OBRAS COMPLETAS - TOMO 2 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 SEGUNDA PLÁTICA EN SANTIAGO


Amigos:

Esta tarde quiero hablar brevemente acerca de la acción y la realización. Nos damos cuenta de la frustración y limitación que aparecen en el curso de nuestras acciones. Mediante un solo acto creamos, al parecer, muchos problemas, y nuestra vida se vuelve una serie interminable de ellos, con su conflicto y su desdicha. La mente, en su movimiento, parece aumentar su propia limitación, y la acción, que debería ser liberadora, tan sólo intensifica su propia frustración.

Para comprender este problema de la acción y la realización, la mente debe estar libre de la idea del interés creado. Donde hay interés creado, ya sea en un ideal, en una creencia, en una esperanza o en cualquier otra cosa, tiene que haber temor, y cualquier acción nacida del temor tiene que producir frustración, limitación.

Trataré de explicar cuáles son los obstáculos que impiden realmente la plenitud de realización. No voy a describir qué es la realización, porque la mera explicación de eso no puede indicarnos las limitaciones y la manera de liberar a la mente de ellas. Por favor, vean por qué es necesario comprender cuáles son los obstáculos y cómo han sido creados, y no qué es la realización. Si yo fuera a definir qué es ésta, la mente haría de ello un sistema rígido y se limitaría a imitarlo. El deseo mismo de realización se vuelve un gran obstáculo. Si, en vez de imitar, podemos descubrir por nosotros mismos cuáles son las limitaciones que mutilan la mente y nos libramos de ellas, entonces, en esa libertad misma, hay realización.

La realización no es, en tal caso, la búsqueda de seguridad. Cuando hay búsqueda de seguridad, de certidumbre, de consuelo, esa búsqueda debe engendrar temor. La mayoría de las personas, sutil o groseramente, anhela esta seguridad y con sus actos crea temor. Así, donde hay temor, hay un anhelo profundo de certidumbre. Este deseo crea sus propias limitaciones, y una de ellas es la autoridad o la compulsión.

Existen muchas expresiones sutiles de la autoridad. Esta se expresa mediante el deseo de seguir un ideal, un sistema o a una persona. ¿Por qué queremos seguir un ideal? La vida es caótica, conflictiva, está llena de dificultades, y pensamos que, si pudiéramos encontrar un ideal, seríamos capaces de guiarnos a través de esta dolorosa confusión. Pero en realidad, ¿qué es lo que hacemos? Creamos lo que llamamos un ideal, como un modo de escapar del conflicto, del sufrimiento. Al seguir un ideal y al sometemos a él, pensamos que seremos capaces de comprender nuestra vida contradictoria y dolorosa. En vez de liberamos de esas causas que nos impiden vivir humanamente, con amor, con consideración, tratamos de escapar hacia la ilusión de un ideal. Abrigamos la esperanza de que, moldeando nuestras mentes y nuestros corazones por medio de la disciplina, imitando ciertos ideales y ciertas creencias, alcanzaremos ese estado humano inteligente. En la imitación crea una actitud hipócrita hacia la vida. Con el deseo de escapar del movimiento de la vida, movimiento que pertenece siempre al presente, buscamos conocer el propósito de la vida. Con el deseo de escapar de la realidad, la mente se somete a la compulsión de ideales que son sólo recuerdos autoprotectores contra la vida.

Existe, pues, esta compulsión impuesta por los recuerdos autodefensivos. La mayoría de nosotros piensa que, gracias a una continua serie de experiencias, la mente puede liberarse de todas sus innumerables limitaciones. Pero no es así. Lo que ocurre es que cada experiencia deja en la mente ciertas cicatrices, recuerdos de autoprotección que son usados como instrumentos de defensa contra una nueva experiencia. O sea, uno tiene una experiencia y piensa que ha aprendido algo de ella. Lo que ha aprendido es a ser cauto, a no quedar atrapado otra vez en el dolor. De este modo, a través de cada experiencia, uno desarrolla ciertas capas de recuerdos que actúan como barreras entre la mente y el movimiento de la vida.

Los ideales y los recuerdos, con todo lo que significan, impiden que cada uno de nosotros viva de manera completa en la acción, en la experiencia. En vez de vivir la experiencia completamente, con la totalidad de nuestro ser, sacamos a relucir todos nuestros prejuicios de ideales, de moralidades y recuerdos autoprotectores, y esas cosas impiden la realización. Donde no hay plenitud de realización, están siempre el miedo a la muerte y el pensamiento acerca del más allá. Así, poco a poco el presente, el movimiento creativo de la vida, pierde toda su belleza y significación, y sólo hay vacuidad y temor.

Si ha de haber verdadera realización, la mente debe estar libre de ideales y recuerdos con todo lo que significan. A causa del deseo de seguir, estos recuerdos e ideales se convierten en instrumentos de compulsión. Donde hay búsqueda de seguridad no puede haber realización.

Pregunta: Usted ha dicho a menudo: “Perciban y comprendan el pleno significado del medio” ¿Significa eso necesariamente entrar en conflicto con el medio? ¿O se trata de una mera percepción, sin que ésta se exprese dinámicamente en la acción?

KRISHNAMURTI: Si no hay acción, ¿cómo puede uno discernir verdaderamente? No puede haber discernimiento intelectual. O bien hay una comprensión profunda, o sólo la mera creación de una teoría. Si usted desea comprender el medio, no sólo el medio objetivo sino el subjetivo que es tan infinitamente sutil, entonces debe entrar, individualmente, en conflicto con él. Sólo en el conflicto, en el sufrimiento, usted, el individuo, comienza a discernir el verdadero significado de los valores, y como casi todos temen entrar en contacto con el sufrimiento, prefieren percibir su significado más bien desde el punto de vista intelectual. Dejan la responsabilidad de la acción a la masa, esa entidad vaga e irreal que, según esperan, cambiará milagrosamente el medio en que viven y así les traerá felicidad.

Para comprender profundamente el sutil significado del medio en que vive, usted, el individuo, debe tornarse consciente y romper con esas condiciones limitadoras, ya sean sociales, religiosas o tradicionales. La verdad, la belleza de la realidad, puede discernirse sólo cuando la mente se halla libre de temor; no con la osadía de la intelectualidad, sino con la ausencia de temor que implica la inseguridad absoluta. Esto sólo puede conocerlo a través de la acción.

Pregunta: ¿Tiene algún valor rogar a las grandes inteligencias para que nos ayuden en nuestra vida cotidiana?

KRISHNAMURTI: Ninguno en absoluto. Le explicaré lo que quiero decir. ¿Qué es lo que ocasiona desdicha, conflicto y sufrimiento en nuestra vida cotidiana? Las tradiciones, los valores morales egoístas, las imposiciones del interés creado, el apego, la codicia; estas cosas crean condiciones que impiden la felicidad humana. ¿Y de qué sirve rogar a alguien cuando usted, por medio de su propia inteligencia, puede transformar esta confusión espantosa? Como no estamos dispuestos a afrontar el sufrimiento, tratamos de escapar mediante la oración. Usted podrá escapar momentáneamente, pero la fuerza de su deseo vuelve a imponerse sumergiendo a la mente en la desdicha y la confusión. Lo que importa, pues, no es si tiene algún valor rogar; lo que importa es despertar esa inteligencia que es lo único que resolverá nuestras desdichas humanas. Una mente y un corazón endurecidos, que se han limitado a sí mismos a causa de sus temores egoístas, ruegan. Pero si hubiera amor, ustedes liberarían a la mente de sus propios temores egoístas; sólo éstos puede generar inteligencia y un orden feliz.

Pregunta: El amor liberado de su carácter posesivo, ¿no lleva a terminar con la reproducción y, por ende, a la extinción de la humanidad? Como esto parece ser poco inteligente, ¿no es el resultado de una creencia?

KRISHNAMURTI: Antes de que yo pueda decir si es el resultado de una creencia y, por lo tanto, poco inteligente, debemos comprender qué es nuestro amor en la actualidad. Es nada más que afán posesivo, excepto en aquellos raros momentos cuando conocemos el perfume del verdadero amor. Para controlar, para poseer, tenemos ciertas leyes a las que llamamos morales. Para mí, donde hay posesión no puede haber amor. Sin estar consciente de todas estas sutiles imposiciones y crueldades, usted dice: “Si nos libráramos de lo posesivo, ¿no nos desharíamos por completo del amor?” Para descubrirlo, tiene que experimentar, no puede limitarse a afirmarlo. Deje que la mente se libere por completo del apego, del afán posesivo; entonces lo sabrá.

Tenemos problemas sexuales cuando, a causa de nuestro carácter posesivo, hemos perdido el amor; queremos resolver estos problemas separadamente, aparte del resto de los problemas y de las dificultades humanas. Usted no puede aislar un problema humano y resolverlo individualmente, de manera exclusiva. Para comprender a fondo el problema del sexo y disolver sus dificultades, debemos saber dónde nos sentimos frustrados, dominados. A causa de las condiciones económicas, el individuo es convertido en una máquina y su trabajo no es realización sino compulsión. Donde debería haber liberación de la expresión individual a través del trabajo, hay frustración; y donde debería existir un pensar profundo y completo, hay temor, imposición, imitación. De esta manera, el problema del sexo se vuelve devastador e intrincado. Pensamos que podemos resolverlo exclusivamente, pero esto no es posible. Cuando el trabajo que hacemos llega a ser nuestra auténtica expresión, y cuando ya no existe el deseo de aferrarnos, a causa del temor, a creencias, tradiciones, ideales y religiones, entonces se manifiesta la exquisita realidad del amor. Donde hay amor, no hay sentido de posesión; el apego indica una frustración profunda.

Pregunta: ¿Tenemos nosotros que mejorar el orden de cosas creado por Dios mismo?

KRISHNAMURTI: Ésa es la actitud de un explotador. Quiere dejar que las cosas se queden como están, encontrándose él mismo del lado seguro. Pero pregúnteselo al hombre que está sufriendo, pregúnteselo al que vive cubierto de harapos en un cuchitril; entonces sabrá si las cosas deben ser dejadas como están. Tanto el pobre como el rico quieren que las cosas sigan como están; los pobres sienten temor de perder lo poco que tienen, y los ricos, de perder todo lo que tienen. Así, cuando hay miedo a la pérdida, a la incertidumbre, surge el deseo de no interferir con el orden de cosas que Dios o la naturaleza han creado.

Para dar origen a un orden humano feliz, tiene que haber, dentro de cada uno de ustedes, un cambio profundo, fundamental. Donde existe una continua adaptación al movimiento de la vida, de la verdad, jamás hay temor. Cada uno de ustedes debe sentir el veneno que significan la compulsión, la autoridad y la imitación. Cada uno debe sentir, a través de su propio sufrimiento, la inmensa necesidad de un cambio completo y radical de pensamiento y deseo, libre de la sutil búsqueda de sustituciones. Entonces el hombre conocerá la verdadera realización.

Pregunta: Si el dolor es necesario para la purificación de nuestras almas, ¿por qué terminar con el dolor mediante la comprensión de su causa?

KRISHNAMURTI: El dolor no purifica. ¿Por qué hay dolor? Cuando la mente se halla estancada, narcotizada y adormecida por creencias, mutilada por limitaciones, y es despertada por el movimiento de la vida, a ese despertar lo llamamos sufrimiento. Cuando nuestra seguridad se ve perturbada por la acción de la vida, a eso lo llamamos sufrimiento. En vez de ver que el sufrimiento es un obstáculo, tratamos de utilizarlo a fin de obtener algún otro resultado. Por medio de una ilusión no podemos llegar a la realidad.

Ahora bien, el dolor no hace sino indicar limitación, insuficiencia. Cuando uno discierne el impedimento del dolor, no puede hacer de él un instrumento de purificación. Usted tiene que desembarazarse de su limitación; tiene que comprender la causa y sus efectos. Si usa el dolor como un instrumento de purificación, sutilmente está derivando de él seguridad, consuelo. Esto sólo crea obstáculos ulteriores que impiden el despertar de la inteligencia. En estos numerosos obstáculos, en estos recuerdos autodefensivos, tiene su origen la conciencia limitada, el “yo”, que es la verdadera causa del sufrimiento.

Pregunta: ¿No piensa usted que es imposible que sus elevadas ideas y concepciones germinen en cerebros degenerados por vicios y enfermedades?

KRISHNAMURTI: Desde luego, eso es obvio. Pero el vicio es, por lo general, un hábito cultivado, un medio de escapar de la vida, de la inteligencia.

Tome la cuestión de la bebida. El interés creado vende aguardiente, y los gobiernos apoyan eso. Entonces ustedes forman sociedades de templanza y organizaciones religiosas para despertar al hombre a la crueldad y estupidez del alcoholismo. Por una parte, tienen el interés creado, y por la otra al reformador; y la víctima llega a ser el juguete de ambos. Si usted quiere ayudar al hombre, que es usted mismo, entonces verá que no lo exploten a causa de su propia estupidez. Esto requiere discernimiento de los valores existentes y percepción de su verdadero significado. A causa de la ilusión, de la estupidez, el hombre es explotado por el hombre. Después de rodearnos nosotros mismos de tantas limitaciones que impiden la felicidad, la bondad y el amor humanos, pensamos que nos libraremos de ellas buscando nuevas sustituciones. A causa de su codicia, de su miedo, usted crea las ilusiones y en esa malla ilusoria enreda también a su prójimo.

Pregunta: ¿Qué debe entenderse por Dios? ¿Es un ser personal que guía el universo, o es Dios un principio cósmico ?

KRISHNAMURTI: ¿Puedo preguntarle por qué quiere saberlo? O bien desea usted ser fortalecido más aún en sus creencias, o está buscando que yo le proporcione un medio para escapar del dolor y el conflicto. Si está pidiendo confirmación, entonces hay duda, la cual no debe ser calmada. Usted jamás pregunta a otro si está enamorado. Y si alguien le describiera la realidad, eso ya no sería lo real. ¿Cómo puede uno describir a otro qué es estar enamorado si el otro no lo sabe?

Ahora bien, yo digo que existe una realidad que no puede ser medida por las palabras. Usted no puede percibir esa realidad si tiene miedo, si hay limitaciones que destruyen la delicada flexibilidad de la mente y el corazón. Así que, en vez de preguntar qué es Dios, descubra si su mente y su corazón están esclavizados por ese miedo que engendra ilusión y limitación. Cuando la mente y el corazón se liberan de las defensas que se han impuesto a sí mismos, entonces, en la plenitud de la realización se comprende aquello que es.

Pregunta: En alguna de sus pláticas anteriores, usted ha dicho que el conflicto existe únicamente entre lo falso y lo falso, jamás entre lo verdadero y lo falso. ¿Tendría la bondad de explicar esto?

KRISHNAMURTI: No puede haber una lucha entre la luz y la oscuridad. La ilusión da origen al conflicto, no entre ella misma y la realidad, sino entre sus propias creaciones. Jamás hay conflicto entre la inteligencia y la estupidez.

Pregunta: Por favor, explique el significado de la acción pura. ¿Adviene cuando la vida se expresa a través del individuo liberado?

KRISHNAMURTI: Olvidémonos por un momento del individuo liberado y comprendamos lo que entendemos por acción.

La mente-corazón se enfrenta a la vida o a la experiencia con ciertas limitaciones y con prejuicios. En este contacto entre lo muerto y lo vivo, hay acción. El deseo busca satisfacerse. En su realización, en su acción hay dolor y placer, y la mente los registra. En la expresión de otros deseos, nuevamente hay dolor y placer y otra vez la mente los acumula. De este modo, la mente se convierte en el depósito de los recuerdos. Estos recuerdos actúan como advertencias. Así, la acción es cada vez más controlada y dirigida por estos recuerdos basados en el dolor y el placer, en la autodefensa. La acción, por originarse en deseos y recuerdos autoprotectores, está creando continuamente restricciones, limitaciones. Está la acción de los recuerdos autodefensivos, y hay una acción que se halla libre de este centro de limitación autoimpuesta.

Pregunta: ¿Se reserva usted frente al publico algo de lo que sabe?

KRISHNAMURTI: En la mayoría de las personas hay un deseo de ser exclusivas, de separarse de otras por medio del conocimiento, de los títulos, de las posesiones. Esta forma de aislamiento las fortalece en su engreimiento, en sus pequeñas vanidades. Nuestra sociedad, tanto la temporal como la así llamada espiritual, se basa en esta exclusividad jerárquica. Ceder a esta condición separativa, engendra las múltiples formas groseras y sutiles de explotación.

No tengo enseñanzas secretas para unos pocos. Naturalmente, están aquellos que desean profundizar más en lo que digo; pero si se vuelven exclusivos y crean un cuerpo secreto, es su propio deseo de ser exclusivos el que los incita a hacerlo.

KRISHNAMURTI: En la mayoría de las personas hay un deseo de ser exclusivas, de separarse de otras por medio del conocimiento, de los títulos, de las posesiones. Esta forma de aislamiento las fortalece en su engreimiento, en sus pequeñas vanidades. Nuestra sociedad, tanto la temporal como la así llamada espiritual, se basa en esta exclusividad jerárquica. Ceder a esta condición separativa, engendra las múltiples formas groseras y sutiles de explotación.

No tengo enseñanzas secretas para unos pocos. Naturalmente, están aquellos que desean profundizar más en lo que digo; pero si se vuelven exclusivos y crean un cuerpo secreto, es su propio deseo de ser exclusivos el que los incita a hacerlo.

Pregunta: ¿Cree usted en Dios?

KRISHNAMURTI: O bien formula usted esta pregunta por curiosidad de averiguar lo que pienso, o desea descubrir si Dios existe. Si es por mera curiosidad, no hay respuesta, naturalmente, pero si quiere descubrir por sí mismo si Dios existe, entonces debe abordar este interrogante sin prejuicio alguno; tiene que llegar a él con una mente fresca, ni creyendo ni descreyendo. Si yo dijera que Dios existe, usted lo aceptaría como una creencia y agregaría esa creencia a las otras creencias muertas que ya tiene. O, si yo dijera que no existe, eso se volvería un mero y conveniente apoyo para el no creyente.

Si un hombre está verdaderamente deseoso de saber, no deje que busque a Dios, la realidad, la vida, lo cual sólo será un escape respecto del dolor, del conflicto; deje, más bien, que comprenda la causa misma del dolor, del conflicto, y cuando la mente se libere de esa causa, él sabrá. Cuando la mente sea vulnerable, cuando haya perdido todo apoyo y no busque explicaciones, cuando esté desnuda, conocerá la bienaventuranza de la verdad.

7 de septiembre de 1935

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