OBRA COMPLETA - TOMO 3 - J.K - CONTINUACIÓN

 CUARTA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL

Muchos de ustedes vienen a estas reuniones con la esperanza de que, por algún milagro, voy a resolver sus dificultades, ya sean económicas, religiosas o sociales. Y si no puedo resolverlas o si ustedes son incapaces de resolverlas por sí mismos, esperan que algún acontecimiento o alguna circunstancia de carácter milagroso las disolverá; o bien se abandonan a algún sistema filosófico, o esperan que, afiliándose a cierta iglesia o sociedad particular, sus dificultades desaparecerán por sí mismas.

Como he tratado de señalarlo a menudo, estos problemas, ya sean sociales, religiosos o económicos, no van a solucionarse porque ustedes dependan de un determinado sistema. Deberán solucionarse como una totalidad, y uno tiene que comprender a fondo su propio proceso por el que crea ignorancia, cuya acción se sostiene por sí misma, y si discierne a la conciencia como una combinación de ambas — ignorancia y acción — , entonces comprenderá a fondo esta conflictiva y dolorosa existencia. Pero, por desgracia, la mayoría de nosotros es indiferente. Esperamos que circunstancies externas nos obliguen a pensar, y esta compulsión sólo puede producir mayor confusión y sufrimiento. Ustedes pueden comprobar esto por sí mismos.

Luego están los que, para su comprensión y consuelo dependen de la fe. Piensan que hay un ser supremo que los ha creado y que habrá de guiarlos, protegerlos y salvarlos. Creen fervientemente que siguiendo cierto credo o cierto sistema de pensamiento y forzándose dentro de cierto molde de conducta y disciplina, llegarán a lo más elevado.

Como ha tratado de explicarlo el domingo anterior, la fe o la aceptación son un obstáculo para la profunda comprensión de la vida. Casi todos nosotros, desafortunadamente, somos incapaces de experimentar por nosotros mismos o somos renuentes a hacer el esfuerzo; no estamos dispuestos a reflexionar profundamente y a pasar por la verdadera angustia de la incertidumbre. Por eso dependemos de la fe para nuestra comprensión y nuestro bienestar.

Pensamos con frecuencia que estamos cambiando radicalmente y que nuestra actitud se transforma de manera fundamental; por desgracia, tan sólo cambiamos las formas externas de nuestra expresión, pero seguimos aferrados a las exigencias y ansias internas de apoyo y consuelo.

La mayoría de nosotros pertenece a la categoría de aquéllos que dependen de la fe para la explicación de su existencia. Incluyo en esa palabra fe las numerosas exigencias sutiles, las oraciones y súplicas a un ser externo, ya se trate de un Maestro o de un santo; o la apelación a la autoridad de las creencias, los ideales y las disciplinas autoimpuestas. Teniendo una fe así, con todo lo que implica, estamos obligados a generar dualidad en nuestra vida; o sea, está el actor tratando siempre de aproximarse, junto con sus acciones, a un concepto, un patrón, una creencia, un ideal. Hay, pues, una constante dualidad. Si uno examina su propia actitud y acción en la vida, verá que parece haber una entidad separada que mira la acción, que trata de moldear el proceso de la vida, de darle forma según cierto patrón, con el resultado de un conflicto y un dolor siempre crecientes. Si observamos, percibiremos que esta dualidad en el actuar es la causa de la fricción, del conflicto y la desdicha, porque nuestro esfuerzo se gasta en hacer que nuestra vida se amolde a una norma o un concepto en particular. Y pensamos que un hombre feliz e inteligente es el que tiene la capacidad de vivir en unión completa con su ideal, con sus creencias preconcebidas. A una persona que puede moldear sus acciones conforme a un principio o un ideal, se la considera sincera, juiciosa y noble. Eso no es sino una forma de rigidez, es la falta de una flexibilidad profunda; en consecuencia, hay deterioro.

De modo que en la vida de une existe lo abstracto y lo factual; lo factual es el conflicto, y lo abstracto es lo inconsciente, compuesto de esas creencias e ideales, de esos conceptos y recuerdos que uno ha elaborado tan diligentemente como instmmentos de autoprotección. En cada uno de nosotros tiene lugar un conflicto entre lo abstracto y lo factual, entre lo inconsciente y Lo consciente. Cada uno está tratando de tender un puente sobre la brecha que existe entre lo inconsciente y lo consciente, y este intento debe inducir por fuerza la rigidez de la mente-corazón y, de aquí, un gradual marchitamiento, una contracción paulatina que impide la completa comprensión de uno mismo y, por ende, del mundo. A menudo pensamos que este intento de unificar lo factual con lo abstracto, generará una profunda realización; pero si hay discernimiento, uno ve que ello no es sino una sutil forma de escapar del conflicto de la existencia, una autoprotección contra el movimiento de la vida.

Antes de que podamos intentar producir esta unidad, debemos saber qué es nuestro inconsciente, quién lo ha creado y qué significado tiene. Si podemos comprender a fondo esto, o sea, si podemos darnos cuenta de nuestros propios motivos sutiles, de los conceptos, presunciones, acciones y reacciones, entonces percibiremos que sólo existe la conciencia, el proceso del "yo" el cual se vuelve perceptible a los sentidos, como individualidad. Este proceso debe crear siempre una dualidad en la acción y dar origen a la división artificial de lo consciente y lo inconsciente. A causa de este proceso, surge la concepción de una deidad suprema, un ideal, un objetivo en pos del cual luchamos constantemente. Hasta que comprendamos este proceso, tiene que haber ignorancia y, en consecuencia, dolor.

La falta de comprensión respecto de uno mismo es ignorancia. Es decir, uno debe discernir cómo ha llegado a la existencia, qué es, todas las tendencias, las reacciones, los motivos ocultos, las creencias y búsquedas autoimpuestas. Hasta que cada uno comprenda profundamente esto, no puede haber final para el dolor y habrá de continuar la confusión que genera la acción cuando la dividimos como económica y religiosa, pública y privada. Los problemas humanos que ahora nos perturban desaparecerán sólo cuando cada uno sea capaz de discernir el proceso de la ignorancia, el cual se sostiene a sí mismo. Para discernir se requiere paciencia y un constante estado de percepción alerta.

Como lo he explicado, no hay un comienzo para la ignorancia; ésta se nutre de sus propios anhelos, de sus propias búsquedas y exigencias adquisitivas, y la acción se convierte meramente en el medio para que se sostenga. Este proceso de acción recíproca entre la ignorancia y la acción, da origen a la conciencia y a la identidad del "yo". En tanto no sepan ustedes lo que son y no disciernan las diversas causas que dan por resultado el proceso continuo del "yo" tendrá que haber ilusión y dolor.

Cada uno de nosotros es único, en el sentido de que está creando continuamente su propia ignorancia, la cual no tiene comienzo y se sostiene a sí misma mediante sus propias acciones. Esta ignorancia, si bien no tiene comienzo, puede llegar a su fin cuando hay un profundo discernimiento de este círculo vicioso. Entonces no existe más el intento del "yo" de salirse del círculo hacia una realidad mayor, sino que el propio "yo" percibe su naturaleza ilusoria y, de ese modo, se libera de sí mismo. Esto requiere una constante percepción alerta.

Actualmente, nos esforzamos por adquirir virtudes, placeres, posesiones, y desarrollamos muchas tendencias hacia una mayor seguridad y acumulación; o, si no hacemos esto, lo intentamos negativamente, rechazando estas cosas y tratando de desarrollar otra serie de sutiles auto protecciones. Si examinan cuidadosamente este proceso, percibirán que la conciencia, la mente, está siempre aislándose a través de sus deseos adquisitivos y autoprotectores. En este proceso separativo se crea la dualidad, la cual engendra conflicto, sufrimiento y confusión, El proceso mismo del "yo" origina sus propias ilusiones, sus sufrimientos, haciéndolo por medio de la ignorancia que él misma crea. Para comprender este proceso, tiene que haber percepción inteligente sin el deseo de optar entre opuestos. Las opciones en la acción crean dualidad, y ésta afirma el proceso individual de la conciencia. Si la mente-corazón opta porque desconoce sus propias exigencias y búsquedas secretas, sus esperanzas y temores, entonces tiene que continuar la creación de limitaciones y frustraciones. De este modo, a causa de la falta de comprensión respecto de nosotros mismos, hay opción, preferencia, la cual genera circunstancias que necesitan una ulterior serie de opciones. Y así la mente-corazón queda atrapada una y otra vez en su propio y autocreado círculo de limitación.

Aquéllos que deseen experimentar con lo que digo, pronto descubrirán que no existe tal cosa como una entidad o un medio externo que los estén guiando, y que ustedes son enteramente responsables de sí mismos, de sus propias limitaciones y pesares. Si ven esto, entonces el medio no se vuelve una fuerza separada e independiente que controla, domina y deforma la realización del individuo. Entonces comienzan a darse cuenta de que sólo existe la conciencia, percibida como individualidad, y que esta conciencia no ocultará encubierta realidad alguna. El proceso del "yo" no avanza hacia la realidad, hacia una felicidad mayor, hacia la inteligencia, sino que él mismo está creando su propio dolor, su propia confusión.

Pregunta: ¿Cuál es el propósito del sufrimiento? ¿Es para enseñarnos a no repetir el mismo error?

KRISHNAMURTI: No hay ningún propósito en el sufrimiento. El sufrimiento existe debido a la falta de comprensión. Casi todos sufrimos, por razones económicas, espirituales o en nuestras relaciones mutuas. ¿Por qué existe este sufrimiento? En lo económica, tenemos un sistema basado en el afán adquisitivo, la explotación y el miedo; este sistema es alentado y mantenido por nuestros anhelos y nuestras búsquedas y. de tal modo, se sostiene a sí mismo. El afán adquisitivo y un sistema de explotación tienen que marchar juntos y están siempre presentes donde existe la ignorancia acerca de nosotros mismos. Es otra vez un círculo vicioso: nuestro anhelo posesivo ha producido un sistema, y ese sistema se sostiene a sí mismo explotándonos.

Tomemos un ejemplo muy simple y podrán ponerlo a prueba por sí mismos. Muchos de nosotros tenemos creencias muy fuertes que percibimos como si fueran el resultado de la intuición; pero no es así. Estas creencias son el resultado de esperanzas, anhelos y temores secretos; ellas nos guían inconscientemente, nos fuerzan a emprender ciertas actividades, y toda experiencia es traducida de acuerdo con nuestras creencias y nuestros ideales. Por eso no hay comprensión de la vida, sino tan sólo acopio de recuerdos autoprotectores que aumentan en su intensidad y limitación a causa de nuevas experiencias. Si están atentos, observarán que este proceso tiene lugar en ustedes y que sus actividades tratan de aproximarse siempre a un patrón, a un ideal. La aproximación a un ideal es llamada éxito, realización, felicidad; pero lo que uno ha logrado de hecho es rigidez, completo aislamiento y autoprotección al escapar hacia la seguridad. Por lo tanto, no hay comprensión de la vida ni terminación de la ignorancia con su dolor y su confusión

Pregunta: ¿Cuál es el propósito del sufrimiento? ¿Es para enseñarnos a no repetir el mismo error?


KRISHNAMURTI: No hay ningún propósito en el sufrimiento. El sufrimiento existe debido a la falta ce comprensión. Casi todos sufrimos, por razones económicas, espirituales o en nuestras relaciones mutuas. ¿Por qué existe este sufrimiento? En lo económica, tenemos un sistema basado en el afán adquisitivo, la explotación y el miedo; este sistema es alentado y mantenido por nuestros anhelos y nuestras búsquedas y. de tal modo, se sostiene a sí mismo. El afán adquisitivo y un sistema de explotación tienen que marchar juntos y están siempre presentes donde existe la ignorancia acerca de nosotros mismos. Es otra vez un círculo vicioso: nuestro anhelo posesivo ha producido un sistema, y ese sistema se sostiene a sí mismo explotándonos.

Hay sufrimiento en nuestras relaciones con otros, sufrimiento creado por el anhelo interno de bienestar, seguridad y posesión. Luego está ese sufrimiento causado por la profunda incertidumbre, el cual nos impulsa ala búsqueda de la paz, la seguridad, la realidad, Dios. En nuestro anhelo de certidumbre inventamos muchas teorías, elaboramos muchas creencias, y la mente se limita enredándose en ellas, exaltándose con ellas y, por consiguiente, es incapaz de ajustarse al movimiento de la vida.

Existen numerosas clases de sufrimiento; si comenzamos a discernir su causa, percibiremos que el sufrimiento debe coexistir con la exigencia, por parte de cada individuo, de sentirse seguro, ya sea en lo financiero, en lo espiritual o en la relación humana. Donde hay búsqueda de seguridad, grosera o sutil, tiene que haber miedo, explotación y dolor.

En vez de comprender la causa del sufrimiento, usted pregunta cuál es su propósito. Desea utilizar el sufrimiento para obtener alguna otra cosa. Así que empieza a inventar el propósito; dice que el sufrimiento es el resultado de una vida anterior, que es el resultado del medio, etc. Estas explicaciones lo satisfacen, de modo que continúa en su ignorancia, con la constante reaparición del sufrimiento.

El sufrimiento existe donde hay ignorancia respecto de uno mismo. No indica sino limitación, insuficiencia. No hay remedio para el sufrimiento mismo. En el discernimiento del proceso de la ignorancia, el sufrimiento desaparece.

Pregunta: ¿No es verdad que las buenas obras son recompensadas y que llevando una vida bondadosa y recta, alcanzaremos la felicidad ?

KRISHNAMURTL ¿Quién lo recompensa? Se considera que la recompensa en este mundo es tener éxito en la vida, llegar a la cima explotando a los demás, ser condecorado por el gobierno o por el partido al que uno pertenece, y así sucesivamente. Y si se nos niega esta clase de recompensa, deseamos otra clase, una recompensa espiritual, ya sea el discipulado conferido por un Maestro, la iniciación, o el reconocimiento par haber realizado buenas obras en nuestra vida pasada.

¿Piensa usted seriamente que existe tal cosa, que tiene alguna validez, excepto como un estímulo, un incentivo infantil? ¿Es usted bondadoso o ama porque va a obtener una recompensa ahora o en una vida futura? Pueden reírse de esto, pero si examinan y comprenden profundamente sus motivos y sus actos, percibirán que están teñidos con la idea de recompensa y castigo. Por lo tanto, nuestras acciones jamás son íntegras, completas, plenas. A causa de esto surgen el dolor y el conflicto, y nuestras vidas se tornan pequeñas, mezquinas y carentes de todo significado profundo.

Si no hay recompensa o castigo — y, por ende, hay libertad total respecto del temor — , entonces, ¿cuál es el propósito del vivir? Esta sería la pregunta natural que ustedes formularían debido a que han sido educados en términos de recompensa y castigo, logro, competencia y todas esas cualidades que componen lo que consideran que es la naturaleza humana. Cuando comprendamos a fondo el significado de nuestra existencia, del proceso de ignorancia y acción, veremos que eso que llamamos propósito nada significa. La mera búsqueda del propósito de la vida encubre, empaña la comprensión de uno mismo.

La recompensa no tiene importancia; es tan sólo una compensación por el esfuerzo que han empleado. Todo esfuerzo empleado con el fin de obtener una recompensa, aquí o en el más allá, da por resultado la frustración, y la recompensa termina siendo un montón de cenizas en la boca.

Pregunta: ¿No considera usted que la filantropía es un elemento importante en la creación de circunstancias nuevas conducentes al bienestar humano?

KRISHNAMURTI: Si entendemos la filantropía como el amor al hombre y el esfuerzo para promover su felicidad, entonces tendrá valor sólo en cuanto consideremos al hombre como un individuo único y le ayudemos a comprender que en sus propias manos están su felicidad y el bienestar de todos. Pero me temo que esto no sería considerado como filantropía, porque la mayoría de nosotros no se da cuenta de que somos únicos, de que el proceso de crear ignorancia y dolor está en nuestras propias manos y que sólo mediante la comprensión de nosotros mismos podemos liberarnos de ambos. Si esto se comprende plena y profundamente, entonces la filantropía tendrá sentido.

26 de abril de 1936


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 TERCERA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL

Para que tengamos unidad de pensamiento y, por ende, de acción, tiene que haber concordancia, acuerdo, y esto parece ser muy difícil. La concordancia no quiere decir aceptación irreflexiva o tolerancia, porque la tolerancia es una cosa superficial. El acuerdo exige profunda inteligencia y una mente muy flexible. Aparentemente, en este mundo uno es convencido con mayor facilidad por la tontería que por un pensar integral e inteligente. Existe un tipo de acuerdo emocional que no es acuerdo en absoluto. Es tan sólo una excitación que lo dirige a uno hacia ciertas actividades, actitudes y afirmaciones, pero no lo conduce hacia el pleno e inteligente despertar de la realización individual.

Ahora bien, si están de acuerdo con la tontería, como parece estarlo la mayoría de la gente, entonces tiene que haber confusión. Por el momento, pueden sentir que son supremamente felices, que están contentos, y por eso creen que han comprendido la vida; pero si permiten que la mente examine esa presunta felicidad verán que, en realidad, lo que tienen es una excitación emotiva superficial inducida por las repetidas aseveraciones de otro. Cualquier acción nacida de esta superficialidad debe conducirnos inevitablemente a la confusión, mientras que el acuerdo basado en un pensar inteligente nos conduce a la verdadera felicidad y al completo bienestar.

Hago hincapié en este punto porque siento que es muy importante y necesario que uno no tenga dentro de sí ninguna clase de barreras que crean división, desacuerdo. Estas barreras generan confusión y lucha en el individuo, y también impiden una acción unida e inteligente en el mundo. El acuerdo inteligente es esencial para una acción concertada; pero eso no es acuerdo cuando hay cualquier tipo de compulsión o autoridad, ya sea ésta sutil o grosera. Por favor, vean por qué es indispensable tal comprensión profunda y descubran si están hondamente de acuerdo con lo que digo. Por acuerdo no entiendo una superficial y tolerante aceptación de ciertas ideas que expreso. Ustedes deben considerar toda la implicación de lo que digo y descubrir si concuerdan a fondo con ello. Esto requiere reflexión y un análisis cuidadoso; sólo entonces pueden aceptar o rechazar. Como la mayoría de nosotros parece dar preferencia a las afirmaciones enfáticamente repetidas, yo siento que sería una pérdida de tiempo si solamente se dejaran convencer por ciertas declaraciones que repito con frecuencia. Tal sometimiento por parte de ustedes sería completamente inútil e incluso perjudicial.

En este mundo hay tantas opiniones y teorías contradictorias, tantas afirmaciones grotescas, tantas exigencias emocionales, que es difícil discernir en medio de ello la verdadero, lo realmente beneficioso para la comprensión y realización individual. Estas afirmaciones — algunas fantásticas, algunas ciertas, algunas violentas, algunas absurdamente desconcertantes — son vociferadas y lanzadas sobre nosotros, A través de libros, revistas, conferenciantes, nos convertimos en sus víctimas. Nos prometen recompensas y, al mismo tiempo, sutilmente nos amenazan y compelen. Poco a poco cedemos y admitimos tomar partido, atacar y defender. Así aceptamos esta o aquella teoría, insistimos en este o aquel dogma, e inconscientemente, las repetidas afirmaciones de otros se convierten en nuestras creencias, conforme a las cuales tratamos de moldear por completo nuestras vidas. Esto no es una exageración, está ocurriendo dentro y alrededor de nosotros. Somos bombardeados de continuo por reclamos e ideas que se repiten a menudo y, desafortunadamente, tendemos a tomar partido porque lo que deseamos inconscientemente es bienestar y seguridad, tanto emocional como intelectual, lo cual nos lleva a aceptar estas afirmaciones. Bajo condiciones semejantes, aunque podamos pensar que examinamos estas afirmaciones e intuitivamente sabernos que son verdaderas, nuestras mentes son incapaces de examinar o intuir cosa alguna. Casi nadie escapa a este constante ataque por medio de la propaganda y, desdichadamente, a causa de nuestro propio anhelo de seguridad y permanencia, ayudamos a crear y fomentamos declaraciones fantásticas.

Cuando la mente-corazón está agobiada por muchas barreras, prejuicios, distinciones nacionales y de clase, es imposible llegar a un acuerdo inteligente. Lo que tiene lugar en el mundo no es un acuerdo sensato e inteligente entre las personas, sino una guerra de una creencia contra otra creencia, de una doctrina contra otra doctrina, de un grupo contra otro grupo, de un interés creado contra otro interés creado. En esta batalla, la inteligencia y la comprensión son completamente negadas.

Sería una verdadera calamidad si, a causa de estas reuniones, ustedes desarrollan dogmas, creencias e instrumentos de compulsión. Mis pláticas no se proponen engendrar creencias o ideales, los que sólo pueden ofrecerles un escape. Para comprender lo que digo, la mente debe estar libre de creencias y del prejuicio que implica el "yo sé". Cuando uno dice "yo sé", ya está muerto. Ésta no es una declaración dura.

Es una empresa muy seria tratar de descubrir lo verdadero, por qué nos encontramos aquí y hacia dónde vamos. Este descubrimiento no puede lograrse mediante la solución superficial de nuestros problemas inmediatos. La mente-corazón debe liberarse de los dogmas, las creencias y los ideales de los que casi todos nosotros somos inconscientes. Nos encontramos aquí para descubrir inteligentemente qué es lo verdadero; si comprenden esto, discernirán algo que es real, no algo impuesto o inventado por otro. Por favor, créanme que no estoy interesado en puntos de vista particulares, sino en la comprensión, felicidad y realización individual.

Hay muchos instructores que sostienen diversos sistemas, meditaciones, disciplinas que ellos alegan habrán de conducir hacia la realidad suprema; hay muchos intermediarios que insisten sobre la obediencia en nombre de los Maestros; y hay individuos que sostienen la existencia de Dios, la existencia de la verdad; desafortunadamente, yo mismo he hecho tales afirmaciones en el pasado. Conociendo todo esto me he dado cuenta de que, tan pronto existe una afirmación de algo, se ha perdido su verdadera significación. ¿Cómo hemos de comprender, entonces, este mundo de contradicciones, confusiones, creencias, dogmas y pretensiones? ¿Por dónde hemos de comenzar? Si intentamos comprender estas cosas desde cualquier otro punto de vista que no sea el de la comprensión de nosotros mismos, no haremos sino incrementar la disensión, la lucha y el odio. Existen múltiples causas, múltiples procesos trabajando en este mundo del desarrollo y el deterioro, y cuando intentamos investigar cada proceso, cada causa, chocamos inevitablemente contra un muro en blanco, contra algo que no tiene explicación, porque cada proceso es único en sí mismo.

Ahora bien, cuando nos enfrentamos a lo inexplicable, la fe acude en nuestra ayuda y afirma que hay un Dios, que Él nos ha creado y que nosotros somos Sus instrumentos, que somos seres trascendentes, con una identidad caracterizada por su permanencia. O, si no tenemos una inclinación religiosa, tratamos de resolver este problema por intermedio de la ciencia. También aquí trata uno de seguir causa tras causa, reacción tras reacción; y aunque hay científicos que sostienen que existe una profunda inteligencia que trabaja, o que emplean diferentes símbolos para comunicarnos lo inexplicable, se llega, no obstante, a un punto más allá del cual ni aun la ciencia puede avanzar, porque ésta trata solamente con la percepción y reacción de los sentidos.

Pienso que hay un modo de comprender todo el proceso de nacimiento y muerte, de desarrollo y deterioro, de dolor y felicidad. Cuando digo "pienso", lo que hago deliberadamente es más bien sugerir, antes que ser dogmático. Este proceso puede ser verdaderamente comprendido y captado en su esencia por nosotros mismos, porque tiene su foco en cada individuo. Vemos alrededor de nosotros este continuo desarrollo y deterioro, esta agonía y el placer transitorio, pero no podemos comprender este proceso abordándolo fuera de nosotros mismos. Sólo podemos comprenderlo en nuestra propia conciencia, a través de nuestro propio proceso del "yo"; y si hacemos esto, entonces hay una posibilidad de percibir el significado de toda la existencia.

Por favor, vean la importancia de esto; de lo contrario, nos enredamos en la intrincada cuestión del medio y la herencia. Comprenderemos este problema cuando no dividamos nuestra vida en el pasado y el presente, lo subjetivo y lo objetivo, el centro y la circunferencia, cuando nos demos cuenta de cómo funciona el proceso del "yo", la conciencia del "yo". Como lo he dicho a menudo, si nos limitamos a aceptar el "yo" como un principio viviente, una entidad divina aislada, creada por Dios, no haremos sino crear una autoridad estimulante, con sus miedos y explotaciones; y esto no puede conducir hacia la plena realización del hombre.

Por favor, Lo que digo acerca del proceso del "yo" no lo traduzcan a su particular fraseología o creencia. Eso no los ayudaría en absoluto; al contrario, los confundiría; tengan la bondad de escuchar con una mente y un corazón libres de prejuicios.


El proceso del "yo" es el resultado de la ignorancia; como la Llama alimentada por el aceite, se sostiene mediante sus propias actividades. Es decir, el proceso del "yo", la energía del "yo", la conciencia del "yo" es el resultado de la ignorancia, y la ignorancia se mantiene mediante las actividades que ella misma crea; es estimulada y sustentada por sus propias acciones, que se basan en el anhelo y el deseo. Esta ignorancia no tiene comienzo y la energía que la creó es única para cada individuo. Esta unicidad se vuelve individualidad para la conciencia. El proceso del "yo" es el resultado de esa fuerza, única para cada individuo, la cual crea, en su autodesarrollo, sus propios materiales como el cuerpo, el discernimiento, la conciencia, y ésta llega a identificarse como el "yo". Esto es realmente muy simple, pero parece complicado cuando se pone en palabras. Si, por ejemplo, une es educado en la tradición del nacionalismo, esa actitud debe inevitablemente crear barreras en la acción. Una mente-corazón reducida y limitada en su actividad por los prejuicios, tiene que crear limitaciones crecientes. Esto es obvio. Si une tiene creencias, traduce y moldea conforme a ellas sus experiencias, y así está forzando y Limitando continuamente al pensamiento-emoción, y estas Limitaciones se convierten en el proceso del "yo". La acción, en vez de liberar, de desembarazar a la mente-corazón de sus autoimpuestas servidumbres, crea ulteriores y más profundas limitaciones, y estas limitaciones acumuladas pueden ser llamadas ignorancia. Esta ignorancia es alentada, nutrida por sus propias actividades nacidas de los deseos que ella misma crea. A menos que uno comprenda que la ignorancia es el resultado de sus propias actividades, actividades que ella misma crea y sustenta, la mente-corazón deberá morar siempre en este círculo vicioso. Cuando uno comprenda a fondo esto, percibirá que la vida ya no es más una serie de conflictos y conquistas, luchas y logros, todo ello conducente a la frustración. Cuando uno tiene verdaderamente un discernimiento directo en este proceso de la ignorancia, el vivir ya no es más una acumulación de dolor, sino que se convierte en el éxtasis de una profunda bienaventuranza y armonía.

La mayoría de nosotros tiene una idea de que el "yo" es un ser separado, divino, algo perdurable que va tornándose más y más perfecto. Yo no apruebo nada de esto. La conciencia misma es el "yo"; uno no puede separar el proceso del "yo", como algo distinto de la conciencia. No hay un "yo" acumulando experiencias, que esté separado de la experiencia misma. Sólo existe este proceso, esta energía que está separada de la experiencia misma. Sólo existe este proceso, esta energía que está creando sus propias limitaciones por medio de los deseos que ella misma alimenta. Cuando uno discierne que no hay un "yo" aparte de la acción, que el actor es la acción misma, entonces adviene gradualmente una plenitud, una insondable felicidad.

Cuando uno capta esto, ve que no puede haber método alguno para liberarlo de sus propias limitaciones, de la prisión en que se halla retenido. El proceso del "yo" debe disolverse. Debe independizarse de sí mismo. Ningún salvador ni la veneración hacia otro puede liberarlo a uno. Las disciplinas que nos hemos impuesto y las autoridades que nosotros mismos hemos creado, no tienen ninguna utilidad. No hacen sino conducirnos a más ignorancia y dolor. Si ustedes pueden comprender esto, no harán de la vida una terrible, peligrosa Lucha de explotación y crueldad.

Pregunta: El domingo anterior usted pareció muy inseguro en lo que decía, y algunos de nosotros no podíamos hacer nada al respecto. Algunos de mis amigos dicen que no vienen más a escucharlo porque usted se está volviendo vago e indeciso acerca de sus propias ideas. Esta impresión, ¿se debe a falta de comprensión en nosotros, o no está usted tan seguro de sí mismo como acostumbraba estarlo ?

KRISHNAMURTI: Usted sabe, ciertas cosas no pueden ser puestas en palabras de una manera definida, precisa. Yo trato de expresar mi comprensión de la vida lo más claramente posible, y eso es difícil. A veces puedo .lograrlo, pero con frecuencia no parece que tenga la capacidad de comunicar lo que pienso y siento. Si usted reflexiona profundamente acerca de lo que he estado diciendo, ello se volverá claro y simple; pero permanecerá siendo tan sólo un concepto intelectual si no hay una comprensión activa en los hechos. Algunos de ustedes vienen repetidamente a estas reuniones, y me pregunto qué les ocurre en los intervalos entre las pláticas. Es durante estos intervalos que pueden descubrir si la acción es liberadora o si crea más prisiones y Por favor, Lo que digo acerca del proceso del "yo" no lo traduzcan a su particular fraseología o creencia. Eso no los ayudaría en absoluto; al contrario, los confundiría; tengan la bondad de escuchar con una mente y un corazón libres de prejuicios.


El proceso del "yo" es el resultado de la ignorancia; como la Llama alimentada por el aceite, se sostiene mediante sus propias actividades. Es decir, el proceso del "yo", la energía del "yo", la conciencia del "yo" es el resultado de la ignorancia, y la ignorancia se mantiene mediante las actividades que ella misma crea; es estimulada y sustentada por sus propias acciones, que se basan en el anhelo y el deseo. Esta ignorancia no tiene comienzo y la energía que la creó es única para cada individuo. Esta unicidad se vuelve individualidad para la conciencia. El proceso del "yo" es el resultado de esa fuerza, única para cada individuo, la cual crea, en su autodesarrollo, sus propios materiales como el cuerpo, el discernimiento, la conciencia, y ésta llega a identificarse como el "yo". Esto es realmente muy simple, pero parece complicado cuando se pone en palabras. Si, por ejemplo, une es educado en la tradición del nacionalismo, esa actitud debe inevitablemente crear barreras en la acción. Una mente-corazón reducida y limitada en su actividad por los prejuicios, tiene que crear limitaciones crecientes. Esto es obvio. Si une tiene creencias, traduce y moldea conforme a ellas sus experiencias, y así está forzando y Limitando continuamente al pensamiento-emoción, y estas Limitaciones se convierten en el proceso del "yo". La acción, en vez de liberar, de desembarazar a la mente-corazón de sus autoimpuestas servidumbres, crea ulteriores y más profundas limitaciones, y estas limitaciones acumuladas pueden ser llamadas ignorancia. Esta ignorancia es alentada, nutrida por sus propias actividades nacidas de los deseos que ella misma crea. A menos que uno comprenda que la ignorancia es el resultado de sus propias actividades, actividades que ella misma crea y sustenta, la mente-corazón deberá morar siempre en este círculo vicioso. Cuando uno comprenda a fondo esto, percibirá que la vida ya no es más una serie de conflictos y conquistas, luchas y logros, todo ello conducente a la frustración. Cuando uno tiene verdaderamente un discernimiento directo en este proceso de la ignorancia, el vivir ya no es más una acumulación de dolor, sino que se convierte en el éxtasis de una profunda bienaventuranza y armonía.


La mayoría de nosotros tiene una idea de que el "yo" es un ser separado, divino, algo perdurable que va tornándose más y más perfecto. Yo no apmebo nada de esto. La conciencia misma es el "yo"; uno no puede separar el proceso del "yo", como algo distinto de la conciencia. No hay un "yo" acumulando experiencias, que esté separado de la experiencia misma. Sólo existe este proceso, esta energía que está separada de la experiencia misma. Sólo existe este proceso, esta energía que está creando sus propias limitaciones por medio de los deseos que ella misma alimenta. Cuando uno discierne que no hay un "yo" aparte de la acción, que el actor es la acción misma, entonces adviene gradualmente una plenitud, una insondable felicidad.


Cuando uno capta esto, ve que no puede haber método alguno para liberarlo de sus propias limitaciones, de la prisión en que se halla retenido. El proceso del "yo" debe disolverse. Debe independizarse de sí mismo. Ningún salvador ni la veneración hacia otro puede liberarlo a uno. Las disciplinas que nos hemos impuesto y las autoridades que nosotros mismos hemos creado, no tienen ninguna utilidad. No hacen sino conducirnos a más ignorancia y dolor. Si ustedes pueden comprender esto, no harán de la vida una terrible, peligrosa Lucha de explotación y cmeldad.


Pregunta: El domingo anterior usted pareció muy inseguro en lo que decía, y algunos de nosotros no podíamos hacer nada al respecto. Algunos de mis amigos dicen que no vienen más a escucharlo porque usted se está volviendo vago e indeáso acerca de sus propias ideas. Esta impresión, ¿se debe a falta de comprensión en nosotros, o no está usted tan seguro de sí mismo como acostumbraba estarlo ?


KRISHNAMURTI: Usted sabe, ciertas cosas no pueden ser puestas en palabras de una manera definida, precisa. Yo trato de expresar mi comprensión de la vida lo más claramente posible, y eso es difícil. A veces puedo .lograrlo, pero con frecuencia no parece que tenga la capacidad de comunicar lo que pienso y siento. Si usted reflexiona profundamente acerca de lo que he estado diciendo, ello se volverá claro y simple; pero permanecerá siendo tan sólo un concepto intelectual si no hay una comprensión activa en los hechos. Algunos de ustedes vienen repetidamente a estas reuniones, y me pregunto qué les ocurre en los intervalos entre las pláticas. Es durante estos intervalos que pueden descubrir si la acción es liberadora o si crea más prisiones yPor favor, Lo que digo acerca del proceso del "yo" no lo traduzcan a su particular fraseología o creencia. Eso no los ayudaría en absoluto; al contrario, los confundiría; tengan la bondad de escuchar con una mente y un corazón libres de prejuicios.


El proceso del "yo" es el resultado de la ignorancia; como la Llama alimentada por el aceite, se sostiene mediante sus propias actividades. Es decir, el proceso del "yo", la energía del "yo", la conciencia del "yo" es el resultado de la ignorancia, y la ignorancia se mantiene mediante las actividades que ella misma crea; es estimulada y sustentada por sus propias acciones, que se basan en el anhelo y el deseo. Esta ignorancia no tiene comienzo y la energía que la creó es única para cada individuo. Esta unicidad se vuelve individualidad para la conciencia. El proceso del "yo" es el resultado de esa fuerza, única para cada individuo, la cual crea, en su autodesarrollo, sus propios materiales como el cuerpo, el discernimiento, la conciencia, y ésta llega a identificarse como el "yo". Esto es realmente muy simple, pero parece complicado cuando se pone en palabras. Si, por ejemplo, une es educado en la tradición del nacionalismo, esa actitud debe inevitablemente crear barreras en la acción. Una mente-corazón reducida y limitada en su actividad por los prejuicios, tiene que crear limitaciones crecientes. Esto es obvio. Si une tiene creencias, traduce y moldea conforme a ellas sus experiencias, y así está forzando y Limitando continuamente al pensamiento-emoción, y estas Limitaciones se convierten en el proceso del "yo". La acción, en vez de liberar, de desembarazar a la mente-corazón de sus autoimpuestas servidumbres, crea ulteriores y más profundas limitaciones, y estas limitaciones acumuladas pueden ser llamadas ignorancia. Esta ignorancia es alentada, nutrida por sus propias actividades nacidas de los deseos que ella misma crea. A menos que uno comprenda que la ignorancia es el resultado de sus propias actividades, actividades que ella misma crea y sustenta, la mente-corazón deberá morar siempre en este círculo vicioso. Cuando uno comprenda a fondo esto, percibirá que la vida ya no es más una serie de conflictos y conquistas, luchas y logros, todo ello conducente a la frustración. Cuando uno tiene verdaderamente un discernimiento directo en este proceso de la ignorancia, el vivir ya no es más una acumulación de dolor, sino que se convierte en el éxtasis de una profunda bienaventuranza y armonía.


La mayoría de nosotros tiene una idea de que el "yo" es un ser separado, divino, algo perdurable que va tornándose más y más perfecto. Yo no apmebo nada de esto. La conciencia misma es el "yo"; uno no puede separar el proceso del "yo", como algo distinto de la conciencia. No hay un "yo" acumulando experiencias, que esté separado de la experiencia misma. Sólo existe este proceso, esta energía que está separada de la experiencia misma. Sólo existe este proceso, esta energía que está creando sus propias limitaciones por medio de los deseos que ella misma alimenta. Cuando uno discierne que no hay un "yo" aparte de la acción, que el actor es la acción misma, entonces adviene gradualmente una plenitud, una insondable felicidad.


Cuando uno capta esto, ve que no puede haber método alguno para liberarlo de sus propias limitaciones, de la prisión en que se halla retenido. El proceso del "yo" debe disolverse. Debe independizarse de sí mismo. Ningún salvador ni la veneración hacia otro puede liberarlo a uno. Las disciplinas que nos hemos impuesto y las autoridades que nosotros mismos hemos creado, no tienen ninguna utilidad. No hacen sino conducirnos a más ignorancia y dolor. Si ustedes pueden comprender esto, no harán de la vida una terrible, peligrosa Lucha de explotación y cmeldad.


Pregunta: El domingo anterior usted pareció muy inseguro en lo que decía, y algunos de nosotros no podíamos hacer nada al respecto. Algunos de mis amigos dicen que no vienen más a escucharlo porque usted se está volviendo vago e indeáso acerca de sus propias ideas. Esta impresión, ¿se debe a falta de comprensión en nosotros, o no está usted tan seguro de sí mismo como acostumbraba estarlo ?

KRISHNAMURTI: Usted sabe, ciertas cosas no pueden ser puestas en palabras de una manera definida, precisa. Yo trato de expresar mi comprensión de la vida lo más claramente posible, y eso es difícil. A veces puedo .lograrlo, pero con frecuencia no parece que tenga la capacidad de comunicar lo que pienso y siento. Si usted reflexiona profundamente acerca de lo que he estado diciendo, ello se volverá claro y simple; pero permanecerá siendo tan sólo un concepto intelectual si no hay una comprensión activa en los hechos. Algunos de ustedes vienen repetidamente a estas reuniones, y me pregunto qué les ocurre en los intervalos entre las pláticas. Es durante estos intervalos que pueden descubrir si la acción es liberadora o si crea más prisiones y limitaciones. En manos de ustedes está el moldear sus propias vidas, ya sea para comprender o para incrementar la ignorancia.

 Pregunta: ¿Cómo puede uno estar libre de las reacciones primitivas a las que usted se refiere?

KRISHNAMURTI: El deseo mismo de librarse crea su propia limitación. Estas reacciones primitivas o ignorantes generan conflictos, perturbaciones y dolor en sus vidas, y mediante la acción de librarse de ellas esperan adquirir alguna otra cosa: felicidad, bienaventuranza, paz, etc. Por eso me formulan la pregunta: "¿Cómo puedo librarme de estas reacciones?", O sea, quieren que les dé un método, que prescriba un sistema, una disciplina, una norma de conducta.

Si comprenden que no hay una conciencia separada aparte del proceso del "yo", que el "yo" es la conciencia misma, que la ignorancia crea sus propias limitaciones y que el "yo" no es sino el resultado de su propia acción, entonces no pensarán en términos de desposeimiento y adquisición.

Tomen, por ejemplo, la reacción hacia el nacionalismo. Si piensan acerca de ello verán que esta reacción es ignorante y muy dañina, no sólo para uno mismo sino para el mundo. Entonces me preguntarán: "¿Cómo puede uno librarse del nacionalismo?". Ahora bien, ¿por qué quieren librarse de él? Cuando perciban por qué quieren librarse de él, discernirán cómo ha surgido, artificialmente, con sus numerosas y crueles implicaciones; y cuando comprendan eso a fondo, entonces no hay un esfuerzo consciente para librarse de esta ignorante reacción; ella desaparece por sí misma.

De igual modo, si la mente-corazón está limitada por temores, por creencias tan dominantes, poderosas, irresistibles que pervierten la claridad de percepción, de nada sirve hacer grandes esfuerzos para liberarse de esas reacciones. Primero deben tomar conciencia de ellas y, en vez de querer liberarse, deben descubrir por qué existen. Si tratan ce liberarse de ellas, crearán o aceptarán inconscientemente otros temores y otras creencias quizá más sutiles. Pero cuando perciban cómo han surgido a la existencia — a causa del deseo de seguridad, de consuelo — , entonces, esa misma percepción los disolverá. Esto requiere de la mente-corazón un intenso estado de alerta.

Esta lucha existe entre esos valores establecidos y los valores siempre cambiantes, indefinidos, entre lo fijo y el movimiento libre de la vida, entre los patrones, los convencionalismos, los recuerdas acumulados, y aquello que no tiene morada permanente. En vez de intentar perseguir lo desconocido, examinen lo que tienen, o sea, lo conocido, los prejuicios establecidos, las limitaciones. Comprendan lo que significan; entonces desaparecerán como las brumas en el amanecer. Cuando percibimos que eso que creíamos era una serpiente entre la hierba, es sólo una cuerda, ya no tenemos más miedo, ya no hay lucha, no hay nada que superar. Y cuando, gracias al discernimiento profundo, percibamos que estas limitaciones se han creado a sí mismas, entonces nuestra actitud hacia la vida ya no será más la de conquistar, la de desear liberarnos por medio de algún método o milagro, la de buscar comprensión a través de otro. Entonces comprenderemos por nosotros mismos que, si bien este proceso de la ignorancia parece no tener comienzo, tiene un final.

19 de abril de 1936




OBRA COMPLETA - TOMO 3 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 SEGUNDA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL

Casi todas las personas reflexivas sienten el deseo de ayudar al mundo. Se consideran a sí mismas separadas de la masa. ¡Ven tanta explotación, tanta desdicha! Ven cómo los logros científicos y tecnológicos avanzan mucho más que la conducta, la comprensión y la inteligencia humana. Viendo todo esto que ocurre alrededor de ellas y deseando cambiar las condiciones, consideran que primero hay que despertar a la masa.

A menudo se me formula esta pregunta: "¿Por qué pone usted el acento en el individuo y no toma en cuenta a la masa?". Desde mi punto de vista, no puede haber tal división de la masa y el individuo. Aunque exista la psicología de las masas, la intención, acción o propósito de las masas, no existe una entidad tal como la masa aparte del individuo. ¿Qué es esa expresión "la masa" cuando uno la analiza? Ve que está compuesta de muchas unidades separadas, o sea, nosotros mismos con nuestras extraordinarias creencias, ilusiones, supersticiones, ambiciones, búsquedas, con nuestros odios y prejuicios. Estas perversiones y actividades componen el nebuloso e indefinido fenómeno que llamamos "la masa".

Por consiguiente, la masa somos nosotros mismos. Ustedes son la masa y yo soy la masa, y en cada uno de ustedes está el uno y los más, siendo el uno lo consciente y los más, lo inconsciente. Puede decirse que lo consciente es el individuo. Así que, en cada uno de nosotros, tenemos el uno y los más.

La masa, el inconsciente, está compuesta de valores incuestionables, valores falsos respecto de los hechos, valores que, en el curso del tiempo y debido al uso, se han vuelto placenteros y aceptables. Se compone de ideales que nos dan seguridad y nos confortan, pero que carecen de un significado profundo; de patrones de conformidad que impiden la claridad de percepción y acción; de pensamientos y emociones que tienen su origen en el miedo y en reacciones primitivas. A esto llamo yo el inconsciente, la masa, de la cual cada uno de nosotros forma parte, lo sepamos o no, lo reconozcamos o no.

Si el espejo ha de reflejar con claridad, no debe estar deformado; su superficie tiene que ser plana y limpia. Del mismo modo, la mente-corazón — que es una totalidad integrada, no dos partes separadas y distintas — debe hallarse libre de sus distorsiones antes de que pueda haber discernimiento, comprensión, equilibrio o inteligencia. A fin de vivir de manera completa, la experiencia debe sex continuamente traída al nivel consciente.

Casi todos somos inconscientes del trasfondo, de las perversiones y deformaciones que impiden el discernimiento tornándonos incapaces de ajustarnos al movimiento de la vida. Algunos de ustedes podrán decir: "Todo esto es muy obvio; lo conocemos y no contiene nada nuevo". Me temo que si meramente desechan lo que digo y no le conceden una reflexión profunda, no podrán despertar su inteligencia creativa.

Si hemos de comprender la vida de manera completa y total, debemos traer lo inconsciente a lo consciente, haciéndolo mediante la experiencia, experimentándolo. Entonces habrá equilibrio e inteligencia profunda Sólo entonces puede haber una verdadera búsqueda. Mientras la mente-corazón se encuentre atada por creencias, ideales, o por búsquedas vanas e ilusorias, lo que llamamos búsqueda de la verdad o de la realidad conducirá inevitablemente a toda clase de escapes. Ningún psicólogo o maestro puede liberar a la mente; ésta puede liberarse sólo gracias a su propia necesidad intrínseca de libertad.

La búsqueda de la verdad o de Dios — el mero hecho de nombrarlo contribuye a crear una barrera — puede tener comienzo sólo cuando existe esta inteligencia armónica. Como la mente-corazón está falseada, limitada por las reacciones de la ignorancia, es incapaz de discernir "lo que es". ¿Cómo puede uno comprender lo verdadero si su mente-corazón está llena de prejuicios? Estos prejuicios se hallan tan arraigados y se extienden tan lejos en el pasado, que uno no puede descubrir dónde comienzan. Con una mente tan predispuesta, ¿cómo podemos discernir de verdad, cómo puede haber felicidad o inteligencia? La mente-corazón debe darse cuenta de su propio proceso de crear ilusiones y limitaciones. Ningún Maestro puede liberarla de este proceso. Hasta que la mente-corazón no se torne intensa y profundamente consciente de su propio proceso, de su propio poder de crear ilusiones, no puede haber discernimiento. Para dar origen a esta inteligencia armoniosa, tiene que haber un cambio fundamental en nuestros hábitos de pensamiento-emoción, y esto requiere paciente perseverancia y reflexión tenaz.

Hasta hoy se ha dicho que Dios existe, que existe la verdad, que hay algo absoluto, final, eterno, y sobre esa aseveración hemos construido nuestro pensamiento y nuestra emoción, nuestra vida, nuestra moralidad. Se ha dicho: "Actúa de esta manera, sigue aquello, no hagas esto". La mayoría considera que tales enseñanzas son positivas. Si examinan estas enseñanzas llamadas positivas, descubrirán que son destructivas de la inteligencia, porque se convierten en la estructura dentro de la cual la mente se limita a sí misma, imitando y copiando, tornándose incapaz de ajustarse al movimiento de la vida, deformando la vida conforme al patrón de un ideal; y esto sólo crea más confusión y dolor.

Para comprender y despertar esta inteligencia armoniosa, uno debe comenzar, no con presunciones y afirmaciones autoritarias, sino negativamente. Cuando la mente está libre de estas respuestas ignorantes, entonces existe la profunda armonía nacida de la inteligencia. Entonces comienza el júbilo de penetrar en la realidad. Nadie puede decirles nada acerca de la realidad, y cualquier descripción de ella tiene que ser siempre falsa.

Para comprender la verdad tiene que haber observación silenciosa; la descripción de la verdad no hace sino confundirla y limitarla. A fin de comprender el proceso infinito de la vida, debemos comenzar negativamente, sin afirmaciones ni presunciones; y, a partir de ahí, podemos construir la estructura de nuestro pensamiento-emoción, de nuestra acción y conducta. Si esto no se comprende a fondo. Lo que digo se volverá solamente una serie de creencias e ideales mecánicos y dará origen a nuevos absurdos basados en la fe y en la autoridad. Recaeremos inconscientemente en primitivas reacciones y actitudes nacidas del temor y sus múltiples ilusiones, aunque todo esto podamos vestirlo con palabras nuevas.

Cuando uno es realmente capaz de pensar sin ansia alguna, sin ningún deseo de optar — porque la opción implica opuestos — , entonces hay discernimiento.

¿Qué es lo que compone este trasfondo? Éste es el resultado de un proceso que no tiene comienzo. Se compone de muchas capas, y unas cuantas palabras no pueden describirlas. Uno puede tomar una o dos capas y examinarlas — no objetivamente, porque la mente misma las ha creado y forma parte de ellas — , y analizando estas capas y experimentando al respecto, la mente empieza a percibir su propia trama y el proceso por el cual crea su propia prisión. Esta comprensión profunda no sólo trae a la conciencia las numerosas capas, sino que también pone fin a la creación de ulteriores limitaciones y barreras.

Una de las capas o secciones de este trasfondo es la ignorancia. La ignorancia no debe confundirse con la mera falta de información. La ignorancia es la falta de comprensión respecto de uno mismo. El "uno mismo" no pertenece a un período determinado, y ninguna cantidad de palabras puede abarcar todo el proceso de la individualidad. La ignorancia existirá mientras la mente no descubra el proceso por el cual crea sus propias limitaciones y también el proceso de la acción autoinducida. Para que esto ocurra, tiene que haber gran perseverancia, experimentación y comprensión.

La profunda comprensión de "uno mismo", del "uno mismo" sin comienzo, es impedida por los procesos acumulativos. Llamo procesos acumulativos al anhelo de identificarnos con la verdad, a la imitación de un ideal, al deseo de amoldarnos, todo lo cual crea autoridad, engendra temor y conduce a múltiples engaños e ilusiones. El proceso acumulativo continúa en tanto el pensamiento sigue atrapado en los opuestos y los persigue: bueno y malo, positivo y negativo, amor y odio, virtud y pecado. El proceso acumulativo brinda a la mente-corazón consuelo y amparo contra el movimiento de la vida. Si la mente-corazón se percibe a sí misma mientras actúa, observará que está creando esas ilusiones acumulativas para su propia y limitada continuación y seguridad. Este proceso causa dolor, desdicha y conflicto.

¿Cómo puede la mente desenredarse de sus propios temores, de sus reacciones ignorantes y de las innumerables decepciones? Todas las influencias que fuerzan a la mente a liberarse de estas limitaciones, sólo crearán escapes e ilusiones ulteriores. Cuando la mente confía en circunstancias externas para que produzcan estos cambios fundamentales, no está actuando como una totalidad, se separa y divide como pasado y presente, lo externo y lo interno. Si existe tal división, la mente-corazón debe por fuerza crear para sí misma más ilusiones y más dolor.

Por favor, comprendan cuidadosamente todo esto. Si la mente intenta liberarse de estas limitaciones a causa de la compulsión, la recompensa o el castigo, o debido a que se halla agobiada por el dolor y, por eso, busca la felicidad, o por alguna razón superficial, su intento debe resultar inevitablemente en frustración y en todo tipo de confusiones.

Es importante comprender esto, porque la libertad respecto de estas limitaciones puede darse sólo cuando la mente misma comprende la absoluta necesidad de librarse de ellas. Esta necesidad no puede ser autoinducida o autoimpuesta.

Pregunta: ¿Cómo podemos ayudar al demente sin esperanza?

KRISHNAMURTI: Veamos, la demencia es un problema de sutiles variedades, porque uno puede pensar que alguien es cuerdo y, sin embargo, esta persona puede parecer demente a otros. Está la demencia producida por un defecto orgánico, físico, y está la falta de equilibrio mental inducida por la incapacidad que la mente-corazón tiene para adaptarse a la vida. Desde luego, no existen una división y una distinción tan claras entre las causas puramente físicas y las puramente mentales que dan origen a las numerosas perturbaciones y a los desajustes en la vida. Yo diría que, en la mayoría de los casos, esta falta de cohesión y de equilibrio empieza cuando el individuo, criado y educado en respuestas ignorantes, estrechas y egoístas, es incapaz de ajustarse al movimiento siempre cambiante de la vida.

A la mayoría de nosotros nos falta equilibrio, tal como la mayoría es inconsciente de las numerosas capas de valores limitados que atan a la mente-corazón. Estos valores limitados mutilan al pensamiento y nos impiden comprender los valores infinitos, lo único que puede producir cordura e inteligencia. Aceptamos ciertas actitudes y acciones considerando que están de acuerdo con los valores humanos. Tomemos, por ejemplo, la competencia y la guerra. Si examinamos la competencia con sus muchas aplicaciones, vemos que proviene de la ignorante reacción de luchar contra otro; mientras que en la plenitud de la realización no puede existir este espíritu competitivo. hemos aceptado el espíritu competitivo como formando parte de la naturaleza humana, y de él surgen no sólo la combatividad individual sino también la lucha racial y nacional que, de este modo, contribuye a las numerosas causas de la guerra. A una mente presa en esta reacción primitiva, debe considerársela incapaz de un profundo ajuste a las realidades de la vida.

Un hombre cuyo pensamiento-emoción está basado en la fe y, por lo tanto, en la creencia, debe necesariamente estar desequilibrado, porque su creencia es tan sólo la satisfacción de un anhelo. Cuando las personas dicen que creen en la reencarnación, en la inmortalidad, en Dios, éstos no son sino anhelos emocionales que para ellas se han convertido en conceptos y hechos objetivados. Podrán descubrir la realidad sólo cuando hayan comprendido y disuelto el proceso de la ignorancia. Cuando uno dice "yo creo", limita el pensamiento y convierte la creencia en un patrón conforme al cual guía y conduce su vida, permitiendo así que la mente-corazón se cristalice y se vuelva estrecha e incapaz de ajustarse a la vida y a la realidad. Para la mayoría de las personas, la creencia se vuelve meramente una forma de escapar del conflicto y la confusión de la vida.

La creencia no debe confundirse con la intuición, y la intuición no es la satisfacción de un anhelo. La creencia, como he tratado de señalarlo, se basa en el escape, en la frustración, en la limitación, y esta creencia impide que la mente-corazón disuelva la ignorancia que ella misma ha creado.

Por consiguiente, cada uno tiene la capacidad, el poder, de ser o bien cuerdo, equilibrado, o lo contrario. Para descubrir si uno está equilibrado, debe comenzar negativamente, no con afirmaciones, dogmas y creencias. Si puede reflexionar profundamente, entonces tomará conciencia de la extraordinaria belleza que tiene el estado de inteligente plenitud.

Pregunta: Usted dijo el último domingo, que la mayoría de las personas no es consciente de sí misma. A. mí me parece todo lo contrario, que casi todos son muy conscientes de sí mismos. ¿Qué entiende usted por "consciente de sí mismo "?

KRISHNAMURTI: Esta es una pregunta difícil y sutil como para ser contestada en pocas palabras, pero trataré de explicarlo lo mejor que pueda; y, por favor, recuerde que las palabras no comunican todas las sutiles implicaciones contenidas en las respuestas.

Toda criatura viviente es una fuerza, una energía única para sí misma. Esta fuerza o energía crea sus propios materiales, que pueden ser llamados cuerpo, sensación, pensamiento o conciencia. Esta fuerza o energía, actuando por sí misma, en su desarrollo se convierte en conciencia. De ésta surge el proceso del "yo", el movimiento del "yo". Entonces comienza el ciclo de crear su propia ignorancia. El proceso del "yo" empieza y continúa en la identificación con sus propias limitaciones autocreadas. El "yo" no es una entidad separada, como cree la mayoría de nosotros; es tanto la forma de la energía como la energía misma. Pero esa fuerza, en su desarrollo, crea su propio material, y la conciencia es una parte de ese material; y, gracias a los sentidos, la conciencia se reconoce como individuo. Este proceso del "yo" no es del momento, no tiene comienzo. Pero, mediante la constante percepción alerta y la comprensión, es posible ponerle fin.

12 de abril de 1936