CUARTA PLÁTICA EN OMMEN
La ignorancia es la falta de percepción alerta con respecto al proceso de los propios pensamientos y las propias emociones. He tratado de explicar qué entiendo por percepción alerta.
La experiencia, ¿podrá disolver esta ignorancia? ¿Qué entendemos por experiencia? La acción y reacción conforme al pensamiento y la emoción condicionados. La mente-corazón está condicionada por las conclusiones, los hábitos de pensamiento, los preconceptos, temores y deseos.
Esta masa de ignorancia no puede ser disuelta por la mera experiencia. La experiencia puede dar a la ignorancia nuevos significados, nuevos valores, nuevas ilusiones; pero sigue siendo ignorancia. La experiencia no puede disolver por sí la ignorancia; sólo puede contribuir a rehacerla.
La ignorancia, ¿puede ser disuelta por el mero control y el cambio del medio en que vivimos? ¿Qué entendemos por medio? Valores y hábitos económicos, divisiones sociales, la moralidad del amoldamiento y esas cosas. La creación de un medio nuevo mediante la compulsión, la violencia, la propaganda y las amenazas, ¿disolverá esta ignorancia o tan sólo volverá a constituirla de un modo diferente?
La dominación externa, ¿puede disipar esta ignorancia? Yo digo que no puede. Lo cual no quiere decir que no deba cambiarse la actual barbaridad de las guerras, la explotación, las crueldades, el dominio de una clase por otra. Pero el mero cambio social no alterará la naturaleza fundamental de la ignorancia.
Hemos acudido a dos diferentes procesos para disolver la ignorancia: uno el control del medio, y otro, terminar con la ignorancia por medio de la experiencia. Antes de aceptar o negar la posibilidad de poner fin a la ignorancia mediante estos métodos, debemos conocer la realidad de cada proceso. ¿La conoce usted? Si no la conoce, debe experimentar y descubrirla. Ninguna estimulación artificial puede revelar la realidad.
La ignorancia no puede ser disuelta ni a través de la experiencia ni por el mero control del medio, pero se disipa espontáneamente, voluntariamente, existe esa percepción alerta en la que no hay deseo ni opción.
Pregunta: Soy consciente de que amo y de que la muerte se llevará al ser que amo, y el sufrimiento es para mí difícil de comprender. Sé que es una limitación y que deseo otra cosa, pero no sé qué.
KRISHNAMURTI: La muerte acarrea un gran dolor para la mayoría de nosotros, y queremos encontrar la manera de salir de ese sufrimiento. O bien acudimos a la creencia en la inmortalidad y hallamos consuelo en esto, o tratamos de olvidar el dolor recurriendo a diversos medios, o cultivamos una forma superior de indiferencia mediante la racionalización.
Todas las cosas declinan, todo se desgasta por el uso, todo llega a su fin. Percibiendo esto, algunos buscan explicaciones racionales para su dolor. Mediante un proceso intelectual amortiguan el sufrimiento. Otros buscan superarlo por medio de la postergación, de una creencia en el más allá, de un concepto de inmortalidad. Esto también amortigua el sufrimiento, porque la creencia ofrece refugio y consuelo. Quizás uno no tema al más allá o a la propia muerte, pero muy pocos deseamos soportar la agonía que implica la muerte de alguien a quien amamos. Por consiguiente, nos ponemos a descubrir medios y arbitrios para frustrar el dolor.
Las explicaciones intelectuales de cómo deshacernos del sufrimiento, nos tornan indiferentes al mismo. En medio de la perturbación que nos causa tomar conciencia de nuestro propio empobrecimiento generado por la muerte de alguien a quien amamos, llega la conmoción del dolor. Y la mente, oponiéndose de nuevo al dolor, busca medios y arbitrios para escapar de él: se satisface con las numerosas explicaciones acerca del más allá, de la continuidad, de la reencarnación y así sucesivamente. Un hombre puede racionalizar con explicaciones el sufrimiento como para vivir lo menos alterado que pueda, y otro encuentra en su creencia amparo y consuelo como para no sufrir en el presente. Ambos son fundamentalmente iguales: ninguno quiere sufrir, sólo difieren sus explicaciones. El primero se burla de todas las creencias, y el segundo está profundamente enfrascado en reforzar su creencia en la reencarnación, en la inmortalidad, etc., o bien en descubrir "hechos", "realidades" respecto de ellas.
Comentario: Yo no veo que el refugio sea falso en sí mismo. Pienso que es tonto refugiarse. La reencarnación puede ser un hecho.
KRISHNAMURTI: Si uno está sufriendo y existe el supuesto hecho de la reencarnación, ¿qué valor fundamental tiene este hecho si deja de ser un refugio, un consuelo? Si uno se muere de hambre, ¿de qué sirve saber que hay superproducción en el mundo? Uno necesita que lo alimenten, no con "hechos", sino con muchas más sustancias nutritivas.
No estamos discutiendo si la reencarnación es un hecho o no. Para mí carece por completo de importancia. Cuando uno está enfermo, hambriento, "hechos" no alivian el sufrimiento, no satisfacen el hambre. Uno puede depositar su esperanza en un futuro estado ideal, pero el hambre continuará existiendo. El miedo a la muerte y el dolor que trae consigo, continuarán a pesar del supuesto hecho de la reencarnación, a menos, desde luego, que uno viva en la ilusión más completa.
¿Por qué se refugia uno en un supuesto hecho, en una creencia? No le pregunto cómo sabe que la reencarnación es un hecho. Usted piensa que lo es, y por el momento dejémoslo ahí. ¿Qué le impulsa a buscar refugio? Tal como un hombre se refugia en la conclusión racional de que todas las cosas deben decaer y, de tal modo, suaviza su sufrimiento, así, al refugiarse en una creencia, en un supuesto hecho, usted amortigua también la acción del dolor. A causa de la agudeza de la desdicha, desea consuelo, quiere un alivio; por consiguiente, busca un refugio en la esperanza de que éste sea duradero y real. ¿No es por esta razón fundamental que buscamos refugio y amparo?
Comentario: Buscamos sustitutos porque somos incapaces de afrontar la vida.
KRISHNAMURTI: El mero afirmar que uno busca sustituciones, no resuelve el problema del sufrimiento. Las sustituciones nos impiden pensar y sentir profundamente.
Aquéllos de ustedes que han sufrido y están sufriendo, ¿qué es lo que han experimentado?
Comentario: Nada.
KRISHNAMURTI: Algunas no hacen nada, soportan el dolor con indiferencia. Algunos tratan de escapar de él mediante la bebida, la diversión, olvidándose de sí mismos a través de diversas actividades, o refugiándose en una creencia.
¿Cuál es la verdadera reacción ante el caso de la muerte? Uno ha perdido a la persona amada y desearía tenerla de vuelta; no quiere enfrentarse a la soledad. Comprendiendo que es imposible tenerla de vuelta, uno acude, en su vacío y su dolor, al recurso de llenar la mente y el corazón de explicaciones, creencias, informaciones, conocimientos y experiencias de segunda mano.
Comentario: Hay una tercera posibilidad. Usted nos muestra tan sólo dos posibilidades, pero yo siento muy claramente que existe otra manera de afrontar el dolor.
KRISHNAMURTL Puede haber muchas manaras de afrontar el dolor, pero si existe un deseo fundamental de buscar consuelo, todos los métodos se reducen a estos dos bien definidos: o racionalizar o buscar refugio. Ambos métodos sólo aminoran el dolor, ofrecen un escape.
Pregunta: ¿Y si uno vuelve a casarse?
KRISHNAMURTI: Aun si lo hace, el problema del sufrimiento sigue sin resolverse. Esto también es una postergación, un olvido. Uno se ofrece a sí mismo explicaciones intelectuales, racionales, a causa de que no desea sufrir; otro se ampara en una creencia, también para evitar el sufrimiento; otro busca refugio en la idea de que si puede encontrar la verdad, habrá por fin una terminación del sufrimiento; otro, elude el sufrimiento mediante el cultivo de la irresponsabilidad. Son todas maneras de escapar del sufrimiento.
No objete las palabras amparo, refugio. Sustitúyalas por su propia palabra: creencia, Dios, verdad, nuevo casamiento, racionalización, etc. Pero la ilusión deberá existir en sus múltiples formas, mientras uno anhela, consciente o inconscientemente, escapar del dolor.
Ahora bien, ¿por qué no debería uno sufrir? Cuando somos felices, dichosos, no decimos que no debemos ser felices. No escapamos de la dicha, no buscamos ampararnos contra ella. Cuando nos hallamos en un estado de éxtasis, no recurrimos a creencias, a sustituciones. Por el contrario, destruimos todas las cosas que impiden dicho estado: nuestros dioses, nuestras moralidades, nuestros valores, nuestras creencias, todo, a fin de conservar este éxtasis.
¿Por qué no hacemos lo mismo cuando estamos sufriendo? ¿Por qué no destruimos todas las cosas que interfieren con el dolor, las muchas explicaciones de la mente, los escapes, los temores, las ilusiones? Si se formula, sincera y profundamente, esta pregunta a sí mismo, verá que los dioses, las creencias, las esperanzas dejan de tener importancia. Entonces su vida tiene un significado nuevo y fundamental, En la llama del amor se consumen todos los temores.
5 de agosto de 1937