QUINTA PLÁTICA EN OMMEN
Nuestras mentes se han convertido en el campo de batalla de ideales, temores e ilusiones, deseos y rechazos, frustraciones y esperanzas, regimentación y espontaneidad. ¿Podemos poner fin al conflicto en la mente sin crear, al propio tiempo, vacuidad, aridez y frustración? Podremos reprimir el conflicto por un tiempo forzando a la mente dentro de cierto molde, pero esto crea tan sólo ilusiones y desajustes en la vida. Casi todos tratamos de subyugar nuestros deseos o les damos completa libertad, pero con eso no termina el conflicto.
¿Existe un modo por el cual podamos terminar con el conflicto y el dolor sin destmir la inteligencia creativa y la plenitud integral de nuestro ser? ¿Puede haber alguna vez un vivir sin opciones, o sea, una acción exenta de rechazo o de deseo agresivo? ¿Puede haber una acción espontánea y, por eso, libre del conflicto de los opuestos? ¿Puede haber alguna vez una vida de plenitud sin el proceso agotador de la disciplina, el rechazo, el miedo y la frustración? ¿Es de algún modo posible tal estado de comprensión profunda? Me pregunto cuántos de ustedes tienen conciencia vital de este conflicto que se desarrolla en el campo de batalla de la muerte.
Una vida de plenitud, de acción sin opciones, una vida libre del proceso agotador del sometimiento y la sustitución, es posible. ¿Cómo ha de realizarse este estado? Los sistemas y los métodos no pueden producir tal estado de felicidad de la mente. Esta condición de una vida exenta de opciones debe surgir naturalmente, espontáneamente; no puede ser buscada, Un estado semejante no puede comprenderse o realizarse o conquistarse por medio de una disciplina, de un sistema. Mediante el adiestramiento, la disciplina y la compulsión, uno puede condicionar la mente, pero un condicionamiento así no puede nutrir el pensar ni despertar la inteligencia profunda. Una mente adiestrada de este modo es como un suelo estéril.
Pocos de nosotros estamos hondamente conscientes del conflicto con sus sufrimientos, sus sutiles, evasivas incertidumbres y, al mismo tiempo, ce esa lucha por alcanzar certidumbres en las cuales la mente pueda confiar para su consuelo y seguridad. La honda y vital conciencia del conflicto es como el labrado de la tierra. Sólo debe tener lugar el proceso de labrar la tierra; sólo debe tener lugar la percepción, sin opciones, del conflicto. Ahora bien, cuando hay conflicto existe, ya sea el deseo de escapar de él o el deseo de utilizarlo para un logro futuro. Pero sólo debe existir la profunda conciencia respecto del sufrimiento, del conflicto, la cual no es sino el labrado de la tierra; y la mente no debe permitirse la búsqueda de remedios, de sustituciones y escapes. Debe tener lugar el labrado de la tierra, la rebelión, la revolución de la mente y, no obstante, al mismo tiempo debe haber quietud, percepción silenciosa, sin rechazo, aceptación ni resignación. La mente, cuando se halla en conflicto, busca de inmediato un remedio, con lo cual crea artificialmente un escape para sí misma, impidiendo así la plena comprensión del sufrimiento. Sólo mediante el discernimiento espontáneo puede haber comprensión directa, la cual genera un ajuste a la vida, ajuste libre de toda opción. Donde hay imitación también debe haber temor, y la acción imitativa no es una acción inteligente. La disciplina de la compulsión, del temor, conduce al paulatino agotamiento mental, y así no puede existir esa espontánea relación directa con el medio, la cual constituye la única acción apropiada.
Esta acción puede tener lugar sólo cuando se comprende todo el proceso del "yo", que no es sino el proceso de la ignorancia. Mientras no haya discernimiento respecto del proceso de la conciencia, de este vasto complejo de ignorancia, recuerdos, deseos, tendencias, conflictos, la mera imitación de la conducta no puede producir un orden inteligente y armonioso en el mundo ni puede traer felicidad al hombre. Una limitación así puede generar un orden superficial en la estructura industrial y económica, pero no puede crear inteligencia. Para comprender el pleno significado del proceso del "yo", es esencial una inteligente persistencia, no una percepción casual, a ratos perdidos.
La acción que nace del deseo o del temor, sólo puede intensificar la ignorancia y aumentar la limitación: debido a eso, mantiene el proceso del "yo". Al cesar voluntariamente el deseo y el temor, se despierta la inteligencia. El despertar de la inteligencia es el comienzo de la acción basada en la verdad. Sólo esta inteligencia puede originar un ajuste espontáneo a la vida sin que intervenga la compulsión de las opciones.
Pregunta: ¿Cómo puedo despertar la inteligencia ?
KRISHNAMURTI: Donde no hay inteligencia, tiene que haber sufrimiento. La inteligencia puede ser despertada mediante la percepción sin opciones de la mente, la cual crea para sí misma escapes dividiéndose en diferentes partes, en deseos diferentes. Si la mente se da cuenta de estas divisiones ilusorias con sus valores propios, entonces tiene lugar el despertar de la inteligencia. El proceso de la opción consiste en un deseo que vence a otro deseo, una ilusión que disipa a otra, un conjunto de valores que se sustituye a sí mismo por otro. Esta dualidad en la conciencia perpetúa el conflicto y el dolor, y el conflicto es la falta de una acción integral.
Pregunta: Me doy cuenta de que la liberación del individuo es esencial, pero ¿cómo puede establecerse un orden social duradero sin que intervenga el esfuerzo de las masas?
KRISHNAMURTI: En todas mis pláticas he estado señalando la absoluta necesidad de la comprensión individual. El orden social es el resultado de la comprensión individual. El acento puesto en la liberación individual, no es una manera de alentar las actividades egoístas o la estrecha expresión de la personalidad. Sólo liberando al pensamiento de las limitaciones que hoy debilitan la mente, puede despertarse la inteligencia, y sólo la inteligencia es capaz de producir un genuino orden social. Ser responsable por las propias acciones e íntegro en el pensar, implica plenitud del ser, especialmente en un mundo donde el movimiento de masas parece ser de máxima importancia. Es relativamente fácil crear entusiasmo en las masas para una acción concertada, pero es muy difícil comprenderse uno mismo y actuar rectamente. Sólo gracias a la comprensión profunda puede haber cooperación y un orden social duradero.
Estas pláticas no tienen la intención de inducir un esfuerzo masivo o una acción concertada; sólo pueden contribuir a crear un esfuerzo y una comprensión individual y, de ese modo, liberar al individuo de la prisión constituida por las limitaciones que él mismo se ha creado. El despertar de la comprensión integral de uno mismo, que surge del discernimiento sin opciones, es lo único que podrá dar origen a un verdadero orden social libre de odio y de explotación.
Pregunta: El arte, ¿ pertenece al mundo de la ilusión o al de la realidad? ¿Cómo se relaciona el arte con la vida?
KRISHNAMURTI: El arte divorciado de la vida, carece de realidad. El arte no debe ser una expresión superficial de la vida humana basada en la dualidad, sino que debe ser una expresión integral del hombre como entidad indivisible. En la actualidad, el arte expresa tan sólo un aspecto del hombre y por eso, no hace sino acentuar la división. Así, pues, existe una extraña separación entre la vida real y el arte. Cuando el arte es la genuina expresión integral del hombre, de su vida y de sus actividades, entonces pertenece a la realidad y tiene una relación directa con nosotros y nuestro medio.
Pregunta: Cuando nos enfrentamos con la angustia que ocasiona la muerte de alguien a quien amamos intensamente, es difícil sostener que la vida es lo más esencial y que es inútil la consideración del más allá. Por otra parte, uno se pregunta si la vida es, al fin y al cabo, algo más que los procesos fisiológicos y biológicos condicionados por la herencia y el medio, como afirman algunos científicos. En medio de esta confusión, ¿qué puede uno hacer? ¿Cómo debe pensar y actuar para saber qué es lo verdadero?
KRISHNAMURTI: Como el interlocutor mismo lo señala, algunos científicos sostienen que la herencia explica las tendencias y peculiaridades individuales del hombre, y otros afirman que el hombre es el resultado del medio, un mero ente social. Entre estas confusas aseveraciones, ¿cuál hemos de escoger? ¿Qué es el hombre? ¿Cómo podemos comprender el significado de la muerte y la profunda angustia que la acompaña? Aceptando simplemente las diversas afirmaciones, ¿podemos resolver el dolor y el misterio de la muerte? ¿Somos capaces de elegir, entre estas explicaciones, aquélla que es verdadera? ¿Es un asunto de elección?
Lo que se elige no puede ser verdadero. Lo real no puede encontrarse entre los opuestos, porque los opuestos son tan sólo la influencia recíproca de las reacciones. Si lo verdadero no puede encontrarse en los opuestos, y lo que se elige no nos conduce hacia la comprensión de la verdad, ¿qué es, entonces, lo que podemos hacer? Usted debe comprender por sí mismo el proceso de su propio ser y no aceptar simplemente la investigación de los científicos o lo que afirman las religiones. Al discernir plenamente el proceso de su propio ser, será usted capaz de comprender el sufrimiento y la angustia de la soledad que llegan con la sombra de la muerte. Hasta que alcance a percibir profundamente; su propio proceso, es inevitable que la consideración del más allá, la teoría de la reencarnación y las explicaciones de los espiritistas, sigan siendo superficiales y ofrezcan un consuelo transitorio que no hace sino impedir el despertar de la inteligencia. El discernimiento es esencial para la comprensión del proceso del "yo". Sólo por medio del discernimiento pueden resolverse los numerosos problemas que constantemente se crea a sí mismo el proceso del "yo".
Ustedes tratan de librarse del sufrimiento acudiendo a las explicaciones, las drogas, la bebida, los entretenimientos o la resignación; sin embargo, el sufrimiento continúa. Si quieren poner fin al dolor, deben comprender el proceso de división que existe en la conciencia, el cual crea conflicto y convierte a la mente en un campo de batalla de múltiples deseos. Mediante el discernimiento libre de opciones, se despierta esa intuición creativa, la inteligencia; sólo ella puede liberar a la mente-corazón de los numerosos y sutiles procesos de la ignorancia, el deseo y el temor.
I de agosto de 1936
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