OBRA COMPLETA - TOMO 3 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 SÉPTIMA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL

Uno debe haberse preguntado a menudo si hay algo dentro de nosotros que continúa, un principio viviente que tiene permanencia, una cualidad que perdura, una realidad que persiste a través de toda esta transitoriedad. En mi plática de esta mañana trataré de explicar qué hay detrás de este deseo de continuación, y consideraré si existe realmente algo que tenga permanencia. Sugeriría que tengan la bondad de escuchar esto con pensamiento crítico y con discernimiento.

La vida se encuentra a cada instante en un estado de nacer, surgir, manifestarse. En este surgir, en este nacer, en este ser ella misma no hay continuidad, nada que pueda ser identificada como permanente. La vida se halla en constante movimiento y acción; cada instante de esta acción jamás ha sido antes y jamás volverá a ser. Pero cada instante nuevo constituye una continuidad de movimiento.

Ahora bien, la conciencia forma, mediante la acción de la ignorancia, su propia continuidad como un individuo y se aferra, con ansia desesperada, a esta identificación. ¿Qué es ese "algo" al que cada uno se aferra esperando que ello pueda ser inmortal o que pueda esconder en sí lo permanente o que más allá se encuentre lo eterno?

Deseamos hacer permanentes las limitaciones acumuladas, o pensamos que a través de estas capas de recuerdos existe algo que es perdurable. O bien imaginamos que, más allá de estas limitaciones de la individualidad, tiene que existir lo eterno.

Pregunto nuevamente: ¿Pueden hacerse perdurar estos recuerdos de ignorancia, deseos y tendencias acumuladas, recuerdos de los que surgen la fricción y el dolor? Esa es la pregunta. No podemos aceptar profundamente que, atravesando la individualidad, existe algo que es eterno, o que más allá de esta limitación hay algo permanente, porque este concepto sólo puede basarse en una creencia, en la fe, o en algo que llamamos intuición y que casi siempre es la satisfacción de un desea. A causa de nuestras inclinaciones, esperanzas y anhelos de autoperpetuación, aceptamos teorías, dogmas, creencias que nos aseguren la continuidad personal. Sin embargo, la honda incertidumbre continúa y tratamos de escapar de ella buscando la certidumbre, amontonando creencia sobre creencia, yendo de un sistema a otro, siguiendo a un instructor tras otro, con lo cual tan sólo aumentamos la confusión y el conflicto.

Ahora bien, yo no deseo dar origen a nuevas creencias o nuevos sistemas; deseo ayudarlos a que disciernan por sí mismos si hay una continuidad y a que comprendan su significado.

Este "algo" al que cada uno se aferra es la conciencia de la individualidad. Esta conciencia se compone de muchas capas de recuerdos que se manifiestan o permanecen estando presentes donde hay ignorancia, anhelo, deseo.

El anhelo, el deseo, la tendencia en cualquiera de sus formas, tiene que crear conflicto con aquello que lo provoca, es decir, el objeto del deseo. Este conflicto entre el anhelo y el objeto anhelado aparece como individualidad en la conciencia. Por lo tanto, en realidad es esta fricción la que busca perpetuarse. Lo que deseamos intensamente que continúe es nada más que esta fricción, esta tensión entre las diversas formas del anhelo y sus agentes provocadores. Esta fricción, esta tensión, es esa conciencia que alimenta a la individualidad.

El movimiento de la vida pleno; de continuidad. Está surgiendo, naciendo a cada instante; por consiguiente, se halla en un estado de acción y flujo perpetuo. Cuando uno anhela la propia inmortalidad, debe discernir cuál es el significado profundo de este anhelo y qué es lo que uno desea que continúe. La continuidad es el proceso por el cual la conciencia se mantiene a sí misma, proceso que, a causa de la ignorancia, da origen a la individualidad, la cual es el resultado del deseo, del anhelo; de aquí surgen la fricción y el conflicto en las relaciones, en la moralidad y en la acción.

El proceso del "yo" que busca perpetuarse es tan sólo anhelo acumulado. Esta acumulación y sus recuerdos componen la individualidad, a la cual nos aferramos anhelando inmortalizarla. Las numerosas capas de recuerdos acumulados, tendencias y deseos componen el proceso del "yo"; y nosotros queremos saber si ese "yo" puede vivir para siempre, si puede volverse inmortal. ¿Pueden estos recuerdos autoprotectores llegar a ser o convertirse en permanentes? ¿O lo permanente existe atravesándolos como una cuerda sólida? ¿O, más allá de este proceso de fricción, de limitación, está lo eternol? Deseamos hacer permanentes las limitaciones acumuladas, o pensamos que a través de estas capas de recuerdos existe algo que es perdurable. O bien imaginamos que, más allá de estas limitaciones de la individualidad, tiene que existir lo eterno.


Pregunto nuevamente: ¿Pueden hacerse perdurar estos recuerdos de ignorancia, deseos y tendencias acumuladas, recuerdos de los que surgen la fricción y el dolor? Esa es la pregunta. No podemos aceptar profundamente que, atravesando la individualidad, existe algo que es eterno, o que más allá de esta limitación hay algo permanente, porque este concepto sólo puede basarse en una creencia, en la fe, o en algo que llamamos intuición y que casi siempre es la satisfacción de un desea. A causa de nuestras inclinaciones, esperanzas y anhelos de autoperpetuación, aceptamos teorías, dogmas, creencias que nos aseguren la continuidad personal. Sin embargo, la honda incertidumbre continúa y tratamos de escapar de ella buscando la certidumbre, amontonando creencia sobre creencia, yendo de un sistema a otro, siguiendo a un instructor tras otro, con lo cual tan sólo aumentamos la confusión y el conflicto.

Ahora bien, yo no deseo dar origen a nuevas creencias o nuevos sistemas; deseo ayudarlos a que disciernan por sí mismos si hay una continuidad y a que comprendan su significado.

Por consiguiente, la pregunta importante es: "¿Puede convertirse en permanente el proceso del "yo"? ¿Puede llegar a ser permanente la conciencia de las inclinaciones, de los deseos y recuerdos acumulados que dan origen a la individualidad? En otras palabras, ¿pueden estas limitaciones convertirse en lo eterno? La vida, la energía se halla en estado perpetuo de acción, de movimiento en el cual no puede haber continuidad individual. Pero, como individuos, anhelamos perpetuarnos; y cuando uno discierna profundamente qué es la individualidad, percibirá que no es sino el resultado de la ignorancia que se mantiene a sí misma por medio de las numerosas capas de recuerdos, tendencias y deseos. Estas limitaciones deben causar, inevitablemente, dolor y confusión.

¿Pueden estas limitaciones, a las que llamamos individualidad, hacerse permanentes? Esto es lo que, de hecho, casi todos buscan cuando desean la inmortalidad, la realidad, cuando anhelan a Dios. Se interesan hondamente en la perpetuación de su propia individualidad. ¿Puede llegar a ser eterna la limitación? La respuesta es obvia. Si uno discierne a fondo la obvia transitoriedad de la limitación, entonces existe una posibilidad de realizar lo permanente, y sólo en esto hay relación y moralidad verdaderas.

Ahora bien, si uno puede discernir a fondo el surgimiento del proceso del "yo" y percibir intensamente la formación de las limitaciones y su transitoriedad, entonces esa misma percepción alerta las disuelve; y en eso está lo permanente. La cualidad de esta permanencia no puede ser descrita ni puede uno descubrirla. Se revela a sí misma con el discernimiento del proceso transitorio del "yo". La realidad de lo permanente sólo puede ocurrir, acaecer, y no es para ser cultivada. Nosotros, o bien buscamos lo permanente, algo que sea perdurable, que esté más allá de uno mismo, o tratamos de convertirnos en lo permanente. Ambos conceptos son erróneos. Si uno busca lo eterno más allá de sí mismo, entonces está obligado a crear ilusiones y a quedar preso en ellas, lo cual sólo le ofrece medios para escapar de la realidad actual, y en éstos no puede haber comprensión de lo que es. El individuo debe conocerse a sí mismo, y entonces será capaz de discernir si existe o no la permanencia. Nuestra búsqueda de lo eterno debe conducirnos por fuerza a La ilusión; pero si, mediante el esfuerzo persistente y la experimentación, podemos comprendernos profundamente a nosotras mismos y discernir lo que somos, sólo entonces puede manifestarse lo permanente, no la permanencia de algo exterior a nosotros, sino esa realidad que surge a la existencia cuando el transitorio proceso del "yo" ha dejado de perpetuarse a sí mismo.

Para muchos, lo que digo permanecerá como una teoría, será vago e indefinida; pero si ustedes pueden discernir su validez o aceptarlo como una hipótesis, no como una ley o un dogma, entonces podrán comprender su activa importancia en la vida cotidiana. Nuestra moralidad, nuestra conducta, nuestros conceptos y anhelos se basan fundamentalmente en el deseo de la propia perpetuación. El "yo" no es sino el producto de recuerdos acumulados, los que causan fricción entre uno mismo y el movimiento de la vida, entre los valores definidos y los indefinidos. Esta fricción misma es el proceso del "yo", y éste no puede convertirse en lo eterno. Si podemos captar esto fundamentalmente, plenamente, entonces toda nuestra actitud y nuestro esfuerzo tendrán una significación y un propósito diferentes.

Existen dos clases de voluntad: la voluntad nacida del deseo, del anhelo, y la voluntad del discernimiento, de la comprensión. La voluntad que es el resultado del deseo se basa en el esfuerzo consciente de adquisición, ya sea la adquisición del deseo o la adquisición de] no deseo. Este consciente o inconsciente esfuerzo del desear, del anhelar, origina todo el proceso del "yo", y de este proceso surgen la fricción, el dolor y la consideración del más allá. También surge el conflicto entre los opuestos y, por lo tanto, la constante batalla entre lo esencial y lo no esencial, entre la opción y la no opción. Y de este proceso provienen los múltiples muros autoprotectores de la limitación que impiden la verdadera comprensión de los valores infinitos. Ahora bien, si estamos conscientes de este proceso, conscientes de que hemos desarrollado una voluntad a causa del deseo de adquirir, de poseer, y de que esa voluntad está creando un conflicto, un sufrimiento y un dolor continuos, entonces tiene lugar, sin esfuerzo consciente alguno, la comprensión de la realidad que puede ser llamada lo permanente.

Discernir que el deseo está presente donde hay ignorancia y que, de este modo, genera sufrimiento, y aun así no permitir que la mente se ejercite para no desear, es una tarea sumamente ardua y difícil. Podemos discernir que el poseer, el adquirir, crea sufrimiento y perpetúa la ignorancia, que el movimiento del anhelo impide la claridad del discernimiento. Si uno reflexiona al respecto, percibirá que es así. Cuando no hay deseo ni no deseo, entonces se comprende qué es lo permanente. Es un estado extremadamente sutil y difícil de captar; requiere un esfuerzo apropiado y persistente para no quedar presos entre los opuestos, renunciando y aceptando. Sí somos capaces de discernir que los opuestos son erróneos, que tienen que resultar en conflicto, entonces ese mismo discernimiento, esa misma percepción alerta, trae consigo la iluminación. Hablar de esto es muy difícil, puesto que cualquier símbolo que podamos usar despierta en la mente un concepto que contiene en sí el opuesto. Pero si podemos discernir plenamente que, a causa de nuestra propia ignorancia, creamos dolor, entonces no pondremos en marcha el proceso de los opuestos.

Discernir requiere recto esfuerzo, y sólo en este recto esfuerzo está la comprensión de lo permanente.

Pregunta: Todas las personas inteligentes están contra la guerra, pero ¿ está usted contra la guerra defensiva, como cuando una nación es atacada ?

KRISHNAMURTI: El considerar la guerra como ofensiva y defensiva, sólo nos llevará a más confusión y desdicha. Lo que debemos cuestionar es la matanza, ya sea en la guerra o por medio de la explotación. ¿Qué es, al fin y al cabo, una guerra defensiva? ¿Por qué debe una nación atacar a otra? Probablemente, la nación atacada ha provocado el ataque a causa de la explotación económica y la codicia. Si abordamos la cuestión de la guerra como defensiva u ofensiva, jamás llegaremos a una solución verdadera y satisfactoria. Sólo estaremos tratando con los prejuicios adquisitivos. Existe algo como el morir voluntariamente por una causa; pero que un gmpo de personas deba mandar a otros seres humanos a que los adiestren para matar o para que los maten, es sumamente bárbaro e inhumano. Usted jamás formulará esta pregunta acerca de la guerra — que involucra la regimentación del odio, la mecanización del hombre mediante la disciplina militar — , no preguntará si es correcto matar en defensa o en agresión, si puede discernir por sí mismo la verdadera naturaleza del hombre.

Desde mi punto de vista, matar es fundamentalmente malo, como es malo explotar a otro. Casi todos ustedes se horrorizan ante la idea de matar pero, cuando hay una provocación, se levantan en armas. Esta provocación tiene lugar por medio de la propaganda, de la apelación a sus falsas emociones de nacionalismos, familia, honor y prestigio, que son palabras carentes de todo significado profundo. No son sino absurdos a los que se han acostumbrado y mediante los cuales explotan y son explotados. Si de veras reflexionan a fondo sobre esto, ayudarán a acabar con todas las causas que generan odio, explotación y finalmente conducen a la guerra, ya sea ofensiva o defensiva.

Ustedes no parecen sentir la necesidad de una respuesta vital a todo esto. Algunos, educados en la religión, probablemente repiten a menudo la frase de que "uno debe amar a su prójimo". Pero tienen contra otros, prejuicios tan arraigados de nacionalismo y de distinciones de raza, que han perdido toda respuesta humana y afectuosa. Uno está muy orgulloso de ser norteamericana o de pertenecer a alguna raza en particular; las diferencias de clase y de raza son tan falsa y despiadadamente estimuladas en todos nosotros, que uno desprecia a los extranjeros, judíos, negros o asiáticos. Hasta que estemos libres de estos prejuicios absurdos e infantiles, existirán las diversas clases de guerras. Si ustedes, los que escuchan con discernimiento estas pláticas, sienten y actúan con comprensión y, por lo tanto, se liberan de esas ideas limitadoras, peligrosas y dañinas, entonces hay una posibilidad de que tengamos un mundo pacífico y feliz. Esto no es un mero sentimiento; pero como el problema de la explotación y délas matanzas nos concierne a cada uno de nosotros, ustedes deben hacer esfuerzos energéticos por liberar a sus mentes de estas ideas autoimpuestas de seguridad y perpetuación individual, que crean tanta confusión y desdicha en el mundo.

Pregunta: ¿No debemos tener alguna idea de lo que es la acción pura ? El mero tornarnos conscientes, aun profundamente conscientes, parece ser un estado negativo de conciencia. La conciencia positiva, ¿ no es esencial para la acción pura ?

KRISHNAMURTI: Usted quiere que yo le describa lo que es la acción pura; a una descripción así llamaría enseñanza positiva. La acción pura debe ser discernida individualmente por cada uno, y no puede haber sustitución de lo falso por lo verdadero. El discernimiento de lo que es falso da lugar a la acción verdadera. La mera sustitución o el tener un concepto de la acción pura, debe conducir inevitablemente a la imitación, a la frustración y a las numerosas prácticas que destmyen la verdadera inteligencia. Pero si usted discierne sus propias limitaciones, entonces de esa comprensión surgirá la acción positiva.

Si experimentan con esto, verán que no es una actitud negativa hacia la vida; por el contrario, la única manera positiva de vivir consiste en discernir el proceso de la ignorancia, la cual está siempre presente donde hay anhelo y origina dolor y confusión. La mente busca una definición con la cual poder fabricarse un molde a fin de escapar de esas reacciones que causan fricción y angustia. En esto no hay comprensión; lo he dicho muy a menudo. Internamente, el proceso del "yo" con sus exigencias, anhelos, vanidades y crueldades, persiste y continúa. En la comprensión de este proceso — no porque pueda traerle una recompensa o la felicidad, sino por la comprensión misma — radica la acción clara y verdadera.

Pregunta: Usted ha dicho que las así llamadas organizaciones espirituales son obstáculos para nuestro logro de la espiritualidad, Pero, después de todo, ¿acaso todos los obstáculos que impiden el logro de una vida espiritual no se encuentran dentro de uno mismo y no en las circunstancias externas ?

KRISHNAMURTI: La mayoría de nosotros recurre a las organizaciones espirituales porque prometen recompensas; y como casi todos buscamos seguridad y consuelo espiritual, emocional o mental, sucumbimos a sus promesas, nos convertimos en instrumentos de explotación y somos explotados. Exige un gran discernimiento y recto esfuerzo descubrir por nosotros mismos si estamos presos en la prisión que nos hemos creado y librarnos de sus sutiles influencias. Estas organizaciones surgen y existen debido a que anhelamos nuestro propio, egoísta bienestar y consuelo espiritual, así como nuestra propia continuidad. No hay nada espiritual en relación con estas organizaciones, ni pueden ellas liberar al hombre de su propia ignorancia, de su propia confusión y su dolor.

Pregunta: Si no hemos de tener ideales, si debemos estar libres de nuestro deseo de mejorarnos, de servir a Dios y a nuestros semejantes menos afortunados, ¿cuál es, entonces, si propósito del vivir? ¿Por qué no simplemente morir y terminar con ello?

KRISHNAMURTI: Lo que he dicho con respecto a los ideales es que ellos se vuelven un recurso conveniente para escapar del conflicto de la vida y, por eso, impiden la comprensión de uno mismo. Jamás he dicho que uno no debe ayudar a sus semejantes menos afortunados.

Ahora bien, los ideales actúan tan sólo como patrones de medida: y puesto que la vida desafía toda medición, la mente debe liberarse de los ideales a fin de que pueda comprender el movimiento de la vida. Los ideales son impedimentos, obstáculos. En vez de limitarse a aceptar lo que digo y, en consecuencia, decirse que no debe tener ideales, discierna por sí mismo si éstos no oscurecen su comprensión. Cuando la mente se libera de preconceptos, explicaciones y definiciones, entonces es capaz de enfrentar la causa de su propio sufrimiento, su propia ignorancia y su propia existencia limitada. Por lo tanto, la mente debe interesarse en el sufrimiento mismo y no en lo que pueda obtener de la vida. La mera persecución de ideales, el anhelo de felicidad, la búsqueda de la verdad, de Dios, indica que uno escapa del movimiento de la vida. No se preocupe acerca de cuál es el objeto del vivir; discierna más bien la causa del sufrimiento, tome conciencia de ella. En la disolución de esa causa está la comprensión de lo que es.

Pregunta: ¿Tendría la bondad de explicar qué entiende por su declaración de que aun el llevar cuentas puede ser creativo? La mayoría de nosotros piensa que sólo el trabajo constructivo tiene esa cualidad.

KRISHNAMURTI: ¿No es cuestión de cómo considera uno el trabajo, ya sea que se trate de contabilidad, de labrar la tierra, escribir libros o pintar cuadros? Para un hombre perezoso y falto de interés, todo trabajo se vuelve no creativo. ¿Por qué preguntar qué trabajo es o no es creativo, o si el pintar un cuadro es más creativo que escribir a máquina? Realizarse en plenitud es ser inteligente; y para despertar la inteligencia se requiere que haya recto esfuerzo. Esta tenacidad no puede ser artificial; el vivir no debe ser dividido en trabajo y realización interna. El trabajo y la vida interna deben estar unidos. El júbilo mismo del recto esfuerzo abre la puerta a la inteligencia. El discernimiento del proceso del "yo" es el principio de la realización creativa.

17 de mayo de 1936

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 SEXTA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL

Algunos de ustedes pueden pensar que soy repetitivo, y tal vez lo sea, porque las preguntas que han sometido a mi consideración, las entrevistas y, en general, las conversaciones que he sostenido con la gente, me dieron la impresión de que se ha comprendido poco lo que he estado diciendo; por eso tengo que repetir la misma cosa en palabras diferentes. Espero que aquéllos que más o menos han captado las ideas fundamentales, tendrán la paciencia de escuchar nuevamente lo que tengo que decir.

Hay tanto sufrimiento, en tanta variedad de formas, que uno se angustia al respecto. Ésta no es una frase vacía; uno percibe a su alrededor tanta explotación y crueldad, que se pregunta constantemente cuál es la causa del dolor y por qué medios puede ser disipado.

Hay algunos que creen firmemente que la desdicha del mundo es el resultado de cierta perversa calamidad que está fuera del control humano, y que tanto la felicidad como la libertad respecto del dolor pueden existir sólo en otro mundo, cuando el hombre regresa a Dios. Tal actitud hacia la vida es completamente errónea desde mi punta de vista, porque este caos es de la propia hechura del hombre.

Para discernir el proceso del sufrimiento, cada uno debe comprenderse a si mismo El comprenderse uno a sí mismo, es una tarea sumamente difícil y exige el más persistente esfuerzo y un constante estado de alerta, pero son muy pocos los que tienen la inclinación o el deseo de comprender a fondo este proceso de sufrimiento y dolor. Tenemos más oportunidades de disipar nuestras energías a través de entretenimientos absurdos, conversaciones baladíes y búsquedas vanas, que de descubrir, de penetrar profundamente en nuestros propios requerimientos psicológicos, en nuestras necesidades y creencias, en nuestros ideales. Pero esto implica un esfuerzo tenaz de nuestra parte, y como no queremos esforzarnos, preferimos escapar hacia todo tipo de satisfacciones fáciles.

Si no escapamos por medio de diversiones, escapamos por medio de creencias, participando en las actividades de organizaciones con sus lealtades y compromisos. Estas creencias llegan a ser un escudo que nos impide comprendernos a nosotros mismos. Las sociedades religiosas prometen ayudarnos en la comprensión de nosotros mismos pero, desafortunadamente, somos explotados y tan sólo repetimos sus frases y sucumbimos a la autoridad de sus líderes. De modo que estas organizaciones, con sus restricciones crecientes y sus promesas secretas, nos llevan hacia ulteriores complicaciones que nos tornan incapaces de comprendernos. Una vez que nos hemos comprometido con una sociedad en particular, con sus líderes y amigos, empezamos a desarrollar esas lealtades y responsabilidades que nos impiden ser totalmente sinceros con nosotros mismos. Existen, por supuesto, otras formas de escape a través de diversas actividades superficiales.

Para comprendernos profundamente, necesitamos equilibrio interno. O sea, no podemos renunciar al mundo esperando, con eso, comprendernos, ni estar tan enredados en el mundo que no haya ocasión de comprendernos. Tiene que haber equilibrio, no renunciación ni aquiescencia. Esto exige un profundo estado de percepción alerta. Debemos aprender a observar nuestras acciones, nuestras creencias, nuestros pensamientos e ideales, observarlos silenciosamente y sin juzgarlos, sin interpretarlos, como para ser capaces de discernir su verdadero significado. Primero debemos tomar conciencia de nuestros propios ideales y deseos, de nuestras búsquedas, sin aceptar ni condenar nada como correcto o equivocado. En la actualidad, no podemos discernir qué es verdadero y qué es falso, qué es perdurable y qué es transitorio, porque la mente se halla tan mutilada por los deseos que ella misma ha creado, por sus propios ideales y escapes, que es incapaz de tener percepciones genuinas. Por lo tanto, en primer lugar debemos aprender a ser observadores silenciosos y equilibrados de nuestras propias limitaciones y fricciones que son causa de dolor.

Si comienzan a observar, verán que están buscando explicaciones, definiciones, satisfacciones, ideales, imágenes gráficas y representaciones nuevas como sustitutos de las viejas. Aceptaban las viejas creencias, explicaciones e imágenes porque les satisfacían; y ahora, a causa de la fricción con la vida, están descubriendo que ya no les dan lo que anhelan. De modo que buscan nuevas explicaciones, nuevas esperanzas, nuevos ideales y escapes, pero con el mismo trasfondo de deseo y satisfacción. Entonces comienzan a comparar las viejas explicaciones con las nuevas y eligen aquéllas que les brindan más seguridad y contentamiento. Piensan que aceptando estas nuevas explicaciones, estos nuevos ideales, encontrarán la felicidad y la paz. Como lo que reclaman es satisfacción y contentamiento, contribuyen a crear y aceptan creencias y explicaciones que satisfagan su deseo, y entonces empiezan a moldear sus pensamientos y su conducta conforme a estos nuevos moldes. Si lo observan percibirán que es así. Debido a que hay tanto sufrimiento dentro y fuera de ustedes, desean conocer la causa, pero se satisfacen fácilmente con explicaciones y continúan sufriendo. Las explicaciones son un montón de polvo para una mente aguda y perspicaz.

Algunos de ustedes creen en la idea de la reencarnación. Vienen y me preguntan qué creo yo, si la reencarnación es un hecho o no, si recuerdo mis vidas pasadas, etc. Ahora bien, ¿por qué me lo preguntan? ¿Por qué desean saber lo que pienso al respecto? Desean una confirmación más amplia de su propia creencia, a la que consideran un hecho, una ley, porque les brinda una esperanza, un propósito en la vida. De este modo, la creencia se convierte para ustedes en un hecho, en una ley, y van de un sitio a otro buscando la confirmación de su esperanza. Aun cuando pudieran confirmarla, no puede ser de importancia vital para ustedes, Cualquier cosa que ello pudiera ser para mí, verdadero o falso, lo importante para ustedes es que, por medio de la acción, del vivir, disciernan por sí mismos estos conceptos y no acepten ninguna clase de afirmaciones.

Para la mente, existen tres estados: "yo sé", "yo creo" y "yo no sé". Cuando ustedes dicen "yo sé", quieren decir que saben gracias a la experiencia, y que por medio de esa experiencia se han asegurado y convencido respecto de una idea, de una creencia. Pero esa seguridad, esa convicción puede basarse en la imaginación, en un deseo de realizarse personalmente, deseo que poco a poco se convierte para ustedes en un hecho; por eso afirman "yo sé". Algunos dicen que la reencarnación es un hecho., y para ellos quizá lo sea, tal como dicen que pueden ver sus vidas pasadas; pero a ustedes, que anhelan la continuidad, la reencarnación les brinda una esperanza y un propósito, y así se aferran a la idea diciendo que es la intuición lo que los impulsa a aceptar la reencarnación como un hecho, como una ley, Aceptan la idea del renacimiento basados en la afirmación de otro, sin cuestionar el conocimiento de esa persona, el cual puede ser imaginación, alucinación o la proyección de un deseo. Al anhelar la propia perpetuación, la inmortalidad, son ustedes incapaces de tener un genuino discernimiento. Si no dicen "yo sé", declaran: "Creo en la reencarnación porque explíca las desigualdades de la vida". Nuevamente, esta creencia que, según ustedes, ha sido inspirada par la intuición, es el resultado de una oculta esperanza con su anhelo de continuidad.

Así que, tanto el "yo sé" como el "yo creo" son inseguros, inciertos y no confiarse en ellos. Pero si ustedes dicen: "No sé", comprendiendo plenamente el significado que ello tiene, entonces hay una posibilidad de percibir "lo que es". Hallarse en un estado de no saber, exige un gran desposeimiento y un esfuerzo persistente, pero ése no es un estado negativo; es el más vital y serio de los estados para la mente-corazón que no se aferra a explicaciones y afirmaciones.

Uno puede decir casualmente y con facilidad que no sabe, y la mayoría lo dice Uno oye y lee tanto acerca de la causa del sufrimiento que, inconscientemente, empieza a aceptar esta explicación y a rechazar aquella otra, conforme a los dictados de la satisfacción y la esperanza. Como casi todos tienen mentes obstruidas por creencias, prejuicios, esperanzas y exigencias secretas, es casi imposible para ellos decir "no sé". Debido a sus anhelos profundos, están tan atados a ciertas creencias que jamás se hallan en un estado de total bancarrota interna; nunca se encuentran en ese estado de absoluto desposeimiento, cuando todos los apegos, las explicaciones, esperanzas e influencias han cesado por completo.

Empezamos a discernir qué es lo verdadero, sólo cuando todo deseo ha llegado a su fin, porque el deseo origina creencias, ideales, esperanzas, que son meros escapes. Cuando la mente ya no busca seguridad en ninguna forma ni reclama explicaciones ni confía en influencias sutiles, entonces, en ese estado de desnudez interna, existe lo verdadero, lo permanente. Si la mente es capaz de discernir que está creando su propia actividad generada en el deseo, la conciencia cambia con respecto a la realidad. Entonces existe lo permanente; entonces hay un final para la transitoriedad de la conciencia. La conciencia es la acción o fricción entre la ignorancia y las provocaciones externas de la vida, del mundo; y esta conciencia, esta lucha, este dolor se perpetúan mediante el deseo, el anhelo, los cuales crean su propia ignorancia.

Pregunta: Explique, por favor, con mayor claridad, qué entiende usted por flexibilidad de la mente.

KRISHNAMURTI: ¿Acaso no es necesario tener una mente dúctil, alerta? ¿No debe uno tener una mente que sea supremamente flexible? ¿No debe la mente ser como un árbol que tiene sus profundas raíces en la tierra y, no obstante, se doblega al paso de los vientos? Es él mismo, por eso puede ser flexible. Ahora bien, ¿en qué nos ocupamos nosotros? Tratamos de llegar a ser alguna cosa y nos vanagloriamos de ello. Ese "llegar a ser" no es plenitud de realización sino imitación, la copia de un modelo de lo que llamamos perfección; es un seguir, un obedecer a fin de lograr, de tener éxito. Esa no es verdadera realización. Una rosa o una violeta es una flor perfecta en su belleza, y eso, en si mismo, es realización; sería vano desear que una violeta pudiera ser como una rosa. Nosotros hacemos un esfuerzo constante por ser esto o aquello, y así la mente-corazón se vuelve cada vez más rígida, limitada, estrecha e incapaz e una profunda flexibilidad. Por eso crea ulteriores resistencias de autoprotección contra el movimiento de la vida. Estas resistencias autocreadas impiden que la mente-corazón comprenda sus propias actividades que engendran e incrementan la ignorancia. La flexibilidad de la mente no consiste en llegar a ser alguna cosa, en adorar el éxito, sino que se reconoce cuando la mente se despoja de esas resistencias que ella misma ha engendrado a causa del anhelo. Esta es la verdadera realización. En ella está lo eterno, lo permanente, lo que es siempre flexible.

Pregunta: Conozco todas mis limitaciones, pero ellas permanecen conmigo. Por lo tanto, ¿qué entiende usted por traer lo subconsciente a lo consciente ?

KRISHNAMURTI: Señor, conocer tan sólo las propias limitaciones no es, por cierto, suficiente, ¿verdad? ¿No ha percibido usted su significado? Durante muchos años he venido diciendo que ciertas cosas son limitaciones, y usted tal vez ha estado repitiendo mis palabras sin comprenderlas profundamente, y entonces dice: "Conozco todas mis limitaciones". La tenaz y atenta percepción de nuestras propias limitaciones, trae consigo su disolución.

Las ceremonias, como otras distorsiones del pensamiento, para mí son limitaciones. Supongamos que está de acuerdo y desea descubrir si su mente se halla presa en estas limitaciones. Empiece a darse cuenta de ellas, no juzgando, sino observando en silencio y discerniendo si ciertas reacciones son perjudiciales, limitadas. Ese discernimiento mismo, esa percepción misma, sin crear una cualidad opuesta, desaloja de la mente las resistencias y las restricciones perjudiciales. Cuando usted pregunta: "¿Cómo puedo librarme de mis limitaciones?", ello indica que no se da cuenta de ellas, que no existe un persistente esfuerzo para discernir. En esta tenaz percepción alerta, en la lucha misma, hay júbilo. La percepción alerta carece de recompensas.

Pregunta: He escuchado sus pláticas durante varios años pero, para ser franco, todavía no he captado lo que trata de comunicar. Sus palabras siempre me han parecido vagas, mientras que los escritos de H. P Blavatsky, Rudolf Steiner, Annie Besant y algunos otros, me han ayudado grandemente. ¿No es que hay diferentes maneras de presentar la verdad, y que su manera es la del místico, distinta de la del ocultista ?

KRISHNAMURTI: No sé con cuánta frecuencia he contestado esta pregunta, pero si lo desea la contestaré otra vez. Cualquier explicación, cualquier medida de la verdad, tiene que ser errónea. La verdad es para comprenderse, para discernirse, no para explicarse. Es, pero no puede ser buscada. Por o tanto, no puede haber una manera o muchas maneras de presentar la verdad. Lo que es presentado como verdad, no es la verdad.

Pero entonces puede que usted me pregunte: "¿Qué es lo que trata de hacer? Si no nos da una representación gráfica de la verdad, midiendo para nosotros lo inconmensurable, ¿qué es, entonces, lo que hace?". Todo cuanto trato de hacer es ayudarles a discernir por sí mismos que no hay salvación externa a nosotros; que no hay Maestro ni sociedad que pueda salvarlos; que ninguna iglesia, ninguna ceremonia, ninguna oración puede acabar con las limitaciones y restricciones que nosotros mismos hemos creado; que sólo mediante nuestra propia y persistente percepción alerta existe la comprensión de lo real, de lo permanente; y que nuestra mente se halla tan obstruida, tan sobreexcitada con creencias, ideales, deseos y esperanzas, que es incapaz de percibir. Por cierto, esto es simple, claro y definido; no es vago.

Cada uno, a causa de su propio deseo, está creando ignorancia, y esa ignorancia, mediante sus propias actividades volitivas, se perpetúa a sí misma como individualidad, como el proceso del "yo". Sostengo que el "yo" es ignorancia, que carece de realidad y que no oculta nada permanente. He dicho esto a menudo y lo he explicado de muchas maneras, pero algunos de ustedes no quieren pensar con claridad y así se aferran a sus esperanzas y satisfacciones. Quieren evitar la tenacidad profunda; esperan disipar sus conflictos, desdichas y sufrimientos por intermedio de otro, y desean que las organizaciones explotadoras, ya sea religiosas o sociales, sean milagrosamente transformadas. Si hacen un esfuerzo, desean un resultado, lo cual excluye la comprensión.

Entonces dicen: "¿Qué sentido tiene hacer un esfuerzo si no obtenga algo de él?". El esfuerzo de ustedes, a causa del deseo, crea limitaciones ulteriores que destruyen la comprensión. La mente queda atrapada en este círculo vicioso, en el esfuerzo debido al deseo, lo cual mantiene la ignorancia; y así es como el proceso del "yo" llega a sustentarse a sí mismo. Las personas que han acumulado dinero, propiedades, cualidades, son rígidas en su adquisición e incapaces de una comprensión profunda. Son esclavas de su propio deseo, eL cual crea un sistema de explotación. Si reflexionan sobre esto, verán que no es difícil de comprender, pero comprenderlo por medio de la acción exige un esfuerzo tenaz y persistente.

Para algunas de ustedes, lo que digo es vacío y carente de sentido; para otros, el asistir a estas reuniones es un hábito; y hay unos pocos que están vitalmente interesados. Algunos toman una o dos declaraciones mías, las separan de sus contextos y tratan de introducirlas en su propio sistema particular. En esto no hay comprensión alguna y sólo habrá de conducirlos a nuevas confusiones.

Pregunta: Puesto que los Maestros fundaron la Sociedad Teosófica, ¿cómo puede usted decir que las sociedades espirituales son un obstáculo para la comprensión del hombre? ¿O esto no es aplicable a la Sociedad Teosófica ?

KRISHNAMURTI: Eso es lo que cada sociedad, secta o grupo religioso hará. Los católicos romanos han sostenido durante siglos que son los representantes directos de Cristo. Y otras sectas religiosas han hecho afirmaciones similares, sólo que usando nombres diferentes. O bien la enseñanza de ellos es inherentemente verdadera y entonces no necesita el apoyo de ninguna autoridad por grande que sea, o su enseñanza puede sostenerse sólo gracias a la autoridad. Si se sostiene a base de alguna autoridad, ya sea del Buda, de Cristo o de los Maestros, entonces carece de significación. Se vuelve tan sólo el medio de explotar a la gente a causa de sus temores. Esto ocurre constantemente por todo el mundo: el uso de la autoridad para reprimir a las personas debido al miedo de éstas — lo cual es llamado amor o respeto por una particular forma de actividad — , o para fundar una organización religiosa. Y ustedes, que anhelan la felicidad, la seguridad, sin pensarlo siquiera siguen a la autoridad y son explotados. No cuestionan todo el concepto de autoridad. Se someten a ella, a la explotación, pensando que eso habrá de conducirlos a la realidad; pero sólo los aguardan la confusión y la desdicha. Esta cuestión de la autoridad es tan sutil que el individuo se engaña a sí mismo diciendo que el someterse a una determinada forma de creencia o actividad, se debe a su propia elección voluntaria. Donde hay deseo tiene que haber temor y creación de la autoridad, con sus crueldades y su explotación.

He repetido esto con mucha frecuencia y en diferentes palabras. Algunos han venido a decirme que renunciaron a esta o aquella organización. Esa no es, por cierto, lo más importante, aunque la renuncia debe seguir necesariamente a la comprensión. Lo importante es saber por qué se afiliaron. Si pudieran descubrir el impulso que los mueve a unirse a estas sectas, a estos grupos religiosos, y pudieran discernir el profundo significado de ese impulso, entonces ellos mismos se abstendrían de unirse a cualquier organización religiosa. Si uno analiza ese impulso, percibirá fundamentalmente que donde hay una promesa de seguridad y felicidad, el deseo por obtenerlas es tan grande que ciega la comprensión, el discernimiento; y la autoridad es cultivada como un medio de satisfacer los múltiples anhelos.

Pregunta: ¿Es o no es usted un miembro de la Gran Logia Blanca de Adeptos e Iniciados?

KRISHNAMURTI: Señor, ¿qué importa eso? Me temo que este país, y especialmente este litoral, está inundado con toda clase de misterios, lo cual es utilizado para explotar la credulidad y el temor de la gente. ¡Hay tantos swamis, blancos y morenos, que les hablan acerca de estas cosas! ¿Qué puede importar seriamente si hay o no una Logia Blanca? ¿Y quiénes son los que hablan o escriben sobre estos misterios, excepto aquéllos que, consciente o inconscientemente, desean explotar al ser humano en nombre de la hermandad, el amor, la verdad? Cuídense de tales personas. Han puesto en marcha supersticiones increíbles y dañinas. He oído con frecuencia a personas que dicen que son guiadas por Maestros que emiten energías, etc. ¿No sabe, no puede percibir por sí mismo que usted es su propio Maestro, que crea su propia ignorancia, su propio dolor, y que nadie más puede, por ningún medio, liberarlo de su sufrimiento, ni ahora ni nunca? Si discierne este hecho, esta verdad, esta ley fundamental: que usted crea su propia limitación y su dolor, que usted mismo contribuye a producir un sistema que explota despiadadamente al ser humano y que, a causa de sus propias exigencias internas, de sus temores y deseos, son creadas las organizaciones religiosas y de otra clase para la astuta explotación de la gente, si discierne todo eso, entonces ya no fomentará más estos sistemas ni ayudará a crearlos. Entonces la autoridad dejará de tener cualquier posición significativa en la vida; entonces comprenderá que sólo el hombre puede llegar a su propia, verdadera realización.

Esto requiere una tremenda confianza en nosotros mismos. Pero ustedes dicen: "Somos débiles y debemos ser conducidos; necesitamos tener niñeras". De este modo, continúan con todo el proceso de superstición y explotación. Si percibieran profundamente que la ignorancia misma se está perpetuando a través de su propia acción, habría un cambio profundo en la relación que tienen con la vida. Pero les aseguro que esto exige una profunda comprensión de nosotros mismos.

10 de mayo de 1936