Al despertar de un sueño evocador uno se pregunta el porqué del mismo, quizás sea una pregunta errónea.
El hecho es que ocurrió aunque venga del extraño archivo de la memoria.
El narrador se vio niño bañándose en un arroyo de aguas marrones y al instante siguiente hubo un salto en el tiempo y se pecibió ya mayor visitando a un matrimonio amigo.
La ciudad de Bahía Blanca era surcada por la cojunción de dos cursos de agua dulce en el parque de Mayo, el arroyo Maldonado y el otro que nacía en Sierra de la Ventana, era el Napostá. Solía haber fuertes crecidas que desbordaban en la ciudad provocando anegamientos.
Cuando el narrador salió de la casa de sus amigos cruzó una calle y llegó al paseo de las esculturas. Estaba parado en un lugar donde solía bañarse de pequeño, había sido entubado el Napostá. Profunda tristeza...ahora despierta el narrador y recuerda con total nitidez unos versos que surgieron desde el Vacío...
El Napostá ya cansado
de llorar su cautiverio
sus lágrimas ha secado
es su cauce cementerio
en donde el cielo apiadado
esconde luna de invierno.