SEGUNDA PLÁTICA EN LOS JARDINES DE LA ESCUELA VASANTA
Amigos:
La mayoría de las personas que son al menos reflexivas, desea descubrir si existe algo que sea más perdurable, en lo cual la vida sea más plena, completa, y describe esa realidad como Dios, la verdad, o la vida misma. Y bien, para mí, existe una cosa como la realidad, algo perdurable, completo, eterno, pero, como lo he estado diciendo en mis últimas dos pláticas, la búsqueda misma de la verdad implica negarla, porque esa realidad es para ser descubierta, no para ser seguida. Espero que vean la diferencia. Si van tras la verdad, tras esa realidad, deben saber lo que es, deben tener un preconcepto, pero si empiezan a descubrirla, entonces ese descubrimiento es lo real, no así la búsqueda de la verdad; por eso, en mi breve plática de esta mañana, quiero ayudarles más bien a descubrir la verdad, no a seguirla.
Ante todo, la verdad, o esa realidad, no puede ser encontrada corriendo tras de ella, porque cuando buscamos algo, eso indica que nuestra mente, todo nuestro ser está tratando de escapar de ese conflicto en el que la mente y el corazón están atrapados. Mientras que, si podemos volvemos conscientes, alerta a los muchos obstáculos que creamos a causa del temor y, de tal modo, liberamos a la mente de ese temor, de esos obstáculos, descubriremos qué es la vida eterna. O sea, en vez de tratar de descubrir qué es la verdad, descubramos cuáles son los obstáculos que hemos creado a causa del miedo, y en la comprensión de la causa del miedo y de sus numerosos obstáculos, descubriremos entonces qué es esa cosa indescriptible.
De nada sirve hablarle de la libertad a un prisionero, a un hombre que se encuentra en la cárcel; él sabrá qué es la libertad en el momento en que salga de la cárcel. Pero casi todos estamos deseosos de averiguar qué es la libertad, antes de tener conciencia de lo que son las cárceles; y en tanto estemos buscando meramente la libertad, la realidad, la riqueza de la vida, no podremos comprender de qué se trata; tiene que ser algo imaginario, irreal, ideado por una limitada mente consciente. Mientras que si podemos descubrir qué son los muros de la cárcel que encierran a la mente y al corazón y, de ese modo, liberamos a la mente de sus obstáculos, entonces, por cierto, podremos descubrir “lo que es”.
¿Cuáles son, pues, los obstáculos que hemos creado? ¿Acaso no lo es, en primer lugar, toda autoridad, la cual nace del temor? La mente se halla atrapada por alguna autoridad; es impulsada, formada, moldeada por alguna autoridad externa, ya sea una autoridad religiosa o social, o una autoridad interna que nosotros mismos hemos desarrollado. Ustedes saben, aceptamos antes que nada la autoridad externa porque somos incapaces de actuar, pensar y sentir por nosotros mismos; de modo que establecemos una autoridad externa, la de la religión, la de un maestro, la de un sistema social. Y después, pensando que rechazamos esa autoridad externa, desarrollamos una autoridad interna, una ley interna, la cual es sólo la reacción a lo externo. Es decir, en lugar de averiguar qué es esta autoridad externa que hemos establecido para que sea nuestra guía, rechazamos eso y pensamos que debemos descubrir una ley para nosotros mismos individualmente y, de tal modo, vivir de acuerdo con esa ley. Eso es lo que hace la mayoría de nosotros. Hay una autoridad externa, objetiva, que rechazamos o suponemos que rechazamos, y desarrollamos una autoridad interna, una autoridad subjetiva.
Ahora bien, para mí, la autoridad objetiva o subjetiva es la misma cosa, porque la autoridad implica ajuste a un modelo, una imitación, un control, un condicionamiento, ya sea impuesto externamente o mediante un esfuerzo y ejercicio interno. Por lo tanto, ése es, a mi entender, el primer obstáculo. Un hombre que comprende no necesita de la autoridad. Para él sólo hay percepción, y esa percepción no requiere la imitación de la autoridad. Espero que todos vean esto. En primer lugar, somos esclavos de la autoridad social, de la autoridad religiosa, y gradualmente, a causa del conflicto, del infortunio, desarrollamos lo que se llama una autoridad subjetiva y decimos: “Ésa es mi comprensión, debo obedecer esa ley que he descubierto por mí mismo”. Mientras la mente es tan sólo el instrumento de la obediencia, es obvio que una mente así no puede comprender. La comprensión es percepción, no es algo impuesto, ni externa ni internamente.
Además, para repetir la misma cosa planteándola de una manera diferente, tenemos ideales extemos impuestos sobre nosotros por la educación, la política, las influencias sociales, el medio. Entonces sentimos que restringen, limitan, controlan, dominan, usurpan nuestro pensamiento individual, de modo que desarrollamos nuestros propios ideales -pensamos que desarrollamos nuestros propios ideales, nuestras propias creencias, a las que tratamos de amoldamos-. Eso es lo que hemos hecho: habiendo rechazado lo extemo, obedecemos el ideal intemo que hemos establecido para nosotros mismos, pensando que así hemos logrado un progreso tremendo. Lo que hemos hecho es rechazar meramente lo extemo y establecer nuestras propias creencias; entonces tratamos de imitar, de seguir esas creencias.
Y bien, entiendo que esta idea de seguir, de imitar, de ser guiado, controlado, dominado, es el primer verdadero obstáculo que impide la clara percepción de cualquier experiencia, o impide esa realización plena que hay en la perfecta comprensión, porque toda nuestra mente, cuando obedece, cuando es controlada, se halla dominada por esta idea de la ganancia. Cuando pensamos en la sabiduría, en la comprensión, en la plenitud, lo hacemos en términos de acumulación, no de una flexibilidad infinita y, por lo tanto, eterna. Aquello que es flexible, es perdurable, pero lo que está cargado es la consecuencia de muchas, muchas acumulaciones; por lo tanto, es susceptible de resistencia, es transitorio y no puede comprender.
Me temo, por lo que veo en sus rostros, que hay muy poca comprensión acerca de lo que estoy diciendo. Esperen un momento, señores; me temo que, escuchando una o dos pláticas, no van a comprender lo que intento comunicar. Lo que genera comprensión no es el escuchar, el mero escuchar, sino más bien el tratar de realizarlo en la acción.
Expongámoslo de otra manera. La mente y el corazón son el resultado del medio en que viven, y entonces ese medio controla la manera como piensan y sienten. No digan: “¿Es eso todo, sólo mente? Tiene que haber algo más, algo mucho más duradero”. Dije que, para descubrir eso, debemos comenzar con las cosas que conocemos; debemos partir desde ahí, no desde una cosa misteriosa que no conocemos y acerca de la cual no podemos sino entregamos a fantasías. Por lo tanto, la mente y el corazón, el pensamiento y el sentimiento son el resultado de nuestro medio, y mientras seamos esclavos de ese medio, no puede haber comprensión, no podremos vencer al medio; vencer al medio es comprenderlo.
O sea, el medio es, después de todo, el sistema social y ese sistema que llamamos religión, compuesto de numerosas doctrinas, creencias, dogmas, innumerables prejuicios; y la mente es esclava de este medio. Por ejemplo, si uno depende de la mente para su subsistencia, como ocurre con la mayoría, está controlado en gran medida por las creencias que sustenta. Supongamos que uno es católico romano y quiere encontrar empleo en un sitio protestante o, si es protestante, quiere conseguir trabajo en una institución o una oficina católico romana; si ellos descubren la creencia de uno, podría no ser nada fácil encontrar trabajo; por consiguiente, uno deja de lado su creencia o acepta momentáneamente lo que dice el otro, porque desea ganar dinero, porque necesita dinero. Estamos controlados mentalmente por el medio externo, de modo que nuestras creencias son tan sólo el resultado del medio, están condicionadas por el medio y, en tanto no rompamos con el falso medio de la sociedad y la religión, nuestras creencias y nuestros ideales carecen de valor, porque no son sino el resultado del medio, el cual tiene su origen en el temor.
Para comprender, pues, aquello que es perdurable, eterno, tiene que haber conflicto entre el individuo y el medio, y sólo en ese conflicto pueden ustedes atravesar los muros de la limitación. Aceptamos irreflexivamente o inconscientemente innumerables condiciones impuestas por la sociedad o por la religión, las aceptamos como verdaderas. Por tradición, nuestra mente es empujada dentro de un molde, y aceptamos inconscientemente estas cosas; a causa de eso, nos esclavizamos a ellas. Sólo mediante el continuo cuestionamiento, la constante percepción alerta, podemos hacer que la mente se libere del medio y, en consecuencia, volvernos los amos del medio.
Pregunta: La virtud no parece ser una característica muy prominente en sus enseñanzas. ¿Por qué?¿Acaso la vida virtuosa tiene tan pequeño papel que jugar en la realización de la verdad?
KRISHNAMURTI: ¿Qué entiende usted por virtud? ¿Entiende por virtud algo en contraste con el vicio? O sea, ¿considera usted al valor, a la intrepidez, una virtud en contraste con el miedo? En primer lugar, uno tiene miedo, y usted piensa que debe desarrollar la idea del valor; por lo tanto, persigue el valor. Es decir, escapa del miedo, y a este proceso de escapar del miedo lo llama intrepidez, valentía, la cual se convierte en una virtud. Para mí, un hombre que persigue una virtud deja de ser virtuoso; mientras que si usted comienza a descubrir qué es lo que causa el miedo, si no disimula el miedo mediante la idea de lo que piensa que es ser valiente, sino que procura descubrir cuál es la causa fundamental del miedo, entonces, en ese descubrimiento de la causa, usted no es valiente ni temeroso, está libre de ambos opuestos.
Al fin y al cabo, la virtud es tan sólo el resultado de un medio falso, ¿no es así? En estos tiempos, para resistir la influencia del medio uno debe tener un gran carácter. Al menos eso es lo que llaman carácter. Es decir, la sociedad ha creado, o más bien, nosotros hemos ayudado a crear una sociedad en la cual ser no posesivo se considera una gran virtud, ¿no es cierto? Hemos establecido una sociedad donde el afán de poseer indica pelea constante con el vecino, una permanente batalla, afirmación propia, un continuo despojo de otros; y a un hombre que no quiere hacer eso, ustedes lo llaman un hombre virtuoso, un hombre noble. Para mí, eso no tiene nada que ver con la nobleza o con la virtud. Si se cambia el medio, si se cambian las condiciones sociales, entonces ser posesivo o ser no posesivo es la misma cosa, entonces ustedes no consideran a la condición posesiva ni una virtud ni una cosa mala. Mientras que ahora, tal como la sociedad está constituida, romper con estos falsos patrones se considera o bien una virtud o un pecado. Pero si comenzamos a transformar el medio en el que la mente y el corazón se encuentran atrapados, entonces toda esta idea de la virtud y del pecado tiene un significado por completo diferente; porque, para mí, la virtud no es para ser adquirida, ganada, poseída, ni el pecado es para ser aborrecido o para ser algo de lo cual haya que huir -cualquier cosa que se entienda por pecado-.
Entiendo, pues, que vivir naturalmente exige muchísima inteligencia; cuando uso la palabra naturalmente, no me refiero a una vida brutal, salvaje, irreflexiva, primitiva. Uno puede vivir una vida natural, plena, espontánea, una vida creativa e inteligente, sólo cuando ha comprendido los patrones de la sociedad, tanto los falsos como los verdaderos, y ha roto con ellos porque sabe lo que significan; en consecuencia, ya no está comprometido en esta persecución del opuesto al que llamamos virtud.
Lo expondré de otro modo. Cuando ustedes tienen miedo buscan valor, y a ese valor lo consideran una virtud. ¿Qué es, en realidad, lo que están haciendo? Están escapando del miedo. Tratan de disimular el miedo con una idea, con lo que llaman valor. De este modo, puede que disimulen momentáneamente el miedo mediante una idea de lo que llaman valor, pero el miedo continuará existiendo y mostrándose de diferentes maneras; mientras que, si tratan de descubrir cuál es la causa fundamental del miedo, entonces la mente no se halla atrapada en el conflicto de los opuestos.
Pregunta: ¿Piensa usted que el método del psicoanálisis, el traer a la luz de lo consciente los motivos de la mente inconsciente, ayudará al individuo para que libere a su mente de los complejos, de los anhelos primitivos y egotistas y, de tal modo, permitirá que su pensamiento lo conduzca a esa felicidad de la que usted habla?
KRISHNAMURTI
O sea, la mente tiene muchos complejos, y la pregunta es si uno puede liberarla de estos complejos mediante el autoanálisis. ¿No es ésa la pregunta? La mente y el corazón tienen numerosos obstáculos, impedimentos a los que llamamos complejos -inconscientes, ocultos-. ¿Podemos liberarlos? ¿Podemos desarraigarlos mediante los procesos del autoanálisis y, de tal modo, liberar a la mente de sus puntos de vista egoístas y limitados?
Me temo que tendrá que seguir esto con un poquito de cuidado, porque puede ser la primera vez que lo escucha y quizá lo encuentre algo complicado, pero no lo es. Considero que la mente puede liberarse de esos impedimentos sólo en la plenitud del estado consciente, cuando todo el ser está activo, alerta. Ahora bien, en el proceso de autoanálisis no está funcionando la totalidad de nuestro ser sino sólo esa parte que llamamos mente, pensamiento, intelecto. Con esa única parte de nuestro ser, tratamos de descubrir los complejos ocultos; yo digo, en cambio, que podemos traer a la plena acción consciente todos estos obstáculos ocultos, sólo cuando estamos totalmente alerta en el presente.
Lo plantearé de un modo distinto. Supongamos ahora que usted tiene el complejo del esnobismo. La mayoría de la gente lo tiene. ¿Cómo va a descubrirlo? A mi entender, la posibilidad de descubrirlo no se encuentra en este proceso del autoanálisis; o sea, no está en examinar intelectualmente las acciones que han tenido lugar y así descubrir esta idea del esnobismo. Primero que nada, usted quiere descubrir si es un esnob o si no lo es. No desea cambiar eso, sino descubrirlo, ¿no es así? Espere un momento, por favor. Cuando lo descubra, actuará de un modo u otro. Ante todo, usted quiere descubrir si es un esnob; ¿cómo va a descubrirlo, entonces? Lo hará sólo cuando esté plenamente consciente, plenamente alerta a lo que dice y siente en el instante en que lo dice y lo siente, no después de que lo haya dicho y sentido. ¿No es así? Es decir, si está plenamente consciente de lo que dice y piensa, entonces, en esa plenitud de la percepción alerta, descubrirá por sí mismo si es un esnob o si no lo es; no lo hará sentándose a analizar intelectualmente un acontecimiento.
Sé que a raíz de esto se suscitan innumerables preguntas, pero no puedo responder a todas ellas. Si reflexiona al respecto, verá que mediante este modo de estar continuamente alerta, plenamente consciente en todo lo que está haciendo, traerá lo inconsciente, lo oculto, a la plena luz de la conciencia y, de tal modo, creará la perturbación necesaria; por medio de esa perturbación, permitirá que la mente se libere de ese complejo, de ese obstáculo.
Pregunta: Usted parece considerar a la persecución de ideales como una forma de escapar de la vida.En los ideales más elevados, ¿no se encuentra la esencia de la verdad?
KRISHNAMURTI: ¿Por qué deseamos ideales? No digo que no sean verdades, pero ¿por qué los deseamos? Decimos que los necesitamos porque no podemos, sin un patrón, sin una medida, un ideal, guiar nuestras vidas en medio de estas constantes batallas y luchas de la existencia. ¿No es así? Por lo tanto, deseamos un patrón, una continua medida para poder juzgar nuestras acciones en la vida cotidiana. ¿Qué indica eso? Que estamos más interesados en el ideal, en la medida, que en los conflictos, las luchas y los sufrimientos con que nos enfrentamos. Por consiguiente, como estas luchas son tan grandes, tan conflictivas, tan inmensas, establecemos los ideales como un medio de escapar de ellas. Yo considero que, para comprender el conflicto, las dificultades, los sufrimientos, para comprenderlos tal como son, no por medio de un patrón, de una medida, la mente debe estar libre. Cuando usted se encuentra en medio de un gran conflicto, de un gran sufrimiento, en esos instantes no piensa, por cierto, en el ideal, en lo que debería hacer. Está tan devorado por el sufrimiento, que desea descubrir. Entonces no busca un ideal que lo saque de eso. Sólo cuando el sufrimiento disminuye, cuando se aquieta, recurre usted a un ideal para que le ayude a salir de ese sufrimiento.
Para mí, todas las ideas son sólo formas de aliviar el sufrimiento y, por lo tanto, no pueden explicarle la razón del sufrimiento. Tome la persona corriente y verá que tiene innumerables ideales, creencias, y que todo el día trata de vivir conforme a esas creencias, a esos ideales, si es que de algún modo piensa en ello. De esta manera, convierte la vida en una continua batalla entre lo que son los hechos y lo que uno desea que sean. Pero, si comprende fundamentalmente cuáles son los hechos y qué es lo real, entonces descubrirá la verdadera raíz de la búsqueda de consuelo; por lo tanto, se liberará de estos falsos patrones, de las falsas medidas que continuamente tratan de moldear su mente para que se ajuste a un determinado patrón.
Pregunta: ¿Cree usted en el comunismo, tal como es entendido por las masas?
KRISHNAMURTI: No sé qué es lo que entienden las masas, así que no puedo explicar eso. ¿Qué es, entonces, el comunismo? Considerémoslo, no desde el punto de vista de ningún “ismo”, sino desde el punto de vista del estado humano corriente. ¿Cómo puede haber una verdadera comprensión entre las personas, cuando usted se considera a sí mismo un neocelandés y yo me considero un hindú? ¿Cómo podemos entrar en contacto el uno con el otro? ¿Cómo puede haber entre nosotros una relación vital, una comprensión humana? O si nos separamos mediante ciertos rótulos y usted se titula cristiano y yo me titulo hindú, cada cual con ciertos prejuicios, dogmas, credos, ¿cómo puede haber verdadera hermandad? Podemos hablar de tolerancia -que es una invención intelectual para mantenerlo a usted donde está y a mí mantenerme donde estoy- y tratar de ser amigables. Esto no quiere decir que yo fomente la uniformidad; es ahora cuando hay uniformidad. Todos ustedes pertenecen a una creencia, a un ideal, a un dogma, aunque puedan variar dentro de esa prisión pintando cada reja de un color diferente; pero es una prisión. Ustedes quieren retener su prisión con sus decoraciones y el hindú quiere retener su prisión con sus decoraciones, y tratan de ser fraternales; ese intento de ser fraternales es llamado tolerancia.
Para mí, toda esta idea es la negación misma de la verdadera comprensión, de la unidad humana. Así, mediante el proceso del tiempo, ustedes podrán ser obligados como tantos esclavos a aceptar el comunismo, igual que ahora aceptan el capitalismo; y en esa compulsión de ser obligados no puede haber acción voluntaria, tal como no puede haberla ahora. Si se limitan a aceptar uno u otro sistema y viven en él, es obvio que no son creativamente individuales. Son como tantas ovejas, ya sea ovejas capitalistas u ovejas comunistas, empujados por el medio, por las condiciones, obligados a aceptar. Por cierto, una cosa así no es moral ni rica ni espiritual ni verdadera. Y yo digo que el auténtico estado humano sólo puede darse cuando ustedes, como individuos, hacen voluntariamente estas cosas porque ven la necesidad de ellas, la inmensa profundidad que hay en esto, no meramente por excitación superficial. Entonces existe la posibilidad de que los individuos vivan creativamente, plenamente; no cuando son forzados a actuar de determinada manera.
Pregunta: ¿Cuál considera usted que es la causa de la desocupación?
KRISHNAMURTI: Usted sabe, durante muchos siglos, por muchas generaciones, hemos edificado una estructura basada en la competencia individual, en la despiadada seguridad propia, donde el más hábil, el más astuto llega a la cima y consigue controlar todos los medios directivos. Esto es obvio. Lo vemos en todas partes y, naturalmente, cuando el mundo está dividido en nacionalidades, que son la culminación de ese espíritu posesivo y de la codicia individual, tiene que haber una distribución desigual y, como es lógico, desocupación.
Mire, para mí es muy simple ver esto. Tal vez para usted resulte muy complicado, aunque quizá sea más educado que yo y haya leído muchísimo. La causa, para mí, es muy simple. Entonces, ¿qué vamos a hacer? O sea, usted me dirá: “¿Por qué no habla de las condiciones comunes de ocupación? Trabaje por el cambio de las condiciones económicas y entonces todo estará muy bien; ¿por qué no concentra toda su mente sobre ese tema en particular y así cambia la situación?”. ¿Cómo puedo cambiar toda la sociedad de la cual usted y yo formamos parte? ¿Cómo podemos cambiarla? Ante todo, mediante una actitud inteligente y, por lo tanto, una acción inteligente hacia la vida como una totalidad. Esto es, usted no puede abordar sólo el problema económico y decir: “Resolvamos eso y todo lo demás estará resuelto”. El problema económico es meramente el síntoma de todo el problema humano; si podemos crear una opinión inteligente y, por lo tanto, una acción inteligente y total que concierna a todos los seres humanos, entonces es indudable que actuaremos en relación con las condiciones económicas. Lo que siento, pues, es que tengo que crear una opinión, no simplemente una opinión intelectual, sino una nacida de la acción. Entonces, cuando haya una opinión semejante, siendo usted inteligente usará cualquier sistema -cualquier sistema inteligente- para producir un cambio completo en las condiciones económicas.
Pregunta: Usted no cree en las posesiones ni en la explotación, pero sin lo uno ni lo otro, ¿cómo podría usted viajar o hablarle al mundo?
KRISHNAMURTI: Se lo diré muy simplemente. Para vivir sin explotación en el mundo, uno tendría que retirarse completamente a una isla desierta. Tal como es el sistema -como es actualmente-, si usted vive en ese sistema, para poder existir siquiera tiene que explotarlo.
Comprendamos bien lo que entiendo por explotación. Para mí, si usted no descubre inteligentemente por sí mismo cuáles son sus reales necesidades, se convierte en un explotador; pero el descubrirlo requiere una gran dosis de inteligencia. En primer lugar, poseemos muchas cosas porque pensamos que mediante la posesión de muchas cosas seremos felices. Por lo tanto, a fin de poseer esas muchas cosas tenemos que explotar. Mientras que, si consideramos cuáles son en verdad nuestras necesidades esenciales, en la satisfacción de esas necesidades no hay explotación, realmente no la hay; es obvio si reflexionamos al respecto. Y tengo que descubrir por mí mismo cuáles son mis necesidades. En cuanto a mis viajes, los amigos me piden que vaya a distintos lugares y yo voy. Si no me lo piden, no viajo, y aun si no hablara o enseñara, bueno, podría hacer alguna otra cosa. Ahora bien, si yo quisiera convertirlos a todos a una particular forma de pensamiento, si los obligara a cambiar y recolectara fondos para ello, a eso lo llamaría explotación. Yo hablo acerca de lo ineludible, les guste o no, y el hombre inteligente acepta inteligentemente lo ineludible. Por lo tanto, no siento que esté explotando, sé que no lo hago y sé que no soy posesivo.
Por otra parte, a fin de hallarse realmente libre de todo sentimiento de posesión, uno tiene que estar tan alerta, tan atento como para no engañarse a sí mismo, porque en el pensamiento de que uno está libre del espíritu posesivo, puede esconderse una gran dosis de autoengaño. Pensamos muy a menudo que somos libres, pero en realidad vivimos envueltos en la capa del autoengaño. Tan pronto la necesidad de uno está satisfecha, uno no se aferra a eso, no siente que tenga sobre ello derechos de propiedad.
Pregunta: ¿Le sorprendería de algún modo si el Cristo de los Evangelios apareciera súbitamente, de modo que todos los ojos pudieran verlo?
KRISHNAMURTI: Usted sabe, la mente anhela milagros, ideas románticas, fenómenos extraordinarios y sobrenaturales. No es que no haya milagros, no es que no haya fenómenos sobrenaturales; pero nosotros los buscamos a causa de que nuestras mentes y nuestros corazones son tan pobres, tan vacíos, tan desdichados, tan feos, y pensamos que podemos superar esa pobreza de mente y corazón buscando tales milagros, corriendo en persecución de los fenómenos. Y cuanto más perseguimos esos fenómenos y milagros, menos ricos somos internamente, menor es la plenitud de la mente y el corazón, menor el afecto. Cuando hay plenitud de mente y corazón, entonces, si ocurren milagros o fenómenos suprafísicos, éstos tendrán muy poca importancia. Ahora bien, nosotros creamos esas divisiones, divisiones tales como lo físico y lo suprafísico, a causa de que lo físico resulta tan intolerable, tan feo. Queremos escapar de ello y seguimos a cualquiera que pueda conducimos a lo suprafísico, y a eso lo llamamos espiritual; pero es nada más que otra forma del real y denso materialismo. Mientras que la verdadera espiritualidad consiste en vivir armoniosamente, con perfecta unidad de mente y corazón, porque en ello hay comprensión, y en esa comprensión radica el encanto del vivir.
31 de marzo de 1934