EL ÚLTIMO DIARIO - J.K. - 16 DE MARZO DE 1983 - (CONTINÚA EL DIÁLOGO DEL DÍA 15)

 Ojai, California

16, 3, 1983

(Continua el dialogo dei âía 15)

«El hombre ha matado al hombre en diferentes estados de la mente.

Lo ha matado por razones religiosas, por razones patrióticas, por la paz o mediante la guerra organizada. 

Éste ha sido nuestro sino, matamos perpetuamente unos a otros.

Senor, ¿Ha considerado usted lo que implica esta clase de matanza, el dolor que ha traído al hombre, el inmenso dolor de la humanidad que ha proseguido a través de las edades, las lágrimas, la agonía, la brutalidad, el terror de todo eso? 

Y ello aún continúa. 

Elmundo está enfermo. 

Los políticos, sean de la izquierda, de la derecha, de centro, o los totalitários, no van a traemos la paz.

Cada uno de nosotros es responsable, y siendo responsables, tenemos que ver que las matanzas lleguen a su fin de modo que vivamos en esta tierra, que es nuestra, bellamente y en paz. 

Ésta es una tragédia inmensa que ni afrontamos ni queremos resolver. 

Dejamos todo eso a los expertos; y el peligro que implican los expertos es tan grande como el peligro de un precipicio profundo o el de una serpiente venenosa.

<<De modo que, descartado todo eso, ¿cuál es el significado de

la muerte? Para usted, senor, ¿qué significa la muerte?>>

Para mí significa que todo lo que he sido, todo lo que soy, súbitamente termina a causa de alguna enfermedad, un accidente o la vejez. 

Por supuesto, he leído y he hablado de ello con asiáticos,  con hindúes para quienes existe la creencia en la reencamación. 

No sé si eso es verdadero o no, pero hasta donde yo puedo entenderlo, la muerte significa el fin de una cosa viviente; la muerte de un árbol, la muerte de un pez,la muerte de una araña, la muerte de mi mujer y de mis hijos -una súbita interrupción, un súbito fin de aquello que ha estado viviendo, con todos sus recuerdos, sus ideas, su dolor, su ansiedad, sus alegrias y placeres, el contemplar juntos una puesta de sol... todo eso ha llegado a su fin-. 

Y no es sólo el recuerdo de todo eso lo que arranca lágrimas, sino también el darse cuenta de la propia insuficiência, de la propia soledad. 

Y la idea de separarse uno de la esposa y de los hijos, de las cosas por las que uno ha trabajado, que uno ha querido y a las que se ha aferrado, los apegos y el dolor del apego; todo eso y más termina subitamente. 

Pienso que en general eso es lo que entendemos por muerte; la muerte significa eso. 

Para mí es el final.

Hay una fotografia de mi mujer y mis hijos sobre el piano en mi cabaña junto al mar. 

Acostumbrábamos tocar el piano juntos. 

El recuerdo de ello está en la fotografia sobre el piano, pero la realidad ha desaparecido. 

El recuerdo es doloroso o puede darle a uno placer; pero el placer es más bien débil, porque lo que domina es el dolor. 

Todo eso implica la muerte para mí.

Teníamos un hermoso gato persa, una cosa verdaderamente bella. 

Y una mañana se había muerto. 

Estaba en el portal del frente. 

Debió de haber comido alguna cosa; y ahí estaba, carente de vida, de significación; nunca más ronronearía. 

Eso es la muerte. 

El final de una vida larga, o el final de un bebé recién nacido. 

Una vez tuve una plantita nueva que prometia convertirse en un árbol saludable. 

Pero alguna persona imprudente, distraída, pasó junto a la planta, la pisoteo, y ésta jamás llegó a ser un gran árbol. 

Ésa también es una forma de muerte. 

El final de un día, de un día que ha sido pobre o rico y bello, también puede llamarse muerte. 

El principio y el fin. 

Señor, ¿qué es vivir? 

Desde el instante en que uno nace hasta que muere, ¿qué es el vivir? 

Es muy importante comprender el modo en que vivimos -por qué vivimos de este modo después de tantos siglos-. 

Es cosa suya, señor, si esa vida es una constante lucha, ¿no es así? 

Conflicto, dolor, alegría, placer, ansiedad, soledad, depresión, y trabajar, trabajar, trabajar, esforzarse por uno mismo o por otros; ser egocêntrico y, quizás, ocasionalmente generoso; ser envidioso, iracundo, tratando de reprimir la ira o dejando que la ira se desate desenfrenadamente, etcétera. 

Esto es lo que llamamos el vivir. 

Lágrimas, risas, dolor y la adoración de algo que hemos inventado; vivir a base de mentiras, de ilusionesy odio, la fatiga de todo eso, el hastío, las insensateces: ésta es nuestra vida. 

No sólo la vida suya, sino la vida de todos los seres humanos en esta tierra. 

Y también el tratar de escapar de todo eso. 

Este proceso de adoración, de aflicción extrema y miedo,ha proseguido desde la antigüedad hasta nuestros dias -esfuerzo, lucha, sufrimiento, incertidumbre, así como dicha y risas-. 

Todo esto es parte de nuestra existencia. 

A la terminación de todo esto se le llama muerte. 

La muerte pone fin a todos nuestros apegos, por superficiales o profundos que sean. 

El apego del monje, del sanyasi y el apego del ama dè casa, el apego a la propia familia... toda forma de apego tiene que terminar con la muerte. 

Hay vários problemas implicados en esto; uno es la cuéstión de la inmortalidad.

¿Existe tal cosa como la inmortalidad? 

O sea, aquello que no es mortal -puesto que “mortal” implica lo qué conoce la muerte-. 

Lo inmortal es lo que está más allá dei tiempo y es totalmente ajeno a este final.

 ¿Es inmortal el si mismo, el yo? ¿conoce la muerte? 

El sí mismo nunca puede volverse inmortal. 

El “yo” , el “mí” con todas sus cualidades se forma a través del tiempo, que es pensamiento; ese «yo» jamás puede ser inmortal. 

Podemos inventar una idea de inmortalidad, una imagen, un dios , una representación pictórica y aferrarnos a ello para obtener consuelo; pero eso no es inmortalidad.

El segundo problema es un poquito más complejo: ¿Es posible vivir con la muerte? 

No morbosamente, no en alguna forma de autodestrucción.

¿Por qüé hemos separado la muerte dei vivir?

La muerte es parte de nuestra vida, es parte de nuestra existencia; el morir y el vivir, el vivir y el morir.

 Son inseparables. 

La envidia, la ira, el dolor, la soledad y el placer que uno disfruta (todo eso que llamamos el vivir), y esta cosa que denominamos muerte ¿por qué las separamos? ¿Por qué las mantenemos a millas de distancia? 

Sí, apartadas a millas de tiempo; Aceptamos la muerte de un anciano; es natural. 

Pero cuando una persona joven muere debido a un accidente o a una enfermedad, nos rebelamos contra ello. 

Décimos que es injusto, que no debería ser. 

De modo que siempre estamos separando la vida y la muerte. 

Es éste un problema que debemos cuestionar y comprender -o no tratar esto como un problema, sino mirarlo, ver sus implicaciones internas sin engañarnos.

 Otro problema es la cuestión del tiempo; el tiempo que implica el vivir, el aprender, el acumular, el actuar, el hacer; y la cesación dei tiempo tal como lo conocemos: el tiempo que separa el vivir del final.

Donde hay separación, división, de aqui hasta allá, de “lo que es” a “lo que debería ser” , está involucrado el tiempo. 

Para mí, el factor principal es el mantenimiento de esta división entre lo que llamamos muerte y eso que llamamos vida.

 Cuando existe esta división, esta separación, hay miedo. 

Entonces surge el esfuerzo por superarlo, y con él la búsqueda de consuelo, de la satisfacción que brinda un sentimiento de continuidad. 

(Estamos hablando dei mundo psicológico, no del mundo físico o técnico.) 

Es el tiempo el que ha formado el yo, y el pensamiento es el que sostiene al ego, al sí mismo.

 ¡Si tan sólo pudiéramos captar realmente la significación del tiempo y de la división, de la separación psicológica del hombre contra el hombre, de la raza contra la raza, de un tipo de cultura contra otro!

Esta separación, esta división como el vivir y el morir, es producida por el pensamiento y el tiempo. 

Y vivir una vida junto con la muerte, sin separarlas, implica un cambio profundo en toda nuestra perspectiva de la existencia. 

Terminar con el apego sin tiempo ni motivo alguno, es morir mientras vivimos.

 En el amor no existe el tiempo. 

No es mi amor opuesto a su amor. 

El amor nunca es personal; uno puede amar a otro ser humano, pero cuando ese amor se limita, cuando se reduce a una sola persona, entonces deja de ser amor. 

Donde verdaderamente hay amor, no existe la división del tiempo, del pensamiento, todas las complejidades de la vida; toda la desdicha y la confusión, las incertidumbres, los celos; las ansiedades que implica esa división.

Tenemos que dedicar muchísima atención al tiempo y al pensamiento.

 No es que uno deba vivir sólo en el presente, eso seria completamente absurdo.

El tiempo es el pasado, que se modifica y prosigue como el futuro. 

Es un continuo, y el pensamiento se aferra, se adhiere a esto. 

Se adhiere a algo que él mismo ha creado, ha fabricado. 

Otro problema es: puesto que los seres humanos represèntan a la humanidad total -uno es toda la humanidad, no la representa, tal como uno es el mundo y el mundo es uno mismo- 

¿qué ocurre cuando uno muere? 

Cuando usted u otro mueren, usted y el otro son la manifestación de una vasta corriente de acción y reacción humana, la comente de la conciencia, de la conducta humana, etc.; usted pertenece a esa corriente. 

Esa corriente ha condicionado la mente humana, el cerebro humano, y en tanto permanecemos condicionados por la codicia, por la envidia, el placer, la alegria y todo eso, somos parte de esta corriente. 

El organismo de uno puede llegar a su fin, pero uno pertenece a esa corriente, tal como uno es, mientras vive, la corriente misma. 

Esa corriente que cambia, con lentitud a veces, rápidamente otras, que es profunda y superficial, que se estrecha entre ambos márgenes y se abre paso por la estrechez hasta convertirse en un inmenso caudal de agua -mientras uno pertenezca a esa corriente, no habrã libertad-. 

Uno no está libre del tiempo, de la confusión y desdicha de todos los recuerdos y apegos acumulados.

Sólo cuando hay un final de esa corriente -el final, no el salirse uno momentáneamente de ella para volver convertido en alguna otra cosa, sino el final de la corriente- sólo entonces existe una dimensión por completo distinta. 

Esa dimensión no pueden medirla las palabras.

Terminar con la corriente sin motivo alguno; es todo el significado dei vivir y el morir. 

<<En el vivir y el morir están las raíces del cielo.>>

EL ÚLTIMO DIARIO -J.K. - 15 DE MARZO DE 1983 -

15,marzo,1983 

Este extremo del Valle, particularmente en una bella y serena mañana como ésta, era apacibíe, no había ningún sonido de tránsito. 

Los cerros estaban detrás de nosotros y la montaña más alta de la región tenía más de 6.000 pies. 

La casa se encuentra rodeada por huertos de brillantes naranjales amarillos, y en el cielo azul no se veia ni una sola nube . 

En la aún silenciosa mañana; podía escucharse el murmullo de las abejas entre las flores. 

El viejo roble* que está detrás de la casa tenía muchísimos años; los 

* La siempre verde encina de California

 fuertes vientos habían roto numerosas ramas muertas. 

El árbol ha sobrevivido a muchas tormentas, a muchos veranos de calor intenso y a los frios inviemos.

Probablemente podría contamos innumerables historias, pero esta mañana estaba muy quieto, no soplaba ni una brisa. 

Todo alrededor de uno se hallaba poblado de verdes y brillantes naranjos con sus frutos amarillos y relucientes, y el aroma llenaba el aire - el aroma del jazmín. 

Este valle está muy lejos de todo el ruido y el alboroto del tráfico humano, de la humanidad, de todas las cosas feas que ocurren en el mundo. 

Los naranjos recién comenzaban a mostrar sus frescas y jóvenes flores. 

El perfume de éstas impregnaría el valle dentro de una semana o dos, y se escucharía el zumbido de miles de abejas. 

Era una mañana apacible, y más allá estaba el mundo enfermo, un mundo que se está volviendo más y más peligroso, más y más corrupto, más y más embotado en su búsqueda de entretenimientos, religiosos y de otras clases. 

Está prosperando la superficialidad de la existência. 

El dinero parece ser el valor más grande en la vida y, naturalmente, con él marchan el poder, la posición y el dolor que todo eso implica. 

«En una mañana tan hermosa, yo quiero hablar con usted acerca de un tema más bien triste, atemorizador, el sentimiento de aprensión que invade a la humanidad y a mi mismo. 

Quisiera comprender realmente -no de manera sólo intelectual o descriptiva- por qué, como tantos otros, me espanta la terminación de la ■Vida.;..: . . »

Matamos con gran facilidad -se llaman “deportes con derramamiento de sangre” la caza de pájaros por diversión para destacar la propia habilidad, la caza dei zorro , la matanza por millones de las criaturas vivientes dei mar; la muerte parece estar en todas partes-. 

Sentado en esta tranquila galeria, contemplando esos brillantes naranjos amarillos, es difícil -o más bien parece impropio- hablar acerca de algo tan alarmante. 

A través de las edades, el hombre jamás ha resuelto realmente ni ha comprendido la cosa que llamamos muerte.

<<Naturalmente, he estudiado diversas racionalizaciones y creencias religiosas y científicas que asumen el aspecto de realidades; algunas son lógicas, consoladoras, pero subsiste el hecho de que siempre está ahí el miedo a lo desconocido.>>

Estuve discutiendo este hecho con un amigo mío cuya mujer

falleció recientemente. 

É1 es un hombre más bien solitário y propenso no sólo a vivir de sus recuerdos sino también a descubrirpor sí mismo a través de sesiones espiritistas, médiums y todo eso, si su esposa, a quien realmente amaba, se había evaporado meramente en el aire o si seguia habiendo una continuidad de ella en otra dimensión, en un mundo diferente de éste.

É1 dijo: “Con bastante extrañeza me encontré con que en una de estas sesiones la médium mencionó mi nombre y dijo que tenía un mensaje de mi esposa. 

Y el mensaje era algo que sólo conocíamos mi esposa y yo. 

Por supuesto, la médium puede haber leído mis pensamientos o puede ser que mi esposa exista. 

Ese pensamiento estaba en el aire -el pensamiento de ese secreto que hubo entre nosotros-. 

He interrogado a numerosas personas acerca de sus experiencias. 

Y todo eso parece muy fútil y más bien tonto, incluyendo el mensaje de mi esposa, mensaje muy trivial, muy carente de significación”. »

Yo no quiero discutir con usted si hay una entidad personal que continúa después de la muerte. 

No es ése mi interés. 

Algunos dicen que existe una continuidad, otros sostienen que hay una total aniquilación. 

Esta contradicción -la aniquilación, el fin total de una persona, o la continuidad de un individuo- ha figurado en toda la literatura, desde la antigüedad hasta el presente. 

Pero para mí, todo eso no viene al caso. 

Su validez sigue estando en el reino de la especulación, de la superstición, de la creencia y del deseo de consuelo, de esperanza. 

Realmente, todo eso no me interesa. 

Y es lo que en verdad quiero decir. 

Al menos de eso estoy completamente seguro. 

Pero me gustaría, si es posible, dialogar con usted acerca dei significado de todo ello -de todo este asunto dei vivir y morir-.

¿Carece todo ello absolutamente de sentido, de profundidad, de cualquier significación? 

Millones han muertoy millones nacerán y continuarán y morirán. 

Yo soy uno de ésos. 

Y siempre me pregunto: ¿Cuál es el significado dei vivir y morir? 

La tierra es hermosa, he viajado muchísimo, he hablado con numerosas personas que se supone son sabias y muy ilustradas, pero ellas también se mueren. »

He recorrido una larga distancia para llegar aquí, por lo que tal vez tenga usted la bondad de tomarse tiempo para que discutamos, con serena paciencia, esta cuestión.» 

«La duda es algo precioso. Limpia, purifica la mente. 

El propio cuestionar, el hecho mismo de que la semilla de la duda esté en uno, ayuda a clarificar nuestra investigación. 

No sólo dudar de lo que todos los demás han dicho -incluyendo el concepto de la regeneración, y la creencia y el dogma cristiano de la resurrección-, sino también la aceptación del mundo asiático de que existe una continuidad. 

Al dudar de todo eso, al cuestionarlo, hay cierta libertad que es indispensable para nuestra investigación. 

Si podemos descartar todo eso realmente, no sólo de manera verbal sino profundamente dentro de nosotros mismos, entonces no alimentamos ilusiones. 

Y es necesario estar libres de cualquier tipo de ilusión -las ilusiones que otros nos han impuesto y las ilusiones que nosotros mismos nos hemos creado-. 

Todas las ilusiones son cosas con las que jugamos; y si uno es serio, las ilusiones no tienen cabida en absoluto, ni tampoco la fe se introduce en todo esto. »

Habiendo, pues* descartado todo eso, no por un momento, sino al ver la completa falsedad de ello, la mente no está atrapada en las mentiras que el hombre ha inventado acerca de la muerte, acerca de dios y de todos los rituales que ha creado el pensamiento* 

Uno tiene qué estar libre de cualquier juicio u opinión, porque sólo entonces puede explorar deliberadamente, realmente, con cierta vacilación, en el significado del diario vivir y morir -en la existência y el fín dé la éxistencia-. 

Si uno está preparado para esto si uno está dispuesto o mejor aún si uno se interesa realmente, profundamente en descubrir la verdad de la cuestión (el vivir y el morir constituyen un problema muy complejo, un asunto que requiere un examen muy cuidadoso), ¿por dónde ha de empezar? ¿Por la vida o por la muerte? ¿Por el vivir o por el final de eso que llamamos el vivir?»

 «Tengo más de cincuenta años, y he vivido de una manera más bien extravagante, interesado en muchas, muchas cosas. 

Pienso que me gustaría comenzar... vacilo un poco, estoy algo indeciso, no sé bien por dónde debería comenzar.» 

«Yo creo que deberíamos empezar por el principio de la existencia, de la existencia humana; empezar por la existencia de uno mismo como ser humano.» 

«Nací en Una familia bastante acomodada, y fui criado y educado con esmero. 

He estado en diversos negocios y tengo dinero suficiente; ahora soy un hombre que está solo. 

Estuve casado, tuve dos hijos, y ambos, junto con mi esposa, murieron en un accidente automovilístico.

Nunca ha vuelto a casarme. 

Pienso que me gustaría comenzar por mi infanda. 

Desde el principio, como ocurre con cualquier otro niño en el mundo, pobre o rico, hubo una psique bien desarrollada y la habitual actividad egocentrica. 

Es extraño, cuando uno mira hacia atrás, ver cómo eso comienza desde la más tiema infancia, esa posesiva continuidad mía como J. Smith. 

Pasé por la escuela, expandiéndome, agresivo, arrogante , aburrido; después vinieron el colegio y la universidad. 

Y como mi padre manejaba una buena empresa, entré en su companía. 

Llegué a la cima, y cuando murieron mi esposa y mis hijos, empecé esta investigación. 

Como les sucede a todos los seres humanos* aquello fue una gran conmoción interna, un gran dolor -la pérdida de los tres, los recuerdos relacionados con ellos-. 

Y cuando el choque emocional que eso produjo desapareció, comencé a investigaria leer, a interrogar, a viajar por diferentes partes dei mundo, hablando sobre esta cuestión con algunos de los llamados líderes espirituales, los gurues. Leía muchísimo, pero jamás estaba satisfecho con lo que leía. 

Creo, por lo tanto, que debemos comenzar, si es que puedo sugerirlo, con el vivir real -la formación cotidiana de mi cultivada y restringida mente-. 

Yo soy eso. 

Vea, ésa ha sido mi vida. 

Mi vida nada tiene de excepcional. 

Probablemente podría considerárseme como perteneciente a la clase media alta, y por un tiempo eso resultó agradable, excitante, y otras veces aburrido, fatigoso y monótono. 

Pero la muerte de mi mujer y de mis hijos, de algún modo me sacó de eso. 

No me he vuelto morboso, pero necesito saber la verdad acerca de toda esta cuestión, si es que existe una verdad con respecto al vivir y al morir.» 

«¿Cómo se forma la psique, el ego, el sí mismo, el yo, la persona? ¿Cómo ha nacido esta cosa desde la cual surge el concepto de individuo, del “yo” separado de todos los demás? ¿Cómo se pone en marcha este movimiento -este impulso, este sentido del yo, del sí mismo? 

Usaremos la palabra «yo» para incluir la persona, el nombre, la forma, las características, el ego.

 ¿Cómo nace este yo? ¿Nace con ciertas características transmitidas por los padres? ¿Es el yo meramente una serie de reacciones? ¿Es solamente la continuidad de siglos de tradición? ¿Es el yo producto de circunstancias, de incidentes, de acontecimientos? ¿Es el resultado de la evolución -siendo la evolución el proceso gradual dei tiempo- el que pone el acento en el yo y le da tanta importância? ¿0, como algunos sostienen; excepcionalmente en el mundo religioso, la cáscara externa del yo contiene dentro de sí el alma y la antigua noción de los hindúes, de los budistas? ¿Es la sociedad la que da origen al yo y fortalece la fórmula de que uno está separado del resto de la humanidad? 

Todos estos conceptos contienen ciertas verdades, ciertos hechos, y constituyen el yo. 

Y al yo se le ha concedido una importância tremenda en este mundo. 

La expresión del yo en el mundo democrático se 1lama “libertad” y en el mundo totalitario esa “libertad” es reprimida, negada y castigada.

 ¿Diría usted, entonces, que ese instinto comienza en el niño con el impulso de poseer? 

Esto existe también en los animales, de modo que tal vez hemos derivado de los animales este instinto de poseer. 

Donde hay cualquier clase de posesión, tiene que existir el principio del yo. 

Y a partir de este instinto, de esta reacción, el yo crece gradualmente en vitalidad, en fuerza, y adquiere estabilidad. 

La posesión de una casa, la posesión de tierras, la posesión de conocimientos, la posesión de ciertas capacidades -todo esto es el movimiento de yo-. ´

Y este movimiento le da a uno la sensación de estar separado como individuo. 

Ahora puede uno avanzar más en los detalles.

¿Están el tú, el yo, séparadòs del resto de la humanidad?

 ¿Es usted, debido a que tiene un nombre separado, un organismo físico separado, ciertas tendencias diferentes de las de otro, tal vez algún talento -hace eso de usted un individuo? 

Esta idea de que cada uno de nosotros en todo el mundo está separado de otro, ¿es una realidad, puede que todo el concepto sea ilusorio, al igual que la división que hemos hecho del mundo en comunidades y naciones separadas, lo cual es realmente una forma glorificada dei sentimiento tribal? 

Este interés en uno mismo y la idea de que la propia comunidad es diferente de otras comunidades, de otros yoes, ¿se basa en una realidad factual? 

Por supuesto, usted puede decir que es real porque usted es norteamericano y otros son franceses, rusos, indios, chinos, etc. 

Estas, diferencias lingüísticas, culturales, religiosas, han originado desastres en el mundo -guerras terribles, daño incalculable- 

Y también, desde luégo, en ciertos aspectos de ello hay una gran belleza, como en la expresión de algunos hombres de talento, como un pintor, un músico, un científico, etcétera. ¿Se consideraria usted a sí mismo como ün individuo separado, con un cerebro separado que es “suyo” y de nadie más? 

Ese es su pensar, y se supone que su pensar es diferente del pensar de otro. 

Pero, ¿es en absoluto individual el pensar? sólo existe el pensar, que es compartido por toda la humanidad, ya se trate de más talentoso de los científicos o de la persona más ignorante y primitiva.

Todas estas preguntas y más, surgen cuando estamos considerando la muerte de un ser humano. 

De modo que; observando cuidadosamente todo esto -las reacciones, el nombre, la forma, el instinto posesivo, el impulso de estar separado de otro (impulso alimentado por la sociedad y las religiones)-, al examinar todo esto con lógica, con sensatez, razonablemente, ¿se consideraría a sí mismo un individuo? Ésta es una pregunta importante en el contexto dei significado de la muerte.

 Veo lo que usted quiere decir. 

Tengo una comprensión intuitiva, una percepción de que en tanto piense que soy un individuo, mi pensar estará separado del pensar de los demás -mi ansiedad, mi dolor, me separarán del resto de la humanidad-. 

Tengo la sensación -por favor, corríjame si no es así- de que he reducido el vasto y complejo vivir del resto de la humanidad a un asunto muy pequeño, mezquino e insignificante.

 ¿Está usted diciendo, efectivamente, que yo no soy en absoluto un individuo?

 ¿Qué mi pensar no es mío? ¿que mi cerebro no es mío, que no está separado de los demás cerebros? ¿Es eso lo que usted insinua, lo que sostiene? ¿Es ésa su conclusión?» 

«Si me permite señalarlo, la palabra “conclusión” no se justifica. 

Concluir significa cerrar algo, terminar con ello -concluir un argumento, concluir una paz después de una guerra-. 

Nosotros no estamos concluyendo nada; solo estamos señalando, porque debemos alejarnos de las conclusiones, de la fmalidad y esas cosas que limitan, que restringen nuestra investigación. 

En cambio el hecho, el hecho racional, observable, es que su pensar y el pensar de otro son similares.

 La expresión de su pensamiento puede variar; si usted es un artista puede expresar algo de cierta manera, y otra persona que no es artista puede expresarlo de una manera distinta

Usted juzga, evalúa de aeuerdo con la expresión, y entonces la expresión lo divide a usted como artista, lo separa de otro como jugador de fútbol. 

Pero usted como artista y él como jugador de fútbol, piensan . 

Ambos sufren, experimentan ansiedad, gran dolor, desengaño, aprensión; uno cree en Dios y el otro no cree en Dios, uno tiene fe y el otro no tiene fe, pero esto es común a todos los seres humanos, aunque cada uno pueda pensar que es diferente.

Yo puedo pensar que mi dolor es por completo diferente del dolor de otro, que mi soledad, mi desesperación son totalmente opuestas a las de otras personas. 

Esa es nuestra tradición, ése es nuestro condicionamiento, hemos sido educados para eso -uno es un árabe, otro es un judío, etcétera-. 

Y de esta división se origina no sólo la individualidad, sino las diferencias raciales de las comunidades.

 El individuo, al identificarse con una comunidad, con uná nación, con una raza, con una religión, genera invariablemente conflicto entre los seres humanos. 

Ésa es una ley natural. 

Pero nosotros sólo nos interesamos en los efectos, no en las causas de la guerra, en las causas de esta división. »

De modo que estamos meramente señalando, no afirmamos nada, no sacamos la conclusión de que usted, señor, es psicológicamente, profundamente, el resto de la humanidad. 

Sus reacciones las comparte toda la humanidad. 

Su cerebro no es “suyo”, ha evolucionado en el tiempo durante siglos. 

Usted puede estar condicionado como cristiano, puede creer en diversos dogmas y rituales; otro tiene su propio dios, sus propios rituales, pero todo eso es producto del pensamiento. 

Estamos, pues, poniendo profundamente en duda que el individuo exista en absoluto como tal. 

Somos la humanidad total, cada uno de nosotros es el resto de la humanidad. 

Ésta no es una declaración romántica, fantástica; y es importante, necesario entenderla si vamos a considerar juntos el significado de la muerte. »

¿Qué dice a todo esto, señor?»

 «Debo decir que estoy desconcertado con todos estos interrogantes. No sé bien por qué siempre me he considerado separado de usted o de algún otro. 

Lo que usted dice parece verdadero, pero tengo que reflexionar al respecto, necesito un poco de tiempo para asimilar todo lo que usted ha dicho hasta ahora.» 

«El tiempo es el enemigò de la percepción. Si va usted a reflexionar sobre lo que hemos hablado hasta aqui, si va a argüir consigo mismo, a discutir lo que se ha dicho, a analizar lo que hemos considerado juntos, ello va a tomarle tiempo. 

Y el tiempo es un nuevo factor que se interpone en la percepción de lo verdadero. 

De cualquier modo, ¿lo dejamos por el momento?» 

Volvió después de un par de dias, y se le veia bastante tranquilo y más interesado. 

Era una mañana nublada y probablemente llovería. 

En esta parte del mundo se necesita mucho más de la lluvia, porque al otro lado de los cerros hay un vasto desierto. 

Debido a eso, por las noches hace aqui mucho frio.

 «He regresado después de vários dias de sereno pensar. Tengo una casa frente al mar y vivo allí completamente solo. 

Es una de esas pequeñas cabañas costeras, y uno tiene frente a si la playa y el azul Pacífico; se puede caminar millas y millas por la playa. 

Yo generalmente salgo para hacer largos paseos en la mañana o en el atardecer. Después de verle a usted el otro dia, caminé a lo largo de la playa, tal vez unas cinco millas o más, y decidí regresar y verle nuevamente. 

Al principio me sentí muy perturbado. 

No podia comprender del todo lo que usted decía, lo que me señalaba. 

Aunque soy una persona más bien escéptica sobre estas cuestiones, permití que lo dicho por usted ocupara mi mente. 

No era que internamente yo lo aceptara o lo negara, pero me intrigaba; y deliberadamente uso la palabra “permití” -permití que penetrara en mi mente-. 

Y luego de reflexionar un poco, subí a mi auto, y después de manejar a lo largo de la costa regresé tierra adentro hasta llegar aqui. 

Es un valle muy hermoso. 

Me alegro de encontrarle aqui. 

¿Podríamos, pues, continuar con lo que estuyimosconsiderando el otro dia? >>

Si es que lo comprendo claramente, usted estuvo señalando que la tradición, el pensamiento largamente condicionado, puede producir una fijación, un concepto que aceptamos fácilmente, tal vez sin demasiada reflexión -aceptamos la idea de que somos indivíduos separados-. 

Y cuanto más pienso al respecto-uso la palabra “pienso” en el sentido comente de pensar, racionalizar, cuestionar, argumentar- es como si estuviera sosteniendo una discusión conmigo mismo, un diálogo prolongado; y pienso que capto realmente lo que todo ello implica. 

Veo lo que hemos hecho del maravilloso mundo en que vivimos. 

Veo toda la secuencia histórica. 

Y después de un considerable ir y venir delpensamiento, comprendo realmente la profundidad y verdad de lo que usted ha dicho. 

De modo que si dispone de tiempo, me gustaría avanzar más en todo esto. 

Como usted sabe, yo vine en realidad para descubrir esas cosas acerca de la muerte, pero veo la importância de empezar por la propia comprensión de uno mismo y, a través de la puerta del yo -si es que puedo usar esa palabra- llegar a la cuestión de lo que es la muerte.» 

«Como estuvimos diciendo el otro día, nosotros compartimos, toda la humanidad comparte, la luz del sol [él no había dicho esto]; esa luz del sol no es suya ni mía. 

Es la energia vivificante que todos compartimos. 

La belleza de una puesta de sol, si uno la observa con sensibilidad, es compartida por todos los seres humanos. 

No es la puesta suya o mía en el oeste, en el este, en el norte o en el sur; lo importante es la puesta de sol. 

Y nuestra conciencia, que incluye nuestras acciones y reacciones, nuestras ideas y conceptos, nuestros patrones de pensamiento, los sistemas de creencias, las ideologias, los temores, los placeres, la fe, la adoración de algo que nosotros mismos hemos proyectado, nuestros dolores, nuestras penas y angustias; esto es compartido por todos los seres humanos. 

Cuando sufrimos* hemos convertido eso en un asunto personal. 

Excluimos todos el sufrimiento de la humanidad. 

Igual que el placer; tratamos el placer como una cosa privada; nuestra, con la excitación que ello produce, etc. 

Olvidamos que el hombre -incluyendo a la mujer, por supuesto, no es necesario repetirlo- que el hombre ha sufrido desde tiempos que están más allá de toda medida posible. 

Y ese sufrimiento es el suelo sobre el cual todos nosotros estamos parados. Y es compartido por todos los seres humanos. »

Nuestra conciencia, pues, no es de propiedad suya o mía; es la conciencia del hombre, que ha sido acumulada, que ha evolucionado, crecido a través de siglos, de muchos siglos. 

En esta conciencia está contenida la fe, están los dioses, todos los rituales que el hombre ha inventado.

 Es realmente una actividad del pensamiento. 

Es el pensamiento el que ha formado el contenido -la conducta, la acción, la cultura, la ambición-, 

Toda la actividad del hombre es la actividad del pensamiento. 

Y esta conciencia es el sí mismo, el yo, el ego, la personalidad, etc. 

Creo que es indispensable comprender esto muy a fondo, no sólo de manera argumental, lógica, sino profundamente; igual que la sangre, está en todos nosotros, forma parte de nosotros, es la esencia, el proceso natural de todos los seres humanos. 

Cuando uno comprende esto, nuestra responsabilidad adquiere extraordinária importancia. 

En tanto continue el contenido de nuestra conciencia, somos los responsables por todo lo que ocurre en el mundo. 

En tanto el miedo, las nacionalidades, el impulso dei êxito -usted sabe, todas esas cosas-, existan, cada uno de nosotros es parte de la humanidad, parte dei movimiento humano. »

Esto es sumamente importante que se comprenda. 

Es así: el yo es producto del pensamiento. 

Y el pensamiento, como dijimos, no es suyo ni mío; el pensar no es un pensar individual. 

El pensar es compartido por todos los seres humanos. 

Y cuando en verdad hemos visto profundamente el significado de todo esto, entonces pienso que podemos comprender la naturaleza de lo que implica morir. »

Cuando usted era un muchacho, tiene que haber seguido una suave corriente que gorgoteaba a lo largo de un valle pequeño y estrecho, con las aguas que corrían más y más rápidas, y al encontrar algo, digamos un trozo de madera, lo arrojo usted en la corriente y siguió su curso hacia abajo viendo cómo pasaba por un desvío, por un montículo; a través de una pequena grieta -lo siguió hasta que el trozo de madera pasó por encima de una cascada y desapareció-. 

Esta desaparición es nuestra vida. »

¿Qué significa la muerte? ^

<<¿Qué es la palabra misma, el sentimiento amenazador que la acompaña? 

Al parecer, jamás la aceptamos.»

EL ÚLTIMO DIARIO - J.K. - 11 DE MARZO - (CONTINÚA)...

 Ojai, California 

11, marzo, 1983 (continuúa) 

Era una mañana realmente encantadora, una clara y hermosa mañana. 

Todas las hojas estaban cubiertas de rocio. 

Y mientras el sol ascendia lentamente, extendiéndose en silencio sobre la bella tierra, en este valle reinaba una gran paz. 

Los árboles estaban cargados de naranjas, pequeñas pero abundantes. 

Poco a poco, el sol ilumino cada árbol y cada fruto. 

Sentado en esa galeria que da al valle, uno podia ver las largas sombras de la mañana. 

La sombra es tan bella como el árbol . 

Tuvimos deseos de salir, no en automóvil, sino de caminar afuera entre los árboles, y aspirar el aire fresco y el aroma de innumerables naranjas y flores, y escuchar el sonido de la tierra. 

Más tarde subimos hasta la cumbre misma dei cerro que dominaba el ancho valle. 

La tierra no pertenece a nadie; es la tierra sobre la cual todos nosotros hemos de vivir por muchos años, arando, cosechando y destruyendo. 

Uno es siempre un huésped en esa tierra, y tiene la austeridad propia dè un huésped. 

La austeridad es algo mucho más profundo que el poseer sólo unas pocas cosas. 

La palabra «austeridad» ha sido estropeada por los monjes, los sanyasis, los ermitaños. 

Sentado ahí, en ese alto cerro, solo en medio de la solitud de tantas cosas, de tantas rocas y pequeños animales y hormigas, esa palabra carecia de significado. 

Al otro lado de los cerros, muy lejos en la distancia, estaba el ancho mar, radiante, resplandeciente.

Nosotros hemos dividido latierra como «tuya» y «mia» -tu nación, mi nación, tu bandera y la bandera de él, esta religión particular y la religión dei hombre distante-. 

El mundo, la tierra, están divididos, fragmentados. 

Y por eso es que reñimos y peleamos, y los políticos se regocijan en su poder a fin de mantener esta división y no miran jamás el mundo como una totalidad. 

Les falta la mente global . 

Nunca sienten ni perciben la inmensa posibilidad de no ser nacionalistas, de no tener divisiones; jamás pueden percibir la fealdad de su poder, de su posición y del sentido; de su propia importância. 

Ellos son como cualquier otra persona, sólo que ocupan el sitial del poder con sus insignificantes, mezquinos deseos y ambiciones, y así es, por lo visto, como mantienen la actitud tribal hacia la vida desde que el hombre ha estado sobre esta tierra. 

Carecen de una mente no comprometida con ningún tipo de resultados, ideales e ideologias -una mente que se mueva más allá de las divisiones de raza, cultura y religión que el hombre ha inventado. 

Los gobiemos deben existir en tanto el hombre no sea luz para sí mismo, en tanto no viva su vida cotidiana con orden, con atención, trabajando, observando, aprehdiendo diligentemente. 

Prefiere más bien que le digan lo que debe hacer. 

Y se lo han dicho desde la antigüedad los sacerdotes, los gurús, y él acepta sus ordenes, sus peculiares disciplinas destructivas como si ellos fueran dioses en esta tierra, como si ellos conocieran todas las implicaciones de esta vida tan extraordinariamente compleja. 

Sentado ahí, muy por encima de todos los árboles, sobre una roca que tiene su propio sonido como toda cosa viviente en esta tierra, observando el cielo azul, claro, inmaculado, uno se pregunta cuánto tiempo le tomará al hombre aprender a vivir en este mundo sin rencillas, sin disputas, guerras y conflictos. 

El hombre ha creado el confücto al dividir la tierra lingüísticamente, culturalmente, superficialmente.

Uno se pregunta cuánto tiempo le tomará al hombre -que ha evolucionado durante tantos siglos de dolor y aflicción, de ansiedad y placer, temor y conflicto-, cuánto tiempo le tomará vivir una clase diferente de vida. 

Mientras uno estaba sentado quietamente, sin movimiento alguno, se acerco un lince. 

Como el viento soplaba por encima del valle, el animal no advirtió el olor de ese ser humano.

Ronroneaba, frotándose contra una roca, su pequeña cola levantada, regocijándose con la maravilla de la tierra. 

Después desapareció cerro abajo entre los arbustos. 

Estaba protegiendo su guarida, su cueva o el lugar donde dormía. 

Protegia sus necesidades, sus propios gatitos, cuidándolos del peligro. 

Temía al hombre más que a ninguna otra cosa, al hombre que cree en Dios, que reza, al hombre rico con su escopeta, con su matar indiferente. 

Casi podia sentirse el olor de ese lince cuando pasó cerca. 

Uno estaba tan inmóvil, tan completamente quieto, que el animal ni siquiera lo miró: uno era parte de esa roca, parte del ambiente.  

Por qué -se pregunta uno- el hombre no se da cuenta de que puede vivir en paz, sin guerras, sin violência? 

¿Cuánto tiempo le tomará comprender esto, cuántos siglos y siglos? 

Desde los siglos pasados, en millares de ayeres, no ha aprendido. 

Lo que es ahora, así será su futuro. 

Esa roca se estaba poniendo demasiado caliente. 

La concentración del calor podia sentirse a través de los pantalones; de modo que uno se levantó y descendió siguiendo al lince que había desaparecido mucho tiempo atrás. 

Había otras criaturas: la ardilla de la tierra, una gran culebra y una serpiente de cascabel. 

Silenciosamente se ocupaban de sus asuntos. 

Se desvaneció el aire de la manñna; paulatinamente, el sol llegó al oeste. 

Tomaría una hora o dos antes de que se pusiera detrás de aquellos cerros, con el maravilloso contorno de las rocas y los colores dei atardecer -azul, rojo y amarillo-. 

Después, empezaría la noche, los sonidos de la noche llenarían el aire; sólo más tarde habría un silencio total. 

Las raíces del cielo son de inmenso vacío, porque en ese vacío hay energia, incalculable, vasta y profunda energia.

EL ÚLTIMO DIARIO - J.K. - 11 DE MARZO DE 1983

 11, marzo, 1983 

Era una mañana moderadamente fresca, y había una luz que sólo existe en Califórnia, especialmente en la parte sur. 

Es en verdad una luz realmente extraordinária. 

Hemos viajado probablemente por todo el mundo, por la mayor parte del mundo al menos, hemos visto innumerables luces y nubes en muchas partes de la tierra. 

En Holanda, las nubes están muy próximas al suelo; aquí en Califórnia, las nubes contra el cielo azul parecen retener la luz etemamente, la luz que contienen las grandes nubes con su forma y cualidad extraordinárias. 

Era una mañana fresca, muy bella. 

Y cuando uno escala el sendero rocoso que lleva hasta la cumbre, y miro hacia abajo en el valle y vé las hileras e hileras de naranjos, de aguacates, y los cerros que rodean el valle, era como si uno estuviera fuera de este mundo, tan completamente perdido se hallaba para todas las cosas, para la fatiga, para las feas acciones y reacciones del hombre. 

Uno dejaba atrás todo eso a medida que ascendía más y más por el sendero rocoso. 

Dejaba atrás, muy abajo, la vanidad, la arrogancia, la vulgaridad de los uniformes, de las condecoraciones que el hombre exhibe sobre todo su pecho, y la vanidad y las extrañas vestimentas de los sacerdotes. 

Todo eso quedaba atrás. 

Y cuando uno ascendía casi pisó a una codorniz madre con su docena o más de pequeñas crías que se diseminaron pisando entre los arbustos. 

Al llegar más arriba uno miró hacia atrás, y vio que la codorniz ya había reunido nuevamente a las crías alrededor de ella, las cuales estaban completamente seguras bajo las alas de su madre.

Es preciso escalar hora tras hora para alcanzar la gran cima.

Algunos dias uno vio un oso a muy poca distancia, el cual no le prestó atención alguna. 

Los ciervos al otro lado del arroyo también parecían indiferentes a la presencia del hombre. 

Finalmente uno llegó a la cima de una meseta rocosa, y al otro lado de las colinas, bacia el suroeste, se veía el mar distante, tan azul, tan quieto, tan infinitamente lejano. 

Uno se sentó sobre una roca lisa, agrietada, a la que el sol debió resquebrajar sin remordimiento alguno por siglos y siglos. 

Y en las pequeñas grietas había diminutas criaturas vivientes que se escurrían; y el silencio era completo, total e infinito. 

Un ave muy grande -la llaman condor- volaba describiendo círculos en el cielo. 

Aparte de ese movimiento no había actividad alguna excepto estos diminutos insectos; solo ese silencio, esa paz que existe únicamente donde el hombre jamás ha estado antes. 

Todo quedo atrás en ese pequeño poblado que se veia a tanta distancia debajo. 

Literalmente todo: la propia identidad -si es que uno tenía alguna-, las pertenencias, la posesión de las propias experiencias, los recuerdos de cosas que significaban algo para uno -todo eso quedó atrás, muy abajo entre los resplandecientes huertos y naranjales-. 

Aquí el silencio era absoluto y uno estaba completamente solo. 

La mañana era maravillosa y el aire fresco, que se estaba tornando más y más frio, lo envolvía a uno; y uno estaba totalmente perdido para todas las cosas. 

Era la nada y más allá de la nada.

 Habría que olvidarse realmente de la palabra meditación. 

Es una palabra que ha sido corrompida. 

El significado corriente de esa palabra -considerar algo, pensar o reflexionar acerca de ello es más bien trivial y común. 

Si queremos comprender la naturaleza de la meditación, tenemos que olvidar realmente la palabra, puesto que no podemos medir con palabras aquello que es inmensurable, que está más allá de toda medida. 

No hay palabras que puedan comunicarlo, ni sistema alguno, ni métodos de pensamiento, ni prácticas o disciplinas. 

Si pudiéramos más bien encontrar otra palabra que no haya sido tan mutilada, tan corrompida, tan vulgarizada, que no se haya convertido en el medio de ganar muchísimo dinero, si pudiéramos hacer a un lado la palabra «meditación», entonces comenzaríamos a percibir suavemente, serenamente, un movimiento que no es del tiempo. 

Por otra parte, la palabra «movimiento» implica tiempo. 

Lo que quiere indicarse es un movimiento sin principio ni fin, un movimiento en el sentido de una ola -ola tras ola que comienzan en ninguna parte y sin playa alguna donde puedan romper-. 

Una ola infinita. 

El tiempo, por lento que sea, es mas bien tedioso. 

El tiempo significa crecimiento y evolución -devenir, lograr y aprender, cambiar-. 

Y el tiempo no es el camino hacia aquello que está mucho más allá de la palabra «meditación». 

El tiempo no tiene nada que ver con eso. 

El tiempo es la acción de la voluntad, el deseo, y el deseo no puede en modo alguno [palabra o palabras inaudibles aquí]... aquello que se encuentra mucho más alla de la palabra meditación. 

Aquí está uno sentado sobre esta roca, con el cielo azul -asombrosamente azul- y el aire purísimo, incontaminado. 

Muy lejos, al otro lado de esta cadena de montañas, está el desierto. 

Pueden verse millas y millas de desierto. 

Es realmente una percepcion intemporal de «lo que es». 

Solamente esa perception puede decir que aquello es. 

Uno permaneció sentado ahí observando durante lo que parecieron muchos dias, muchos años, muchos siglos. 

A medida que el sol bajaba hacia el mar, uno fue abriéndose paso en descenso hacia el valle, y todo alrededor estaba iluminado, esa brizna de hierba y ese sumac [un arbusto silvestre], el altísimo eucalipto y la tierra floreciente. 

Tomo tanto tiempo descender como el que había tomado el ascenso. 

Pero aquello que es intemporal no puede ser medido por las palabras. 

Y «méditacion» es solo una palabra. 

Las raíces del cielo se hallan en el profundo y perdurable silencio.

EL ÚLTIMO DIARIO - J.K. - 10 DE MARZO DE 1983

 10, marzo, 1983 

El otro día, mientras uno paseaba por un apartado sendero boscoso, lejos dei ruido y la brutalidad y vulgaridad de la civilización, muy lejos de cuanto el hombre ha producido, había una sensación de gran quietud que abarcaba todas las cosas -serena, distante y colmada del sonido de la tierra-. 

Mientras uno caminaba tranquilamente, sin perturbar las cosas de la tierra que le rodeaban -los arbustos, los árboles, los grillos y los pájaros- subitamente - a la vuelta de un recodo, aparecieron dos pequeñas criaturas riñendo la una con la otra, peleando a su pequeño modo peculiar. 

Una estaba tratando de ahuyentar a la otra que molestaba intentando introducirse en el pequeño agujero que no le pertenecía, y la propietaria la rechazaba. 

Pronto venció la propietaria y la otra escapó. 

Y nuevamente hubo quietud, un sentido de profunda soledad. 

Y mientras uno iba mirando hacia arriba, el sendero se internaba alto en las montañas, la cascada murmuraba dulcemente cayendo a un lado del camino; había una gran belleza y una dignidad infinita -no la dignidad que logra el hombre y que parece tan vana y arrogante-. 

La pequeña criatura se había identificado con su hogar, tal como lo hacen los seres humanos. 

Nosotros estamos siempre tratando de identificarnos con nuestra raza, con nuestra cultura, con las cosas en que creemos, con alguna figura mística, o algún salvador, alguna clase de autoridad suprema. 

El identificarse con algo parece ser la naturaleza del hombre. 

Probablemente este sentimiento nuestro se deriva de ese pequeño animal. 

Uno se pregunta por qué existe esta ansia, este anhelo de identificación. 

Es comprensible la identificación con las propias necesidades físicas-las cosas indispensables, ropas, alimento, albergue, etcétera-. 

Pero internamente, bajo la piel por así decir, tratamos de identificamos con el pasado, con la tradición, con alguna extravagante imagen romântica, con algún símbolo muy apreciado. 

E indudablemente, en esta identificación hay una sensación de estar seguros, a salvo, de ser dueños de aquello con que nos identificamos y, a la vez, de pertenecerle. 

Esto nos proporciona un gran bienestar. 

Y ese bienestar, esa seguridad la obtenemos de cualquier forma de ilusión. 

Y el hombre, aparentemente, necesita muchas ilusiones. 

En la distancia se oye el ulular de un búho, y llega una profunda respuesta gutural desde el otro lado del valle. 

Todavia está amaneciendo. 

El ruido del día no ha comenzado y todo está muy quieto. 

Existe algo extraño y sagrado allí donde el sol se.asoma. 

Hay una plegaria, un canto a la aurora, a esa extraña luz quieta. 

En esa madrugada Ia luz era suave, no soplaba una brisa y toda la vegetación, los árboles, los arbustos, estaban inmóviles; silenciosos, aguardando. 

Aguardando la salida del sol. 

Y quizás el sol no se levantaria aún por una media hora o algo así, y el amanecer estaba cubriendo lentamente la tierra con una extraña calma. 

Gradualmente, pausadamente, la más alta de las montañas se estaba volviendo más brillante, dorada y clara mientras el sol la iba tocando; y la nieve era pura, no la afectaba la luz del día. 

A medida que uno ascendía dejando muy abajo los pequeños senderos de la aldea, el sonido de la tierra, los grillos, las codornices y otros pájaros empezaron su cántico matinal de exquisita adoración al día. 

Y mientras el sol se levantaba, uno era parte de esa luz y había dejado atrás todo lo que es producto del pensamiento. 

Había un completo olvido de uno mismo. 

La psique estaba libre de sus luchas y pesares. 

Y mientras uno caminaba ascendiendo más y más, no existia sentido alguno de separación ni siquiera el sentido; de ser uno un ser humano. 

La niebla de la mañana se estaba concentrando lentamente en el valle, y esa niebla era uno mismo, era el hombre volviéndose más y más espeso, sumergiéndose más y más en la fantasía, en el romance, en la necedad de la propia vida. 

Y después de un largo período de tiempo, uno llegó abajo.  

Se escuchaba el murmullo del viento, de los insectos, los llamados de innumerables pájaros. 

Y a medida que uno descendía, la niebla iba desapareciendo. 

Había calles, tiendas, y la gloria del amanecer se estaba desvaneciendo rápidamente.  

Y la gente comenzaba su rutina diaria, atrapada en el hábito del trabajo, en las disputas entre hombre y hombre, en las divisiones de la identificación, la división de las ideologias, las preparaciones para las guerras, el propio pesar interno y el perpetuo dolor del hombre. 


EL ÚLTIMO DIARIO - J.K. - 28 DE FEBRERO DE 1983

 28,febrero,1983 

Volando a 41.000 pies de altura, de un continente a otro, uno no ve más que nieve, millas y millas de nieve; todas las montañas y los cerros están cubiertos de nieve, y también los ríos están helados. 

Se les ve ondular, serpentear por toda la tierra. 

Y muy lejos, abajo, las granjas distantes están cubiertas de hielo y nieve. 

Es un largo y fatigoso viaje de once horas. 

Los pasajeros parloteaban todo el tiempo. 

Detrás de uno había una pareja que no paraba de hablar, sin mirar jamás la gloria de esos maravillosos cerros y montanas, sin mirar siquiera a los otros pasajeros. 

Aparentemente, estaban ambos absortos en sus propios pensamientos, en sus propios problemas, en sus charlas. 

Y al fin, después de un tedioso y sereno vuelo en lo más recio del inviemo, aterrizamos en la ciudad del Pacífico. 

Después dei ruido y del alboroto, abandonamos esa fea, desproporcionada, vulgar y vociferadora ciudad con sus intermittables tiendas que venden casi todas ellas las mismâs cosas. 

Dejamos todo eso detrás y recorremos la costa por la carretera dei azul Pacífico, siguiendo la orilla por un bello camino que pasa a través de los cerros y se encuentra a menudo con el mar; y cuando el Pacífico queda atrás, penetramos en el campo después de serpentear por varias pequeñas colinas apacibles, tranquilas, llenas de esa extrana dignidad de la tierra, y finalmente llegamos al valle. 

Uno ha estado ahí por los últimos sesenta años, y cada vez se asombra al entrar en este valle silencioso que casi no ha sido tocado por el hombre. 

Penetra en este valle que parece una inmensa copa, un nido. 

Entonces abandona el pequeño poblado y asciende unos 1.400 pies, atravesando hileras e hileras de huertos y naranjales. 

El aire está perfumado de azahar. 

Todo el valle se halla impregnado de ese aroma. 

Y el perfume de azahar llena la mente, el corazón, todo el cuerpo. 

Es la más extraordinária sensación la de vivir en medio de un perfume que perdurará por cerca de tres semanas o más. 

Y hay quietud en las montañas, una gran dignidad. 

Y cada vez que uno mira esos cerros y la alta cumbre que está a más de 6.000 pies, se sorprende realmente de que exista una región semejante. 

Siempre que uno llega a este valle tan quieto y apacible, hay un extraño sentimiento de distancia, de silencio profundo y de una vasta y lenta expansión de tiempo. 

EI hombre trata de estropear el valle, pero éste ha sido preservado. 

Y esa mañana las montañas se veían extraordinariamente bellas. 

Uno casi podia tocarlas. 

Contienen toda la majestad, el inmenso sentido de permanencia. 

Y uno penetra silenciosamente en la casa donde ha vivido por más de sesenta años, y la atmosfera, el aire es -si se puede usar esa palabra- sagrado; uno lo siente, casi puede tocarlo con la mano. 

Como ha llovido considerablemente, porque es la estación de las lluvias, todos los cerros y los pequenos pliegues de la montaña están verdes, florecientes, plenos - con cierta callada y profunda comprensión de su propia existencia la tierra sonrie ante tanto deleite, con cierta callada y profunda comprensión de su propia existência.

«Usted ha dicho una y otra vez que la mente, o si lo prefiere, el cerebro, debe vaciarse a sí mismo de todo el conocimiento que ha reunido no sólo para ser libre sino para poder comprender algo que no es del tiempo, ni del pensamiento, ni de acción alguna. 

Usted ha dicho esto de diferentes maneras en la mayoría de sus pláticas, y yo encuentro terriblemente difícil de captar no sólo la idea, la profundidad de eílo, sino el sentimiento de silencioso vacío -si puedo usar esa palabra-. 

Jamás he podido tantear mi camino en ello. 

He intentado diversos métodos para terminar con el parloteo de la mente, con la incesante ocupación en una cosa u otra y con los problemas que crea esta misma ocupación. 

Y del modo en que uno vive, está atrapado en todo esto. 

Ésta es nuestra vida cotidiana: el tedio, la charla permanente que tiene lugar en una familia; y cuando no se charla está la televisión o un libro. 

La exigencia de la mente parece ser la de hallarse ocupada, la de moverse de una cosa a otra, de un conocimiento a otro, de una acción a otra con el constante movimiento dei pensar.»

«Como lo señalamos, el pensamiento no puede ser detenido por la mera determinación, por una decisión de la voluntad, o por el apremiante y urgente deseo de penetrar en la cualidad del quieto, silencioso vacío.»

«Yo me descubro a mí mismo envidioso con respecto a algo que creo, que siento que es verdadero y que me gustaría tener, pero ello siempre me ha eludido, ha permanecido siempre más allá de mi captación. 

He venido, como lo he hecho a menudo, para hablar con usted.

¿Por qué en mi vida cotidiana, en mis ocupaciones diarias no existe la estabilidad, la firmeza de áquella quietud?

¿Por qué falta esto en mi vida? 

Me he preguntado a mí mismo qué he de hacer. 

Y también me doy cuenta de que no puedo hacer mucho al respecto, o que no puedo hacer absolutamente nada. 

Pero la irritación sigue ahí, no puedo despreocuparme de ella. 

Si sólo pudiera experimentar aquello una vez, entonces ese recuerdo mismo me sostendría, daria signifícación a una vida en realidad bastante: absurda. 

He venido, pues, a inquirir, a sondear esta cuestión: ¿Por qué la mente -tal vez  la palabra cerebro seria mejor- exige estar siempre ocupada?»

EL ÚLTIMO DIARIO - J.K. - 25 DE FEBRERO DE 1983 - (OJAI, CALIFORNIA)

 OJAl, CALIFÓRNIA 

2 5 ,febrero ,1 9 8 3 

Hay un árbol junto al río, y hemos estado observándolo día tras día por algunas semanas, cuando el sol está a punto de asomarse. 

A medida que el sol se levanta lentamente sobre el horizonte, por encima de los árboles, este árbol particular se torna súbitamente de oro. 

Todas las hojas se ven radiantes de vida, y cuando uno contempla ese árbol mientras las horas pasan -no importa el nombre dei árbol, lo que importa es su belleza- una cualidad extraordinária parece extenderse sobre toda la tierra, sobre el río. 

Y cuando el sol asciende un poco más, las hojas comienzan a aletear, a danzar. 

Y cada hora que pasa parece conferir a ese árbol una cualidad diferente. 

Antes de salir el sol se le ve melancólico, sosegado, muy distante y pleno de dignidad. 

Y al comenzar el día, las hojas cubiertas de luz danzan y le dan al árbol ese peculiar sentimiento que uno tiene de inmensa belleza. 

A mediodía su sombra se ha hecho más profunda, y uno puede sentarse ahí protegido del sol, sin sentirse jamás solo con el árbol como compañero. 

Mientras uno permanece ahí, existe una relación de profunda y perdurable seguridad y una libertad que unicamente los árboles pueden conocer. 

Hacia el anochecer, cuando el cielo Occidental se ilumina con el sol poniente, el árbol se vuelve poco a poco sombrio, oscuro, y se cierra sobre sí mismo. 

El cielo se ha vuelto rojo, amarillo y verde, pero el árbol permanece quieto, oculto, y descansa durante la noche. 

Si uno establece una relación con el árbol, entonces está relacionado con la humanidad. 

Uno es responsable, entonces, por ese árbol y por los árboles dei mundo. 

Pero si uno no se relaciona con las cosas vivientes de esta tierra, puedè perder toda relación con la humanidad, con los seres humanos. 

Nosotros nunca observamos profundamente la cualidad de un árbol; nunca lo tocamos realmente sintiendo su solidez, su áspera corteza, ni escuchamos el sonido que es parte del árbol. 

No el sonido del viento entre las hojas, ni el de la brisa que en la mañana agita el follaje, sino el sonido propio dei árbol, el sonido del tronco y el silencioso sonido de las raíces. 

Uno tiene que ser extraordinariamente sensible para escuchar el sonido. 

Este sonido no es el ruido dei mundo, ni el ruido dei parloteo mental, ni el de la vulgaridad de las disputas humanas y del conflicto humano, sino el sonido como parte dei universo. 

Es extraño que tengamos tan poca relación con la naturaíeza, con los insectos, con la rana saltarina, con el búho que ulula entre los cerros llamando a su pareja. 

Parece que nunca experimentamos sentimiento alguno por todas las cosas vivientes de la tierra. 

Si pudiéramos establecer una profunda y duradera relación con la naturaíeza, jamás mataríamos un animal para satisfacer nuestro apetito, jamás haríamos daño a un mono, a un perro o a un conejillo de índias practicando en ellos la vivisección para nuestro propio beneficio. 

Encontraríamos otros médios para curar nuestras heridas, nuestros cuerpos. 

Pero la curación de la mente es algo por completo distinto. 

Esa curación tiene lugar gradualmente si uno está con la naturaleza, con esa naranja en el árbol, con la brizna de hierba que empuja a través del cemento, con los cerros cubiertos, ocultos por las nubes. 

Esto no es un sentimentalismo ni imaginación romântica, sino la realidad de una relación con todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra. 

El hombre ha matado millones de ballenas y aún las sigue matando. 

Todo lo que obtenemos de esa matanza podríamos obtenerlo por otros medios. Pero al parecer el hombre gusta de matar cosas; mata al ciervo veloz, a la maravillosa gacela y al  gran elefante. 

Nos gusta matarnos los unos a los otros. 

Este matar a otros seres humanos jamás ha cesado a lo largo de toda la historia de la vida del hombre sobre la tierra. 

Si pudiéramds -y tenemos que hacerlo- establecer una profunda y perdurablerelación con la naturaleza, con los ãrboles reales, los arbustos , las flores, la hierba y las rápidas nubes, entonces jamás mataríamos a otro ser humano por ninguna razón. 

La guerra es el asesinato organizado, y aunque nos manifestemos contra una guerra en particular -la guerra nuclear o cualquier otro tipo de guerra-jamás nos hemos manifestado contra la guerra en sí.

Jamás hemos dicho que matar a otro ser humano es el más grande pecado de la tierra.

EL ÚLTIMO DIARIO - J.K. - PREFACIO -

EL ÚLTIMO DIÁRIO 

PREFACIO 

Esta parte es original en el sentido de que es la única publication de Krishnamurti que registra palabras que él dictara a un grabador magnetofónico mientras se encontraba a solas. 

Después del êxito que tuviera el Diário I I (la parte que ha precedido) publicado en 1982, se le instó a que lo continuara, pero debido a que por entonces su mano se había vuelto bastante temblorosa (tenía ochenta y siete anos), se le sugirió que, en vez de escribirlo, se lo dictara a sí mismo. 

Esta idea le atrajo. 

Sin embargo , no lo pudo comenzar inmediatamente porque estaba a punto de viajar a la India donde no tendría tiempo para ello. 

Cuando regresó a California, en febrero de 1983, dictó el primero de los pasajes que contiene este libro, haciéndolo en un grabador Sony nuevo. 

Todos los dictados excepto uno, se hicieron en su casa, la Cabaña de los Pinos en el valle de Ojai, a unas ochenta millas al norte de Los Ángeles. 

Él habría de dictar en las mañanas, antes dei desayuno, mientras se hallaba en la cama sin que le molestaran. 

Krishnamurti se había alojado por primera vez en la Cabaña de los Pinos junto con su hermano, en 1922, cuando se la prestó un amigo; y allí se encontraba en agosto de 1922 cuando pasó por una experiencia espiritual que transformo su vida. 

Poco después se formo un Fideicomiso para el cual se suscribió una suma de dinero a fin de comprar la Cabaña y seis acres de terreno circundante. 

En 1978 se construyó una hermosa casa nueva que se incorporo a la Cabaña, en la que Krishnamurti conservo su dormitório original y una pequena sala de estar.

El último des us dictados no resultaron tan acabados como sus escritos, y a veces su voz suele alejarse dei grabador hasta volverse un poco distante, de modo que, a diferencia de los Diarios I y II, algunos ligeros arreglos han sido necesarios en beneficio de la claridad. 

El lector se siente muy próximo a Krishnamurti en estos pasajes -por momentos casi parece hallarse dentro de su misma conciencia- 

En unos pocos de esos pasajes introduce él a un visitante imaginário que viene a hacerle preguntas y a retarlo. 

La esencia de la enseñanza de Krishnamurti se encuentra aquí, y las descripciones de la naturaleza con que comienza la mayoría de sus dictados, pueden servir para que muchos que le consideran tanto un poeta como un filósofo, sientan aquietarse todo el ser y se vuelvan intuitivamente receptivos a lo que sigue luego. 

Hay reiteraciones, pero éstas parecen de algún modo necesarias para acentuar el sentido de lo que expresa, y demuestran como cada día era para él un día completamente nuevo, libre detodas las cargas dei pasado. Extranamente, el último pasàje, y tal vez el más bello, trata acerca de la muerte. Es la última ocasión en que, ya para siempre, escucharemos a Krishnamurti hablándose a sí mismo. Dos anos después, moría en el mismo dormitório de la Cabana de los Pinos. 

M.L.

DIARIO 2 - J.K. - 24 DE ABRIL DE 1975

 24,Abril,l975 

Toda cosa viviente tiene su propia sensibilidad, su propio modo de vida, su propia conciencia, pero el hombre presume que la suya es muy superior y, debido a la presunción, pierde su amor, su dignidad, y se vuelve insensible, duro y destructivo. 

En el valle de los naranjos, con sus frutos y flores primaverales, la mañana era hermosa y transparente.

Hacia el norte, las montañas aparecían rociadas de nieve, desnudas, inclementes y distantes, pero contra el delicado cielo azul del amanecer se hallaban muy cerca, uno podia casi tocarlas. 

Tenían ese sentimiento inmenso de los siglos y de la majestad indestructible, y esa belleza que acompaña a la magnificência intemporal. 

Era una mañana muy apacible; el aire estaba lleno con el perfume de los azahares y con el prodígio y belleza de la luz. 

La luz tiene en esta parte del mundo una cualidad especial, penetrante, vívida que llena los ojos; parece introducirse en la totalidad de la conciencia despejando de sombras todos los rincones oscuros. 

Había en esa luz un júbilo inmenso, y cada hoja y cada brizna de hierba se regocijaban en ella. 

Y el grajo azul saltaba de rama en rama y, para variar, no aturdia con sus chillidos. 

Era una bella mañana de luz, una mañana de gran profundidad. 

El tiempo ha engendrado la conciencia con su contenido. Esta conciencia es la cultura dei tiempo. Su contenido compone la conciencia; sin él, la conciencia tal como la conocemos, no existe. 

Entonces nada hay. 

Nosotros movemos las pequeñas piezas en esta conciencia, de un área a otra, conforme a las presiones de la razón y a las circunstancias, pero siempre en el mismo campo de la angustia, el dolor y el conocimiento. 

Este movimiento es tiempo, es el pensamiento y la medida. 

Es un absurdo jugar a las escondidas con uno mismo, es la sombra y sustancia del pensamiento, es el pasado y futuro del pensamiento. 

El pensamiento no puede retener este instante, porque este instante no es del tiempo. 

Este instante es la cesación dei tiempo; el tiempo se ha detenido en ese instante, en él no hay movimiento y, por tanto, ese instante no está relacionado con ningún otro instante. 

No tiene causa y, en consecuencia, no tiene comienzo ni fin. 

La conciencia no puede contenerlo. 

En ese instante de la nada, todo es. 

La meditaçión consiste en vaciar la conciencia de su contenido.

DIARIO 2 - J.K - 23 DE ABRIL DE 1975

 MALIBÚ* 

23, Abril, 1975 

El ancho río estaba tranquilo todavía, como un estanque de molino. 

No se veía una onda, y la brisa matinal no había despertado aún porque era muy temprano. 

Las estrellas se reflejaban en el agua, claras y centelleantes, y el lucero de la mañana era la más brillante de todas. 

Los árboles al otro lado del río estaban oscuros y la aldea que se encontraba entre ellos aún dormía. 

No se agitaba una sola hoja, y esas lechuzas blancas estaban parloteando en el viejo tamarindo; ésta era su casa, y cuando el sol diera sobre esas ramas, en él se calentarían. 

Los ruidosos papagayos verdes también estaban quietos. 

Todas las cosas, incluso los insectos y las cigarras, se hallaban en suspenso y adoración, a la espera del sol. 

El río permanecía inmóvil, y los habituales botes pequeños con sus oscuras lámparas, estaban ausentes.

Poco a poco, sobre los sombríos y misteriosos árboles, asomó la primera luz dei amanecer. 

Todas las cosas vivientes permanecían inmóviles en el misterio de ese momento de meditación. 

La propia mente de uno era intemporal, inmensurable; no había patrón con que medir la duración de esos instantes. 

Hubo tan sólo un ligero movimiento y despertaron los papagayos y las lechuzas, los cuervos , los perros y una voz que se escuchó al otro lado del río.  

* Ahora había regresado a là casa en Malibú.

Y subitamente, el sol estuvo casi encima de los árboles, dorado y oculto por las hojas. 

Ahora el gran río ya estaba despierto y moviéndose; fluían el tiempo, la longitud, la anchura y el volumen; y comenzó toda la vida, que jamás termina. 

¡Qué bella era esa mañana, la pureza de la luz y la senda de oro que el sol trazaba sobre esas aguas vivientes! 

Uno era el mundo, el cosmos, la imperecedera belleza y el júbilo de la compasión. 

Sólo que «uno» no estaba ahí; si estuviera, nada de esto hubiera sido. 

«Uno» es el que introduce el principio y el frn, para comenzar otra vez en una cadena interminable. 

En el devenir, en el llegar a ser, hay incertidumbre e inestabilidad. 

En la nada hay estabilidad absoluta y, por lo tanto, hay claridad. 

Lo que es totalmente estable no muere jamás; la corrupción está en el devenir. 

El mundo es propenso al devenir, a la realización, al beneficio, y así es como hay temor a la pérdida y miedo a la muerte. 

La mente debe pasar por esa pequeña abertura que ella misma ha fabricado -el «yo»- para dar con esta inmensa nada cuya estabilidad no puede medir el pensamiento. 

El pensamiento desea capturarla, utilizarla, cultivarla y ponerla a la venta. 

Para poder rendirle culto, tiene que hacerla aceptable y, por tanto, respetable. 

El pensamiento no puede ponerla en categoria alguna; por consiguiente, ello debe ser forzosamente una ilusión y una trampa; o debe convertirse en algo para pocos, para los selectos. 

Y así el pensamiento se dedica a sus propios hábitos dañinos, amedrentado, cruel, insustancial y nunca estable, aunque su presunción asevere que hay estabilidad en sus acciones, en su exploración, en el conocimiento que ha acumulado. 

El sueño se vuelve una realidad que él mismo ha nutrido. 

Lo que el pensamiento ha hecho real, no. es la verdad. 

La nada no es una realidad, pero es la verdad. 

La pequeña abertura, el yo, es la realidad del pensamientto, ese esqueleto sobre el cual ha construido toda su existencia -la realidad de su fragmentation, la angustia, el sufrimiento y su amor-. 

La realidad de sus dioses o de su dios único es la meticulosa estructura dei pensamiento, su plegaria, sus rituales, su adoración romántica. 

En la realidad no hay estabilidad ni claridad pura.

El conocimiento del yo es tiempo, longitud, anchura y volumen; puede acumularse, usarse como una escala para llegar a ser alguien, para mejorar, para lograr. 

Este conocimiento, en modo alguno liberará a la mente de la carga de su propia realidad. 

Uno mismo es la carga; la verdad de ello radica en el verlo, y esa libertad no es la realidad dei pensamiento. 

El ver es el hacer. 

El hacer surge de la estabilidad, de la claridad, de la nada.


DIARIO 2 - J.K. - 17 DE ABRIL DE 1975

 17, ABRIL 1975. 

El espaçio es orden.

El espacio es tiempo, longitud, anchura y volumen. 

Esta mañana el mar y los cielos son inmensos; el horizonte, donde aquellas colinas cubiertas de flores amarillas se encuentran con el mar distante, es el orden cósmico de la tierra y el cielo. 

Ese ciprés alto, oscuro, solo, posee el orden de la belleza, y la casa en la distancia, sobre aquel cerro boscoso, sigue el movimiento de las montañas que se elevan por sobre las colinas que yacen debajo; el campo verde con una vaca solitaria está más allã dei tiempo. 

Y el hombre que sube por la colina está retenido dentro del estrecho espacio de sus problemas. 

Existe un espacio de la nada, cuyo volumen no está limitado por el tiempo, por la medida del pensamiento. 

La mente no puede penetrar en este espacio; ella sólo puede observar. 

En esta observación no hay un experimentador. 

Este observador no tiene historia, ni asociaciones, ni mitos; por lo tanto, el observador es «lo què es».

El conocimiento es extensivo, pero carece de espacio, porque su mismo peso y volumen pervierte y sofoca ese espacio. 

No existe el conocimiento del «yo» -más alto o más bajo-; sólo existe una estructura verbal del yo, un esqueleto cubierto completamente por el pensamiento. 

El pensamiento no puede penetrar en su propia estructura; tampoco puede negar lo que él mismo ha producido, y cuando lo niega es porque busca un beneficio ulterior. 

Cuando el tiempo del yo está ausente, existe ese espacio que no tiene medida. 

Esta medida es el movimiento de recompensa y castigo, ganancia o pérdida, la actividad de la comparación y la conformidad, de la respetabilidad y su rechazo. 

Este movimiento es tiempo, es el futuro con su esperanza y el apego que es el pasado. 

Esta red completa es la estructura misma del yo, y su unión con el ser supremo o el principio fundamental, sigue estando dentro de su propio campo. 

Todo esto es la actividad dei pensamiento. 

El pensamiento, haga lo que haga, no puede de ningún modo penetrar en ese espacio donde el tiempo no existe. 

El método mismo, el plan de estudio, la práctica que el pensamiento ha inventado, no son las llaves que habrán de abrir la puerta, puesto que no hay puerta ni llave. 

El pensamiento sólo puede darse cuenta de su propia inacabable actividad, de su propia capacidad de corromper, de sus propios engaños e ilusiones. Él es el observador y lo observado. 

Sus dioses son sus propias proyecciones y, cuando los adora, se está adorando a sí mismo. 

Lo que está más allá del pensamiento, más allá de lo conocido, nò puede ser imaginado ni puede hacerse de ello un mito o un secreto para pocos. Está ahx para que uno lo vea.

DIARIO 2 - J.K. - 14 DE ABRIL DE 1975

 14, Abril, 1975 

Una sérpiente muy grande estaba cruzando el camino de las carretas justo delante de uno; era corpulenta, pesada y se movia perezosamente. 

Venía de un charco grande que se encontrabaun poco más lejos. 

Era casi negra y la luz dei sol crepuscular, al caer sobre ella, daba a su piel un intenso brillo. 

Avanzaba pausadamente con una señorial dignidad de poder. 

No advirtió la presencia de uno, que la observaba quietamente y desde muy cerca; debía de medir bastante más de cinco pies y estaba hinchada con lo que había comido. 

Subió a un montículo de tierra y uno caminó hacia ella hasta quedar a unas cinco pulgadas de distancia; su negra lengua bifurcada se lanzaba hacia dentro y fuera; estaba moviéndose en dirección a un gran agujero. 

Uno podría haberla tocado porque tenía una belleza extraña que atraía. 

Pasaba un aldeano y nos gritó que la dejáramos tranquila porque se trataba de una cobra. 

Al día siguiente, los lugareños habían puesto sobre el montículo un plato con leche y algunas flores de hibisco. 

Más lejos, en esa misma carretera, había un arbusto alto y casi deshojado, que tenía espinas de unas dos pulgadas de largo, agudas, grisácéas; ningún animal hubiera osado tocar sus suculentas hojas. 

Así se protegia y, ¡pobre de cualquiera que lo tocara! 

Había venados en esos bosques; eran tímidos pero muy curiosos; permitían que la gente se aproximara, pero no demasiado cerca, y si uno lo hacia corrían velozmente alejándose hasta desaparecer entre la maleza. 

Había un venado que, con los ojos muy abiertos y las grandes orejas hacia adelante; dejaba que uno llegara bastante cerca de él si no había nadie más al lado. 

Todos ellos tenían manchas blancas sobre una piel de color castaño-bermejo. 

Eran tímidos, mansos y estaban siempre alertas; resultaba agradable encontrarse entre ellos. 

Había uno completamente blanco, que debe de haber sido una verdadera rareza. 

El bien no es el opuesto del mal; jamás ha sido alcanzado por el mal aunque se encuentre rodeado por él. 

El mal no puede dañar al bien, pero el bien puede parecer que causa perjuicio, y entonces el mal se vuelve más artero, más dañino. 

La maldad puede ser cultivada, agudizada, puede volverse expansivamente violenta; nace dentro dei movimiento del tiempo, es alimentada y hábilmente utilizada. 

Pero la bondad no es dei tiempo; de ningun modo puede ser cultivada ni alimentada por el pensamiento; su acción no es visible; no tiene causa y, por tanto, no tiene efecto. 

El mal no puede convertirse en bien, porque el bien no es el producto del pensamiento; está más allá del pensamiento, como la belleza. 

La cosa que el pensamiento produce, el pensamiento puede deshacerla, pero eso no es el bien; como el bien no pertenece al tiempo, en él no tiene cabida la duración. 

Donde está el bien, hay orden, no el orden de la autoridad, del castigo y la recompensa. 

Este orden es esencial, porque de otro modo la sociedad se destruye a sí misma y el hombre se vuelve maligno, sanguinário, corrupto y degenerado. 

Porque el hombre es la sociedad; son inseparables. 

La ley del bien es eterna, inmutable e intemporal. 

La estabilidad es su naturaleza, y por eso el bien es absolutamente seguro. No existe otra seguridad.

CONSULTA SOBRE UNA REFLEXIÓN...

Hoy necesito una reflexión de la IA sobre la posibilidad de que una "nada creativa" sea la base de toda energía.
ChatGPT Plus
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La idea de que una "nada creativa" sea la base de toda energía es profundamente filosófica, y toca tanto la física como el misticismo. Reflexionar sobre ella implica sumergirse en la paradoja de la existencia y el origen del universo.

En la física moderna, particularmente en la teoría cuántica, el concepto de "vacío" no es lo que solíamos entender como la simple ausencia de materia o energía. Incluso en el vacío cuántico, en el punto más fundamental, existen fluctuaciones que generan partículas y antipartículas de forma espontánea. Esto sugiere que, en cierto sentido, el "vacío" está lleno de potencial creativo, una energía latente que parece surgir de la "nada". Esta nada, paradójicamente, no está vacía, sino que es un campo de posibilidades.

Desde una perspectiva filosófica o espiritual, la idea de una "nada creativa" como base de toda energía puede considerarse como un origen primordial, una fuente que no tiene forma ni características definibles, pero de la cual todo emerge. Es el concepto de lo absoluto o lo inmanifiesto, un estado de potencial puro que se transforma en el cosmos, en la energía, la materia, e incluso en la conciencia. En algunas tradiciones, como en el taoísmo con el Tao, esta "nada" es vista como el principio creativo fundamental del universo, algo indefinible que, no obstante, da lugar a todo lo que existe.

Si combinamos la ciencia y el misticismo, podemos pensar en esta "nada creativa" como un estado de equilibrio perfecto donde no hay forma ni estructura, pero donde el potencial de creación y energía es infinito. En este sentido, la "nada" es el origen de la dualidad de la existencia, un estado primordial de silencio y quietud que contiene en su esencia la capacidad de generar todo lo que conocemos.

El misterio de la creación se encuentra entonces en esta contradicción aparente: la nada, entendida no como ausencia, sino como un campo fértil de posibilidad.

4o 

DIARIO 2 - J.K. - 10 DE ABRIL DE 1975

10, Abril,1975 

En el silencio de la noche profunda y en la quieta y apacible mañana, cuando el sol está tocando las colinas, hay un gran misterio. 

Está ahí, en todas las cosas vivientes, si uno se sienta tranquilo bajo un árbol, percibirá la antigua tierra con su misterio incomprensible. 

En una noche silenciosa, cuando las estrellas lucen claras y cercanas, uno puede advertir el espacio en expansión y el misterioso orden de todas las cosas, lo inmensurable y la nada, el movimiento de las oscuras colinas y el ulular de un buho. 

En ese silencio absoluto de la mente, este mistério se expande sin tiempo ni espacio. 

Hay misterio en aquellos antiguos templos construídos con cuidado infinito, con una atención que es amor. 

Las pequeñas mezquitas y las grandes catedrales pierden este mistério intangible porque hay fanatismo, dogma y pompas marciales. 

El mito que está oculto en las profundas capas de la mente no es misterioso; es romântico, tradicional y condicionado. 

En los rincônes secretos de la mente, la verdad ha sido desalojada por los símbolos, las palabras y las imágenes; en todas estas cosas no hay mistério alguno, son las agitaciones del pensamiento. 

En el conocimiento y su actividad, hay admiración, aprecio y gozo. 

Pero el misterio es absolutamente otra cosa. 

No es una experiencia que pueda reconocerse, guardarse y recordarse. 

La experiencia es la muerte de ese misterio incomunicable; para comunicarnos necesitamos una palabra* un gesto * una mirada, pero para estar con comunicación con aquello, la mente, la totalidad dei propio ser debe hallarse al mismo nivel, al mismo tiempo y a la misma intensidad que aquello que llamamos misterioso. 

Esto es amor. 

Con esto se abre el misterio total dei universo. 

Esta mañana no había una nube en el cielo, el sol estaba en el valle y todas las cosas se regocijaban, excepto el hombre. 

El miraba esta tierra maravillosa y continuaba con su trabajo, sus penas y sus pasajeros placeres. 

No tenía tiempo para ver; se hallaba demasiado ocupado con sus problemas, sus agonias, su violencia.

El no ve ese árbol y, por ende, no puede ver su propio tormento. 

Cuando se ve obligado a mirar, hace pedazos lo que ve y llama a eso análisis; escapa de ello o directamente no quiere ver. 

En el arte de ver radica el milagro de la transformación, la transformación de «lo que es». 

Lo que «debería ser» jamás existe. 

El inmenso misterio está en el acto de ver. 

Esto requiere interés, atención, que es amor.

DIARIO 2 - J.K. - 8 DE ABRIL DE 1975

 OJAI* 

8, Abril, 1975 

En esta parte dei mundo no llueve mucho, unas quince o veinte pulgadas anuales, y estas lluvias son muy bien acogidas porque ya no vuelve a llover por el resto del año. 

Por entonces hay nieve en las montañas que durante el verano se encuentran desnudas, quemadas por el sol, y son pedregosas y amenazantes; solamente en la primavera se vuelven suaves y acogedoras. 

Solía haber aqui osos, venados, linces, codornices y cualquier cantidad de serpientes de cascabel. 

Pero actualmente están desapareciendo; el temido hombre lo está invadiendo todo. 

Ahora había llovido por algún tiempo; el valle estaba verde y los naranjos rebosaban de flores y frutos.

Es un valle encantador, apartado del pueblo, y en él podía escucharse a la paloma torcaza. 

El aire se iba llenando lentamente con el perfume de los azahares, y pronto, con el sol caliente y los días sin viento, ese aroma sería el que dominara. 

El valle se encuentra completamente rodeado por colinas y montañas; más allá de las colinas está el mar y tras de las montañas, el desierto. 

En el verano haría un calor insoportable, pero siempre hay belleza aqui, lejos de la enloquecedora muchedumbre y sus ciudades. 

Y en las noches, el silencio es extraordinário, intenso y penetrante. (La meditación cultivada es un sacri-legio contra la belleza.)


 * Ahora se había trasladado por diez dias al valle de Ojai, y es acerca de este valle que escribe en esta anotación.


Cada hoja, cada rama proclaman el júbilo de la belleza; el alto ciprés oscuro permanece en silencio con ella, y con ella florece el nudoso y viejo pimentero. 

Uno no puede, no debe invitar a la felicidad; si lo hace, ello se convierte en placer. 

El placer es el movimiento del pensar y el pensamiento no puede en modo alguno cultivar la felicidad; si persigue aquello que ha significado felicidad, entonces lo que persigue es solamente un recuerdo, una cosa muerta. 

La belleza jamás se halla atada al tiempo; está totalmente libre del tiempo y, por ende, de la cultura. 

Ahí es donde el «sí mismo», el «yo» está ausente. 

El yo es creado por el tiempo, por el movimiento del pensar, por lo conocido, por la palabra. 

En la ausencia de yo, en esa atención total está presente aquella esencia de la belleza. 

Desprenderse del yo no implica una acción calculada del deseo-voluntad. 

La voluntad tiene una dirección y, por tanto, resiste, divide y, como consecuencia de ello, engendra conflicto. 

La disolución del yo no es la evolución dei conocimiento acerca del yo; el tiempo, como factor, no interviene en ello para nada. 

No hay sistema ni medio alguno para terminar con el yo. 

La total no-acción -acción negativa- interna, es la acción positiva de la belleza. 

Hemos cultivado una vasta red de actividades correlacionadas en la que nos hallamos atrapados; y nuestra mente, al estar condicionada por ello, opera en lo interno de la misma manera. 

La realización se vuelve entonces la cosa más importante, y la furia de ese impulso es aún el esqueleto del yo. 

Por eso es que seguimos a nuestro gurú; a nuestro salvador, a nuestras creencias e ideales; la fe toma el lugar del discernimiento, de la percepción lúcida y directa. 

Cuando el yo está ausente, no hay necesidad alguna de plegarias, de rituales. 

Llenamos los espacios vacíos del esqueleto con los conocimientos, las imágenes, las actividades sin sentido, y de ese modo mantenemos al esqueleto aparentemente vivo. 

En la silenciosa quietud de la mente llega aquello que es la eterna belleza, llega sin ser invitado y sin ser buscado, sin el ruido del reconocimiento