OBRAS COMPLETAS - TOMO 2 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 Ojai, California, 1934


PRIMERA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL


Durante estas pláticas, mi propósito no es ofrecerles un sistema de pensamiento, sino más bien despertar el pensamiento, y para eso voy a hacer ciertas declaraciones, no dogmáticas, naturalmente, y espero que ustedes las consideren. Al considerarlas, surgirán muchas preguntas; si tienen la bondad de formulármelas, procuraré contestarlas y, de este modo, podremos discutir más ampliamente lo que tengo que decir.

Me pregunto por qué viene aquí la mayoría de ustedes. Presumiblemente, están buscando algo. ¿Qué están buscando? Es natural, no pueden contestar esta pregunta porque la búsqueda de ustedes varía, varía el objeto de esa búsqueda; el objeto está cambiando constantemente, de manera que no saben con claridad lo que buscan, lo que desean. Pero, desafortunadamente, han establecido el hábito de ir de un supuesto maestro espiritual a otro, de ingresar en diversas organizaciones y sociedades, de seguir sistemas; en otras palabras, tratan de averiguar qué es lo que les proporciona más y más satisfacción, excitación.

A este proceso de ir de una escuela de pensamiento a otra, de un sistema de pensamiento a otro, de un Maestro a otro, lo llaman “búsqueda de la verdad”. En otras palabras, van de una idea a otra idea, de un sistema de pensamiento a otro, acumulando, esperando comprender la vida, desentrañar su significado, sus luchas; y cada vez declaran que han encontrado algo.

Y bien, espero que a final de mis pláticas no dirán que han encontrado algo, porque tan pronto han encontrado algo ya están perdidos; es un ancla a la que la mente se aferra. Por lo tanto, cesa ese movimiento eterno, esa búsqueda de la cual voy a hablar. Casi todas las mentes buscan con un fin definido, se mueven con este definido deseo de encontrar y, una vez establecido este deseo, ustedes encontrarán algo. Pero no será algo vivo, será una cosa muerta la que encontrarán; por consiguiente, la desecharán para volverse hacia otra. Y a este proceso de escoger continuamente, de descartar continuamente, ustedes lo llaman adquisición de sabiduría, de experiencia, o búsqueda de la verdad.

Es probable que casi todos hayan venido aquí con esta actitud, consciente o inconscientemente; por eso dedican su pensamiento a la mera búsqueda de esquemas y confirmaciones, al deseo de afiliarse a un movimiento o formar grupos, sin la claridad de lo que es fundamental, sin tratar de comprender qué significan estas cosas esenciales de la vida. Por lo tanto, como dije, no estoy exponiendo un ideal para que lo imiten, una meta que deban encontrar, sino que mi propósito es más bien el de despertar ese pensamiento mediante el cual la mente pueda liberarse de estas cosas que hemos establecido, que hemos dado por hecho que son verdaderas.

Ahora bien, cada uno trata de inmortalizar el producto del medio; tratamos de hacer eterna esa cosa que es el resultado del medio en que vivimos. Es decir, los distintos temores, las esperanzas, los anhelos, los prejuicios, las preferencias, los puntos de vista personales que glorificamos como nuestro temperamento, estas cosas son, después de todo, el resultado, el producto del medio; y el manojo de estos recuerdos que son el resultado de las condiciones ambientales, que son el producto de nuestra reacción a estas condiciones, se convierte en esa conciencia que llamamos el “yo”. ¿No es así? Toda la lucha es entre el resultado del medio con el que la mente se identifica y que se convierte en el “yo”, y el medio mismo. Al fin y al cabo, el “yo”, la conciencia con la cual la mente se identifica, es el resultado del medio. La lucha tiene lugar entre ese “yo” y el medio que cambia constantemente.

Uno está buscando todo el tiempo la inmortalidad para este “yo”. En otras palabras, la falsedad trata de convertirse en lo real, en lo eterno. Cuando comprendemos el significado del medio, no hay reacción y, por ende, no hay conflicto entre la reacción, o sea, entre lo que llamamos el “yo” y el creador de la reacción, es decir, el medio. Esta búsqueda de inmortalidad, este anhelo de certidumbre, de perdurabilidad, es llamado el proceso de la evolución, el proceso de alcanzar a Dios o la verdad o la comprensión de la vida. Y a cualquiera que nos ayuda en esto, que nos ayuda a inmortalizar la reacción que llamamos el “yo”, lo convertimos en nuestro redentor, nuestro salvador, nuestro Maestro, nuestro instructor, y seguimos su sistema. Lo seguimos con toda la intención o sin una intención definida; con toda la intención cuando pensamos que lo seguimos inteligentemente porque va a conducimos a la inmortalidad, a la realización de ese éxtasis. Es decir, deseamos que otro inmortalice para nosotros esa reacción que es el resultado del medio, que en sí misma, inherentemente, es falsa. Debido a este deseo de inmortalizar eso que es falso, creamos las religiones, los sistemas sociológicos con sus divisiones, los métodos políticos, las panaceas económicas y las normas morales. Así, gradualmente, en este proceso de desarrollar sistemas para hacer que el individuo sea inmortal, perdurable, que esté seguro, el individuo se pierde por completo y entra en conflicto con las creaciones de su propia búsqueda, con las creaciones nacidas de este anhelo de certidumbre al que él llama inmortalidad.

Al fin y al cabo, ¿por qué deberían existir las religiones? Las religiones, como divisiones del pensamiento, se han desarrollado, han sido glorificadas y alimentadas por conjuntos de creencias, a causa de que existe este deseo de realizar, de lograr la inmortalidad.

Por otra parte, las normas morales son tan sólo creaciones de la sociedad, establecidas a fin de que el individuo pueda permanecer sujeto dentro de su cautiverio. Para mí, la moralidad no puede estar sujeta a normas. No puede haber, al mismo tiempo, moralidad y normas. Sólo puede haber inteligencia que no es ni puede ser sometida a normas. Pero investigaremos eso en mis pláticas posteriores.

Por eso existe esta continua búsqueda en la que está atrapado cada uno de nosotros, esta búsqueda de la felicidad, de la verdad, de la realidad, del bienestar -este continuo deseo de seguridad, de permanencia, que todos cultivamos-, Y a causa de esa búsqueda de permanencia, tiene que haber conflicto, conflicto entre el resultado del medio, que es el “yo”, y el medio mismo.

Entonces, si reflexionan sobre ello, ¿qué es el “yo”? Cuando ustedes hablan acerca del “yo”, de “lo mío”, mi casa, mi disfrute, mi esposa, mi hijo, mi amor, mi temperamento, ¿qué es eso? No es otra cosa que el resultado del medio, y hay conflicto entre ese resultado, el “yo”, y el medio mismo. El conflicto sólo puede existir, y existe inevitablemente, entre lo falso y lo falso, no entre la verdad y lo falso. Pero puede haberlo y tiene que haberlo entre dos cosas falsas, entre grados de falsedad, entre opuestos.

No piensen, pues, que esta lucha entre uno mismo y el medio, que ustedes consideran verdadera, es verdadera. ¿Acaso no hay una lucha que tiene lugar, en cada uno, entre ustedes mismos y el medio en que viven, las circunstancias ambientales, la propia esposa, el marido, el hijo, el vecino, la sociedad, las organizaciones políticas? ¿No hay en marcha una constante batalla? Consideran que esa batalla es necesaria para que les ayude a realizar la felicidad, la verdad, la inmortalidad o el éxtasis. Para expresarlo de una manera diferente: lo que ustedes consideran verdadero no es sino la conciencia egocéntrica, el “yo” -el cual está todo el tiempo procurando volverse inmortal-, y el medio, que es, a mi entender, el continuo movimiento de lo falso. Este movimiento de lo falso se convierte en el medio siempre cambiante que los rodea, y a eso lo llaman ustedes progreso, evolución. Por lo tanto, considero que la felicidad, o la verdad, o Dios, no puede encontrarse como consecuencia del resultado del medio, o sea, del “yo”, de las condiciones continuamente cambiantes.

Trataré de exponerlo otra vez de un modo diferente. Hay conflicto, del cual cada uno de nosotros es consciente, conflicto entre uno mismo y el medio, las condiciones ambientales. Entonces, uno dice: “Si puedo conquistar el medio, superarlo, dominarlo, descubriré, comprenderé”; por lo tanto, tiene lugar esta continua batalla entre uno mismo y el medio.

Ahora bien, ¿qué es el “uno mismo”? No es sino el resultado, el producto del medio. ¿Qué es, entonces, lo que estamos haciendo? Combatimos una cosa falsa con otra cosa falsa, y el medio será falso hasta tanto no lo comprendamos. Por consiguiente, el medio está produciendo esa conciencia que ustedes llaman el “yo”, la que continuamente trata de volverse inmortal. Y para hacerla inmortal, es preciso que haya muchos modos, que haya métodos; en consecuencia, tienen ustedes religiones, sistemas, filosofías, todos los estorbos y las barreras que han creado. Por esto, tiene que haber conflicto entre el resultado del medio y el medio mismo; y, como dije, sólo puede haber conflicto entre lo falso y lo falso, jamás entre la verdad y lo falso. Pero en sus mentes existe esta idea firmemente establecida de que en esta lucha entre el resultado del medio, o sea, el “ yo” y el medio mismo, residen el poder, la sabiduría, el sendero hacia la eternidad, hacia la realidad, hacia la verdad y la felicidad.

Nuestro interés vital debería estar puesto en este medio que nos rodea, no en el conflicto, no en cómo superarlo, no en cómo escapar de él. Cuestionando el medio y procurando comprender su significado, descubriremos su verdadero valor. ¿No es así? Casi todos estamos enredados, atrapados en este proceso de tratar de superar las circunstancias ambientales, el medio, de escapar de él; no tratamos de averiguar lo que significa, cuál es su causa, su sentido, su valor. Cuando vemos el significado del medio, ello implica una acción drástica, un cataclismo tremendo en nuestra vida, un cambio completo, revolucionario de ideas, en el cual no hay autoridad ni imitación alguna. Pero muy pocos están dispuestos a ver el significado del medio, porque ello implica un cambio, un cambio radical, revolucionario, y son poquísimos los que quieren eso. Por lo tanto, la mayoría, un vasto número de personas, se interesa en evadirse del medio; encubren eso o tratan de hallar nuevas sustituciones librándose de Jesucristo y erigiendo a un nuevo salvador, buscando nuevos maestros en lugar de los viejos, pero ni siquiera investigan si necesitan en absoluto guía alguno. Sólo esto ayudaría, sólo esto revelaría el verdadero significado de esa exigencia particular.

Así, donde hay una búsqueda de sustitución, tiene que haber autoridad, seguimiento de líderes; en consecuencia, el individuo llega a ser nada más que una pieza en la maquinaria social y religiosa de la vida. Si observan con mucha atención, verán que su búsqueda es tan sólo una búsqueda de bienestar, seguridad y escape; no es una búsqueda de comprensión, sino más bien de evasión y, por lo tanto, es una búsqueda para vencer todos los obstáculos; al fin y a cabo, toda conquista no es sino una sustitución, y en la sustitución no hay comprensión alguna.

Están los escapes por medio de las religiones con sus mandatos, sus normas morales, sus temores, sus autoridades, y están los escapes por medio de la expresión propia -lo que ustedes llaman expresión propia, lo que la inmensa mayoría de la gente llama expresión propia, no es sino la reacción contra el medio, el esfuerzo para expresarse uno mismo mediante la reacción contra ese medio-, expresión propia por medio del arte, de la ciencia, de múltiples formas de acción. No estoy incluyendo aquí las genuinas, espontáneas expresiones de la belleza, del arte, de la ciencia; éstas son completas en sí mismas. Hablo del hombre que busca estas cosas como un medio de expresarse a sí mismo. Un verdadero artista no habla de expresarse a sí mismo, él expresa aquello que siente intensamente; pero hay tantos artistas espurios, igual que esas personas de espiritualidad espuria que están buscando todo el tiempo su expresión propia como un medio de obtener alguna cosa, alguna satisfacción que no pueden encontrar en el medio en que viven.

A causa de esta búsqueda de seguridad y permanencia, hemos establecido las religiones -con todas sus insensateces, sus divisiones y explotaciones- como medios de escape; y estos medios de escape se han vuelto tan vitales, tan importantes porque abordar el medio en que vivimos, o sea, las condiciones que nos rodean, exige una acción tremenda, voluntaria, dinámica, y muy pocos están dispuestos a emprender esa acción. Por el contrario, ustedes están dispuestos a que el medio, las circunstancias los fuercen a actuar; es decir, si un hombre se vuelve sumamente moral y virtuoso a causa de la depresión, ustedes dicen: “¡Qué hombre tan fino es, cómo ha cambiado!”. Para ese cambio dependen del medio, y mientras dependan del medio para una acción correcta, tiene que haber formas de escape, sustituciones, llámenlas religión o como quieran llamarlas. Mientras que, para el artista genuino que también es genuinamente espiritual, hay una expresión espontánea que en sí misma es suficiente, completa, total.

Entonces, ¿qué es lo que ustedes hacen? ¿Qué está sucediendo con cada uno de ustedes? ¿Qué están tratando de hacer en sus vidas? Están buscando. Y ¿qué es lo que buscan? Hay un conflicto entre ustedes mismos y el constante movimiento del medio en que viven. Están buscando una forma de superar ese medio, como la de perpetuar el propio yo, el cual no es sino el resultado del medio; o, a causa de que tan a menudo han sido contrariados por el medio -lo cual les impide la expresión propia, como ustedes la llaman- buscan un nuevo modo de expresarse a sí mismos mediante el servicio a la humanidad, mediante los ajustes económicos y todas esas cosas.

Cada uno tiene que averiguar qué es lo que está buscando; si no está buscando nada, entonces hay satisfacción y deterioro. Si hay conflicto, está el deseo de superar ese conflicto, de escapar de él, de dominarlo. Como he dicho, el conflicto puede existir solamente entre dos cosas falsas, entre esa supuesta realidad que ustedes llaman el “yo”, que para mí es nada más que el resultado del medio, y el medio mismo. En consecuencia, si nuestra mente se interesa tan sólo en superar esa lucha, entonces estamos perpetuando la falsedad y, por esto, hay más conflicto, más dolor. Pero si comprendemos el significado del medio, es decir, la riqueza, la pobreza, la explotación, la opresión, las nacionalidades, las religiones y todas las insensateces de la vida social en la existencia moderna, no tratando de superar esas cosas, sino viendo su significado, entonces tiene que haber una acción individual y una revolución completa en las ideas y en el pensamiento. Entonces ya no hay una lucha, sino más bien una luz que disipa la oscuridad. No hay conflicto entre la luz y la oscuridad. No hay conflicto entre la verdad y aquello que es falso. El conflicto existe sólo donde hay opuestos.

16 de junio de 1934




A este proceso de ir de una escuela de pensamiento a otra, de un sistema de pensamiento a otro, de un Maestro a otro, lo llaman “búsqueda de la verdad”. En otras palabras, van de una idea a otra idea, de un sistema de pensamiento a otro, acumulando, esperando comprender la vida, desentrañar su significado, sus luchas; y cada vez declaran que han encontrado algo.