OBRAS COMPLETAS - TOMO 2 - J.K. - CONTINUACIÓN

 QUINTA PLÁTICA EN RÍO DE JANEIRO


Amigos:

Me han dicho que lo que expreso es demasiado complicado, demasiado impracticable e imposible para la vida cotidiana, en la que cada uno debe luchar por su propia subsistencia. Algunos rechazan, sin reflexionar, lo que digo, y otros, igualmente irreflexivos, lo aceptan sin mayor examen esperando que encaje en su sistema ya existente. Así niegan el poder renovador de la acción.

Ahora bien, nosotros nos ocupamos del vivir, y el vivir implica no sólo pan, vivienda, ropas y trabajo, sino también amor y pensamiento. No podemos comprender el significado pleno del vivir si tratamos separada e individualmente con el problema del trabajo, del amor o del pensamiento. Como están correlacionados y son inseparables, deben ser comprendidos globalmente como un todo. Sólo las personas que están cómodamente establecidas en la vida, que siguen el patrón o sistema tradicional, tratan de separar el trabajar del vivir y confían en superar el conflicto que surge de esta división, considerando cada problema de manera exclusiva.

Están las personas así llamadas espirituales, que consideran el trabajo, la ocupación, como algo materialista que debe ser meramente tolerado. Ellas sólo se interesan en la verdad y en Dios. Y hay otras que se interesan únicamente en la reorganización de la sociedad para el bienestar de todos. Si queremos comprender la acción, que es el vivir, tenemos que considerar el vivir como una totalidad, no dividirlo en compartimentos estancos como hace la mayoría de la gente. El vivir es la acción armoniosa del pensamiento, la emoción y el trabajo; cuando éstos se hallan en contradicción el uno con el otro, entonces hay sufrimiento, contradicción, falta de armonía. Nosotros estamos procurando, ¿no es así?, vivir completa y armoniosamente en nuestras acciones, tratamos de realizarnos en plenitud. Para hacerlo se requiere el más alto nivel de inteligencia, que consiste en que no haya temor ni explotación ni búsqueda de recompensa. De esto surge la libertad renovadora de la acción. Cada uno de nosotros está procurando vivir en esta acción; pero en la búsqueda de ese movimiento armonioso del vivir, a menudo somos desviados por alguna cuestión sin importancia, como qué sistema debemos seguir, o si existen los Maestros, si existe la verdad. Dios.

¿Por qué no vivimos esta acción inteligente, armoniosa? Si la llevamos a cabo, entonces la vida se vuelve simple, supremamente útil y creativa. Entonces, ¿por qué los que buscamos este vivir armonioso -al menos hay quienes afirman constantemente que lo buscan-, no lo realizamos? Una de las razones principales, como he tratado de explicarlo, es que consideramos los múltiples problemas de la vida de manera separada y exclusiva. De esta división surge un pensar falso, el cual crea explotación en el trabajo y las complicaciones y confusiones que impiden el amor. Estas cosas pueden comprenderse sólo mediante el recto pensar.

Para descubrir qué es el recto pensar, descubramos primero qué hay de falso en nuestro pensamiento. Si podemos conocer por nosotros mismos aquello que es falso en nuestro pensar, entonces sabremos naturalmente, sin imposición alguna, qué es lo verdadero. A través de la masa de ideas falsas, a través de la pantalla de múltiples ilusiones, no puede haber una percepción de lo verdadero. Por lo tanto, tenemos que ocupamos en tratar de descubrir qué es lo falso.

Ahora bien, nuestro pensamiento se basa en el hábito, el hábito de siglos al que se ha acostumbrado. Consiste en seguir un patrón, un sistema; el pensamiento se moldea conforme a un ideal que ha establecido como un modo de escapar del presente conflicto. Mientras el pensamiento esté siguiendo un sistema, un hábito o se amolde meramente a una tradición establecida, a un ideal, tiene que haber un pensar falso.

Ustedes siguen un sistema o se moldean a sí mismos conforme a un patrón, porque hay temor, el temor de lo correcto y lo incorrecto que ha sido establecido de acuerdo con la tradición de un sistema. Si el pensamiento funciona tan sólo en la rutina de un patrón o una norma sin comprender el significado del medio, tiene que haber temor, consciente o inconsciente, y un pensamiento así debe conducir inevitablemente a la confusión, a la ilusión y a la acción falsa.

El tradicional hábito de pensamiento en relación con el trabajo es la persecución de la seguridad económica individual y el bienestar. Así, hemos desarrollado en todo el mundo un sistema en el cual la explotación se ha vuelto justa y donde se honra el espíritu adquisitivo. De esto surgen, naturalmente, el conflicto de clases, el nacionalismo y las guerras.

La base misma de nuestro amor es el deseo de posesión, del cual proceden los celos y todas las complejidades y los problemas del sexo. Ahora bien, tratar de resolver cada uno de estos problemas de manera exclusiva, no como una parte de la totalidad, es crear y perpetuar el conflicto y el sufrimiento, de lo cual se derivan ulteriores ilusiones y modos falsos de pensar.

Mientras el pensamiento esté buscando y siguiendo un patrón, amoldándose a un medio que no ha comprendido y actuando solamente desde el hábito, tendrá que haber conflicto y falta de armonía. Lo primero, pues, si realmente quieren comprender la belleza del vivir y su riqueza, es tomar clara conciencia del medio -tanto el del pasado como el del presente- al cual la mente se ha apegado. Y al comprender las ilusiones que la mente ha creado para su propia protección, llega naturalmente, sin que la mente tenga que buscarla, esa acción espontánea, inteligente, que es la máxima consumación de la vida.

Todo esto corresponde a aquéllos que desean comprender y vivir supremamente, pero no a los que sólo buscan su bienestar, a los que se satisfacen con explicaciones, porque las explicaciones son polvo en los ojos. Por lo tanto, si quieren descubrir una vida así, plena, la mente debe purificarse por medio de la duda, y eso significa la comprensión profunda de las tradiciones y los ideales, la disipación de las numerosas ilusiones que la mente ha creado en la búsqueda de su propia protección. Así, cuando hay verdadero discernimiento, existe el éxtasis de lo inmensurable, el cual no puede ser imaginado ni preconcebido; sólo puede ser experimentado.

Pregunta: ¿No podemos ser guiados en nuestra vida cotidiana por el sabio consejo que nos dan las voces y los espíritus de los muertos?

KRISHNAMURTI: Veo que algunos de ustedes se impacientan con esta pregunta; quizá piensen que es estúpido buscar el consejo de los espíritus. Para hacer que esta pregunta sea también pertinente para otros, simplifiquémosla. Puede que algunos no concurran a sesiones espiritistas, que no se complazcan en la escritura automática, pero no les importa buscar a los Maestros, quienes tal vez puedan estar viviendo en alguna región remota; no les importa aceptar sus mensajes por intermedio de los mensajeros. ¿Cuál es, fundamentalmente, la diferencia? Ninguna, en absoluto. Ambos están buscando la guía de otros. Algunos tratan de entrar en contacto con los muertos a través de un médium, de la escritura automática y de otros recursos infantiles; y están los que buscan la guía de los que ellos llaman Maestros, haciéndolo por intermedio de sus representantes, lo cual es igualmente infantil. Así que, por favor, no condenen a los que acuden a un médium y asisten a sesiones espiritistas, cuando ustedes mismos, diligentemente, buscan mensajes y sistemas que les entregan los que ustedes llaman representantes de los Maestros. Hay otras personas que dependen, para guiarse, de sacerdotes y ceremonias, de tradiciones y convencionalismos. Están todos en la misma categoría.

Ahora bien, detrás de esta cuestión -ya sea que uno busque consejo y guía de los espíritus, o de los Maestros por intermedio de sus representantes, o de los salvadores por intermedio de sus sacerdotes- está el deseo de encontrar amparo bajo la cobertura de la autoridad. No nos interesa, por el momento, la cuestión de si los Maestros y los así llamados espíritus, existen o no. ¿Por qué buscan ustedes guía y consejo, por qué desean que se los dirija? Ese es el problema. Asignan un valor mucho más grande a los muertos, a lo oculto, al pasado, que a la vida en el presente, porque con los muertos, con lo oculto y con el pasado, la mente de ustedes puede tallar sus propias imágenes agradables y vivir completamente satisfecha con estas ilusiones; pero el presente y el vivir no los dejarán dormir contentos. Por eso buscan guía, consejo: para escapar de este conflicto, lo cual equivale a evadir el presente. Un hombre que busca guía, que está creando ídolos para adorarlos, vivirá en el temor; será explotado y su inteligencia se destruirá, tal como ocurre en todo el mundo. El deseo de buscar la guía de los espíritus y de los Maestros a través de sus representantes, proviene del miedo al dolor.

Puede alguien, no importa quién, salvarlo del dolor? Si usted puede ser salvado por otro, entonces la autoridad deja de ser un problema. Usted sólo tiene que escoger la autoridad más conveniente y satisfactoria y venerarla. Pero yo digo que nadie puede salvarlo del dolor, nadie excepto usted mismo mediante su propia comprensión. Sólo su propio discernimiento de la causa del dolor -no las explicaciones de otro- puede abrir las puertas a la más grande bienaventuranza, al éxtasis de la comprensión. Mientras esté buscando consejo y guía, que no son sino recursos para escapar del conflicto, mientras no discierna por sí mismo la causa del sufrimiento, sino que se confunda meramente con las explicaciones, nadie podrá salvarlo del dolor, ningún sacerdote, ningún libro, ninguna teoría, ningún sistema, ningún espíritu, ningún Maestro. Porque esa realidad, esa libertad respecto del dolor se encuentra en usted mismo, y sólo por medio de sí mismo puede llegar a ella.

Pregunta: Las enseñanzas atribuidas a los grandes instructores: Cristo, Buda, Hermes y otros; ¿tienen algún valor para alcanzar el sendero directo hacia la verdad?

KRISHNAMURTI: Si no va a interpretarme mal, yo diría que las enseñanzas de ellos se vuelven inútiles porque la mente humana, siendo tan sutil, tan astuta en su deseo de autoprotección, deforma las enseñanzas para favorecer sus propios propósitos y crea sistemas e ideales como instrumentos de escape, a causa de lo cual se desarrollan iglesias petrificadas y sacerdotes explotadores. Las religiones de todo el mundo, por medio de sus sistemas y el embrollo de su explotación organizada, procuran enseñar al hombre a amar, a pensar, a vivir con sensatez e inteligencia; pero ¿Cómo puede un sistema crear amor o enseñarle a pensar abnegadamente? Como ustedes no quieren hacer esto, como no están dispuestos a vivir de manera completa, integral, con la mente y el corazón vulnerables, han creado un sistema que se ha adueñado de ustedes, un sistema que se opone a la reflexión y al amor y los destruye. Por. lo tanto, es completamente inútil multiplicar sistemas. Si la mente misma se libera de la ilusión de sus propios requerimientos y anhelos autoprotectores, entonces habrá inteligencia, amor, entonces no existirá esta división creada por las religiones y las creencias; el hombre no luchará contra el hombre.

Pregunta: Si es un hecho que su futuro como Instructor del Mundo fue predicho, ¿no es, entonces, la predestinación una realidad en la naturaleza y, por lo tanto, somos tan sólo esclavos de nuestro destino ya fijado?

KRISHNAMURTI: Si su acción está condicionada por el pasado, por el temor o por el medio y, de este modo, se vuelve incompleta, tiene que haber un mañana para completar esa acción. Es decir, si su pensamiento es limitado, si está obstruido por la tradición, por la conciencia de clase, por el temor o por el prejuicio religioso, entonces no puede llegar a completarse en la acción; por lo tanto, crea su propio destino, su propia limitación. O sea, su propia acción incompleta produce su propio futuro limitado. Donde hay acción incompleta, hay sufrimiento, el cual crea su propia esclavitud. La verdadera acción está exenta de opciones, pero si está obstaculizada por el prejuicio de la opción, entonces todas las acciones futuras deben crear, inevitablemente, mayores y más estrechas limitaciones. Por lo tanto, en vez de preguntar si hay o no hay predestinación, empiece a actuar completamente. Al percibir la necesidad de la acción completa, discernirá usted, en la acción misma, los prejuicios de siglos que impiden y cercenan el cumplimiento de esa acción. Cuando existe el fluir libre de la acción, el cual es inteligencia, entonces la vida es un fluir ininterrumpido sin el conflicto de la opción.

Pregunta: ¿Qué es el poder humano de voluntad?

KRISHNAMURTI: Es nada más que una reacción contra la resistencia. La mente ha creado, a causa de su deseo de autoprotección y consuelo, muchos obstáculos y barreras, generando así su propia insuficiencia, su propio dolor. Para liberarse de este dolor, la mente empieza a batallar contra las resistencias y limitaciones que ella misma ha creado. En este conflicto ha nacido y se ha desarrollado la voluntad, con la cual se identifica la mente, dando así nacimiento a la conciencia del “yo”. Si estas barreras no existieran, habría una realización continua en la acción misma, no una superación permanente de conflictos. Ustedes tratan de eliminar, de vencer estas limitaciones autoimpuestas, lo cual da origen a la resistencia que llamamos voluntad. Pero si comprendiéramos por qué se han creado estas barreras, entonces no habría un superar, un conquistar que no hace sino crear una nueva resistencia. Estas barreras, estos obstáculos se han originado en el deseo de autoprotección, y por esto hay conflicto entre el movimiento de la vida eterna y ese deseo. De este conflicto surgen el dolor y los numerosos escapes cuidadosamente cultivados, Donde hay escape tiene que haber ilusión y erección de barreras.

La voluntad no es sino otra de las ilusiones creadas en la búsqueda de autoprotección; sólo cuando la mente se libera de su propio centro de ilusiones y está creativamente vacía, existe el discernimiento de lo verdadero. El discernimiento no es un resultado de la voluntad, puesto que la voluntad se deriva de la resistencia. La voluntad es la consecuencia del conflicto de la opción, pero el discernimiento está libre de opciones.

Pregunta: ¿Qué es la acción?


KRISHNAMURTI: La acción es ese movimiento de la inteligencia, no obstruido, no obstaculizado por el temor, por la compulsión, por el conflicto de la opción autoprotectora. Una acción pura semejante es la expresión de la vida misma. Ahora bien, ésta no es una respuesta filosófica para ser tratada sólo como una teoría impracticable en la vida cotidiana. Estamos relacionados con la acción en cada momento del día, y conoceremos el éxtasis de esta acción no obstaculizada, cuando la mente se esté renovando a sí misma en la plenitud de la realización. Comprenderemos el significado pleno de la acción cuando el pensamiento fluya libremente y sin trabas. O sea, cuando nos hayamos abierto paso por las falsas ilusiones, los valores falsos que hemos creado y que se han convertido en nuestro medio, en nuestra carga, entonces existirá el flujo de la realidad, de la vida, el cual es la acción misma. Individualmente, uno habrá comenzado a discernir el significado del espíritu adquisitivo sobre el cual se basa toda nuestra estructura de pensamiento y acción. Al desenredarnos de eso, aparece el sufrimiento sólo cuando no hay comprensión, cuando lo que hay es compulsión. Pero para realizar el éxtasis de esta acción no obstaculizada, el pensamiento debe liberarse de los moldes constituidos por los ideales, despertando así esa incertidumbre singular, la incertidumbre de la no acumulación. Cuando la mente es capaz de discernir sin el conflicto de las opciones, entonces existe el éxtasis de la acción pura.

18 de mayo de 1935

OBRAS COMPLETAS - TOMO 2 - CONTINUACIÓN

 CUARTA PLÁTICA EN RÍO DE JANEIRO


Amigos:

Cada uno está tratando de encontrar la felicidad, la verdad, o trata de encontrar a Dios, dando al objeto de su búsqueda un nombre diferente de acuerdo con sus capacidades intelectuales, su educación religiosa y el medio. Ustedes han venido aquí esperando descubrir una certidumbre alrededor de la cual construir toda su vida y su acción.

Ahora bien, ¿por qué están buscando la máxima certidumbre, esa realidad que, según esperan, les dará la felicidad y explicará la crueldad y el sufrimiento del hombre? ¿Cuál es la causa de esa búsqueda de ustedes? Fundamentalmente, la razón de esta búsqueda -la razón humana, no alguna razón intelectual- es que, como hay tanto sufrimiento en uno y alrededor de uno, quieren escapar del presente hacia una utopía idealista del futuro, hacia un sistema intelectual del pensamiento, o hacia una autoridad en la cual depositar la fe y la certidumbre. Un hombre profundamente enamorado no va en busca de amor y felicidad: pero el hombre que está enamorado, que no es feliz, que sufre, busca lo opuesto de aquello en lo que se halla atrapado. Siendo ustedes desdichados, sintiendo un gran vacío, una gran desesperación, comienzan a buscar una salida, un escape. A este escape lo llaman búsqueda de la realidad, de la verdad o el nombre que prefieran darle.

Casi todos los que dicen que están buscando la felicidad, en realidad tratan de escapar, de huir del conflicto, de la desdicha, de la completa insignificancia en la que están presos. Al sentimos inseguros del amor, de cuanto pensamos, toda búsqueda se dirige a certezas y satisfacciones: porque el amor y el pensamiento están constantemente buscando certidumbres en las cuales puedan anclarse. A estas anclas las llamamos realidades, felicidad e indagaciones en la inmortalidad. Queremos aseguramos de que hay algo perdurable, algo más que esta confusión y desdicha.

Si de verdad consideran -y por favor, no escuchen tan sólo con el intelecto lo que estoy diciendo-, si de verdad consideran su propia búsqueda y la examinan, verán que están escapando de esta confusión y desdicha, hacia lo que imaginan que es real y llaman felicidad. Desean una droga, un narcótico que los satisfaga, que los ponga a dormir apaciblemente. El único hecho, la única realidad que podemos comprender plenamente, es esta confusión, esta desdicha, este conflicto: y escapar de eso no es sino crear ilusión. Si escapan de los hechos, sólo pueden caer en ilusiones, esperanzas, anhelos carentes de realidad. Por lo tanto, salirse de la realidad debe conducir, inevitablemente, a la ilusión, aunque esta ilusión pueda haberse arrogado una realidad gracias al tiempo y a la tradición.

Ahora no digan, por favor: “¿Acaso no hay nada más allá de la confusión, de la desdicha?” Quiero explicar cómo actúan nuestras mentes, cuáles son nuestras reacciones; comprendiendo eso de manera correcta y completa, podremos entonces proseguir cuidadosamente hacia algo que puede ser comprendido sólo a través de la realidad, no de las ilusiones. Por favor, permítanme repetir que la búsqueda de la felicidad, de la verdad o realidad, nace del deseo de escapar de la prisión del sufrimiento y, por lo tanto, es fundamentalmente falsa. A menos que disciernan esto claramente y lo comprendan por completo, lo que diga más adelante en mi plática no será plenamente comprendido. Así que lo investigaré a fondo.

Cuando sufrimos por la pérdida de alguien a quien amamos, o existe en nuestras vidas el vacío de la frustración o la desesperación de la total incertidumbre, comenzamos a crear lo opuesto y perseguimos esa imagen esperando que nos lleve a la paz, a la realización, a la plenitud. Así somos arrastrados, consciente o inconscientemente, de modo sutil o grosero, cada vez más lejos de la realidad, del sufrimiento en el presente.

Supongamos que han perdido a alguien a causa de la muerte. Sufren y comienzan a preguntar acerca del más allá, si es un hecho o no. Entonces se dedican a investigar la teoría de la reencarnación. ¿Qué es lo que hacen en realidad? Tratan de alejarse del sufrimiento. De este modo, las explicaciones y los así llamados hechos, actúan meramente como drogas para mitigar la agudeza del sufrimiento. Donde existe el deseo de escapar, éste tiene que crear ilusión. Como en realidad sufrimos constantemente, hemos creado innumerables ilusiones, y nuestra búsqueda de la realidad no es sino la búsqueda de una ilusión mayor y más espléndida.

Si comprenden esto completamente, percibirán la total ineficacia de la búsqueda de felicidad, de certidumbre, lo inútil que es buscar la verdad o como quieran llamar a eso. Ya no se interesarán en medir lo inmensurable. 

De una vez por todas, la mente debe liberarse de este deseo de escapar: sólo entonces estará preparada para descubrir la causa fundamental del sufrimiento, porque el sufrimiento es la principal realidad con la que está familiarizado cada uno de nosotros.

Ahora bien, para comprender fundamentalmente la causa del sufrimiento, la mente tiene que estar libre de los ideales, porque los ideales no son sino modos de escapar de la realidad. Cuando la mente tome clara conciencia de sí misma, percibirá que sólo imita patrones de conducta, que va tras de objetivos, creencias, ideales que ella misma ha establecido como un recurso para poder zafarse de la confusión. Así, la mente superpone esas creencias y esos ideales, a la confusión y al sufrimiento. En otras palabras, los ideales son tan sólo ilusiones que nos ofrecen esperanza y estímulo para eludir el presente. En caso de que no comprendan completamente esto, daré un ejemplo.

Existe el ideal de la hermandad y del amor fraternal. Ahora bien, ¿qué es lo que de hecho ocurre? Hay guerras, nacionalidades, divisiones de clases, del hombre contra el hombre, explotaciones, el agrupamiento de los seres humanos en religiones que los separan a causa de los dogmas. Eso es, en realidad, lo que está sucediendo. ¿De qué les sirve, entonces, su ideal? Ustedes dirán: “Vamos a avanzar gradualmente hacia ese ideal y a la larga llegaremos”. ¿Pero cuál es el valor que tiene en el presente? ¿Para qué quieren ideales cuando saben positivamente que no podrá haber hermandad mientras existan las distinciones creadas por la religión, por el afán adquisitivo y la explotación en que están viviendo? Sus ideales son sólo soporíferos sentimentales para las personas que no quieren actuar en el presente. Mientras que, si no tuvieran ideales en absoluto y vieran la realidad de la confusión y crueldad que los rodea, sin ser cegados por esperanzas que se han convertido en ideales, entonces, al ser resueltos estos problemas, habría naturalmente hermandad, verdadera unidad entre todos los hombres. Por consiguiente, los ideales les dan, de hecho, la oportunidad de no enfrentarse a la presente corrupción y explotación, de la que ustedes mismos participan.

Las mentes persiguen, en su mayor parte, la autoridad de las creencias e ideales porque no desean comprender el presente; y ésa es una de las razones principales de que nunca descubran y, por lo tanto, no disipen la causa del sufrimiento.

Así hemos elaborado, en el curso de muchos siglos, un medio compuesto por ilusiones como la autoridad, el espíritu imitativo, las creencias, los ideales, el cual nos da la ocasión de apelar a formas sutiles de escape. Los seres humanos sufren dentro de esa cárcel de la limitación, y dentro de ella tratan de encontrar las soluciones para su sufrimiento -dentro de las ilusiones que han desarrollado alrededor de sí mismos-, Pero existen otros que de verdad disciernen la naturaleza ilusoria de esta estructura y, a causa de que sufren mucho más intensa e inteligentemente y no están dispuestos a escapar hacia el futuro, en esa misma agudeza del dolor descubren la verdadera libertad respecto del sufrimiento.

Por lo tanto, tienen que preguntarse si están buscando una solución para su sufrimiento dentro del círculo de la ilusión, dentro del medio formado durante siglos -creando así ulteriores ilusiones y enredándose más dentro de esa prisión-, o si están buscando abrirse paso a través de las múltiples ilusiones que, en el curso de los siglos, han elaborado con respecto a sí mismos. Porque en este proceso de discernimiento, conocen y disuelven la causa del dolor. Sólo entonces, y no antes de eso, la mente es capaz de discernir la verdad. La propia búsqueda de la realidad es una ilusión, porque no es sino un escape. Cuando todos los escapes y las ilusiones han sido disipados por la comprensión, sólo entonces puede la mente percibir aquello que es permanente, lo inmensurable.

Pregunta: ¿Qué piensa usted de la caridad y la filantropía social?

KRISHNAMURTI: La filantropía social devuelve a la víctima un poquito de lo que el filántropo le ha quitado despiadadamente. Ustedes primero lo explotan, le hacen trabajar innumerables horas y todo lo demás, amasan grandes riquezas mediante la astucia y el engaño, y después se vuelven magnánimamente y le dan un poco a la pobre víctima. (Risas) No sé por qué se están riendo, ya que ustedes hacen la misma cosa, sólo que de una manera diferente. Pueden no ser astutos, hábiles y lo bastante despiadados como para amasar riquezas y volverse filántropos; pero espiritualmente, idealmente amasan lo que llaman conocimiento, a fin de protegerse a sí mismos.

La caridad es inconsciente de sí misma; no hay acumulación primero y después distribución. Es como la flor: natural, abierta y espontánea.

Pregunta: ¿Deben ser destruidos los Diez Mandamientos?

KRISHNAMURTI: ¿No están destruidos ya? ¿Acaso existen ahora? Tal vez petrificados en el libro de oraciones para ser venerados como ideales, pero de hecho no existen. Durante muchos siglos el hombre ha sido guiado por medio del temor, forzado, obligado a actuar conforme a ciertas normas; pero la más alta forma de moralidad es hacer una cosa por sí misma, no por un motivo o una recompensa. Ahora bien, en vez de ser forzados a seguir un patrón de conducta, tenemos que descubrir por nosotros mismos cuál es la verdadera moralidad. Ésta es una de las cosas más difíciles de lograr: descubrir por uno mismo cómo actuar correctamente; ello requiere inteligencia, un ajuste continuo, no el seguimiento de una ley o de un sistema, sino una intensa percepción alerta, discernimiento en el instante mismo de la acción. Y esto sólo puede ocurrir cuando la mente se está liberando a sí misma, con comprensión, del miedo y de las compulsiones.

Pregunta: ¿Existe Dios?

KRISHNAMURTI: Me pregunto qué valor tendría si yo dijera sí o no. Afirmarlo o negarlo no revelaría la verdad. Uno tiene que descubrir eso por sí mismo. En consecuencia, no puede afirmar ni negar. Si yo dijera sí, ¿qué ocurriría? Sería otra creencia para ser añadida a su museo de creencias. Si dijera no, eso también pertenecería a un museo, un museo de otro tipo. Uno u otro modo carece de importancia para usted. Si dijera sí, me convertiría en una autoridad y usted tal vez podría moldear su vida conforme a ese patrón; si dijera no, eso también establecería un patrón. Usted no puede abordar este problema de la existencia o no existencia de Dios, con ningún prejuicio, ya sea a favor o en contra. Lo que puede hacer es preparar el suelo de la mente y ver qué ocurre. O sea, dejar que la mente se libere a sí misma de todas las ilusiones, de todos los temores, prejuicios y anhelos, y permanezca por completo sin expectativa alguna; entonces una mente así puede discernir si Dios existe o no. Uno tiene una mente especulativa y, por entretenimiento intelectual, trata de resolver este interrogante; pero una mente de esa clase no puede encontrar una respuesta verdadera. Todo lo que podemos hacer es abrimos paso por la falsedad, por las ilusiones que hemos creado acerca de nosotros mismos. Y esto requiere, no una indagación en la existencia de Dios, sino una acción completa, una acción de todo nuestro ser, en el presente.

Pregunta: ¿No son necesarios los sacerdotes para conducir al ignorante hacia la virtud?

KRISHNAMURTI: Ciertamente, no. Pero ¿quiénes son los ignorantes? Esta pregunta puede ser formulada a cada uno de ustedes, no a una masa indefinida llamada los ignorantes. La masa son ustedes. ¿Necesitan sacerdotes? ¿Quién va a decir quiénes son los ignorantes? Nadie. Siendo, pues, ignorante, ¿necesita usted un sacerdote? ¿Y puede un sacerdote sacarlo alguna vez de esta ignorancia y conducirlo hacia la virtud? Si usted se limita a considerar que un hombre ignorante que existe de manera indefinida en alguna parte y a quien usted no conoce, necesita un sacerdote, entonces está perpetuando la explotación y todos los trucos de las religiones. Nadie puede conducirlo a uno hacia la virtud, excepto uno mismo mediante su propia comprensión, mediante su propio sufrimiento.

Pregunta: ¿Es posible alcanzar la perfección en medio de lo imperfecto?

KRISHNAMURTI: ¿En qué otra parte puede usted realizar la perfección, en qué otra parte puede comprender la perfección, salvo en medio de lo imperfecto? Pero toda esta idea de obtener la perfección, ¡es tan fundamentalmente errónea! Por favor, tiene que reflexionar sobre esto con mucho cuidado. Cuando habla de perfección, usted quiere decir alcanzar un objetivo, una certidumbre, un poder capaz de darle seguridad y del cual jamás surja el conflicto, el dolor.

La perfección no es un fin, un punto fijo, absoluto, sino un continuo devenir. Cuando la mente está libre de los opuestos, entonces hay un movimiento ininterrumpido, un flujo continuo de la realidad. La perfección es la acción, el fluir continuo de la realidad, no un objetivo absoluto hacia el cual usted va progresando merced a innumerables experiencias, recuerdos, lecciones, sufrimientos. Para comprender este fluir de la vida, la mente debe estar continuamente libre de finalidades, de certidumbres, que no son sino el resultado del deseo de autoprotección.

Si usted considera lo que he estado diciendo esta tarde, discernirá el encierro que hemos creado en el curso de muchos siglos y del cual nos hemos convertido en prisioneros, destruyendo así nuestra inteligencia creativa. Si la mente puede empezar a derrumbar los muros de esa cárcel por medio de la comprensión, entonces hay una acción normal y genuina, exenta de dolor.

Pregunta: ¿No es el egoísmo la raíz de la explotación religiosa y económica?

KRISHNAMURTI: Señor, eso es obvio. Es el egoísmo el que ha creado las jaulas de la religión; es el egoísmo el que crea la explotación de la gente. El interlocutor sabe esto, pero ¿qué hace al respecto? Sabemos que existe una explotación despiadada por parte de los hábiles y astutos, que hay pobreza en medio de la abundancia. Pero ¿se ha preguntado el interlocutor si él no está tomando parte en esta cruel y estúpida batalla adquisitiva? Si realmente sintiera la espantosa crueldad de todo esto y actuara inteligentemente, sería como una llama consumiendo las estupideces que lo rodean.

10 de mayo de 1935