QUINTA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL
Esta mañana deseo explicar una idea, y si pudiéramos captarla honda y significativamente, creo que tendría un profundo valor en nuestras vidas. Así que, por favor, ayúdenme pensando junto conmigo.
Casi todos hemos creado un concepto de la realidad, de la inmortalidad, de algo invariable y eterno. Tenemos una vaga inclinación a buscar lo que llamamos Dios, verdad, perfección, y luchamos constantemente por realizar estos ideales, estos conceptos. Para que nos ayuden a alcanzar tales objetivos, tenemos sistemas, modos de conducta, disciplina, meditaciones y diversos recursos. Estos incluyen toda la estructura de las iglesias, las ceremonias y otras formas de culto, y se supone que todo ello nos ayuda a comprender esas concepciones de la realidad que hemos creado para nosotros mismos. Así hemos puesto en movimiento el proceso del anhelo.
Ahora bien, existe en nosotros un anhelo perpetuo, un esforzarnos por lograr la satisfacción que llamamos realidad. Tratamos de moldearnos conforme a un patrón, a un sistema particular de conducta, de comportamiento, que nos promete una comprensión satisfactoria de lo que llamamos verdad, felicidad.
Este anhelo es muy diferente de la búsqueda. El anhelo indica que hay un vacío, un tratar de llegar a ser algo, mientras que la verdadera búsqueda resulta en una comprensión profunda. Antes de que podamos comprender qué es la verdad, la realidad, o saber si existe tal cosa, debemos discernir qué es aquello que en nosotros está constantemente buscando. ¿Qué es eso que siempre se halla en el movimiento del anhelo, eso que siempre ansia y busca lograr cosas? hasta tanto comprendamos esto, el anhelo es un proceso interminable que impide el verdadero discernimiento; es un esfuerzo constante sin comprensión, un seguimiento ciego, un temor incesante con sus múltiples ilusiones.
Por lo tanto, uno no se pregunta qué es la realidad. Dios, la inmortalidad, y si debemos creer en ella o no, sino qué es esa cosa que se esfuerza, desea, teme y anhela. ¿Qué es y por qué anhela? ¿Qué es el centro donde el anhelo tiene su existencia? A partir de esto debe comenzar nuestra investigación. Voy a tratar de explicar este proceso del anhelo, el cual crea su propia prisión de ignorancia; y, por favor, atraviesen el puente de las palabras, porque la mera repetición de mis frases no puede tener un significado perdurable.
Esta cosa que constantemente anhela es la conciencia, la cual se ha vuelto perceptible como "el individuo". Es decir, hay un "yo" que anhela. ¿Qué es el "yo"? Existe una energía que se sostiene a sí misma, una fuerza que, mediante su propio desarrollo, se convierte en conciencia. Esta energía o fuerza es única para cada ser viviente. Esta conciencia se vuelve perceptible para el individuo por medio de los sentidos. Se mantiene y se energiza simultáneamente a sí misma, si se me permite usar esas palabras. O sea, que no sólo se mantiene, se nutre por medio de su propia ignorancia, de sus tendencias, reacciones y anhelos, sino que también y mediante este proceso acumula sus propias energías potenciales; y este proceso puede ser comprendido plenamente por el individuo, sólo en el despertar de su discernimiento.
Uno ve algo atractivo, lo anhela y lo posee. De ese modo, se ha establecido este proceso de percepción, deseo y adquisición, proceso que se sustenta a sí mismo. Hay una percepción espontánea, una atracción o repulsión, un aferrarse o un rechazar. Así que el proceso del "yo" es independiente, actúa por sí mismo. O sea, no sólo se expande mediante sus propios deseos y acciones espontáneas, sino que se mantiene a sí mismo por medio de su propia ignorancia, sus tendencias, deseos y anhelos, La llama se alimenta de su propio calor, y el calor mismo es la llama. Ahora bien, exactamente del mismo modo, el "yo" se mantiene a sí mismo mediante el deseo, las tendencias, la ignorancia. Más aún, el "yo" mismo es deseo. El material para la llama puede ser una candela o un trozo de madera, y el material para el proceso del "yo" es la sensación, la conciencia. Este proceso no tiene comienzo y es único para cada individuo. Experimenten con esto y discernirán por sí mismos cuan verdadero y factual es. No hay otra cosa sino el "yo"; ese "yo" no oculta nada, ninguna realidad. Es autónomo y se sustenta a sí mismo mediante sus propias exigencias y actividades espontáneas.
De modo que este proceso, este proceso continuo del deseo, crea su propia confusión, sus sufrimientos y su ignorancia. Donde hay un deseo no puede haber discernimiento. Esto es muy sencillo si lo consideran cuidadosamente. Ustedes anhelan la felicidad. Recurren a los medios de conseguirla. Alguien les ofrece los medios. Ahora bien, la mente-corazón de ustedes se halla tan cegada por el intenso deseo de felicidad, que es incapaz de tener discernimiento. Aunque puedan pensar que examinan y analizan los medios que les ofrecen, ocurre que este hondo anhelo de satisfacción, felicidad, seguridad, impide la claridad de comprensión. Por lo tanto, donde hay deseo, no puede haber verdadero discernimiento.
A causa del deseo creamos confusión, ignorancia y sufrimiento, y entonces nos insertamos en el movimiento del proceso de escape. A este escape lo llamamos búsqueda de la realidad. Decimos: "Deseo encontrar a Dios, deseo alcanzar la verdad, la liberación, busco la inmortalidad". Jamás nos preguntamos qué es este "yo" que busca. Hemos dado por hecho que el "yo" es algo permanente, que es algo en sí mismo y que ha sido creado por alguna entidad suprema. Si examinan esto a fondo, discernirán que el "yo" no es otra cosa sino ignorancia, tendencias y anhelos que se han acumulado por sí mismos y que no esconde nada dentro de sí.
Una vez que uno capte esto profundamente, jamás preguntará: "¿Debo librarme de todos mis anhelos? ¿No debo tener creencias? ¿No debo tener ideales? ¿Debo permanecer sin deseos? ¿Está mal anhelar algo?". Comprender todo este proceso del "yo" requiere de parte de uno verdadera reflexión y una penetración profunda e inteligente por medio del discernimiento. Si comprendemos cómo surge, cómo se origina la conciencia a causa de la sensación, del deseo, y vemos que de esa conciencia nace la unidad llamada el "yo", la cual no oculta dentro de sí ninguna realidad, entonces nos habremos dado cuenta de la naturaleza de este círculo vicioso. Cuando entendemos su significado, hay una comprensión nueva, hay algo nuevo no limitado por el deseo, el anhelo y la ignorancia. Entonces podemos vivir en este mundo de manera cuerda, inteligente, realizándonos en profundidad y, aun así, sin pertenecer al mundo. La confusión surge sólo cuando nos volvemos incapaces de ajustamos, a causa de nuestros fantásticos y dañinos conceptos e ideales, a causa de nuestras creencias.
Si pueden comprender a fondo este proceso autónomo de la ignorancia que da solidez al "yo", del cual surgen toda la confusión y el sufrimiento, entonces la vida puede ser vivida plenamente, sin los numerosos escapes sutiles y las búsquedas que, inconscientemente, ustedes mismos han creado. Entonces surge a la existencia esa cosa extraordinaria que es plenitud, felicidad. Pero antes de que pueda ocurrir esto, tiene que haber una comprensión profunda acerca del proceso del "yo"; a menos que exista esta comprensión, el proceso del "yo", a causa del deseo, está siempre creando dualidad dentro de sí mismo. Cuando hay discernimiento, pierde su importancia el intento de unirnos con una realidad, con Dios. Para discernir esto, no puede haber aceptación de creencia alguna, no puede haber persecución de ningún ideal ni el moldearnos conforme a un patrón de conducta. Tenemos que discernir por nosotros mismos, profunda y significativamente, la causa de esta desdicha, de esta confusión e ignorancia, observando el surgimiento del proceso del "yo". Entonces nace una felicidad que no puede ser medida por las palabras.
Pregunta: En los lazos de la relación y por la naturaleza misma de ésta, uno puede verse obligado a hacer algo que no tiene ganas de hacer. ¿Piensa usted que es posible vivir de manera completa con tales lazos?
KRISHNAMURTI: Antes de que podamos comprender qué es vivir plenamente, descubramos qué es lo que entendemos por relación. La relación es moralidad. La relación implica un contacto viviente, ya sea con una o con muchas personas. Esta relación, esta moralidad se vuelve imposible cuando, como individuos, somos incapaces de tener flexibilidad. O sea, si uno está limitado, limitado a causa de la ignorancia, de las tendencias, de diversas formas de adquisición y deseo, existe una barrera, un obstáculo que impide el contacto vital con otro. Como el otro tiene también las mismas limitaciones, la verdadera relación se vuelve casi imposible. Al no existir este contacto vital, creamos una forma de conducta que llamamos moralidad y tratamos de forzar nuestro comportamiento conforme a esa moralidad, a esa norma. Si entendemos la relación como la verdadera y profunda comprensión de uno mismo, entonces damos a la moralidad, a la relación, un significado por completo diferente.
La mayoría de nosotros piensa que debe haber códigos, sistemas, disciplinas para la moralidad. Puede que sean necesarios para quienes son incapaces de una reflexión profunda; pero nadie puede juzgar quién es el incapaz. No diga que tal o cual persona necesita un código de disciplina; uno tiene que descubrir por sí mismo esta moralidad activa, esta relación vital, y eso requiere profunda flexibilidad creativa, la cual puede ser experimentada sólo cuando las limitaciones individuales se disciernen a fondo y se comprenden sus causas. Cuando nuestra vida se basa en el espíritu adquisitivo y en el deseo, tiene que haber una tensión continua con el otro que también es adquisitivo, y esto impide la verdadera relación, ya sea entre individuos o entre naciones. Y esta tensión se deriva en conflictos, guerras y en las numerosas formas, sutiles y groseras, de explotación.
Si usted se da cuenta de sus propias exigencias particulares, de las múltiples formas del afán adquisitivo, y así comprende el proceso de la ignorancia que actúa por sí misma, entonces ya no hay más un elegir, un retener, un rechazar, sino que estos anhelos y deseos se consumen a sí mismos, se desprenden como las hojas en otoño. Entonces puede haber una relación verdadera, en la que ya no existe más esta lucha constante por amoldarse uno mismo al otro.
Pregunta: Meditando sobre el Maestro, uno puede realizar la felicidad de la unión consciente con él En ese estado desaparece todo el sentido del yo. ¿No es esto de gran valor para acabar con las limitaciones del ego?
KRISHNAMURTI: Ciertamente, no. Jamás puede serlo. La pregunta está erróneamente planteada. Investiguémosla.
Primero, veamos qué entiende usted por Maestro. Desafortunadamente, se han escrito muchísimos libros acerca de los Maestros, las iniciaciones y el discipulado, y alrededor de esto se han formado numerosas sociedades supuestamente espirituales. Existen muchos swamis y yoguis que estimulan y cultivan todos estos conceptos. Ustedes, que buscan satisfacción — a la que llaman felicidad, verdad — , se convierten en instrumentos y son explotados por estos instructores, por estos líderes y sus sociedades.
Un Maestro puede ser tanto un concepto como una realidad. Si es un concepto, una teoría, jamás puede volverse dogmático. Entonces está abierto a la especulación, para ser discutido desde el punto de vista de lo que se llama evolución. Por lo tanto, debe permanecer siendo abstracto y nunca puede ser utilizado como algo factual para promover ciertas actividades, acciones y formas de conducta. Siendo una abstracción, no tiene el estímulo del temor que implican la recompensa y el castigo. Pero esto no ocurre así con quienes hablan acerca de los Maestros y su obra. Confunden ambas cosas, lo abstracto y lo factual. Por un momento hablan acerca de la idea abstracta de los Maestros, y al momento siguiente los convierten en un hecho concreto diciéndoles a ustedes, los seguidores, lo que los Maestros quieren que piensen y hagan. De ese modo, quedan ustedes atrapados en la confusión, y es sumamente curioso que sean sus propios deseos los que engendran esta confusión. Este proceso de convertir a los Maestros en entidades reales llega poco a poco, a través de sugerencias y mensajes, hasta que ustedes creen que sus líderes se han encontrado de hecho con los Maestros y que estos seres les han dicho cómo salvar a la humanidad; y ustedes, a causa de la así llamada devoción, que en realidad es temor, siguen a los líderes y son explotados. Existe, pues, una constante mezcla de lo conceptual y lo concreto.
¿Quién es el que va a juzgar lo que es un Maestro? Para algunos, un Maestro es una persona que posee poderes extraordinarios, y para otros puede ser alguien que revela algún conocimiento especial. Pero la sabiduría no se realiza por intermedio de otro, ya sea un Maestro o un científico. Ustedes juzgan que alguien es un Maestro, conforme a sus propias idiosincrasias particulares, a sus prejuicios y tendencias. Esto tiene que ser así, aun con aquéllas que se supone representan a los Maestros. La gente siempre está juzgando a otros, ya sea que se llamen Maestros o vecinos, de acuerdo con su propio trasfondo peculiar. Jamás cuestionan ustedes el trasfondo de la persona que afirma representar a los Maestros, ser mensajera de ellos; ustedes desean tan sólo que se los guíe, que se les diga exactamente lo que deben hacer. Obedecen, pues, a causa del temor, y a eso lo laman amor, intuición, opción espontánea o lealtad. Piensan que han examinado, analizado, comprendido y que concuerdan intuitivamente con lo que dicen sus líderes particulares. Pero ustedes no pueden discernir verdaderamente, porque están siendo arrebatados por sus propios e intensos deseos. Así que, desafortunadamente, en este país y en todas partes, la gente cae en esta trampa de la explotación.
No quiero que esté de acuerdo conmigo; pero sí, sin deseo ninguno, examine toda esta idea de un Maestro que lo conduce hacia la verdad, verá cuan tonta es. Si de algún modo ha captado lo que estuve explicando acerca del proceso del "yo", no meditará sobre un Maestro, ni en la forma de lo que ustedes llaman un ideal elevado o un yo superior, ni en una imagen grabada en su mente debido a pinturas y a la propaganda. Tales formas de meditación se vuelven tan sólo escapes sutiles. Aunque puedan provocarle alguna clase de sensación, aunque puedan maravillarlo y conmoverlo, encontrará que carecen de validez, que sólo lo conducen a una rigidez de la mente-corazón.
La meditación es un constante estado de alerta y flexibilidad, no un ajuste a algún patrón o modelo de conducta. Trate de estar atento a sus propias idiosincrasias, a sus fantasías, reacciones y deseos en la vida cotidiana, y comprenda todo eso; al comprenderlo, adviene la realidad de la realización. Para esta comprensión profunda no puede haber ningún sistema. Ningún Maestro puede darle jamás tal comprensión ni conducirlo a ella. Si afirmamos que puede, ése no es un Maestro. El proceso autónomo de la ignorancia y su discernimiento es exclusivamente suyo. Otro no puede librarlo de su ignorancia. Cuídese de aquél que ofrece destruir por usted los muros de su limitación. Si comprende esto de verdad, verá qué cambio significativo tiene lugar en su vida. Estando libre de temor, de deseo — el cual con tanta frecuencia es llamado amor, devoción — , usted ya no es más explotado por las iglesias, por las sociedades que se supone son religiosas y espirituales, por los sacerdotes, por los así llamados mensajeros de los Maestros y por los swamis y yoguis. La verdadera meditación es el discernimiento del proceso único por el que cada uno de nosotros crea ignorancia y queda atrapado en ella, y es el estar alerta a este proceso.
Pregunta: El sistema económico no puede cambiar hasta que no cambie la naturaleza humana, y la naturaleza humana no cambiará mientras exista el sistema e incite a la naturaleza humana a seguir siendo como es. ¿Cómo, entonces se producirá la ruptura ?
KRISHNAMURTI: ¿Piensa usted que este sistema ha surgida espontáneamente, por sí mismo? Lo ha creado la naturaleza humana, como se la llama. Primero debe cambiar la naturaleza humana y no el sistema. Un sistema puede ayudar u obstaculizar, pero es el individuo el que debe fundamentalmente empezar a transformarse.
Por cierto, si todos ustedes, por ejemplo, pensaran verdaderamente a fondo en toda la cuestión de la guerra, en este asesinato a gran escala, en este asesinato con uniformes, con sus condecoraciones, sus gritos de júbilo y orgullo, sus trompetas y estandartes, sus bendiciones de los sacerdotes, si reflexionaran y sintieran profundamente acerca de esto, percibiendo su crueldad y sus absurdos infantiles, su espantoso maltrato del hombre, forzándolo a convertirse en una máquina militar mediante los muchos recursos explotadores del nacionalismo y demás... si ustedes, como individuos, percibieran realmente este horror, seguramente rehusarían ser utilizados para fomentar la guerra y la explotación. No serían usados, explotados por la propaganda. Como individuos, perderían todo sentido de nacionalidad.
¿Cómo van a cambiar cualquier sistema explotador, ya sea económico, religioso o social, a menos que comiencen consigo mismos, a menos que vean profundamente la necesidad de tal cambio, no sólo por un momento, durante esta reunión, sino continuamente en sus vidas cotidianas? Pero cuando sienten la presión de un sistema, ya sea la ejercida por sus vecinos, por sus jefes o por sus empleadores, se vuelve muy difícil para ustedes mantener esta comprensión profunda. Por lo tanto, la mente-corazón debe sentir la absoluta necesidad de liberarse de sus propios y aparentemente interminables deseos. Como esto requiere un esfuerzo individual que no nos gusta realizar, recurrimos a un sistema para que nos ayude a salir de esta desdicha; esperamos que un sistema nos obligue a comportarnos decente e inteligentemente, Ese camino conduce a la regimentación y a una mayor desdicha, no a una realización profunda.
A menos que sientan hondamente todo esto y hagan un esfuerzo para librarse de sus autoimpuestas limitaciones, el sistema los aprisionará, se convertirá en un proceso que habrá de sustentarse a sí mismo. Si bien carece de vida propia, será mantenido por las energías individuales y únicas de cada uno de ustedes. Otra vez tenemos aquí un círculo vicioso. El deseo crea eL sistema de explotación y el sistema mantiene ese deseo. Así que el individuo queda atrapado en este mecanismo y dice: "¿Cómo puedo salirme de ello?". Acude a otros para que lo conduzcan fuera, pero sólo lo conducirán a otra prisión, a otro sistema de explotación. Él mismo, a causa de su ignorancia y de su propio proceso autónomo, ha creado este mecanismo que lo aprisiona, y sólo él mismo, mediante su propio discernimiento del proceso del "yo", podrá alcanzar alguna vez la verdadera libertad y realización.
Pregunta: En raros instantes uno no es consciente de si mismo como entidad separada y pensante. Sin embargo, durante la mayor parte del tiempo estamos conscientes de nosotros mismos y de que presentamos una resistencia a la vida. Tenga la bondad de explicar por qué existe esta resistencia.
KRISHNAMURTI: ¿No es una resistencia el prejuicio? El prejuicio está muy profundamente arraigado: prejuicio de clase, de nacionalidad, prejuicio religioso y otras formas de creencias. Tales inclinaciones son aspectos del proceso del "yo". Hasta que discernamos este proceso de crear tendencias, creencias y prejuicios, tendrá que haber resistencia a la vida. Por ejemplo, si usted es una persona religiosa y cree fuertemente en la existencia de la inmortalidad, esta creencia actúa como una resistencia a la vida e impide la comprensión misma de la inmortalidad. Esta creencia refuerza continuamente la barrera, la resistencia, porque tiene su base en el deseo. Usted piensa que para usted, el individuo, hay una continuidad, una morada donde estará a salvo para siempre. Esta creencia puede ser sutil o grosera, pero en esencia es un anhelo de continuidad personal. Como casi todos tienen esta creencia, cuando la realidad comienza a mostrarse están obligados a rechazarla y, por ende, a resistirla, y esa resistencia genera conflicto, desdicha y confusión. Pero ustedes no renunciarán a esta idea de la inmortalidad, porque les brinda esperanza, estímulo y la profunda satisfacción de la seguridad.
Tenemos muchos prejuicios, sutiles y groseros, y cada individuo, siendo único, alimenta su propia ignorancia por medio de sus actividades volitivas. Si usted no comprende plenamente, en su totalidad, esta ignorancia que actúa por sí misma, estará creando continuamente barreras, resistencias e incrementando así la desdicha. Debe, pues, darse cuenta de este proceso; cuando ese discernimiento surge, no el desarrollo de un opuesto, sino la comprensión de la realidad.
3 de mayo de 1936
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