OBRAS COMPLETAS - TOMO 1 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 CUARTA PLÁTICA EN FROGNERSETEREN 

Amigos: Hoy voy a hacer un resumen de lo que he estado diciendo aquí. Tenemos la idea de que la sabiduría es un proceso de adquisición mediante la constante multiplicación de experiencias. Pensemos que, multiplicando las experiencias, aprenderemos, y que ese aprender nos dará sabiduría; y con esa sabiduría en acción esperamos encontrar la riqueza de la vida, la suficiencia propia, la felicidad, la verdad. O sea, que para nosotros la experiencia no es sino un cambio constante de sensaciones, porque recurrimos al tiempo para que nos dé sabiduría. Cuando pensamos de esta manera, que por medio del tiempo adquiriremos sabiduría, tenemos la idea de llegar a alguna parte; decimos que el tiempo, gradualmente, revelará la sabiduría. Pero el tiempo no revela la sabiduría, porque utilizamos el tiempo sólo como un medio para llegar a alguna parte. Cuando tenemos la idea de obtener sabiduría mediante el constante cambio de experiencias, estamos buscando la adquisición, y así no hay percepción inmediata, la cual es sabiduría.

Tomemos un ejemplo; tal vez aclare lo que quiero decir. Este cambio de deseos, este cambio de sensaciones, esta multiplicación de experiencias que el cambio de sensaciones produce es lo que llamamos progreso. Supongamos que vemos un sombrero en una tienda y deseamos poseerlo; habiendo obtenido ese sombrero, anhelamos alguna otra cosa: un automóvil, etc. Después nos volvemos hacia los anhelos emocionales y pensamos que, cambiando de este modo nuestro deseo de un sombrero por una sensación emocional, hemos crecido. De la sensación emocional nos volvemos, entonces, a las sensaciones intelectuales, a las ideas, a Dios, a la verdad. O sea, pensamos que hemos progresado, gracias al constante cambio de experiencias, desde el estado de desear un sombrero al estado de anhelar y buscar a Dios. Por lo tanto, creemos que mediante las experiencias, mediante la opción, hemos progresado. Y bien, para mí esto no es progreso, es meramente un cambio de sensación: sensaciones más y más sutiles, más y más refinadas pero que, no obstante, siguen siendo sensación; por consiguiente, son superficiales. Sólo hemos cambiado el objeto de nuestro deseo; primero era un sombrero, luego eso se cambió por Dios, con lo cual pensamos que hemos hecho un progreso tremendo. Es decir, pensamos que por intermedio de este proceso gradual de refinar la sensación, descubriremos qué es la verdad, Dios, la eternidad. Yo digo que jamás encontrarán la verdad cambiando gradualmente el objeto del deseo. Pero si comprenden que sólo en la percepción inmediata, en el discernimiento instantáneo se encuentra la plenitud de la sabiduría, entonces desaparecerá esta idea del cambio gradual de los objetos del deseo. ¿Qué es lo que hacemos, pues? Pensamos: “Yo era diferente ayer, soy diferente hoy y seré diferente mañana”; por lo tanto, prestamos atención a las diferencias, a los cambios, no al discernimiento. Tomemos, por ejemplo, la idea del desapego. Nos decimos: “Hace dos años yo estaba mucho más apegado, hoy estoy menos apegado y dentro de unos cuantos años lo estaré menos aún; finalmente llegaré a un estado en el cual me habré desapegado por completo”. Pensamos así que hemos evolucionado desde el apego al desapego, a través del constante impacto de la experiencia, y a esto lo llamamos progreso, desarrollo del carácter. Para mí, esto no es progreso. Si uno percibe con todo su ser la plena significación del apego, entonces no progresa hacia el desapego. La mera persecución del desapego no revela la superficialidad del apego, la cual puede ser comprendida sólo cuando la mente y el corazón no escapan a través de la idea del desapego.

Esta comprensión no se origina en el tiempo, sino comprendiendo que en el apego mismo están tanto el dolor como la dicha pasajera. Entonces ustedes me preguntan: “¿No me ayudará el tiempo a percibir eso?” El tiempo no lo hará. Lo que hará que perciban es, ya sea la transitoriedad de la dicha o la intensidad del dolor que hay en el apego. Si están plenamente atentos a esto, entonces ya no se hallan atrapados en la idea de que son diferentes ahora de como lo fueron varios años atrás, y de que luego serán de nuevo diferentes. Se vuelve ilusoria la idea del tiempo progresivo. Para expresarle de un modo diferente: Pensamos que mediante la opción avanzaremos, aprenderemos, cambiaremos. Optamos mayormente a causa del deseo. A lo que no nos satisface en la opción, lo llamamos no esencial, y a lo que nos satisface lo llamamos esencial. Así estamos constantemente atrapados en el conflicto de la opción, de la cual esperamos aprender. La opción, entonces, es meramente la acción de los opuestos; es cálculo entre opuestos y no discernimiento duradero. En consecuencia, progresamos desde lo que llamamos lo no esencial a lo que llamamos lo esencial, y eso, a su vez, se convierte en lo no esencial. O sea, progresamos desde el deseo por el sombrero -que pensábamos era lo esencial y que ahora se ha vuelto lo no esencial- a lo que pensamos que es lo esencial, sólo para descubrir que también esto es lo no esencial. Creemos así que, optando, llegaremos a la plenitud de la acción, a la integridad de la vida. Como he dicho, para mí la percepción o el discernimiento es intemporal. El tiempo no nos da discernimiento respecto a las experiencias; sólo nos hace más listos, más ingeniosos en el modo de enfrentarnos a las experiencias. Pero si ustedes perciben y viven de manera completa en la cosa misma que están experimentando, entonces desaparece esta idea del cambio desde lo no esencial a lo esencial, y así la mente se libera ella misma de la idea del tiempo progresivo. Ustedes recurren al tiempo para cambiar. Se dicen: “Mediante la multiplicación de experiencias, tales como cambiar del deseo por el sombrero al deseo por Dios, aprenderé sabiduría, aprenderé la comprensión”. En las acciones que nacen de la opción no hay discernimiento, porque la opción es cálculo, un recuerdo de acción incompleta. 

O sea, que ahora, al afrontar una experiencia, lo hacen parcialmente, con un prejuicio religioso, con ideas preconcebidas de diferencias sociales o de clase, y esta mente falseada, cuando se enfrenta a la vida, crea la opción; no genera en ustedes la plenitud de la comprensión. Pero si afrontan la vida con libertad, con apertura, con sencillez, entonces la opción desaparece, porque viven completamente, sin crear el conflicto de los opuestos. 

Pregunta: ¿Qué entiende usted por vivir plenamente, abiertamente, libremente? Por favor, dé un ejemplo práctico. Tenga la bondad de explicar, con un ejemplo práctico, cómo en el intento de vivir plena, abierta y libremente, uno llega a tomar conciencia de los obstáculos que le impiden ser libre, y cómo, al volverse plenamente consciente de sus obstáculos, puede liberarse de ellos. 

KRISHNAMURTI: Supongamos que soy un esnob y que estoy inconsciente de ser un esnob; es decir, tengo prejuicios de clase, y encaro la vida siendo inconsciente de estos prejuicios. Por supuesto, al tener mi mente deformada por esta idea de las diferencias de clase, no puedo comprender la vida, no puedo afrontarla de manera abierta, libre y sencilla. Por otra parte, si he sido criado con fuertes doctrinas religiosas o con alguna educación particular, mis pensamientos y mis emociones se han falseado; con este trasfondo de prejuicios salgo para encontrarme con la vida y, naturalmente, estos prejuicios me impiden comprenderla de manera completa. Así es como estamos atrapados en un trasfondo de tradiciones y valores falsos, de diferencias de clase y prejuicios religiosos, de temores e ideas preconcebidas. Con ese trasfondo, con esos patrones establecidos, ya sean internos o externos, salimos para encontrarnos con la vida y tratar de comprenderla. Desde estos prejuicios surgen el conflicto, las dichas pasajeras y el sufrimiento. Pero somos inconscientes de esto, de que nos hallamos esclavizados a ciertas formas de tradición, al medio social y político, a los valores falsos. Ahora bien, yo digo que pe para librarse de esta esclavitud no traten de analizar el pasado, el trasfondo de la tradición que los esclaviza y del cual no son conscientes. Si uno es un esnob, no debe tratar de averiguar si es un esnob cuando su acción ya ha pasado. Ha de estar plenamente alerta y, a través de lo que dice y hace, el esnobismo del que uno es inconsciente, entrará en actividad; entonces puede uno librarse de él, porque esta llama de la percepción alerta crea un conflicto intenso, el cual disuelve el esnobismo.

Como dije el otro día, el autoanálisis es destructivo, porque cuanto más se analiza uno menos acción hay. El autoanálisis tiene lugar sólo cuando el acontecimiento ha pasado, cuando ha llegado a su fin; entonces uno regresa intelectualmente a ese acontecimiento e intelectualmente trata de disecarlo, de comprenderlo. No hay comprensión a base de una cosa muerta. Antes bien, si uno está plenamente consciente en su acción, no como un observador que sólo observa, sino como un actor totalmente comprometido en esa acción, si está totalmente alerta y no se aparta de ella, entonces el proceso de autoanálisis no existe. No existe porque uno está encarando la vida de manera total, no está separado de la experiencia, y en esa llama de la percepción alerta uno pone en actividad todos sus prejuicios, todos los patrones falsos que han mutilado su mente; y al traerlos a la plenitud de la conciencia, se libera de ellos porque crean perturbación y conflicto, y ese conflicto mismo hace que uno se libere. Nos aferramos a la idea de que el tiempo nos dará comprensión. Para mí, esto no es sino un prejuicio, un obstáculo. Ahora supongamos que ustedes consideran por un momento esta idea -no la acepten, sólo reflexionen sobre ella y deseen descubrir si es verdadera-. Encontrarán que sólo pueden ponerla a prueba en la acción, no teorizando sobre ella. Entonces no preguntarán si lo que digo es verdadero, lo probarán en la acción. Yo digo que el tiempo no les trae comprensión; cuando recurren al tiempo como un proceso gradual de descubrimiento, están creando un obstáculo. Esto pueden probarlo sólo por medio de la acción; sólo en la experiencia pueden percibir si esta idea tiene en sí misma algún valor. Pero perderán su significación profunda si tratan de usarla para alguna otra cosa. La idea del tiempo como un proceso de descubrimiento, no es sino un método cultivado de postergación. Ustedes no encaran la cosa con la que se enfrentan, porque tienen miedo; no quieren encarar la experiencia de manera total, ya sea a causa de sus prejuicios o a causa del deseo de postergación. Cuando uno tiene un tobillo torcido, no puede destorcerlo gradualmente. Esta idea de que aprendemos a través de muchas y crecientes experiencias, de multiplicar alegrías y sufrimientos, es uno de nuestros prejuicios, uno de nuestros obstáculos. Para descubrir si esto que digo es verdadero, ustedes tienen que actuar; jamás lo descubrirán sentándose y discutiendo al respecto. Pueden descubrirlo sólo en el movimiento de la acción, viendo cómo reaccionan el corazón y la mente, no moldeándolos, no empujándolos hacia un objetivo particular; entonces verán que ellos reaccionan meramente conforme al prejuicio de la acumulación. Ustedes dicen: “Hace diez años yo era diferente; hoy soy diferente y de aquí a diez años seré aun más diferente”; pero el encarar las experiencias con esta idea de que serán diferentes, de que aprenderán de manera gradual, les impide comprenderlas, les impide el discernimiento pleno e instantáneo. 

Pregunta: ¿Querría usted dar también un ejemplo práctico de que el autoanálisis es destructivo? Su enseñanza en este punto, ¿surge de su propia experiencia? 

KRISHNAMURTI: Ante todo, yo no he estudiado filosofías ni los libros sagrados. Lo que les entrego pertenece a mis propias experiencias. A menudo me preguntan si he estudiado los libros sagrados, las filosofías y otros escritos semejantes. No lo he hecho. Les hablo de lo que para mí es la verdad, la sabiduría, y es cosa de ustedes descubrirlo. Pienso que en ese mismo proceso de acumulación que llamamos aprendizaje, radica nuestro infortunio. Cuando la mente se halla cargada de conocimientos, de erudición, está mutilada -lo cual no quiere decir que no debamos leer-. Pero la sabiduría no puede comprarse, tiene que ser experimentada en la acción. Creo que eso responde a la segunda parte de la pregunta. Contestaré la pregunta de una manera diferente, y espero explicarlo con mayor claridad. ¿Por qué piensa usted que tiene que analizarse? Porque no ha vivido plenamente en las experiencias y éstas han creado en usted una perturbación. Por lo tanto, se dice: “La próxima vez que me enfrente a eso, debo estar preparado, así que consideraré ese acontecimiento que es el pasado y aprenderé de él; entonces afrontaré plenamente las experiencias siguientes y éstas no me perturbarán”. En consecuencia, comienza a analizar, lo cual constituye un proceso intelectual y, por ende, no totalmente auténtico; como no lo ha comprendido de manera completa, dice: “He aprendido algo de la experiencia pasada; ahora con ese pequeño conocimiento, afrontaré la próxima experiencia y aprenderé un poco más”. Así que no vive completamente en la experiencia misma; siempre tiene lugar este proceso intelectual de aprendizaje, de acumulación.

Esto es lo que ustedes hacen todos los días, sólo que inconscientemente. No tienen el deseo de encarar la vida de una manera armoniosa, íntegra; antes bien, creen que aprenderán a afrontarla armoniosamente por medio del análisis. Es decir, esperan que agregando poco a poco al granero de la mente, llegarán a ser plenos y tendrán la capacidad de encarar plena y totalmente la vida. Pero la mente de ustedes jamás llegará a liberarse mediante este proceso; puede llegar a llenarse, pero jamás a ser libre, abierta, sencilla. Y lo que impide que sea sencilla, abierta, es este constante proceso de analizar un incidente del pasado, el cual tiene que ser necesariamente incompleto. Sólo en el movimiento mismo de la experiencia en sí, puede haber comprensión completa. Cuando se encuentra en medio de una gran crisis, cuando tiene que haber acción, usted no analiza, no calcula; deja todo eso de lado, porque en ese momento su mente y su corazón están en armonía creativa y hay verdadera acción. Pregunta: ¿Cuál es su punto de vista con respecto al ceremonial religioso y a las prácticas ocultas, para mencionar sólo algunas de las actividades que ayudan a la humanidad? Su actitud hacia ellas, ¿es meramente de completa indiferencia o es de antagonismo? KRISHNAMURTI: A mí me parece que emprender tales prácticas es un esfuerzo desperdiciado. Cuando usted dice “practicar”, quiere decir seguir un método, una disciplina que espera habrá de darle la comprensión de la verdad. He dicho muchísimas cosas en relación con esto, y no tengo tiempo para examinarlo plenamente otra vez. Toda la idea de seguir una disciplina genera rigidez en la mente y en el corazón, y hace que sean consecuentes con una pauta previa. Habiendo establecido ya un plan de conducta y deseando ser consecuente con él, usted se dice: “Debo hacer esto y no debo hacer aquello”, y su recuerdo de esa disciplina lo guía a lo largo de toda la vida. O sea, a causa del temor a los dogmas religiosos y a la situación económica, usted afronta las experiencias parcialmente, haciéndolo a través del velo de estos métodos y estas disciplinas. Afronta la vida con temor, lo cual crea prejuicios; hay, pues, comprensión incompleta y de ésta surge el conflicto. Y, a fin de sopesar estos conflictos, usted encuentra un método, una disciplina conforme a la cual juzga: “debo” y “no debo”. Por lo tanto, habiendo establecido una consecuencia con un patrón de conducta, se disciplina de acuerdo con eso recordándolo constantemente, y esto es lo que llama disciplina, prácticas ocultas. Yo digo que tal autodisciplina, tales prácticas, este  continuo ajuste o no ajuste a un patrón, a una norma, no libera a la mente. Lo que la libera es el afrontar la vida plenamente, estar totalmente alerta, lo cual no exige práctica alguna. Usted no puede decirse a sí mismo: “Debo estar alerta, debo estar alerta”. La percepción alerta adviene en la intensidad completa de la acción. Cuando uno sufre mucho, cuando disfruta mucho, en esos momentos se enfrenta a la vida con percepción alerta total y no con una conciencia dividida; entonces responde a las cosas completamente, y en esto hay libertad. Con respecto a las ceremonias religiosas, la cuestión es, desde mi punto de vista, muy simple. Una ceremonia es meramente una sensación glorificada. Algunos de ustedes probablemente no estén de acuerdo con esta opinión. Vean, con las ceremonias religiosas es como con las pompas mundanas: cuando un rey celebra las ceremonias palaciegas, los espectadores se sienten grandemente impresionados y son grandemente explotados. La razón por la que la mayoría de las personas acude a la iglesia es para encontrar consuelo, para escapar, para explotar y ser explotada; y si algunos de ustedes han prestado atención a lo que he estado diciendo durante los últimos cinco o seis días, comprenderán mi actitud y mi acción con respecto a las ceremonias. “Su actitud hacia ellas, ¿es meramente de completa indiferencia o es de antagonismo?” Mi actitud no es indiferente ni antagónica. Digo que las ceremonias tienen que sembrar siempre la semilla de la explotación; por lo tanto, no son inteligentes ni virtuosas.

Pregunta: Ya que usted no busca seguidores, ¿por qué, entonces, le pide a la gente que abandone sus religiones y siga su consejo? ¿Está dispuesto a asumir las consecuencias de un consejo semejante? ¿O entiende que la gente necesita ser guiada? Si no, ¿por qué predica en absoluto? 

KRISHNAMURTI: Lo siento, jamás he creado tal cosa como un seguidor. Jamás le he dicho a nadie: “Deje su iglesia y sígame”. Eso hubiera sido pedirles que vinieran a otra iglesia, que entraran en otra prisión. Lo que digo es que, siguiendo a otro, uno no hace otra cosa que convertirse en un esclavo, en una persona carente de inteligencia; se vuelve una máquina, un autómata imitativo. Siguiendo a otro, usted jamás puede descubrir qué es la vida, qué es la eternidad. Digo que seguir a otro es destructivo, cruel, que conduce a la explotación. Me ocupo de sembrar la semilla. No les pido que me sigan. Digo que en la acción misma de seguir a otro, está la destrucción de esa vida que es un devenir eterno. Para expresarle de un modo distinto: Siguiendo a otro destruye usted la posibilidad de descubrir la verdad, la eternidad. ¿Por qué sigue? Porque desea que lo guíen, que lo ayuden. Piensa que no puede comprender; por lo tanto, acude a otro, aprende su técnica y se vuelve esclavo de ese método. Se convierte en el explotador y el explotado; no obstante, espera que, practicando continuamente ese método, liberará el pensar creativo. Jamás podrá liberar el pensar creativo siguiendo a otro. Sólo cuando empieza a cuestionar la idea misma del seguimiento, la idea de crear autoridades y rendirles culto, puede descubrir lo verdadero; y la verdad liberará su mente y su corazón. “¿Entiende usted que la gente necesita ser guiada?” Yo digo que la gente no necesita guía; necesita despertar. Si usted es guiado hacia ciertas acciones virtuosas, esas acciones dejan de ser virtuosas; son meramente imitativas, obligadas. Pero si usted mismo cuestiona si está continuamente alerta y descubre los valores genuinos -y eso sólo usted mismo puede hacerlo y nadie más-, entonces toda la cuestión del seguir, del ser guiado, pierde su significación. La sabiduría no es una cosa que adviene por medio de la guía, del seguimiento, de la lectura de libros. Uno no puede aprender sabiduría de segunda mano, si bien esto es lo que ustedes tratan de hacer. Dicen: “Guíeme, ayúdeme, libéreme”. Pero yo digo que se cuiden del hombre que los ayuda, que los libera.

Pregunta: Ya que usted no busca seguidores, ¿por qué, entonces, le pide a la gente que abandone sus religiones y siga su consejo? ¿Está dispuesto a asumir las consecuencias de un consejo semejante? ¿O entiende que la gente necesita ser guiada? Si no, ¿por qué predica en absoluto? KRISHNAMURTI: Lo siento, jamás he creado tal cosa como un seguidor. Jamás le he dicho a nadie: “Deje su iglesia y sígame”. Eso hubiera sido pedirles que vinieran a otra iglesia, que entraran en otra prisión. Lo que digo es que, siguiendo a otro, uno no hace otra cosa que convertirse en un esclavo, en una persona carente de inteligencia; se vuelve una máquina, un autómata imitativo. Siguiendo a otro, usted jamás puede descubrir qué es la vida, qué es la eternidad. Digo que seguir a otro es destructivo, cruel, que conduce a la explotación. Me ocupo de sembrar la semilla. No les pido que me sigan. Digo que en la acción misma de seguir a otro, está la destrucción de esa vida que es un devenir eterno. Para expresarle de un modo distinto: Siguiendo a otro destruye usted la posibilidad de descubrir la verdad, la eternidad. ¿Por qué sigue? Porque desea que lo guíen, que lo ayuden. Piensa que no puede comprender; por lo tanto, acude a otro, aprende su técnica y se vuelve esclavo de ese método. Se convierte en el explotador y el explotado; no obstante, espera que, practicando continuamente ese método, liberará el pensar creativo. Jamás podrá liberar el pensar creativo siguiendo a otro. Sólo cuando empieza a cuestionar la idea misma del seguimiento, la idea de crear autoridades y rendirles culto, puede descubrir lo verdadero; y la verdad liberará su mente y su corazón. “¿Entiende usted que la gente necesita ser guiada?” Yo digo que la gente no necesita guía; necesita despertar. Si usted es guiado hacia ciertas acciones virtuosas, esas acciones dejan de ser virtuosas; son meramente imitativas, obligadas. Pero si usted mismo cuestiona si está continuamente alerta y descubre los valores genuinos -y eso sólo usted mismo puede hacerlo y nadie más-, entonces toda la cuestión del seguir, del ser guiado, pierde su significación. La sabiduría no es una cosa que adviene por medio de la guía, del seguimiento, de la lectura de libros. 

Uno no puede aprender sabiduría de segunda mano, si bien esto es lo que ustedes tratan de hacer. Dicen: “Guíeme, ayúdeme, libéreme”. Pero yo digo que se cuiden del hombre que los ayuda, que los libera.

“¿Por qué predica usted en absoluto?” Eso es muy simple: porque no puedo evitarlo, y también porque hay tanto sufrimiento, tanta dicha que se desvanece. Para mí existe un devenir eterno que es éxtasis; y quiero mostrar que esta existencia caótica puede ser transformada en una cooperación ordenada e inteligente en la cual el individuo no sea explotado. Y esto no ha de ocurrir por intermedio de una filosofía oriental o sentándose bajo un árbol o apartándose de la vida, sino todo lo contrario: ocurre mediante la acción que uno descubre cuando está plenamente despierto, completamente alerta en medio de un gran dolor o de una gran alegría. Esta llama de la percepción alerta consume los obstáculos que uno mismo ha creado y que destruyen y corrompen la inteligencia creativa del ser humano. Pero casi todos, cuando experimentan sufrimiento, buscan alivio inmediato o tratan de atrapar una dicha fugaz por medio de la memoria. De ese modo, sus mentes están escapando todo el tiempo. Pero yo digo que se vuelvan plenamente alerta y ustedes mismos librarán del temor a sus mentes; y esta libertad es la comprensión de la verdad.

Pregunta: ¿Es su experiencia de la realidad algo peculiar de este tiempo? Si no lo es, ¿por qué no ha sido posible en el pasado? 

KRISHNAMURTI: Por cierto, la realidad, la eternidad no puede estar condicionada por el tiempo. Usted quiere decir con su pregunta si la gente no ha buscado la verdad y no ha luchado por encontrarla en el curso de los siglos. Para mí, esa lucha misma en pos de la verdad ha impedido que la gente la comprendiera. 

Pregunta: Usted dice que el sufrimiento no puede darnos comprensión, sino que sólo puede despertarnos. Si es así, ¿por qué no cesa el sufrimiento cuando estamos plenamente despiertos?

 KRISHNAMURTI: Es justamente eso. El sufrimiento no nos despierta plenamente. Supongamos que alguien muere. ¿Qué sucede? Uno quiere inmediatamente un alivio para su dolor; así acepta una idea, una creencia, o va en busca de entretenimientos. ¿Qué ha ocurrido, entonces? Ha habido verdadero sufrimiento, se ha provocado una lucha, una conmoción, y para superar la conmoción, el sufrimiento, hemos aceptado una idea como la reencarnación, o la fe en el más allá, o la creencia en la comunicación con los muertos. Éstas son todas vías de escape. O sea, cuando usted está despierto, hay conflicto, lucha, a lo cual llama sufrimiento, pero inmediatamente quiere eliminar esa lucha, ese despertar; anhela olvidar mediante una idea, una teoría o una explicación, lo cual no es sino un proceso de echarse a dormir nuevamente. Éste es, entonces, el proceso diario de la existencia: uno se despierta a causa del impacto con la vida, con la experiencia, lo cual causa sufrimiento, y uno desea ser consolado; por consiguiente, busca y escoge personas, ideas, explicaciones que puedan darle consuelo, satisfacción, y esto da origen al explotador y al explotado. Pero si en ese estado de cuestionamiento agudo, el cual implica sufrimiento, si en ese estado de interés despierto uno se enfrenta a la experiencia completamente, descubrirá el verdadero valor y significado de todos los refugios y las ilusiones que los seres humanos hemos creado; y sólo la comprensión de ello lo liberará a uno del sufrimiento.

Pregunta: ¿Cuál es el camino más corto para liberarnos de todos nuestros tormentos y aflicciones y resentimientos y alcanzar así la dicha y la libertad? 

KRISHNAMURTI: No hay un camino más corto; pero los resentimientos, los tormentos y las aflicciones mismas lo liberarán si no trata de escapar de ello mediante el deseo de dicha y libertad. Usted dice que anhela dicha y libertad porque los resentimientos y las aflicciones son difíciles de soportar. De ese modo está meramente escapando de ellos, no comprende por qué existen; no comprende por qué tiene tormentos, por qué tiene aflicciones, resentimientos, amargura, sufrimiento y alegrías fugaces. Y en vista de que no comprende, quiere conocer el camino más corto para salir de esta confusión. Yo le digo que se cuide del hombre que le enseña la salida más corta. No hay salida del sufrimiento y la aflicción, excepto a través del sufrimiento mismo, de la propia aflicción. Esto no es una afirmación dura; la comprenderá si reflexiona sobre ella. Tan pronto deje de tratar de escapar, comprenderá; no puede sino comprender, porque entonces ya no está enredado en explicaciones. Cuando todas las explicaciones han cesado, cuando ya no tienen significación alguna, entonces la verdad está ahí. Ahora usted busca explicaciones, busca el camino más corto, el método más rápido; recurre a las prácticas, a los ceremoniales, a la más reciente teoría científica. Son todos escapes. Pero cuando usted comprenda realmente la ilusión del escape, cuando esté enfrentándose plenamente con la cosa que da origen al conflicto dentro de nosotros, entonces esa cosa misma lo liberará. Ahora la vida crea en usted perturbación, problemas de posesión, sexo, odio. Por lo tanto, dice: “Tengo que encontrar una vida superior, una vida divina, una vida de no posesión, una vida de amor”. Pero su esfuerzo mismo por dar con una vida semejante, no es sino un escape respecto de estas perturbaciones. Si toma clara conciencia de la falsedad del escape, y esto puede comprenderlo sólo cuando hay conflicto, entonces verá cómo su mente está habituada al escape. Y cuando usted ha cesado de escapar, cuando su mente ya no está buscando una explicación -que no es sino una droga-, entonces esa cosa misma de la que usted ha estado tratando de escapar, revela su plena significación. Esta comprensión libera del dolor al corazón y a la mente. 

Pregunta: ¿No tiene ninguna fe en el poder de la Divinidad que moldea el destino del hombre? Si no la tiene, ¿es usted, entonces, un ateo? 

KRISHNAMURTI: La creencia de que hay una Divinidad que puede moldear al hombre, es uno de los obstáculos del hombre; pero cuando yo digo eso, no significa que soy un ateo. Pienso que las personas que dicen creer en Dios son ateas, no sólo aquéllas que no creen en Dios, porque ambas son esclavas de una creencia. Usted no puede creer en Dios; tiene que creer en Dios sólo cuando no hay comprensión, y no puede tener comprensión buscándola. Antes bien, cuando su mente está en verdad libre de todos los valores que se han vuelto el núcleo mismo de la conciencia egocéntrico, entonces existe Dios. Nosotros tenemos la idea de que algún milagro nos cambiará; pensamos que alguna influencia divina o externa producirá cambios en nosotros y en el mundo. Hemos vivido con esa esperanza durante siglos, y lo que pasa en el mundo es un caos completo, irresponsabilidad en la acción, porque pensamos que algún otro va a hacerlo todo por nosotros. Descartar esta idea no significa que debamos volvernos a su opuesto. Cuando liberamos a la mente de los opuestos, cuando vemos la falsedad de la creencia acerca de que algún otro cuida de nosotros, entonces se despierta en nosotros una nueva inteligencia.

Usted quiere saber qué es Dios, qué es la verdad, qué es la vida eterna; por eso me pregunta: “¿Es usted ateo o creyente? Si cree en Dios, entonces dígame qué es Dios”. Yo digo que para el hombre que describe qué es la verdad o qué es Dios, la verdad no existe. Cuando la verdad es puesta en la jaula de las palabras, la verdad ya no es más una realidad viviente. Pero si usted comprende los falsos valores en que está atrapado, si se libera de ellos, entonces hay una realidad viva y eterna. 

Pregunta: Cuando sabemos que nuestro modo de vivir disgustará inevitablemente a otros y producirá un completo malentendido en sus mentes, ¿cómo deberíamos actuar, si es que hemos de respetar sus sentimientos y sus puntos de vista? 

KRISHNAMURTI: Esta pregunta me parece tan simple que no veo dónde está la dificultad. “¿Cómo deberíamos actuar a fin de no perturbar a otros?” ¿Es eso lo que usted quiere saber? Me temo que no deberíamos actuar en absoluto. Si usted vive de manera completa, sus acciones pueden causar perturbación; pero ¿qué es más importante, descubrir lo verdadero o no perturbar a otros? Esto parece tan simple que apenas si requiere una respuesta. ¿Por qué quiere respetar los sentimientos y puntos de vista de otras personas? ¿Teme que sean lastimados sus propios sentimientos, que cambien sus propios puntos de vista? Si hay personas cuyos juicios difieren de los suyos, usted sólo puede descubrir si están en lo cierto cuestionándolas, entrando en contacto activo con ellas. Y si encuentra que ni esos juicios ni esos sentimientos son verdaderos, su descubrimiento puede perturbar a aquéllos que los sostienen y aprecian. Entonces, ¿qué debe usted hacer? ¿Obrar de acuerdo con esos sentimientos y esos puntos de vista, transigir con ellos a fin de no lastimar a sus amigos?

Pregunta: ¿Piensa usted que el alimento puro tiene algo que ver con la realización de sus ideas acerca de la vida? ¿Es usted vegetariano? (Risas). 

KRISHNAMURTI: Vean, el humor es impersonal. Espero que el interlocutor no se sienta lastimado cuando la gente se ríe. Si soy vegetariano, ¿qué hay con ello? No es lo que entra en su boca lo que va a liberarlo, sino el descubrir los valores genuinos, de los cuales emana la acción completa. 

Pregunta: Su mensaje de desinteresada lejanía y desapego ha sido predicado, en todos los tiempos y en muchos credos, a unos pocos discípulos escogidos. ¿Qué le hace pensar que este mensaje es ahora apto para todos en una sociedad humana donde por necesidad hay dependencia recíproca en todas las acciones sociales? 

KRISHNAMURTI: Lo siento mucho, pero jamás he dicho que uno debe ser lejanamente desinteresado, que uno debe desapegarse; todo lo contrario. Así que primero comprenda lo que digo y después vea si tiene algún valor. Tomemos la cuestión del desapego. Usted sabe, durante siglos hemos estado recogiendo, acumulando, asegurándonos. Intelectualmente, usted puede ver lo necia que es la posesividad, y se dice a sí mismo: “Tengo que desapegarme”. O, más bien, no ve la necedad que ello implica; por eso comienza a practicar el desapego, el cual no es sino otro modo de acumular, de atesorar en lo interno. Porque si percibe realmente lo necio de la posesividad, entonces está libre tanto del desapego como de su opuesto. El resultado no es una lejana inactividad sino, más bien, una acción completa.

Vea, somos esclavos de la legislación. Si mañana aprobaran una ley decretando que no debemos poseer propiedad alguna, nos veríamos forzados a acatarla con muchísima protesta. En esa ley también habría seguridad, seguridad en la no posesión. Por lo tanto, digo que no sean juguetes de la legislación, sino que descubran la cosa misma de la que son esclavos, o sea, el afán adquisitivo. Descubran su, verdadera significación sin escapar hacia el desapego; vean cómo les confiere distinciones sociales, poder, y cómo los conduce a una vida vacía, superficial. Si se despojan de las posesiones sin comprenderlas, encontrarán el mismo vacío en la no posesión -la sensación de seguridad en el ascetismo, en el desapego, los cuales se convertirán en el refugio hacia el cual se dirigirán para apartarse en tiempos de conflicto-. Mientras haya temor, tiene que haber persecución de opuestos; pero si la mente se libera de la causa misma del temor, que es la conciencia egocéntrico, el “yo”, la conciencia limitada, entonces hay realización plena, integridad de la acción. 

12 de septiembre de 1933

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