OBRA COMPLETA - TOMO 2 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 Ciudad de México, México, 1935


PRIMERA PLÁTICA EN LA CIUDAD DE MÉXICO


Amigos:

Como en los diarios se han hecho muchas afirmaciones incorrectas concernientes a mi persona, me gustaría rectificarlas antes de proseguir con mi plática. No soy un teósofo. No pertenezco a ningún partido, a ninguna secta ni religión, porque la religión es un notable obstáculo para la verdadera realización del hombre. Tampoco tengo el deseo de convertirlos a alguna clase de teorías y conclusiones fantásticas.

Ahora puede que me pregunten: “¿Qué es lo que usted quiere hacer? Si no desea ingresar en ninguna sociedad ni que aceptemos determinadas teorías, ¿qué es, entonces, lo que desea hacer?”

Lo que deseo hacer es ayudarlos, ayudar al individuo a cruzar la corriente del sufrimiento, de la confusión y el conflicto, mediante una realización completa y profunda. Esta realización no se encuentra en la egoísta expresión personal ni en la compulsión ni en la imitación. Tampoco en algún tipo de sentimientos y conclusiones fantásticas, sino que, gracias al claro pensar, a la acción inteligente, podremos cruzar esta corriente de la angustia y el dolor. Hay una realidad que puede ser comprendida sólo a través de una profunda y auténtica realización.

Antes de que podamos comprender la riqueza y belleza de la realización, la mente tiene que librarse del trasfondo de la tradición, del hábito y del prejuicio. Por ejemplo, si uno pertenece a un determinado partido, todas sus consideraciones políticas parten, naturalmente, del estrecho y limitado punto de vista de ese partido. Si a uno lo han criado, educado, condicionado en cierta religión, mira la vida a través del velo de prejuicio y oscuridad de esa religión. Ese trasfondo de tradición impide la comprensión completa de la vida y, por lo tanto, ocasiona confusión y sufrimiento.

Les rogaría que escucharan lo que tengo que decir, liberándose -al menos durante esta hora- del trasfondo en el que han sido educados, con sus tradiciones y prejuicios, y pensando de una manera simple y directa en los múltiples problemas humanos.

Ser auténticamente crítico no es estar en una actitud de oposición. La mayoría de nosotros ha sido educada para la oposición y no para el juicio crítico. Cuando un hombre meramente se opone, ello indica por lo general que tiene algún interés creado que desea proteger, y eso no es discernimiento profundo mediante el examen crítico. El verdadero juicio crítico radica en tratar de comprender el pleno significado de los valores sin el impedimento de las reacciones defensivas.

Vemos en todo el mundo extremos de pobreza y riqueza, abundancia y, al mismo tiempo, inanición; tenemos divisiones de clase y odios raciales, la estupidez del nacionalismo y la espantosa crueldad de la guerra. Hay explotación del hombre por el hombre; las religiones con sus intereses creados se han convertido en instrumentos de explotación que también separan al hombre del hombre. Hay ansiedad, confusión, frustración, desesperanza.

Vemos todo esto; forma parte de nuestra vida cotidiana. Atrapados como están en la rueda del sufrimiento, si son algo reflexivos deben haberse preguntado cómo pueden resolverse estos problemas humanos. O bien son ustedes conscientes del estado caótico del mundo, o están completamente adormecidos viviendo en un mundo fantástico, en una ilusión. Si se dan cuenta de estos problemas, deben estar tratando de resolverlos. Al tratar de resolverlos, algunos acuden para esa solución a los expertos y siguen sus ideas y teorías. Gradualmente, ellos mismos terminan por formar parte de un cuerpo exclusivo y, de ese modo, entran en conflicto con otros expertos y sus grupos; y el individuo llega a ser una mera herramienta en manos del grupo o del experto. O tratan ustedes de resolver estos problemas siguiendo un sistema particular, el cual, si lo examinan cuidadosamente, ven que se vuelve tan sólo otro instrumento para explotar al individuo. O piensan que, para cambiar toda esta crueldad y este horror, tiene que haber un movimiento de masas, una acción colectiva.

Ahora bien, la idea de un movimiento de masas llega a ser tan sólo un lema si cada uno de ustedes, el individuo que forma parte de la masa, no comprende la verdadera función que le corresponde. La verdadera acción colectiva puede tener lugar sólo cuando uno mismo, el individuo, que también es la masa, está despierto y asume, sin compulsión alguna, la plena responsabilidad por sus acciones.

Por favor, tengan presente que no les estoy dando un sistema de filosofía que puedan seguir ciegamente, sino que trato de despertar el deseo por la verdadera e inteligente realización, ya que sólo ésta puede generar un orden feliz y paz en el mundo.

Podrá haber un cambio fundamental y perdurable en el mundo, podrá haber amor e inteligente realización sólo cuando ustedes despierten y comiencen a liberarse de la red de las ilusiones, de las múltiples.

Ahora bien, la idea de un movimiento de masas llega a ser tan sólo un lema si cada uno de ustedes, el individuo que forma parte de la masa, no comprende la verdadera función que le corresponde. La verdadera acción colectiva puede tener lugar sólo cuando uno mismo, el individuo, que también es la masa, está despierto y asume, sin compulsión alguna, la plena responsabilidad por sus acciones.


Por favor, tengan presente que no les estoy dando un sistema de filosofía que puedan seguir ciegamente, sino que trato de despertar el deseo por la verdadera e inteligente realización, ya que sólo ésta puede generar un orden feliz y paz en el mundo.

Podrá haber un cambio fundamental y perdurable en el mundo, podrá haber amor e inteligente realización sólo cuando ustedes despierten y comiencen a liberarse de la red de las ilusiones, de las múltiples ilusiones que, a causa del temor, han creado con respecto a sí mismos.

Cuando la mente se libera de estos obstáculos, cuando existe ese profundo y espontáneo cambio interno, sólo entonces puede haber una genuina, duradera acción colectiva en la cual no hay posibilidad alguna de compulsión.

Tengan la bondad de entender que les hablo a ustedes como individuos, no hablo a un grupo colectivo o a un determinado partido. Si no despiertan a la plenitud de su responsabilidad, de su realización, entonces la función que, como seres humanos, tienen en la sociedad, ha de verse frustrada, limitada; y en eso hay dolor.

Así que la pregunta es: ¿Cómo puede ocurrir esta profunda revolución individual? Si hay una auténtica, espontánea revolución por parte del individuo, entonces crearán ustedes el medio apropiado para todos, sin distinción alguna de clase o raza. Entonces el mundo será una sola unidad humana.

¿De qué modo van ustedes a despertar, como individuos, a esta revolución profunda? Lo que voy a decir ahora no es complicado, es simple; pero, a causa de su misma simplicidad, me temo que lo rechacen considerándolo poco positivo. Lo que ustedes llaman positivo es que les den un plan definido, que les digan exactamente lo que deben hacer. Pero si pueden comprender por sí mismos cuáles son los obstáculos que se oponen a su profunda y auténtica realización, entonces no se volverán meros seguidores ni serán explotados. Todo seguimiento es nocivo para la plenitud de la realización.

Para tener esta profunda revolución, tienen que volverse conscientes de la estructura que han creado respecto de sí mismos y en la que ahora se hallan presos. Es decir, ahora tenemos ciertos valores e ideales, ciertas creencias que actúan como una malla para sujetar a la mente; y al cuestionar y comprender todo lo que significan, nos daremos cuenta de cómo han surgido a la existencia. Antes de que puedan actuar de manera plena y auténtica, deben conocer la prisión en la que están viviendo, cómo ha sido creada; examinándola sin defensa alguna, descubrirán por sí mismos su verdadero significado, significado que ninguna otra persona puede transmitirles. Mediante su propio despertar de la inteligencia, mediante su propio sufrimiento, descubrirán la manera de realizarse plena y verdaderamente.

Por medio de un pensar y una acción egoísta, cada uno de nosotros está buscando seguridad, certidumbre, tanto objetiva como subjetivamente. Si son conscientes de su propio pensamiento, verán que están persiguiendo, externa e internamente, la propia certidumbre y seguridad personal. En realidad, no hay una división absoluta de la vida tal como el mundo objetivo y el mundo subjetivo; hago esta división sólo por conveniencia práctica.

Objetivamente, esta búsqueda de seguridad y certidumbre egoísta se expresa por medio de la familia, la cual se vuelve un centro de explotación basado en la codicia. Si lo examinan verán que, lo que llaman amor a la familia, es nada más que afán posesivo.

Esa búsqueda de seguridad se expresa asimismo, mediante las divisiones de clase que desembocan en la estupidez del nacionalismo y el imperialismo, engendrando odios, antagonismos raciales y, finalmente, la crueldad de la guerra.

Así, a causa de nuestros propios deseos egoístas, hemos creado un mundo de nacionalidades y gobiernos soberanos en conflicto, cuya función es prepararse para la guerra y forzar al hombre a luchar contra el hombre.

Luego está la búsqueda de la seguridad y certidumbre egoístas, por intermedio de lo que llamamos religión. Crédulamente gustamos pensar que estas formas organizadas de creencia llamadas religiones han sido creadas por seres divinos. Somos nosotros mismos los que las hemos creado para nuestra propia conveniencia; en el curso de los siglos, estas religiones han llegado a santificarse, y ahora nos hemos esclavizado a ellas. Jamás puede haber religiones ideales, así que no perdamos nuestro tiempo discutiéndolas. Las religiones ideales sólo pueden existir en teoría, no en la realidad. Examinemos cómo hemos creado las religiones y de qué manera nos hemos esclavizado a ellas. Si las examinan a fondo tal como son, verán que no representan sino el interés creado de una creencia organizada que sujeta, separa y explota al hombre.

Tal como objetivamente buscan la seguridad, así también buscan subjetivamente una clase distinta de seguridad, de certidumbre a la que llaman inmortalidad. Anhelan una egoísta continuación en el más allá, y a esta continuación la llaman inmortalidad. Más adelante, en mis pláticas, explicaré qué es para mí la verdadera inmortalidad.

En su búsqueda de seguridad dan origen al temor, y así se someten a quien les promete esa inmortalidad. A causa del temor crean ustedes una autoridad espiritual, y para administrar esa autoridad hay sacerdotes que los explotan mediante la creencia, el dogma y el credo, mediante el espectáculo, la pompa, el boato; y eso es lo que llaman religión en todo el mundo. Se basa esencialmente en el temor, aunque puedan llamarlo amor a Dios o a la verdad; y si lo examinan inteligentemente, verán que es tan sólo el resultado del temor; por lo tanto, debe convertirse por fuerza en uno de los recursos para explotar al hombre. A causa de su propio deseo de inmortalidad, de continuación egoísta, ustedes han desarrollado esta ilusión a la que llaman religión y, consciente o inconscientemente, están atrapados en ella.

O quizá no pertenezcan a ninguna religión en particular, pero pueden pertenecer a alguna secta que sutilmente promete una recompensa, una sutil inflación del ego en el más allá. O tal vez no pertenezcan a ninguna sociedad o secta, pero puede haber un íntimo deseo, oculto y encubierto, de buscar la propia inmortalidad. Mientras exista, en cualquiera de sus formas, el deseo de continuación personal, tiene que haber temor, el cual no hace sino engendrar la autoridad, y de esto se derivan la sutil crueldad y la estupidez de someterse uno mismo a la explotación. Esta explotación es tan sutil, tan refinada, que uno llega a enamorarse de ella llamándola progreso espiritual y avance hacia la perfección.

Ahora bien, cada uno de ustedes, el individuo, debe estar consciente de toda esta intrincada estructura, consciente del origen del temor, y debe estar dispuesto a erradicarlo cualquiera que sea la consecuencia. Esto significa entrar individualmente en conflicto con los ideales y valores existentes; y cuando la mente se libera de lo falso, sólo entonces puede haber creación del medio correcto para el conjunto de la humanidad.

Lo que primero les concierne es tomar conciencia de la prisión; entonces verán que es el propio pensamiento el que está tratando continuamente de evitar el conflicto con los valores de la prisión. Este escape crea ideales que, por hermosos que sean, no son sino ilusiones. Es uno de los trucos de la mente escapar hacia un ideal, porque si no escapa, tiene que entrar directamente en conflicto con la prisión, con el medio. O sea, la mente prefiere escapar hacia una ilusión antes que enfrentarse al sufrimiento que surgirá inevitablemente cuando comience a cuestionar los valores, la moralidad, las religiones de la prisión. Lo importante, pues, es entrar en conflicto con las tradiciones y los valores de la sociedad y la religión en que están presos, y no escapar intelectualmente por medio de un ideal. Cuando comienzan a cuestionar estos valores, despiertan la verdadera inteligencia; esta inteligencia es lo único que puede resolver los innumerables problemas humanos.

Mientras la mente se encuentra atrapada en los valores falsos, no puede haber plenitud de realización. Sólo esa plenitud puede revelar la verdad, el movimiento de la vida eterna.

20 de octubre de 1935






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