OBRA COMPLETA - TOMO 3 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 SEGUNDA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL

Casi todas las personas reflexivas sienten el deseo de ayudar al mundo. Se consideran a sí mismas separadas de la masa. ¡Ven tanta explotación, tanta desdicha! Ven cómo los logros científicos y tecnológicos avanzan mucho más que la conducta, la comprensión y la inteligencia humana. Viendo todo esto que ocurre alrededor de ellas y deseando cambiar las condiciones, consideran que primero hay que despertar a la masa.

A menudo se me formula esta pregunta: "¿Por qué pone usted el acento en el individuo y no toma en cuenta a la masa?". Desde mi punto de vista, no puede haber tal división de la masa y el individuo. Aunque exista la psicología de las masas, la intención, acción o propósito de las masas, no existe una entidad tal como la masa aparte del individuo. ¿Qué es esa expresión "la masa" cuando uno la analiza? Ve que está compuesta de muchas unidades separadas, o sea, nosotros mismos con nuestras extraordinarias creencias, ilusiones, supersticiones, ambiciones, búsquedas, con nuestros odios y prejuicios. Estas perversiones y actividades componen el nebuloso e indefinido fenómeno que llamamos "la masa".

Por consiguiente, la masa somos nosotros mismos. Ustedes son la masa y yo soy la masa, y en cada uno de ustedes está el uno y los más, siendo el uno lo consciente y los más, lo inconsciente. Puede decirse que lo consciente es el individuo. Así que, en cada uno de nosotros, tenemos el uno y los más.

La masa, el inconsciente, está compuesta de valores incuestionables, valores falsos respecto de los hechos, valores que, en el curso del tiempo y debido al uso, se han vuelto placenteros y aceptables. Se compone de ideales que nos dan seguridad y nos confortan, pero que carecen de un significado profundo; de patrones de conformidad que impiden la claridad de percepción y acción; de pensamientos y emociones que tienen su origen en el miedo y en reacciones primitivas. A esto llamo yo el inconsciente, la masa, de la cual cada uno de nosotros forma parte, lo sepamos o no, lo reconozcamos o no.

Si el espejo ha de reflejar con claridad, no debe estar deformado; su superficie tiene que ser plana y limpia. Del mismo modo, la mente-corazón — que es una totalidad integrada, no dos partes separadas y distintas — debe hallarse libre de sus distorsiones antes de que pueda haber discernimiento, comprensión, equilibrio o inteligencia. A fin de vivir de manera completa, la experiencia debe sex continuamente traída al nivel consciente.

Casi todos somos inconscientes del trasfondo, de las perversiones y deformaciones que impiden el discernimiento tornándonos incapaces de ajustarnos al movimiento de la vida. Algunos de ustedes podrán decir: "Todo esto es muy obvio; lo conocemos y no contiene nada nuevo". Me temo que si meramente desechan lo que digo y no le conceden una reflexión profunda, no podrán despertar su inteligencia creativa.

Si hemos de comprender la vida de manera completa y total, debemos traer lo inconsciente a lo consciente, haciéndolo mediante la experiencia, experimentándolo. Entonces habrá equilibrio e inteligencia profunda Sólo entonces puede haber una verdadera búsqueda. Mientras la mente-corazón se encuentre atada por creencias, ideales, o por búsquedas vanas e ilusorias, lo que llamamos búsqueda de la verdad o de la realidad conducirá inevitablemente a toda clase de escapes. Ningún psicólogo o maestro puede liberar a la mente; ésta puede liberarse sólo gracias a su propia necesidad intrínseca de libertad.

La búsqueda de la verdad o de Dios — el mero hecho de nombrarlo contribuye a crear una barrera — puede tener comienzo sólo cuando existe esta inteligencia armónica. Como la mente-corazón está falseada, limitada por las reacciones de la ignorancia, es incapaz de discernir "lo que es". ¿Cómo puede uno comprender lo verdadero si su mente-corazón está llena de prejuicios? Estos prejuicios se hallan tan arraigados y se extienden tan lejos en el pasado, que uno no puede descubrir dónde comienzan. Con una mente tan predispuesta, ¿cómo podemos discernir de verdad, cómo puede haber felicidad o inteligencia? La mente-corazón debe darse cuenta de su propio proceso de crear ilusiones y limitaciones. Ningún Maestro puede liberarla de este proceso. Hasta que la mente-corazón no se torne intensa y profundamente consciente de su propio proceso, de su propio poder de crear ilusiones, no puede haber discernimiento. Para dar origen a esta inteligencia armoniosa, tiene que haber un cambio fundamental en nuestros hábitos de pensamiento-emoción, y esto requiere paciente perseverancia y reflexión tenaz.

Hasta hoy se ha dicho que Dios existe, que existe la verdad, que hay algo absoluto, final, eterno, y sobre esa aseveración hemos construido nuestro pensamiento y nuestra emoción, nuestra vida, nuestra moralidad. Se ha dicho: "Actúa de esta manera, sigue aquello, no hagas esto". La mayoría considera que tales enseñanzas son positivas. Si examinan estas enseñanzas llamadas positivas, descubrirán que son destructivas de la inteligencia, porque se convierten en la estructura dentro de la cual la mente se limita a sí misma, imitando y copiando, tornándose incapaz de ajustarse al movimiento de la vida, deformando la vida conforme al patrón de un ideal; y esto sólo crea más confusión y dolor.

Para comprender y despertar esta inteligencia armoniosa, uno debe comenzar, no con presunciones y afirmaciones autoritarias, sino negativamente. Cuando la mente está libre de estas respuestas ignorantes, entonces existe la profunda armonía nacida de la inteligencia. Entonces comienza el júbilo de penetrar en la realidad. Nadie puede decirles nada acerca de la realidad, y cualquier descripción de ella tiene que ser siempre falsa.

Para comprender la verdad tiene que haber observación silenciosa; la descripción de la verdad no hace sino confundirla y limitarla. A fin de comprender el proceso infinito de la vida, debemos comenzar negativamente, sin afirmaciones ni presunciones; y, a partir de ahí, podemos construir la estructura de nuestro pensamiento-emoción, de nuestra acción y conducta. Si esto no se comprende a fondo. Lo que digo se volverá solamente una serie de creencias e ideales mecánicos y dará origen a nuevos absurdos basados en la fe y en la autoridad. Recaeremos inconscientemente en primitivas reacciones y actitudes nacidas del temor y sus múltiples ilusiones, aunque todo esto podamos vestirlo con palabras nuevas.

Cuando uno es realmente capaz de pensar sin ansia alguna, sin ningún deseo de optar — porque la opción implica opuestos — , entonces hay discernimiento.

¿Qué es lo que compone este trasfondo? Éste es el resultado de un proceso que no tiene comienzo. Se compone de muchas capas, y unas cuantas palabras no pueden describirlas. Uno puede tomar una o dos capas y examinarlas — no objetivamente, porque la mente misma las ha creado y forma parte de ellas — , y analizando estas capas y experimentando al respecto, la mente empieza a percibir su propia trama y el proceso por el cual crea su propia prisión. Esta comprensión profunda no sólo trae a la conciencia las numerosas capas, sino que también pone fin a la creación de ulteriores limitaciones y barreras.

Una de las capas o secciones de este trasfondo es la ignorancia. La ignorancia no debe confundirse con la mera falta de información. La ignorancia es la falta de comprensión respecto de uno mismo. El "uno mismo" no pertenece a un período determinado, y ninguna cantidad de palabras puede abarcar todo el proceso de la individualidad. La ignorancia existirá mientras la mente no descubra el proceso por el cual crea sus propias limitaciones y también el proceso de la acción autoinducida. Para que esto ocurra, tiene que haber gran perseverancia, experimentación y comprensión.

La profunda comprensión de "uno mismo", del "uno mismo" sin comienzo, es impedida por los procesos acumulativos. Llamo procesos acumulativos al anhelo de identificarnos con la verdad, a la imitación de un ideal, al deseo de amoldarnos, todo lo cual crea autoridad, engendra temor y conduce a múltiples engaños e ilusiones. El proceso acumulativo continúa en tanto el pensamiento sigue atrapado en los opuestos y los persigue: bueno y malo, positivo y negativo, amor y odio, virtud y pecado. El proceso acumulativo brinda a la mente-corazón consuelo y amparo contra el movimiento de la vida. Si la mente-corazón se percibe a sí misma mientras actúa, observará que está creando esas ilusiones acumulativas para su propia y limitada continuación y seguridad. Este proceso causa dolor, desdicha y conflicto.

¿Cómo puede la mente desenredarse de sus propios temores, de sus reacciones ignorantes y de las innumerables decepciones? Todas las influencias que fuerzan a la mente a liberarse de estas limitaciones, sólo crearán escapes e ilusiones ulteriores. Cuando la mente confía en circunstancias externas para que produzcan estos cambios fundamentales, no está actuando como una totalidad, se separa y divide como pasado y presente, lo externo y lo interno. Si existe tal división, la mente-corazón debe por fuerza crear para sí misma más ilusiones y más dolor.

Por favor, comprendan cuidadosamente todo esto. Si la mente intenta liberarse de estas limitaciones a causa de la compulsión, la recompensa o el castigo, o debido a que se halla agobiada por el dolor y, por eso, busca la felicidad, o por alguna razón superficial, su intento debe resultar inevitablemente en frustración y en todo tipo de confusiones.

Es importante comprender esto, porque la libertad respecto de estas limitaciones puede darse sólo cuando la mente misma comprende la absoluta necesidad de librarse de ellas. Esta necesidad no puede ser autoinducida o autoimpuesta.

Pregunta: ¿Cómo podemos ayudar al demente sin esperanza?

KRISHNAMURTI: Veamos, la demencia es un problema de sutiles variedades, porque uno puede pensar que alguien es cuerdo y, sin embargo, esta persona puede parecer demente a otros. Está la demencia producida por un defecto orgánico, físico, y está la falta de equilibrio mental inducida por la incapacidad que la mente-corazón tiene para adaptarse a la vida. Desde luego, no existen una división y una distinción tan claras entre las causas puramente físicas y las puramente mentales que dan origen a las numerosas perturbaciones y a los desajustes en la vida. Yo diría que, en la mayoría de los casos, esta falta de cohesión y de equilibrio empieza cuando el individuo, criado y educado en respuestas ignorantes, estrechas y egoístas, es incapaz de ajustarse al movimiento siempre cambiante de la vida.

A la mayoría de nosotros nos falta equilibrio, tal como la mayoría es inconsciente de las numerosas capas de valores limitados que atan a la mente-corazón. Estos valores limitados mutilan al pensamiento y nos impiden comprender los valores infinitos, lo único que puede producir cordura e inteligencia. Aceptamos ciertas actitudes y acciones considerando que están de acuerdo con los valores humanos. Tomemos, por ejemplo, la competencia y la guerra. Si examinamos la competencia con sus muchas aplicaciones, vemos que proviene de la ignorante reacción de luchar contra otro; mientras que en la plenitud de la realización no puede existir este espíritu competitivo. hemos aceptado el espíritu competitivo como formando parte de la naturaleza humana, y de él surgen no sólo la combatividad individual sino también la lucha racial y nacional que, de este modo, contribuye a las numerosas causas de la guerra. A una mente presa en esta reacción primitiva, debe considerársela incapaz de un profundo ajuste a las realidades de la vida.

Un hombre cuyo pensamiento-emoción está basado en la fe y, por lo tanto, en la creencia, debe necesariamente estar desequilibrado, porque su creencia es tan sólo la satisfacción de un anhelo. Cuando las personas dicen que creen en la reencarnación, en la inmortalidad, en Dios, éstos no son sino anhelos emocionales que para ellas se han convertido en conceptos y hechos objetivados. Podrán descubrir la realidad sólo cuando hayan comprendido y disuelto el proceso de la ignorancia. Cuando uno dice "yo creo", limita el pensamiento y convierte la creencia en un patrón conforme al cual guía y conduce su vida, permitiendo así que la mente-corazón se cristalice y se vuelva estrecha e incapaz de ajustarse a la vida y a la realidad. Para la mayoría de las personas, la creencia se vuelve meramente una forma de escapar del conflicto y la confusión de la vida.

La creencia no debe confundirse con la intuición, y la intuición no es la satisfacción de un anhelo. La creencia, como he tratado de señalarlo, se basa en el escape, en la frustración, en la limitación, y esta creencia impide que la mente-corazón disuelva la ignorancia que ella misma ha creado.

Por consiguiente, cada uno tiene la capacidad, el poder, de ser o bien cuerdo, equilibrado, o lo contrario. Para descubrir si uno está equilibrado, debe comenzar negativamente, no con afirmaciones, dogmas y creencias. Si puede reflexionar profundamente, entonces tomará conciencia de la extraordinaria belleza que tiene el estado de inteligente plenitud.

Pregunta: Usted dijo el último domingo, que la mayoría de las personas no es consciente de sí misma. A. mí me parece todo lo contrario, que casi todos son muy conscientes de sí mismos. ¿Qué entiende usted por "consciente de sí mismo "?

KRISHNAMURTI: Esta es una pregunta difícil y sutil como para ser contestada en pocas palabras, pero trataré de explicarlo lo mejor que pueda; y, por favor, recuerde que las palabras no comunican todas las sutiles implicaciones contenidas en las respuestas.

Toda criatura viviente es una fuerza, una energía única para sí misma. Esta fuerza o energía crea sus propios materiales, que pueden ser llamados cuerpo, sensación, pensamiento o conciencia. Esta fuerza o energía, actuando por sí misma, en su desarrollo se convierte en conciencia. De ésta surge el proceso del "yo", el movimiento del "yo". Entonces comienza el ciclo de crear su propia ignorancia. El proceso del "yo" empieza y continúa en la identificación con sus propias limitaciones autocreadas. El "yo" no es una entidad separada, como cree la mayoría de nosotros; es tanto la forma de la energía como la energía misma. Pero esa fuerza, en su desarrollo, crea su propio material, y la conciencia es una parte de ese material; y, gracias a los sentidos, la conciencia se reconoce como individuo. Este proceso del "yo" no es del momento, no tiene comienzo. Pero, mediante la constante percepción alerta y la comprensión, es posible ponerle fin.

12 de abril de 1936

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