UNDÉCIMA PLÁTICA EN MADRAS
Desde el contacto diario qtre establecemos con nuestros semejantes y con los sucesos de nuestra existencia, debemos observar la creciente confusión y desdicha que reinan alrededor de nosotros, tanto social como religiosamente. ¿Cómo hemos de comprender este conflicto y este desastre y, a partir de esa comprensión, generar orden y felicidad? La mayoría de nosotros se interesa, de manera vaga o intensa, en el problema del conflicto y el dolor. Aquéllos que adoptan los sistemas como medios de producir orden y paz, no se interesan en la felicidad del hombre, sino en su sistema particular, en su particular solución. Nosotros no estamos considerando ningún sistema, ninguna organización social, sino la manera de originar paz desde este conflicto y esta confusión.
Para llegar lejos debemos comenzar con lo que está cerca, muy próximo a nosotros. Uno mismo es el centro de todo este conflicto, este dolor, este confuso embrollo, esta crueldad. Cuando tratamos de entender esta incomprensible confusión, parece que pasáramos por alto este factor básico que es uno mismo, el individuo. Uno es el centro de toda esta estructura de la sociedad. Entonces, ¿cuál es la relación que hay entre uno mismo y toda esta confusión, esta desdicha? La confusión y la desdicha no surgen por sí mismas; ustedes y yo las hemos creado. Son el producto de cualquier sistema imperante, capitalista, comunista o fascista. Ustedes y yo, en nuestra relación mutua, hemos dado origen a este conflicto y antagonismo, el mundo es lo que somos nosotros. Lo que cada uno es se proyecta hacia afuera, y eso es la sociedad. El problema de uno es el problema del mundo, Esto es un hecho básico, ¿no es así? Sin embargo, parecemos pasar por alto este hecho y damos importancia a los sistemas, a las ideas, como el medio de producir una revolución en los valores. Al parecer, olvidamos que en nuestra relación con el otro construimos la estructura de la sociedad, ya sea generando orden y paz, o conflicto y confusión.
Debemos, pues, empezar cerca; debemos empezar con nuestra existencia cotidiana, con los pensamientos, los sentimientos y las acciones de cada día. Para originar una transformación radical en sus vidas, deben ustedes considerar los medios de la recta subsistencia, la relación que establecen con lo cercano o lo distante, y sus ideas y creencias. Sus medios de vida son actualmente el resultado de la envidia, y no se basan en los requerimientos de las necesidades cotidianas. Los medios de vida se han vuelto hoy la forma de adquirir poder, posición, prestigio, etc.,lo cual engendra conflicto y antagonismo; este devenir progresivo, de oficinista a gerente, de sacerdote a obispo, ha creado una sociedad en la que son inevitables la crueldad y la competencia. Si uno se interesa tan sólo en las necesidades cotidianas y no en la adquisición de poder, entonces encontrará el recto medio de vida. La envidia es el factor más destructivo en nuestra relación social, y ésta conduce, Actualmente a la política del poder. El oficinista procurando llegar a gerente, v el gerente a director, etc , constituyen una de las causas de infelicidad y destrucción.
Aquél que busca poder y posición es directamente responsable por la confusión y la guerra.
Nuestra relación es un proceso de autoaislamiento; cada uno erige un muro de autoencierro, el cual excluye al amor, engendrando tan sólo mala voluntad y desdicha. En esta asi llamada relación, son inevitables los celos, la dominación y las pasiones, porque cada cual está buscando seguridad; de ese modo, la relación es conflicto, conflicto del cual intentamos escapar de distintas maneras, vulgares o sutiles. El amor puede existir tan sólo cuando llega a su fin este proceso autoaislador de gratificación propia. Nuestras creencias y formulaciones, ¿no distorsionan, acaso, nuestro proceso del pensar? Es estúpido adjudicar valores erróneos a cosas producidas por la mano o por la mente. Esta estupidez es el factor que nos guía en nuestra vida cotidiana; esta estupidez, tal como la creencia en un sistema, religioso o político, pone a un ser humano en contra de otro, engendra envidia, mala voluntad, conflicto e infortunio.
Así es nuestra existencia cotidiana, y producir orden a partir de esta confusión es el principio de la virtud. La confusión externa es la proyección de nuestro estado interno, de nuestro conflicto e infortunio internos. Generar orden desde esta confusión interna es virtud. La virtud puede surgir sólo con el conocimiento propio. Sólo gracias al conocimiento propio y no mediante algún sistema, ya sea religioso o político, podrán ustedes originar paz y felicidad en el mundo. Conocerse a sí mismo es muy arduo, pero es fácil ir tras un sistema y disciplinarse por su intermedio, entregarse a un partido político, de la derecha o de la izquierda. Seguir a la autoridad pone fin al pensar y al conocimiento propio. Estar alerta a nuestros pensamientos y sentimientos, a nuestras acciones de cada día, es penoso; por eso escapamos hacia actividades y reformas sociales, hacia aficiones de toda clase. Los irreflexivos se consumen procurando reformar a la sociedad, reformar la confusión y la desdicha, que son los resultados de sus propios pensamientos, de sus propias actividades de todos los días.
El conocimiento propio no es el conocimiento de algún yo superior o supremo — el cual sigue estando dentro del campo de la mente — , sino el conocimiento y la comprensión de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones de instante en instante. Desde esta comprensión y este conocimiento propio, surgen el recto pensar y la recta acción La recta acción puede ser comprendida cuando hay percepción alerta, pero es difícil de comprender cuando se la considera teóricamente. Ningún sistema, religioso o seglar, puede generar paz, felicidad y orden a partir de este conflicto, de esta confusión y desdicha, parque somos nosotros los que las hemos creado a causa de nuestra envidia, mala voluntad y estupidez. Únicamente en el conocimiento propio y no en algún líder o sistema, hay esperanza para el ser humano. Porque el conocimiento propio origina orden y paz; nos trae libertad, que es virtud. Sólo en esta liberación puede manifestarse lo real.
Pregunta: ¿Puede un hombre ignorante, con muchas responsabilidades,comprender y asi llevar a la práctica sus enseñanzas, sin la ayuda de otro, sin recurrir a Maestros o a libros?
KRISHNAMURTI: ¿Puede algún otro darnos la comprensión? ¿Puede enseñarse el amor? ¿Pueden un gurú, un Maestro o un libro, conducirnos al amor? ¿Pueden enseñarnos a ser compasivos, generosos, y señalarnos el camino a la comprensión? ¿Puede uno seguir a otro y ser libre? ¿Puede alguien aceptar la autoridad y, no obstante, ser libre? Por cierto, hay creatividad sólo cuando hay libertad, libertad interior, cuando no hay miedo ni imitación, ¿Quién es el hombre ignorante? Ignorante es aquél que no se conoce a si mismo; el hombre ilustrado es un ignorante si no se conoce a sí mismo. El meramente instruido, al asignar un valor erróneo al conocimiento, está atrapado en la red de su propia estupidez. La comprensión llega sólo con el conocimiento propio, el conocimiento de nuestro proceso total, no de una parte de él — la psicológica o la física — , porque todas actúan reciprocamente. El conocimiento propio es difícil, porque exige constante percepción alerta, la cual no es introspección. La introspección es un proceso de automejoramiento, con sus conflictos y sus condenaciones, su morbosidad y confusión.. Pero la percepción alerta es para comprender, no podemos condenar ni identificarnos; entonces, cuando hay pasividad alerta, llega la comprensión. Por lo tanto, el conocimiento propio es el principio de la sabiduría.
El interlocutor quiere saber si un hombre ignorante, con muchas responsabilidades, puede comprender y llevar a la práctica las enseñanzas, sin la ayuda de un Maestro o de un libro. Si acepta una autoridad, de cualquier clase, no puede haber comprensión. La autoridad, ya sea la autoridad externa o la interna, ciega siempre. La responsabilidad implica relación, ¿no es así? La relación es un proceso de conocimiento propio que revela los comportamientos del “yo”, las modalidades del pensador.
No hay existencia en aislamiento; ser es estar relacionado. Un hombre que busca evitar el mundo, sigue estando relacionado; escapa del conflicto y no lo comprende. En la relación, que es la actividad que se desarrolla entre uno y otro, se revelan los comportamientos del "yo". Por cierto, para conocerse a sí mismo, lo que piensa, siente y hace, no tiene usted que acudir a un gurú ni a un libro, ¿verdad? Examinar a fondo, sondear cada pensamiento y sentimiento, es arduo; ver sus implicaciones y su significado, requiere una seria y veloz flexibilidad. Nadie puede ayudarlo en esta actividad. Usted y yo podemos conversar sobre un problema, investigarlo significativamente con la minuciosidad de una mente consagrada a ello, con ese penetrante interés. Uno acude a otro, a un Maestro, sólo cuando el interés profundo por comprender ha desaparecido, cuando el interés está puesto en la mera búsqueda, en la devoción. En eso radica la desventura. Cuando uno está interesado, cuando percibe inteligentemente el significado de la relación, entonces, esa percepción misma pone en evidencia las modalidades de nuestros pensamientos y de nuestras acciones.
El problema no es, por lo tanto, si ustedes deben acudir a Maestros y libros, sino que consiste en estar alerta, simplemente alerta a lo que piensan, sienten y hacen cuando hablan con sus amigos, con sus esposas o esposos, con sus hijos. Estén alerta y descubran el conocimiento propio. Si están alerta, percibirán que el conflicto y el sufrimiento aumentan, porque entonces comienzan a ver el significado de sus pensamientos, sentimientos y acciones. Para escapar del conflicto y del sufrimiento, recurren a Maestros y libros; en ellos no está la comprensión con respecto al conflicto y al dolor que los aflige. Los Maestros y los libros introducen otros problemas y otras desdichas. No hay júbilo creativo en seguir a otro, en copiar un ejemplo; el estado creativo adviene únicamente cuando hay libertad. Sólo cuando las actividades del “yo”, del pensador, están quietas y silenciosas, sólo entonces, existe el éxtasis de lo real. En ese estado, cuando la mente no se halla agobiada por los temores, las esperanzas, los conflictos y sufrimientos que ella misma ha generado, hay júbilo creativo. Este júbilo no puede ser enseñado por otro ni transmitido por otro. Se manifiesta sólo cuando los problemas son comprendidos y disueltos. Estar alerta de instante en instante es difícil, exige una rápida flexibilidad. Nuestras mentes están embotadas a causa del miedo, de la imitación y las tradiciones, del culto a la autoridad y la búsqueda de sistemas; es difícil romper con estas cosas que nos tornan torpes y estúpidos. Romper con ellas requiere acción e invita, quizás, a más conflicto; renuentes a enfrentarlo, recurrimos a Maestros y libros que nos pacifiquen, que nos satisfagan y, de ese modo, aumentamos nuestro embotamiento y nuestra estupidez.
Pregunta: ¿Qué es esa percepción alerta de la que usted habla ? ¿Es la percepción de lo supremo, de la conciencia universal?
KRISHNAMURTI: La percepción alerta es un acto simple: estar alerta al árbol, a la flor, al pájaro que pasa, a la relación entre uno y otro, a los pensamientos, sentimientos y acciones. Usted no puede estar alerta a algo que no conoce. Afirma verbalmente que hay una conciencia universal, pero no la conoce; o le han hablado acerca de ella o ha leído al respecto. Por lo tanto, eso sigue estando dentro del campo de la mente, de la memoria. Usted trata de percibir lo que se halla distante, muy lejos, y no se da cuenta de lo que está cerca. Es más conveniente y reconfortante estar consciente de una formulación, de una esperanza especulativa, que tomar conciencia, de instante en instante, de los propios pensamientos, sentimientos v actos. Darnos cuenta de nuestros pensamientos, sentimientos y actos de cada día es incómodo, penoso; por eso, preferimos más bien pensar en algo distante, satisfactorio. Estar alerta a lo que se halla cerca, a la relación y a su proceso egocéntrico, a su crueldad, a su irreflexión, es muy perturbador; por lo tanto, al estar conscientes de la angustia inmediata que trae consigo la percepción alerta, preferimos más bien especular acerca de la conciencia universal — cualquier cosa que ello pueda significar — , lo cual es una forma de escapar de lo factual, de lo que es. Yo hablo de percibir inteligentemente lo que es. Esta comprensión con respecto a lo que es, conduce a grandes alturas. Cuando estamos alerta a lo que es, no hay posibilidad alguna de autoengaño.
KRISHNAMURTI: La percepción alerta es un acítf^imple: estar alerta al árbol, a la flor, al pájaro que pasa, a la relación entre uno y otro, a los pensamientos, sentimientos y acciones Usted no puede estar alerta a algo que no conoce. Afirma verbalmente que hay una conciencia universal, pero no la conoce; o le han hablado acerca de ella o ha leído al respecto Por lo tanto, eso sigue estando dentro del campo de la mente, de la memoria. Usted trata de percibir lo que se halla distante, muy lejos, y no se da cuenta de lo que está cerca. Es más conveniente y reconfortante estar consciente de una formulación, de una esperanza especulativa, que tomar conciencia, de instante en instante, de los propios pensamientos, sentimientos v actos. Damos cuenta de nuestros pensamientos, sentimientos y actos de cada día es incómodo, penoso; por eso, preferimos más bien pensar en algo distante, satisfactorio Estar alerta a lo que se halla coica, a la relación y a su proceso egocéntrico, a su crueldad, a su irreflexión, es muy perturbador; por lo tanto, al estar conscientes de la angustia inmediata que trae consigo la percepción alerta, preferimos más bien especular acerca de la conciencia universal — cualquier cosa que ello pueda significar — , lo cual es una forma de escapar de lo factual, de lo que es, Yo hablo de percibir inteligentemente lo que es. Esta comprensión con respecto a lo que es, conduce a grandes alturas. Cuando estamos alerta a ¡o que es, no hay posibilidad alguna de autoengaño.
La comprensión llega con la percepción de lo que es. No puede habercomprensión si condenamos lo que es o nos identificamos con ello. Si condenamos a un niño o nos identificamos con él, dejamos de comprenderlo. Estando, pues, alerta a un pensamiento o a un sentimiento apenas surge, sin condenarlo y sin identificarse con él, encontrará usted que' éste se revela cada vez con mayor amplitud y profundidad, con lo cual descubrirá todo el contenido de ¡o que es Para comprender el proceso de lo que es, tiene que haber una percepción alerta y sin opciones, libre de condena, justificación o identificación, Cuando uno está vitalmente interesado en comprender plenamente algo, entrega a ello su mente y su corazón, sin retener nada- Pero, desafortunadamente, estamos condicionados; nos hemos educado y disciplinado por obra del medio religioso y social en que vivimos, para condenar o identificarnos, no para comprender. Condenar es estúpido y fácil, pero es arduo comprender, requiere flexibilidad e inteligencia. La identificación y la condena son formas de autoprotección, son barreras que impiden comprender. Para comprender. La comprensión llega con la percepción de lo que es. No puede haber comprensión si condenamos lo que es o nos identificamos con ello. Si condenamos a un niño o nos identificamos con él, dejamos de comprenderlo. Estando, pues, alerta a un pensamiento o a un sentimiento apenas surge, sin condenarlo y sin identificarse con él, encontrará usted que este se revela cada vez con mayor amplitud y profundidad, con lo cual descubrirá todo el contenido de lo que es. Para comprender el proceso de lo que es, tiene que haber una percepción alerta y sin opciones, libre de condena, justificación o identificación. Cuando uno está vitalmente interesado en comprender plenamente algo, entrega a ello su mente y su corazón, sin retener nada. Pero, desafortunadamente, estamos condicionados; nos hemos educado y disciplinado por obra del medio religioso y social en que vivimos, para condenar o identificarnos, no para comprender. Condenar es estúpido y fácil, pero es arduo comprender, requiere flexibilidad e inteligencia. La identificación y la condena son formas de autoprotección, son barreras que impiden comprender. Para comprender la confusión. La desdicha en que cada uno de nosotros _ y por lo tanto, el mundo donde se encuentra_ debemos observar el proceso total de esa confusión y desdicha. Percibir y seguir todas sus implicaciones requiere paciencia, rapidez y quietud interna.
Hay comprensión sólo cuando hay quietud, observación silenciosa, percepción alerta y pasiva. Únicamente entonces, el problema nos entrega la plenitud de su significado. La percepción alerta de la que hablo es con respecto a lo que es de instante en instante: las actividades del pensamiento y sus sutiles engaños, temores y esperanzas. La percepción alerta y libre de opciones, disuelve nuestros conflictos e infortunios.
Pregunta: Estoy muy interesado en sus enseñanzas y quisiera propagarlas ¿ Cuál es el mejor modo?
KRISHNAMURTI: La verdad no puede ser repetida; cuando se repite, se convierte en mentira. Esta repetición no es la verdad; por lo tanto, la propaganda es una mentira. La verdad es para ser experimentada directamente. La repetición es una mera copia. Lo que usted repite puede haber sido una verdad para aquél que la ha experimentado, pero cuando se repite deviene una mentira. En esta terrible red de mentiras, llamada propaganda, está atrapado el pensamiento.
Usted ha leído o escuchado una formulación, una idea que lo atrae, que lo gratifica, y quiere transmitirla a sus amigos, hace propaganda a favor de ella ¿Tienen las palabras un significado mayor que el significado sensorio y verbal? Indudablemente, no. Por lo tanto, lo que usted está propagando — éste es un término desafortunado— son, en realidad, palabras, y las palabras ¿disuelven acaso, nuestras aflicciones, nuestros sufrimientos, nuestros problemas? Por ejemplo, digamos que usted cree en la reencarnación y hace propaganda a favor de su creencia, ¿Qué está propagando? Propaga su convicción, sus conclusiones revestidas de palabras; piensa que por medio de palabras, de explicaciones, ha resuelto un complejo problema humano. Está atrapado en la mentira de que la palabra es la cosa. Por cierto, la palabra Dios no es Dios, pero usted está preso en la ilusión de que la palabra es Dios. De modo que propaga la palabra. La palabra, el rótulo se vuelve sumamente importante, no lo que es. Usted desea atrapar a otros en la red de palabras en que se halla atrapado; esto es propaganda. Las palabras, las explicaciones generan oposición entre un ser humano y otro. Después creará usted un nuevo sistema basado en las palabras de Krishnamurti que usted, el propagandista, diseminará para otros propagandistas. Y ¿qué es lo que ha logrado con esto? ¿A quién ha ayudado? Es el colmo de la tontería propagar las experiencias, las palabras y los pensamientos de otra persona.
Usted experimenta aquello en que cree, de modo que su experiencia se halla condicionada y, por lo tanto, no es una experiencia significativa, vital; ésta puede existir únicamente cuando cesa el proceso del pensar, Esta experienda significativa no puede usted propagarla, como una información, para disimular la confusión interna y, por ende, externa. Si dedica su mente y su corazón a un problema dilecto como el nacionalismo o la casta, eso es relativamente simple de entender. El nacionalismo es un veneno que está destruyendo al hombre Este veneno de la raza y de la casta se está extendiendo más y más por todo el mundo. Crea antagonismo entre los seres humanos; se ha vuelto un instrumento astuto en manos del explotador, y ustedes desean ser explotados, porque el nacionalismo alimenta su anhelo de expansión propia. Uno no puede ser nacionalista y, aun asi, hablar de paz, porque ambas cosas, el nacionalismo y la paz, se contradicen. Esto, sin duda, pueden comprenderlo desechando su espíritu nacionalista, su casta y demás; sólo entonces podrán hablar acerca del veneno que es el nacionalismo, y sólo entonces podrán difundir su comprensión.
La comprensión que tengan se revelará en sus pensamientos y acciones, y no en los rituales que practiquen ni en la organización a que pertenezcan.La esperanza radica sólo en la transformación de uno mismo, no en un sistema, ya sea de la derecha o de la izquierda. La creencia separa y opone entre si a los seres humanos, y la comunión es posible sólo cuando hay amor. Tal comunión podrá establecerse por obra de los pensamientos y actos de su vida, y no mediante meras palabras. Para aquél que está buscando la verdad, se tornan sumamente importantes la verdad en las palabras, la verdad en la idea, la verdad en la relación. La verdad no es alguna vaga abstracción, sino que ha de ser descubierta en los pensamientos, sentimientos y acciones de nuestra existencia cotidiana, Las palabras adquieren mucha importancia cuando para uno la palabra es la cosa,.
Asi, pues, si desea propagar estas enseñanzas, vívalas, y mediante su vida las comunicará.
Pregunta: El matrimonio ¿es necesario para las mujeres?
KRISHNAMURTI: El matrimonio implica la relación sexual, la compañía, la comunión, el amor. Sin amor, el matrimonio se convierte, para el hombre o para la mujer, en una fuente de satisfacción, conflicto, miedo y angustia. El amor existe sólo cuando el “yo" está ausente. Sin amor, la relación es sufrimiento, por físicamente satisfactoria que pueda ser; una relación así engendra disputas y frustraciones, hábito y rutina. Sin amor no puede haber castidad, y el sexo se vuelve un problema devorador. Sin amor, el ideal de castidad es un modo de escapar del conflicto que genera el deseo, y sin comprender el anhelo, el ideal nos conduce a la ilusión y al sufrimiento. El libertinaje y el ideal niegan ambos el amor. La persecución del ideal y la complacencia dan importancia al deseo, al “yo", y cuando ponemos énfasis en el “yo”, el amor está ausente.
Hay otros problemas contenidas en esta pregunta. Uno de ellos es la realización. La mujer o el hombre buscan realizarse en el hijo. Cuando la mujer se ve privada, despojada de esto, sufre, como sufre cuando no hay amor Los hombres. cuando se ven privados de amor, buscan realizarse ya sea en cosas o en los hijos o en la actividad, que son todas distracciones .Así, las cosas, la actividad y los hijos adquieren extrema importancia y conducen a más confusión, a más desdicha. El hombre busca, también, escapar mediante aficiones de toda clase, desde el entretenimiento al culto religioso. De este modo, el hombre y la mujer procuran su propia realización a través de las cosas o de la propiedad, de la familia o el nombre, de las ideas o las creencias, todo lo cual adquiere para ellos una importancia falsa o errónea, y esto causa internamente y, por lo tanto, externamente, conflicto e infelicidad.
Ahora bien, ¿existe la realización? El anhelo de “llegar a ser” sólo puede conducirnos a la frustración, al conflicto; en este llegar a ser. en este devenir, existen siempre el miedo y el conflicto de su opuesto. El anhelo de realización, de continuidad, surge sólo cuando hay frustración. Estando vacíos, ansiamos realizarnos. Sin comprender lo que es, o sea, la vacuidad, la frustración, buscamos realizarnos, disimular lo que es. Sólo comprendiendo lo que es: la vacuidad, la superficialidad, la mezquindad, puede haber una transformación radical. Esta transformación es la revolución verdadera. Pero la mera búsqueda de realización es caos moral y social. Un ser humano feliz, creativo, no busca realizarse mediante la propiedad, el matrimonio o la ideación, ni procura escapar a través de las pasiones. Dejamos de ser creativos, felices, cuando somos imitativos o funcionamos meramente conforme a respuestas de la memoria. La respuesta de la memoria es generalmente considerada como pensar; tal pensar es tan sólo la reacción del marco de referencia. Estas respuestas no son el recto pensar. El recto pensar surge sólo cuando no hay respuesta de la memoria. La existencia creativa se encuentra en esta percepción pasivamente alerta. En este estado, desaparece la vida del devenir con su realización y su conflicto. Este estado es amor. Debido a que nuestros corazones están secos, los llenamos con las cosas de la mente, lo cual da origen a múltiples problemas.
El amor no es cosa que pueda aprenderse; adviene cuando “uno”, el problema, deja de existir ¿Nunca se han encontrado sintiéndose felices sin causa alguna, ni consciente ni inconsciente? Entonces están en comunión con toda la naturaleza y con el hombre. Pero, desafortunadamente, se hallan tan ocupados con sus propios pensamientos y sus problemas, sus envidias y temores, que están incomunicados; este proceso aislador les impide conocer a sus esposas, maridos o hijos, se protegen tras un muro que ustedes mismos han levantado, y sin derrumbar estos muros no puede haber comunión ni amor. Sin amor, volverse casto o célibe es inmoral. Donde hay amor hay castidad, hay incorruptibilidad.
Pregunta: He estado escuchando lo que usted dice, y siento que para llevar a la práctica sus enseñanzas, debo renunciar al mundo en que vivo.
KRISHNAMURTI: Uno no puede vivir en aislamiento; existir es estar relacionado. Sólo en un asilo puede uno vivir aislado. Usted puede vivir dichosamente en el mundo, si no pertenece al mundo, si no está involucrado en el espíritu mundano. El mundo está compuesto de cosas, de relación, y de ideas y valores que nosoüos mismos les hemos asignado. Estas valoraciones causan conflicto, y de esta desdicha desea usted escapar, escape que llamamos renunciación. Usted podrá renunciar a su casa, pero estará apegado a su esposa; podrá renunciar a su esposa, pero se aferrará a una idea, a una creencia. Una valoración errónea engendra conflicto, confusión e infelicidad. Sólo la valoración correcta con respecto a la propiedad, el nombre, la creencia, pone fin al dolor.
Comprenderse a si mismo es comprender al dador de los valores. Sin tal comprensión de nosotros mismos, no hay renunciación al mundo; sin conocimiento propio, sólo puede haber escape, al que llamamos renunciación, el cual da origen a interminables problemas e infortunios. Es como un hombre estúpido que renuncia a la estupidez pero sigue siendo estúpido; su intento mismo de volverse inteligente implica estupidez. Si se da cuenta de lo que es la estupidez — que es él mismo — , habrá sin duda una gran comprensión. La comprensión respecto de lo que es, es el principio de la sabiduría; percibir inteligentemente lo que es abre la puerta a la realidad. Pero el escapar lleva a la ilusión y no al descubrimiento de lo real. Dar su exacto valor a la relación, a la propiedad, a las ideas, es una tarea ardua. Escapar por medio de la renunciación es relativamente fácil, y construir un muro para encerrarnos dentro del aislamiento, no contribuye a la felicidad. La propiedad tiene un sentido que depende exclusivamente de nuestra evaluación. Si uno es insuficiente, vacuo en lo interno, la propiedad se vuelve enormemente importante; de ahí surge el problema que implican el apego y la renunciación,. Toda valoración psicológica es el resultado del anhelo de autoexpansión; el proceso de autoexpansión es para disimular esta pobreza interna y, por eso, las actividades del “yo” son, por su propia naturaleza, un escape y causan conflicto, confusión y dolor. La felicidad radica en comprender el significado pleno de lo que es y en no huir de ello para refugiarnos en el aislamiento.
Pregunta: La vida nos lanza un problema tras otro. El estado de percepción alerta del que usted habla, ¿lo capacita a uno para comprender y disolver, de una vez por todas y de un golpe, toda la cuestión de los problemas o éstos han de ser disueltos uno tras otra? Yo siento ciertos impulsos internos que necesitan ser disciplinados. ¿ Cuál es la mejor manera de disciplinarlos ?
KRISHNAMURTI: Si no comprendemos al creador de los problemas, los problemas son inevitables; si el creador es plena y profundamente comprendido, los problemas cesarán o, a medida que surjan, serán inmediatamente comprendidos y disueltos. Tratar meramente con los síntomas sin comprender la causa, no trae consigo cura alguna; así, ocuparse tan sólo de los problemas sin comprender al que los crea, es hallarse en constante conflicto. El pensador es el creador de los problemas, y resiste o disciplina sus pensamientos, para enfrentarse a lo que él mismo ha creado. La disciplina existe sólo como una medida de resistencia; de lo contrario, el pensamiento no se disciplina. Esta disciplina, que es resistencia, surge cuando no hay comprensión. Cuando un problema se comprende, el problema deja de ser; no así cuando lo resistimos. Si usted comprende la causa de la arrogancia y su efecto, entonces no tiene que disciplinarse contra ella. Disciplinarse contra la arrogancia, implica orgullo de "llegar a ser” otra cosa. Resulta fatigoso comprender lo que es; para comprender lo que es, o sea, la arrogancia, no debe haber distracción, la distracción de su opuesto, la humildad. Para comprender, tiene que haber concentración completa sobre lo que es, concentración que no tiene un carácter exclusivo. La disciplina contra la tentación consiste en crear una resistencia, y la resistencia es violencia, la cual es muerte.
Este proceso de autoencierro que es la disciplina, impide la comprensión y la comunión. Un hombre disciplinado en la virtud, carece de amor, porque se encierra a sí mismo dentro de los muros de su devenir, de su “llegar a ser” virtuoso. La percepción clara del proceso y del significado de la disciplina da origen a la inteligencia, y lo que es inteligente no resiste jamás, sino que es rápido y flexible. Lo que es flexible, perdura.
Consideremos ahora la otra cuestión; si los problemas han de ser resueltos uno tras otro a medida que surgen, o si es posible erradicar la causa de todos los problemas. Si el hacedor de los problemas puede ser plenamente comprendido entonces llegarán a su fin el conflicto y el dolor que los problemas originan. El creador de los problemas es e! pensador, ¿no es asi f Los problemas no existen aparte del pensador. ¿Se halla éste separado de sus problemas? ¿Está el pensador separado de sus pensamientos? Si lo está, los problemas continuarán indefinidamente; si no lo está, existe tina posibilidad de poner fin a todos los problemas psicológicos. ¿No es el pensador mismo el que se separa de sus pensamientos, de sus problemas, a fin de protegerse de todo cambio, de resistirlo, mientras trata de transformar sus pensamientos o de luchar con sus problemas? ¿No es éste un astuto truco, una ilusión por parte del pensador para protegerse a sí mismo? Pero si el pensador es el pensamiento, es decir, el problema, si ambos son inseparables, entonces él, el hacedor de los problemas, puede comenzar a disolverse a si mismo y no ocuparse de cambiar el pensamiento, de solucionar el problema.
Ahora bien, si usted está atento, observará que el pensador se ha separado de su pensamiento, y en esto se basan las filosofías de ustedes, sus libros sagrados y sus creencias. Sólo existen los pensamientos y no el pensador de los pensamientos; si desechamos las cualidades de! pensador, cualidades que son sus pensamientos, ¿dónde está el pensador? El pensador no existe. Descartadas las cualidades del "yo” —la memoria y sus atributos, etc — , ¿dónde está el “yo”? Pero si usted afirma que el "yo” no es el pensador sino alguna otra entidad que se encuentra mucho más allá de éste, ese “yo” sigue siendo el pensador, sólo que usted lo ha empujado mucho más lejos; con todo, sigue estando dentro del campo del pensamiento.
¿Por qué, entonces, el pensador se ha separado de sus pensamientos, de sus problemas? Percibe que los pensamientos son transitorios, que se modifican según las influencias ambientales; piensa que puede moldear sus pensamientos conforme al patrón del anhelo. Dado que busca la permanencia, él mismo se convierte en la entidad permanente y se otorga continuidad ¿Cómo surge el pensador? Obviamente, por obra del anhelo. El anhelo es el resultado de la percepción, el contacto, la sensación, el deseo, la identificación, el “yo” y “lo mío". El pensador es el producto del deseo y, habiendo éste producido al "yo”, el “yo", el pensador, se separa a si mismo de sus pensamientos, sentimientos y acciones. Continúa en su ilusión de permanencia, cavilando sobre sus pensamientos y problemas.
Por consiguiente, en tanto el pensador esté separado de sus pensamientos, los problemas siempre crecientes habrán de proseguir.
Cuando el pensador es el pensamiento, ¿qué ocurre? Entonces el pensador mismo experimenta una transformación, una transformación radical, fundamental. Esto, como he dicho, es verdadera meditación La pasiva y, no obstante, alerta percepción de los comportamientos del pensador, genera conocimiento propio. Con el conocimiento propio, tiene principio la meditación. La meditación es la terminación del pensamiento, con lo cual cesa la continuidad del pensador. El pensador, disciplinando su pensamiento y separándose de ese modo a si mismo, se da continuidad por medio de la familia, de la propiedad, del conocimiento y la creencia. Los problemas continuarán mientras el pensador siga separándose de sus pensamientos. Cuando hay percepción alerta del proceso total, sólo entonces, hay conocimiento propio; el conocimiento propio es el principio de la sabiduría. El tiempo, como memoria, cesa únicamente por obra del conocimiento propio.
28 de diciembre de 1947