QUINTA PLÁTICA EN EL ROBLEDAL
Esta mañana sólo voy a contestar preguntas. Estas pláticas y las respuestas serán de poca significación si permanecen solamente en el nivel verbal. La mayoría de nosotros busca estímulos y los encuentra de diversas maneras, pero estos estímulos se agotan pronto. Sólo la experiencia vital, profunda, mantiene a la mente-corazón flexible y alerta, pero tal experiencia está mucho más allá de la gratificación y del estimulo intelectual o emocional El sentir torna flexible a la razón, y esta flexibilidad de la razón, con la vulnerabilidad del sentir, generan la experiencia que, correctamente comprendida, es transformadora En todas las épocas y especialmente ahora, hubo y hay necesidad de transformación a través de la experiencia vital; esta transformación es esencial en un mundo que se ha vuelto totalmente despiadado, un mundo cuyos valores son predominantemente sensorios, un mundo corrupt^en su propia degradación. Sin experimentar amplia y profundamente el valor eterno, no encontraremos ninguna solución para nuestros problemas; cualquier respuesta que no sea la de lo real, sólo aumentará nuestra carga y nuestro dolor Para experimentar de ese modo, cada uno debe permanecer internamente solo, sin depender de ninguna autoridad, de ninguna organización, religiosa o seglar, porque la dependencia de cualquier clase crea incertidumbre y temor, impidiendo asi la experiencia de lo real.
En el mundo externo no hay esperanza ni claridad ni comprensión creativa y renovadora; sólo hay derramamiento de sangre, confusión y desastres crecientes. Únicamente en lo interno hay comprensión, y esta comprensión ha de ser descubierta por uno mismo, no a través del ejemplo o de la autoridad. Sólo por obra de la percepción alerta y el conocimiento propio pueden llegar la serenidad y la sabiduría. No hay serenidad si estamos siguiendo a otro; no hay paz si somos mundanos; no hay comprensión si hay ignorancia respecto de nosotros mismos Mediante la silenciosa observación de lo externo y la objetiva y clara percepción de los acontecimientos de la vida, uno está inevitablemente obligado a tomar conciencia de lo interno, lo subjetivo; cuando comprendemos el “yo”, lo externo adquiere claridad y significación. Lo externo nada significa en sí mismo; se torna significativo solamente en relación con lo interno. Para experimentar y comprender lo interno, uno debe estar dispuesto a permanecer solo; debe oponerse al peso persuasivo de lo externo, a sus embustes lógicos y astutos.
Pregunta: El domingo anterior, usted dijo que cada uno de nosotros es responsable por estas guerras terribles ¿Somos también responsables por las abominables torturas de los campos de concentración y por el deliberado exterminio de un pueblo en Europa Central ?
KRISHNAMURTl: ¿No es muy evidente que cada uno de nosotros es responsable por la guerra ? Las guerras no surgen de causas desconocidas, tienen orígenes definidos, y aquéllos que quieran salirse de esta periódica locura llamada guerra, deben investigar estas causas y liberarse de ellas. La guerra es una de las mayores calamidades que pudieran ocurrirle al hombre capaz de experimentar lo real. Debe interesarse en eliminar la causa de la guerra dentro de si mismo, no ocuparse de quienes están más o menos degradados y se muestran terribles en la guerra. No debemos dejarnos arrebatar por cuestiones secundarias, sino estar atentos al problema fundamental que es en sí la matanza organizada. Las cuestiones secundarias pueden causar miedo y deseo de venganza. pero sin comprender las razones esenciales de la guerra, no cesarán el conflicto y el dolor.
Matar a otro es el mayor crimen que existe para un hombre capaz de realizar lo supremo. La guerra, el asesinato deliberadamente organizado, es la más grande de las catástrofes que el ser humano puede buscarse, porque con ella llegan desdichas y destrucciones incalculables, degradación y corrupción; una vez que admitimos un “mal” tan vasto como el asesinato de otros seres humanos, abrimos la puerta a un sinnúmero de desastres menores. Cada uno de nosotros es responsable por la guerra, porque cada uno, consciente o inconscientemente, ha generado la presente condición mediante su actitud hacia la vida y a causa de los valores falsos que ha asignado a la existencia. Cuando hemos perdido el valor eterno, los efímeros valores sensorios adquieren suma importancia. No hay límite para el deseo en permanente expansión. Las “cosas" son necesarias, pero no tienen valor eterno, y el deseo demente de posesiones conduce siempre a la lucha y al infortunio.
Cuando alentamos el afán adquisitivo en cualquiera de sus formas, cuando existen el nacionalismo y los estados soberanos separados, cuando la religión divide, cuando hay intolerancia e ignorancia, se torna inevitable el asesinato de nuestros semejantes. La guerra es el resultado de nuestra vida cotidiana Justificamos la ira, la mala voluntad y la opresión cuando son nacionales; matar por el Estado, por el país, por una ideología, se considera necesario, noble. Cada uno se complace en esta degradante crueldad, porque en cada uno existe el deseo de hacer daño. La guerra se vuelve un medio de liberar los propios instintos brutales, y fomenta la irresponsabilidad. Un estado semejante sólo es posible cuando predominan ios valores sensorios.
Como cada uno es responsable por la formación de esta cultura, si cada uno no se transforma radicalmente a sí mismo, ¿cómo puede haber, entonces, un final para este mundo brutal y para sus métodos? Cada uno es responsable por estas tragedias y estos desastres, por las torturas y las bestialidades, si piensa y siente desde el punto de vista de naciones, grupos, o se considera a si mismo hindú, budista, cristiano o musulmán Si un así llamado extranjero es asesinado en la India por un nacionalista, y yo soy nacionalista, entonces soy responsable por ese asesinato; pero no soy responsable por él si no pienso en función de naciones, grupos o clases sociales, si no soy lascivo, mundano, si no tengo mala voluntad. Sólo entonces estoy libre de responsabilidad por las matanzas, las torturas, el despotismo.
Hemos perdido el sentimiento humanitario; nos sentimos responsables únicamente por la clase o el grupo a que pertenecemos; responsables hacia un nombre, hacia un rótulo. Hemos perdido la compasión, el amor por todo; sin esta estimulante llama de la vida, recurrimos a los políticos, a los sacerdotes, a algún programa económico que nos promete paz y felicidad. No podemos confiar en estas cosas.. Sólo en cada uno de nosotros existe la comprensión creadora, esa compasión indispensable para el bienestar humano Los rectos medios crean ios rectos fines; los malos medios traerán solamente vacuidad y muerte, no paz y felicidad.
Pregunta: Siento que sin ayuda, sin la gracia de Dios, no puedo alcanzar la otra orilla Si pudiera decir: "Hágase Tu voluntad" y disolverme en ello, ¿no disolvería mis limitaciones? Si pudiera abandonarme incondicionalmente, ¿no me ayudaria la gracia a salvar el abismo que me separa de Dios"
KRISHNAMURTI: Esta renuncia al "yo" no es un acto de la voluntad; este cruzar a la otra orilla no es una actividad deliberada o con fines de ganar algo. La realidad adviene en la plenitud del silencio y de la sabiduría Usted no puede invitar a la realidad, ella debe venir a usted; usted no puede escoger la realidad, ella debe escogerlo a usted.
Debemos comprender qué es el esfuerzo, el silencio incondicional, la abnegación, porque sólo con la adecuada percepción alerta llega la serenidad meditativa.
¿Qué es el recto esfuerzo? Hay una comprensión del recto esfuerzo cuando tomamos conciencia del proceso del devenir. En tanto hagamos esfuerzos por devenir, por llegar a ser esto o aquello, la dualidad seguirá existiendo, con el pensador separándose del pensamiento Este conflicto de los opuestos se considera inevitable y necesario para la libertad y el desarrollo del ser Cuando alguien que es codicioso hace un esfuerzo para volverse no codicioso, este esfuerzo se considera virtuoso y espiritual. Pero ¿es eso el recto esfuerzo? El esfuerzo, ¿se emplea para superar lo opuesto a aquello que produce comprensión? ¿No sigue uno siendo codicioso al tratar de volverse no codicioso? Puede ponerse un traje verbal nuevo y satisfactorio, pero el hacedor del esfuerzo es aún el mismo, es aún codicioso. El esfuerzo hecho para “llegar a ser", no sólo crea el conflicto de los opuestos, sino que también es dirigido por canales erróneos, ya que ello implica vivir en conflicto y dolor, por lo tanto, en el largo corredor de los opuestos no somos libres para experimentar la verdad.
Nuestro esfuerzo se emplea en negar o aceptar; de ese modo, el pensamiento-sentimiento se embota en este conflicto interminable. Esto es, ciertamente, esfuerzo incorrecto, porque no fructifica en comprensión creadora. El recto esfuerzo consiste en estar impaicialmente alerta a este conflicto, en observarlo silenciosamente, sin identificarnos. Esta silenciosa, imparcial percepción del conflicto, trae consigo libertad. En esta serena y pasiva percepción alerta, manifiesta su existencia la realidad.
¿Qué es el recto esfuerzo? Hay una comprensión del recto esfuerzo cuando tomamos conciencia del proceso del devenir. En tanto hagamos esfuerzos por devenir, por llegar a ser esto o aquello, la dualidad seguirá existiendo, con el pensador separándose del pensamiento Este conflicto de los opuestos se considera inevitable y necesario para la libertad y el desarrollo del ser Cuando alguien que es codicioso hace un esfuerzo pata volverse no codicioso, este esfuerzo se considera virtuoso y espiritual. Pero ¿es eso el recto esfuerzo? El esfuerzo, ¿se emplea para superar lo opuesto a aquello que produce comprensión? ¿No sigue uno siendo codicioso al tratar de volverse no codicioso? Puede ponerse un traje verbal nuevo y satisfactorio, pero el hacedor del esfuerzo es aún el mismo, es aún codicioso. El esfuerzo hecho pata “llegar a ser", no sólo crea el conflicto de los opuestos, sino que también es dirigido por canales erróneos, ya que ello implica vivir en conflicto y dolor, por lo tanto, en el largo corredor de los opuestos no somos libres para experimentar la verdad.
Nuestro esfuerzo se emplea en negar o aceptar;' de ese modo, el pensamiento-sentimiento se embota en este conflicto interminable. Esto es, ciertamente, esfuerzo incorrecto, porque no fructifica en comprensión creadora. El recto esfuerzo consiste en estar imparcialmente alerta a este conflicto, en observarlo silenciosamente, sin identificarnos. Esta silenciosa, imparcial percepción del conflicto, trae consigo libertad. En esta serena y pasiva percepción alerta, manifiesta su existencia la realidad.
Esté atento a su conflicto, a cómo niega usted, a cómo compara o se identifica, a cómo trata de llegar a ser; esté alerta a la profunda, plena significación de la angustia que implican los opuestos. Entonces vendrá la experiencia de la inseparabilidad del pensador y su pensamiento, el silencio de la comprensión;sólo por obra de este silencio creativo puede haber una transformación radica!, el cruce hacia la otra orilla sin que intervenga la acción de la voluntad.
Hay una diferencia inmensa entre volverse silencioso y ser silencioso. Debemos morir cada día para todas las experiencias y acumulaciones, temores y esperanzas, y sólo podemos hacer esto estando activamente alerta a nuestros conflictos y. en consecuencia, pasivamente silenciosos Debemos vivir cada día las cuatro estaciones, la primavera, el verano, el otoño y el invierno de la pasividad. Tal como en invierno los campos quedan en barbecho, abiertos a los cielos, para revitalizarse, así la mente-corazón debe permitirse estar abierta, creativamente vacía. Sólo entonces puede manifestarse el hálito de la realidad.
Este vacío creativo, esta ardiente pasividad, no se origina en un acto volitivo. A aquéllos que son esclavos de la distracción, que están incesantemente activos, que se esfuerzan por llegar a ser, les resulta extremadamente difícil estar pasivamente alerta. Si uno desea comprender, la mente-corazón debe estar quieta y en silencio; tiene que haber una sensibilidad intensificada para recibir, y sólo en la comprensión puede haber serenidad. Esta silenciosa percepción alerta no es un acto de determinación, sino que adviene cuando el pensamiento-sentimiento no está atrapado en la red del devenir. Nosotros nunca le decimos a un niño; “Vuélvete silencioso”; le decimos que esté en silencio. A nosotros mismos, nos decimos que llegaremos a ser esto o aquello, y para este “llegar a”, tenemos diversas excusas y razones interminables; por lo tanto, jamás somos silenciosos. El llegar a ser silenciosos no es jamás el ser silenciosos, no puede serlo; sólo con la muerte del devenir, del llegar a ser, tiene su existencia el ser.
En instantes de gran creatividad, de gran belleza, hay una serenidad total; en estos instantes existe una ausencia completa del “yo” con todos sus conflictos; esta negación, la más elevada forma del pensar-sentir, es esencial para el ser creativo, Pero estos instantes son raros en la mayoría de nosotros, instantes en que son trascendidos el pensador y su pensamiento; estas ocasiones ocurren inesperadamente, pero el “yo” regresa pronto. Habiendo experimentado una vez este silencio vital, el pensamiento-sentimiento se aferra a su recuerdo, impidiendo así la ulterior experiencia de la realidad, Este cultivo de la memoria es un esfuerzo orientado por canales erróneos, lo cual da por resultado el fortalecimiento del “yo" con su conflicto y su dolor; pero si estamos profundamente atentos a nuestros problemas y conflictos y los comprendemos, entonces este cultivo mismo del conocimiento propio da origen a la pasividad alerta y a la serenidad La realidad se halla en este silencio vital Sólo en la completa sencillez, cuando todo anhelo ha llegado a su fin, existe la bendición de la realidad.
Pregunta: Soy inventor, y sucede que he inventado algunas cosas que han sido utilizadas en esta guerra. Creo que me opongo al matar, pero ¿qué debo hacer con mi capacidad? No puedo suprimirla, ya que el poder de inventar es la que me impulsa en la vida.
KRISHNAMURTI: ¿Cuál piensa y siente usted que es el problema más imperiosamente importante que debe comprender? ¿El poder de matar, o la capacidad de inventar? Si se interesa únicamente en inventar, en la mera expresión de su talento, entonces debe descubrir por qué pone tanto énfasis en eso. ¿No es que su capacidad le ofrece medios para escapar de la vida, de la realidad? En tal caso, ¿no es su talento una barrera para la relación? Ser es estar relacionado; nada puede existir en aislamiento. Por consiguiente, sin conocerse a sí mismo, su capacidad de inventar se vuelve peligrosa para su prójimo y para usted mismo.
¿Ayuda su ocupación a destruir a su semejante? Sus invenciones y actividades pueden ser momentáneamente útiles, pero si finalmente llevan a la destrucción, ¿de qué sirven? Si el resultado final de esta cultura es la destrucción en masa, entonces, ¿cuál es el significado de su talento? ¿De qué sirve inventar, mejorar, reordenar, si todo ello nos conduce a la destrucción del hombre? Si usted no se interesa sino en satisfacer su capacidad personal, descuidando las cuestiones más amplias de la vida y el sentido fundamental de la existencia, entonces su talento carece de significación y valor Su capacidad tiene importancia únicamente en relación con la realidad suprema.
Yo siento que ninguno de ustedes está vitalmente interesado en esta cuestión. ¿No es también un problema que les concierne? Uno puede ser un artista, un carpintero, o tener alguna otra ocupación, y este problema es tan vital para uno como lo es para el inventor. Si usted es un artista o un médico, su ocupación o la expresión de su talento debe basarse en la realidad; de lo contrario, se vuelve tan sólo una forma de expresión propia, y la mera expresión del “yo" nos conduce, inevitablemente, al dolor. Si usted se interesa tan sólo en su expresión personal, está contribuyendo al conflicto, a la confusión y al antagonismo del hombre. Sin descubrir primeramente el sentido de la vida, la mera expresión propia, por gratificante que sea, sólo traerá consigo desdicha y desastre.
Cuídese del mero talento. Con el conocimiento de nosotros mismos se transforma el anhelo de autorrealización. Este anhelo genera su propia frustración y sus desilusiones, porque el deseo de autorrealización proviene de la ignorancia.
Pregunta: ¿Puedo encontrar a Dios en una trinchera?
KRISHNAMURTI: Un hombre que busca a Dios, no estará en una trinchera. ¡Qué falsos son los modos de nuestro pensar! Creamos una situación falsa y en ella esperamos encontrar la verdad; en lo falso tratamos de encontrar lo real. Afortunado es aquél que ve lo falso como falso y lo verdadero como verdadero.
Nuestras maneras de pensar y sentir nos han desnaturalizado En el dolor ansiamos encontrar la felicidad; sólo abandonando la causa del dolor puede haber felicidad Usted y el militar han dado origen a una cultura que lo obliga a asesinar y a ser asesinado, y en medio de esta crueldad desea encontrar el amor Si está buscando a Dios, no se encontrará en una trinchera, pero si está allí y Lo busca, sabrá cómo actuar justificamos el asesinato y, en el acto mismo de asesinar, procuramos encontrar el amor Creamos una sociedad basada esencialmente en valores sensorios, en el espíritu mundano, todo lo cual hace necesaria la trinchera Justificamos y toleramos la trinchera, y después, en la trinchera o en el bombardero esperamos encontrar a Dios, el amor. Sin transformar fundamentalmente la estructura de nuestro pensamiento-sentimiento, no es posible dar con lo real. Siendo envidiosos, codiciosos e ignorantes, deseamos ser pacíficos, tolerantes y sabios; con una mano asesinamos y con la otra pacificamos. Esta contradicción es la que debemos comprender; usted no puede tener al mismo tiempo codicia y paz, la trinchera y Dios; no puede justificar la ignorancia y, no obstante, esperar la iluminación.
La naturaleza misma del "yo” es la contradicción; sólo cuando el pensamiento-sentimiento se libera de sus propios deseos opuestos, puede haber serenidad y júbilo Esta libertad con su regocijo llega cuando percibimos claramente el conflicto del anhelo. Cuando tomamos conciencia del proceso dual del deseo y estamos pasivamente alerta a él, existe el júbilo de lo real, júbilo que no es producto de la voluntad o del tiempo.
En ningún momento puede usted escapar de la ignorancia; ésta debe ser disipada mediante su propio despertar, y nadie puede despertarlo salvo usted mismo, el problema que usted mismo ha creado deja de existir gracias a su propia percepción alerta.
Pregunta: ¿ Cuál es un modo perdurable de resolver algún problema psicológico ?
KRISHNAMURTI: Hay tres etapas de percepción en todo problema humano. ¿no es así.'' Primera, tomar conciencia de la causa y el efecto del problema; segunda, percibir su proceso dual o contradictorio; y tercera, darse cuenta del "yo” y experimentar al pensador y su pensamiento como un solo hecho.
Tome cualquier problema que tenga; por ejemplo, la ira. Esté alerta a su causa, tanto fisiológica como psicológica. La ira puede, surgir de la fatiga y tensión nerviosa; puede tener su origen en cierto condicionamiento del pensar-sentir, en el temor, en la dependencia, en el anhelo de seguridad, etc.; puede surgir a causa de un dolor emocional o corporal. Muchos de nosotros percibimos el conflicto de los opuestos pero, a causa de la pena o la perturbación que nos ocasiona, buscamos instintivamente librarnos de él, ya sea violentamente o en variedades de formas sutiles; nos interesamos en escapar de la lucha que implica el conflicto, antes que en comprenderlo. Este deseo de librarnos del conflicto es lo que da fuerza a su continuidad y, por lo tanto, mantiene la contradicción; este deseo es lo que debemos observar y comprender. Sin embargo, es difícil estar pasivamente alerta en el conflicto de la dualidad;condenamos o justificamos, comparamos o nos identificamos; por eso, estamos siempre tomando partido y, de tai modo, mantenemos viva la causa del conflicto. Estar imparcialmente alerta al conflicto de la dualidad es difícil, pero resulta esencial si uno quiere trascender el problema.
La modificación de lo externo, del pensamiento, es una invención autoprotectora del pensador; éste introduce al pensamiento en una nueva estructura que lo protege contra una transformación radical. Es uno de los muchos ardides astutos del “yo". Debido a que el pensador se separa a si mismo de su pensamiento, los problemas y conflictos continúan, y la sola y constante modificación de su pensamiento sin que el pensador se transforme radicalmente, sólo da continuidad a la ilusión.
La integración completa del pensador con su pensamiento no puede ser experimentada si no se comprende el proceso del devenir y el conflicto de los opuestos. Es imposible trascender este conflicto mediante un acto de la voluntad; sólo puede ser trascendido cuando ha cesado la opción. Ningún problema puede ser resuelto en su propio plano; puede resolverse perdurablemente sólo cuando el pensador ha dejado de adquirir identidad como tal.
24 de junio de 1945
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