, o cuando ese veneno les da placer y, al mismo tiempo, dolor, sólo entonces juegan con ello.
Ahora bien, hemos creado muchos obstáculos, tales como el nacionalismo, el patriotismo, el seguimiento imitativo de la autoridad, el sometimiento a la tradición, la continua búsqueda de comodidad. Hemos creado todas estas cosas a causa del temor. Pero, si sabemos con todo nuestro ser que el patriotismo es realmente una cosa falsa, venenosa, entonces no tenemos que luchar contra él. No tenemos que libramos de él. En el momento en que sabemos que se trata de algo venenoso, se ha terminado. ¿Cómo vamos a descubrir que es algo venenoso? No identificándonos con el patriotismo ni con el antipatriotismo. Es decir, uno quiere descubrir si el patriotismo es un veneno, pero si se identifica ya sea con el patriotismo o con el sentimiento de antipatriotismo, no puede descubrir lo que es verdadero. ¿No es así? Usted quiere descubrir si el patriotismo es un veneno. Por lo tanto, lo primero es darse cuenta, volverse consciente del hecho de la no identificación con lo uno o con lo otro. Así, cuando no trata de identificarse ni con el patriotismo ni con el sentimiento contrario al patriotismo, comienza a ver el verdadero significado del patriotismo. Entonces se da cuenta del verdadero valor que tiene.
Después de todo, ¿qué es el patriotismo? Estoy tratando de ayudarles a que se den cuenta ya de ese veneno. Eso no quiere decir que deban aceptar o rechazar lo que estoy diciendo. Considerémoslo juntos y veamos si no es un veneno. En el momento en que ven que es un veneno, no necesitan luchar contra él. Se ha terminado. Si ven una serpiente venenosa, se alejan de ella. No luchan contra ella. Mientras que, si no están seguros de que es una serpiente venenosa, puede ser que vayan y jueguen con ella. Descubramos, del mismo modo, sin aceptar el patriotismo y sin oponemos a él, si es o no un veneno.
Primero que nada, ¿cuándo son ustedes patrióticos? No son patrióticos todos los días. No sostienen permanentemente ese sentimiento patriótico. En la escuela son educados esmeradamente para el patriotismo, por medio de los libros de historia que dicen que el país de ustedes ha derrotado a algún otro país, que es mejor que otros países. ¿Por qué ha habido esta preparación de la mente para el patriotismo, el cual, a mi entender, es una cosa antinatural? No es que no tengan que apreciar la belleza de un país más tal vez que la de otros países; pero esa apreciación no tiene nada que ver con el patriotismo, es apreciación de la belleza. Por ejemplo, hay ciertas partes del mundo donde no crece un solo árbol, donde el Sol es deslumbrante y abrasador; pero eso tiene su propia belleza. Por cierto, un hombre que gusta de la sombra, de las hojas que danzan, no por eso es patriótico. El patriotismo ha sido cultivado, ejercitado como un medio de explotación. No es una cosa instintiva en el hombre. Lo instintivo en el hombre es la apreciación de la belleza, no el decir “mi país”. Pero eso ha sido cultivado por aquéllos que desean buscar mercados extranjeros para sus mercancías. O sea, si tengo en mis manos los medios de producción y he saturado este país con mis productos y, entonces, quiero expandirme, tengo que ir a otros países, tengo que conquistar mercados en otros países. Por lo tanto, debo disponer d e medios de conquista. Así que digo “nuestro país” y estimulo toda esta cosa a través de la prensa, de la propaganda, de la educación, de los libros de historia, etc., estimulo este sentimiento de patriotismo; de esta manera, en un momento de crisis, todos nos lanzamos a combatir a otro país. Y los explotadores juegan con este sentimiento de patriotismo hasta que todos hemos sido tan embaucados que estamos dispuestos a pelear por nuestro país, llamando bárbaros a los otros y todo lo demás.
Esto es algo obvio, no lo invento. Ustedes pueden estudiarlo. Es obvio si lo consideran con una mente libre de prejuicios, una mente que no quiere identificarse ni con el patriotismo ni con el antipatriotismo, sino que trata de descubrir. ¿Qué ocurre cuando descubren que el patriotismo es realmente un obstáculo para una vida completa, plena, verdadera? No tienen que luchar contra él. Ha desaparecido completamente.
Comentario: Uno tendría que hacer frente a la ley del país.
KRISHNAMURTI: ¡La ley del país! ¿Por qué no? Por cierto, si usted está libre de patriotismo y la ley del país interfiere con usted y lo envía a la guerra y usted no se siente patriótico, entonces puede volverse objetor de conciencia, o ir a prisión, entonces tiene que oponerse a la ley. La ley está hecha por seres humanos y, ciertamente, puede ser quebrantada por seres humanos. ( Aplausos ) Por favor, no se molesten en aplaudir, es una pérdida de tiempo.
¿Qué sucede, pues? El patriotismo, sea del tipo occidental o del tipo oriental, es la misma cosa, es un veneno que deforma realmente el pensar en los seres humanos. Por consiguiente, es una enfermedad, y cuando usted comience a comprender, a darse cuenta de que es una enfermedad, verá que su mente reacciona contra esa enfermedad. Cuando en tiempo de guerra todo el mundo hable de patriotismo, usted conocerá la falsedad que implica y, en consecuencia, actuará como un ser humano.
Del mismo modo, por ejemplo, la creencia es un obstáculo. Esto es, la mente no puede pensar de manera completa, plena, si está amarrada a una creencia. Es como un animal atado a un poste por una cuerda. No importa si la cuerda es larga o corta; está atado, así que no puede corretear libremente, de manera plena, completa y amplia; sólo puede moverse dentro de la longitud de esa cuerda. Por cierto, un movimiento semejante no es pensar; es moverse sólo dentro del círculo limitado de la creencia. Ahora bien, las mentes de los hombres se encuentran amarradas a una creencia; por lo tanto, son incapaces de pensar. Casi todas se han identificado con una creencia y, por eso, su pensamiento está siempre circunscripto, limitado por esa creencia o ese ideal; de aquí la insuficiencia del pensamiento. Las creencias separan a la gente. Si usted ve eso, si realmente ve con todo su ser que la creencia condiciona al pensamiento, ¿qué ocurre? Se da cuenta de que su pensamiento está condicionado, atrapado en una creencia, que está amarrado a ella. En la llama de esa percepción alerta reconocerá la necedad de la creencia; por lo tanto, empezará a liberar a la mente del condicionamiento y, en consecuencia, comenzará a pensar de manera completa, plena.
Por favor, experimente con esto y verá que la vida no es un proceso de continua batalla contra normas que se oponen a lo que usted desea hacer. Entonces no existe ni lo que usted desea hacer ni la norma, sino la acción correcta sin identificación personal.
Tomemos otro ejemplo. Usted teme a lo que podría decir su vecino -un temor muy simple-. Ahora bien, es inútil desarrollar lo opuesto a ese temor, que es decir: “No me importa lo que diga el vecino”, y hacer algo en respuesta a esa oposición. Pero si realmente se da usted cuenta de por qué siente temor al vecino, entonces el temor cesa por completo. Para descubrir ese “por qué”, la causa de cualquier temor, usted debe estar plenamente atento en ese instante del temor, y entonces verá cuál es la causa; tiene miedo de perder un empleo, podría no casar a su hijo o hija, quiere encajar en la sociedad y así sucesivamente. Así, mediante este proceso de vigilancia de la mente, de esta constante percepción alerta, comienza usted a descubrir; y en esa llama se quema la escoria de los patrones falsos. Entonces la vida deja de ser una batalla. Entonces no hay nada que deba ser conquistado.
Tal vez ustedes no acepten esto. Tal vez no acepten lo que estoy diciendo, pero pueden experimentar. Experimenten con estos tres ejemplos que les he dado: temor, creencia, patriotismo, y verán cómo sus mentes están atadas, condicionadas, y que debido a eso la vida se convierte en un conflicto. Donde la mente se halla esclavizada, condicionada, tiene que haber conflicto, sufrimiento. Porque, después de todo, el pensar es como las aguas de un río, debe estar en continuo movimiento. Ese movimiento es la eternidad. Si condicionan el libre fluir de ese movimiento del pensar, de la mente y del corazón, entonces tiene que haber conflicto, y ese conflicto debe, entonces, tener un remedio. Y así comienza el proceso: la búsqueda de remedios, sustitutos, y el no tratar jamás de descubrir la causa de este conflicto. Por lo tanto, mediante este proceso de plena percepción alerta, liberan ustedes a la mente y al corazón de todos los obstáculos que han sido puestos allí por el medio en que viven; y mientras el medio esté condicionando a la mente, mientras la mente no haya descubierto el verdadero significado de ese medio, tiene que haber conflicto y, en consecuencia, la falsa respuesta que es la autodisciplina.
Pregunta: Cuando uno ha descubierto por sí mismo que todos los métodos para escapar del presente han resultado inútiles, ¿qué más queda ahí por hacer?
KRISHNAMURTI: Cuando usted descubre que está huyendo del conflicto, que su mente escapa mediante remedios superficiales, quiere saber lo que queda ahí. ¿Qué queda? Inteligencia, comprensión, ¿no es así? Supongamos que experimenta alguna clase de dolor, puede ser el dolor de la muerte o algún tipo de dolor momentáneo. Cuando existe el dolor de la muerte, escapa mediante esta creencia en la reencarnación, o en la creencia de que la vida existe y continúa del otro lado. Examiné eso la noche anterior, así que no lo investigaré aquí. Pero cuando usted reconoce que eso es un escape, ¿qué sucede? Entonces observa atentamente el remedio a fin de descubrir su significado, de descubrir si tiene algún valor; y, en el proceso del descubrimiento, ha nacido la inteligencia, la comprensión; y esa inteligencia suprema es la vida misma. Uno no necesita nada más.
O suponga que tiene algún tipo de dolor momentáneo y quiere escapar de él, escapar y tratar de divertirse, de olvidarlo. Al tratar de olvidar, jamás comprende la causa de ese dolor. Así que multiplica los medios de olvidar; pueden ser el cine, una iglesia o cualquier cosa. Por lo tanto, no es cuestión de lo que queda después de que uno ha dejado de escapar, sino que, en el acto de procurar descubrir el valor de los escapes que uno ha creado para sí mismo, hay verdadera inteligencia, y esa inteligencia es felicidad creativa, plenitud de realización.
Pregunta: ¿Cuál es la causa fundamental del miedo?
KRISHNAMURTE ¿No es la conservación propia con todas sus sutilezas? Por ejemplo, usted puede tener dinero y, por eso, no se preocupa acerca de la competencia por conseguir un empleo; pero teme alguna otra cosa, teme que su vida puede acabar súbitamente y que tal vez haya extinción, o teme la pérdida de dinero. Por consiguiente, si lo considera, podrá ver que el miedo existirá mientras continúe esta idea de la conservación propia, mientras la mente se aferre a esta idea de la conciencia egocéntrica, idea que he explicado la noche anterior. Mientras esa conciencia del ego permanezca, tiene que haber miedo; y ésa es la causa fundamental del miedo. Y también he tratado de explicar la otra noche cómo se origina esta conciencia a la que llamamos el “yo”, cómo es creada por las falsas condiciones externas, o sea, por el medio en que vivimos, y por la lucha que genera ese medio. Es decir, tal como el sistema existe actualmente, a fin de poder siquiera vivir uno tiene que luchar para sí mismo, y eso crea miedo; entonces tratamos de encontrar remedios para librarnos de este miedo. Mientras que, si cambiáramos realmente la condición que da origen a este miedo, entonces no habría necesidad de remedios; habríamos llegado a la fuente misma, al creador del miedo. ¿No podemos concebir un estado donde no tengamos que luchar por nuestra existencia? No es que no haya otras clases de miedo, las investigaremos más adelante; pero existe esta idea de la nacionalidad, esta idea de la conciencia racial, la conciencia de clase, están los medios de producción en manos de unos pocos y, en consecuencia, el proceso de explotación. Son estas cosas las que nos impiden vivir naturalmente, sin esta continua lucha por la conservación propia y la seguridad, la cual, digo, es absurda en un estado de inteligencia. En realidad, somos exactamente como animales, aunque podamos titulamos civilizados: cada uno luchando para sí mismo y para su familia. Y ésta es una de las causas fundamentales del temor. Si comprendieran de verdad el medio en que viven y la lucha contra ese medio, entonces no se preocuparían y el temor perdería su asidero.
Pero hay un temor de otra clase, el temor a la pobreza interna. Está el temor a la pobreza externa, y después el temor a ser superficial, el temor al vacío y a la soledad. Así, estando atemorizados, recurrimos a los diversos remedios en la esperanza de enriquecemos internamente. En realidad, ¿qué es lo que ocurre? Estamos meramente tapando ese hueco, esa superficialidad, mediante innumerables remedios. Puede ser el remedio de la literatura, el leer muchísimo -no es que yo esté contra la lectura-, puede ser esta exageración por el deporte, esta continua prisa, este afán de mantenemos juntos a toda costa, de escapamos, de pertenecer a ciertos grupos, a ciertas clases, a ciertas sociedades, de estar en las camarillas, entre la gente de la alta sociedad. Ustedes saben, todos pasamos por eso. Todas estas cosas sólo indican el miedo a esa soledad que debemos afrontar inevitablemente un día u otro. Y mientras exista esa vacuidad, esa superficialidad, ese hueco, esa carencia intema, tiene que haber miedo.
Estar realmente libres de ese miedo, lo cual implica estar libres de esa vacuidad, de esa superficialidad, es no tapar todo eso mediante remedios, sino más bien reconocer esa superficialidad, darnos cuenta de ella, lo cual proporciona a la mente el estado de alerta necesario para descubrir los valores y el significado de cada experiencia, de cada patrón, de cada circunstancia ambiental. Gracias a eso descubrirán la verdadera inteligencia, y la inteligencia es profunda, insondable, ilimitada; por consiguiente, desaparece la superficialidad. Cuando tratamos de tapar esa vacuidad, de obtener algo a fin de llenarla, la vacuidad aumenta más y más. Pero, si sabemos que estamos vacíos, si no tratamos de escapar, en esa percepción alerta la mente se vuelve muy aguda, porque uno está sufriendo. Tan pronto somos conscientes de que estamos vacíos, huecos, tiene lugar un conflicto tremendo. En ese momento de conflicto estamos descubriendo, a medida que avanzamos, el significado de la experiencia, los patrones y valores de la sociedad, de la religión, de las condiciones que nos han impuesto. En vez de tapar el vacío, hay profundidad de inteligencia. Entonces uno jamás se siente solo, ya sea que esté consigo mismo o con una enorme multitud; entonces no hay tal cosa como vacuidad interna, superficialidad.
Pregunta: ¿Actuará ¡a gente por instinto, o alguien tendrá que señalarle siempre el modo de obrar?
KRISHNAMURTI: Bueno, el instinto no es cosa en la que pueda confiarse, ¿verdad? Porque el instinto ha sido tan pervertido, está tan amarrado por la tradición, por la autoridad, por las condiciones ambientales, que ya no podemos confiar en él. O sea, el instinto de posesión es una cosa falsa, antinatural. Le explicaré por qué. Ha sido creado por una sociedad basada en la seguridad individual; por lo tanto, el instinto de posesión ha sido esmeradamente cultivado a lo largo de generaciones. Decimos: “Soy instintivamente posesivo. Está en la naturaleza humana ser posesivo”; pero si realmente lo considera, verá que el instinto de posesión ha sido cultivado por condiciones falsas; en consecuencia, no es un verdadero instinto. Así tenemos muchos instintos que han sido falsamente fomentados, y si dependemos de otro para que nos saque de estos patrones falsamente instintivos, entonces caeremos en otra jaula, crearemos otro conjunto de patrones que volverán a desnaturalizar nuestra acción. Mientras que, si examinamos realmente cada instinto y no tratamos de identificamos con él, sino que procuramos descubrir su significado, entonces de allí surge una acción natural y espontánea, la verdadera intuición.
Vean, afortunada o desafortunadamente, ustedes han estado aquí en mis pláticas durante los últimos cuatro o cinco días, y el hecho de oír meramente mis pláticas no va a producir nada, no va a darles sabiduría. Lo que da sabiduría es la acción. La sabiduría no es cosa que pueda comprarse ni adquirirse de las enciclopedias ni leyendo filosofías. Yo jamás he leído ninguna clase de filosofías. Sólo en el proceso dé la acción empieza uno a discernir qué es falso y qué es verdadero; y muy pocas personas están alerta, con un deseo vehemente de actuar. Prefieren más bien sentarse y discutir, o asistir a las iglesias, o crear misterios de nada, porque sus mentes son holgazanas, perezosas, y tras eso está el miedo de ir contra la sociedad, contra el orden establecido. Por lo tanto, oír mis pláticas o leer lo que he dicho, no va a despertar la inteligencia o conducirlos hacia la verdad, hacia el éxtasis de la vida, la cual es un movimiento constante. Lo que trae sabiduría es darse cuenta de uno de esos obstáculos y actuar. Tome, como dije, el obstáculo del patriotismo o el de la creencia, y empiece a actuar; verá a qué insondable profundidad del pensar lo conducirá eso. Uno llega mucho más allá que cualquier teólogo teórico, que cualquier filósofo. En esa acción, usted descubrirá que llega un momento en que ya no está buscando un resultado de su acción, un fruto, sino que la acción misma tiene en sí un sentido. Como un científico que experimenta; si bien en el proceso de experimentar hay resultados, él continúa experimentando. Así, del mismo modo, en el proceso de experimentar, en el proceso de liberar de obstáculos a la mente y al corazón, tendrá lugar una acción, un resultado. Pero lo esencial es que exista este movimiento continuo de la mente y el corazón. Si toda acción es realmente la expresión de ese movimiento, entonces la acción se convierte en la nueva sociedad, en el nuevo medio; por lo tanto, la sociedad no se aproxima a algún ideal, sino que, en esa acción, también la sociedad se está moviendo, jamás es estática, jamás está quieta, y la moralidad es, entonces, una percepción y acción espontánea, no forzada por el temor ni impuesta externamente por la sociedad o la religión.
Así, en este proceso de liberar de lo falso a la mente, no hay reemplazo de lo falso por lo verdadero, sino que sólo existe lo verdadero. Entonces uno ya no está buscando una sustitución, sino que, en el proceso de descubrir lo falso, libera a la mente y le permite moverse y vivir en lo eterno; de este modo, la acción se vuelve una cosa espontánea, natural y, por ende, la vida llega a ser no una escuela donde aprendemos a competir, a pelear, sino algo para ser vivido inteligentemente, felizmente, supremamente. Una vida así es la vida de un ser humano completo.
2 de abril de 1934
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