Un narrador indefinido pasea su mirada neutral sobre la vida pero de tanto en tanto se identifica e involucra con los personajes de sus historias
OBRAS COMPLETAS - TOMO 2 - CONTINUACIÓN
OBRAS COMPLETAS - TOMO 2 - J.K. - CONTINUACIÓN -
PLÁTICA EN EL COLEGIO NACIONAL DE LA PLATA
Amigos:
Para la mayoría de nosotros, la profesión se halla aparte de nuestra vida personal. Está el mundo de la profesión y la técnica, y está la vida de los sentimientos sutiles, de las ideas, los temores y el amor. Somos adiestrados para un mundo profesional, y sólo ocasionalmente, a través de este adiestramiento y esta compulsión, escuchamos los vagos murmullos de la realidad. Poco a poco, el mundo profesional se ha vuelto opresivo y exigente, ocupando todo nuestro tiempo de tal modo que hay muy poca oportunidad para la reflexión y la emoción profunda. Y así la vida de la realidad, de la felicidad, se vuelve cada vez más imprecisa y distante. De este modo, llevamos una doble vida: la vida de la profesión, del trabajo, y la vida de los deseos, sentimientos y esperanzas sutiles.
Esta división entre el mundo profesional y el mundo de la simpatía, del amor y de los profundos movimientos del pensar, es un impedimento fatal para la plena realización del hombre. Como esta división existe en las vidas de la mayoría de las personas, investiguemos si no es posible tender un puente sobre este abismo destructivo.
Con raras excepciones, el seguir una determinada profesión no implica la expresión natural de un individuo; no es la realización plena o la expresión completa de la totalidad de su ser. Si examinan esto verán que no es sino el adiestramiento del individuo para ajustarse a un sistema rígido e inflexible. Este sistema se basa en el temor, el afán adquisitivo y la explotación. Tenemos que descubrir -cuestionando
profunda y sinceramente, no superficialmente- si este sistema al cual los individuos están obligados a ajustarse, es realmente capaz de liberar la inteligencia del hombre y así producir su plena realización. Si este sistema es capaz de permitir verdaderamente la realización profunda del individuo, que no es meramente su egoísta expresión propia, entonces debemos darle nuestro apoyo. Por consiguiente, tenemos que considerar toda la base de este sistema y no dejamos llevar por sus efectos superficiales.
Para un hombre adiestrado en una determinada profesión, es muy difícil discernir que este sistema se basa en el temor, el espíritu adquisitivo y la explotación. Su mente ya se halla establecida en el interés propio; por lo tanto, es incapaz de una acción genuina con respecto a este sistema que tiene su base en el temor. Tomemos, por ejemplo, un hombre adiestrado para el ejército o la armada; es incapaz de percibir que los ejércitos deben, inevitablemente, generar guerras. O tomemos un hombre cuya mente se halla deformada por cierta creencia religiosa; es incapaz de discernir que la religión como creencia organizada tiene que envenenar todo su ser. Así, cada profesión crea una mentalidad particular, lo cual impide la comprensión completa propia del hombre integrado.
Como a casi todos nosotros se nos está educando o ya se nos ha educado para que nos deformemos a fin de encajar en un molde particular, no podemos ver la tremenda importancia que tiene considerar los múltiples problemas humanos como un todo y no dividirlos en diversas categorías. Como hemos sido adiestrados y deformados, debemos libramos del molde y reconsiderar las cosas, actuar de una manera nueva a fin de comprender la vida como una totalidad. Esto exige de cada individuo que, a través del sufrimiento, se libere del temor, Si bien hay muchas formas de temor -social, económico y religioso sólo hay una causa, que es la búsqueda de seguridad. Cuando individualmente destruimos los muros y las fórmulas que la mente ha creado a fin de protegerse, engendrando de este modo temor, entonces surge la verdadera inteligencia que producirá orden y felicidad en este mundo de caos y sufrimiento.
Por un lado está el molde de la religión, que impide y frustra el despertar de la inteligencia individual, y por el otro, el interés creado de la sociedad y la profesión. En estos moldes de los intereses establecidos, el individuo es adiestrado violenta y cruelmente, sin tomarse en cuenta su realización individual. De este modo se le obliga a dividir la vida: por una parte, la profesión como medio de subsistencia, con todas sus estupideces y explotaciones, y por la otra, el campo subjetivo de las esperanzas, los temores y las ilusiones, con todas sus frustraciones y complejidades. En esta separación tiene su origen el conflicto que impide siempre la profunda realización individual. La actual condición caótica es el resultado y la expresión de este conflicto constante y esta compulsión ejercida sobre el individuo.
La mente debe desenredarse de las múltiples compulsiones y autoridades que ha creado para sí misma a causa del temor, y así despertar esa inteligencia que es única y no individualista. Sólo esta inteligencia puede dar origen a la genuina realización del hombre.
Esta inteligencia se despierta mediante el continuo cuestionamiento de esos valores a los que la mente se ha acostumbrado y a los cuales está ajustándose constantemente. Para el despertar de esta inteligencia resulta de suma importancia la individualidad. Si ustedes siguen ciegamente un patrón establecido, entonces ya no están despertando la inteligencia sino que, a causa del temor, tan sólo se amoldan, se ajustan a un ideal, a un sistema.
El despertar de esta inteligencia es una tarea sumamente difícil y ardua, porque la mente es tan timorata que está siempre creando refugios para protegerse. Un hombre que quiera despertar esta inteligencia debe estar supremamente alerta, siempre consciente, sin escapar hacia una ilusión; porque cuando uno comienza a cuestionar estos valores y patrones, hay conflicto y sufrimiento. Para escapar de ese sufrimiento, la mente empieza a crear otra serie de valores, penetrando en la limitación de un nuevo encierro. Se mueve así de una prisión a otra, pensando que eso es vivir, evolucionar.
El despertar de esta inteligencia destruye la falsa división de la vida en la profesión o la necesidad externa por un lado, y el refugio interno de las ilusiones para escapar de la frustración por el otro, y de ese modo da origen a la integridad de la acción. Por eso, sólo gracias a la inteligencia puede haber verdadera realización y felicidad para el hombre.
Pregunta: ¿Cuál es su actitud hacia la universidad y la enseñanza oficial, organizada?
KRISHNAMURTI: ¿Para qué prepara la universidad al individuo? ¿Qué es lo que la universidad llama educación? Al individuo se lo prepara a fin de que luche para sí mismo y, de ese modo, se encaje en un sistema de explotación. Una preparación semejante debe crear, inevitablemente, confusión y desdicha en el mundo. A ustedes se los prepara para ciertas profesiones dentro de un sistema de explotación, ya sea que el sistema les guste o no. Ahora bien, este sistema se basa fundamentalmente en el temor adquisitivo; por lo tanto, en cada individuo deben crearse por tuerza esas barreras que habrán de separarlo y protegerlo de los demás.
Tomemos, por ejemplo, la historia de cualquier país. En ella encontrarán que son exaltados los héroes, los guerreros de ese país en particular. Encontrarán la estimulación del egoísmo racial, del poder, del honor y el prestigio, lo cual no hace sino indicar una estúpida estrechez y limitación. Así es como se instala paulatinamente el espíritu del nacionalismo; por medio de los diarios, de los libros, del ondear de banderas, se nos adiestra para que aceptemos el nacionalismo como una realidad y, de este modo, podamos ser explotados. {Aplausos) Tomemos, a su vez, la religión. Por estar basada en el miedo, destruye el amor creando ilusiones, separando a los hombres, y para disimular ese miedo, ustedes dicen que es el amor a Dios, {Aplausos)
De este modo, la educación ha terminado por volverse meramente amoldamiento a un sistema determinado; en vez de despertar la inteligencia del individuo, se lo obliga a amoldarse y así se impide su verdadera moralidad y realización.
Pregunta: ¿Piensa usted que las leyes actuales y el actual sistema , que se basan en el egoísmo y en el deseo de seguridad individual, pueden alguna vez ayudar a la gente en el sentido de una vida mejor y más feliz?
KRISHNAMURTI: No sé por qué se me ha formulado esta pregunta. El propio interlocutor, ¿acaso no se da cuenta de que estas cosas impiden a los seres humanos vivir plenamente? Si se da cuenta, ¿cuál es su acción individual con respecto a toda esta estructura? El mero rebelarse es comparativamente inútil, pero si uno se desembaraza individualmente de esa estructura gracias a su propia acción, libera la inteligencia creativa y, de ese modo, permite la dicha del vivir. Esto significa que uno mismo debe ser responsable y no esperar que algún grupo colectivo cambie el medio. Si cada uno de nosotros sintiera de veras la necesidad de la plena realización individual, estaría destruyendo continuamente la cristalización de la autoridad y la compulsión a buscar y a aferrarse siempre a lo que le ofrece seguridad y consuelo.
Pregunta: Se dice que usted está contra todo tipo de autoridad. ¿Quiere decir que no es necesaria alguna clase de autoridad en la familia o en la escuela?
KRISHNAMURTI: El interrogante acerca de si la autoridad debe o no debe existir en una escuela o en la familia, será respondido cuando usted mismo comprenda todo el significado de la autoridad.
Ahora bien, lo que yo entiendo por autoridad es el ajuste, a causa del temor, a un determinado patrón, ya sea del medio, de la tradición y el ideal o de la memoria. Tomemos la religión tal como es. Ahí verá usted que, por medio de la fe y la creencia, el hombre es mantenido en la prisión de la autoridad, porque cada uno está buscando su seguridad personal a través de lo que él llama inmortalidad. Esto es nada más que un anhelo de continuación egoísta, y un hombre así, cuando afirma que la inmortalidad existe, está garantizando su propia seguridad. {Risas) De esta manera, gradualmente, a causa del temor, llega a aceptar la autoridad, la autoridad de las amenazas religiosas, de los temores, de las supersticiones, las esperanzas y las creencias. O rechaza las autoridades externas y desarrolla sus propias ideas personales que se convierten en sus autoridades, a las que se aferra en la esperanza de no ser lastimado por la vida. Así la autoridad se vuelve el instrumento de autodefensa contra la vida, contra la inteligencia.
Cuando uno comprende este profundo significado de la autoridad, no hay caos sino un profundo despertar de la inteligencia. Mientras haya temor, tienen que existir sutiles formas de autoridad e ideales a los que cada uno se somete para eludir el sufrimiento. Así, debido al temor, cada uno crea explotadores. Donde hay autoridad, compulsión, no puede haber inteligencia, y es sólo ésta la que puede dar origen a la verdadera cooperación.
Pregunta: ¿Cómo podría organizarse la libertad del mundo occidental conforme a la sensibilidad del mundo oriental?
KRISHNAMURTI: Me temo que no entiendo muy bien la pregunta. Para la mayoría de las personas, el Oriente es algo misterioso y espiritual. Pero los orientales son personas exactamente iguales que ustedes; como ustedes, sufren, explotan, tienen temores, anhelos espirituales y muchas ilusiones. El Oriente tiene, en lo superficial, costumbres y hábitos diferentes, pero en lo fundamental somos todos iguales, ya sea en Oriente o en Occidente. Algunas raras personas de Oriente han puesto atención en una cultura propia, en el descubrimiento del verdadero significado de la vida y la muerte, de la ilusión y la realidad. La mayoría de la gente tiene una idea romántica de la India, pero no voy a ofrecer una plática acerca de ese país. Por favor, no procuren ajustarse a una tierra supuestamente espiritual como la del Oriente; antes bien, tomen conciencia de la prisión que ocupan. Al comprender cómo ha sido creada y al discernir su verdadero significado, la mente se liberará del temor y de la ilusión.
Pregunta: ¿Cuál debería ser la actitud de la sociedad hacia los delincuentes?
KRISHNAMURTI: Todo depende de quiénes sean los que usted llama delincuentes. (Risas, aplausos ) Un hombre que roba porque no puede evitarlo, debería ser considerado y tratado como un cleptómano. Al hombre que roba porque tiene hambre también lo llamamos delincuente porque quita algo a aquéllos que poseen. Es el sistema el que le hace pasar hambre, necesidades, y es el sistema el que lo convierte en delincuente. En vez de cambiar el sistema, tomamos al así llamado delincuente y lo introducimos a la fuerza en una cárcel. Después está el hombre que, con sus ideas, perturba el interés creado de la religión o del poder mundano. También lo llaman ustedes un delincuente peligroso y se libran de él.
Ahora bien, del modo como usted considera la vida, depende quién sea el que usted llama delincuente. Si usted es adquisitivo, posesivo, y otro dice que la adquisición conduce a la explotación, a la crueldad y al dolor, usted califica a esa persona de delincuente o de idealista. A causa de que no puede ver la grandeza y viabilidad de la no adquisición, del no apegarse a las cosas, piensa que esa persona es perturbadora de la paz. Yo digo que uno puede vivir en el mundo, donde impera este continuo espíritu posesivo y esta explotación, sin apegarse, sin ser posesivo.
Pregunta: Muchos de nosotros somos conscientes de esta vida corrupta que nos rodea y de que tomamos parte en ella. ¿Qué podemos hacer para libramos de sus sofocantes efectos?
KR1SEINAMURTI: Usted puede estar consciente desde el punto de vista intelectual y, por lo tanto, no habrá acción, pero si se da cuenta con todo su ser, entonces hay acción y ésta es lo único que liberará la corrupción a la mente. Si usted sólo está consciente en lo intelectual, entonces formula una pregunta como ésta. Entonces dice: “Dígame cómo actuar”, lo cual implica: “Deme un sistema, un método para seguir, de modo que pueda escapar de esa acción que quizá requiera sufrimiento”. Debido a esta exigencia de un método, la gente ha creado explotadores en todo el mundo.
Si usted está de verdad consciente con todo su ser de que determinada cosa es un obstáculo, un veneno, entonces quedará completamente libre de ella. Si tiene conciencia de que hay una serpiente en la habitación -y esa conciencia es por lo general aguda porque el miedo está contenido en ella-, jamás pregunta a otro cómo librarse de la serpiente, (Risas) Del mismo modo, si está completa y profundamente consciente, por ejemplo, del nacionalismo, o de cualquier otra limitación, entonces no preguntará cómo librarse de ella; discernirá por sí mismo la completa estupidez que implica. Si está por completo consciente de que la aceptación de la autoridad en la religión y en la política es destructiva de la inteligencia, entonces usted, el individuo, desenredará a la mente de todas las estupideces y ostentaciones de la religión y la política. (Aplausos) Si sintieran de veras todo esto, no se limitarían a aplaudir, sino que actuarían individualmente.
La mente se ha impuesto a sí misma muchos obstáculos, a causa de su propio deseo de seguridad. Estos obstáculos están impidiendo la inteligencia y, por ende, la realización completa del hombre. Si yo fuera a ofrecerles un nuevo sistema, éste sería tan sólo una sustitución, la cual no haría que pensaran de un modo nuevo desde el principio. Pero si se dan cuenta de cómo, a causa del temor, están creando muchas limitaciones y así se liberan de ellas, entonces existirá para ustedes la vida de exquisita belleza, la vida del eterno devenir.
Señores, es muy bueno que me hayan invitado y les estoy agradecido por escucharme
2 de agosto de 1935
KRISHNAMURTI EN LATINOAMÉRICA 25 Octubre 2020 Por Alina Diaconú PARA LA GACETA - BUENOS AIRES
25 Octubre 2020
Por Alina Diaconú
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES
La inteligencia es una sensible y lúcida
percepción de la totalidad de la vida.
Jiddu Krishnamurti
El 12 de Julio de 1935, llegó al puerto de Buenos Aires el barco “American Legion” que traía a la Argentina al maestro espiritual indio Jiddu Krishnamurti (1895-1986). Ese mismo día, en el Teatro Coliseo, ese hombre de 40 años, menudo y en apariencia frágil, daba su primera conferencia en Sudamérica.
“Ni en los más grandes meetings políticos se había visto tan repleta la enorme sala del Coliseo. Era un espectáculo nunca visto- publicó el diario Democracia al día siguiente-. Afuera, un cordón de policías protegía la entrada de una multitud que no había logrado entrar.”
Krishnamurti habló en inglés y la traducción estuvo a cargo de Arturo Orzábal Quintana, un políglota de origen vasco, doctorado en Ciencias Políticas en París.
Sectores de la Iglesia habían hecho todo lo posible para boicotear esa visita, ya que su mensaje era considerado “disolvente y peligroso para las sanas costumbres nacionales”.
A la edad de 14 años, Krishnamurti había sido descubierto, adoptado y luego criado y preparado por Annie Besant (escritora británica ocultista, feminista y socialista) y por el escritor y clérigo anglicano C.W. Leadbeater, dentro de la Sociedad Teosófica de la India. Esa asociación había sido fundada por otra escritora esotérica, la rusa Helena Blavatsky y el estadounidense Henry Olcott en 1875, en Nueva York, y pervive hasta nuestros días. El propósito de los teósofos era la unión de la filosofía, la religión y la ciencia y el logro de una fraternidad universal. “No hay religión más elevada que la verdad” era su lema. Bessant y Leadbeater vieron en el púber Krishnamurti al futuro “Maestro o Instructor del Mundo”. Con ese fin crearon, en 1911, la Orden de la Estrella, cuya finalidad era darlo a conocer como el nuevo Mesías, como Maitreya. De ese modo, hasta sus 34 años, Krishnamurti fue el “ídolo” de la Sociedad Teosófica, pero en 1929 se produjo un hecho inesperado: el Maestro rompió con la Sociedad, disolvió la Orden, devolvió las donaciones recibidas y comenzó su propio y solitario camino: empezó a escribir sus libros y a dar sus charlas por el mundo, cosa que hizo ininterrumpidamente a lo largo de 60 años.
¿El motivo de esa ruptura? No quería deberse a ninguna casta, filosofía, religión o nacionalidad, porque había resuelto rechazar todo tipo de autoridad. Nunca se consideró un maestro (aunque lo fuera y ¡cómo!) y descreía de todo culto a la personalidad, de todo “guruísmo” y de todo lo que implicara una exaltación del “yo”.
En 1935, la gira de Krishnamurti a este continente duró ocho meses y comenzó con cuatro conferencias en Buenos Aires, una en la Universidad de La Plata- donde fue presentado por el propio Alfredo Palacios- y dos charlas más en Rosario y Mendoza.
Los demás países que fue recorriendo eran Uruguay, Chile, Brasil y México.
Durante su estadía en Buenos Aires se alojó en San Isidro, en la casa de Victoria Ocampo. Como la describió Sonia Berjman, Victoria no sólo era una “jardinera de los sentidos”, sino una “jardinera del intelecto”. Con sus famosos huéspedes (entre los cuales estuvieron Tagore, Ortega y Gasset, Malraux, Camus, Saint- Exupéry, Gabriela Mistral, Indira Gandhi y tantos más) recorría el jardín de Villa Ocampo -al que le gustaba cuidar personalmente- y les presentaba por su nombre cada planta, cada árbol, cada flor. Así la recordaría Lanza del Vasto y así le habría sucedido también a Krishnamurti en aquellos días.
La fama en Occidente del sabio indio, basada en la índole transgresora de su mensaje, inquietó a los argentinos más conservadores y algunos lo veían como un agitador social, mientras que la “intelligentzia”, los artistas y numerosos docentes universitarios admiraban sus reflexiones acerca de la libertad y del trabajo interno de cada individuo consigo mismo. El rechazo y boicot de ciertas publicaciones nacionalistas y cristianas están descriptos en la Autobiografía de Victoria Ocampo (volumen VI), donde ella se refiere a lo sufrido en carne propia y a lo manifestado por algunos miembros de la Iglesia: “La Señora Ocampo ofrece una gran influencia, es persona de arrastre. Hace falta darle una buena lección para que sirva de ejemplo. Tagore y Krishnamurti, dos enemigos de la Iglesia, son amigos suyos y han sido sus invitados. Es necesario poner fin a esas maniobras”. Desde hacía largos años, su gran amiga, Adelina del Carril tenía en su marido, Ricardo Güiraldes, a un gran devoto de la Teosofía y adherente a la Orden de la Estrella que, precisamente, centraba su labor en la figura de Krishnamurti. Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas fueron también seguidores de la Teosofía, de la doctrina de Madame Blavatsky y luego de Annie Besant.
En cuanto a la estancia de Krishnamurti en Villa Ocampo, un día en que Victoria y Adelina paseaban por Palermo, no faltaron personas que les gritaran y las insultaran a ambas por admirar a “ese enemigo de la Iglesia”.
¿Por qué molestaba?
Krishnamurti, como aclaró él mismo, era un buscador de verdad, con un discurso libertario, destinado a salvar al hombre de todas las jaulas, de todos los miedos, sin fundar ninguna religión ni establecer dogmas o teorías, ni tampoco esbozar nuevas filosofías. Se centraba en la meditación, en la índole profunda de la mente y en la necesidad de una revolución psicológica de cada ser humano.
En cuanto a la estancia de Krishnamurti en Villa Ocampo, un día en que Victoria y Adelina paseaban por Palermo, no faltaron personas que les gritaran y las insultaran a ambas por admirar a “ese enemigo de la Iglesia”.
¿Por qué molestaba?
Krishnamurti, como aclaró él mismo, era un buscador de verdad, con un discurso libertario, destinado a salvar al hombre de todas las jaulas, de todos los miedos, sin fundar ninguna religión ni establecer dogmas o teorías, ni tampoco esbozar nuevas filosofías. Se centraba en la meditación, en la índole profunda de la mente y en la necesidad de una revolución psicológica de cada ser humano.
Consideraba a la meditación “ese vacío que está fuera del tiempo y del espacio, más allá del pensamiento y del sentimiento. Adviene tan silenciosamente. Tan recatadamente como el amor; no tiene principio ni fin”.
RESISTENCIA. La fama del sabio inquietó a los conservadores argentinos.Diez años después de esa gira latinoamericana, Victoria Ocampo fue a verlo a Krishnamurti en su casa de Ojai (cerca de Santa Bárbara, California), un “valle solitario lleno de naranjos y rodeado de sierras altas” y le escribió a su hermana, Angélica: “Hablamos largamente con Krishna. No sale de Ojai ni habla en público. Recibe a la gente que quiere conversar con él. Está mucho mejor que cuando pasó por Buenos Aires. Por lo pronto, no hay aquí nada artificial ni falso en torno a él. En vez de escribir libros sobre su filosofía o sus ideas, vive de acuerdo con ellas” (…) A mí me ha sido tan benéfica la visita que creo será mi mejor recuerdo de América. Tout était parfait. Desde la llegada hasta la despedida. Me gustaría poder vivir allí. Aldous (Huxley) a menudo va a visitarlo y se queda. Lo comprendo”
En ese almuerzo con el maestro, Victoria se quedó impresionada de ver que era él mismo quien se levantaba y servía la mesa. Lejos estaban los malos recuerdos que ella guardaba de la visita a Buenos Aires.
En esos años, en los Estados Unidos y Europa, Krishnamurti había trabado amistad con grandes figuras: George Bernard Shaw, quien dijo de él que “era el más hermoso ser humano que jamás había visto”; Aldous Huxley (que escribió el prólogo al célebre libro del maestro La libertad primera y última y que después de escucharlo por primera vez, escribió: “Fue como oír un discurso de Buda, con tanto poder y tanta autoridad intrínseca…”). También lo frecuentaron Bertrand Russell, David Böhm, el escultor Bourdelle, Chaplin, Fellini…
Yo llegué a interesarme por su mensaje gracias a los encendidos elogios que de él hiciera otro escritor de culto, Henry Miller. “Krishnamurti ha renunciado más que ningún hombre en quien yo pueda pensar, excepto Cristo -escribió Miller-. Aclamado en su juventud como el futuro Salvador, renunció al papel que habían preparado para él, desdeñó a todos los discípulos, rechazó a todos los mentores y preceptores (…) Lo cuestionó todo, cultivó la duda y se liberó a sí mismo de la ilusión y el hechizo, de la vanidad y de toda forma sutil de dominio sobre otros”.
En los años 60, hubo un libro que compré en Buenos Aires porque me conquistó desde el título y sintetizó para mí la médula de las enseñanzas de Krishnamurti: “La paz individual es la paz del mundo”.
Gracias al renombre que ya se estaba ganando internacionalmente, a sus charlas y publicaciones, no fueron pocos los intelectuales argentinos que se convirtieron en sus asiduos admiradores.
Un escritor argentino afín a la Teosofía y a la Metafísica había sido el ya mencionado Ricardo Güiraldes (1886-1927) que había llevado a su vida diaria prácticas espirituales que incluían también el espiritismo. La afición por esos temas se vio acrecentada en él, al casarse en 1913 con Adelina del Carril.
Güiraldes leía con avidez traducciones de textos sobre Yoga e Hinduismo, pertenecientes a la Sociedad Teosófica. La India era un país que le significó una notable inspiración mística y adonde realizó varios y prolongados viajes. Sus impresiones fueron reunidas y ordenadas por su viuda en el libro póstumo Poemas últimos (1984).
Borges, amigo de Güiraldes, pero indiferente a los postulados de la Teosofía, decía que su biblioteca era netamente metafísica y que Ricardo “era un teósofo”.
La muerte de Güiraldes en 1927 fue un golpe enorme para Adelina que la llevó a conectarse inmediatamente con la Orden de la Estrella que le rendía culto al joven Krishnamurti. Estaba siguiendo así la huella de su esposo, unido a la Sociedad Teosófica y miembro de la Orden. Luego, en 1935, ella se vio encandilada por la visita de Krishnamurti a Buenos Aires. Dos años después y diez tras la muerte de su marido, Adelina del Carril se fue a vivir a la India, a Bangalore. Allí adoptó a un niño de tres años, Ramachandra Gowda, con el que volvió a la Argentina 12 años más tarde. Ese hijo del corazón se quedó a vivir aquí casi toda su vida (muchos años en San Telmo, mi barrio), antes de regresar a su India natal. Adelina tradujo al castellano varios textos de Krishnamurti, sin firmarlos, ya que lo consideraba un servicio y un consuelo para su alma ante la pérdida de su amado Ricardo.
Otra de las personalidades del mundo cultural de Buenos Aires fue Salvadora Medina Onrubia (1894-1972), la esposa de Natalio Botana, el director del innovador diario Crítica. Salvadora fue todo un personaje; escritora, periodista, militante anarquista, feminista, seguidora de la Teosofía de Annie Besant , miembro y luego vocal de la logia VI-Dharmah de la Sociedad Teosófica; una bella pelirroja muy de armas llevar, excéntrica, abuela de Copi, amiga de Alfonsina Storni. En su documentado libro Arroja la bomba, una biografía sobre ella y su “Feminismo anarco”, Vanina Escales nos da muchos datos sobre esa transgresora mujer y manifiesta: “Para Salvadora, la teosofía fue una fuente de autoconocimiento, una deontología similar al anarquismo y una forma de sociabilidad”.
En cuanto a su marido, Natalio Botana, vino del Uruguay en 1913 (otro país con grandes seguidores de la Teosofía en aquellos tiempos) y se estableció aquí. Según Eduardo Guibourg él “podía hablar de ectoplasma, cosmogonía y astrología”, acompañando así en toda esa línea de pensamiento a su mujer. Parece que fueron numerosas las disertaciones de Natalio acerca de la Teosofía en las peñas de “Los Inmortales”. Cuando, en su viaje a Buenos Aires, Krishnamurti paró en la casa de Victoria Ocampo, Salvadora de Botana, ya muy rica y poderosa , puso a su disposición un Rolls Royce con chofer para que trasladara al líder indio de un lugar a otro. Entre ella y Victoria no había mucha simpatía, pero ambas lo cuidaron mucho a Krishnamurti en su estada aquí. Según una amiga de Salvadora -que no entendía ni compartía el discurso del maestro espiritual-, Salvadora parecía estar enamorada de él, ya que, según ella, el filósofo era joven y pintón y tenía un gran magnetismo.
Como escritora, Salvadora Medina de Botana fue autora de obras de teatro de éxito, poemas y la novela Akasha. En su libro inédito Mis claveles colorados, le dedica un par de páginas a Krishnamurti. Dice allí: “Krishnamurti descubrió el anarquismo a través de la teosofía. (…) El anarquismo no es un partido político, es un estado espiritual” (González Pacheco). A lo largo de todo lo que yo sé de Krishnamurti y de mis largas conversaciones con él, puedo decir que el verdadero anarquista, el teórico del anarquismo se llama Jiddu Krishnamurti. Basta leer a fondo sus libros para darse cuenta de esto”. Ambos mantuvieron una larga correspondencia a través de los años.
Otro escritor, vinculado a la revista Sur, que estuvo vivamente influido por el mensaje de Krishnamurti a lo largo de su vida fue mi gran amigo y maestro, el poeta Alberto Girri. En varios de sus libros, Girri nombra a Krishnamurti, incluye epígrafes y citas del avatar indio y además, toda la obra y el estilo de vida del poeta están atravesados por el espíritu del maestro y por sus enseñanzas. Seguramente fue por eso que la poesía de Girri se fue despersonalizando con los años, renunciando al “yo” y adoptando así una mirada introspectiva, de profunda autoindagación y ansia de autoconocimiento.
Como bien dijo Jason Wilson en una reseña: “Girri poetiza las percepciones de Krishnamurti, usando el mismo tipo de prosa, pero cortada en versos; se trata de un ‘hecho sintáctico’, antes que musical. Así como Daumal, Wittgenstein y Gurdjieff, estos maestros le enseñan a purgarse de toda poesía para llegar a un estado de lucidez, de pura atención y contemplación, incluso de integración interior, de ética”. Hay una frase de Krishnamurti (del libro Madeja de pensamiento) que Girri mencionó en varias oportunidades: “La belleza existe cuando hay una total ausencia de sí mismo”.
En su trabajo “Notas sobre la experiencia poética”, Alberto Girri anota: “Como en los planteos krishnamurtianos, ningún poema se repetirá. Es lo que es para siempre, con lo cual no se justifica (como objeto) uno mejor que otro. Toda preferencia conduce a prejuicios”.
Cuento aquí, una vez más, algo que supimos los amigos del poeta que lo acompañamos en los tramos finales de su enfermedad. Cuando se fue a operar del cerebro, al Hospital Alemán, el único libro que llevó consigo fue uno de Krishnamurti. Todo un símbolo de la relevancia que adquirían para él esas reflexiones, al sentir la proximidad de la muerte.
Otra historia interesante es la de Facundo Cabral. Poco antes de su tremendo asesinato en Guatemala en el 2011, me encontré con él un par de veces y conversamos largamente. Además de todo lo que ya se sabe de él como músico, poeta, juglar, cantante popular, Facundo era culto, muy leído y muy refinado en sus intereses literarios, filosóficos, metafísicos y artísticos. Fanático de Cioran, gran admirador de Borges, había conocido a Krishnamurti en Ojai, en 1974, y me habló de esas reuniones. Me contó cómo vivía el avatar sus migrañas (dolencia que yo padezco desde mi juventud) a las que él consideraba “místicas”. Esos encuentros se produjeron cuando murió la mujer y la hija de Facundo en un accidente de avión, y fue después de esa tragedia que decidió visitar a Krishnamurti. Este le dijo: “En toda pérdida hay una liberación. La vida no nos quita cosas, nos libera de cosas”. Su interés por Krishnamurti se había despertado gracias a una obra de Henry Miller, Los libros en mi vida, donde el escritor norteamericano dedica un capítulo entero a ese maestro que veneraba, pero al cual nunca pudo conocer, a pesar de ser casi vecinos cuando Miller vivía en Big Sur, California.
Percepción y enseñanza
Yo también me había enterado de la existencia de Krishnamurti gracias a Miller. Me impresionaron mucho las explicaciones que, en sus charlas, daba al público y que no me resultaban fáciles de entender. Era tan racional, categórico, exigente que jamás hacía concesiones ni trataba de quedar bien con sus interlocutores.
Leyendo sus Diarios, descubrí en él otra cualidad, a la cual le dedicaré un trabajo algún día: la de poeta. Sus descripciones con respecto a sus percepciones, a sus “insights”, a los detalles de la naturaleza que iba descubriendo a su alrededor son de una belleza estilística, de una sensibilidad y armonía, dignas de un escritor avezado.
Fue en la casa de Victoria Ocampo, en un reportaje hecho allí, que Krishnamurti dijo: “Los hombres son prisioneros de sistemas religiosos, estatales, políticos o filosóficos. Yo libero, pero no le pido a nadie que me siga ni que adopte una forma determinada de vida porque eso sería ponerlos nuevamente en prisión. Soy un libertador y no un carcelero... No vengo a discutir ninguna teoría. Si sois capaces de discernir, vuestra propia inteligencia os guiará”.
La Teosofía y luego el discurso de Krishnamurti tuvieron repercusión en otros rioplatenses, desde el editor y periodista Constancio C. Vigil hasta la escritora Carmen Gándara, llegando más adelante hasta el mundo del “rock” nacional.
Su mensaje y sus enseñanzas siguen vivas hoy, perturbando y cuestionando la conciencia humana. Sobre todo en tiempos tan arduos como éstos, donde muchas de sus opiniones se ven actualizadas permanentemente por su carácter profético y universal (“Cuando una persona no está en conflicto consigo misma, no crea conflicto en el exterior. Las luchas internas, al proyectarse externamente, se convierten en el caos del mundo”, 1947).
Las cuatro Fundaciones Krishnamurti que hoy funcionan en el mundo (con sedes en Inglaterra, Estados Unidos, India y España) se dedican precisamente a brindar servicio a aquellos que están interesados en la comprensión de las enseñanzas. No son organizaciones religiosas, ni tienen autoridad espiritual alguna, sino que poseen un inmenso archivo de manuscritos, fotos, documentos y participan en la publicación y divulgación de su mensaje (más de 60 libros se han editado en decenas de idiomas, hay disponibles 500 videos y unos 300 audios). También están activas 12 escuelas –la mayoría en la India- que son centros de instrucción y difusión de las palabras de Krishnamurti.
Conversando con Daniel Herschthal -representante en la Argentina y Latinoamérica de la Fundación Krishnamurti- se me ocurrió preguntarle cuál era para un estudioso cómo él la esencia del mensaje del maestro y me sorprendió cuando usó el término “perfume”.
“La libertad, el amor, la compasión, lo que es precioso en el ser humano… ése es su perfume. Su enseñanza es un tesoro para todo aquel que no quiera atraparla o acumularla en el intelecto, ya que es algo que no puede ser aprehendido desde la mente. Es …la vida en la vida”.
© LA GACETA
Alina Diaconú - Escritora y columnista argentina, nacida en Bucarest. Su último libro es Rosas del desierto (Poemas) -Vinciguerra, 2019-.
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CUARTA PLÁTICA EN BUENOS AIRES
Amigos:
No he venido a la Argentina para convertirlos a ningún credo en particular o para instarlos a ingresar en una determinada sociedad, pero si comprenden, a través de la acción, lo que voy a decir, conocerán esa felicidad nacida de la inteligencia, de la plenitud de realización. Si cada uno de ustedes puede vivir supremamente, en esa realización profunda, entonces el mundo como una totalidad, será el más rico, el más feliz; pero la dificultad radica en vivir profundamente. Para vivir profundamente, uno tiene que descubrir por sí mismo su propia singularidad, porque sólo así hay plenitud de realización. Sólo por medio de nuestra auténtica realización, resolveremos los innumerables problemas sociales y económicos. Depender del medio o de una religión para que nos guíe, es crear un obstáculo peligroso para la realización.
Durante esta breve plática y antes de contestar las preguntas, quiero hablar de la individualidad y de la verdadera realización, y ver si las condiciones sociales, morales y religiosas existentes son una ayuda real o un peligroso impedimento. Antes de examinar si las condiciones son peligrosas o útiles, debemos comprender qué es la individualidad, qué es la singularidad del individuo y de qué manera puede éste realizarse creativamente.
Ahora voy a exponer muy brevemente qué es para mí la individualidad. No usaré frases psicológicas o una jerga complicada. Emplearé palabras comunes con su significado corriente.
La individualidad son los recuerdos acumulados y condicionados, tanto del pasado como del presente. Es decir, cada individuo es nada más que una serie de recuerdos condicionados, los que impiden el ajuste inteligente y completo al presente vital y en movimiento. Estos recuerdos le dan a cada uno la cualidad de algo separado, y esto es lo que ustedes llaman la singularidad del individuo.
Ahora bien, ¿en qué se basan estos recuerdos, cuáles son las causas que condicionan y limitan a la conciencia? Si uno examina esto, verá que los recuerdos surgen de reacciones defensivas contra la vida, contra el sufrimiento, contra el dolor. Habiendo cultivado estas reacciones autoprotectoras y titulándolas con grandes palabras que suenan muy agradables, tales como moralidad, virtudes, ideales, la mente vive dentro de este encierro, dentro de esta conciencia limitada de la seguridad que ella misma ha creado.
Estos recuerdos, por el impacto de la experiencia, aumentan en su fuerza y capacidad de resistir, generando así división respecto de la realidad viviente, hasta llegar a la insuficiencia total; esto causa temor con sus muchas ilusiones, temor a la muerte y temor al más allá.
Para expresarlo de una manera diferente: Cada uno desea certidumbre, seguridad, y con ese deseo aborda la vida, con esa intención busca la experiencia. De este modo, no comprende en su plenitud la experiencia, la vida misma. Cualquiera que sea la acción nacida del deseo de seguridad, tiene que generar insuficiencia. Siendo incompleto, uno es siempre guiado por los recuerdos, lo cual, otra vez, incrementa la vacuidad, el aislamiento de nuestro ser. Así, esta acción continuada de la insuficiencia impide la realización, que es la plena expresión de la vida sin el obstáculo de los recuerdos condicionados, del egoísmo. O sea, cuando uno aborda la vida con todos los recuerdos basados en la seguridad y en el deseo de estar a salvo, entonces, cualquiera que sea la acción que proviene de eso, debe crear vacuidad, insuficiencia; así no hay realización, no hay comprensión. El significado de la individualidad es que la mente, sólo a través de sí misma, de su propia separación condicionada, mediante la profunda comprensión acerca de la limitación que ella misma ha creado, debe disolver los impedimentos y las barreras que dan origen a la conciencia limitada.
Por favor, ustedes tendrán que reflexionar sobre esto muy profundamente y no sólo aceptarlo o rechazarlo. La mente, estando condicionada por la memoria basada en la seguridad, por las así llamadas virtudes, por las moralidades autoprotectoras, se halla impedida en su realización. Habiendo comprendido esto, podemos descubrir si la sociedad, la moralidad, la religión, ayudan al individuo a liberarse y realizarse en plenitud.
O bien la sociedad, tal como existe, con su moralidad y su religión, es fundamentalmente legítima y así ayuda al individuo a realizarse, o, si no es legítima, tenemos que producir una revolución completa en nuestro pensar y actuar. Ustedes tienen que investigar si sus religiones, sus moralidades, son verdaderas. Yo digo que no lo son; porque la sociedad se basa en el afán adquisitivo, los valores morales en la seguridad autoprotectora, y la religión, que es creencia organizada, se basa fundamentalmente en el temor, aunque podamos disimular esto llamándolo amor a Dios, amor a la verdad. Si ha de haber verdadera realización creativa, no pueden existir este sentido de poseer o adquirir, ni estos valores morales basados en la seguridad defensiva, egoísta, ni estas religiones con sus promesas de inmortalidad, lo cual no es sino otra forma de egocentrismo y temor.
Por lo tanto, cada uno de ustedes, el individuo, tendrá que darse cuenta de la prisión en que se halla encerrado; y al tomarse consciente, alerta, comenzará a descubrir qué es estupidez y qué es inteligencia. Es gracias a nuestra propia inteligencia que puede haber realización, no mediante la aceptación de la autoridad. Lo importante, pues, es el individuo, porque sólo a causa de su propia inteligencia existe la plenitud de realización, el éxtasis de la vida. Esto no quiere decir que yo esté predicando el individualismo. Todo lo contrario: es el sistema individualista de la fe religiosa y la creencia, de los valores morales y la conducta adquisitiva, el que destruye la verdadera realización. Por lo tanto, ustedes que escuchan, tienen que comprender, tienen que abandonar esta prisión, haciéndolo mediante el propio discernimiento inteligente; y esto exige una continua agudeza mental. No puede haber seguimiento de otro ni puede haber aceptación de la autoridad, porque eso implica que hay temor; y el temor destruye todo discernimiento.
Pregunta: Yo creo que no tengo ninguna clase de apegos y, sin embargo, no me siento libre. ¿Qué es este sentimiento penoso de ser un prisionero, y qué puedo hacer al respecto?
KRISHNAMURTI: En vez de comprender la causa del sufrimiento, uno busca el desapego. Ahora bien, cuando uno sufre a causa del afán posesivo, trata de desarrollar lo opuesto, que es el desapego. En otras palabras, se desapega a fin de no ser lastimado, y a este opuesto lo llama virtud. Si uno descubriera realmente cuál es la causa del sufrimiento, entonces, al comprenderla profundamente, con la totalidad del ser, la mente estaría libre para vivir de manera plena y completa sin caer en otra prisión, la prisión del opuesto.
Pregunta: ¿Está usted también en contra de organizaciones tales como la de los ferrocarriles, etcétera?
KRISHNAMURTE Me he estado refiriendo a esas organizaciones que hemos creado a causa de los miedos autoprotectores. Ahora bien, casi todas las organizaciones del mundo se basan en la explotación, pero me he estado refiriendo en especial a las organizaciones en torno a la creencia religiosa.
Sostengo que estas organizaciones religiosas, sectarias, son verdaderos impedimentos para el hombre. Aquéllos de ustedes que pertenecen a organizaciones religiosas, tengan la bondad de no estar a la defensiva cuando digo esto; traten, más bien, de descubrir si es así o no. Si descubren que no es así, entonces es correcto tenerlas. Pero antes de decir que las organizaciones religiosas son necesarias, tienen que examinarlas imparcialmente. ¿Cómo van a examinarlas? Para examinar objetivamente cualquier cosa, nuestra mente debe ser por completo impersonal. Eso significa que deben poner en duda todas las creencias, todos los ideales que han conservado hasta ahora o que estas organizaciones ofrecen. A causa del cuestionamiento, surge un conflicto distinto; y sólo cuando hay conflicto, pueden ustedes empezar a comprender el verdadero significado de las creencias organizadas. Si las examinan sólo de manera intelectual, jamás comprenderán lo que realmente significan. Por eso la mayoría de las religiones prohíben la duda a sus seguidores. La duda se ha vuelto un obstáculo religioso, un impedimento. A causa de su propio temor, han desarrollado ustedes ciertas creencias, ilusiones, ciertos ideales a los que se han esclavizado, y sólo mediante el propio sufrimiento comprenderán verdaderamente lo que significan.
Pregunta: Hay personas que, por una parte, explotan a miles de seres humanos, y por la otra donan millones de dólares a instituciones religiosas. ¿Por qué? (Risas,)
KRISHNAMURTI: Ustedes se ríen de esta pregunta, pero también están involucrados en ella. Explotamos, amasamos fortunas, y después nos volvemos filántropos. Quizás algunos de ustedes no tienen la despiadada habilidad para amasar riquezas, pero hacen lo mismo de otro modo, al perseguir la virtud.
¿Qué hay, pues, detrás de esta falsa caridad del filántropo y de esta falsa avidez por acumular virtud? El filántropo, a causa del temor, a causa de muchas reacciones defensivas, quiere reintegrar un poco a la víctima que él ha explotado. (Risas) Y ustedes lo honran, dicen lo maravilloso que es. Eso no es caridad. Es tan sólo egoísmo.
¿Y por qué persiguen ustedes la virtud y tratan de acumularla? Es una protección defensiva, una salvaguarda contra el sufrimiento. Si examinan su virtud, verán que se basa en la idea egoísta de prevenir el sufrimiento. Esta autoprotección no es virtud. Conociendo lo que son y no escapando de ello mediante la así llamada virtud, descubrirán la belleza, la riqueza de la vida.
El filántropo, a causa de su deseo de seguridad, se atrinchera en el poder que otorgan las posesiones; y el hombre que persigue la virtud erige a su alrededor muros de protección contra el movimiento de la vida. El hombre virtuoso y el filántropo son iguales. Ambos temen a la vida. No están enamorados de la vida.
Pregunta: Nosotros somos felices con nuestras creencias y tradiciones basadas en las doctrinas de Jesús, mientras que en su país, la India, hay millones que están lejos de ser felices. Todo lo que usted nos está diciendo, el Cristo lo enseñó hace dos mil años. ¿De qué sirve que nos predique a nosotros en vez de hacerlo a sus propios compatriotas?
KRISHNAMURTI: El pensamiento no pertenece a ninguna nación, a ninguna raza. {Aplausos) La realidad no está condicionada por diferencias religiosas o raciales, y a causa de que el interlocutor ha dividido el mundo en cristiano e hindú, en India y Argentina, ha contribuido a crear desdicha y sufrimiento en el mundo. {Aplausos) Cuando hablo en la India acerca del nacionalismo, ellos me dicen: “Vaya a Inglaterra y dígale a la gente que el nacionalismo es estúpido, porque es Inglaterra la que nos impide vivir”, {Risas) y cuando vengo aquí, ustedes me dicen: “Vaya a alguna otra parte y déjenos con nuestra propia creencia y religión. No nos moleste”. {Risas)
Si sus propias creencias y tradiciones los satisfacen, entonces no escucharán lo que digo, porque sus tradiciones y sus creencias son refugios en los que se ponen a cubierto en tiempos de dificultades. No quieren enfrentarse a la vida; por lo tanto, dicen: “Estoy satisfecho, no me moleste”. Si realmente quieren comprender la verdad, si quieren conocer el amor, deben estar libres de creencias y religiones organizadas. No puede haber “la religión de uno” y “la religión de otro”, las creencias y doctrinas de uno contra las de otro. El mundo será feliz cuando no haya necesidad de predicadores, cuando cada individuo se realice verdaderamente; y como no ocurre así, siento que puedo ayudarlo en su realización.
Si ustedes sienten que los perturbo, que les causo pesar, entonces permanecerán naturalmente en la religión a la que pertenecen, con sus explotaciones e ilusiones; pero la vida no los dejará tranquilos. En eso radica la belleza de la vida. Por mucho que se hayan protegido y encerrado dentro de certidumbres, de seguridades, de creencias, la ola de la vida derrumba toda esa estructura de ustedes. Pero el hombre que no tiene apoyo ni seguridad, conocerá la bienaventuranza de la vida.
Pregunta: ¿Qué es esa memoria, creada por la acción incompleta en el presente, de la que usted dice que debemos liberarnos?
KRISHNAMURTI: En la breve introducción a esta plática, traté de explicar de qué modo los recuerdos, como elementos de autodefensa, mutilan nuestro pensamiento y nuestra acción. Tomemos un ejemplo.
Si usted ha sido educado como cristiano, con ciertas creencias, aborda la vida, la experiencia con esa mentalidad limitada. Naturalmente, esos prejuicios, esas limitaciones le impiden comprender la experiencia en su plenitud. Por lo tanto, en su pensamiento y en su acción hay insuficiencia. Esta barrera que crea insuficiencia es lo que llamamos la memoria. Esta memoria con sus recuerdos actúa como una prevención autodefensiva, como una guía contra la vida para ayudamos a evitar el sufrimiento. Así, casi todos nuestros recuerdos son reacciones autoprotectoras contra la inteligencia, contra la vida. Cuando una mente está libre de todas estas reacciones autoprotectoras, de estos recuerdos, entonces existe el movimiento pleno de la vida, de la realidad.
O tomemos otro ejemplo. Supongamos que usted ha sido educado en cierta clase social, con todo su esnobismo, sus restricciones y tradiciones. Con ese impedimento, con esa carga, no puedo comprender o vivir la plenitud de la vida. Por consiguiente, estos recuerdos autoprotectores son la verdadera causa del sufrimiento; y si usted quiere estar libre del sufrimiento, no pueden existir estos valores de autoprotección por los cuales procura guiarse en la vida.
Si reflexiona sobre esto, si su mente se da cuenta de sus propias creaciones, entonces discernirá cómo ha establecido para sí mismo guías, valores que no son sino recuerdos a modo de protección contra el movimiento incesante de la vida. Un hombre esclavo de recuerdos autoprotectores no puede comprender ni amar la vida. Su acción con respecto a la vida es la acción de autodefensa. Su mente está tan cerrada, que los veloces movimientos de la vida no pueden penetrar en ella. Busca la eternidad, la inmortalidad, lejos de la vida, y así vive una serie continua de ilusiones. Para un hombre semejante, cuya conciencia está limitada por los recuerdos, jamás puede existir el devenir eterno de la vida
.Pregunta: ¿No hay peligro en buscar la divinidad o la inmortalidad? ¿No puede esto convertirse en una limitación?
KRISHNAMURTI: Es una cruel limitación si usted la busca, porque su búsqueda es meramente un escapar de la vida; pero si no escapa de la vida, si gracias a su acción comprende profundamente los conflictos, las angustias y el sufrimiento, entonces la mente se libera de sus propias limitaciones y hay inmortalidad. La vida en sí es inmortal. Ustedes tratan de encontrar la inmortalidad, no dejan que ocurra. Un hombre que trata de enamorarse, jamás conocerá el amor. Esto es lo que sucede con todas esas personas que buscan la inmortalidad, porque para ellas la inmortalidad es una seguridad, una continuación egoísta. Si la mente está libre de la búsqueda de seguridad, la cual es muy sutil, entonces existe la bienaventuranza de esa vida que es inmortal.
Pregunta: ¿Por qué hace usted caso omiso del problema sexual?
KRISHNAMURTI: No lo hago; pero si usted quiere comprender esta cuestión, no trate de resolverla separadamente, lejos de los demás problemas humanos. Son todos una sola cosa.
El sexo se convierte en un problema cuando hay frustración. Cuando el trabajo, que debería constituir la verdadera expresión de nuestro ser, se vuelve meramente mecánico, estúpido e inútil, entonces hay frustración; cuando nuestras vidas emocionales, que deberían ser ricas y completas, están bloqueadas por el temor, hay frustración; cuando la mente, que debería ser alerta, flexible, ilimitada, se halla abrumada por la tradición, los recuerdos autoprotectores, los ideales y las creencias, hay frustración. De este modo, el sexo se vuelve, un problema anormal cuya importancia resulta exagerada. Donde hay realización plena, no hay problemas. Cuando usted está enamorado y, por estarlo, es vulnerable, el sexo no es un problema. Para el hombre que considera al sexo como una mera sensación, éste se vuelve un problema apremiante que corroe su corazón y su mente. Usted estará libre de este problema sólo cuando, a través de la acción, la mente se libere de todas las limitaciones e ilusiones, de todos los temores que ella misma se ha impuesto.
Hay preguntas que tratan sobre la reencarnación, la muerte y el más allá, sobre el espiritismo, la mediumnidad y varios otros temas, que sería imposible contestar, ya que mi tiempo es limitado. Pero si les interesa, pueden leer algunas de las cosas que he dicho al respecto. Ustedes buscan explicaciones, pero las explicaciones son como polvo para el hombre hambriento. Sólo la acción despierta a la mente como para que ésta comience a discernir. Cuando hay discernimiento, de nada valen las explicaciones.
Tomemos, por ejemplo, esta pregunta: “¿Cuál es su concepto de Dios?” Si uno se satisface meramente con una explicación, eso demuestra la pobreza de su ser; y me temo que la mayoría se satisface de ese modo. Las religiones de ustedes se basan en explicaciones, revelaciones, experiencias de otras personas. ¿De qué sirve, pues, que yo les dé otra explicación, o les dé otra creencia para que la agreguen a su museo de creencias muertas? Si reflexionaran profundamente sobre toda esta idea de buscar a Dios, verían que, sutil y hábilmente, están escapando del conflicto de la vida. Si comprendemos la vida, si captamos el significado profundo del vivir, entonces Dios es la vida misma, no alguna superinteligencia lejos de nuestra vida. Pero esto exige gran agudeza de pensamiento, no búsqueda de satisfacción o de explicaciones. Dios está en la comprensión misma del conflicto y del sufrimiento, cuando se han vuelto inútiles toda seguridad, todo apoyo, cuando uno está cara a cara con la vida sin obstáculo alguno.
22 de julio de 1935