SEGUNDA PLÁTICA EN ADYAR
Como decía ayer, el pensamiento está mutilado, inutilizado, cuando se halla sujeto por la creencia; no obstante, nuestro pensar es, en su mayor parte, una reacción basada en la creencia, en una creencia en particular o en un ideal. Por lo tanto, nuestro pensar nunca es genuino, fluido, creativo. Siempre está frenado por una creencia determinada, una tradición o un ideal. Uno puede realizar la verdad, esa comprensión perdurable, sólo cuando el pensar está continuamente en movimiento, no sujeto por el pasado o por el futuro. Esto es tan simple que a menudo no lo percibimos. Un gran científico no tiene un objetivo en su investigación; si estuviera meramente buscando un resultado, dejaría de ser un gran científico. Así tiene que ser con nuestro pensar. Pero nuestro pensar está mutilado, atado, obstruido por una creencia, un dogma, un ideal; en consecuencia, no hay un pensar creativo.
¿En qué se basa nuestra creencia? ¿En qué se funda la mayoría de nuestros ideales? Sí lo consideran, encontrarán que, o bien la creencia tiene como motivo la idea de una ganancia, de una recompensa, o sirve como un incentivo, una guía, un patrón de conducta. Ustedes dicen: “Perseguiré la virtud, actuaré de este modo o del otro a fin de obtener la felicidad; averiguaré qué es la verdad a fin de superar la confusión, la desdicha; serviré a fin de lograr las bendiciones del cielo”. Pero esta actitud respecto de la acción como un medio para futuras adquisiciones, está mutilando constantemente nuestro pensamiento.
O, por otra parte, la creencia se basa en las consecuencias del pasado. O bien tenemos principios externos que nos han sido impuestos, o hemos desarrollado ideales internos conforme a los cuales vivimos.
Los principios externos son impuestos por la sociedad, por la tradición, por la autoridad, todo lo cual se basa en el miedo. Estos son los principios que usamos constantemente como nuestra norma: “¿Qué pensará mi vecino?” “¿Qué sostiene la opinión pública?” “¿Qué dicen los libros sagrados o los maestros?” O desarrollamos una ley interna, la cual es nada más que una reacción a lo externo; o sea, desarrollamos una creencia interna, un principio interno, basados en el recuerdo de la experiencia, en la reacción, para que nos guíen en el movimiento de la vida.
Por lo tanto, la creencia pertenece ya sea al pasado o al futuro. Es decir, cuando hay un anhelo, el deseo crea el futuro; pero cuando uno se guía en el presente conforme a una experiencia que ha tenido, ese patrón es el pasado, ya es algo muerto. Así, desarrollamos la resistencia contra el presente, y a eso lo llamamos voluntad. Ahora bien, para mí la voluntad existe - sólo cuando hay falta de comprensión. ¿Para qué necesitamos voluntad? Cuando vivo una experiencia y la comprendo, no tengo que combatirla, no tengo que resistirla. Cuando comprendo una experiencia completamente, ya no hay espíritu de imitación, de amoldamiento, o el deseo de resistir la experiencia. La comprendo completamente y, en consecuencia, me libero de la carga que implica. Ustedes tendrán que reflexionar sobre lo que estoy diciendo; mis palabras no son tan confusas como pueden sonar.
Pregunta: Por sanción de las Escrituras y el acuerdo de muchos maestros, la duda ha sido considerada en el curso de los tiempos como un impedimento que debe ser destruido antes de que la verdad pueda asomarse en el alma. Usted, por el contrario, parece considerar a la duda bajo una luz muy diferente. Incluso la ha llamado un ungüento precioso. ¿Cuál de estos dos puntos de vista contradictorios es el correcto?
KRISHNAMURTI: Dejemos a las Escrituras fuera de esta discusión, porque cuando uno empieza a citar las Escrituras en apoyo de sus opiniones, ¡tenga la seguridad de que el Demonio también puede encontrar en las Escrituras textos que apoyen el punto de vista totalmente contrario! En los Upanishads, en los Vedas, estoy seguro de que puede encontrarse lo opuesto de lo que usted dice que enseñan las Escrituras: estoy seguro de que pueden encontrarse textos que dicen que uno debe dudar. Así que no nos citemos mutuamente las Escrituras; es como arrojamos ladrillos a la cabeza el uno al otro.
Como he dicho, nuestras acciones se basan en creencias, ideales, que hemos heredado o adquirido. Carecen de realidad. Ninguna creencia es jamás una realidad viviente. Para el hombre que está realmente vivo, las creencias son innecesarias.
Ahora bien, puesto que la mente se halla mutilada por muchas creencias, muchos principios, muchas tradiciones, por valores falsos e ilusiones, tenemos que empezar a cuestionar eso, a dudar de ello. Ustedes no son niños. No pueden aceptar cualquier cosa que se les ofrece o se les obliga a aceptar. Tienen que empezar a cuestionar el fundamento mismo de la autoridad, porque ése es el principio del genuino espíritu crítico; tienen que cuestionar como para descubrir por sí mismos el verdadero significado de los valores tradicionales. Sólo esta duda, nacida del intenso conflicto, liberará a la mente y les dará el éxtasis de la libertad, un éxtasis exento de toda ilusión.
Lo primero es, entonces, dudar, no alimentar nuestras creencias. Pero el deleite de los explotadores es instarles a que no duden, a que consideren a la duda como un impedimento. ¿Por qué debería uno tener miedo de dudar? Si Ustedes se sienten satisfechos con las cosas como están, entonces continúen viviendo como lo hacen. Digamos que están satisfechos con sus ceremonias; pueden haber rechazado las viejas y aceptado las nuevas, pero ambas vienen a ser finalmente lo mismo. Si están satisfechos con ellas, lo que yo digo no los perturbará en su estancada tranquilidad. Pero no estamos aquí para que se nos pongan límites, trabas; estamos aquí para vivir inteligentemente y, si ustedes desean vivir así, lo primero que deben hacer es cuestionar.
Ahora bien, nuestra así llamada educación, destruye despiadadamente la inteligencia creativa. La educación religiosa, que sostiene autoritariamente ante ustedes la idea del temor en diversas formas, los insta a que se abstengan de cuestionar, de dudar. Puede que hayan descartado la vieja religión de Mylapore, pero han adoptado una nueva religión que contiene muchos “debes” y “no debes”. La sociedad, mediante la fuerza de la opinión pública que es poderosa, vital, también les impide dudar; y ustedes dicen que si se pusieran contra la opinión pública, ésta los aplastaría. Así, en todas partes, la duda es desalentada, destruida, desechada. No obstante, uno puede encontrar la verdad sólo cuando empieza a cuestionar, a poner en duda los valores con los cuales la sociedad y la religión, antigua y moderna, nos han acorralado.
Así que no comparen lo que yo digo con lo que dicen las Escrituras; de ese modo jamás comprenderemos. La comparación no conduce a la comprensión. Sólo cuando consideramos una idea por sí misma y la examinamos profundamente, no de manera comparativa o relativa, sino con el propósito de descubrir su valor intrínseco, sólo entonces comprendemos.
Tomemos un ejemplo. Ustedes saben que es costumbre aquí casarse muy jóvenes, y eso se ha vuelto casi sagrado. Y bien, ¿no deben ustedes cuestionar esa costumbre? Cuestionarían esta costumbre tradicional si amaran realmente a sus hijos. Pero la opinión pública está tan fuertemente a favor del matrimonio temprano, que no se atreven a ir contra ella y así jamás investigan honestamente esta superstición.
Además, ustedes han descartado ciertas ceremonias y han adoptado otras nuevas. Entonces, ¿por qué han abandonado las ceremonias viejas? Las han abandonado porque no los satisfacían, y han adoptado las ceremonias nuevas porque son más prometedoras más atractivas, ofrecen una esperanza mayor. Nunca han dicho: “Voy a descubrir el valor intrínseco de las ceremonias, ya sean hindúes, cristianas o de cualquier otro credo”. Para descubrir su valor intrínseco, deben desechar las esperanzas, los atractivos que ofrecen, y examinar críticamente toda la cuestión. No puede existir esta actitud de aceptación. Uno acepta sólo cuando desea ganar, cuando está buscando consuelo, refugio, seguridad y, en esa búsqueda de seguridad, de consuelo, hace de la duda un impedimento, una ilusión que debe ser desterrada y destruida.
Una persona que quiera vivir auténticamente y comprender la vida de manera completa, debe conocer la duda. No decir: “¿Se terminará alguna vez la duda?” La duda existirá en tanto uno sufra, en tanto no haya descubierto los valores genuinos. Para comprender los valores genuinos debemos comenzar a dudar, a ser críticos respecto de la autoridad, de las tradiciones en la que nuestra mente ha sido educada. Pero esto no significa que nuestra actitud tenga que ser de oposición no inteligente. Para mí, la duda es un ungüento precioso. Cura las heridas del que sufre. Tiene una influencia benigna. La comprensión adviene sólo cuando dudamos no con el propósito de una ulterior adquisición o sustitución, sino para comprender. Donde existe el deseo de ganancia, ya no hay más dudas. Donde existe el deseo de ganancia hay aceptación de la autoridad, ya sea la autoridad de uno, de cinco o de un millón. Tal autoridad alienta la aceptación y califica a la duda de impedimento. A causa de que están continuamente buscando consuelo, seguridad, encuentran ustedes explotadores que les aseguran que la duda es un obstáculo, una cosa que debe ser desterrada.
Pregunta: Usted dice que uno no puede trabajar por el nacionalismo y, al mismo tiempo, por la hermandad. ¿Quiere sugerir que : 1) nosotros, que somos una nación sojuzgada y creemos firmemente en la hermandad, debemos dejar de luchar por gobernarnos a nosotros mismos, o que: 2) en tanto estemos intentando librarnos del yugo extranjero, debemos dejar de trabajar por la hermandad’?
KR1SHNAMURTI: No consideremos esta cuestión desde el punto de vista de una nación explotadora. Cuando nos llamamos a nosotros mismos una nación sojuzgada, estamos creando un explotador. No consideremos la cuestión de este modo, por el momento. Para mí, el punto no es la solución de un problema inmediato, porque si comprendemos plenamente el propósito fundamental para el que estamos trabajando, entonces, al trabajar para ese propósito, resolvemos sin gran dificultad el problema inmediato.
Ahora, por favor, sigan lo que voy a decir; puede que sea nuevo para ustedes, pero no lo rechacen por esa razón. Sé que la mayoría de ustedes son nacionalistas y, al mismo tiempo, se supone que abogan por la hermandad. Sé que están tratando de mantener simultáneamente el espíritu del nacionalismo y el espíritu de hermandad. Pero, por favor, pongan de lado por el momento la actitud nacionalista y consideren la cuestión desde un punto de vista diferente.
La solución final para los problemas de la falta de empleo y del hambre es la unidad humana, la unidad del mundo. Ustedes dicen que hay millones de personas que sufren y mueren de hambre en la India, y que si pudieran librarse del dominio inglés encontrarían maneras y medios para satisfacer al pueblo
Si son críticos, si cuestionan, ¿por qué se aferran a las ceremonias? No comparan una ceremonia con otra a fin de decidir cuál es la mejor; antes bien, descubran si las ceremonias son útiles en absoluto. Si ustedes dicen: “Las ceremonias que practico son muy satisfactorias para mí”, entonces no tengo nada más que decir. Su afirmación demuestra meramente que no conocen la duda. Sólo se interesan en estar satisfechos. Las ceremonias separan a la gente, y cada uno de los que creen en ellas dice: “Las mías son las mejores; tienen más poder espiritual que las otras”. Esto es lo que sostienen los miembros de todas las religiones, de todas las sectas o sociedades religiosas, y sobre estas distinciones artificiales ha habido disputas durante generaciones. Estas ceremonias y otras barreras irreflexivas semejantes han separado al hombre del hombre.
¿Puedo decir algo más? Si ustedes dudan, o sea, si desean intensamente descubrir, deben soltar esas cosas a las que tan profundamente se aferran. No puede haber verdadera comprensión si conservan las que tienen. No pueden decir: “Me aferraré a este prejuicio, a esta creencia, a esta ceremonia y, al mismo tiempo, examinaré lo que usted dice”. ¿Cómo podrían hacerlo? Una actitud así no es de duda, no es de inteligente espíritu crítico. Demuestra que están buscando meramente un sustituto.
Trato de ayudarlos a que comprendan verdaderamente la plenitud de la vida. No les pido que me sigan. Si están satisfechos con su vida tal como es, entonces continúen con ella. Pero si no lo están, entonces pongan a prueba lo que digo. No lo acepten, sino empiecen por ser inteligentemente críticos. Para vivir de un modo completo, tienen que estar libres de las corrupciones, de las ilusiones en que se hallan presos. Para descubrir el profundo significado de la ceremonia, deben examinarla críticamente, objetivamente, y para hacerlo no tienen que estar seducidos por ella ni enredados en ella. Esto es obvio, por cierto. Examinen tanto la práctica como la no práctica de las ceremonias. Duden, cuestionen, reflexionen profundamente sobre esto. Cuando comiencen a despojarse del pasado, crearán dentro de ustedes un conflicto y, de ese conflicto, tiene que surgir una acción nacida de la comprensión. Ahora tienen miedo de soltar, porque ese acto de despojo traerá disturbios; de ese acto podría surgir la decisión de que las ceremonias son inútiles, lo cual iría contra sus familias, sus amigos y sus propias afirmaciones del pasado. Hay miedo detrás de todo esto, por eso sólo dudan intelectualmente. Son como el hombre que se aferra a todas sus posesiones, a sus ideas, a sus creencias, a su familia y, no obstante, habla de la no posesión. Su pensamiento no tiene nada que ver con sus actos. Su vida es hipócrita.
Por favor, no piensen que hablo con dureza, no es así. Pero tampoco voy a ponerme sentimental o emocional a fin de provocarlos a la acción. De hecho, no estoy interesado en provocarlos a la acción; lo harán ustedes mismos cuando comprendan. Lo que me interesa es mostrarles lo que está ocurriendo en el inundo. Quiero incitarlos a que vean la crueldad, la opresión espantosa, la explotación que los rodea. La religión, la política, la sociedad, los están explotando y los condicionan; ustedes están siendo forzados en una dirección particular. No son seres humanos, son meras piezas de una máquina. Sufren pacientemente, se someten a las crueldades del medio, aun cuando ustedes, individualmente, tienen las posibilidades de cambiar todo eso.
Señores, es tiempo de actuar. Pero la acción no puede tener lugar mediante el mero razonamiento y las discusiones. La acción tiene lugar sólo cuando sienten intensamente. La verdadera acción ocurre sólo cuando sus pensamientos y sentimientos se vinculan armoniosamente entre sí. Pero han divorciado sus sentimientos de sus pensamientos porque, a causa de su armonía, la acción resultante tiene que crear conflicto, y ustedes no están dispuestos a afrontarlo. Pero yo les digo que se liberen de los valores falsos de la sociedad, de las tradiciones; vivan individualmente de un modo completo. Por individualmente no quiero decir de una manera individualista. Cuando hablo de la individualidad, entiendo por ella la comprensión de los valores genuinos, la cual los libera de la maquinaria social y religiosa que los está destruyendo. Para ser auténticamente individual, la acción debe nacer de la inteligencia creativa; esto implica ausencia de temor y no estar presos en ninguna ilusión.
Ustedes pueden hacer esto. Podrán vivir de un modo completo -no sólo ustedes, sino las personas cercanas a ustedes- cuando se vuelvan creativamente inteligentes. Pero ahora están empeñados en la ganancia, buscando siempre el poder. Son impulsados por tentaciones, por creencias, por sustitutos. En este no hay felicidad, no hay inteligencia creativa, no hay verdad.
30 de diciembre de 1933
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.