OBRA COMPLETA - TOMO 3 - J.K. -CONTINUACIÓN -

 QUINTA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL

Hasta que comprendamos los problemas que involucra el anhelo, como lo he estado explicando el domingo anterior, no podrán ser disueltos el conflicto y el color de nuestra vida cotidiana. El anhelo adopta tres formas principales: sensualidad, espíritu mundano e inmortalidad personal — la gratificación de los sentidos, el deseo de prosperidad, de fama y poder personal — . Al analizar el anhelo de gratificación de los sentidos, nos damos cuenta de su insaciabilidad, de sus tormentos, de sus exigencias siempre crecientes; y al final están la desdicha y el conflicto. Cuando examinamos el espíritu mundano, éste también revela incesante lucha, confusión y sufrimiento. El anhelo de inmortalidad personal nace de la ilusión, porque el "yo" es un resultado; y algo que está compuesto de fragmentos, que es un producto, jamás puede comprender aquello que es sin causa, aquello que es inmortal.

El hábito del anhelo es muy complejo y difícil de disolver; es la causa de nuestra desdicha y confusión, de nuestro conflicto. Sin poner fin al anhelo no hay paz posible; sin su completa extinción, el pensar y el sentir nos atormentan y la vida se convierte en una lucha horrible. El es la raíz de todo egoísmo y de toda ignorancia. Es causa de frustración y desesperanza. Sin trascender el anhelo no hay felicidad, no hay paz creadora. El anhelo de sensualidad indica pobreza interna; el deseo de acumular crea un mundo bmtal, competitivo; los valores sensuales y el anhelo de inmortalidad personal o de poder personal da origen, por fuerza, a la autoridad, al "misterio", al "milagro", y todo eso impide el descubrimiento de lo real. La violencia y las guerras son el resultado de los deseos mundanos, y podrá haber paz sólo cuando el anhelo, en todas sus diferentes formas, sea comprendido y trascendido.

Si no comprendemos este móvil primario y nos limitamos a desarrollar la virtud, sólo estamos fortaleciendo el "yo", o sea, la causa de la ignorancia y del dolor, ese "yo" que asume diferentes roles y cultiva diferentes virtudes para su propia gratificación. Debemos comprender esta cualidad cambiante del anhelo, su astuta adaptabilidad y las maneras con que se protege y satisface. El desarrollo de la virtud llega a ser el baluarte del "yo", pero la verdadera virtud consiste en liberar del anhelo al pensamiento-sentimiento. Esta libertad respecto del anhelo, la cual es virtud, es algo así como una escalera: no es un fin en sí misma. Sin virtud, sin la libertad respecto del anhelo, no puede haber comprensión ni paz. Desarrollar la virtud como un opuesto es seguir fortaleciendo el "yo". Porque todo anhelo, todo deseo es individualista, limitado; siendo individualista, por mucho que tratemos de hacerlo noble, virtuoso, seguirá siendo siempre limitado, pequeño y, por lo tanto, causa de conflicto, antagonismo y dolor. Conocerá siempre la muerte.

Así, pues, en tanto la semilla del anhelo permanezca en cualquiera de sus formas, habrá tormento, pobreza interna, muerte. Si desarrollamos la virtud sin comprender el anhelo, no daremos origen a esa quietud creativa de la mente-corazón; sólo en esa quietud, en ese silencio existe lo real. Sin comprender las sutilezas del anhelo, el mero ajustamos a nuestro medio, el lograr la paz en nuestra relación con La familia, con el prójimo, con el mundo, será en vano, porque el "yo", instmmento del anhelo, sigue siendo el actor principal. ¿De qué manera es posible liberar del anhelo al pensamiento-sentimiento? Tornándonos alerta, estudiando y comprendiendo el "yo" y sus acciones. Para comprender, es preciso desechar por completo la aceptación o el rechazo, el juicio o la comparación. Al tornarnos plenamente conscientes, descubriremos qué es la honestidad, qué es el amor, qué es el miedo, qué es una vida sencilla y en qué consiste el complejo problema de la memoria.

Una mente insegura, autocontradictoria, no puede saber qué es la franqueza, la honestidad. La honestidad exige que seamos humildes, y sólo puede haber humildad cuando tomamos plena conciencia de nuestro propio estado de autocontradicción, de nuestra propia incertidumbre. La autocontradicción y la incertidumbre existirán siempre si hay anhelo, inseguridad en los valores, en la acción, en la relación. Aquél que está seguro de todo es obstinado, irreflexivo. Aquél que sabe, no sabe. Al tornamos conscientes de esta incertidumbre, estamos cultivando, por cierto, el desapego, la imparcialidad. La humildad comienza con el desapego; éste es, indudablemente, el primer peldaño de la escalera. Este peldaño tiene que estar desgastado por las veces en que uno lo ha estado pisando. Un hombre que es consciente del desapego, cesa de estar desapegado; pero aquél que se ha interesado en el anhelo y en las modalidades del anhelo, se está volviendo virtuoso sin esforzarse en pos de la virtud. Es imparcial sin procurar serlo. La comprensión y la paz no son posibles sin un sincero y constante estado de percepción alerta.

Pregunta: Además del gasto de papel que eso implica, ¿ pretende usted seriamente que anotemos cada pensamiento y sentimiento ?

KRISHNAMURTI: Sugerí el otro día que, a fin de comprendernos a. nosotros mismos, debemos tornarnos alerta, y que para poder estudiarnos, es preciso que el propio pensamiento-sentimiento aminore su ritmo. Si usted se da cuenta de su propio pensar y sentir, percibirá cuan rápido es — un pensamiento-sentimiento inconexo siguiendo a otro, errante, distraído — y que resulta imposible observar, examinar semejante confusión. A fin de introducir orden y, por lo tanto, claridad, sugerí que anotaran cada pensamiento-sentimiento. Este vertiginoso mecanismo debe aminorar su propio ritmo para que pueda ser observado, de modo que al anotar cada pensamiento-sentimiento puede servir de ayuda. Tal como en cámara lenta uno puede ver cada movimiento, así, al aminorar la rapidez de la mente, uno puede observar cada pensamiento, ya sea trivial o importante. El trivial conduce hacía el importante, de modo que no lo ignore por su insignificancia. Puesto que se encuentra ahí, es una indicación de la trivialidad de la mente, y el hecho de ignorarlo no hace que la mente sea menos trivial, menos estúpida. Ignorarlo contribuye a que la mente siga siendo pequeña, estrecha; pero darse cuenta de él, comprenderlo, conduce a grandes riquezas internas.

Si algunos de ustedes han tratada de escribir tal como sugerí un par de semanas atrás, sabrán Lo difícil que es anotar cada pensamiento-sentimiento. No sólo habrán utilizado un montón de papeles, sino que habrán sido incapaces de anotar todos sus pensamientos y sentimientos, porque la mente es demasiado rápida en sus distracciones. Pero si tienen la intención de anotar cada pensamiento-sentimiento, por trivial y estúpido que sea, tanto el vergonzoso como el agradable, por poco éxito que tengan al principio, pronto descubrirán que ocurre algo peculiar. Como no tienen tiempo suficiente para anotar cada pensamiento-sentimiento, ya que deben conceder su atención a otros asuntos, encontrarán que una de las capas de la conciencia está registrando cada uno de sus pensamientos y sentimientos. Aunque no presten atención directamente a fin de anotarlos, se hallan internamente alerta, y cuando otra vez tienen tiempo para escribir, descubrirán que los registros de la percepción interna afloran a la superficie.

Si echan una ojeada a lo que han escrito, se encontrarán ya sea condenando o aprobando, justificando o comparando. Esta aprobación o negación impide que florezca el pensamiento-sentimiento y, por lo tanto, detiene la comprensión. Si no condenan, justifican o comparan, sino que reflexionan sobre ello y tratan de comprenderlo, descubrirán que estos pensamientos-sentimientos son indicaciones de algo mucho más profundo. De este modo, comienzan a desarrollar ese espejo que refleja sin distorsión alguna sus pensamientos-sentimientos. Y, al observarlos, llegan a comprender sus acciones y reacciones. En consecuencia, el conocimiento propio se vuelve más amplio y profundo. No sólo comprenden la momentánea acción y reacción presente, sino también la pasada, que ha dado origen a la presente. Y para esto, deben tener quietud y soledad. Pero la sociedad no les permite tenerlas. Ustedes deben estar con la gente, a toda costa deben hallarse extremadamente activos. Si uno permanece solo, lo consideran antisocial o peculiar, o bien siente uno temor de su propia soledad. Pero en este proceso de percepción alerta, descubrirán muchas cosas acerca de sí mismos y del mundo.

No traten a estas anotaciones como si fueran un nuevo método, una técnica nueva. Inténtenlo. Pero lo importante es darse cuenta de cada pensamiento-sentimiento, porque de ello surge el conocimiento propio. Es preciso que den comienzo al viaje del descubrimiento de sí mismos. Lo que encuentren no depende de ninguna técnica; la técnica impide el descubrimiento, y el descubrimiento es lo creativo, lo Liberador. Lo esencial no es la determinación de ustedes, sus conclusiones y opciones, sino lo que descubren, porque eso es lo que da origen a la comprensión.


Si no desean anotar, entonces dense cuenta de cada pensamiento-sentimiento, lo cual es mucho más difícil. Dense cuenta, por ejemplo, de su resentimiento, si es que tienen alguno. Tomar dará conciencia de él es darse cuenta de aquello que lo causó, por qué y cómo se ha acumulado, de qué modo moldea sus acciones y reacciones y cómo los acompaña constantemente. Darse cuenta del resentimiento, del antagonismo implica, por cierto, esto y mucho más, y es muy difícil darse cuenta de todo eso tan completa y globalmente como a la luz de un relámpago; pero si lo hacen descubrirán que ese resentimiento pronto se transforma por sí mismo. Si no pueden estar alerta de ese modo, anoten sus pensamientos-sentimientos, aprendan a estudiarlos con tolerante imparcialidad y, poco a poco, se les revelará todo su contenido. Este descubrimiento, esta comprensión, constituyen el factor que libera y transforma.

Pregunta: ¿ Quiso usted, seriamente, decir lo que dijo cuando la semana pasada sugirió que uno debe retirarse del mundo al cumplir alrededor de cuarenta o cuarenta y cinco años?

KRISHNAMURTI: Sugerí esto seriamente. Casi todos nosotros, hasta que la muerte nos alcanza, estamos tan atrapados en lo mundano, que no tenemos tiempo de investigar profundamente, de descubrir lo real. Para que podamos retirarnos del mundo se necesita un cambio completo en los sistemas educativos y económicos, ¿no es así? Si usted se retirara, no estaría preparado, se sentiría perdido, abandonado, no sabría qué hacer consigo mismo. No sabría cómo pensar. Probablemente, formaría nuevos grupos, nuevas organizaciones con nuevas creencias, nuevos distintivos y rótulos, y una vez más volvería a la actividad externa, haciendo reformas que requerirían reformas ulteriores. Pero no es esto lo que yo quiero decir.

Para que puedan retirarse del mundo, ustedes deben estar preparados mediante la adecuada clase de ocupación, creando el medio propicio, estableciendo el Estado justo, la educación correcta, etc. Si han sido preparados de este modo, entonces, el retirarse de las cuestiones mundanas a cualquier edad, es una consecuencia natural, no anormal; se retiran para fluir en la profunda y pura conciencia alerta, se retiran no para aislarse sino para encontrar lo real, para contribuir a transformar la sociedad y el Estado que se hallan en permanente petrificación y conflicto, Todo esto implicará una clase por completo diferente de educación, un cataclismo en nuestro orden social y económico. Un grupo semejante de personas estaría completamente desvinculado de la autoridad, de la política, de todas esas causas que producen guerra y antagonismo entre los seres humanos. Una roca puede imprimir una dirección al curso de un río: así, un pequeño número de personas puede dirigir el curso de una cultura. Por cierto, toda cosa grande se hace de esta manera.

Ustedes dirán, probablemente, que muy pocos de nosotros estamos en condiciones de retirarnos, por mucho que podamos desearlo. Evidentemente, todos no pueden hacerlo, pero algunos de ustedes pueden. Vivir en soledad o en un grupo pequeño requiere gran inteligencia. Pero si ustedes consideraran que vale realmente la pena, empezarían con ello, no como un maravilloso acto de renunciación, sino como algo natural e inteligente que un ser humano reflexivo debe hacer. ¡Cuan extraordinariamente importante sería que hubiera al menos algunos que no pertenecieran a ningún grupo o raza determinados, a ninguna religión o sociedad en particular! Crearán la verdadera hermandad humana, porque estarán buscando la verdad. Para que nos sintamos libres da las riquezas externas, tiene que haber clara percepción respecto de nuestra pobreza interna, y esto trae consigo riquezas incalculables. La corriente de la cultura puede cambiar su curso por obra de unas pocas personas despiertas. Y no se trata de desconocidos, sino de ustedes y de mí.

Pregunta: ¿No hay veces en que los problemas son tan importantes que necesitan ser abordados tanto desde fuera, como mediante la comprensión individual? Por ejemplo, la manera como japón inunda a China de narcóticos letales. Esta es sólo una de las muchas formas de explotación por las que somos realmente responsables. ¿Existe alguna forma no violenta en que podamos contribuir a detener estos espantosos procedimientos, o debemos esperar que el despertar individual de la conciencia siga su curso?

KRISHNAMURTI: Periódicamente, un grupo explota a otro grupo, y la explotación resulta en una crisis violenta. Esto ha estado sucediendo en el curso de los siglos: una raza dominando, explotando, asesinando a otra raza para ser, a su vez, oprimida, engañada, reducida a la pobreza. ¿Cómo ha de resolverse esto? ¿Ha de ser corregido sólo mediante la legislación externa, la organización externa, la educación externa, o comprendiendo las causas internas del conflicto que han producido el caos externo con sus desdichas? Ustedes no pueden captar lo interno sin comprender lo externo. Si tratan meramente de reprimir a una raza que explota u oprime a otra, se convertirán en el explotador, el opresor. Si adoptan malos medios para un fin correcto, el fin es transformado por el medio. Por lo tanto, hasta que no comprendamos esto de manera profunda, duradera, la mera reforma de lo malo usando malos métodos, generará males ulteriores; por eso, toda reforma necesita siempre nuevas reformas. Pensamos que vemos lo evidente que es esto; sin embargo, admitimos que, por medio del temor, de la propaganda y demás, nos persuadan de lo contrario, lo cual significa que, de hecho, no hemos percibido su verdad.

Tal como es el individuo, así es la nación, así es el Estado; uno puede no ser capaz de transformar a otro, pero puede tener la certeza de su propia transformación. Ustedes podrán impedir por medios violentos, sanciones económicas, etc., que un país explote a otro, pero ¿qué garantía hay de que la misma nación que pone fin a la crueldad de otra, no va a ser también opresora, cruel? No hay garantía, ninguna garantía en absoluto. Por el contrario, al combatir el mal con medios malos, la nación, el individuo, se convierte en aquello contra lo que está combatiendo. Ustedes pueden erigir una estructura exterior, superficial, sobre la base de una excelente legislación destinada a controlar y reprimir, pero si no hay buena voluntad y amor fraternal, el conflicto y la pobreza interiores explotan y producen caos externo.

La mera legislación no impide que el Occidente explote al Oriente, o quizá que el Oriente explote, a su vez, al Occidente, pero en tanta nosotros, individualmente o en grupos, nos identifiquemos con esta o aquella raza, nación o religión, habrá explotación y guerras, opresión y hambre. Mientras sigan ustedes admitiendo para sí mismos la división, la larga lista de divisiones absurdas tales como americanos, ingleses, alemanes, hindúes y demás, mientras dure la falta de percepción acerca de la unidad y relación de los seres humanos, seguirá habiendo asesinatos en masa y dolor interminable. Un pueblo guiado, reprimido por la mera legislación, es como una flor artificial, hermosa a la vista pero vacía por dentro.

Ustedes dirán, quizá, que el mundo no aguardará a que el despertar individual o el despertar de unos pocos altere su curso. Así es, seguirá ciegamente su curso establecido. Pero despertará a través de cada individuo que pueda liberarse de su servidumbre a la división, al espíritu mundano, a la ambición y al poder personal; gracias a la comprensión de estos individuos, podrán llegar a su término la brutalidad y la ignorancia. Sólo en el despertar del individuo hay esperanza.

Pregunta: Quiero ayudar a la gente, servirla. ¿Cuál es la mejor forma?

KRISHNAMURTI: La mejor forma es comenzar a comprenderse uno mismo y así cambiar. En este deseo de ayudar a otro, de servir a otro, se ocultan la arrogancia, la presunción. Si usted ama, sirve. El proclamar que uno ayuda nace de la vanidad.

Si usted quiere ayudar a otro, debe conocerse a sí mismo, porque usted es el otro. Puede ser distinto exteriormente: amarillo, negro, moreno o blanco, pero todos somos impulsados por el anhelo, el temor, la codicia o la ambición; internamente, somos muy semejantes. Sin conocerse a sí mismo, ¿cómo puede usted conocer las necesidades de otro? Sin comprenderse asimismo, usted no puede comprender a otro, servir a otro. Sin conocimiento propio, uno está actuando en la ignorancia; por lo tanto, genera sufrimiento.

Consideremos esto, la industrialización se está extendiendo rápidamente por todo el mundo impulsada por la codicia y la guerra. Puede proporcionar empleos, alimentar a más personas, pero ¿cuál es el resultado mayor? ¿Qué le ocurre a un pueblo altamente desarrollado en lo tecnológico? Habrá personas más ricas, habrá más automóviles, más aviones, más artefactos, más espectáculos cinematográficos, casas más grandes y mejores; pero ¿qué ocurre con esas personas en su condición de seres humanos? Se vuelven más y más crueles, más y más mecánicas, menos y menos creativas. La violencia se extiende inevitablemente y el gobierno es, entonces, la organización de la violencia. La industrialización puede producir mejores condiciones económicas, pero ¡con qué espantosos resultados! Barrios pobres y superpoblados, antagonismo del trabajador contra el que no trabaja, el amo y el esclavo, capitalismo y comunismo, todo ese estado caótico que se está extendiendo en diferentes partes del mundo. Decimos que, afortunadamente, ello elevará el nivel de vida, que la pobreza será erradicada, que habrá trabajo, libertad, dignidad y todas esas cosas. Pero la división del rico y el pobre, del poderoso y el que busca el poder... esta división y este conflicto interminables habrán de continuar. Y el final de todo eso, ¿cuál es? ¿Qué ha sucedido en Occidente? Guerras, revoluciones, continuas amenazas de destrucción, desesperación absoluta.

¿Quién está ayudando a quién, quién está sirviendo a quién? Cuando todo está siendo destruido alrededor de uno, el hombre reflexivo tiene que investigar las causas más profundas de ello, cosa que muy pocos parecen hacer. Un hombre cuya casa ha sido volada por una bomba, debe envidiar al hombre primitivo. Ustedes están trayendo la civilización a los pueblos que llaman atrasados, ¡pero a qué precio! Puede que estén sirviendo, pero consideren las consecuencias de ese servicio, pocos son los que se dan cuenta de las causas más profundas del desastre. Ustedes no pueden destruir la industria, no pueden suprimir el avión, pero pueden erradicar por completo las causas que originan el mal uso que se hace de ello. Las causas de ese uso espantoso están dentro de nosotros. Podemos erradicarlas, lo cual es una tarea difícil. Puesto que no queremos afrontar esa tarea, tratamos de legalizar la guerra; tenemos convenios. Ligas, seguridad internacional, etc., pero la codicia, la ambición, invalidan todo eso y es inevitable que prosigan las guerras y las catástrofes.

Para ayudar a otro, usted debe conocerse a sí mismo. El otro, igual que usted, es producto del pasado. Estamos todos relacionados unos con otros. Si usted está internamente enfermo de ignorancia, mala voluntad y pasiones, difundirá inevitablemente enfermedad y tinieblas. Si está internamente sano, si es íntegro, difundirá luz y paz; de lo contrario, contribuirá a producir un caos mayor y mayores desdichas. Comprendernos a nosotros mismos requiere paciencia, un estado de tolerante percepción alerta; el "yo" es una obra de muchos volúmenes que uno no puede leer en un día, pero una vez que se comienza a leerla, es preciso leer cada palabra, cada frase, cada párrafo, porque en ello están las insinuaciones de lo total. El comienzo de la obra es el final. Si uno sabe cómo leer, encontrará allí la suprema sabiduría.

Pregunta: La percepción alerta, ¿es posible solamente durante las horas de vigilia?

KRISHNAMURTI: Cuanto más consciente está uno de sus pensamientos-emociones, tanto más lo está de todo su ser. Entonces, las horas del dormir se vuelven una intensificación de las horas de vigilia. La conciencia funciona incluso en lo que llamamos "sueño", cosa que sabemos muy bien. Pensamos concienzudamente sobre un problema y, sin embargo, no podemos resolverlo; lo "dejamos para el día siguiente", frase que usamos a menudo, Por la mañana, encontramos que las cosas están más claras y nos parece que sabemos lo que debemos hacer; o bien percibimos un aspecto nuevo de ello que ayuda a esclarecer el problema. ¿Cómo ha sucedido esto? Podemos atribuir a ese hecho muchísimo misterio e imaginar muchas tonterías, pero ¿qué ocurre? En el llamado "sueño", la mente consciente, esa delgada capa, se halla quieta, quizá receptiva: se ha estado atormentando con el problema y ahora, cansada, está tranquila y libre de tensiones. Entonces pueden discernirse las insinuaciones de las capas más profundas de la conciencia, y cuando uno se despierta, el problema parece haberse vuelto más claro y más fácil de resolver. De modo que, cuanto más atentos estamos a nuestros pensamientos-sentimientos durante el día — no por unos cuantos segundos o durante un período determinado — , la mente se torna más quieta, más pasivamente alerta y, por lo tanto, capaz de comprender las sugerencias profundas y responder a ellas, Pero es difícil estar alerta de esa manera; la mente consciente no está acostumbrada a semejante intensidad. Cuanto más alerta se halla la mente consciente, tanto más coopera con ella la mente interna y, de ese modo, existe una comprensión más amplia y profunda.

Cuanto más atento y alerta está uno durante las horas de vigilia, tanto menos sueños hay. Los sueños son indicaciones de pensamientos-sentimientos y actos no completados, no comprendidos, que necesitan una nueva interpretación, o de pensamientos-esperanzas que requieren ser plenamente comprendidos. Algunos sueños carecen de importancia. Aquéllos que son significativos tienen que ser interpretados, y esa interpretación depende de nuestra capacidad de no identificarnos, de la agudeza de nuestra inteligencia. Si estamos profundamente atentos, la interpretación no es necesaria, pero somos demasiado perezosos y, por lo tanto, si podemos darnos ese lujo, acudimos a un especialista de los sueños, quien los interpreta conforme a su entendimiento. Gradualmente, entramos a depender de él; se convierte en el nuevo sacerdote y, por consiguiente, nos hemos agregado un problema más a los que ya tenemos. Pero, si estamos atentos aunque sea por un corto período, veremos que la breve, aguda percepción alerta, por efímera que sea, comienza a despertar un sentimiento nuevo que no es el resultado del anhelo, sino que es una facultad libre de todas las limitaciones y tendencias personales. Esta facultad, este sentimiento irá adquiriendo ímpetu a medida que nos tornemos más profunda y ampliamente atentos, de modo tal que estaremos atentos aun cuando dediquemos nuestra atención a otros asuntos. Aunque estemos ocupados en tareas necesarias y prestemos atención a la existencia cotidiana, la percepción alerta interna continúa; es como una placa fotográfica sensible en la que cada impresión, cada pensamiento-sentimiento se fija para ser estudiado, asimilado y comprendido. Esta facultad, este sentimiento nuevo es de suma importancia, porque revelará aquello que es eterno.

11 de junio de 1944