OBRAS COMPLETAS - TOMO 2 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 PRIMERA PLÁTICA EN LOS JARDINES DE LA ESCUELA VASANTA


Amigos:


Más bien parece una lástima que en una mañana hermosa como ésta debamos hablar sobre las múltiples opresiones y la crueldad que soportamos todos los días, así como sobre las diversas formas de explotación que, consciente o inconscientemente, se desarrollan en tomo a nosotros. No obstante, sonreímos en medio de todo eso y tratamos de soportarlo, llevando una vida más bien horrible y fea, procurando manejarnos de algún modo para tolerar las desgracias y los infortunios que cada uno de nosotros debe afrontar diariamente.


Ahora bien, si ustedes consideran lo que ocurre, verán que, a pesar de que existe esta opresión, esta crueldad, esta explotación extraordinaria de unos individuos por otros, estamos buscando continuamente satisfacción. O bien ustedes, como individuos, están satisfechos tolerando todas estas cosas, o tienen que cambiarlas, transformarlas. Ocasionalmente, en momentos de contacto inmediato, hay un deseo intenso y ardiente de cambiar, de arrancar todo eso de raíz y vivir decentemente, humanamente, plenamente; pero cuando ese contacto inmediato desaparece con los sufrimientos de la vida, caemos de vuelta en la satisfacción. Por lo tanto, si ustedes se sienten meramente satisfechos, felices, contentos de seguir como están, con las cosas que se desintegran, con tanta corrupción, explotación y crueldad -verdaderos horrores que ocurren en el mundo-, si están realmente satisfechos con eso, me temo que mi plática será totalmente inútil. Pero si desean transformar eso, si piensan que, como seres humanos, debemos tener un estado diferente, una condición diferente, circunstancias externas diferentes, no sólo para unos cuantos elegidos sino para toda la humanidad, entonces consideremos el problema juntos. No es mi deseo dogmatizar o empujarlos en una u otra dirección, influirlos para que actúen de un modo particular; se trata más bien de que, al considerar las cosas juntos, podremos llegar a una conclusión natural desde la cual surgirá, necesaria y naturalmente, una acción. Hay, pues, dos posibilidades abiertas para cada individuo: o bien realizar una labor de remiendos, de reformas, o producir una reorientación completa del pensamiento, un cambio completo.

Lo que yo llamo labor de remiendos son estas continuas modificaciones en el sistema existente de pensamiento pero conservando los cimientos intactos tal como están, Eso es una labor de remiendos, ¿no es así? Mantener las cosas esencialmente como están y modificar las dificultades superficiales, producir cambios respecto de aflicciones transitorias pero sin encarar las cosas fundamentales. Y bien, a tal trabajo y a tal pensamiento basado en esta idea, yo lo llamo labor de remiendos o reforma. Es como mejorar los barrios pobres de la ciudad. No es que esté mal mejorar los barrios pobres de la ciudad: lo malo es que deban existir los barrios pobres, que deba haber personas que explotan, que deba existir esta discriminación de las diferencias de clase; ése es el problema, no cuántas mejoras puedan ustedes hacer. Hasta que reconozcamos eso y en tanto no haya un cambio radical, fundamental, el mero tratar con los síntomas no va a lograr nada.

Esta mañana quiero mostrar, pues, que en tanto el pensamiento y, por ende, la acción, se basen en esta idea del engrandecimiento propio, del crecimiento propio, o en la continuamente limitada conciencia egocéntrica, tiene que haber problemas que emanan de esta conciencia limitada. Es decir, si ustedes hacen cualquier clase de cambios o reformas sociales, mientras el sistema de pensamiento se base en el afán posesivo, en la seguridad, en los derechos de propiedad y demás, tendrá que haber problemas que sólo podrán ser abordados de manera sintomática, no radical. Es decir, señores, supongamos que hay una reforma en las posesiones; ustedes siguen pensando que es perfectamente justo que uno posea su propio pequeño pedazo de tierra, que todos los demás posean sus pedazos de tierra. O sea, uno quiere aferrarse a sus posesiones particulares y dejar que los demás tengan sus propias posesiones; mientras que para mí, la idea misma de la posesión debe conducir al conflicto con nuestro vecino, a discriminaciones tales como las nacionalidades, la conciencia de clase, el esnobismo. Y si ustedes hace reformas acerca de cuánto habrán de poseer y cuánto no habrán de poseer, entonces tratan sólo con los síntomas, no encaran el problema radicalmente. Es como acudir a un médico que trata sólo con los síntomas y no con la causa de la enfermedad.

Tomemos otro ejemplo. Tratar con los síntomas es considerar que yo puedo adherirme a mi religión particular y usted a la suya, tolerándonos el uno al otro. Ahora bien, como lo he explicado la otra noche, todo el proceso sobre el que se fundamenta una religión, se cumple mediante la adhesión a una creencia o dogma en particular. Usted dice que es una persona religiosa, un cristiano, porque tiene ciertas creencias, ciertos ideales, ciertos dogmas, y se dice a sí mismo que habrá un mundo perfecto cuando todos crean en lo mismo que usted o cuando todas las personas del mundo lleguen a su particular forma de pensar; y nosotros tratamos de remendar, de hacer reformas con esa actitud hacia las religiones. A mi entender, la verdadera reforma, el verdadero cambio, el cambio radical de pensamiento, se encuentra no en remendar o reformar las religiones, sino en ver lo absurdo de las religiones. Mientras tengan ustedes creencias, tendrá que haber divisiones. Mientras se hallen enjaulados en una forma particular de pensamiento, estarán naturalmente separados de mí y no podrá haber contacto humano, verdadera comprensión humana.

Por consiguiente, en tanto deseen tan sólo reformar, o sea, producir cambios en los sistemas existentes de pensamiento, de cultura, de posesión, aunque tales cambios puedan aliviar momentáneamente el sufrimiento y solucionar los innumerables problemas que surgen, ustedes no hacen sino postergar, alejar por el momento la cuestión fundamental, que es si una sociedad o una cultura ha de basarse en el engrandecimiento propio, en el espíritu posesivo y la explotación.


Así que ustedes, como individuos, tienen que averiguar qué se proponen hacer, si habrán de pertenecer a una sociedad, a un sistema de pensamiento basado en este engrandecimiento propio con todos sus matices y sus delicadas sutilezas, o si, viendo que mientras exista ese estado de cosas tiene que haber guerras, crueldades, explotación, están dispuestos a cambiar completamente y no a tratar sólo con los síntomas. Como individuos, estamos enfrentados a este problema, a este interrogante: ¿Trataremos con los síntomas, haremos una labor de remiendos, o produciremos un cambio completo en nuestro pensamiento, un cambio no basado en el espíritu posesivo y en la importancia propia? Una actitud así generará, necesaria y gradualmente, una nueva sociedad, un estado de cosas nuevo, una nueva conciencia en la cual no tendrán cabida la explotación y esta incesante lucha por existir, por meramente existir. Y podrán habérselas con este problema sólo si lo consideran de verdad, si les interesa, si realmente están sufriendo, no si se limitan a sentarse para discutir y observar de manera intelectual y teórica. Son ustedes, pues, como individuos, los que deben decidir mediante el raciocinio y, por lo tanto, mediante la acción, si darán origen a una humanidad en la cual haya verdadera comprensión, o si continuarán con esta lucha incesante.

Me han entregado algunas preguntas y las contestaré. Es lo que me propongo hacer todos los días.

Pregunta: Algunos de mis amigos han comentado que, si bien encuentran sumamente interesante lo que usted dice, prefieren el servicio antes que el excesivo reflexionar sobre cuestiones relacionadas con la verdad. ¿Cuáles son sus observaciones en este punto?

KRISHNAMURTI: Señor, ¿qué entiende usted por servicio? Todos desean ayudar. Es el clamor de esas personas que piensan que están sirviendo al mundo, Siempre hablan de ayudar al mundo, especialmente las que pertenecen a sectas. Ésa es su particular forma de enfermedad, porque piensan que haciendo algo, no importa qué van a ayudar, que sirviendo a la gente la ayudarán. ¿Quién puede decir qué es el servicio? Un hombre que pertenece al ejército, que está dispuesto a matar al bárbaro que invada su país, dice que está sirviendo a su nación. El hombre que mata, el carnicero, dice que está sirviendo a la comunidad. El explotador que tiene en sus manos los medios de producción y los monopoliza, dice que sirve a la comunidad. El que explota las creencias, el sacerdote, dice que sirve al país, a la comunidad. ¿Quién ha de decidir lo que es el servicio?

¿O hemos de considerar esto de una manera por completo diferente? ¿Piensan ustedes que una flor, una rosa, considera alguna vez que está sirviendo a la humanidad, que al existir está ayudando al mundo porque es hermosa? Al contrario, a causa de que es hermosa, supremamente bella, inconsciente de su propia magnificencia, está ayudando verdaderamente. No como el hombre que anda por ahí pregonando que ayuda al mundo. Es decir, cada uno quiere utilizar sus medios o sus ideas para explotar al mundo, no para contribuir a que el mundo sea libre. Personalmente, si es que no van a entenderme mal, ése no es mi punto de vista en absoluto. No quiero ayudar al mundo, como ustedes llamarían a lo que hago. No puedo ayudarlo, ello ocurre naturalmente. Eso es servicio. No deseo atraer a otros hacia mi particular forma de creencia ni pedirles que entren en mi jaula particular de pensamiento, porque sostengo que tener una creencia es una limitación.

Para servir de verdad, uno debe estar supremamente libre de la conciencia limitada que llamamos el “yo”, el ego, la conciencia egocéntrica; en tanto esa conciencia exista, uno no está sirviendo realmente al mundo. A menos que reflexionen a fondo sobre ello, no pueden descubrir si están ayudando verdaderamente al mundo. Así que no empecemos por considerar si estamos ayudando al mundo, sino averigüemos más bien si tenemos la capacidad de pensar y sentir. Para pensar de verdad, la mente no debe estar atada a una creencia. Eso es muy simple, ¿verdad? Para pensar realmente con profundidad, con franqueza, de manera total, nuestra mente no debe estar sujeta por el prejuicio o por cierta creencia o por el temor o por ideas preconcebidas. Para pensar así, la mente debe comenzar de nuevo, sin el trasfondo de la tradición, Después de todo, la tradición sólo es valiosa cuando nos ayuda a pensar, no cuando nos abruma con su peso.

Expresémoslo de una manera diferente. Todos queremos ayudar. Cuando vemos el sufrimiento en el mundo, hay un intenso deseo de ayudar; pero para ayudar de verdad a la gente, uno tiene que ir hasta la causa fundamental de las cosas, Tiene que descubrir la causa del sufrimiento, y sólo puede hacer eso si hay un pensar profundo. Este pensar no es un mero deleite intelectual; este pensar sólo puede tener lugar en medio de la acción.

Pregunta: Se ha afirmado aquí que sólo una o dos personas en el mundo pueden tenerla esperanza de captarla importancia de su mensaje. Por lo tanto, la enseñanza secundaria de la teosofía moderna es necesaria como un sustituto para la salvación del mundo. ¿Qué tiene usted que decir?

KRISHNAMURTI: Señor, primero que nada debe usted averiguar lo que tengo que decir, antes de que pueda afirmar que es imposible. Lo que quiero decir es esto: Todo nuestro sistema de pensamiento y acción, nuestro sistema de vida, se basa en el engrandecimiento y crecimiento individual a expensas de los demás. Eso es un hecho, ¿verdad? Y mientras ese hecho exista en el mundo, tiene que haber sufrimiento, explotación y división de clases; y ninguna forma de religión puede producir paz, porque todas son la creación misma de los anhelos humanos, son medios de explotación. Esa realidad viviente que yo digo que existe -llámenla Dios, verdad o el nombre que prefieran darle- esa inteligencia suprema que yo digo que existe, que afirmo haber realizado, puede ser descubierta únicamente si nos liberamos de los obstáculos que hemos creado mediante la búsqueda de seguridad y consuelo, la seguridad de las religiones y esa seguridad artificial que encontramos en la posesión.

Por cierto, no es muy difícil comprender lo que digo. La dificultad está en ponerlo en acción. Ahora bien, ponerlo en acción no requiere valor, sino más bien comprensión. Casi todos esperamos que cambie el mundo, en vez de comenzar a cambiar nosotros mismos. Esperamos que el sistema que gobierna al mundo modifique esta actitud respecto de lo posesivo, y no tratamos de descubrir si nosotros, como individuos, podemos realmente estar libres del afán de poseer. Para comprender esto, esta libertad respecto de las posesiones, uno tiene que descubrir inteligentemente cuáles son sus necesidades. ¿Saben?, cuando han descubierto cuáles son sus necesidades, dejan de ser posesivos. Cada ser humano conocerá sus necesidades de manera muy clara y simple si las aborda inteligentemente; pero no podrá descubrir cuáles son sus necesidades mientras la mente esté presa en el ansia de poseer, en la codicia y en la explotación. Así, cuando uno descubre cuáles son sus necesidades, no llega a una componenda entre sus necesidades y las condiciones del mundo, que se basan en el espíritu posesivo. Espero estar explicando esto.

Lo que quiero decir es que no puede haber relaciones humanas vitales o un vivir gozoso y pleno en el presente -el cual para mí es la única eternidad-, mientras la mente y el corazón estén mutilados por el miedo; y para superar ese miedo hemos creado innumerables obstáculos, tales como las religiones, las creencias, las posesiones, las seguridades, Por esto, como individuos, transmitimos continuamente sufrimiento, lo sumamos continuamente a la lucha, al caos del mundo, Por cierto, esto es realmente muy simple si reflexionan sobre ello.

Si de verdad quieren descubrir lo que estoy diciendo, examinen por favor una de las ideas que expongo y llévenla a cabo en la acción; entonces verán qué práctica se vuelve, no algo vago, teórico, imposible de captar. Entonces no necesitan ninguna enseñanza secundaria.


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descubrir por nosotros mismos que existe una vida futura. Muy bien, demos por sentado que existe. ¿Qué pasa si hay una vida futura? ¿Qué han logrado al descubrir que hay una vida futura? No son en modo alguno más felices ni más inteligentes ni más humanos ni considerados ni afectuosos. Están de vuelta donde estaban antes. Todo cuanto han aprendido es otro hecho: que hay una vida más allá. Puede ser un consuelo, pero aun así, ¿qué? Ustedes dicen: “Me da la certeza de que viviré en una próxima vida”. ¿Entonces qué? Aun cuando eso les  la certeza de que van a vivir, tienen exactamente el mismo problema, las mismas preocupaciones, las mismas alegrías y placeres pasajeros aunque haya otra vida. Mientras que para mí, aunque eso pueda ser un hecho, tiene muy poca importancia. Señor, la inmortalidad no está en el futuro, la inmortalidad o la eternidad -llámelo como quiera está en el ahora, en el presente; y el presente puede usted comprenderlo sólo si la mente está libre del tiempo.

Ahora me temo que tengo que ser un poco metafísico, pero espero que no les importe. En realidad, no se trata de algo metafísico. En tanto la mente sea esclava del tiempo, tiene que haber miedo a la muerte, miedo y esperanza en una vida futura, y una constante indagación en ese asunto. Es decir, donde hay miedo ya hay un lento deterioro, una muerte lenta aunque uno pueda estar viviendo. La indagación misma en el futuro muestra que uno ya está muriendo. Para vivir completamente, para vivir en esa plenitud del presente, del ahora eterno, la mente debe estar libre del tiempo. ¿No es así? No uso esa palabra como la usamos generalmente, por conveniencia, para tomar un barco o un tranvía, o para nuestra próxima cita y cosas así, sino que uso la palabra tiempo con el significado de memoria. Si cada mañana nacieran de nuevo, no con todos los recuerdos de ayer, con todas las cargas, las incrustaciones del pasado, entonces cada día sería nuevo, fresco, inocente; ser capaz de vivir así es estar libre del tiempo. Esto es, la mente se ha convertido en un depósito de la memoria, lleno de aflicciones del pasado, cargado con las innumerables experiencias que hemos tenido.

Por favor, espero que reflexionen conmigo en relación con esto, de lo contrario no lo comprenderán. Así, con la carga del pasado, con la carga de los innumerables recuerdos, nos enfrentamos a cada experiencia -una experiencia nueva, un pensamiento nuevo, un ambiente nuevo, un nuevo día-; con el trasfondo del pasado vamos al encuentro del presente. ¿No es así? Si usted es cristiano, tiene el trasfondo de una mente cristiana, dogmas, creencias, tradición cristiana, y trata de afrontar la vida con esas ideas. O si es un socialista, o cualquier otra persona, tiene ciertos prejuicios, ciertas ideas, ciertos dogmas bien definidos, y afronta la vida con ese trasfondo, con esos lentes. De tal modo, encara todo el tiempo el presente con un trasfondo del pasado; por lo tanto, no comprende el presente. Hay un proceso continuo de malentendidos, el cual crea memoria; en consecuencia, hay acumulación, acentuación de esta memoria, y de aquí el deseo de saber si viviré una próxima vida. Mientras que si fueran ustedes capaces de afrontarlo todo de nuevo, con una mente incontaminada, no cargada con las posesiones del pasado o con la memoria de un futuro, entonces verían que no existe una cosa como la muerte, que no hay miedo. Entonces la vida está deviniendo continuamente un éxtasis, no una lucha terrible, espantosa; pero eso requiere, en el presente, un gran estado de alerta, una lúcida percepción del pensamiento, de la mente y el corazón.

Me temo que el interlocutor se sentirá decepcionado. El quiere saber si hay o no hay una vida futura, quiere una respuesta categórica, “sí” o “no”. Me temo que no puede haber una respuesta categórica. Cuídense de las respuestas categóricas “sí” o “no”. ¿Acaso no es en verdad más importante saber cómo vivir que averiguar lo que ocurre cuando uno muere? Sólo el que ya está muriendo, no el que está vivo, desea saber qué ocurre después de la muerte. Investiguemos, pues, si podemos vivir ricamente, humanamente, completamente, divinamente, en lugar de averiguar qué se encuentra más allá. Entonces descubrirán lo que se encuentra más allá, lo descubrirán cuando sepan cómo vivir suprema e inteligentemente. Ese descubrimiento no es una cosa teórica, es un hecho; así descubrirán que ello tiene muy poca importancia, porque no hay tal cosa como “más allá”. La vida es una totalidad completa, sin comienzo ni final. Entonces ese éxtasis, esa sabiduría produce una integridad del vivir en el presente.

Pregunta: ¿Se volverán fascistas los ingleses, y es ése un movimiento progresista?

KRISHNAMURTI: Ningún movimiento basado en el espíritu posesivo, que mantiene las divisiones de clase, que promueve el miedo, puede ser progresista o un verdadero movimiento. He leído algunos libros fascistas, y hablan del derecho divino de las posesiones, sostienen las divisiones de clase, la nacionalidad, las limitaciones de las fronteras. Por cierto, ése no puede ser un movimiento humano. Mientras que un movimiento que destruye estas cosas y ayuda a la gente a comprender y a pensar es, indudablemente, un movimiento verdadero, espiritual, humano. Estos movimientos son alentados o desalentados por individuos como ustedes. Si tales movimientos satisfacen sus exigencias o su afán posesivo, si garantizan la fortaleza

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que han edificado para  mismos, sus propias inversiones espirituales o mundanas, ustedes los alientan; y desalientan esos movimientos que tratan de desestimar y ayudan a destruir aquello que muestra la falsedad del espíritu posesivo. Para mí, no hay tal cosa como un instinto humano de posesión. Todo afán posesivo es una cosa artificial creada por una sociedad artificial errónea. Instintivamente, los seres humanos no son posesivos. Han sido educados así por las circunstancias que ellos han creado. Por lo tanto, tiene muy poca importancia si el movimiento fascista es o no es progresista. Lo importante es si ustedes, como individuos, ven que, mientras en el mundo con sus gobiernos exista este continuo engrandecimiento propio, ya sea de manera sutil, consciente o inconsciente, mientras exista esta importancia propia, tanto espiritual como mundana, tienen que existir el sufrimiento, los continuos gritos de dolor, las guerras, la explotación, y no habrá verdadero amor. Por lo tanto, es cosa de ustedes, como individuos, pensar de un modo nuevo, descubrir, averiguar si toda la base de su pensamiento y de su acción descansa en esta limitada conciencia egocéntrica.



Vean, esta idea de que, como la gente no comprende tienen que darle algo que comprenda, es en realidad una hábil forma de explotación. Es la actitud de la clase capitalista. Es la actitud del hombre que tiene muchas posesiones, El quiere alimentar al mundo, guiar al mundo, quiere guiar a otro hombre; mientras que yo deseo despertar al otro, de modo que pueda actuar por sí mismo. Si puedo despertarlo a su propia fuerza, a su propia comprensión, a su propia responsabilidad, a su propia acción, entonces destruyo las diferencias de clase. Entonces no lo mantengo en la guardería infantil para que sea explotado como un niño por aquél que supuestamente sabe más. Ésa es la actitud de las religiones: que ustedes jamás pueden descubrir qué es la verdad, que sólo una o dos personas pueden descubrirlo; por lo tanto, dejen que yo, como mediador, los ayude. De ese modo, me convierto en el explotador de ustedes. Ése es todo el proceso de la religión. Es un hábil medio de explotar, una manera cruel de mantener sojuzgada a la gente, tal como lo hace, exactamente del mismo modo, la clase capitalista; una por medios espirituales, la otra por medios mundanos. Pero si lo observan, ambas son crueles explotaciones. (Voces del público: ¡Escuchen! ¡Escuchen!)

Señores, por favor, no se molesten en decir: “Escuchen, escuchen”. Lo importante es actuar, no estar intelectualmente de acuerdo conmigo. Eso no tiene valor. El acuerdo sólo puede tener lugar en la acción. Eso significa que cuando dicen “escuchen, escuchen”, tienen que mantenerse firmes y solos contra la sociedad, contra sus vecinos, contra su familia, contra todo lo que la sociedad ha edificado por generaciones y generaciones. Eso exige una gran percepción, no valor, no esta actitud heroica hacia la vida, sino una gran percepción directa de lo que es verdadero.

Para mí, la vida no debe entenderse como una escuela. La vida no es una cosa de la cual ustedes aprenden; está para ser vivida, vivida supremamente, inteligentemente, divinamente. Mientras que, si hacen de ella una batalla constante, una lucha, un esfuerzo continuo, entonces la vida se vuelve espantosa; y la han hecho así porque todo lo que piensan se basa en el propio crecimiento, la propia expansión, el propio engrandecimiento, y mientras eso exista, la vida se convierte en lucha horrible.


Eso es, por lo tanto, lo que quiero decir. Por cierto, es muy fácil de comprender. Fácil de comprender en un sentido; uno no puede captar inmediatamente todo su significado. Puede ver en qué dirección se encuentra, y para que cambie la actitud de uno, tiene que haber una gran aflicción, no contentamiento, un gran conflicto abrasador que lo fuerce a uno a descubrir; y ¡el cielo es testigo! tenemos conflictos todos los días, pero hemos adiestrado nuestra mente para que sea astuta y así pueda omitir con facilidad estos conflictos, escapar de ellos. En consecuencia, podemos tener conflicto tras conflicto, problema tras problema. Nuestra mente ha aprendido a ser hábil y, por ende, a escapar.

Pregunta: ¿Tendría usted la bondad de explicar muy detalladamente qué entiende por su afirmación: 

“Sus maestros son sus destructores”? ¿Cómo puede un sacerdote, siempre que sea honesto en su

propósito, ser un destructor?

KRISHNAMURTI: Señor, ¿para qué quiere usted un sacerdote? ¿Para que lo mantenga moralmente correcto? ¿Es por eso? ¿O para que lo conduzca hacia la verdad? ¿O para que sea su intérprete entre Dios y usted? ¿O tan sólo para que practique un rito, una ceremonia de matrimonio o de muerte, o la ceremonia de los domingos en la mañana? ¿Para qué necesita sacerdotes? Cuando averigüe para qué los necesita, entonces descubrirá que son destructores.


Si ustedes dicen que un sacerdote es necesario para mantener recta nuestra moral, ciertamente ya no son morales, aun cuando el sacerdote pueda obligarlos a serlo; porque la moralidad no es compulsión, es una acción espontánea. La moralidad no nace del temor, no está condicionada por las circunstancias. La verdadera moralidad es comprensión espontánea y, por lo tanto, acción. En consecuencia, creo que un sacerdote es innecesario para sostener nuestra integridad. O si ustedes dicen que es necesario como mediador, como intérprete, para conducirlos hacia la verdad, entonces yo digo que ambos, ustedes y el sacerdote, deben saber qué es la verdad. Para ser conducidos a alguna parte, ustedes deben saber adonde se dirige, y el líder también debe saber adonde se dirige; y si uno sabe dónde está la verdad, no necesita un líder. Por favor, esto no es un razonamiento ingenioso. Sólo se trata de hechos.


Pero ¿qué es, entonces, lo que ha ocurrido? Hemos preconcebido qué es la verdad, en contraste, en oposición a lo que somos. Decimos que la verdad es serena, que la verdad es sabia, infinita. Debido a que nosotros no somos eso, hemos convertido eso en un opuesto y queremos que alguien nos ayude a llegar allá. ¿Qué significa eso? Significa alguien que nos ayuda a escapar de este conflicto hacia algo que suponemos debe ser la verdad. Por consiguiente, el sacerdote nos ayuda a escapar de las realidades, de los hechos.


El otro día estuve hablando con un sacerdote y me dijo que mantenía su iglesia a causa de que había tanto desempleo. Dijo: “Eísted sabe, las personas desempleadas no tienen hogares, no tienen acceso a la belleza, a la música, a la luz, al color, no tienen nada, sólo horror, una vida espantosa; y si vienen una vez por semana a la iglesia, al menos allí hay belleza, hay alguna quietud, algún perfume, y se van apaciguadas por el resto de la semana y regresan nuevamente”. Por cierto, ¿no es ésa la forma más grande de explotación? O sea, este sacerdote en particular trataba de apaciguarlos en su conflicto, trataba de aquietarlos, en otras palabras, de adormecerlos con respecto a la posibilidad de que trataran de descubrir la verdadera causa del desempleo.


Ahora bien, si ustedes dicen que los sacerdotes son indispensables para practicar los ritos, las ceremonias del cristianismo, averigüemos entonces si esas ceremonias, esos ritos, son necesarios, ¿Son necesarios? Como no asisto a ellos, no puedo contestar. Para mí no tienen valor; pero para ustedes, que asisten a ellos, ¿son valiosos? ¿En qué forma los benefician? Acuden a ellos en las mañanas de los domingos, se sienten muy devotos, inspirados, lo que fuere, y por el resto de la semana son explotados o explotan a otros. Sigue habiendo crueldad y todo lo demás. ¿Dónde está, pues, el valor, la necesidad de que haya sacerdotes?


Si dicen que el sacerdocio es un medio de ganar dinero, entonces lo pondremos en una categoría por completo diferente. Si lo tratan tan sólo como una profesión, tal como la de la armada, el ejército o cualquier otra profesión semejante, entonces es una cosa muy distinta, y las religiones con sus sacerdotes no son, en su mayoría, otra cosa que eso: una vieja profesión.


Por lo tanto, si acuden a un sacerdote como maestro que ha de guiarlos, yo digo que él es el destructor o explotador de ustedes. Por favor, no tengo nada contra los sacerdotes cristianos o los sacerdotes hindúes, para mí todos son iguales. Digo que son innecesarios para la humanidad. Y tengan la bondad de no aceptar lo que digo como si fuera una autoridad terminante para ustedes, una declaración dogmática. Obsérvenlo, considérenlo por sí mismos. Si sólo aceptan lo que estoy diciendo, también me convierto en el sacerdote de ustedes; por lo tanto, seré su explotador. Mientras que si consideran la cuestión en su totalidad, no de pasada sino completamente, verán que las religiones con todos sus sacerdotes sectarios, mantienen de hecho separada a la humanidad. Incrementan los horrores de la guerra, las diferencias de clase, las nacionalidades y, por lo tanto, todas estas cosas que conducen a los conflictos armados y a mayores explotaciones, en las cuales está ausente el verdadero afecto, el verdadero amor, la verdadera consideración humana.


Pregunta. ¿Existe una vida futura?


KRISHNAMURTE ¿Está realmente interesado en eso? Supongo que debe estarlo o no habría formulado la pregunta. Ahora bien, espere un momento. ¿Por qué pregunta si existe una vida futura? ¿Sólo por entretenimiento, por curiosidad, o porque en el presente tiene miedo y, por lo tanto, quiere averiguar qué es el futuro? ¿O tan sólo busca información? Y bien, usted sabe que algunos de los científicos modernos, algunos científicos renombrados, dicen que existe una vida futura. Dicen que gracias a los médium podemos  descubrir por nosotros mismos que existe una vida futura. Muy bien, demos por sentado que existe. ¿Qué pasa si hay una vida futura? ¿Qué han logrado al descubrir que hay una vida futura? No son en modo alguno más felices ni más inteligentes ni más humanos ni considerados ni afectuosos. Están de vuelta donde estaban antes. Todo cuanto han aprendido es otro hecho: que hay una vida más allá. Puede ser un consuelo, pero aun así, ¿qué? Ustedes dicen: “Me da la certeza de que viviré en una próxima vida”. ¿Entonces qué? Aun cuando eso les dé la certeza de que van a vivir, tienen exactamente el mismo problema, las mismas preocupaciones, las mismas alegrías y placeres pasajeros aunque haya otra vida. Mientras que para mí, aunque eso pueda ser un hecho, tiene muy poca importancia. Señor, la inmortalidad no está en el futuro, la inmortalidad o la eternidad -llámelo como quiera está en el ahora, en el presente; y el presente puede usted comprenderlo sólo si la mente está libre del tiempo.

Ahora me temo que tengo que ser un poco metafísico, pero espero que no les importe. En realidad, no se trata de algo metafísico. En tanto la mente sea esclava del tiempo, tiene que haber miedo a la muerte, miedo y esperanza en una vida futura, y una constante indagación en ese asunto. Es decir, donde hay miedo ya hay un lento deterioro, una muerte lenta aunque uno pueda estar viviendo. La indagación misma en el futuro muestra que uno ya está muriendo. Para vivir completamente, para vivir en esa plenitud del presente, del ahora eterno, la mente debe estar libre del tiempo. ¿No es así? No uso esa palabra como la usamos generalmente, por conveniencia, para tomar un barco o un tranvía, o para nuestra próxima cita y cosas así, sino que uso la palabra tiempo con el significado de memoria. Si cada mañana nacieran de nuevo, no con todos los recuerdos de ayer, con todas las cargas, las incrustaciones del pasado, entonces cada día sería nuevo, fresco, inocente; ser capaz de vivir así es estar libre del tiempo. Esto es, la mente se ha convertido en un depósito de la memoria, lleno de aflicciones del pasado, cargado con las innumerables experiencias que hemos tenido.

Por favor, espero que reflexionen conmigo en relación con esto, de lo contrario no lo comprenderán. Así, con la carga del pasado, con la carga de los innumerables recuerdos, nos enfrentamos a cada experiencia -una experiencia nueva, un pensamiento nuevo, un ambiente nuevo, un nuevo día-; con el trasfondo del pasado vamos al encuentro del presente. ¿No es así? Si usted es cristiano, tiene el trasfondo de una mente cristiana, dogmas, creencias, tradición cristiana, y trata de afrontar la vida con esas ideas. O si es un socialista, o cualquier otra persona, tiene ciertos prejuicios, ciertas ideas, ciertos dogmas bien definidos, y afronta la vida con ese trasfondo, con esos lentes. De tal modo, encara todo el tiempo el presente con un trasfondo del pasado; por lo tanto, no comprende el presente. Hay un proceso continuo de malentendidos, el cual crea memoria; en consecuencia, hay acumulación, acentuación de esta memoria, y de aquí el deseo de saber si viviré una próxima vida. Mientras que si fueran ustedes capaces de afrontarlo todo de nuevo, con una mente incontaminada, no cargada con las posesiones del pasado o con la memoria de un futuro, entonces verían que no existe una cosa como la muerte, que no hay miedo. Entonces la vida está deviniendo continuamente un éxtasis, no una lucha terrible, espantosa; pero eso requiere, en el presente, un gran estado de alerta, una lúcida percepción del pensamiento, de la mente y el corazón.

Me temo que el interlocutor se sentirá decepcionado. El quiere saber si hay o no hay una vida futura, quiere una respuesta categórica, “sí” o “no”. Me temo que no puede haber una respuesta categórica. Cuídense de las respuestas categóricas “sí” o “no”. ¿Acaso no es en verdad más importante saber cómo vivir que averiguar lo que ocurre cuando uno muere? Sólo el que ya está muriendo, no el que está vivo, desea saber qué ocurre después de la muerte. Investiguemos, pues, si podemos vivir ricamente, humanamente, completamente, divinamente, en lugar de averiguar qué se encuentra más allá. Entonces descubrirán lo que se encuentra más allá, lo descubrirán cuando sepan cómo vivir suprema e inteligentemente. Ese descubrimiento no es una cosa teórica, es un hecho; así descubrirán que ello tiene muy poca importancia, porque no hay tal cosa como “más allá”. La vida es una totalidad completa, sin comienzo ni final. Entonces ese éxtasis, esa sabiduría produce una integridad del vivir en el presente.

Pregunta: ¿Se volverán fascistas los ingleses, y es ése un movimiento progresista?


KRISHNAMURTI: Ningún movimiento basado en el espíritu posesivo, que mantiene las divisiones de clase, que promueve el miedo, puede ser progresista o un verdadero movimiento. He leído algunos libros fascistas, y hablan del derecho divino de las posesiones, sostienen las divisiones de clase, la nacionalidad, las limitaciones de las fronteras. Por cierto, ése no puede ser un movimiento humano. Mientras que un movimiento que destruye estas cosas y ayuda a la gente a comprender y a pensar es, indudablemente, un movimiento verdadero, espiritual, humano. Estos movimientos son alentados o desalentados por individuos como ustedes. Si tales movimientos satisfacen sus exigencias o su afán posesivo, si garantizan la fortaleza que han edificado para sí mismos, sus propias inversiones espirituales o mundanas, ustedes los alientan; y desalientan esos movimientos que tratan de desestimar y ayudan a destruir aquello que muestra la falsedad del espíritu posesivo. Para mí, no hay tal cosa como un instinto humano de posesión. Todo afán posesivo es una cosa artificial creada por una sociedad artificial errónea. Instintivamente, los seres humanos no son posesivos. Han sido educados así por las circunstancias que ellos han creado. Por lo tanto, tiene muy poca importancia si el movimiento fascista es o no es progresista. Lo importante es si ustedes, como individuos, ven que, mientras en el mundo con sus gobiernos exista este continuo engrandecimiento propio, ya sea de manera sutil, consciente o inconsciente, mientras exista esta importancia propia, tanto espiritual como mundana, tienen que existir el sufrimiento, los continuos gritos de dolor, las guerras, la explotación, y no habrá verdadero amor. Por lo tanto, es cosa de ustedes, como individuos, pensar de un modo nuevo, descubrir, averiguar si toda la base de su pensamiento y de su acción descansa en esta limitada conciencia egocéntrica.

30 DE MARZO DE 1934


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descubrir por nosotros mismos que existe una vida futura. Muy bien, demos por sentado que existe. ¿Qué pasa si hay una vida futura? ¿Qué han logrado al descubrir que hay una vida futura? No son en modo alguno más felices ni más inteligentes ni más humanos ni considerados ni afectuosos. Están de vuelta donde estaban antes. Todo cuanto han aprendido es otro hecho: que hay una vida más allá. Puede ser un consuelo, pero aun así, ¿qué? Ustedes dicen: “Me da la certeza de que viviré en una próxima vida”. ¿Entonces qué? Aun cuando eso les  la certeza de que van a vivir, tienen exactamente el mismo problema, las mismas preocupaciones, las mismas alegrías y placeres pasajeros aunque haya otra vida. Mientras que para mí, aunque eso pueda ser un hecho, tiene muy poca importancia. Señor, la inmortalidad no está en el futuro, la inmortalidad o la eternidad -llámelo como quiera está en el ahora, en el presente; y el presente puede usted comprenderlo sólo si la mente está libre del tiempo.

Ahora me temo que tengo que ser un poco metafísico, pero espero que no les importe. En realidad, no se trata de algo metafísico. En tanto la mente sea esclava del tiempo, tiene que haber miedo a la muerte, miedo y esperanza en una vida futura, y una constante indagación en ese asunto. Es decir, donde hay miedo ya hay un lento deterioro, una muerte lenta aunque uno pueda estar viviendo. La indagación misma en el futuro muestra que uno ya está muriendo. Para vivir completamente, para vivir en esa plenitud del presente, del ahora eterno, la mente debe estar libre del tiempo. ¿No es así? No uso esa palabra como la usamos generalmente, por conveniencia, para tomar un barco o un tranvía, o para nuestra próxima cita y cosas así, sino que uso la palabra tiempo con el significado de memoria. Si cada mañana nacieran de nuevo, no con todos los recuerdos de ayer, con todas las cargas, las incrustaciones del pasado, entonces cada día sería nuevo, fresco, inocente; ser capaz de vivir así es estar libre del tiempo. Esto es, la mente se ha convertido en un depósito de la memoria, lleno de aflicciones del pasado, cargado con las innumerables experiencias que hemos tenido.

Por favor, espero que reflexionen conmigo en relación con esto, de lo contrario no lo comprenderán. Así, con la carga del pasado, con la carga de los innumerables recuerdos, nos enfrentamos a cada experiencia -una experiencia nueva, un pensamiento nuevo, un ambiente nuevo, un nuevo día-; con el trasfondo del pasado vamos al encuentro del presente. ¿No es así? Si usted es cristiano, tiene el trasfondo de una mente cristiana, dogmas, creencias, tradición cristiana, y trata de afrontar la vida con esas ideas. O si es un socialista, o cualquier otra persona, tiene ciertos prejuicios, ciertas ideas, ciertos dogmas bien definidos, y afronta la vida con ese trasfondo, con esos lentes. De tal modo, encara todo el tiempo el presente con un trasfondo del pasado; por lo tanto, no comprende el presente. Hay un proceso continuo de malentendidos, el cual crea memoria; en consecuencia, hay acumulación, acentuación de esta memoria, y de aquí el deseo de saber si viviré una próxima vida. Mientras que si fueran ustedes capaces de afrontarlo todo de nuevo, con una mente incontaminada, no cargada con las posesiones del pasado o con la memoria de un futuro, entonces verían que no existe una cosa como la muerte, que no hay miedo. Entonces la vida está deviniendo continuamente un éxtasis, no una lucha terrible, espantosa; pero eso requiere, en el presente, un gran estado de alerta, una lúcida percepción del pensamiento, de la mente y el corazón.

Me temo que el interlocutor se sentirá decepcionado. El quiere saber si hay o no hay una vida futura, quiere una respuesta categórica, “sí” o “no”. Me temo que no puede haber una respuesta categórica. Cuídense de las respuestas categóricas “sí” o “no”. ¿Acaso no es en verdad más importante saber cómo vivir que averiguar lo que ocurre cuando uno muere? Sólo el que ya está muriendo, no el que está vivo, desea saber qué ocurre después de la muerte. Investiguemos, pues, si podemos vivir ricamente, humanamente, completamente, divinamente, en lugar de averiguar qué se encuentra más allá. Entonces descubrirán lo que se encuentra más allá, lo descubrirán cuando sepan cómo vivir suprema e inteligentemente. Ese descubrimiento no es una cosa teórica, es un hecho; así descubrirán que ello tiene muy poca importancia, porque no hay tal cosa como “más allá”. La vida es una totalidad completa, sin comienzo ni final. Entonces ese éxtasis, esa sabiduría produce una integridad del vivir en el presente.

Pregunta: ¿Se volverán fascistas los ingleses, y es ése un movimiento progresista?

KRISHNAMURTI: Ningún movimiento basado en el espíritu posesivo, que mantiene las divisiones de clase, que promueve el miedo, puede ser progresista o un verdadero movimiento. He leído algunos libros fascistas, y hablan del derecho divino de las posesiones, sostienen las divisiones de clase, la nacionalidad, las limitaciones de las fronteras. Por cierto, ése no puede ser un movimiento humano. Mientras que un movimiento que destruye estas cosas y ayuda a la gente a comprender y a pensar es, indudablemente, un movimiento verdadero, espiritual, humano. Estos movimientos son alentados o desalentados por individuos como ustedes. Si tales movimientos satisfacen sus exigencias o su afán posesivo, si garantizan la fortaleza

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que han edificado para  mismos, sus propias inversiones espirituales o mundanas, ustedes los alientan; y desalientan esos movimientos que tratan de desestimar y ayudan a destruir aquello que muestra la falsedad del espíritu posesivo. Para mí, no hay tal cosa como un instinto humano de posesión. Todo afán posesivo es una cosa artificial creada por una sociedad artificial errónea. Instintivamente, los seres humanos no son posesivos. Han sido educados así por las circunstancias que ellos han creado. Por lo tanto, tiene muy poca importancia si el movimiento fascista es o no es progresista. Lo importante es si ustedes, como individuos, ven que, mientras en el mundo con sus gobiernos exista este continuo engrandecimiento propio, ya sea de manera sutil, consciente o inconsciente, mientras exista esta importancia propia, tanto espiritual como mundana, tienen que existir el sufrimiento, los continuos gritos de dolor, las guerras, la explotación, y no habrá verdadero amor. Por lo tanto, es cosa de ustedes, como individuos, pensar de un modo nuevo, descubrir, averiguar si toda la base de su pensamiento y de su acción descansa en esta limitada conciencia egocéntrica.

 egocéntrica.


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