OBRA COMPLETA - J.K. - TOMO 3 - CONTINUACIÓN -

 Ommeriy Holanda , 1936


PRIMERA PLÁTICA EN OMMEN


Amigos:

Me alegra mucho verlos aquí después de varios años, y espero que este campamento llegue a ser esclarecedoramente útil para cada uno de ustedes. Espero también que hagan todo lo posible por comprender lo que trataré de explicar, y que esa comprensión la trasladen a sus actos.

Quisiera que consideren sin prejuicio alguno lo que digo, o sea, sin esas reacciones instintivas que impiden el claro y genuino pensar.

Todavía nosotros no somos un grupo selecto de personas al margen de este mundo conflictivo. Formamos parte de él, con su caos, su desdicha, su incertidumbre, con sus fuerzas políticas antagónicas, sus odios raciales y nacionales, con sus guerras y sus cmeldades. No somos, hasta ahora, un grupo aparte, ni tampoco individuos plenamente activos que, con comprensión profunda, se oponen a la actual civilización. Estamos aquí para comprender por nosotros mismos ese proceso de la conciencia que tiene su foco en cada individuo: al hacerlo, desecharemos inevitablemente los valores falsos que han llegado a ser nuestros principios rectores en todo el mundo.

Aunque ustedes, como individuos pertenecientes a cierta clase o nación y que sostienen determinadas creencias, puedan no estar envueltos en estos odios y conflictos — desafortunadamente, quizá se hayan protegido a sí mismos mediante distintas formas de seguridad — , deben tener, no obstante, una actitud definida respecto de esta civilización con sus actividades políticas, sociales, estéticas y religiosas. Esta actitud conducente a la acción, tiene que consistir en la comprensión del proceso de la conciencia individual.

El acento puesto en la comprensión de la conciencia individual, no debe ser interpretado como un modo de fomentar el egocentrismo o de limitar la acción ampliamente comprensiva. Sólo gracias a la comprensión del proceso de la conciencia individual, puede haber una acción espontánea y verdadera que no siga incrementando el dolor y el conflicto. Por favor, traten de comprender plenamente este punto. Cuando hablo acerca de la conciencia individual, no me refiero a ese proceso de introspección y autoanálisis que limita generalmente toda actividad. Para dar origen a la plenitud de la acción, tiene que haber comprensión del proceso de la individualidad. No me interesa el progreso individual o colectivo ni la actividad de masas, sino sólo la verdadera comprensión, la cual producirá la actitud y la acción apropiadas hacia el trabajo, hacia el prójimo, hacia la sociedad en su conjunto. Debemos, pues, comprender profundamente el proceso de la individualidad con su conciencia. Debemos ser capaces de discernir comprensivamente en nosotros mismos la influencia de la masa a través de las tradiciones, los prejuicios raciales, los ideales y las creencias a las que nos hemos abandonado consciente o inconscientemente. Mientras estas cosas ejerzan dominio sobre nosotros seremos incapaces, como individuos, de desarrollar una acción clara, directa, simple y comprensiva. De modo que el énfasis que pongo en la individualidad, no debe ser mal interpretado como una forma de alentar la autoexpresión egoísta, ni debe entenderse como la aquiescencia colectiva respecto de una idea o de un principio. No debe ser usado como una excusa para someterse a un grupo de personas o a un conjunto de dirigentes, sino para generar la recta comprensión del proceso de la conciencia individual; sólo esa comprensión podrá dar origen a la acción espontánea y verdadera.

Para comprender este proceso de la individualidad, tiene que existir el impulso por saber, no el de especular o soñar.

Esta comprensión del proceso de la individualidad no debe confundirse con la aceptación de creencias o de una fe determinada, ni con la entrega de uno mismo a conclusiones y definiciones lógicas. Para saber realmente, no tiene que haber propensión a satisfacerse con una solución inmediata y superficial de los problemas. Muchas personas piensan que los problemas humanos serán resueltos en su mayoría con un mero reordenamiento económico. Por otra parte, muchos se satisfacen fácilmente con las explicaciones que se ocupan del más allá, o con la creencia en la reencarnación y esas cosas. Pero esto no es conocimiento, no es comprensión, es tan sólo un narcótico que satisface y embota a la mente y al corazón adoloridos. Para saber, para comprender, tiene que haber voluntad, persistencia, una curiosidad constante y esencial.

Así, pues, ¿que es la individualidad? Por favor, entiendan que no estoy acentuando el egotismo ni la necesidad da librarse de él. Pero cuando comprenden por sí mismos el proceso del "yo", entonces hay una posibilidad de ponerle fin. Para comprender este proceso debemos empezar por lo fundamental. Lo que llamamos "alma", ¿es algo real o es una ilusión? ¿Es algo único? ¿Existe separadamente y ejerce su influencia sobre el ser fisiológico y psicológico? ¿Sabremos, estudiando los tejidos y fluidos orgánicos, qué es el pensamiento, qué es la mente, qué es esa conciencia oculta en la materia viva? Estudiando su comportamiento social, ¿sabremos qué es el hombre? Los economistas y los físicos han dejado de lado todo esto, y nosotros, como individuos que sufren, debemos investigar esta cuestión de un modo sincero y profundo. Dado que tratamos de nosotros mismos, necesitamos gran persistencia, recto esfuerzo y paciencia, a fin de comprendernos. Los físicos, economistas y sociólogos pueden ofrecernos teorías, sistemas y técnicas, pero nosotros mismos tenemos que hacer los esfuerzos apropiados para comprender el proceso de nuestra conciencia, para penetrar a través de las muchas ilusiones y alcanzar la realidad.

Los filósofos han expuesto ciertas teorías y conceptos en relación con la conciencia y la individualidad. Existen múltiples puntos de vista, creencias y afirmaciones con respecto a la realidad. Cada uno de nosotros, mediante la introspección y la observación, se da cuenta de que hay una realidad viviente escondida en la materia, pero que juega un papel muy pequeño en nuestra vida cotidiana. Es negada en nuestras actividades, en nuestra conducta de todos los días. A causa de que hemos construido una serie de muros a base de recuerdos autoprotectores, se ha vuelto casi imposible saber qué es lo real, Como dije, hay muchas creencias, teorías, afirmaciones acerca de la individualidad — de sus procesos, de su conciencia y su continuidad — , y queda a cargo de ustedes la elección de lo verdadero entre estas variadas opciones y creencias. Tal elección es para aquéllos que no están dominados completamente por la autoridad de la tradición, de la creencia o del ideal, y para los que no se han comprometido intelectual o emocionalmente con la fe.

¿Cómo pueden elegir, entre estas contradicciones, lo que es verdadero: La comprensión de la verdad, ¿es un asunto de elección que incluye el estudio de diversas teorías, argumentaciones y conclusiones lógicas que sólo requieren un esfuerzo intelectual? ¿Nos conducirá esto a alguna parte? Tal vez a la argumentación intelectual, pero un hombre que sufre desea saber, y para él los conceptos y las teorías son totalmente inútiles. ¿O hay otro camino, una percepción libre de opciones? Es absolutamente esencial para nuestro bienestar, para nuestra acción y realización, comprender qué es la individualidad. Uno acude a los líderes religiosos, a los psicólogos y, quizás, a los científicos, y estudia y experimenta con sus teorías y conclusiones. Podrá ir de un especialista a otro y probar conforme al propio placer y a los métodos de ellos, pero el sufrimiento continúa igual. ¿Qué debe uno hacer?

La acción es vital, no así las opiniones y las conclusiones lógicas. Ustedes, como individuos, tienen que comprender el proceso de la conciencia mediante un discernimiento directo y sin opciones. La autoridad del ideal y del deseo impide y falsea el verdadero discernimiento. Cuando hay deseo, cuando la mente se halla presa en los opuestos, no puede haber discernimiento. Las reacciones psicológicas también impiden el verdadero discernimiento. Si dependemos de la opción, del conflicto de los opuestos, crearemos siempre una dualidad en nuestras acciones, engendrando de este modo dolor.

Tenemos que discernir, pues, por nosotros mismos la verdad, mediante una vida o una acción sin opciones. Sólo el discernimiento puede poner fin a este proceso autointoxicante de sufrimiento que persiste a causa de las actividades de la limitación.

Ahora bien, para discernir la verdad, el pensamiento debe ser imparcial, la mente debe estar libre de deseos y preferencias. Si se observan en la acción, verán que su deseo, a causa del trasfondo de la tradición, de los falsos valores y de los recuerdos autodefensivos, renueva a cada instante el proceso del "yo" que impide el verdadero discernimiento.

Para comprender, pues, el proceso de la conciencia, debe haber una percepción profunda y sin opciones. Una necesidad así surge sólo cuando hay sufrimiento. A fin de descubrir la causa del sufrimiento, la mente debe ser aguda, flexible, debe estar exenta de opciones, no embotada por el deseo ni sojuzgada por las teorías. Si no hay discernimiento del proceso de la conciencia individual, la acción creará siempre confusión, limitaciones y, por lo tanto, sufrimiento y conflicto. Mientras sigamos en este proceso, nuestra investigación debe interesarse en la causa de la misma. Pero, desafortunadamente, la mayoría de nosotros busca remedios. La comprensión de la causa del sufrimiento da origen, en la plenitud de nuestro ser, a un cambio sin que intervengan opciones de la voluntad. Entonces la experiencia, sin sus recuerdos acumulativos que impiden la comprensión y la acción, tiene un profundo significado.

La verdadera experiencia conduce, pues, al discernimiento respecto del proceso de la conciencia, proceso que constituye la individualidad y no puede intensificar la conciencia individual. Para discernir profundamente la causa del sufrimiento, no podemos separarnos del mundo, de la vida, y contemplar la conciencia como si fuera algo aislado, porque la conciencia sólo puede ser comprendida en el proceso mismo del vivir.

Este discernimiento profundo de la vida exenta de opciones, implica un gran estado de alerta y recto esfuerzo. Voy a explicar qué es para mí la conciencia que da origen a la individualidad, pero tengan la bondad de recordar que para ustedes esto no es un hecho, que sólo puede ser una teoría. Para conocer la realidad de ello, la mente de ustedes debe tenerla capacidad del discernimiento, de la percepción directa y sin opciones, debe estar libre del ansia de consuelo y seguridad. No basta con ser puramente lógicos. Únicamente mediante la propia experiencia sabrán si lo que digo es verdadero, y para que haya tal experiencia, la mente debe estar libre de las barreras que ella misma ha creado. Es sumamente difícil ser vulnerable, de modo tal que el movimiento de la vida pueda ser comprendido con una mente sensible, capaz de discernir lo que es perdurable y verdadero. A fin de comprender el proceso de la individualidad, se requiere gran inteligencia, no la intervención del intelecto. Para despertar esa inteligencia, tiene que existir un vivo deseo de saber, no de especular.

Por favor, tengan presente que lo que para mí es una certidumbre, un hecho, debe ser para ustedes una teoría, y la mera repetición de mis palabras no constituye el conocimiento y la realidad de ustedes; no puede ser sino una hipótesis, nada más. Sólo por medio de la experimentación y la acción podrán discernir dicha realidad. Y entonces será impersonal, ni de ustedes ni mía.

Ahora bien, toda vida es energía; condiciona y es condicionada, y esta energía, en su desarrollo espontáneo, crea su propio material: el cuerpo con sus células y sus sensaciones, la percepción., la discriminación y la conciencia.

Tanto la energía como las formas de energía están siempre entremezclándose, y esto hace que la conciencia parezca tanto conceptual como factual. La conciencia individual es el resultado de la ignorancia, de las tendencias, del deseo y el anhelo. Esta ignorancia no tiene comienzo y está compuesta de energía, la cual, en su desarrollo espontáneo es única para cada ser humano, y esto es lo que otorga su carácter singular a la individualidad.

La ignorancia no tiene comienzo pero se le puede poner fin. La propia comprensión de que la ignorancia se nutre a sí misma, pone fin a este proceso. Es decir, uno observa cómo mediante sus propias actividades está alimentando la ignorancia, cómo a causa del anhelo, que engendra temor, la ignorancia se mantiene, y cómo ésta da continuidad al proceso del "yo", a la conciencia. Esta ignorancia, este proceso del "yo", se mantiene por medio de sus propias actividades volitivas nacidas del deseo, del anhelo. Cuando deja de alimentarse a sí mismo, el proceso del "yo" se extingue. Ustedes me preguntarán: "¿Puedo vivir sin nada de deseo?". En las vidas de la mayoría de las personas, el deseo, el anhelo, juegan un papel tremendo; toda la existencia que vive es el vigoroso proceso del deseo y, por eso, no pueden imaginar la vida, con su abundancia y su belleza, con su relación y conducta, sin que en ello intervenga el deseo. Cuando uno empieza a discernir, a través de la experimentación, cómo la acción nacida del deseo crea sus propias limitaciones, hay un cambio de voluntad. Hasta entonces, lo que hay es un cambio en la voluntad. La actividad de la ignorancia que se nutre a sí misma es la que, al reconstituirse siempre, da su continuidad a la conciencia. El cambio fundamental de voluntad es inteligencia.

25 de julio de 1936



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