Pláticas Transmitidas por Radio , India, 1947- 48
UN MODO NUEVO DE ABORDAR LA VIDA
Nos damos cuenta de la confusión y del dolor que existen dentro y alrededor de nosotros. Política y socialmente, esta confusión no es una crisis pasajera como tantas que ha habido, sino una crisis de importancia extraordinaria. Han existido, en distintos períodos, guerras, depresiones económicas y convulsiones sociales. Pero esta crisis no puede compararse con osos cíclicos desastres, esta crisis no pertenece a ningún país en particular ni es la consecuencia de un determinado sistema, religioso o seglar; es una crisis en el valor y significado del hombre mismo.
No podemos, pues, pensar en función de reformas a base de remiendos, ni buscar sustituir un sistema por otro. Para comprender esta crisis, tiene que haber una revolución en el pensar y el sentir. Esta confusión con su dolor no es el resultado de meros acontecimientos externos, por catastróficos que puedan haber sido, sino que es el resultado del desorden y la desdicha que reinan en cada uno de nosotros. De modo que, sin comprender el problema individual, que es el problema del mundo, no puede haber paz y orden dentro ni fuera. Puesto que ustedes y yo hemos originado esta degradación, esta infelicidad, es totalmente inútil recurrir a un sistema para una transformación de las condiciones presentes. Dado que ustedes y yo somos responsables por el caos actual, ustedes y yo debemos originar en nosotros mismos la transformación de valores.
Esta transformación de valores no puede tener lugar mediante ninguna legislación ni puede producirla compulsivamente ningún tipo de agentes externos. Si acudimos a ellos encontraremos, repetidas, una confusión y una desdicha similares. Hemos sido reducidos a este estado de conflicto y desorden, por haber dado predominio a los valores sensorios, y estos valores engendran siempre embotamiento de la mente y del corazón. Los valores sensorios hacen que nuestra existencia se torne mecánica y carente de toda creatividad.
El alimento, la ropa y la vivienda no son un fin en sí mismos. Pero se convierten en un fin cuando no comprendemos la significación psicológica del hombre. La regeneración puede tener lugar sólo cuando uno como individuo, toma clara conciencia de esas condiciones que limitan el pensar y el sentir. Esta limitación es autoimpuesla por la mente, que está buscando siempre su propia seguridad por medio de la propiedad, de la familia y a través de la idea o la creencia. Esta búsqueda psicológica de seguridad necesita el cultivo de cosas producidas por la mano o por la mente. Y asi, las cosas, la familia, el nombre y la creencia se vuelven sumamente importantes, porque buscamos la felicidad por intermedio de ellas. Y como no podemos encontrarla, el pensamiento crea una forma superior de creencia, una forma superior de seguridad. En tanto la mente esté buscando la seguridad autoprotectora, no es posible comprender la relación entre los seres humanos; la relación es, entonces, mera gratificación mutua y no un proceso de conocimiento propio.
Es importante comprender el significado de la verdadero relación. No puede haber existencia en aislamiento. Ser es estar relacionado, y sin relación no hay existencia. La relación es reto y respuesta. La relación de uno con otro es la sociedad; la sociedad no es independiente de uno mismo; la masa no es una entidad separada, sino que es el producto de cada uno y de su relación con el otro. La relación es percepción de la acción reciproca que tiene lugar entre ambos. Ahora bien, ¿en qué se basa esa relación? Ustedes dicen que se basa en la interdependencia, en la ayuda mutua, etc ; pero, aparte de la pantalla emocional que proyectamos unos sobre otros, ¿en qué se fundamenta, de hecho, la relación? En la gratificación mutua, ¿no es así? Si yo no le agrado, usted se libra de mi de diferentes maneras; y, si le agrado, me acepta como su cónyuge, su vecino, su amigo, su gurú. Eso es lo que, en realidad, ocurre, ¿no es cierto? buscamos la relación donde hay gratificación, satisfacción mutua. Y cuando no la encontramos o no se nos da, cambiamos de relación o buscamos el divorcio; o, soportando lo que es, tratamos de encontrar satisfacción en otra parte,. Cambiamos de gurú, de Maestro, o ingresamos en otra organización. Vamos de una relación a otra hasta encontrar lo que buscamos, que es satisfacción, seguridad, consuelo y demás. Cuando buscamos gratificación en nuestras relaciones, el conflicto es inevitable. Cuando buscamos la seguridad, que es siempre evasiva, hay lucha por poseer, por dominar, y está el dolor de los celos, de la incertidumbre. Las exigencias egocéntricas, el afán posesivo, el deseo de seguridad y confortación psicológica, niegan el amor. Uno podrá hablar del amor como responsabilidad, deber, etc., pero de hecho no hay amor, lo cual es evidente en la estructura de la sociedad moderna. La manera como tratan ustedes a sus esposas y maridos, a sus hijos, vecinos, amigos, indica la falta de amor en la relación.
Cuál es, entonces, el significado de la relación? Si se observa a si mismo en la relación, ¿no encuentra que es un proceso de revelación propia? ¿Acaso su contacto con otro ser humano no revela, si está atento, el estado de su propio ser? La relación es un proceso autorrevelador, un proceso de conocimiento propio. Dado que revela pensamientos y actos inquietantes, desagradables, uno escapa de semejante relación hacia otra que lo conforte, que lo tranquilice. La relación llega a significar muy poco cuando se basa en la gratificación mutua; pero se torna muy significativa cuando es autorreveladora. Sólo cuando el otro se vuelve más importante que el amor mismo, comienza la relación de placer y dolor. Cuando uno se entrega total y completamente — cuando ama — , la relación no existe como gratificación mutua ni como proceso de autorrevelación No hay gratificación en el amor.
Un amor asi es algo maravilloso. En él no hay fricción alguna sino un estado de integración completa, de existencia extática. Existen tales momentos, raros, dichosos, jubilosos momentos, cuando hay amor, comunión plena. El amor se retira cuando el objeto del amor se vuelve lo más importante, entonces comienza el conflicto de la posesión, del miedo, de los celos. Por eso el amor se aleja, y cuanto más se aleja mayor llega a ser el problema de la relación, y ésta pierde su valor, su sentido. El amor no puede surgir por obra de la disciplina, por ningún medio, ni a causa de urgencia intelectual alguna. Es un estado del ser que adviene cuando han cesado las actividades del «yo». Estas actividades no deben ser sometidas a la disciplina ni reprimidas ni evitadas; deben ser comprendidas. Tiene que haber una percepción inteligente y, en consecuencia, comprensión de las actividades del «yo» en todas sus diferentes capas.
Sin conocimiento propio no puede haber recto pensar El recto pensar puede surgir únicamente cuando uno está alerta a cada pensamiento v sentimiento, a cada una de sus actividades. Gracias a esta percepción alerta en la que no puede haber condena, justificación ni identificación, cada pensamiento puede completarse y ser comprendido. Así, la mente comienza a liberarse de los impedimentos y de las servidumbres que ella misma se ha creado. Sólo en esta libertad puede manifestarse lo real.
De modo que nuestro problema no es la adhesión a tal o cual sistema particular de pensamiento — ya sea político o religioso — , sino que el individuo cobre conciencia de su propio conflicto, de su confusión y su dolor. Cuando se torna consciente de la lucha y el sufrimiento, la respuesta inevitable es escapar de ellos mediante creencias, actividades sociales, entretenimientos, o identificándose con la acción política, tanto de derecha como de izquierda. Pero la confusión y el dolor no se resuelven mediante escapes; éstos sólo intensifican la lucha y el sufrimiento.
Los escapes que las organizaciones religiosas ofrecen como medios de resolver esta confusión, carecen de valor para un hombre reflexivo, porque el Dios que ellas proponen es el Dios de la seguridad; no ofrecen la comprensión para el desorden y el sufrimiento que padecen los seres humanos. La idolatría, el culto de cosas producidas por la mano o por la mente, sólo ponen al hombre en contra del hombre; no ofrecen la disolución del dolor humano, sino un fácil escape, una distracción que embota el corazón y la mente. También ocurre con los sistemas políticos; en ellos el hombre encuentra fáciles escapes para su existencia actual.. Porque en ellos el presente se sacrifica por el futuro. Pero el presente es la única puerta a través de la cual puede llegar la comprensión. El futuro es siempre incierto, y sólo el presente puede ser transformado mediante la plena y profunda comprensión de lo que es. De modo que, las religiones organizadas y los sistemas políticos, no pueden resolver esta confusión y este dolor del hombre.
El hombre mismo, cada uno de nosotros, tiene que enfrentarse a esta confusión desechando todos los sistemas y todas las creencias, y debe tratar de comprender qué ocurre dentro de sí mismo. Porque lo que es uno, eso es el mundo; y el mundo no puede regenerarse si primero no se transforma uno mismo. Por lo tanto, el énfasis debe estar puesto no en la mera transformación del mundo, sino en la del individuo, usted; porque usted es el mundo y, sin usted, el mundo no existe. Para esta transformación, el líder — espiritual o seglar — llega a ser un obstáculo, un factor degenerativo en la civilización. Esta regeneración humana puede tener lugar sólo cuando —desechando todos los impedimentos tales como ei nacionalismo, las religiones organizadas, las creencias organizadas y aquellas barreras que ponen al hombre contra el hombre, barreras como la casta, la raza, los sistemas, etc. — uno se comprende a si mismo estando alerta a sus pensamientos, sentimientos y acciones de todos los días.
Sólo cuando el pensamiento está libre de los valores sensorios, puede haber realización de la verdad No hay sendero que conduzca hacia la verdad Usted debe lanzarse al mar inexplorado pata encontr arla La realidad no puede ser transmitida por otro, puesto que aquello que se transmite ya es conocido, y lo conocido no es lo real. La felicidad no se encuentra en la multiplicación de proyectos o sistemas ni en esos valores que ofrece la civilización moderna, sino que radica en la libertad que trae consigo la virtud; la virtud no es un fin en si misma, pero es esencial, poique sólo en esa libertad puede manifestarse lo real. La mera búsqueda y multiplicación de valores sensorios, sólo puede conducirnos a más confusión e infelicidad, a más guerras y desastres.
Podrá haber paz y orden en el mundo sólo cuando uno mismo, como individuo, gracias al conocimiento propio y al recto pensar — que no se encuentran en ningún libro ni pueden ser transmitidos por ningún Maestro — , deseche esos valores que generan lucha y confusión, El propósito del hombre no es este esfuerzo constante, esta desdicha, sino la realización del amor y la felicidad que nacen cuando damos con lo real.
Plática radiodifundida y publicada por gentileza de la All-India Radio, Madras.
16 de diciembre de 1947
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