Montevideo, Uruguay, 1935
PRIMERA PLÁTICA EN MONTEVIDEO
Amigos:
Hay un arte distinto de escuchar, especialmente si se trata de ideas a las que, quizá, no están muy acostumbrados. Así que les rogaría que escucharan sin prejuicio alguno lo que voy a decir, lo cual no significa que hayan de tener una mente negativa. Algunos de los que se encuentran aquí pueden pensar que ya poseen un estilo definido de vida y que, por lo tanto, no es muy importante esmerarse en escuchar; y a aquéllos que han venido por simple curiosidad, es muy poco lo que se les puede decir.
Para escuchar debidamente, no tiene que haber oposición ni antagonismo. Casi todos tienen cierto trasfondo de tradición, prejuicio, esperanza y temor, y lo ponen por delante como una defensa; y a esto que es mera oposición, lo llaman espíritu crítico. Si, por ejemplo, ustedes son cristianos o pertenecen a alguna otra religión o a algún partido político, tratarán, con sus prejuicios particulares, de oponerse a lo que voy a decir. Esto no es verdadero espíritu crítico. Pero existe una forma activa de juicio crítico, la cual requiere una mente clara y abierta; requiere ser consciente de los propios prejuicios, de las propias limitaciones y, al mismo tiempo, tratar de descubrir el valor intrínseco de aquello que tiene que comunicar quien les habla. Por lo tanto, dejando de lado el trasfondo de tradición y los hábitos de pensamiento en los que la mente reside todo el tiempo, sigan de manera crítica lo que voy a decir, sin aceptarlo ni rechazarlo.
Lo que tengo que comunicar es fundamentalmente simple, no muy filosófico, metafísico o complicado. Como sucede que vengo de la India, la gente tiene propensión a pensar que lo que digo es metafísico y poco práctico; por eso descarta a menudo las ideas que intento exponer.
Ahora bien, para comprender el caos presente con todas sus desdichas, conflictos y dificultades, se requiere un verdadero espíritu crítico; no aceptación, sino una forma activa de examen crítico. Si se limitan a aceptar un nuevo conjunto de ideas o un nuevo sistema de pensamiento, sólo sustituyen lo viejo poniendo en su lugar lo nuevo; de ese modo, no comprenden fundamentalmente la causa del sufrimiento y los múltiples problemas que afronta cada uno de ustedes.
En su sufrimiento, están dispuestos a recurrir a la autoridad establecida o a crear una nueva, lo cual de ningún modo les ayudará a comprender la causa del sufrimiento y a liberarse de ella. Pero si de verdad comprendieran el significado del presente, no recurrirían en absoluto a ningún tipo de autoridad, sino que, siendo inteligentes, teniendo conciencia activa de los hechos, podrían ajustarse constantemente al movimiento de la vida.
Por lo tanto, si cada uno comprende el presente, descubrirá por sí mismo cómo vivir de manera inteligente y suprema. Es decir, descubriendo y erradicando la causa del caos existente, del sufrimiento humano, de la explotación espiritual y económica, cada uno se realizará verdaderamente y en plenitud.
En su búsqueda de seguridad y consuelo, ya sea consciente o inconscientemente, el hombre ha separado la vida en dos divisiones: estas divisiones podríamos llamarlas, por el momento, lo material y lo espiritual. Lo material, el mundo económico o social, se basa enteramente en el afán adquisitivo, del cual se han desarrollado, naturalmente, las distinciones de clase. O sea, cada uno, en la búsqueda individual de su propia seguridad, de su propio bienestar, ha creado un sistema económico y social de despiadada explotación. En esto tiene su origen la enfermedad del nacionalismo, con todos sus absurdos y sus crueldades, el que por fuerza tiene que engendrar las guerras y las divisiones de los pueblos. El medio para adquirir riquezas, la máquina, en manos de unos pocos, ha generado un sufrimiento inmenso; y para sostener este interés establecido, se han formado los partidos políticos separados que pasan enteramente por alto al ser humano, usándolo sólo para fomentar el propio poder y la propia importancia. De hecho, este sistema se basa totalmente en la seguridad individual y familiar, la cual debe crear, inevitablemente, una cruel explotación, discriminación de clases, nacionalismo y guerras. En esta complicada tradición de los falsos valores, que tan diligentemente hemos desarrollado en el curso de los siglos, está atrapado el individuo. En resumen, sin entrar en muchos detalles que ustedes pueden resolver por sí mismos, este sistema de hábitos y pensamientos está influyendo en el individuo, lo domina y lo reprime para amoldarlo a esta civilización adquisitiva.
Luego está el mundo de lo espiritual, donde también existe el afán adquisitivo, sólo que en una forma diferente, Tal vez a algunos esto pueda parecerles extraño, aunque estén familiarizados con la común forma material del afán adquisitivo. Como esto quizá sea nuevo para ustedes, por favor, préstenle atención cuidadosa y reflexiva.
En el mundo de lo espiritual, la búsqueda de seguridad se expresa mediante el deseo de inmortalidad. En cada uno existe el anhelo de seguir siendo permanente, eterno. Esto es lo que prometen todas las religiones, una inmortalidad en el más allá, la cual no es sino una forma de seguridad egoísta. Ahora bien, todo aquél que les promete esta continuidad interesada, egocéntrica, se convierte en la autoridad de ustedes, sean o no conscientes de ello. Miren las diversas religiones del mundo y verán que, desde ese deseo de seguridad propia, de salvación, de continuidad personal, han creado una autoridad sutil y cruel a la que se han esclavizado por completo y que constantemente les mutila el pensamiento, la capacidad de amar.
Luego está el mundo de lo espiritual, donde también existe el afán adquisitivo, sólo que en una forma diferente, Tal vez a algunos esto pueda parecerles extraño, aunque estén familiarizados con la común forma material del afán adquisitivo. Como esto quizá sea nuevo para ustedes, por favor, préstenle atención cuidadosa y reflexiva.
En el mundo de lo espiritual, la búsqueda de seguridad se expresa mediante el deseo de inmortalidad. En cada uno existe el anhelo de seguir siendo permanente, eterno. Esto es lo que prometen todas las religiones, una inmortalidad en el más allá, la cual no es sino una forma de seguridad egoísta
.Ahora bien, todo aquél que les promete esta continuidad interesada, egocéntrica, se convierte en la autoridad de ustedes, sean o no conscientes de ello. Miren las diversas religiones del mundo y verán que, desde ese deseo de seguridad propia, de salvación, de continuidad personal, han creado una autoridad sutil y cruel a la que se han esclavizado por completo y que constantemente les mutila el pensamiento, la capacidad de amar.
Ahora bien, para interpretar a esta autoridad, ustedes deben tener mediadores a los que llaman sacerdotes, los que de hecho se convierten en sus explotadores. {Aplausos) Tal vez aplauden demasiado rápidamente, porque son ustedes los que crean a estos explotadores. (Risas, aplausos ) Puede ser que algunos no contribuyan a crear estas autoridades espirituales, pero sutilmente, inadvertidamente están creando otras clases de explotadores. Quizá no acudan a un sacerdote, pero esto no significa que no estén explotando o sean explotados.
Donde existe el deseo de seguridad, de certidumbre, tiene que haber una autoridad, y ustedes se entregan por completo a esas personas que prometen guiarlos, ayudarlos a obtener esa seguridad. Así, las religiones de todo el mundo se han convertido en el receptáculo del interés creado, de la creencia organizada y exclusiva. (Aplausos) Señores, ¿puedo sugerir algo? Por favor, no se molesten en aplaudir, ya que es una pérdida de tiempo.
Tal como prometen la inmortalidad, las religiones han creado los ideales, que se han vuelto tan sólo un medio para escapar del presente. Al fin y al cabo, ¿qué son todos los ideales de ustedes? No ofrecen sino una manera sutil de huir de la realidad. Déjenme dar un ejemplo que tal vez aclare esto.
Ustedes profesan el ideal del amor fraternal, y ése es el ideal en que casi todos han sido educados. Pero ¿qué es lo que sucede en realidad? Existe la discriminación de clases, de las religiones con sus creencias, de los dogmas y sus divisiones, del nacionalismo con su explotación y sus guerras. ¿De qué sirven, pues, sus ideales? Sólo son drogas que les impiden pensar con claridad y comprender por completo el presente.
Las religiones con sus creencias, sus dogmas y sus credos, se han convertido en barreras tremendas entre los seres humanos; dividen al hombre contra el hombre, lo limitan y destruyen su inteligencia. Por favor, comprendan lo que entiendo por religiones. Entiendo un pensamiento y una creencia organizados que se han convertido en el receptáculo del interés establecido y en donde la autoridad se halla firmemente arraigada.
Habiendo, pues, creado estas dos divisiones en la vida, lo material y lo espiritual, en momentos de gran crisis, de gran sufrimiento y desdicha, recurrimos en estos términos a los expertos. En períodos de sufrimiento intenso, buscamos el consuelo de estas autoridades y de estos especialistas. ¿Qué ocurre cuando buscamos el apoyo de otro? De manera gradual e inconsciente creamos una autoridad, nos entregamos por completo a ella y nos convertimos en una mera parte de ese sistema de pensamiento; y, como hay innumerables expertos a lo largo de esas dos líneas, nos volvemos herramientas que ellos manejan para combatir a otros expertos y a sus grupos.
¿Cuál es la respuesta de ustedes a todo esto? Por una parte, pueden decir que el hombre es nada más que arcilla, materia para ser moldeada, que no es sino el resultado del medio y que se lo puede controlar y formar. Si es así, entonces toda la cuestión de su expresión y realización creativa, de su felicidad inteligente y su acción moral, no es de gran importancia y carece de consecuencias especiales. Si ustedes piensan fundamentalmente que el hombre no es sino arcilla susceptible de ser moldeada por las circunstancias, entonces tienen que crear circunstancias, leyes, autoridades que controlarán y dominarán despiadadamente la expresión y acción individual. O, si el hombre no es mera arcilla para ser condicionada, moldeada según un patrón determinado, entonces es necesario que haya una revolución completa en la manera que tienen de pensar y actuar.
Si voluntariamente disciernen esto, entonces su acción adquisitiva, su pensamiento basado en la seguridad, tienen que experimentar un cambio completo. Si consideran que el hombre contiene dentro de sí una inmensa capacidad de inteligencia, entonces deben eliminar los innumerables temores, los castigos y las recompensas que utilizan para guiarlo y dominarlo. Pero si ustedes piensan que el hombre no es más que arcilla para ser moldeada, entonces habrán de aumentar todos los temores y castigos con que lo dominarán y reprimirán.
Así que ustedes, como individuos, tendrán que descubrir por sí mismos sobre qué se basa su acción, si sobre la compulsión o sobre la comprensión voluntaria. Vemos tanta explotación, tanta desdicha, tanto sufrimiento y, al parecer, no encontramos una respuesta global. Estamos satisfechos con un remedio momentáneo. Pero si pudiéramos comprender verdaderamente, de manera fundamental, este problema de la compulsión, de la dominación, entonces encontraríamos una respuesta genuina y duradera para los muchos sufrimientos y las angustias de la vida. Esto quiere decir que uno ha sido tan deformado, falseado, limitado por el medio pasado y presente, que ahora debe empezar a cuestionar el verdadero significado de los innumerables valores que han llegado a esclavizarlo. Para hacer esto, tiene que haber un interés continuamente despierto y una agudeza capaces de liberar a la mente respecto de todas las presiones e influencias, de tomarla clara, sencilla, de modo tal que haya un discernimiento directo de lo verdadero.
Tenemos tres clases de expresión individual egoísta -si es que puedo dividirla así-. Una es la búsqueda de la inmortalidad, el deseo de continuidad personal, el cual impide la comprensión incompleta del presente, que es la única eternidad. Mientras la mente persiga su propia continuidad egoísta pensando que ésta es la inmortalidad, no puede haber un libre fluir de la realidad, esa inteligencia que es única, que no es de ustedes o mía. Para comprender y realizar esto, la mente debe estar libre de esa conciencia que ha sido creada a causa de los múltiples obstáculos, de la autoridad, de los valores basados en los miedos adquisitivos y autoprotectores. Cuando la mente está libre de sus propias limitaciones y de sus impedimentos egoístas, cuando se halla creativamente vacía, surge a la existencia esa realidad que es inmensurable, que no es para discutirse, sino para experimentarse, para vivirse.
Luego está ese afán egoísta por adquirir cosas, por poseerlas -con todas sus sutiles crueldades y explotaciones-, mediante el cual la mente trata de establecer su propia seguridad y su propio bienestar.
Finalmente, está la persecución de sensaciones.
Ahora bien, si ustedes desean comprender la verdad, la mente debe estar libre de impedimentos y limitaciones. Como individuos, deben volverse conscientes, plenamente conscientes de sus actos. No puede abandonarse a la autoridad, a los expertos, sino que deben estar continuamente atentos a su acción y a aquello que la origina; entonces la mente discernirá la esclavitud, los obstáculos en que el pensamiento se halla atrapado. Así, poco a poco, la mente que ahora está mutilada, que es inconsciente, se torna consciente y, de tal modo, descubre las limitaciones que ella misma ha creado en la búsqueda de su propia seguridad. Y cuando la mente se halla totalmente desnuda, entonces existe esa inteligencia creativa, ese constante devenir.
Pregunta: ¿Cuál es su verdad?
KRISHNAMURTI: No puede existir tal cosa como su verdad y mi verdad. Sólo existe la verdad, y uno puede comprender su cualidad única sólo cuando la mente está libre de “lo tuyo” y “lo mío”. El “tú” y el “yo” son sólo recuerdos basados en la reacción autoprotectora y acumulativa contra la inteligencia. Cuando la mente se halla libre de ese sentido de “lo mío”, entonces hay vida, hay verdad.
Sólo existe el amor, pero cuando usted lo aprisiona dentro de los muros del deseo posesivo, entonces el amor se vuelve “suyo”, y así la belleza del amor se marchita rápidamente.
Pregunta: Si usted vive en un eterno ahora, habiendo aniquilado la idea del tiempo y roto los lazos que lo atan al pasado, ¿cómo puede hablar acerca de su pasado y de sus experiencias anteriores? ¿No son éstos recuerdos, lazos?
KRISHNAMURTI: Si la acción nace de un prejuicio, de un impedimento, entonces crea una nueva limitación y engendra dolor. Pero si es el resultado del discernimiento, entonces la acción está siempre renovándose y jamás es limitativa. Esta acción liberada no implica que uno no pueda recordar acontecimientos, pero esos acontecimientos del pasado ya no controlarán la acción.
Si uno actúa desde el trasfondo de múltiples prejuicios, es seguro e inevitable que esa acción, estando obstruida, creará una nueva limitación de la mente. Si uno tiene un trasfondo de prejuicios religiosos, la acción debe generar conflicto en el presente. Pero si uno comienza a cuestionar y, de este modo, a comprender el significado de los valores, de las tradiciones, de los ideales, de las acumulaciones pasadas que componen el trasfondo, entonces la mente conocerá la belleza de la acción exenta de dolor. Experimente con lo que estoy diciendo y lo verá. Tenemos muchos prejuicios, temores, valores acumulativos, los cuales impiden todo el tiempo que la acción se realice plenamente, y así hay una insuficiencia siempre creciente y una constante preocupación por el mañana.
21 de junio de 1935
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