SEGUNDA PLÁTICA EN SAO PAULO
(Esta plática contiene también lo sustancial de la primera plática ofrecida en Sao Paulo, el 21 de abril de 1935)
Amigos :
Se me han formulado muchas preguntas relacionadas con el futuro de los individuos y sus perspectivas, si triunfarán en ciertos asuntos, si deben dejar este país y establecerse en Norteamérica, cuál es la persona apropiada para casarse con ella y así sucesivamente. No puedo contestar a tales preguntas, porque no soy un adivino. Sé que son cuestiones reales y perturbadoras, pero cada cual tiene que resolverlas por sí mismo.
Entre las preguntas que me han planteado he escogido aquéllas que son representativas; pero siento que sería inútil y una pérdida de tiempo para ustedes y para mí, si lo que voy a decir -y lo que he dicho- fuera aceptado como una teoría filosófica para entretenimiento de la mente. Tengo algo vital que comunicar y que es aplicable a la vida; cuando eso se comprenda, ayudará a resolver los numerosos problemas que les preocupan en la vida cotidiana.
No respondo a estas preguntas desde ningún punto de vista particular, porque siento que todos los problemas deben ser abordados no separadamente, sino como un todo. Si podemos hacer esto, nuestros pensamientos y nuestros actos serán razonables y equilibrados.
Por favor, no desechen algunas de estas preguntas considerándolas burguesas o formuladas por la clase ociosa. Son problemas humanos y deben ser considerados como tales, no como pertenecientes a alguna clase determinada.
Pregunta: ¿Cómo considera usted la mediumnidad y la comunicación con los espíritus de los muertos?
KRISEINAMURTI: Ustedes pueden reírse de ello o tomarlo seriamente. En primer lugar, no discutamos si los espíritus existen o no; consideremos más bien el deseo que nos impulsa a comunicarnos con ellos, porque ésa es la parte más importante de la cuestión.
Casi todas las personas que se interesan en esta clase de cosas, en su comunicación con los muertos lo que desean es ser guiadas, que se les diga lo que tienen que hacer, pues se encuentran en una constante incertidumbre respecto de sus acciones y esperan que, comunicándose con los que han muerto, hallarán una guía, ahorrándose así el esfuerzo de pensar. Por lo tanto, lo que desean es ser aconsejadas, dirigidas, a fin de no tener que cometer errores y sufrir. Es la misma actitud que algunos tienen con respecto a los Maestros, esos seres que se consideran más avanzados y, por consiguiente, capaces de dirigir al hombre por intermedio de mensajeros, etcétera.
Este culto de la autoridad niega por completo la comprensión. El deseo de no sufrir engendra la explotación. Así, esta búsqueda de la autoridad destruye la plenitud de la acción, y la guía produce irresponsabilidad, porque hay un fuerte deseo de viajar por la vida sin conflicto, sin sufrimiento. Por esta razón uno tiene creencias, ideales, sistemas, en la esperanza de poder evitar la lucha y el sufrimiento. Pero estas creencias, estos ideales, que se han convertido en escapes, son la verdadera causa del conflicto, crean grandes ilusiones, grandes sufrimientos. Mientras la mente busque ser consolada, guiada por la autoridad, la causa del sufrimiento, de la ignorancia no podrá disolverse jamás.
Pregunta: A fin de alcanzar la verdad, ¿debe uno abstenerse del casamiento y la procreación?
KRISHNAMURTI: La verdad no es un objetivo que pueda ser alcanzado por medio de ciertas acciones. Es esa comprensión nacida del constante ajuste a la vida, lo cual exige gran inteligencia; y a causa de que muy pocos son capaces de este ajuste al movimiento de la vida, ajuste exento de todo carácter autodefensivo, la gente crea ciertas teorías, ciertos ideales, esperando guiarse por ellos. Así está el hombre atrapado en la estructura de las tradiciones, de los prejuicios, atado a moralidades dictadas por el temor y el deseo de conservación propia. Esto ha ocurrido porque somos incapaces de discernir continuamente el significado de la vida en movimiento constante, y así hemos desarrollado ciertos “debo” y “no debo”. Un vivir rico y completo -entiendo por tal una vida en extremo inteligente, no una existencia autoprotectora, defensiva, exige una mente libre de todos los tabúes, miedos y supersticiones, libre de los “debo” y “no debo”, y esto sólo puede ocurrir cuando la mente comprende por completo el significado y la causa del temor.
Para la mayoría de las personas hay conflicto, sufrimiento, y un amoldamiento incesante en el matrimonio; y para muchos, el deseo de alcanzar la verdad no es sino una forma de escapar de esta lucha.
Pregunta: Usted niega la religión, niega a Dios y la inmortalidad. ¿Cómo puede la humanidad llegar a ser más perfecta y, por lo tanto, más feliz, sin creer en estas cosas fundamentales?
KRISHNAMURTI: A causa de que para ustedes Dios, la inmortalidad, es sólo una creencia, a causa de que meramente creen en estas cosas, hay tanta desdicha, tanto sufrimiento, tanta explotación. Uno puede descubrir si la verdad, la inmortalidad existe, sólo en la plenitud de la acción misma, no por medio de alguna creencia, cualquiera que sea, no por medio de la aseveración autoritaria de otro. Sólo en la plenitud de la acción misma se revela la realidad.
Ahora bien, para la mayoría de la gente, la religión, Dios, la inmortalidad son simplemente medios de escape. La religión ha ayudado al hombre a escapar meramente del conflicto, del sufrimiento de la vida y, por lo tanto, de la posibilidad de comprenderla. Cuando ustedes están en conflicto con la vida, con sus problemas de sexo, explotación, celos, crueldad y demás, como no desean comprenderlos fundamentalmente -porque comprenderlos exige acción, una acción inteligente- y como no están dispuestos a hacer el esfuerzo, inconscientemente procuran escapar hacia esos ideales, valores, hacia esas creencias que les han sido transmitidas. Así, la inmortalidad. Dios y la religión se han convertido en meros refugios para una mente en conflicto.
A mi entender, tanto el que cree como el que no cree en Dios y la inmortalidad, están equivocados, porque la mente no puede comprender la realidad hasta que se halla completamente libre de todas las ilusiones. Sólo entonces puede uno afirmar -no creer o negar- la realidad de Dios y la inmortalidad. Cuando la mente está por completo libre de los numerosos obstáculos y las muchas limitaciones que tienen su origen en el sentimiento de autoprotección, cuando está abierta, totalmente desnuda, vulnerable en el acto de comprender la causa de la ilusión que ella misma ha creado, sólo entonces desaparecen todas las creencias y ceden su lugar a la realidad.
Pregunta: ¿Está usted contra la institución de la familia?
KRISHNAMURTI: Lo estoy si la familia es el centro de explotación, si está basada en la explotación. (Aplausos) Por favor, ¿de qué sirve que estén meramente de acuerdo conmigo? Para cambiar esto tienen que actuar. El deseo de perpetuarse crea una familia que se vuelve el centro de la explotación. De manera que la pregunta es: ¿Puede uno vivir sin explotar? No si la vida de familia es correcta o incorrecta, sino si la familia, las posesiones, el poder, no son el resultado del deseo de seguridad, de peipetuación propia. Mientras existe este deseo, la familia se vuelve el centro de explotación.
¿Podemos vivir alguna vez sin la explotación? Yo digo que podemos. Tiene que haber explotación mientras luchemos por protegemos a nosotros mismos; mientras la mente esté buscando seguridad, consuelo por medio de la familia, de la religión, de la tradición o la autoridad, tiene que haber explotación. Y la explotación cesa sólo cuando la mente discierne lo falso de la seguridad y no está más entrampada en su propio poder de crear ilusiones. Si están dispuestos a experimentar con lo que digo, comprenderán que no estoy destruyendo el deseo, sino que pueden vivir en este mundo de manera espléndida y sensata, sin limitaciones, sin sufrimientos. Pueden descubrir esto sólo experimentándolo, no negándolo, no resignándose ni meramente imitando. Donde funciona la inteligencia no puede haber explotación. Y la inteligencia deja de funcionar cuando hay temor y deseo de seguridad.
Casi todos esperan que haya un cambio capaz de alterar milagrosamente este sistema de explotación. Esperan revoluciones que satisfagan sus esperanzas, sus anhelos incumplidos; pero al esperar eso, están muriendo lentamente. Porque yo pienso que las meras revoluciones no cambian los deseos fundamentales. Pero si el individuo empieza a actuar con inteligencia, sin compulsión, sin tener en cuenta las condiciones presentes o las que las revoluciones prometen en el futuro, entonces hay una riqueza, una plenitud cuyo éxtasis no puede ser destruido.
24 de abril de 1 935
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