PREGUNTAS Y RESPUESTA -J.K. - 7. EL SUFRIMIENTO -

7. EL SUFRIMIENTO 

Pregunta: ¿Cuál es el significado del dolor y del sufrimiento? 

KRISHNAMURTI: Cuando sufrís, cuando sentís dolor, ¿qué es lo que ello significa? El dolor físico tiene un significado, pero probablemente nos referimos al dolor y al sufrimiento psicológicos, que tienen un significado muy distinto en diferentes niveles. ¿Cuál es la significación del sufrimiento? ¿Por que queréis averiguar la significación del sufrimiento? No es que él carezca de significado; eso lo vamos a averiguar. ¿Pero por qué deseáis descubrirlo? ¿Por qué queréis averiguar la razón por la cual sufrís? Cuando os hacéis la pregunta “¿por qué sufro?”, y buscáis la causa del sufrimiento, ¿no huís del sufrimiento? Cuando busco el significado del sufrimiento, ¿no lo evito, no lo eludo, no huyo de él? El hecho es que sufro; pero no bien la mente se ocupa del sufrimiento y digo “y bien, ¿por qué?”, ya he diluido la intensidad del sufrimiento. En otras palabras: queremos que el sufrimiento se diluya, se alivie, se aleje, se elimine mediante una explicación. Eso, por cierto, no brinda comprensión del sufrimiento. Si me libro, pues, de ese deseo de huir del sufrimiento, empiezo a comprender cuál es su contenido. 

¿Qué es el sufrimiento? Una perturbación en diferentes niveles: en el físico y en los distintos niveles del subconsciente. ¿No es así? Es una forma aguda de perturbación, que me disgusta. Mi hijo ha muerto. He erigido en torno de él todas mis esperanzas; o en torno de mi hija, de mi esposo, de lo que sea. Lo tenía en un altar, junto con todas las cosas que deseaba que él fuera. Y lo he tenido por compañero -ya conocéis todo eso- y de pronto se ha ido. Hay por lo tanto una perturbación, ¿no es así? A esa perturbación le llamo sufrimiento.

 Si no me gusta ese sufrimiento, entonces digo: “¿por qué sufro?”, lo “amaba tanto”, “él era esto” y “yo tenía aquello”. Y trato de hallar solaz en las palabras, en los títulos, en las creencias; como casi todos lo hacemos. Todo ello obra a modo de narcótico. Pero si no hago eso, ¿qué sucede? Simplemente, capto el sufrimiento. No lo condeno ni lo justifico; sufro. Entonces puedo seguir su movimiento, ¿no es así? Entonces puedo captar todo el contenido de lo que él significa; “sigo”, en el sentido de tratar de comprender alguna cosa. ¿Qué significa, pues? ¿Qué es lo que sufre? No se trata de saber por qué hay sufrimiento, ni cuál es la causa del sufrimiento, sino qué es lo que realmente ocurre. No sé si veis la diferencia. Simplemente capto el sufrimiento no como cosa distinta de mí, no como un observador que observa el sufrimiento, sino que éste forma parte de “mí mismo”, es decir, la totalidad de mí mismo sufre. Entonces puedo seguir su movimiento, ver adónde conduce. Si hago esto, es seguro que el dolor me revela su sentido, ¿no es así? Entonces veo que he puesto énfasis en “mí mismo”, no en la persona a quien amo. Esa persona servía para ocultarme de mi propia miseria, mi vacío, mi soledad, mi infortunio. Como yo no soy “algo”, esperaba que él lo fuese. Eso ya terminó; estoy abandonado, perdido, vacío, solo. Sin él o ella, nada soy. Por eso lloro. No es que se haya ido; es que estoy abandonado, que estoy vacío, solo. Es muy difícil llegar a ese punto, ¿verdad? Es difícil darse cuenta realmente, y no decir, simplemente, “estoy solo, vacío, ¿y cómo he de librarme de esa soledad?”, lo cual es otra forma de huida. Es difícil ser consciente de ese vacío, mantenerse en él, ver su movimiento. Esto lo tomo tan sólo como un ejemplo. Así gradualmente, si dejo que el sufrimiento se manifieste, y revele su significación, veo que sufro porque estoy perdido; se me fuerza a prestar atención a algo que no quiero mirar. Se me impone algo que me resisto a ver y a comprender. Y hay un sinnúmero de personas para ayudarme a huir, a evadir, miles de personas llamadas “religiosas”, con sus creencias y dogmas, esperanzas y fantasías. “Es el karma, es la voluntad de Dios”; todos me brindan una salida, bien lo sabéis. Pero si puedo permanecer con el dolor y no apartarlo de mí, ni tratar de circunscribirlo o negado, ¿qué ocurre? ¿Cuál es el estado de mi mente cuando sigue de ese modo el movimiento del sufrir? ¿El sufrimiento es tan sólo una palabra, o es una realidad? Si es una realidad y no una mera palabra, entonces la palabra ya no tiene sentido. Lo único que existe, pues, es el sentimiento de intenso dolor. ¿Con respecto a qué? Con respecto a una imagen, a una experiencia, a algo que poseéis o no poseéis. Si lo poseéis, le llamáis placer; si no lo poseéis es dolor. De modo que el dolor, el sufrimiento, está en relación con algo. ¿Ese “algo” es mera verbalización o una realidad? Es decir, cuando hay sufrimiento, él existe tan sólo en relación con algo. No puede existir por si sólo, así como el temor no puede existir por sí sólo, sino en relación con algo: un individuo, un incidente, un sentimiento. Ahora os dais plena cuenta del sufrimiento. ¿Es ese sufrimiento distinto de vosotros, y por lo tanto sois simplemente el observador que capta el sufrimiento, o es ese sufrimiento vosotros mismos?

Cuando no hay observador que sufre, ¿es el sufrimiento diferente de vosotros? Sois el sufrimiento, ¿no es así? No estáis separados del dolor; sois el dolor. ¿Y ahora, qué ocurre? No se lo evalúa, no se le da nombre, y, por lo tanto, no se lo echa a un lado; sois ese dolor, simplemente; sois ese sentimiento, esa sensación de agonía. Entonces, cuando sois eso, ¿qué sucede? Cuando no le dais nombre, cuando no hay temor a su respecto, ¿hay relación entre el centro, el yo, y el sufrimiento? Si el centro está en relación con él, entonces le teme. Entonces tiene que actuar y hacer algo a su respecto. Pero si el centro es dolor, ¿qué hacéis? No hay nada que hacer, ¿verdad? Si sois dolor y no lo aceptáis, ni lo evaluáis, ni lo hacéis a un lado; si sois esa cosa, ¿qué ocurre? ¿Decís entonces que sufrís? Ha ocurrido, por cierto, una transformación fundamental. Entonces ya no existe el “yo sufro”, porque no hay centro que sufra; y el centro sufre porque nunca hemos examinado lo que es el centro. Sólo vivimos de palabra en palabra, de reacción en reacción. Jamás decimos: “veamos qué cosa es esa que sufre”. Y no lo podéis ver por coacción, por disciplina. Habéis de mirar con interés, con espontánea comprensión. Entonces veréis que lo que llamamos sufrimiento, dolor, eso que evitamos, así como la disciplina, todo se ha desvanecido. Si en mi relación con el sentimiento no lo considero como “algo” separado de mí, no hay problema. Si lo considero como “algo” aparte de mí, sí hay problema.  Mientras trato el sufrimiento como algo fuera de mí -sufro porque he perdido mi hermano, porque no tengo dinero, por esto, por aquello- establezco una relación con ese “algo”, y esa relación es ficticia. Pero si soy esa cosa, si veo el hecho, entonces todo ello se transforma, todo ello tiene un significado diferente. Entonces hay completa atención, atención integrada; y aquello que se considera en su totalidad se comprende, y se disuelve, y así no hay temor; y, por lo tanto, la palabra “sufrimiento” resulta inexistente.



 

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