SEXTA PLÁTICA EN OMMEN
La relación puede ser limitada, entre dos individuos, o puede ser una relación con muchos, en una esfera cada vez más amplia. Limitada o amplia, la importancia radica en el carácter de la relación.
¿Qué entendemos por relación? Es un ajuste entre dos deseos individualistas. En esta relación hay lucha de ambiciones, apegos, esperanzas y necesidades antagónicas. Por eso, casi toda relación se vuelve un campo de tensiones y conflictos. La relación existe no sólo con las personas y los valores externos, sino también con aquellos valores y conceptos que alimentamos interiormente.
Nos damos cuenta de esta lucha que se desarrolla entre amigos, entre vecinos, entre nosotros y la sociedad.
¿Deberá este conflicto continuar para siempre? Podemos ajustar tan hábilmente nuestra relación con otra persona, que jamás entremos en contacto vital con ella; o, siendo imposible el ajuste, dos personas pueden estar obligadas a separarse. Pero: mientras haya actividades de cualquier clase, tiene que haber una relación entre el individuo y la sociedad — la cual puede estar constituida por una o por muchos — .El aislamiento sólo es posible en un completo estado de neurosis. A menos que uno actúe mecánicamente, sin pensar ni sentir, o que esté tan condicionado que haya un solo patrón de pensamiento y sentimiento, toda relación es un hecho de ajuste, ya sea una relación de lucha y resistencia, o una de concesiones.
El amor no es un asunto de relación ni de ajuste; es de una calidad por completo diferente.
¿Puede esta lucha en la relación cesar alguna vez? Nosotros no podemos, mediante la mera experiencia, establecer una relación en la que no haya lucha. La experiencia es una reacción a un condicionamiento previo.
Hay conflicto entre las influencias condicionadoras del deseo y la veloz, vivida corriente de la relación. No es la relación la que limita, como la mayoría cree, sino que es el deseo el que condiciona. Es el deseo, consciente o inconsciente, el que causa siempre fricciones en la relación.
El deseo surge de la ignorancia. No puede existir independientemente; tiene que alimentarse de un condicionamiento previo, que es la ignorancia.
La ignorancia puede ser disipada. Es posible. La ignorancia consiste en las múltiples formas de temor, creencia, deseo, apego, las cuales crean conflicto en la relación.
Cuando de modo voluntario, espontáneo, estamos integralmente conscientes del proceso de la ignorancia, comienza a manifestarse la inteligencia, la cual puede afrontar todas las influencias que nos condicionan. Estamos interesados en el despertar de esta inteligencia, de este amor; es lo único que puede liberar de la lucha a la mente y al corazón.
El despertar de esta inteligencia, de este amor, no es el resultado de una moralidad disciplinada, sistematizada, ni un logro que pueda buscarse, sino que es un proceso de constante percepción alerta.
condicionado que haya un solo patrón de pensamiento y sentimiento, toda relación es un hecho de ajuste, ya sea una relación de lucha y resistencia, o una de concesiones.
El amor no es un asunto de relación ni de ajuste; es de una calidad por completo diferente.
¿Puede esta lucha en la relación cesar alguna vez? Nosotros no podemos, mediante la mera experiencia, establecer una relación en la que no haya lucha. La experiencia es una reacción a un condicionamiento previo.
Hay conflicto entre las influencias condicionadoras del deseo y la veloz, vivida corriente de la relación. No es la relación la que limita, como la mayoría cree, sino que es el deseo el que condiciona. Es el deseo, consciente o inconsciente, el que causa siempre fricciones en la relación.
El deseo surge de la ignorancia. No puede existir independientemente; tiene que alimentarse de un condicionamiento previo, que es la ignorancia.
La ignorancia puede ser disipada. Es posible. La ignorancia consiste en las múltiples formas de temor, creencia, deseo, apego, las cuales crean conflicto en la relación.
Cuando de modo voluntario, espontáneo, estamos integralmente conscientes del proceso de la ignorancia, comienza a manifestarse la inteligencia, la cual puede afrontar todas las influencias que nos condicionan. Estamos interesados en el despertar de esta inteligencia, de este amor; es lo único que puede liberar de la lucha a la mente y al corazón.
El despertar de esta inteligencia, de este amor, no es el resultado de una moralidad disciplinada, sistematizada, ni un logro que pueda buscarse, sino que es un proceso de constante percepción alerta.
Comentario: La relación es también un contacto entre hábitos, y gracias al hábito la acción adquiere continuidad.
KRISHNAMURTI: En la mayoría de los casos, la acción es el resultado del hábito, hábito basado en la tradición, en patrones de pensamiento y deseo, y esto da a la acción una continuidad aparente. De modo que, por lo general, el hábito gobierna nuestra acción y nuestras relaciones.
¿Es tan sólo hábito la acción? Si la acción es la consecuencia de un mero hábito mecánico, entonces debe conducir a la confusión y al dolor. De igual modo, si la acción es tan sólo el contacto entre dos hábitos individualizados, entonces toda acción semejante es sufrimiento. Pero, desafortunadamente, nosotros reducimos todo contacto con el prójimo a una pauta opaca y aburrida, debido a nuestra incapacidad de ajustamos, a nuestro miedo y a la falta de amor.
El hábito es una repetición consciente o inconsciente de acciones guiadas por el recuerdo de sucesos pasados, de tradiciones, de patrones fijos de pensamiento y deseo, y así sucesivamente. A menudo nos damos cuenta de que estamos viviendo en una estrecha rutina de pensamiento y, rompiendo con ella, nos deslizamos en otra. A este cambio de hábito en hábito lo llamamos frecuentemente progreso, experiencia o evolución.
La acción, que alguna vez puede haber respondido a un estado de conciencia plena, se vuelve a menudo habitual, irreflexiva, carente de un sentimiento profundo.
¿Puede acaso existir una verdadera relación, cuando la mente sigue tan sólo un patrón fijo de conducta?
Comentario: Pero existe una respuesta espontánea que no es hábito en absoluto.
KRISHNAMURTI: Sí, sabemos esto, pero tales ocasiones son raras, y nos gustaría establecer relaciones de espontaneidad. Entre lo que nos gustaría ser y lo que somos, hay una brecha muy ancha. Lo que nos gustaría ser es una forma de ambicioso apego que nada significa para alguien que busca descubrir la realidad. Si podemos comprender lo que somos, entonces quizá podremos conocer lo que es.
¿Puede existir una relación genuina cuando la mente sólo sigue un patrón fijo? Cuando conocemos ese estado que llamamos amor, hay una relación dinámica que no responde a ningún patrón y que está más allá de todas las definiciones y de todos los cálculos. Pero, a causa de la influencia condicionante del miedo y del deseo, tal relación se reduce a una mera gratificación, a un hábito, a una rutina. Un estado así no es una relación auténtica, sino una forma de decadencia y muerte. ¿Cómo puede haber una verdadera relación entre dos patrones fijos individualizados, aunque cada uno de ellos pueda obtener del otro ciertas respuestas mecánicas?
Comentario: Hay un ajuste continuo entre estos dos hábitos.
KRISHNAMURTI: Sí, pero tal ajuste es puramente mecánico, lo imponen el conflicto y el sufrimiento; una imposición así no acaba con el deseo fundamental de formar patrones de hábitos. Las influencias externas y las determinaciones internas tampoco terminan con la formación del hábito, sino que tan sólo contribuyen a un ajuste superficial e intelectual que no es conducente a una verdadera relación.
Este estado de patrones fijos, ideales, amoldamientos, ¿puede conducir a la plenitud de realización, a una vida y una acción creativas e inteligentes? Antes de poder contestar esta pregunta, ¿nos percatamos de este estado, somos conscientes de él? Si no lo somos, no hay conflicto, pero si lo somos, hay ansiedad y sufrimiento. Entonces tratamos de escapar de esto o tratamos de acabar con los viejos hábitos y patrones. Al vencerlos, uno se limita a crear otros; el deseo de obtener un mero cambio es más fuerte que el deseo de percibir lúcidamente todo el proceso de la formación de hábitos, de patrones. En consecuencia, nos movemos de hábito en hábito.
Pregunta: Sí, sé que el hábito es una tontería, pero ¿ cómo puedo romper con él?
KRISHNAMURTI: Antes de que me pregunten cómo vencer un hábito determinado, averigüemos qué es lo que da origen al hábito, porque uno puede romper con un hábito, con un patrón de comportamiento, pero en ese proceso mismo puede estar formando otro. Esto es lo que hacemos por lo general, vamos de un hábito a otro. Seguiremos haciendo esto indefinidamente a menos que descubramos por qué la mente busca siempre formar hábitos, seguir patrones de pensamiento y deseo.
Toda relación genuina requiere un constante estado de alerta y ajuste, pero no de acuerdo con un patrón. Donde hay hábito, seguimiento de normas, ideales, es imposible este estado de flexibilidad, el cual exige constante atención y afecto, y como la mente encuentra más fácil establecer patrones de conducta que estar alerta, procede a formar hábitos; y cuando se libra de un hábito en particular a causa de la aflicción y la incertidumbre, se mueve hacia otro hábito. El miedo por su propia seguridad y su bienestar, obliga a la mente a seguir patrones de pensamiento y deseo. La sociedad se convierte así en la hacedora de hábitos, patrones, ideales, porque la sociedad es el prójimo, la relación directa con la que uno está siempre en contacto.
8 de agosto de 1937