EL ÚLTIMO DIARIO - J.K. - PREFACIO -

EL ÚLTIMO DIÁRIO 

PREFACIO 

Esta parte es original en el sentido de que es la única publication de Krishnamurti que registra palabras que él dictara a un grabador magnetofónico mientras se encontraba a solas. 

Después del êxito que tuviera el Diário I I (la parte que ha precedido) publicado en 1982, se le instó a que lo continuara, pero debido a que por entonces su mano se había vuelto bastante temblorosa (tenía ochenta y siete anos), se le sugirió que, en vez de escribirlo, se lo dictara a sí mismo. 

Esta idea le atrajo. 

Sin embargo , no lo pudo comenzar inmediatamente porque estaba a punto de viajar a la India donde no tendría tiempo para ello. 

Cuando regresó a California, en febrero de 1983, dictó el primero de los pasajes que contiene este libro, haciéndolo en un grabador Sony nuevo. 

Todos los dictados excepto uno, se hicieron en su casa, la Cabaña de los Pinos en el valle de Ojai, a unas ochenta millas al norte de Los Ángeles. 

Él habría de dictar en las mañanas, antes dei desayuno, mientras se hallaba en la cama sin que le molestaran. 

Krishnamurti se había alojado por primera vez en la Cabaña de los Pinos junto con su hermano, en 1922, cuando se la prestó un amigo; y allí se encontraba en agosto de 1922 cuando pasó por una experiencia espiritual que transformo su vida. 

Poco después se formo un Fideicomiso para el cual se suscribió una suma de dinero a fin de comprar la Cabaña y seis acres de terreno circundante. 

En 1978 se construyó una hermosa casa nueva que se incorporo a la Cabaña, en la que Krishnamurti conservo su dormitório original y una pequena sala de estar.

El último des us dictados no resultaron tan acabados como sus escritos, y a veces su voz suele alejarse dei grabador hasta volverse un poco distante, de modo que, a diferencia de los Diarios I y II, algunos ligeros arreglos han sido necesarios en beneficio de la claridad. 

El lector se siente muy próximo a Krishnamurti en estos pasajes -por momentos casi parece hallarse dentro de su misma conciencia- 

En unos pocos de esos pasajes introduce él a un visitante imaginário que viene a hacerle preguntas y a retarlo. 

La esencia de la enseñanza de Krishnamurti se encuentra aquí, y las descripciones de la naturaleza con que comienza la mayoría de sus dictados, pueden servir para que muchos que le consideran tanto un poeta como un filósofo, sientan aquietarse todo el ser y se vuelvan intuitivamente receptivos a lo que sigue luego. 

Hay reiteraciones, pero éstas parecen de algún modo necesarias para acentuar el sentido de lo que expresa, y demuestran como cada día era para él un día completamente nuevo, libre detodas las cargas dei pasado. Extranamente, el último pasàje, y tal vez el más bello, trata acerca de la muerte. Es la última ocasión en que, ya para siempre, escucharemos a Krishnamurti hablándose a sí mismo. Dos anos después, moría en el mismo dormitório de la Cabana de los Pinos. 

M.L.

DIARIO 2 - J.K. - 24 DE ABRIL DE 1975

 24,Abril,l975 

Toda cosa viviente tiene su propia sensibilidad, su propio modo de vida, su propia conciencia, pero el hombre presume que la suya es muy superior y, debido a la presunción, pierde su amor, su dignidad, y se vuelve insensible, duro y destructivo. 

En el valle de los naranjos, con sus frutos y flores primaverales, la mañana era hermosa y transparente.

Hacia el norte, las montañas aparecían rociadas de nieve, desnudas, inclementes y distantes, pero contra el delicado cielo azul del amanecer se hallaban muy cerca, uno podia casi tocarlas. 

Tenían ese sentimiento inmenso de los siglos y de la majestad indestructible, y esa belleza que acompaña a la magnificência intemporal. 

Era una mañana muy apacible; el aire estaba lleno con el perfume de los azahares y con el prodígio y belleza de la luz. 

La luz tiene en esta parte del mundo una cualidad especial, penetrante, vívida que llena los ojos; parece introducirse en la totalidad de la conciencia despejando de sombras todos los rincones oscuros. 

Había en esa luz un júbilo inmenso, y cada hoja y cada brizna de hierba se regocijaban en ella. 

Y el grajo azul saltaba de rama en rama y, para variar, no aturdia con sus chillidos. 

Era una bella mañana de luz, una mañana de gran profundidad. 

El tiempo ha engendrado la conciencia con su contenido. Esta conciencia es la cultura dei tiempo. Su contenido compone la conciencia; sin él, la conciencia tal como la conocemos, no existe. 

Entonces nada hay. 

Nosotros movemos las pequeñas piezas en esta conciencia, de un área a otra, conforme a las presiones de la razón y a las circunstancias, pero siempre en el mismo campo de la angustia, el dolor y el conocimiento. 

Este movimiento es tiempo, es el pensamiento y la medida. 

Es un absurdo jugar a las escondidas con uno mismo, es la sombra y sustancia del pensamiento, es el pasado y futuro del pensamiento. 

El pensamiento no puede retener este instante, porque este instante no es del tiempo. 

Este instante es la cesación dei tiempo; el tiempo se ha detenido en ese instante, en él no hay movimiento y, por tanto, ese instante no está relacionado con ningún otro instante. 

No tiene causa y, en consecuencia, no tiene comienzo ni fin. 

La conciencia no puede contenerlo. 

En ese instante de la nada, todo es. 

La meditaçión consiste en vaciar la conciencia de su contenido.

DIARIO 2 - J.K - 23 DE ABRIL DE 1975

 MALIBÚ* 

23, Abril, 1975 

El ancho río estaba tranquilo todavía, como un estanque de molino. 

No se veía una onda, y la brisa matinal no había despertado aún porque era muy temprano. 

Las estrellas se reflejaban en el agua, claras y centelleantes, y el lucero de la mañana era la más brillante de todas. 

Los árboles al otro lado del río estaban oscuros y la aldea que se encontraba entre ellos aún dormía. 

No se agitaba una sola hoja, y esas lechuzas blancas estaban parloteando en el viejo tamarindo; ésta era su casa, y cuando el sol diera sobre esas ramas, en él se calentarían. 

Los ruidosos papagayos verdes también estaban quietos. 

Todas las cosas, incluso los insectos y las cigarras, se hallaban en suspenso y adoración, a la espera del sol. 

El río permanecía inmóvil, y los habituales botes pequeños con sus oscuras lámparas, estaban ausentes.

Poco a poco, sobre los sombríos y misteriosos árboles, asomó la primera luz dei amanecer. 

Todas las cosas vivientes permanecían inmóviles en el misterio de ese momento de meditación. 

La propia mente de uno era intemporal, inmensurable; no había patrón con que medir la duración de esos instantes. 

Hubo tan sólo un ligero movimiento y despertaron los papagayos y las lechuzas, los cuervos , los perros y una voz que se escuchó al otro lado del río.  

* Ahora había regresado a là casa en Malibú.

Y subitamente, el sol estuvo casi encima de los árboles, dorado y oculto por las hojas. 

Ahora el gran río ya estaba despierto y moviéndose; fluían el tiempo, la longitud, la anchura y el volumen; y comenzó toda la vida, que jamás termina. 

¡Qué bella era esa mañana, la pureza de la luz y la senda de oro que el sol trazaba sobre esas aguas vivientes! 

Uno era el mundo, el cosmos, la imperecedera belleza y el júbilo de la compasión. 

Sólo que «uno» no estaba ahí; si estuviera, nada de esto hubiera sido. 

«Uno» es el que introduce el principio y el frn, para comenzar otra vez en una cadena interminable. 

En el devenir, en el llegar a ser, hay incertidumbre e inestabilidad. 

En la nada hay estabilidad absoluta y, por lo tanto, hay claridad. 

Lo que es totalmente estable no muere jamás; la corrupción está en el devenir. 

El mundo es propenso al devenir, a la realización, al beneficio, y así es como hay temor a la pérdida y miedo a la muerte. 

La mente debe pasar por esa pequeña abertura que ella misma ha fabricado -el «yo»- para dar con esta inmensa nada cuya estabilidad no puede medir el pensamiento. 

El pensamiento desea capturarla, utilizarla, cultivarla y ponerla a la venta. 

Para poder rendirle culto, tiene que hacerla aceptable y, por tanto, respetable. 

El pensamiento no puede ponerla en categoria alguna; por consiguiente, ello debe ser forzosamente una ilusión y una trampa; o debe convertirse en algo para pocos, para los selectos. 

Y así el pensamiento se dedica a sus propios hábitos dañinos, amedrentado, cruel, insustancial y nunca estable, aunque su presunción asevere que hay estabilidad en sus acciones, en su exploración, en el conocimiento que ha acumulado. 

El sueño se vuelve una realidad que él mismo ha nutrido. 

Lo que el pensamiento ha hecho real, no. es la verdad. 

La nada no es una realidad, pero es la verdad. 

La pequeña abertura, el yo, es la realidad del pensamientto, ese esqueleto sobre el cual ha construido toda su existencia -la realidad de su fragmentation, la angustia, el sufrimiento y su amor-. 

La realidad de sus dioses o de su dios único es la meticulosa estructura dei pensamiento, su plegaria, sus rituales, su adoración romántica. 

En la realidad no hay estabilidad ni claridad pura.

El conocimiento del yo es tiempo, longitud, anchura y volumen; puede acumularse, usarse como una escala para llegar a ser alguien, para mejorar, para lograr. 

Este conocimiento, en modo alguno liberará a la mente de la carga de su propia realidad. 

Uno mismo es la carga; la verdad de ello radica en el verlo, y esa libertad no es la realidad dei pensamiento. 

El ver es el hacer. 

El hacer surge de la estabilidad, de la claridad, de la nada.


DIARIO 2 - J.K. - 17 DE ABRIL DE 1975

 17, ABRIL 1975. 

El espaçio es orden.

El espacio es tiempo, longitud, anchura y volumen. 

Esta mañana el mar y los cielos son inmensos; el horizonte, donde aquellas colinas cubiertas de flores amarillas se encuentran con el mar distante, es el orden cósmico de la tierra y el cielo. 

Ese ciprés alto, oscuro, solo, posee el orden de la belleza, y la casa en la distancia, sobre aquel cerro boscoso, sigue el movimiento de las montañas que se elevan por sobre las colinas que yacen debajo; el campo verde con una vaca solitaria está más allã dei tiempo. 

Y el hombre que sube por la colina está retenido dentro del estrecho espacio de sus problemas. 

Existe un espacio de la nada, cuyo volumen no está limitado por el tiempo, por la medida del pensamiento. 

La mente no puede penetrar en este espacio; ella sólo puede observar. 

En esta observación no hay un experimentador. 

Este observador no tiene historia, ni asociaciones, ni mitos; por lo tanto, el observador es «lo què es».

El conocimiento es extensivo, pero carece de espacio, porque su mismo peso y volumen pervierte y sofoca ese espacio. 

No existe el conocimiento del «yo» -más alto o más bajo-; sólo existe una estructura verbal del yo, un esqueleto cubierto completamente por el pensamiento. 

El pensamiento no puede penetrar en su propia estructura; tampoco puede negar lo que él mismo ha producido, y cuando lo niega es porque busca un beneficio ulterior. 

Cuando el tiempo del yo está ausente, existe ese espacio que no tiene medida. 

Esta medida es el movimiento de recompensa y castigo, ganancia o pérdida, la actividad de la comparación y la conformidad, de la respetabilidad y su rechazo. 

Este movimiento es tiempo, es el futuro con su esperanza y el apego que es el pasado. 

Esta red completa es la estructura misma del yo, y su unión con el ser supremo o el principio fundamental, sigue estando dentro de su propio campo. 

Todo esto es la actividad dei pensamiento. 

El pensamiento, haga lo que haga, no puede de ningún modo penetrar en ese espacio donde el tiempo no existe. 

El método mismo, el plan de estudio, la práctica que el pensamiento ha inventado, no son las llaves que habrán de abrir la puerta, puesto que no hay puerta ni llave. 

El pensamiento sólo puede darse cuenta de su propia inacabable actividad, de su propia capacidad de corromper, de sus propios engaños e ilusiones. Él es el observador y lo observado. 

Sus dioses son sus propias proyecciones y, cuando los adora, se está adorando a sí mismo. 

Lo que está más allá del pensamiento, más allá de lo conocido, nò puede ser imaginado ni puede hacerse de ello un mito o un secreto para pocos. Está ahx para que uno lo vea.

DIARIO 2 - J.K. - 14 DE ABRIL DE 1975

 14, Abril, 1975 

Una sérpiente muy grande estaba cruzando el camino de las carretas justo delante de uno; era corpulenta, pesada y se movia perezosamente. 

Venía de un charco grande que se encontrabaun poco más lejos. 

Era casi negra y la luz dei sol crepuscular, al caer sobre ella, daba a su piel un intenso brillo. 

Avanzaba pausadamente con una señorial dignidad de poder. 

No advirtió la presencia de uno, que la observaba quietamente y desde muy cerca; debía de medir bastante más de cinco pies y estaba hinchada con lo que había comido. 

Subió a un montículo de tierra y uno caminó hacia ella hasta quedar a unas cinco pulgadas de distancia; su negra lengua bifurcada se lanzaba hacia dentro y fuera; estaba moviéndose en dirección a un gran agujero. 

Uno podría haberla tocado porque tenía una belleza extraña que atraía. 

Pasaba un aldeano y nos gritó que la dejáramos tranquila porque se trataba de una cobra. 

Al día siguiente, los lugareños habían puesto sobre el montículo un plato con leche y algunas flores de hibisco. 

Más lejos, en esa misma carretera, había un arbusto alto y casi deshojado, que tenía espinas de unas dos pulgadas de largo, agudas, grisácéas; ningún animal hubiera osado tocar sus suculentas hojas. 

Así se protegia y, ¡pobre de cualquiera que lo tocara! 

Había venados en esos bosques; eran tímidos pero muy curiosos; permitían que la gente se aproximara, pero no demasiado cerca, y si uno lo hacia corrían velozmente alejándose hasta desaparecer entre la maleza. 

Había un venado que, con los ojos muy abiertos y las grandes orejas hacia adelante; dejaba que uno llegara bastante cerca de él si no había nadie más al lado. 

Todos ellos tenían manchas blancas sobre una piel de color castaño-bermejo. 

Eran tímidos, mansos y estaban siempre alertas; resultaba agradable encontrarse entre ellos. 

Había uno completamente blanco, que debe de haber sido una verdadera rareza. 

El bien no es el opuesto del mal; jamás ha sido alcanzado por el mal aunque se encuentre rodeado por él. 

El mal no puede dañar al bien, pero el bien puede parecer que causa perjuicio, y entonces el mal se vuelve más artero, más dañino. 

La maldad puede ser cultivada, agudizada, puede volverse expansivamente violenta; nace dentro dei movimiento del tiempo, es alimentada y hábilmente utilizada. 

Pero la bondad no es dei tiempo; de ningun modo puede ser cultivada ni alimentada por el pensamiento; su acción no es visible; no tiene causa y, por tanto, no tiene efecto. 

El mal no puede convertirse en bien, porque el bien no es el producto del pensamiento; está más allá del pensamiento, como la belleza. 

La cosa que el pensamiento produce, el pensamiento puede deshacerla, pero eso no es el bien; como el bien no pertenece al tiempo, en él no tiene cabida la duración. 

Donde está el bien, hay orden, no el orden de la autoridad, del castigo y la recompensa. 

Este orden es esencial, porque de otro modo la sociedad se destruye a sí misma y el hombre se vuelve maligno, sanguinário, corrupto y degenerado. 

Porque el hombre es la sociedad; son inseparables. 

La ley del bien es eterna, inmutable e intemporal. 

La estabilidad es su naturaleza, y por eso el bien es absolutamente seguro. No existe otra seguridad.

CONSULTA SOBRE UNA REFLEXIÓN...

Hoy necesito una reflexión de la IA sobre la posibilidad de que una "nada creativa" sea la base de toda energía.
ChatGPT Plus
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La idea de que una "nada creativa" sea la base de toda energía es profundamente filosófica, y toca tanto la física como el misticismo. Reflexionar sobre ella implica sumergirse en la paradoja de la existencia y el origen del universo.

En la física moderna, particularmente en la teoría cuántica, el concepto de "vacío" no es lo que solíamos entender como la simple ausencia de materia o energía. Incluso en el vacío cuántico, en el punto más fundamental, existen fluctuaciones que generan partículas y antipartículas de forma espontánea. Esto sugiere que, en cierto sentido, el "vacío" está lleno de potencial creativo, una energía latente que parece surgir de la "nada". Esta nada, paradójicamente, no está vacía, sino que es un campo de posibilidades.

Desde una perspectiva filosófica o espiritual, la idea de una "nada creativa" como base de toda energía puede considerarse como un origen primordial, una fuente que no tiene forma ni características definibles, pero de la cual todo emerge. Es el concepto de lo absoluto o lo inmanifiesto, un estado de potencial puro que se transforma en el cosmos, en la energía, la materia, e incluso en la conciencia. En algunas tradiciones, como en el taoísmo con el Tao, esta "nada" es vista como el principio creativo fundamental del universo, algo indefinible que, no obstante, da lugar a todo lo que existe.

Si combinamos la ciencia y el misticismo, podemos pensar en esta "nada creativa" como un estado de equilibrio perfecto donde no hay forma ni estructura, pero donde el potencial de creación y energía es infinito. En este sentido, la "nada" es el origen de la dualidad de la existencia, un estado primordial de silencio y quietud que contiene en su esencia la capacidad de generar todo lo que conocemos.

El misterio de la creación se encuentra entonces en esta contradicción aparente: la nada, entendida no como ausencia, sino como un campo fértil de posibilidad.

4o 

DIARIO 2 - J.K. - 10 DE ABRIL DE 1975

10, Abril,1975 

En el silencio de la noche profunda y en la quieta y apacible mañana, cuando el sol está tocando las colinas, hay un gran misterio. 

Está ahí, en todas las cosas vivientes, si uno se sienta tranquilo bajo un árbol, percibirá la antigua tierra con su misterio incomprensible. 

En una noche silenciosa, cuando las estrellas lucen claras y cercanas, uno puede advertir el espacio en expansión y el misterioso orden de todas las cosas, lo inmensurable y la nada, el movimiento de las oscuras colinas y el ulular de un buho. 

En ese silencio absoluto de la mente, este mistério se expande sin tiempo ni espacio. 

Hay misterio en aquellos antiguos templos construídos con cuidado infinito, con una atención que es amor. 

Las pequeñas mezquitas y las grandes catedrales pierden este mistério intangible porque hay fanatismo, dogma y pompas marciales. 

El mito que está oculto en las profundas capas de la mente no es misterioso; es romântico, tradicional y condicionado. 

En los rincônes secretos de la mente, la verdad ha sido desalojada por los símbolos, las palabras y las imágenes; en todas estas cosas no hay mistério alguno, son las agitaciones del pensamiento. 

En el conocimiento y su actividad, hay admiración, aprecio y gozo. 

Pero el misterio es absolutamente otra cosa. 

No es una experiencia que pueda reconocerse, guardarse y recordarse. 

La experiencia es la muerte de ese misterio incomunicable; para comunicarnos necesitamos una palabra* un gesto * una mirada, pero para estar con comunicación con aquello, la mente, la totalidad dei propio ser debe hallarse al mismo nivel, al mismo tiempo y a la misma intensidad que aquello que llamamos misterioso. 

Esto es amor. 

Con esto se abre el misterio total dei universo. 

Esta mañana no había una nube en el cielo, el sol estaba en el valle y todas las cosas se regocijaban, excepto el hombre. 

El miraba esta tierra maravillosa y continuaba con su trabajo, sus penas y sus pasajeros placeres. 

No tenía tiempo para ver; se hallaba demasiado ocupado con sus problemas, sus agonias, su violencia.

El no ve ese árbol y, por ende, no puede ver su propio tormento. 

Cuando se ve obligado a mirar, hace pedazos lo que ve y llama a eso análisis; escapa de ello o directamente no quiere ver. 

En el arte de ver radica el milagro de la transformación, la transformación de «lo que es». 

Lo que «debería ser» jamás existe. 

El inmenso misterio está en el acto de ver. 

Esto requiere interés, atención, que es amor.

DIARIO 2 - J.K. - 8 DE ABRIL DE 1975

 OJAI* 

8, Abril, 1975 

En esta parte dei mundo no llueve mucho, unas quince o veinte pulgadas anuales, y estas lluvias son muy bien acogidas porque ya no vuelve a llover por el resto del año. 

Por entonces hay nieve en las montañas que durante el verano se encuentran desnudas, quemadas por el sol, y son pedregosas y amenazantes; solamente en la primavera se vuelven suaves y acogedoras. 

Solía haber aqui osos, venados, linces, codornices y cualquier cantidad de serpientes de cascabel. 

Pero actualmente están desapareciendo; el temido hombre lo está invadiendo todo. 

Ahora había llovido por algún tiempo; el valle estaba verde y los naranjos rebosaban de flores y frutos.

Es un valle encantador, apartado del pueblo, y en él podía escucharse a la paloma torcaza. 

El aire se iba llenando lentamente con el perfume de los azahares, y pronto, con el sol caliente y los días sin viento, ese aroma sería el que dominara. 

El valle se encuentra completamente rodeado por colinas y montañas; más allá de las colinas está el mar y tras de las montañas, el desierto. 

En el verano haría un calor insoportable, pero siempre hay belleza aqui, lejos de la enloquecedora muchedumbre y sus ciudades. 

Y en las noches, el silencio es extraordinário, intenso y penetrante. (La meditación cultivada es un sacri-legio contra la belleza.)


 * Ahora se había trasladado por diez dias al valle de Ojai, y es acerca de este valle que escribe en esta anotación.


Cada hoja, cada rama proclaman el júbilo de la belleza; el alto ciprés oscuro permanece en silencio con ella, y con ella florece el nudoso y viejo pimentero. 

Uno no puede, no debe invitar a la felicidad; si lo hace, ello se convierte en placer. 

El placer es el movimiento del pensar y el pensamiento no puede en modo alguno cultivar la felicidad; si persigue aquello que ha significado felicidad, entonces lo que persigue es solamente un recuerdo, una cosa muerta. 

La belleza jamás se halla atada al tiempo; está totalmente libre del tiempo y, por ende, de la cultura. 

Ahí es donde el «sí mismo», el «yo» está ausente. 

El yo es creado por el tiempo, por el movimiento del pensar, por lo conocido, por la palabra. 

En la ausencia de yo, en esa atención total está presente aquella esencia de la belleza. 

Desprenderse del yo no implica una acción calculada del deseo-voluntad. 

La voluntad tiene una dirección y, por tanto, resiste, divide y, como consecuencia de ello, engendra conflicto. 

La disolución del yo no es la evolución dei conocimiento acerca del yo; el tiempo, como factor, no interviene en ello para nada. 

No hay sistema ni medio alguno para terminar con el yo. 

La total no-acción -acción negativa- interna, es la acción positiva de la belleza. 

Hemos cultivado una vasta red de actividades correlacionadas en la que nos hallamos atrapados; y nuestra mente, al estar condicionada por ello, opera en lo interno de la misma manera. 

La realización se vuelve entonces la cosa más importante, y la furia de ese impulso es aún el esqueleto del yo. 

Por eso es que seguimos a nuestro gurú; a nuestro salvador, a nuestras creencias e ideales; la fe toma el lugar del discernimiento, de la percepción lúcida y directa. 

Cuando el yo está ausente, no hay necesidad alguna de plegarias, de rituales. 

Llenamos los espacios vacíos del esqueleto con los conocimientos, las imágenes, las actividades sin sentido, y de ese modo mantenemos al esqueleto aparentemente vivo. 

En la silenciosa quietud de la mente llega aquello que es la eterna belleza, llega sin ser invitado y sin ser buscado, sin el ruido del reconocimiento

DIARIO 2-J.K. - 6 DE ABRIL DE 1975

 Malibu, California. 

6, Abril, 1975 

No es ese extraordinário azul del Mediterrâneo; el Pacífico tiene un azul etéreo, especialmente cuando sopla una suave brisa desde el oeste mientras uno maneja el auto hacia el norte por la carretera de la costa.

 ¡Es un azul tan tierno, tan deslumbrante, puro y pleno de júbilo! 

En ocasiones, uno puede ver ballenas resoplando en su camino hacia el norte, y raramente se divisan sus cabezas cuando salen fuera del agua. 

Había todo un grupo de ellas resoplando; deben de ser animales muy poderosos. 

Ese día el mar era un lago silencioso y completamente inmóvil, sin una sola ola; no tenía ese claro azul danzante. 

El mar estaba dormido y uno lo contemplaba con asombro. 

La casa tenía vista al mar. 

Es una hermosa casa, con un tranquilo jardín, césped verde y flores. 

Es espaciosa y se halla iluminada por el sol de Califórnia. 

También las liebres gustaban de ella; venían temprano en la madrugada y al anochecer para comerse las flores; pensamientos recién plantados, caléndulas y pequeñas plantitas en floración. 

Uno no podia mantenerlas afuera pese a que rodeando todo el jardín había una cerca de alambre; y matarlas hubiera sido un crimen. 

Pero un gato y una lechuza bodeguera pusieron orden en el jardín; el gato negro deambulaba por el jardín y la lechuza se posaba durante el día entre los corpulentos eucaliptos; uno podia verla, inmóvil, con los ojos cerrados, grande y redonda. 

Los conejos desaparecieron y el jardín floreció, y el Pacífico azul fluía suavemente.

Sólo el hombre trae desorden al universo. 

Es cruel y extremadamente violento. 

Dondequiera se encuentre produce desdicha y confusión en él mismo y en el mundo que lo rodea. 

Lo devasta y destruye todo, no conoce la compasión. 

Carece de orden internamente y, por eso, lo que toca se vuelve corrupto y caótico. 

Su política ha llegado a ser un refinado gangsterismo de poder, fraude

 * Ésta es la casa donde estuvo hospedado en Malibú.

 personal o nacional, lucha de un grupo contra otro grupo. 

Su economía es restringida y, por tanto, no es universal. 

Su sociedad es inmoral, tanto bajo un régimen libre como tiránico. 

No es religioso, aunque crea, practique cultos y pase por interminables rituales sin sentido.

 ¿Por qué se ha vuelto así -cruel, irresponsable y tan por completo egoísta?

 ¿Por qué? 

Existen un centenar de explicaciones, y los que lo explican ingeniosamente con palabras que brotan del conocimiento de muchos libros y experimentan sobre animales, están ellos mismos atrapados en la red de la ambición, la arrògancia, la agonía y el dolor humanos. 

La descripción no es lo descrito, la palabra no es la cosa. 

¿Ocurre ello porque elhombre busca las causas externas, el medio que lo condiciona, esperando que el cambio exterior transforme al hombre interno?

 ¿Esporque se halla tan apegado a sus sentidos, dominado por sus requerimientos inmediatos?

 ¿Es porque vive tan enteramente en el

movimiento del pensar y del conocer? 

¿Ello ocurre porque

siendo tan romántico, sentimental, se vuelve cruel en sus ideales,

en sus enganos y pretensiones? 

¿Porque siempre es conducido

como seguidor o se vuelve un líder, un gurú?

Esta división como lo externo y lo interno, es el comienzo del

conflicto y la desdicha; el hombre se encuentra preso en esta contradicción, en esta tradición sempiterna. 

Atrapado en esta división insensata, está perdido y se vuelve un esclavo de otros. 

Lo  externo y lo interno son imaginación e invención dei pensamiento; como el pensamiento es fragmentário; contribuye al desorden

y al conflicto -lo que implica división-. 

El pensamiento no puede generar orden, un fluir sin esfuerzo de la virtud. 

La virtud no

es la continua repetición de la memória, de la práctica. 

El conocimiento-pensamiento está atado al tiempo. 

Por su misma naturaleza y estructura, el pensamiento no puede captar el fluir íntegro de

la vida como un movimiento total. 

El conocimiento-pensamiento

no puede percibir inteligentemente esta totalidad; no puede darse

cuenta de esto, percibirlo sin opción alguna, mientras siga siendo

el percibidor, el observador externo que mira hacia lo interno. 

El conocimiento del pensar no tiene cabida en la percepción. 

El pensador es el pensamiento; el percibidor es lo percibido. 

Sólo entonces hay un suave fluir, un movimiento sin esfuerzo alguno en nuestra vida cotidiana.

DIARIO 2 - J.K. - 4 DE ABRIL DE 1975 -

4, Abril, 1975 

Quiso la ocasión que uno viviera por algunos meses en una pequeña casa ruinosa, en lo alto de las montañas y muy lejos de otras casas. 

Había muchísimos árboles y, al llegar la primavera, el aire se impregnaba de perfume. 

La soledad era de las montañas y la belleza de la tierra roja. 

Los altísimos picos estaban cubiertos de nieve y algunos de los árboles se hallaban florecidos. 

Uno vivía solo en medio de este esplendor. 

El bosque estaba cerca, con sus ciervos, algún oso ocasional y esos grandes monos de caras negras y largas colas y, por supuesto, también había serpientes. 

En la profunda soledad, y de un modo extraño, uno estaba relacionado con todos ellos, y no podia dañar cosa alguna, ni aun esa blanca margarita en el sendero. 

En esa relación, el espacio entre uno mismo y ellos no existía; no era algo inventado, no era una convicción intelectual o emocional la que producía esto; era simplemente así. 

Un grupo de grandes monos vendría a visitarnos, especialmente en los atardeceres; unos pocos permanecían en tierra, pero en su gran mayoría se sentaba tranquilamente en los árboles yvigilaban.

 Sorprendentemente, se mantenían silenciosos; en ocasiones se rascaban una o dos veces y nos quedábamos así, contemplándonos mutuamente. 

Acudirían ahora en cada atardecer, sin acercarse demasiado y sin alejarse tampoco muy alto entre los árboles, y así podíamos estar en silencio, observándonos. 

Habíamos llegado a ser bastante buenos amigos, pero ellos no deseaban invadir nuestra soledad. 

Cierta tarde, paseando por el bosque, uno dio de pronto con ellos en un espacio abierto. 

Debían de ser más de treinta, jóvenes y viejos, sentados entre los árboles alrededor del espacio abierto, absolutamente quietos y silenciosos. 

Uno podia haberlos tocado; no había temor en ellos y, sentados en el suelo, nos estuvimos observando atentamente hasta que el sol se oculto detrás de las cumbres. 

Si uno pierde contacto con la naturaleza, pierde contacto con la humanidad. 

Si no hay relación con la naturaleza, nos convertimos en asesinos; entonces matamos a los cachorros de foca, a las ballenas, a los delfines y al hombre -sea por provecho, por deporte, por comida o en aras del conocimiento-. 

Entonces la naturaleza se asusta de nosotros y repliega su belleza. 

Podremos hacer largas caminatas por los bosques o los campos en lugares encantadores, pero si somos unos asesinos habremos perdido la amistad de la naturaleza. 

Y es probable que tampoco estemos relacionados con nada, ni con nuestra propia esposa o marido; nos hallamos demasiado ocupados -ganando o perdiendo- con nuestros propios pensamientos privados, con nuestros placeres y pesares. 

Vivimos en nuestro oscuro aislamiento particular, y el escape de ello es más oscuridad. 

El interés está puesto en una corta, insensata supervivencia, plácida o violenta. 

Y miles mueren de hambre o son; sangrientamente asesinados a causa de nuestra irresponsabilidad.

 Dejamos el arreglo dei mundo a los corruptos y mentirosos políticos, a los intelectuales, a los expertos.

 Debido a que carecemos de integridad, construimos una sociedad que es inmoral, deshonesta, una sociedad que se basa en el más absoluto egoísmo. 

Y entonces escapamos de todo esto, siendo como somos los únicos responsables; escapamos a las playas, a los bosques o empuñamos una escopeta por «deporte». 

Podemos conocer todo esto, pero el conocimiento no produce transformación alguna en nosotros.

 Cuando tengamos este sentimiento de lo total, estaremos relacionados con el universo.

DIARIO 2 - J.K. - 3 DE ABRIL DE 1985

 3, Abril, 1975 

¡Qué extraordinariamente bella es la gran curva de un vasto río! 

Uno debe veria desde cierta altura, ni demasiado lejos ni demasiado cerca, cuando el rio serpentea perezosamente entre los campos verdes. 

Éste es un río ancho, rebosante de aguas azules y transparentes. 

No sobrevolábamos a una gran altitud y podíamos divisar muy bien, en medio del río, la fuerte corriente con sus delgadas ondas; siguiéndolo pasamos aldeas y ciudades hacia el mar. 

Cada curva tenía su propia belleza, su propia fuerza y movimiento. 

Y muy lejos en la distancia estaban las grandes cumbres cubiertas de nieve, rosadas a la luz temprana dei amanecer; abarcaban todo el horizonte oriental. 

El ancho río y aquellas grandes montañas parecían, a esa hora, contener la eternidad -este arrollador sentimiento de espacio intemporal-. 

Aunque el avión volaba hacia el sudeste, en ese espacio no había dirección ni movimiento, únicamente «lo que es». 

Por toda una hora no hubo nada más, ni siquiera el ruido de los motores a reacción. 

Sólo cuando el capitán anuncio que pronto aterrizaríamos, esa hora plena llegó a su fin. 

No hubo recuerdos de esa hora, ningún registro de su contenido y, por tanto, el pensamiento no se había aferrado a ella. 

Cuando terminó, no había residuo, la pizarra estaba nuevamente limpia. 

En consecuencia, el pensamiento no tenía modo de cultivar esa hora, y así estuvo listo para dejar el avión. 

Aquello acerca de lo que el pensamiento piensa, es convertido en una realidad, pero no es la verdad. 

La belleza jamás puede ser la expresiòn dei pensamiento. 

Un pájaro no está hecho por el pensamiento y, por eso, es bello. 

El amor no es moldeado por el pensamiento, y cuando lo es, se convierte en algo por completo diferente. 

El cultivo del intelecto y su integridad es una realidad fabricada por el pensamiento. 

Pero eso no es compasión. 

El pensamiento no puede fabricar la compasión; puede hacer de ella una realidad, una necesidad, pero eso no será la compasión. 

El pensamiento, por su propia naturaleza es fragmentado, y por eso vive en un mundo fragmentado de divisiones y conflictos. 

En consecuencia, el conocimiento es fragmentado y, por más que se lo acumule, capa sobre capa, seguirá estando siempre fragmentado, dividido. 

El pensamiento puede producir una cosa a la que llama «integración», y eso también será un fragmento.

 La misma palabra «ciencia» significa conocimiento, y el hombre espera transformarse, gracias a la ciencia, en un ser humano cuerdo y feliz. 

Y por eso el hombre persigue ávidamente el conocimiento de todas las cosas de la tierra, y de sí mismo. El conocimiento no es compasión, y sin compasión el conocimiento engendra daño e inenarrable caos y miseria. 

El conocimiento no puede hacer que el hombre ame; puede crear las guerras y los instrumentos de la destrucción, pero no puede traer amor al corazón ni paz a la mente. 

Percibir todo esto es actuar, no con una acción basada en la memoria o en pautas establecidas. 

El amor no es memória, no es una reminiscencia de placeres.

DIARIO 2 - J.K. - 1 DE ABRIL DE 1975 - * MALIBÚ, CALIFORNIA

 MALIBÚ* 

1,Abril,1975 

Aún tan temprano én la mañana, el sol ardía y quemaba. 

No corría una brisa y todas las hojas permanecían inmóviles. 

En el antiguo templo hacía fresco y el ambiente era agradable; los pies desnudos percibían las sólidas placas de piedra, sus configuraciones y asperezas. 

Muchos miles de personas deben haber caminado sobre ellas por un millar de años. 

Había oscuridad ahí luego de la luz intensa del sol; en los corredores parecía haber poca gente esa mañana, y el estrecho pasadizo estaba más oscuro todavia. 

Este pasadizo conducía a un amplio corredor que llevaba hasta un santuario interior. 

Se sentia un fuerte aroma a flores y a incienso de muchos siglos. 

Un centenar de brahamines, recientemente bañados, vestidos con limpios taparrabos blancos, estaban cantando. 

El sánscrito es un idioma poderoso; resuena con profundidad. 

Los viejos muros vibraban, casi estremeciéndose con el sonido de las cien voces. 

La dignidad del sonido era increíble, y lo sagrado dei momento estaba más allá de las palabras. 

No eran las palabras las que despertaban esta inmensidad, sino la profundidad dei sonido de muchos miles de años contenido entre estos muros, y el espacio inmensurable que había más allá de ellos. 

No era el significado de aquellas 

* Los siguientes cinco registros en eí libro de notas fueron escritos dieciocho meses más tarde en Malibú. Califórnia.

palabras, ni la claridad con que las pronunciaba, ni la sombría belleza dei templo, sino la cualidad del sonido la que rompia los muros y las limitaciones de la mente humana. 

El canto de un pájaro, la flauta distante, la brisa entre las hojas, todas estas cosas derrumban los muros que los seres humanos han creado para si mismos. 

En las grandes catedrales y bellas mezquitas, los cánticos y las recitaciones de sus libros sagrados, es el sonido el que abre el corazón a las lágrimas y a la belleza. 

Sin espacio no hay belleza; sin espado solo tenemos muros y medidas; sin espacio no hay profundidad; sin espacio solamente hay pobreza interna y externa.

 ¡Tenemos tan poco espacio en nuestra mente! 

Ésta se encuentra atestada, repleta de palabras, recuerdos, conocimientos, experiencias y problemas.

Todo ello dificilmente deja espacio alguno, tan sólo el interminable parloteo dei pensamiento. 

Y así es como nuestros museos están llenos y todos los estantes se hallan abarrotados de libros.

Entonces llenamos los lugares de entretenimiento, religioso o de cualquier otra clase. 

O erigimos un muro alrededor de nosotros mismos -un estrecho espacio de dano y dolor-. 

Sin espacio, interno o externo, nos volvemos desagradables y violentos. 

Todo necesita espacio para vivir, para jugar y cantar. 

Lo sagrado no puede amar sin espacio. 

No tenemos espacio cuando nos aferramos a las cosas, cuando hay pesadumbre, cuando nos convertimos en el centro dei universo. 

El espacio que ocupamos es el espacio que el pensamiento ha edificado alrededor de nosotros, y eso es desdicha y confusión. 

El espacio que el pensamiento mide es la división entre el «yo» y el «tú», entre «nosotros» y «ellos».

Esta división es dolor que no tiène fin. 

Ahí está ese árbol solitário en un amplio, verde campo abierto.

DIARIO 2 - J.K. - 29 DE OCTUBRE DE 1973

 29, Octubre, 1973 

En el valle de los naranjales, éste en particular estaba muy bien atendido -hilera tras hilera de jóvenes naranjos, fuertes y relucientes bajo el sol-. 

El suelo era bueno, lo regaban bien, lo abonaban, lo cuidaban. 

Era una mañana hermosa con un cielo azul transparente, el aire era cálido y suavemente agradable. 

En los arbustos, las codornices alborotaban con sus agudos llamados; un gavilán flotaba inmóvil en el aire, y pronto descendió para posarse en la rama de un naranjo próximo y se durmió. 

Se encontraba tan cerca que las afiladas garras, las magníficas plumas moteadas y el pico agudo eran claramente visibles; estaba al alcance del brazo. 

Había ocurrido más temprano en la madrugada, a lo largo de la avenida de las mimosas y con los pequeños pájaros gritando alarmados. 

Bajo los arbustos, dos serpientes, con sus oscuros anillos pardos , visibles a todo lo largo de sus cuerpos, se deslizaban enroscándose una alrededor de la otra, y cuando pasaron junto a uno, fueron por completo inconscientes de la presencia humana. 

Habían estado sobre una repisa en el cobertizo, extendidas, con sus negros ojos brillantes aguardando y vigilando a los ratones. 

Miraban fijamente y sin parpadear, ya que carecen de párpados. 

Deben haber permanecido allí durante toda la noche, y ahora se encontraban entre los arbustos. 

Era su terreno habitual y se les veía frecuentemente; al levantar a una de ellas, ésta se enrosco alrededor dei brazo y uno sintió la frialdad dei contacto. 

Todas estas cosas vivientes parecen tener su propio orden, su propia disciplina y sus propios juegos y regocijos. 

El materialismo, para el que nada existe sino la materia, es la actividad tenaz y predominante de los seres humanos, tanto de los ricos como de los que no lo son. 

Hay todo un bloque del mundo que está entregado al materialismo; la estructura de su sociedad se basa en esta fórmula -con todas sus consecuencias- 

Los otros bloques también son materialistas, pero aceptan cierta clase de principios idealistas cuando les convienen, y los descartan en el nombre de la racionalidad y la necesidad. 

Al cambiar el medio, violentamente o de manera gradual, por la revolución o por la evolución, la conducta dei hombre se modifica conforme a la cultura en que vive. 

Existe un antiquísimo conflicto entre aquellos que creen que el hombre es matéria, y los que se dedican al espíritu. 

Esta división es la que tanta desdicha, confusión e ilusiones ha traído al hombre.

El pensamiento es material y su actividad, externa o interna, es materialista. 

El pensamiento es mensurable, como lo es el tiempo. 

Dentro de esta área, la conciencia es materia. 

La conciencia es su contenido; el contenido es la conciencia, ambos son inseparables. 

El contenido son las muchas cosas que el pensamiento ha acumulado: el pasado modificando el presente que es el futuro, todo lo cual es tiempo. 

El tiempo es el movimiento dentro del campo que constituye la conciencia en expansión o en contracción. 

El pensamiento es memoria, experiencia y conocimiento, y esta memoria con sus imágenes y sus sombras, es el «sí mismo», el «yo» y el «no yo», el «nosotros» y el «ellos». 

La esencia de la división es el «sí mismo» con todos sus atributos y cualidades. 

El materialismo solo refuerza y desarrolla al «sí mismo», al «yo». 

Éste puede identificarse, y de hecho se identifica, con el Estado, con una ideologia, con actividades dei «no yo» religioso o seglar, pero siempre permanece siendo el yo. 

Sus creencias son autofabricadas, como lo son sus placeres y temores. 

El pensamiento, por su misma estructura y naturaleza, es fragmentário, y entre los diversos fragmentos están el conflicto y la guerra, las nacionalidades, las razas y las ideologias. 

Una humanidad materialista se destruirá a sí misma a menos que el «yo» sea totalmente abandonado. 

El abandono del «yo» es siempre de importancia fundamental. 

Y es sólo a partir de esta revolución que puede crearse una sociedad nueva • 

El abandono dei «yo» es amor, compasión: pasión por todas las cosas -por los que mueren de hambre, por los que sufren y por los que carecen de hogar y por el materialista y el creyente-. 

El amor no es sentimentalismo o romanticismo; es tan poderoso y terminante como la muerte. 

Poco a poco la niebla que venía dei mar llegó, como en olas enormes, a los cerros occidentales; se plegaba sobre los cerros, penetraba hacia abajo en el valle y pronto llegaría hasta aqui; el tiempo refrescaría con la ya cercana oscuridad de la noche. 

No se veían estrellas y había un silencio completo. 

Este silencio es factual, no es el silencio que el pensamiento ha cultivado y en el cual no hay espacio.

DIARIO 2 - J.K. - 25 DE OCTUBRE DE 1973

 25 Octubre 1973 

Sentado sobre una piedra en un huerto de naranjos, uno veía el valle extenderse y desaparecer en el pliegue de las montañas. 

Eran las primeras horas de la madrugada y las sombras se alargaban suaves y abiertas. 

Las codornices llamaban con su agudo reclamo y se oían los arrullos de las palomas torcazas con su delicada y tiema cadencia, un canto triste para horas tan tempranas. 

El sinsonte, encantado con el mundo, describía en el aire curvas en picada; girando en saltos mortales.

Una gran tarántula; peluda y oscura, salió lentamente desde abajo de la piedra, se detuvo, sintió el aire de la mañana y continuo pesadamente su marcha. 

Los naranjos estaban dispuestos en largas líneas rectas, acre por acre, con sus frutos brillantes y sus frescos pimpollos -flor y fruto en el mismo árbol y al mismo tiempo-. 

El aroma de estos pimpollos era suave y penetrante, y con el calor del sol la fragancia se intensificaria volviéndose más insistente. 

El cielo estaba muy azul y apacible; los cerros y las montañas aún dormían 

Era una hermosa mañana, fresca y pura, con esa belleza extraña que el hombre todavia no ha destruido.

Los lagartos habían salido y buscaban un sitio con sol para calentarse. 

Se extendían a todo lo largo para que el calor tocara sus vientres, mientras sus largas colas volteaban hacia los costados. 

Era una mañana alegre y la suave luz cubría la tierra y la belleza infinita de la vida. 

La meditación es la esencia de esta belleza, tanto en la expresión como en el silencio. 

Si se expresa toma forma, sustancia; silenciosa, no es para ser puesta en palabras, formas o colores.

Desde el silencio, la expresión o la acción tienen belleza, son totales, y cesa cualquier lucha o conflicto.

Los lagartos regresaban a la sombra, y entre las flores aparecieron las abejas y los colibríes. 

Sin pasión no hay creación posible. 

La total entrega de uno mismo es esta pasión inagotable. 

La entrega con un motivo es una cosa, y la entrega sin ningún propósito, sin ningún cálculo, es otra. 

Lo que tiene una finalidad determinada, una dirección, es efímero y se vuelve dañino y comercial, vulgar. 

Lo otro, lo que no está manejado por causa alguna, por ninguna intención o utilidad, no tiene principio ni fin. 

En esta entrega total, la mente se vaciadel «yo», del «si mismo». 

El «yo» puede perderse en alguna actividad, en alguna creencia consoladora, en un sueño extravagante, pero un perderse de esta clase, es la continuidad del yo en otra forma, en la identification con otra ideología y acción. 

El abandono del yo no es un acto de la voluntad, porque la voluntad es ei yo. 

Cualquier movimiento del yo, horizontal o vertical, en cualquier dirección, sigue estando en el campo del tiempo y del dolor. 

El pensamiento puede abandonarse a cualquier cosa, cuerda o demente y razonable o necia, pero siendo fragmentário en su propia estructura y naturaleza, su mismo entusiasmo, su excitación, se convierten pronto en placer y temor. 

En esta área el abandono dei yo es ilusorio y tiene muy poco sentido. 

La lúcida y alerta percepción de todo esto, implica un despertar a las actividades dei «sí mismo»; en esta atención no hay un centro, no hay yo.

El impulso de expresarse uno a sí mismo por identificación, es el resultado de una existencia confusa y carente de significado. 

La búsqueda de un significado es el comienzo de la ffagmentación; el pensamiento puede darle -y de hecho le da mil significados a la vida; cada cual inventa sus propios significados, que son meramente opiniones y convicciones para las que no hay fin. 

El vivir mismo es el significado total, pero cuando la vida es un conflicto, una lucha constante, cuando es el campo de batalla de la ambición, la competência y el culto dei éxito, cuando es la búsqueda de poder y posición, entonces la vida no tiene sentido alguno.

 ¿Qué necesidad hay de expresarse? 

La creación, se halla en la cosa que uno produce con la mano o con la mente, por bella o utilitária que sea. 

Esta pasión que surge con el abandono del yo, ¿necesita expresarse? 

Cuando existe una compulsión, una necesidad, ¿es eso la pasión creativa? 

En tanto subsiste la división entre el creador y lo creado, cesa la belleza, cesa el amor. 

Podemos producir la cosa más excelente con el color o con la piedra, pero si nuestra vida cotidiana contradice esa suprema excelencia -el total abandono dei yo- eso que hemos producido es para la admiración y la trivialidad. 

El vivir mismo es el color, la belleza y su expresión. 

Uno no necesita nada más. 

Las sombras estaban perdiendo su distancia y las codornices permaneciam silenciosas. 

Sólo existían las rocas, los árboles con sus flores y frutos, los bellos cerros y la tierra abundante.

DIARIO 2 - J.K. - 24 DE OCTUBRE DE 1973

 24, Octubre, 1973 

Hacia abajo, en el valle, se veían las débiles luces de un pequeño pueblo; había oscuridad, y el sendero era pedregoso y accidentado. 

Las onduladas líneas de los cerros contra el cielo iluminado por las estrellas, estaban profundamente incrustadas en las sombras; un coyote aullaba en alguna parte cerca de allí. 

El sendero había perdido su familiaridad, y una brisa suavemente perfumada subía desde el valle. 

Estar sólo en esa quietud extraordinária era escuchar la voz de intenso silencio y su inmensa belleza.

 Algún animal estaba haciendo ruido entre los arbustos, asustado o tratando de atraer la atención. ´

Ahora ya había oscuridad completa y el mundo de ese valle se volvió profundo en su silencio. 

El aire nocturno traía olores especiales , una mezcla de todos los arbustos que crecían en los áridos cerros, ese aroma fuerte propio de los arbustos que conocen el sol ardiente. 

Las lluvias habían cesado muchos meses antes; no llovería otra vez por un largo tiempo y el çamino se encontraba reseco, polvoriento y áspero. 

El gran silencio con su vasto espacio contenía la noche, y todo movimiento del pensar se aquietaba. 

La mente misma era el espacio inmensurable, y en esa profunda quietud no había cosa alguna que el pensamiento hubiera fabricado. 

Ser absolutamente nada, es estar más allá de toda medida. 

El sendero descendía en pendiente, y un pequeño arroyo decía muchas cosas, encantado con su propia voz. 

Ese arroyo cruzaba el sendero varias veces, y era un juego en el que ambos se divertían juntos. 

Las estrellas estaban muy cercanas y algunas miraban hacia abajo desde las cumbres. 

Las luces del pueblo estaban lejos todavia, y las estrellas iban desapareciendo al otro lado de los altos cerros. 

Uno estaba allí, solo, sin palabra alguna, sin ningún pensamiento, únicamente observando y escuchando. 

El inmenso silencio revelaba que, sin él, la existência pierde su profundo significado y su belleza. 

El ser luz para uno mismo, niega toda experiencia. 

El «uno» que experimenta como el experimentador, necesita de la experiencia para existir y, por profunda o superficial que ésta sea, la necesidad de experiencias se vuelve cada vez mayor. 

La experiencia es conocimiento, tradición; el experimentador se divide a si mismo para distinguir entre lo placentero y lo doloroso, entre lo tranquilizador y lo inquietante. 

El creyente experimenta conforme a su creencia, conforme a su condicionamiento. 

Estas experiencias proceden de lo conocido, porque el reconocimiento es esencial -sin él la experiencia no existe-. 

Toda experiencia deja una huella a menos que, tal como surge, se termine. 

Toda respuesta a un reto es una experiencia, pero cuando la respuesta proviene de lo conocido, el reto pierde su frescura y vitalidad; entonces hay conflicto, desorden y actividad neurótica. 

La esencia misma del reto es cuestionar, perturbar, despertar, comprender. 

Pero cuando ese reto se traslada al pasado, uno está eludiendo el presente. 

La convicción de la experiencia implica negar la investigación. 

Inteligencia es libertad para inquirir, para investigar el«yo» y el «no yo», lo interno y lo externo. 

La creencia, las ideologias y la autoridad impiden el discemimiento directo que sólo adviene con la libertad. 

El deseo de experiencias, de cualquier clase que sean, tiene que ser superficial o sensorio, consolador o  placentero, porque el deseo, por intenso que sea, es el heraldo del pensamiento, y el pensamiento es lo externo.

El pensamiento puede fabricar lo interno, pero ello sigue siendo lo externo. 

El pensamiento jamás descubrirá lo nuevo, porque él es viejo y nunca es libre, la libertad está más allá dei pensamiento. 

Toda la actividad del pensamiento es la negación del amor. 

Cuando uno es luz para sí mismo, esa luz es la luz de todos los demás. 

Ser luz para uno mismo implica que la mente se halla libre dei reto y la respuesta, porque entonces la mente está por completo despierta, está totalmente activa. 

Esta atención no tiene un centro -el «uno» que está atento- y, por tanto, no tiene un límite. 

Mientras existe un centro, el «yo», tienen que existir el reto y la respuesta adecuada o inadecuada, placentera o dolorosa. 

El centro jamás puede ser luz para sí mismo; su luz es la luz artificial del pensamiento, y éste tiene muchas sombras. 

La compasión no es la sombra del pensamiento sino que es luz, luz que no es ni de uno mismo ni de algún otro. 

El sendero penetraba poco a poco en el valle y el río pasaba por el pueblo para unirse al mar. 

Pero los cerros permanecían inmutables, y el ulular de un búho fue la réplica de otro. 

Y había espacio para el silencio.

DIARIO 2 - J.K - 22 DE OCTUBRE DE 1973

 22,Octubre,1973 

Desde un pequeño bote, en la tranquila y lenta corriente del río, era visible todo el horizonte de norte a sur y de este a oeste; no había un árbol ni una casa que rompieran la línea del horizonte; no se veía flotar una sola nube. 

Las orillas eran llanas, se prolongaban a ambos lados hacia la tierra firme y contenían al ancho rio.

Había otros pequeños botes de pescadores; éstos, agazapados en un extremo, sostenían las redes en el exterior; eran hombres que tenían una paciencia enorme. 

Se unían el cielo y la tierra, y había un espacio inmenso. 

En este espacio ilimitado tenían su existência la tierra y todas las cosas, incluso este pequeno bote llevado por la fuerte corriente. 

Al doblar el recodo del río, los horizontes se extendían inmensurablemente, infinitos hasta donde la vista podia alcanzar. 

El espacio se volvió inagotable. 

Tiene que existir este espacio para la belleza y la compasión. 

Todas las cosas deben tener espacio, las animadas y las inanimadas, la roca en el cerro y el pájaro en el viento. 

Cuando no hay espacio, lo que hay es muerte. 

Los pescadores cantaban, y el sonido de su canto venía bajando por el río. 

El sonido necesita espacio; la palabra correctamente pronunciada crea su propio espacio. 

El río y el árbol distante sólo pueden sobrevivir cuando tienen espacio; sin espacio, todas las cosas se marchitan y mueren. 

El río desaparecía en el horizonte y los pescadores estabàn desembarcando. 

Llegaba la profunda oscuridad de la noche, la tierra descansaba de un fatigoso día y las estrellas brillaban sobre el agua. 

El vasto espacio se redujo en el interior de una casa con muchas paredes. 

Aun las grandes casas palaciegas tienen muros que aprisionan y ocultan ese espacio inmenso convirtiéndolo en su espacio propio. 

Una pintura debe tener espacio dentro de ella, aunque la pongan en un marco; una estatua sólo puede existir en el espacio; la música crea el espacio que necesita; el sonido de una palabra no sólo crea espacio, lo necesita para ser escuchado. 

El pensamiento puede imaginar la extensión entre dos puntos, la distancia y la medida; el intervalo entre dos pensamientos es el espacio que forma el pensamiento. 

La contínua extensión del tiempo, el rnovimiento y el intervalo entre dos movimientos del pensar, necesitan espacio. 

La conciencia está dentro dei movimiento dei tiempo y el pensamiento. 

El pensamiento y el tiempo son mensurables entre dos puntos, entre el centro y la periferia. 

La conciencia, amplia o estrecha, existe donde hay un centro, el «yo» y el «no yo». 

Todas las cosas necesitan espacio. 

Si las ratas son encerradas en un espacio restringido, se destruyen entre ellas; los pequeños pájaros que se posan al atardecer sobre el alambre del telégrafo, tienen el espacio que necesitan entre uno y otro. 

Los seres humanos que viven en ciudades atestadas, se están volviendo violentos, 

Donde falta espacio, externa o intemamente, son inevitables todas las formas de la perversión y el deterioro. 

El condicionamiento de la mente a través de lo que se llama educación, religión, tradición, cultura, deja poco espacio para el florecimiento de la mente y el corazón. 

La creencia, lo que se experimenta conforme a esa creencia, la opinión, los conceptos, las palabras, son el «yo», el ego, el centro que crea el espacio limitado dentro de cuya frontera se encuentra la conciencia. 

El «yo» tiene su ser y su actividad dentro dei pequeño espacio que ha creado para sí mismo. 

Todos sus problemas y sufrimientos, sus esperanzas y su desesperación, están dentro de sus propias fronteras, y ahí no hay espacio. 

Lo conocido ocupa toda su conciencia. La conciencia es lo conocido. 

Dentro de esta frontera no hay soíución para todos los problemas que los seres humanos han acumulado. 

Sin embargo -no quieren desprenderse de lo conocido- se aferran a ello o inventan lo desconocido en la esperanza de que resuelva sus problemas. 

El espacio que el «yo» se ha fabricado, es su dolor y la desdicha del placer. 

Los dioses no nos dan espacio, porque el espacio de ellos es el nuestro. 

Este vasto, inmensurable espacio está más allá de la medida del pensamiento, y el pensamienlo es lo conocido. 

La meditación consiste en vaciar la conciencia de su contenido, lo conocido, el «yo».

Lentamente, los remeros condujeron el bote por el río dormido, y la luz de una casa señalaba la dirección. 

Había sido un largo atardecer y el crepúsculo dorado, verde y naranja, trazaba un sendero de oro sobre el agua.

DIARIO 2 - J-K. - 19 DE OCTUBRE DE 1973

 19, Octubre, 1973 

El bosque dormía; el serpenteante sendero que lo atravesaba estaba oscuro y no se percibía el más leve movimiento. 

El prolongado crepúsculo estaba desapareciendo en esos instantes, y el silencio de la noche cubría la tierra. 

El pequeño torrente, tan porfiado en su gorgoteo durante el día, iba cediendo a la quietud de la noche que se aproximaba. 

A través de las pequeñas aberturas entre las hojas se divisaban las estrellas, brillantes y muy cercanas.

La oscuridad de la noche es tan necesaria como la luz del día. 

Los acogedores árboles, recogidos ahora en sí mismos, se mostraban distantes; se encontraban ahí, rodeãndolo a uno, pero apartados e inaccesibles; dormían y no había que molestarlos. 

En esta quieta oscuridad, había un crecer y un florecer que reunía fuerzas para enfrentarse a la vibrante vitalidad del día. 

La noche y el día son esenciales; ambos dan vida, energía a todas las cosas vivientes. 

Sólo el hombre la disipa. 

El dormir es muy importante; un dormir sin demasiados sueños ni agitación. 

Mientras dormimos ocurren muchas cosas, tanto en el organismo físico como en el cerebro (la mente es el cerebro); ambos son una sola cosa, un movimiento unitario. 

Para esta estructura total, el dormir es absolutamente esencial. 

Durante el sueño adviene el orden, el ajuste de las funciones y se originan percepciones más profundas; cuanto más quieto está el cerebro, tanto más profundo es el discemimiento. 

El cerebro necesita seguridad y orden para funcionar armoniosamente, sin fricción alguna. 

La noche se encarga de ello, y durante el dormir tranquilo hay movimientos, hay estados que el pensamiento jamás podrá alcanzar. 

Los sueños son desorden; deforman la percepción total. 

Mientras duerme la mente se rejuvenece a sí misma. 

Pero suele decirse que los sueños son necesarios, que si uno no soñara podría enloquecer, se afirma que ayudan, que son reveladores. 

Están los sueños superficiales, que no tienen mucho significado; están los sueños significativos y también existe el estado sin sueños en absoluto. 

Los sueños son, en sus diferentes formas y símbolos, la expresión de nuestra vida cotidiana. 

Si no hay armonía, si no hay orden en nuestra vida cotidiana de relación, entonces los sueños son una continuación de ese desorden. 

Mientras dormimos, el cerebro trata de producir ese orden desde esta confusa contradicción. 

En esta lucha constante entre el orden y el desorden, el cerebro se desgasta. 

Pero él debe tener seguridad y orden para poder siquiera funcionar, y así es como llegan a ser necesarias las creencias, las ideologías y demás conceptos neuróticos. 

Convertir la noche en día es uno de esos hábitos neuróticos. 

La insensatez que se desarrolla en el mundo moderno después del anochecer, es un escape de la rutina y el fastidio del día. 

La total percepción del desorden en la relación tanto privada como pública, personal o distante, el darse cuenta, sin opción alguna, de «lo que es» durante las horas conscientes del día, induce orden donde imperaba el desorden. 

Entonces el cerebro no necesita buscar el orden mientras dormimos. 

Los sueños son solo superficiales, sin significación. 

El orden en la totalidad de la conciencia, no sólo en el nivel «consciente», se produce cuando cesa por completo la división entre el observador y lo observado. 

Se trasciende «lo que es» cuando el observador -que es el pasado, que es tiempo- llega a su fin. 

El presente activo, «lo que es», no se halla esclavizado al tiempo, como lo está el observador. 

Sólo cuando la mente -el cerebro y el organismo- tiene este orden total durante el sueño, hay una percepción profunda de ese estado inexpresable en palabras, de ese movimiento intemporal. 

Esto no es ningún sueño fantástico, alguna abstracción de escape. 

Es la meditación en su expresión máxima y completa. 

O sea, que el cerebro está activo, despierto o dormido, pero el constante conflicto entre el orden y el desorden, desgasta al cerebro. 

El orden es la más alta forma de virtud, sensibilidad, inteligencia. 

Cuando existe esta gran belleza del orden, de la armonía, el cerebro no está incesantemente activo; ciertas partes se encargan de la memoria, pero ésta es una parte muy pequeña; el resto del cerebro se halla libre del ruido de la experiencia. 

Esa libertad es el orden, la armonía del silencio. 

Esta libertad y el ruido de la memoria se mueven juntos; la acción de este movimiento es inteligencia.

La meditación consiste en estar libre de lo conocido y, no obstante, operar en el campo de lo conocido.

No hay un «yo» como operador. 

Esta meditación se desarrolla tanto en el sueño como en la vigilia. 

El sendero salía lentamente del bosque y, de horizonte a horizonte, el cielo se encontraba repleto de estrellas. 

En los campos nada se movía.