OBRA COMPLETA - TOMO 3 - CONTINUACIÓN -

 OCTAVA PLÁTICA EN OMMEN

Espero que hayan pasado estos diez días pensando resueltamente en todo esto, porque ahora tendrán que volver a afrontar la rutina cotidiana de conflictos y problemas en un mundo enloquecido por el odio. Durante estos pocos días hemos estado tratando de comprender de qué modo podemos abordar los múltiples y complejos problemas del hombre. Si no nos adentramos profundamente en todo el proceso de la lucha humana, el mero hecho de responder superficialmente a las reacciones sólo puede conducir a mayores conflictos y sufrimientos. Confío en que este campamento nos haya dado, a cada uno de nosotros, la oportunidad de pensar de un modo integral, pleno y verdadero. Al salir nuevamente al mundo, cada cual deberá manejárselas con los numerosos problemas de su ambiente religioso, social y económico y con sus conflictivas y dolorosas divisiones.

Rastreando cada problema hasta su origen, ¿nos libraremos de los conflictos? Estudiando las reacciones, ¿podremos percibir la causa de todos nuestros actos? La ciencia y la religión con sus aseveraciones en conflicto, sólo han creado división en la mente. ¿Cómo podemos nosotros, con nuestros sutiles e intrincados problemas, saber cuál es el verdadero centro o la causa real de toda acción con su conflicto y su sufrimiento? Hasta que descubramos por nosotros mismos este centro de acción y lo discernamos comprensivamente, integralmente, el mero analizar las reacciones o confiar en la fe, no hará que nuestra mente se libere de la ignorancia y del dolor.

Si discernimos plenamente el centro de toda acción, produciremos un cambio tremendo en nuestras actividades y en nuestra perspectiva de la vida. Sin comprender el proceso de la acción, es completamente inútil el mero entretenerse con reformas sociales o cambios económicos; pueden producir resultados, pero sólo se tratará de remedios superficiales.

Hay múltiples fuerzas o energías únicas y separadas que operan en el mundo y que no pueden ser comprendidas en su totalidad. Sólo podemos comprender de modo fundamental e integral, la energía que tiene su foco en cada uno de nosotros y que es el "yo". Es el único proceso que podemos comprender.

Para comprender el proceso de esta energía única, el "yo", se necesita un discernimiento profundo, no el estudio de deducciones y análisis intelectuales. Debemos tener una mente capaz de gran flexibilidad. Una mente cargada de deseo y temor, una mente que crea opuestos desde los cuales surge la opción, es incapaz de discernir el proceso sutil del "yo", el centro de toda acción. Como lo he explicado, esta energía es única en cada caso; condiciona y es condicionada al mismo tiempo. Crea su propia limitación mediante sus actividades nacidas de la ignorancia. Esta energía única que opera en cada uno de nosotros y que no tiene comienzo, en su desarrollo autónomo llega a constituirse en la conciencia, el proceso del "yo".

Esta conciencia, que se condiciona a sí misma mediante sus propias actividades volitivas, este proceso egocéntrico de ignorancia, deseos, temores e ilusiones, es el centro de la acción. Este centro se está reconstituyendo continuamente y creando de nuevo su limitación a causa de sus propias actividades originadas en la voluntad; por eso hay siempre conflicto, pena, dolor. Tiene que haber un cambio fundamental en la conciencia, en este centro mismo de la acción; la mera disciplina y la autoridad de los ideales no pueden poder fin al sufrimiento, al dolor. Es preciso discernir que el proceso del "yo", con su miedo y su ilusión, es transitorio y, por consiguiente, puede ser disuelto.

Muchos de ustedes creen sutilmente que el "yo" es eterno, divino, y que sin el "yo" no puede haber actividad no puede haber amor, y que con la terminación del proceso del "yo" sólo puede haber aniquilación. Así que primero deben discernir profundamente por sí mismos si el proceso del "yo" es perdurable o si es transitorio. Deben conocer su naturaleza, su ser. Esta es una tarea muy difícil, porque casi todos ustedes han sido educados, por medio de la fe, en la tradición religiosa que les hace aferrarse al "yo" y les impide percibir su verdadera esencia. Algunos, que han descartado las creencias religiosas sólo para aceptar los dogmas científicos, encontrarán igualmente difícil conocer la verdadera naturaleza del centro de acción. La investigación superficial en la naturaleza del "yo", o la afirmación casual de su divinidad, no hacen Sino indicar una falta esencial de comprensión acerca de la naturaleza del proceso que da existencia al "yo".

Ustedes pueden discernir por sí mismos dicho proceso, tal como yo conozco por mí mismo su verdadera naturaleza. Cuando digo esto, no es para alentar una creencia en mi comprensión del proceso del "yo". Sólo cuando cada uno de ustedes sepa por sí mismo qué es este proceso, podrá ponerle fin.


Con la cesación del proceso del "yo" hay un cambio de voluntad, y sólo este cambio puede terminar con el sufrimiento. Ningún sistema, ninguna disciplina puede producir el cambio de voluntad. Tomen conciencia del proceso del "yo". En la percepción alerta sin opciones, cesa la dualidad que sólo existe en la acción del deseo, del temor y la ignorancia. Simplemente opera la percepción del actor con sus recuerdos, deseos, temores y acciones; el centro único se percibe a sí mismo sin objetivarse.

El mero control o la compulsión, un deseo imponiéndose sobre otro deseo, la simple sustitución, no son sino un cambio en la voluntad, el cual jamás puede terminar con el sufrimiento. El cambio en la voluntad es un cambio dentro de la limitación, cambio que condiciona aún más el pensamiento y se deriva en reformas superficiales. Si hay un cambio de voluntad mediante la comprensión del proceso del "yo", entonces hay inteligencia, intuición creativa; sólo ésta pueda dar origen a una relación armoniosa con los individuos, con el medio. Gracias al discernimiento respecto del proceso del "yo", surge el estado de percepción alerta. Esta es acción espontánea y sin opciones, no la acción que nace de la discriminación que sopesa un acto frente a otro, una reacción frente a otra, un hábito de pensamiento frente a otro. Cuando hay una comprensión plena y, por lo anto, llega a su fin el proceso del "yo", surge una vida libre de opciones, una vida de plenitud, de bienaventuranza.

Pregunta: Cuando uno se topa con esas personas que están presas en el pensamiento colectivo y la psicología de masas y que son responsables de gran parte del caos que nos rodea, ¿ cómo puede liberarlas de su mentalidad colectiva y mostrarles la necesidad del pensamiento individual ?

KRISHNAMURTI: Primero libérese usted mismo de la psicología de masas, de la irreflexión colectiva. Este liberar al pensamiento, de las estupideces de siglos, es una tarea muy difícil. La irreflexión y la estupidez de la masa existen en nosotros. Nosotros somos la masa, conscientes de algunas de sus estupideces y cmeldades, pero en su mayor parte inconscientes de sus abrumadores prejuicios y sus falsos valores e ideales. Antes de que pueda liberar a otro, debe usted librarse del gran poder que ejercen esos deseos y temores. O sea, debe conocer por sí mismo cuáles son las estupideces, cuáles son esos valores que condicionan la vida y la acción. Algunos de ustedes tienen conciencia de los valores obviamente falsos que implican el odio, las divisiones nacionales y la explotación, pero no han discernido el proceso de estas limitaciones al punto de liberarse de ellas. Cuando usted comience a percibir los valores falsos que lo aprisionan y discierna su significado, verá qué cambio tremendo tiene lugar en su interior. Sólo entonces podrá ayudar de veras a otro. Aunque tal vez no llegue a convertirse en líder de grandes multitudes, aunque no lleve a cabo reformas espectaculares, si capta realmente el significado de lo que estoy diciendo, llegará a ser corno un oasis en medio de un desierto ardiente, como un fulgor en la oscuridad.

La terminación del proceso del "yo" es el comienzo de la sabiduría; sólo esta podrá dar origen a un orden inteligente y traer felicidad a este mundo caótico.

Pregunta: Algunos de nosotros lo hemos escuchado durante diez años y si bien, como usted lo ha señalado alentadoramente, podemos haber cambiado un poco, no lo hemos hecho de una manera radical. ¿Por que ocurre esto? ¿Debemos esperar a que nos impulse el sufrimiento?

KRISHNAMURTI: Yo no creo que usted deba esperar el impulso del sufrimiento para cambiar radicalmente. Está sufriendo ahora. Puede ser inconsciente del conflicto y el dolor, pero está sufriendo. Lo que produce un cambio superficial es el pensamiento, que busca remedios superficiales, escapes y seguridad Un cambio profundo de voluntad puede tener lugar sólo cuando se comprende profundamente el proceso del "yo". Sólo en eso radica la plenitud de la inteligencia y del amor.

Pregunta: ¿Cuál es su idea de la evolución?

KRISHNAMURTI: Obviamente, existe lo simple y lo muy complejo; simplicidad y gran complejidad de la forma, simplicidad y gran sutileza del pensamiento: la rueda simple de hace miles de años y la compleja maquinaria de hoy en día. Lo simple que se torna complejo, ¿es evolución? Cuando usted habla de evolución, no piensa tan sólo en la evolución de la forma. Piensa en la sutil evolución de la conciencia a la que llama el "yo". De esto surge la pregunta: ¿hay un crecimiento, una continuación futura para la conciencia individual? ¿Puede el "yo" llegar a contener lo total, a ser permanente, perdurable?

Aquello que es susceptible de crecer, no es eterno. Lo perdurable, lo verdadero, está en perpetuo devenir. Es movimiento sin opciones. Usted me pregunta si el"'yo" evolucionará, si llegará a ser glorioso, divino. Espera que el tiempo destruya o aminore el dolor. Mientras la mente permanezca atada al tiempo, habrá conflicto y dolor. Mientras la conciencia se identifique, se renueve y se reconstituya como el "yo" mediante sus propias actividades determinadas por el miedo y sujetas al tiempo, tiene que haber sufrimiento. No es el tiempo lo que los liberará del sufrimiento. El ansia de experiencias, de oportunidades, el comparar recuerdos, no puede traer consigo la plenitud de la vida, el éxtasis de la verdad. La ignorancia busca perpetuar el proceso del "yo"; y la sabiduría llega cuando cesa la renovación automática de la conciencia limitada. La mera complejidad de lo acumulado no es sabiduría, inteligencia. La acumulación, el crecimiento, el tiempo, no dan origen a la plenitud de la vida. Una vida sin temor es el comienzo de la comprensión, la cual se halla siempre en el presente.

Pregunta: Como un ejemplo vivo de alguien que ha alcanzado la liberación, usted es una tremenda fuente de estímulo para nosotros que seguimos envueltos en el sufrimiento. ¿No existe el peligro de que, muy a nuestro pesar, este estimulo mismo pueda volverse un obstáculo para nosotros ?

KRISHNAMURTI: Espero no estar convirtiéndome para ustedes en un ejemplo a seguir por el hecho de que expongo, tanto el proceso del sufrimiento y la ignorancia, la ilusión de la mente, los valores falsos que crea el temor, como la libertad de lo verdadero. Un ejemplo es un obstáculo, nace del temor, el cual conduce hacia la compulsión y la imitación. Imitar a otro no es comprendernos. Si uno quiere conocerse a sí mismo, no pueda seguir a otro; tampoco puede haber recuerdos compulsivos que impiden revelarse al proceso del "yo". Cuando la mente ha dejado de escapar del sufrimiento hacia ilusiones y valores falsos, ese sufrimiento mismo trae comprensión sin que intervengan los falsos motivos de la recompensa y el castigo. El centro de la acción es la ignorancia y su resultado es el sufrimiento. El seguir a otro o el disciplinar la mente conforme a la autoridad de un ideal, no producirá la plenitud de la vida ni la bienaventuranza de la realidad.

Pregunta: ¿Existe en el mundo alguna manera por la que podamos poner fin al estúpido horror que vemos perpetrarse nuevamente en España?

KRISHNAMURTI: La guerra es el problema de la humanidad. ¿Cómo vamos a terminar con las barbaridades colectivas e individuales? Para despertar una acción de masas contra los horrores, las cmeldades y los absurdos de la presente civilización, tiene que haber una comprensión individual.

Empiece consigo mismo. Arranque de raíz los espantosamente crueles prejuicios y deseos, y conocerá un mundo feliz. Extirpe sus ambiciones personales y las sutiles explotaciones, la codicia y el ansia de poder. Entonces tendrá un mundo ordenado e inteligente. En tanto haya cmeldad y violencia en el individuo, el odio colectivo, el patriotismo y la lucha deben continuar.

Cuando comprenda su responsabilidad individual en la acción, habrá una posibilidad de paz, amor y relación armoniosa con su prójimo. Así será posible terminar con el horror de la contienda, el horror de la matanza entre seres humanos.

4 de agosto de 1936



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