EL ARTE DE ESCUCHAR - 13 - J.K. -

 SÉPTIMA PLÁTICA EN OMMEN 

Pregunta: 

El otro día usted estuvo hablando de la inmortalidad. Dijo que no había ni aniquilación ni continuación. Dijo que hablaría más adelante sobre el tema. ¿Tendría la bondad de explicarlo más? 

KRISHNAMURTI

Sólo somos conscientes de la dualidad, al menos durante la mayor parte de nuestro día. Hay en nosotros un conflicto constante de dualidad: la persona que va a lograr y lo logrado, el actor y la acción. Así, en nuestra mente está todo el tiempo este sentido de la dualidad, el “yo” y el “no yo”. Ahora bien, sólo cuando la mente y el corazón se hallan libres de esto, en esa integridad donde ambos se han liberado de todo sentido de dualidad, en ese estado de plenitud, tiene su existencia la inmortalidad. Ahora miramos la inmortalidad como si fuera una continuación del “yo”. Cuando hablamos acerca de la inmortalidad, queremos que lo individual, el “yo”, continúe en el curso del tiempo, indefinidamente, permanentemente.

Sólo somos conscientes, en su mayor parte, del “yo”. Sólo tenemos memoria de ese “yo” y nada más. Ocasionalmente, tenemos una vislumbre de ese algo permanente, de la realidad, pero con mayor frecuencia estamos conscientes de ese “yo”, el “yo” de Krishnamurti, de X, Y o Z. Por lo tanto, estando todo el tiempo conscientes de ese “yo”, queremos que ese “yo” continúe. Pensamos que, de lo contrario, hay aniquilación. Ahora bien, para mí el “yo” no es sino el resultado del conflicto, de la resistencia, y queremos prolongar eso, este “yo”, este conflicto. Queremos perfeccionar este “yo”. Mientras que, si estamos por completo libres del conflicto, entonces, en eso está la inmortalidad. Ya no hay más una cuestión de tiempo, ya no hay más un “yo” perdurando continuamente, sin muerte, a lo largo del tiempo. Cuando la mente está libre del “yo”, lo cual sólo puede acaecer en la acción, entonces en ello está la realización de la inmortalidad, la existencia intemporal. Vea, eso no puede imaginarse, usted no puede concebir mentalmente qué es la inmortalidad. No puede filosofar al respecto. Ello tiene que ser percibido y comprendido. Permítame exponerlo de otro modo. La inmortalidad existe, pero para realizarla uno debe empezar con lo transitorio. La inmortalidad se encuentra en lo transitorio, no lejos de lo transitorio. Ahora bien, nosotros descartamos lo transitorio y tratamos de encontrar lo permanente, mientras que yo digo: 

Preste atención a lo transitorio y encontrará lo permanente, porque cuando descubre cuáles son los valores transitorios de su acción, nacidos del corazón y de la mente, en esa transitoriedad está la plenitud de lo perdurable, de lo eterno. Inherentemente, en lo transitorio mismo se encuentra lo permanente. Miramos la inmortalidad como un medio de escape o como un fin para ser alcanzado después de pasar por una serie sucesiva de experiencias. Para mí, la inmortalidad es estar libre de todo sentimiento de conflicto, y uno puede estar libre de todo sentimiento de conflicto cuando ha comprendido los valores genuinos, y para comprender los valores genuinos uno debe conocer toda la transitoriedad que lo rodea. 

Pregunta: 

Nosotros evadimos las experiencias dolorosas o desagradables. ¿Cómo podemos interesarnos en todas las experiencias?

 KRISHNAMURTI: 

¿Por qué evade uno la experiencia? Porque teme que no entenderá el pleno significado de esa experiencia. A causa de que no puede entender el pleno significado de esa experiencia, sufre. Por lo tanto, la evita y, en consecuencia, escoge desde el temor, entre experiencias agradables y experiencias desagradables. Por eso, las experiencias que usted escoge no le entregan su plena significación. Uno sólo puede afrontar sin temor la experiencia, cuando no espera recoger el resultado de esa experiencia.

 Pregunta: 

¿Hay un control natural de nuestros pensamientos y emociones, que no sea la disciplina?

 KRISHNAMURTI: 

Investigué esto bastante a fondo la semana anterior; hablé acerca de la disciplina y lo inútil de la disciplina, así que lo examinaré brevemente y espero que lo comprenda. La autodisciplina, ¿no nace de la memoria? O sea, cuando uno no comprende plenamente una experiencia, ésta deja una huella y a eso lo llamamos memoria; esa memoria está tratando todo el tiempo de moldearlos en nuestra acción. Es decir, la memoria actúa como un patrón, respecto del cual la mente y el corazón tratan de ser consecuentes todo el tiempo. De aquí la necesidad de la autodisciplina. Mientras que, si usted es capaz de afrontar cada experiencia con una mente libre, con frescura, entonces comprenderá esa experiencia, y el surco de la memoria no continuará actuando como un patrón.

Vea, nosotros nos disciplinamos porque en nuestras acciones hay una división. Están el observador y el actor, la mente que mira y la persona que actúa. Por lo tanto, la mente está operando todo el tiempo como una guía. La mayor parte de nuestros pensamientos, de nuestra mente, se compone de “debo” y “no debo”. No hay acción completa. La mente es un guardián que vigila y controla, que domina; por lo tanto, cuando uno actúa, tal acción es muy limitada. Mientras que si uno actúa con armonía tanto de la mente como del corazón, es decir, con la totalidad del ser, entonces no hay un controlador aparte de la acción; en consecuencia, la autodisciplina es inútil. 

Pregunta: 

Las personas que han tenido una vislumbre de la verdad dicen que en tales momentos ha desaparecido su conciencia del “yo”. ¿Por qué, no es posible para esas personas permanecer en ese estado? ¿Cuál es la causa de su regreso a la conciencia del “yo”? 

KRISHNAMURTI: 

La primera parte de esta pregunta, si se me permite decirlo, está erróneamente planteada. 

El interlocutor dice: 

“Las personas que han tenido una vislumbre de la verdad dicen que en tales momentos ha desaparecido su conciencia del yo’ “. Sólo cuando uno está libre de ese sentimiento de conciencia de sí mismo, conocerá lo permanente, lo eterno. 

Vean, aquí el interlocutor implica un regreso desde una realidad que él ha percibido, para volver a ser la conciencia de sí mismo. Por lo tanto, hay un sentido de impermanencia y un sentido de lo permanente. La mayoría de nosotros se aferra todo el tiempo, si ha captado una vislumbre de la realidad, a lo permanente; y así trata de hacer verdadero lo permanente, por medio de la memoria. Yo digo que olviden lo permanente. Ni siquiera piensen al respecto; sólo estén atentos a lo impermanente.

Vea, si a usted le duele algo, toma alguna clase de medicina y, por el momento, se olvida de ese dolor, pero el dolor vuelve otra vez. De igual modo, tenemos una vislumbre ocasional de lo permanente, pero más a menudo tenemos conciencia de lo impermanente, de lo transitorio, del conflicto, y es natural que la mente se aferre a esa vislumbre, en la esperanza de hacer que dure lo permanente. Si la mente se aferra a lo permanente, eso no puede ser sino una droga, porque está tratando de escapar de lo impermanente, del conflicto, de lo transitorio, de modo que aquello a lo que se aferra no puede ser verdadero, porque entonces eso permanente no es más que un escape. Por lo tanto, no es verdadero. Mientras que si usted comprende la causa del conflicto, si comprende el significado de su acción, entonces en eso hay permanencia, no existe el ir y venir de lo real a lo falso. Así que no se ocupe de lo permanente, comprenda más bien lo transitorio, comprenda la causa del conflicto que le impide comprender lo permanente. 

Pregunta: 

¿Hay algo que le impida a uno ser esa verdad de la que usted habla, si uno asiste a una ceremonia y disfruta esa ceremonia por su belleza (como otro podría disfrutar una bella pintura o joyas o lo que fuera), y cuando uno participo en la ceremonia por sí misma y no con el fin de ganar poder o títulos o cualquiera de esas cosas? 

KRISHNAMURTI: 

Pasamos regularmente por esto. Si usted disfruta las ceremonias, ¡disfrútelas! ¿Por qué quiere una razón para ello? Usted nunca formularía esta pregunta en relación con la música. Nunca dice: “¿Debo disfrutar la música?”, o “¿debo disfrutar una pintura?” Entonces, ¿por qué dice?: “¿No debo disfrutar las ceremonias?”

Mi punto de vista en relación con las ceremonias es muy sencillo. Pienso que donde hay falta de virtud, hay ceremonias. Lo siento, no soy dogmático ni duro. Para mí, las ceremonias no tienen sentido, no tienen significación. Son creadas por los hombres, a causa del temor. Les damos toda clase de significados, decimos que ayudan, que son hermosas, que de ellas emana un poder, todas esas cosas. Uno asiste a esas ceremonias para sentirse sensorialmente elevado, sensorialmente gratificado, y todos abrigamos la esperanza de que, gracias a esas ceremonias, de un modo u otro nos estamos acercando más y más a la verdad, que ellas ayudarán al hombre a coordinar su cuerpo, sus ideas, etc. A mi entender, las ceremonias actúan como una droga. Ayudan a olvidar momentáneamente. Así que no compare a las ceremonias con la música, con la pintura, con las bellas obras de arte. La música, el arte, no nacen del temor; son una expresión natural y espontánea; mientras que las ceremonias son creadas -a causa del temor y en busca de la divinidad y de la conducta virtuosa- para impulsar a la gente en cierta dirección. Por favor, ésa es mi opinión, y no sé si muchísimas personas se están sintiendo incómodas. Para averiguar si es usted un esclavo de la ceremonia -porque, después de todo, uno es esclavo de una cosa cuando no ha descubierto su verdadero valor- para averiguar si es realmente libre para actuar como un ser humano completo, descubra por sí mismo el verdadero valor de las ceremonias. Para descubrirlo, no diga “es buena” o “es mala”. Sea totalmente imparcial respecto de ella, y entonces descubrirá si tiene valor. Pero tanto el ritualista como el no ritualista son parciales; por consiguiente, carecen de verdadero discernimiento. Para comprender una cosa, despréndase de ella y entonces examínela.

Pregunta: 

Una acción, ¿tiene que expresarse necesariamente en el mundo físico para ser completo? Por ejemplo, si un hombre odia a otro hasta el punto de querer herirlo, ¿será su acción completa sólo si lo hiere o lo mata, o puede librarse de este sentimiento de violencia y aprender del mismo modo, enfrentándolo internamente? 

KRISHNAMURTI: 

¿Por qué quiere usted herir a otro? Puede ser porque desea algo de él y él no se lo da, y entonces usted se enoja y a cambio de eso quiere lastimarlo, o puede que él lo haya despojado de algo, o que usted esté celoso. El le ha quitado algo o él no le ha dado lo que usted deseaba. Usted ha sido despertado a su propia insuficiencia, a su pequeñez, a su vacuidad y, para huir, para escapar de eso, se enoja, quiere herir. Al herir, ¿consideraría usted una acción completa esa acción nacida del temor, nacida del sentimiento de soledad? Para mí, no es una acción completa. ¿No es simple esto? Yo sé que aquí han tenido lugar discusiones acerca de si ustedes deben salir y matar gente porque me han escuchado hablar acerca de una acción completa. ¡Qué pérdida de tiempo! O bien no comprenden el significado de mis palabras o entienden meramente los significados superficiales. ¡Espere un minuto! Usted quiere herir a otro cuando usted está consciente de su propia soledad, cuando está obligado a enfrentarse con su propio vacío, y entonces reacciona contra la persona que lo fuerza a esa vacuidad consecuente, y si actúa desde ahí, eso no es más que una reacción. Mientras que si descubre cuál es la causa de ese sentimiento de soledad y se libera de esa causa y entonces actúa, en eso hay armonía, ésa es una acción completa. 

Pregunta: 

La liberación que usted nos explica y que usted mismo ha alcanzado, ¿es todo? ¿O es la llave para la puerta que conduce a condiciones aún más elevadas de vida universal? 

KRISHNAMURTI: 

Si usted tiene un dolor y alguien lo alivia de ese dolor, usted no pregunta: “¿Eso es todo?” ¿Por qué formula una pregunta semejante? ¡Porque no comprende realmente qué significa la liberación! Para mí, es un devenir eterno, pero usted sólo puede conocerla cuando la mente está libre de este esfuerzo incesante, continuo, que también es un devenir, pero transitorio. Lo que crece, lo que se desarrolla no es eterno, y nosotros somos conscientes de este crecimiento incesante, de esta expansión del corazón y de la mente, y todo eso es logro, realización. Usted dice: “Si no me realizo, si no crezco, ¿cuál es el sentido?” Sabrá cuál es el sentido cuando su mente y su corazón hayan comprendido el verdadero valor de este crecimiento incesante. Por lo tanto, comprenda eso, no lo que está más allá de la liberación o si la liberación es una puerta que se abre a una vida más grandiosa. Comience con esa cosa que corroe su mente y su corazón, ese crecimiento incesante, ese deseo de crecer más y más. La liberación es para mí un devenir infinito, pero uno tiene que comprender eso, este devenir intemporal. El tiempo existirá en tanto haya un esfuerzo, el esfuerzo de perseguir la virtud, el esfuerzo para desarrollar, el carácter, el esfuerzo respecto de la posesión de voluntad, respecto de la opción. Todas estas cosas indican una limitación temporal, este esfuerzo incesante de crecer con el cual nos identificamos como la conciencia personal, como el “yo”. Cuando la mente esté libre de eso, usted sabrá qué es la liberación. No puede imaginar qué es este devenir intemporal, no puede representárselo. Si pudiera imaginarlo, ello tendría que nacer necesariamente de opuestos; por lo tanto, no podría ser verdadero. Así que no empiece con eso, no trate de representarse qué es esta cosa. Por favor, trate de empezar con algo de lo cual usted está consciente, con algo que conoce, este conflicto, este sufrimiento, esta batalla continua de la opción -estas cosas existirán mientras la mente y el corazón estén anhelando el logro, el éxito, la ganancia, un resultado-. Y esta búsqueda del resultado, de la ganancia, del logro, existen porque uno está vacío. Uno quiere encubrir ese vacío, quiere llenarlo; todo el tiempo queremos acumular y la acumulación misma crea el vacío. La propia persecución del logro venera vacuidad. Si usted realmente ve esto, si de verdad lo siente, entonces no escapará, entonces cerrará todas las vías de escape y se enfrentará con esa soledad; la acción pura surge de ahí.

Pregunta: 

¿Debe una experiencia ser recordada hasta que se la comprende, o no debe recordarse en absoluto?

 KRISHNAMURTI: 

Usted no puede olvidar una experiencia que no ha comprendido. Ésta permanece. Pero si ha comprendido una cosa, se acabó. La mente está libre para afrontar la vida de una maneras fresca, nueva. Son las experiencias que no han sido comprendidas completamente las que crean una barrera, las que dan a la mente una memoria agotada, las que nos impiden vivir de nuevo cada día. Por lo tanto, no es cuestión de recordar o no recordar una experiencia particular, sino de afrontar todas las experiencias de una manera nueva, con abierta franqueza; usted puede afrontar así una experiencia sólo cuando su mente no está buscando un resultado o cuando no está formada, moldeada por la consecuencia con un principio que se origina en la memoria, en la limitación. Nuestras mentes están presas en todas estas cosas y, por lo tanto, no podemos afrontar abierta y francamente nuestras experiencias. Por eso digo: Esté plenamente atento a cómo actúa su mente y a cómo siente su corazón, dese cuenta si ello nace de la búsqueda de una recompensa o si nace de escapar del temor. Y entonces, cuando está libre de todas estas cosas porque las ha comprendido, no porque las haya desechado, entonces puede afrontar las experiencias. Entonces tiene una mente y un corazón rápidos como para poder seguir el movimiento de la sabiduría, y en eso hay éxtasis. 

Pregunta: 

Tenga la bondad de explicar la diferencia entre conciencia alerta y vigilancia

KRISHNAMURTI: 

En la vigilancia existe siempre el deseo de obtener algo; en la conciencia alerta hay percepción directa.

¿Cuándo vigila uno? En primer lugar, ¿por qué hay uno que vigila? ¿Quién es el que vigila? Ustedes lo llaman el yo superior, el que vigila al inferior. O sea, que hemos establecido una dualidad, una división, una diferencia en nuestra acción, porque no abordamos esa acción de manera plena, completa, tanto con la mente como con el corazón. Por consiguiente, discriminamos, como un observador, como alguien que vigila, que considera sus actos. Así, ese observador está continuamente guiando, moldeando; nunca participa en el acto, está siempre aparte, es siempre objetivo. Eso no es conciencia alerta, porque esa vigilancia crea dualidad, hay siempre una discriminación. Mientras que la conciencia alerta es acción completa en la cual la mente y el corazón son una sola cosa. Cuando uno hace algo naturalmente, con gran interés, de manera simple y espontánea, no hay un observador; al igual que cuando uno ama, no hay una entidad que vigile ese acto. Pero hay un observador cuando nuestra acción nace del temor o cuando hemos entendido incompletamente una experiencia; es el “debo” y el “no debo”, donde la mente está siempre sobre aviso. Espero, pues, que vea la diferencia entre conciencia alerta y vigilancia. No tiene nada que ver la una con la otra. Cuando usted tiene un interés natural y espontáneo, actúa armoniosamente, totalmente, sin esta división del observador, o sea, la mente que se ocupa de analizar la acción. Sólo cuando su mente y su corazón no están plenamente interesados, nace el observador, la dificultad, el control, la disciplina impuesta por el observador. Uno puede llamarlo el yo superior, pero sigue siendo una dualidad. 

Pregunta: Uno empieza a desatar un nudo y encuentra que hay una docena de otros. ¿Dónde debe uno empezar y dónde ha de terminar?

KRISHNAMURTI: 

Si usted desata el nudo de una dificultad porque ha encontrado una solución para ese nudo, entonces habrá una docena de otros nudos. Si yo desato, si desenredo una dificultad, un problema buscando una solución, entonces desarrollo otros nudos. Casi todos buscan una salida a una dificultad, buscan una solución. No se interesan en el desatar mismo, sino en una solución, en una salida para esa dificultad. Si yo tengo una dificultad, no quiero buscar una solución a la dificultad. Sé que hay soluciones, innumerables soluciones, pero quiero averiguar cuál es la causa de ese problema, y cuando he comprendido realmente la causa de ese problema, no voy a crear ningún otro nudo, ningún otro problema. Si de verdad comprendo un problema completamente, totalmente, entonces no hay otros problemas. Por favor, considérelo y lo verá. A causa de que no afrontamos una cosa completamente, creamos muchas otras. Vamos de una cosa a otra. La vida se convierte en una serie de problemas porque no hemos sido capaces de comprender o de abordar por completo una sola cosa. Por lo tanto, depende de cómo desata usted el nudo, no de qué solución aplica para ello, depende de la manera como lo hace, con qué percepción lo hace. Puede desatar un nudo observándolo, analizándolo cuidadosamente, mentalmente y, en consecuencia, creando otra serie de problemas; o puede hacerlo en un estado de conciencia alerta, afrontando ese problema totalmente, abordándolo con la mente y el corazón, con la totalidad del ser, y entonces el problema se disuelve. De ese modo, todo lo que usted encara, es capaz de encararlo totalmente, libremente y, en consecuencia, aquello que encara no deja una cicatriz a la que usted llama problema.

Pregunta: 

Usted contó de un niño a quien se le habló de la reencarnación cuando preguntó acerca de la muerte. El niño estaba llorando por la muerte de un compañerito de juegos. ¿Qué habría hecho usted o qué le habría dicho para ayudarle a comprender? 

KRISHNAMURTI: Lo que voy a decir suena tan absurdamente simple, que espero lo comprenda. Yo personalmente le diría a ese niño: Mira una flor, se marchita y muere. Puedo decirlo porque no temo a la muerte, es una cosa natural, inevitable. Todas las cosas deben gastarse y morir. A causa de que uno teme a la muerte, no es capaz de afrontarla sencillamente. No hablo de aceptar lo inevitable. Todos hacemos eso. Es una forma tonta de mirar la vida. Por lo tanto, si uno no tiene miedo, no da razones complicadas tales como la reencarnación. ¿Qué puede comprender el niño acerca de la reencarnación? Usted piensa que él la comprende porque usted misma se siente satisfecha con la idea. Si mamita está satisfecha, entonces yo debo satisfacerme con ello. Usted le transmite esa atmósfera de satisfacción y el niño, siendo muy sensible, la capta. Entonces, ¿cuál es la causa de que usted tema a la muerte? Porque primero dice: “No sé qué vida hay más allá”, y dice eso porque esta vida no ha sido plena. Uno se interesa en lo que hay después de la tumba, en el más allá, sólo cuando esta vida no le ha entregado su riqueza, su plenitud. Si esta vida es rica, si cada día que vive es inmenso, completo, entonces no siente temor por el mañana; recurre al mañana cuando el hoy se ha desintegrado. En la reencarnación hay siempre muerte, hay siempre un comienzo y una muerte. Esa idea no lo libera a uno realmente del temor, lo pospone momentáneamente, eso es todo. Uno puede estar unido con su amigo, su amante, su hermano o quien fuere, pero la muerte sigue existiendo. Uno se satisface con esa idea porque momentáneamente le ofrece satisfacción. Por lo tanto, como le ofrece satisfacción, la transmite a su hijo, a su vecino, a cualquier otra persona, porque todos ellos están anhelando satisfacción. Y así ellos recogen su idea y así han creado una sociedad maravillosa, una organización maravillosa en la cual todos creen en la reencarnación, y usted piensa que ha resuelto el problema.

No soy sarcástico, sólo le estoy mostrando que donde existe esa idea de la reencarnación, tiene que haber también, al mismo tiempo, una muerte. Por lo tanto, usted no ha comprendido realmente, sólo ha escapado. Lo que crea el miedo a la muerte es la insuficiencia, y la insuficiencia no es superada por una idea o por seguir un patrón o por vivir conforme a cierto conjunto de normas, Cuando la mente está libre de todas estas normas, hay comprensión de los valores genuinos. Entonces hay un acto completo, y en ese acto, en ese vivir completamente -el cual es acción en lo infinito-, no hay comienzo ni final y usted no teme a la muerte. Vea, uno no puede explicar todo esto a un niño. Si se tratara de un niño muy pequeño, yo le hablaría acerca de la flor, la mostraría a él o a ella y, a medida que el niño o la niña fuera creciendo, lo discutiría, despertaría su propia inteligencia, no empujaría mis ideas en su mente. Mire, para comprender la verdad, uno tiene que tener una mente exquisitamente flexible, una mente muy sutil. Porque el movimiento de la sabiduría es muy veloz y, para seguirlo, uno tiene que estar libre de trabas, y toda insuficiencia que crea la memoria, nos pone trabas, es una limitación, y una mente así no puede comprender. Por lo tanto, usted conocerá ese devenir imperecedero sin final ni comienzo, cuando esté viviendo completamente. No diga: “¿Es eso todo o me llevará más lejos?” Entonces su día no es rico ni sencillo, entonces su acto no es completo, porque usted está siempre ocupándose de cosas futuras. Su acción es, entonces, meramente un medio para un fin. Una acción así sólo puede ser incompleta. Mientras que si vivo completamente en la acción, no tendrá miedo de la muerte, y la reencarnación se vuelve, entonces, algo muy pequeño. ¿Sabe?, si uno está viviendo sin ese sentido del “yo”, lo cual implica el descubrimiento de los valores genuinos, entonces ya no está más limitado por el tiempo. Ahora, estamos limitados por el tiempo. Hay ayer, hoy y mañana, no una cosa completa sin comienzo ni final. Ese devenir intemporal, ese devenir en el que no hay tiempo, en el que no existe la división de pasado, presente y futuro, sólo puede usted comprenderlo cuando su mente está libre de toda opción, porque la opción crea los opuestos. Y en el verdadero discernimiento, que no tiene su origen en los opuestos, hay una viviente realidad intemporal.

5 de agosto de 1933

 

EL ARTE DE ESCUCHAR - 12 - J.K. -

 SEXTA PLÁTICA EN OMMEN 

Hay tanto dolor, tanto sufrimiento, y uno llega a estar tan consciente de esa insuficiencia para hacer algo al respecto, que comienza a buscar qué es la verdad. A causa de que uno sufre, piensa que puede descubrir la terminación de todo sufrimiento, y así sale uno en busca de esa plenitud o de esa verdad, Dios o el nombre que quieran darle. Para mí, la búsqueda misma es, en esencia, no verdadera. Para mí, una persona que busca la verdad, que manifiesta ir a la búsqueda de la verdad, jamás la encontrará, porque su búsqueda de la verdad, de esa plenitud, habrá nacido de un opuesto. Por lo tanto, cuando buscarnos la verdad, estamos buscando esa comprensión o esa plenitud lejos de aquello que somos. Si estamos en conflicto, si nos encontramos en medio de un gran dolor o si percibimos una tremenda vacuidad, buscamos naturalmente su opuesto, y a eso que consideramos un objetivo, una finalidad, lo llamamos verdad, Dios. Así, nuestra búsqueda de la verdad sólo puede nacer de un opuesto. Por lo tanto, la cosa que descubrimos en nuestra búsqueda jamás puede ser verdadera y, no obstante, todos anhelamos constantemente la verdad y luchamos por alcanzarla, por descubrir qué es. Para mí, el hombre que busca la verdad y el que explica y describe la verdad, son ambos falsos. Uno está buscando la verdad a partir de un opuesto, y el otro que la describe, que dice “yo sé”, están ambos presos en la ilusión. El que dice “yo sé” tiene que ser limitado. Cuídense de una persona que dice que sabe, porque la verdad no es para que uno la sepa; es.

Hay dos cosas diferentes respecto de la verdad. Una es la percepción objetiva y la otra es inherentemente en sí misma, única. ¿Por qué, pues, estamos continuamente atrapados en la lucha, en la búsqueda de la verdad? Pienso que es porque esperamos que, al realizar esta verdad, esta plenitud, este Dios, se disolverán todas nuestras dificultades. O, a causa de que nuestras dificultades son tan grandes, nuestros problemas tan innumerables, tratamos de escapar, de huir hacia algo que concebimos como verdadero. Para la mayoría de la gente, la búsqueda de la verdad no es sino un escape, y una acción originada en este escape, nacida con el deseo de buscar la verdad, no puede generar comprensión. Carece de significación alguna, de plenitud. Nos esforzamos en buscar a Dios, en buscar qué es la verdad. Con ese deseo de encontrar, actuamos. A mi entender, tal deseo nace del temor, del anhelo de escapar de nuestras innumerables dificultades. Por lo tanto, nuestra acción, nuestro diario vivir, nuestros pensamientos, nuestras emociones, todas estas cosas no tienen un valor inherente, porque esa acción tiene como motivo el deseo de ganar, de obtener, de realizar la verdad, y actuamos desde ese anhelo. Por consiguiente, la acción en sí misma ha perdido su significado. Si ustedes son amables conmigo porque yo les doy algo a cambio, entonces esa amabilidad no tiene sentido, porque están buscando una recompensa. De igual modo, cuando buscamos la verdad y actuamos desde esa búsqueda, nuestra acción no tiene sentido, porque para comprender la acción dependemos de un resultado, atendemos al efecto de la acción antes que a la acción misma. Nuestra acción es, entonces, juzgada por el efecto, por la sensación, por el elogio de otros y por el éxito que alcanza. Así, la acción pierde intrínsecamente su valor, porque todo el tiempo estarnos pendientes de un resultado, de una recompensa. En nuestra búsqueda que nace del temor, del escape, de ir en busca de una solución, nuestra acción pierde su propio significado intrínseco. Sólo en la acción misma está la totalidad de lo eterno.

Si nos damos cuenta de que actuamos de este modo, entonces no buscamos la verdad por medio de la acción, sino en la acción misma. Para mí, la acción es un estado de percepción alerta en aquello que uno está haciendo. Cuando estamos alerta, los recuerdos del pasado, los obstáculos del pasado, las cosas que no hemos comprendido plenamente en el pasado, entran en actividad sin que tratemos de analizar el subconsciente. Ésa es la verdadera percepción alerta. Si, mientras estamos actuando, somos plenamente conscientes del significado de todo lo que hacemos, en eso radica la verdadera comprensión de nuestras acciones. Ahora consideramos la acción como un medio para obtener algo, Decimos: Por medio de la autodisciplina encontraremos la verdad; por medio de actos virtuosos realizaremos la plenitud; por medio del amor, del servicio, realizaremos a Dios. Por consiguiente, el servicio, el amor, la bondad, la virtud -a todo lo cual llamamos acción- pierden su significado, porque todo el tiempo estamos buscando una recompensa en el otro extremo.

Cuando nos damos cuenta de esto, cuando lo comprendemos no sólo intelectualmente, sino también emocionalmente, cuando sentimos la futilidad de un acto semejante, cuando estamos alerta de ese modo, entonces, mientras actuamos en las cosas cotidianas, todos los recuerdos y los obstáculos del pasado entran en actividad, con lo cual nos liberamos de ellos sin analizarlos. Donde hay autoanálisis, está la muerte de la acción. Cuanto más y más analizamos, tanto menos y menos actuaremos de manera natural, plena y espontánea. En este autoanálisis hay un esfuerzo cada vez mayor y, por ende, la acción se limita. En una acción así están siempre el observador, el que vigila y la cosa que actúa; en consecuencia, hay siempre una dualidad. La acción nacida del autoanálisis no es armoniosa ni completa. Una acción semejante jamás puede revelarnos su pleno significado. Mientras que si estamos plenamente atentos en la acción -lo cual es, para mí, la verdadera acción-, entonces, en esa llama, todos nuestros obstáculos del pasado, nuestros recuerdos, nuestra falta de comprensión, adquieren existencia plena y liberamos nuestra mente de esa limitación. Para comprender lo que estoy diciendo, ustedes tendrán que experimentarlo. He escuchado a muchas personas decirme: “Lo que usted sostiene no es práctico, no sirve”. En primer lugar, para averiguar si es práctico tienen que experimentar con ello, tienen que ponerlo a prueba. Entonces, cuando traten de comprender aquello de que hablo, dirán: “Lo que usted afirma es muy complicado, no puedo entenderlo”. Ahora bien, esto es lo que digo y voy a probarlo y a hacerlo tan simple como pueda. Nuestra acción tiene siempre un motivo. Nuestra acción nace de una reacción, de un recuerdo, de buscar una recompensa, un logro, la verdad, o tiene su origen en el amor a otra persona o en el amor a nuestro país, etc. Yo digo que una acción así, nacida del amoldamiento, de la autoridad, no puede revelarnos la plenitud de sus significado -sólo en esa plenitud está la totalidad de lo eterno-. Y como las acciones de la mayoría de la gente se basan en esas cosas, no se vayan por eso a lo opuesto y digan: “Debo descubrir desde qué estoy reaccionando”. No digan: “Tengo que actuar sólo desde mí mismo, no desde una reacción”.

Yo les digo: Tomen conciencia, dense cuenta cuando actúan, de que están actuando en busca de una recompensa. Eso es muy simple, ¿verdad? Dense cuenta plenamente de su acción, de que están actuando a causa de un deseo de recompensa, de logro, de éxito, o a causa del temor, del escape. En el momento en que tomen plena conciencia de eso, la causa desaparecerá porque la habrán comprendido. Sólo pueden hacer eso cuando la mente y el corazón están plenamente ocupados con ese acto y en armonía total con él. 

Pregunta: 

Sí en la acción hay armonía entre la mente y el corazón, ¿dónde interviene la voluntad?

  KRISHNAMURTI

El interlocutor desea saber: “Si la acción nace de la armonía de mente y corazón, ¿dónde interviene la voluntad?” Ahora bien, ¿qué entiende usted por voluntad? ¿No es el empleo del esfuerzo para superar, para vencer? La voluntad es el centro mismo del esfuerzo, el esfuerzo dirigido con el deseo de ser consecuentes, el esfuerzo destinado a conquistar. De modo que, cuando hay conflicto, tiene que haber esfuerzo, y en ese conflicto se origina la voluntad, una resistencia para superar ese conflicto. Para expresarlo de una manera diferente: Donde hay conflicto, hay una conciencia del “yo”. El “yo” está identificado con la conciencia de sí mismo, con la voluntad. Por lo tanto, la voluntad es sinónimo de esa conciencia propia, de ese conflicto. ¿Por qué hay conflicto? ¿Por qué cada uno de nosotros está en conflicto? Creo que es porque tenemos en nuestras mentes esta idea del progreso continuo, del esfuerzo, de una serie interminable de logros, de que la perfección se halla no en ángulo recto con estos pasos innumerables hacia la perfección; pensamos que la perfección está al final de una serie de logros, de éxitos. Para mí, la perfección está en ángulo recto con esa idea. El conflicto surge también porque estamos aislados, porque somos conscientes de esa insuficiencia y tratamos, por medio de la opción, de llenar esa insuficiencia. Por lo tanto, donde hay opción tiene que haber esfuerzo, y en consecuencia, tiene que haber voluntad. Esperamos poder discernir mediante la opción. Esperamos que, eligiendo esto frente a aquello, habremos aprendido expandiendo nuestro corazón y ampliando nuestra mente, y que habiendo optado de ese modo estaremos más cerca de la perfección.

Entiendo que el discernimiento es imposible por medio de la opción. Para expresarlo de otra manera: Por medio de la voluntad usted no puede discernir, no puede comprender, porque la voluntad es creada por la resistencia. Deseamos tener carácter, deseamos virtud, y para desarrollar el carácter y tener virtud, es necesario el esfuerzo. Mientras que, para mí, un hombre de carácter, un hombre de voluntad, jamás puede comprender la plena libertad de la vida, porque su carácter y su voluntad se basan en la resistencia. Por favor, si empleo la palabra equivocada, pasen por alto las palabras. La voluntad se desarrolla mediante la discriminación. En la discriminación no hay comprensión. La discriminación crea resistencia. Siendo opción, tiene que crear resistencia, y esa resistencia da origen a la conciencia de la voluntad. Es como embalsar un río. Hay un torbellino, un movimiento intenso, un remolino de agua. Entonces se quita el dique y el agua fluye libremente. Para mí, ese dique representa la lucha por la virtud, este constante desarrollo del carácter. Esta continua lucha por optar no es sino una resistencia nacida de la discriminación. Por eso digo: No opten; disciernan. El discernimiento no se encuentra entre dos opciones, entre esto y aquello, sino que es la libertad con respecto a ambos. Cuando usted tiene que decidir entre dos cosas, ¿qué hace? Calcula, sopesa, considera meramente los opuestos. ¿Qué ocurre, en cambio, cuando tiene que decidir algo vital, algo inmenso, que requiere toda su concentración, todo su interés? No calcula, no sopesa. Su pensamiento y sus emociones actúan en conjunto, y de ello surge un genuino discernimiento.

Esto es lo que ocurre en todos los casos cuando uno tiene que hacer algo vital. No elige, actúa de todo corazón. Eso es lo que ustedes llaman intuición. Deliberadamente, yo no uso esa palabra porque, desde mi punto de vista, ha sido muy desfigurada. Así que, en el desarrollo de la voluntad, crean ustedes más resistencia; por lo tanto, generan más discriminación y, en consecuencia, un conflicto mayor en cuanto a la opción. La lucha de ustedes es infinita, el esfuerzo es continuo. Cuando usted actúa naturalmente, espontáneamente, fácilmente, no está ejerciendo la voluntad. Actúa desde esa plenitud, no por efecto de la voluntad. No tiene que hacer un esfuerzo, no tiene que controlar, disciplinarse, limitarse, no tiene que elegir; actúa. Sólo cuando hay conciencia del sí mismo, del yo, la cual es resultado del conflicto, de la resistencia nacida de la discriminación, entra en acción la voluntad. 

Pregunta: 

Para las personas que son incapaces de protegerse de la completa degradación, tal como la debilidad mental, que son víctimas de sus pasiones, los morfinómanos, etc., ¿no tiene que ser considerado más bien como una ayuda el pertenecer a una religión, una secta o cosas por el estilo? 

KRISHNAMURTI: 

Miren, amigos, si ustedes son personas así, necesitan tener una droga. Entonces deben tener religión, deben tener sectas. Si son bebés, deben tener niñeras, y las niñeras los cuidarán como se cuida a los bebés. Usted dice: “Yo no soy un débil mental y no soy una víctima de mi pasión, pero algún otro lo es. ¿No es eso necesario para él?”

¿Por qué lo considera a él? ¿Tiene miedo por él? ¿Está actuando desde la piedad, desde la compasión por él? Usted dice: “Le daré lo que es necesario para él, una religión, una secta y cosas por el estilo”. Usted adopta una actitud superior, lo que llama una actitud considerada, y le da una religión y dice: “¿Acaso no es necesaria para él?” Por lo tanto, dándole una droga lo mantiene tan débil mentalmente como antes. Esa es siempre la actitud de las diferencias de clase. El hombre que dice: “Le daré a usted lo que es necesario”, lo mantiene siempre en ese nivel inferior al de él, mantiene esa diferencia. Esto ha ocurrido siempre así en el curso de los tiempos. El hombre que posee conocimiento trata al otro como si fuera un imbécil, le da lo que es necesario y lo mantiene ahí. O procedemos a la inversa. Decimos: “Despertaré a ése que está en un nivel inferior y lo llevaré hacia una actitud más elevada”, lo cual es otra forma de piedad. Entiendo que si una secta, una religión, es una limitación para usted, es una limitación para todos. Si, como sostengo, no puede haber un mediador entre la verdad y uno mismo, entonces un sacerdote es tan innecesario para usted como para el hombre que es un débil mental. Vea, queremos despertar a la gente a cierto resultado, a cierta imagen, a cierto patrón. No queremos dejar que se despierte sola y descubra, queremos incitarla a adoptar un punto de vista particular. Para mí, la importancia no está en las religiones, en las sectas y en todo eso, sino en que el hombre pueda despertar y percibir la causa de estas cosas. Cuando se despierte por sí mismo, romperá con la causa sin que usted le ofrezca una panacea, sin que le provea el narcótico que, según usted espera, habrá de despertarlo; no lo despertará.

Lo mismo puede aplicarse a la autodisciplina, a todo. Así que la pregunta apropiada es: ¿Necesita usted eso? ¿Necesita la religión, la secta, la autodisciplina, la imposición de la autoridad para andar derecho, para que le hagan comportarse correctamente, para que sus actos sean virtuosos? Ése es el modo como yo plantearía la pregunta. ¿Necesito todo eso, lo necesito yo, no algún otro? Al liberarme de esa prisión, no sólo derrumbaré mis propios muros sino que ayudaré a que otro pueda derrumbar los suyos también. Se trata de ayudarlo a comprender la causa, no ayudarlo a derrumbar los muros, porque si usted lo ayuda meramente a destruir el muro, él construirá otro muro. 

Pregunta: 

Usted menciona al discernimiento como un acto de intuición pura. ¿Qué es la intuición pura y cómo puede uno saber que es pura, verdadera? 

KRISHNAMURTI: 

Como dije, el discernimiento es sin opciones. Piense en ello. En tanto la mente esté atrapada en la opción, no puede haber percepción directa de lo verdadero, porque la opción se basa en el agrado y el desagrado, en el deseo, y todo deseo enceguece. Una acción nacida de tal deseo, de tal opción, tiene que crear conflicto, y uno sólo puede tornarse consciente de ese conflicto, no de lo que es la verdadera intuición. Cuando usted me pide que le explique qué es la verdadera intuición, le digo: Lo sabrá cuando su acción esté libre de las opciones.

¡Estamos tan poco acostumbrados a actuar fácilmente, sin conflicto! Tenemos miedo, porque hemos actuado y las consecuencias han sido tan desastrosas, tan dolorosas; por eso damos vueltas tratando de averiguar qué es la verdadera acción, qué es la intuición pura, de modo que podamos captarlo intelectualmente y moldear nuestras mentes y nuestros corazones a tal efecto. Cuando nos damos cuenta, cuando tomamos plena conciencia de que nuestras acciones mismas tienen su origen en este escape, en este miedo, cuando realmente percibimos eso, entonces de ello surge una acción natural exenta de todo conflicto. En su mayor parte, nuestra intuición se basa en la sensación. Nos gusta una idea que nos da satisfacción, placer, y decimos: “Es una idea intuitiva”, y nos aferramos a ella porque la deseamos. Por lo tanto, ya no es más una idea pura, una cosa pura en sí misma. Ocurre con mucha frecuencia, que escuchan hablar de la idea de la reencarnación y la aceptan en el acto y dicen: “Es una idea intuitiva, siento que es verdadera”. Tiene que ser así, y llaman a eso una idea intuitiva o intuición. No es intuición en absoluto. A causa de que desean esta idea de la reencarnación, a causa de que encuentran en ella satisfacción, consuelo, y que les permite posponer su discernimiento en el presente, se sienten alentados a aferrarse a esa idea. No estamos discutiendo si la reencarnación es o no es un hecho. Eso lo investigaremos en otra ocasión. Tiene muy poca importancia. En tanto haya un anhelo, un deseo de consolación, de seguridad, no puede haber intuición, no una intuición verdadera. Así que, mientras se encuentre atrapado en eso, no trate de averiguar qué es la intuición. Dese cuenta de que está atrapado y libérese de ello, y en ese acto hay intuición; un acto así ha nacido de la intuición. Quizá piense usted que lo que digo es una manera negativa de abordar la vida. No lo es. Lo que ustedes han estado haciendo es, para mí, una manera negativa de vivir: establecer una representación mental y vivir de acuerdo con ella, es lo que ustedes llaman una manera positiva de vivir, la cual no es sino un escape.

Lo mismo está implicado en esta pregunta: “¿Qué es la intuición? ¿Cómo sabrá uno cuándo es pura?” Usted sabrá que es pura cuando no haya conflictos, cuando tras ella haya plenitud, tanto de la razón como del sentimiento. Pero para tener una acción así nacida de esa intuición, su mente y su corazón deben estar enteramente libres del temor, del logro, del éxito y demás. Por lo tanto, atienda primero a eso y no a lo que es la intuición. 

Pregunta: 

Yo estoy en discordancia con mis pensamientos, mis sentimientos y mis acciones; debido a eso, me siento insatisfecha. La razón es que no hay comprensión entre mi esposo y yo, pero no puedo abandonarlo porque está enfermo. ¿Cuál es su consejo para que yo pueda llegar a una comprensión mejor? 

KRISHNAMURTI: 

En primer lugar, nos aferramos a otros porque nosotros mismos estamos vacíos. Esperamos que el otro nos enriquezca. Ésa es la razón por la que poseemos a las personas. Por lo tanto, también eso crea falta de armonía. Ése es, entonces, uno de los aspectos. La interlocutora quiere saber qué debe hacer, porque se siente insatisfecha viviendo con esa persona, el marido. O bien depende usted de él para su propia suficiencia interna que él no le proporciona, lo cual hace que usted se sienta insatisfecha, o usted desea proporcionársela a él y él no quiere aceptarla, con lo cual sigue estando insatisfecha. O él no le agrada, y por eso se siente insatisfecha. Si reflexiona acerca de estos tres puntos, la pregunta estará contestada. No le aconsejo lo que debe hacer. Usted sabe, dependemos el uno del otro para nuestra fuerza para nuestra plenitud. Marido y esposa, hermanos y hermanas, etc. Cuando no nos proporcionan eso, nos sentimos completamente perdidos y absolutamente insatisfechos. Acudimos a otro para realizarnos, acudimos a otro en busca de amor, de  estímulo, porque nos sentimos solos, aislados. Nos volvemos hacia otro e incrementamos esa soledad. La soledad se vuelve cada vez más profunda y sólo tratamos de escapar de ella. Así, cuando usted se da cuenta de eso, cuando realmente advierte que ninguno puede ayudarla a que se realice, que ninguno, excepto su propia comprensión, puede darle total plenitud interna, entonces soporta los detalles menores, tales como tener un esposo enfermo en cama. Entonces no surge el problema, no se suscita la cuestión de optar entre permanecer con él o abandonarlo. Por favor, considérelo. La opción respecto de lo que debemos hacer surge, como en este caso, cuando sentimos que nuestro marido, nuestro hermano, etc., no puede darnos esa plenitud. Por lo tanto, nos preguntamos: “¿Hacia quién me volveré? ¿Hacia otro hombre, otra mujer?”, en la esperanza de lo que el otro nos dará en lugar de lo que nos falta en el que ya tenemos. Mientras que, si comprende plenamente -no si lo acepta desde el punto de vista mental o intelectual-, si siente y piensa de verdad que es totalmente imposible que alguien pueda completarla internamente, entonces actuará sin tener en cuenta las circunstancias. 

Pregunta: 

¿Es posible el amor impersonal mientras las fuerzas del sexo aún nos impulsan hacia vínculos de amor que, por altamente armonioso que sea, sigue siendo personal? 

KRISHNAMURTI: La vida es energía creativa. Es la mente la que fragmenta esa energía en mental, emocional y sexual; debido a que está usted atrapado en la pasión, en la lujuria, ha dividido la energía y quiere transmutarla de una u otra manera mediante las prácticas. A causa de que no vive una vida completa, hay una pasión fuerte que lo domina. Yo digo que, si viviera plenamente, no existiría este conflicto de sexo, mente y emoción. 

Pregunta: 

¿Hasta dónde está usted a favor de recomendar dirigir esas fuerzas hacia centros más elevados, por medio de prácticas ocultas?

KRISHNAMURTI: 

Usted sabe, pensamos que mediante prácticas, haciendo una cosa una y otra vez, estamos obteniendo algo. Yo no creo en las prácticas, pienso que son nocivas. Por favor, no diga: “¿Acaso no debo practicar el piano?” Lo que usted llama prácticas ocultas, consiste en instalar en su mente cierto conjunto de ideas que usted repite, que practica de modo tal que, esta cosa contra la cual está luchando, es gradualmente sumergida, reprimida, y usted piensa que ha transmutado el sexo llevándolo a un plano más elevado. El sexo es sexo, no puede transmutarlo. Pero usted puede, o bien quedar preso en esa energía que se vuelve devastadora o puede vivir en esa energía tan plenamente, de manera tan total, que sus actos sean completos. Tiene que reflexionar sobre esto muy cuidadosamente. No diga: “Me siento sexual; por lo tanto, voy a vivir completamente en eso”. A causa de que nuestras mentes y nuestros corazones están tan poco despiertos, son tan incompletos, tan inmaduros, encontramos deleite en la pasión. Llena nuestras mentes y nuestros corazones. Toda la civilización moderna está edificada sobre eso, sobre la sensación, porque siendo tan pequeños esperamos, por medio de las prácticas, vencer esa pequeñez -la cual tiene su existencia en nuestra mente y en nuestro corazón- y así transmutar nuestro sexo llevándolo a un plano más elevado. Así pues, mientras la mente y el corazón estén atrapados en las pequeñeces, usted tendrá todos estos problemas sexuales. Si la mente y el corazón son ricos, plenos, grandes, entonces estas cosas tendrán una importancia secundaria. Si usted es verdaderamente creativo al actuar como un ser humano completo, entonces no surge este problema. Entonces no hay problema. El problema existe sólo cuando el corazón y la mente están divididos en la acción contra sí mismos, y para superar esa división usted desea practicar, ¡Qué absurdo! De ese modo, mediante estas prácticas continuas, empequeñece más y más su mente y su corazón. Por lo tanto, para comprender realmente y estar libre, descubra si su mente y su corazón están mutilados por el amoldamiento. Donde hay amoldamiento, no podrá haber liberación de la vida. El amoldamiento existe en tanto usted busque una recompensa, un logro, la creación de la autoridad; la consecuencia de ello es la limitación, la reducción de la libertad. En tanto haya limitación de la mente y del corazón, existirán todos los otros problemas, y si está buscando una solución -cuando dice “transmutar” eso es lo que está haciendo, buscando una solución-, una salida, un escape, está limitando meramente esa energía creativa, la cual es pensamiento, sentimiento, todo, la totalidad de su ser. 

4 de agosto de 1933 



EL ARTE DE ESCUCHAR - 11 - J.K. -

 QUINTA PLÁTICA EN OMMEN 

En su inmensa mayoría, las personas vienen a escucharme o van a la iglesia o buscan maestros a fin de recibir ayuda, de ser guiadas o de obtener algo que habrá de darles satisfacción. En otras palabras, cuando hablamos de recibir ayuda, anhelamos y deseamos llegar a cierto estado mental en el que encontraremos satisfacción. Por lo tanto, estamos siempre buscando un resultado cuando hablamos de recibir ayuda. Para mí, ser ayudado de esta manera es absolutamente efímero e inútil. Habiendo obtenido lo que deseemos, ya sea la felicidad, la solución a un problema o la satisfacción del logro o del éxito, deseamos propagarlo a otros, forzándolos dentro de ese patrón al que hemos llegado. Queremos obligar a otras personas a que adopten ese punto de vista. Llamamos a eso ayudar al mundo, atraer a otro hacia un punto de vista particular en el que hemos encontrado satisfacción, que nos ha producido cierto contentamiento, ciertas sensaciones, un sentimiento de éxito. Así, habiendo obtenido algo, ustedes se preguntan: “¿Qué haré con esto? ¿Cómo lo usaré? ¿De qué manera puedo emplearlo para atraer a otros a la misma actitud mental?” Por lo tanto, uno se interesa en el resultado, no en lo que tiene. Ustedes se interesan en cómo utilizarán lo que han obtenido y, de tal modo, se ocupan de la propaganda, de hablar, de transmitir sus convicciones instando a otros a adoptar el punto de vista de ustedes. Eso no tiene ningún valor, porque sólo desean que ellos lleguen al mismo punto de vista que a ustedes les ha producido satisfacción. La acción en sí no tiene, entonces, ningún valor en absoluto. Atraer a otras personas a cierto punto de vista, incitando a otros a obtener cierto resultado, es para mí responder a la formación de una secta. Al incitar a la gente a cierto punto de vista y al propagar ese punto de vista, ustedes se interesan no en sembrar lo que tienen, sino en el resultado de la siembra.

Si tenemos algo en nuestra cesta, si nuestras manos están llenas y la mente y el corazón son libres, nos interesamos en la siembra, no en el resultado que podamos cosechar. La mayoría de la gente, cuando anhela ayudar, es eso exactamente lo que busca: anhela un resultado. De tal modo, uno no se interesa en lo fundamental, que es la siembra, sino en lo que cosechará. Por favor, entiendan esto, porque escuchándolos a ustedes, escuchando las preguntas que me formulan, éstas me han mostrado que lo consideran todo desde un punto de vista sectario, desde el punto de vista de un grupo. Ustedes tratan de despertar a otras personas a cierto punto de vista, a cierto patrón, a cierto resultado que ustedes mismos alcanzaron, o consideran cómo habrán de diseminar eso que poseen. Todo esto, para mí, demuestra una mente muy limitada, y una mente semejante no puede seguir y comprender el movimiento veloz de la sabiduría. Ahora bien, nos interesamos en el resultado de la siembra porque no estamos seguros de lo que sembramos. Queremos que la convicción de otros nos estimule mostrándonos que tenemos realmente eso, y así obtenemos determinada sensación. Lo que quiero mostrar esta mañana es que si ustedes han venido aquí para que se les ayude a descubrir una solución o para ganar algo, me temo que quedarán decepcionados, porque aquello que ganan lo pierden. Si buscan un resultado, es transitorio. Si buscan una solución, están tratando de escapar de la causa del problema. En otras palabras, un resultado o una ganancia o la idea del logro no son sino cierto consuelo en el que encontramos protección, protección que se convierte en nuestra seguridad, a la cual llamamos verdad. En consecuencia, la acción, que es lo único que puede revelarles el significado pleno de la vida, es negada totalmente. Cuando hay una vacuidad, una dolorosa insuficiencia, sólo buscan un resultado.

¿Por qué buscamos un resultado? ¿Por qué buscamos un logro? Porque no podemos afrontar la vida o la experiencia o cada acontecimiento del día, de una manera completa, nueva. Porque no tenemos la capacidad de encarar todas las cosas así, espontáneamente, vigorosamente, como por vez primera. Nuestras mentes están tan agobiadas por la memoria, que somos incapaces de afrontar nada nuevo. Siempre encaramos los acontecimientos, con reacciones ya preparadas que se originan en nuestros recuerdos de ayer. Cuando la mente y el corazón están cargados con un recuerdo de insuficiencia, buscamos un resultado, un éxito, un logro. Mientras que si uno encara todas las cosas de una manera nueva, fresca, vehemente, no con esa reacción ya predeterminada, con ese recuerdo agotado, entonces tal acción le revelará su plena significación. Uno ya no busca un resultado, un logro. Ya no escapa de la sensación. En la acción misma está la significación plena, y eso es sabiduría. Para actuar con esa sabiduría, nuestra mente y nuestro corazón deben estar enteramente libres de la búsqueda de un resultado. Cuando uno reconoce eso, cuando se da cuenta, en medio de la acción, de que está buscando continuamente un resultado, un triunfo, un logro, una ganancia, cuando entiende eso tanto con la mente como con el corazón, entonces su acción cotidiana revela de qué modo la mente y el corazón están atrapados. Pero ahora ustedes están actuando sin tener conciencia de lo que hacen, sin comprender por qué lo están haciendo. La mayoría de nuestras acciones se basa en un motivo, en el logro, el éxito o el temor. Cuando nos tornamos conscientes de ello no sólo mentalmente, sino también emocionalmente, entonces esa acción de la que estamos conscientes, alerta, se libera a sí misma del resultado que buscamos. Trataré de exponerlo de una manera diferente. No digan: “No debo buscar un resultado”. No digan: “No debo alcanzar el éxito”, o “no debo buscar refugio”. Si dicen eso, están creando otra serie de refugios. En el “no debo” hay un refugio, hay una seguridad. Así que no digan eso. Dense cuenta si su acción es el resultado de esa búsqueda, del anhelo de obtener seguridad. Cuando lleguen a estar alerta en la acción, entonces la acción misma mostrará su pleno significado. Después de todo, la sabiduría no es una cosa que pueda obtenerse de los libros.

Yo no puedo transmitirles sabiduría a ustedes. La sabiduría se origina en la plenitud de la acción, y uno puede actuar plenamente o comprender completamente la acción, cuando el corazón y la mente están libres de este continuo deseo de un resultado. Por lo tanto, si uno dice que no debe buscar un logro o que no debe buscar el éxito, es porque no comprende la acción. Mientras que podrá comprender la acción en todo su significado, si toma conciencia plena de la causa de su acción. Ahora bien, llegar a tener conciencia plena de la causa de la acción, no implica pasar por el autoanálisis. Para mí, el autoanálisis es destructivo. Pero si uno está plenamente consciente, si está despierto, tanto mental como emocionalmente, cuando está actuando, entonces conocerá la causa de su acción. Cuando uno está consciente de su acción, puede comprender la plena significación de su búsqueda de un resultado, la cual le revelará espontáneamente su transitoriedad. Lo que quiero mostrar, lo que quiero explicar es que debemos interesarnos en la siembra, no en su resultado. El resultado será correcto si sembramos correctamente. Ahora nos interesamos en el resultado de nuestra siembra y, de aquí, la futilidad de nuestra acción; hacemos eso a causa de que estamos vacíos, de que no hay suficiencia, plenitud en cada uno de nosotros. Por eso nos interesan todos los resultados de nuestra acción. Una mente semejante no puede comprender la sabiduría o el movimiento veloz de la verdad. Una mente que puede afrontar todas las cosas de una manera fresca, nueva, sin la carga de la memoria, una mente así, en su plenitud, en su integridad, sólo se interesa en la siembra. 

Pregunta: 

Algunas personas lo califican a usted de místico, como opuesto a lo que, en el lenguaje de ellas, es un ocultista, porque usted no pone mucho énfasis en el mejoramiento de los “cuerpos”. Tenga la bondad de cambiar esta mala reputación suya, porque ella me da muchísimo trabajo, incluso genera disputas, para defenderlo. Estoy cansado de eso.

KRISHNAMURTI

Ante todo, no defienda a otro, especialmente en relación con esta clase de cosas. Usted sabe, cuando hay integridad no hay división, no hay opuestos. Sólo cuando la mente es insuficiente en sí misma, crea opuestos tales como el misticismo y el ocultismo. Para mí, un hombre que está atrapado en el misticismo como en algo opuesto al ocultismo, jamás puede comprender qué es la verdad. Usted no puede dividir la vida en mística y oculta. La vida es una totalidad completa, una plenitud, una integridad. No puede fragmentarla y decir que ésta es una parte de ella y ésta es otra parte. Sólo cuando la mente y el corazón estén por completo libres de todos los opuestos, comprenderá usted qué es esa acción perdurable. Nosotros creamos los opuestos a causa de que optamos, y nuestra opción se basa siempre en el “desagrado” y el “agrado”, o en un prejuicio. Por lo tanto, no hay discernimiento directo y así se crean los opuestos. Elijo esto porque me agrada. En consecuencia, al elegir lo que me agrada creo otro opuesto que no me agrada, y así estoy preso continuamente en este círculo de los agrados y los desagrados. Y nosotros elegimos porque estamos impulsados por el deseo de ganancia, de logro. Por consiguiente, un deseo semejante ciega nuestra opción y, de tal modo, creamos opuestos en los que quedamos atrapados. 

Pregunta: 

¿Puede usted describir brevemente:? a) ¿Cómo lo considera el mundo, como alguien que ha alcanzado el éxtasis del vivir? b) ¿Qué le parecería a usted si todos o muchos de sus oyentes y lectores realizaran la liberación y vivieran de manera completa? Si esto no es posible, la razón del porqué sería, sin duda, interesante e instructiva.

KRISHNAMURTI: 

¿Sabe?, nunca he pensado en eso. Jamás pensé cómo sería el mundo si todos obtuvieran la liberación, cuál sería el resultado. No sé cómo sería el mundo si tuviéramos comunismo perfecto o fascismo perfecto. Ya lo ven, en primer lugar, no sé por qué el interlocutor ha preguntado esto. Hay una o dos posibilidades por las cuales puede haberlo hecho. Quiere saber qué aspecto tendría el mundo como resultado de la realización de unas cuantas personas. O sea, quiere forzar a otros dentro de cierto patrón, no quiere dejar que la gente sea en sí misma libre. Por lo tanto, jamás me he puesto a examinar cuál sería el resultado. Me interesa la siembra, no la cosecha y quién se beneficiará. Si usted es un prisionero, no estoy interesado en describirle qué es la libertad. Mi principal interés está en mostrarle qué es lo que crea la prisión y que usted la derrumbe, si es que le interesa hacerlo. Si no le interesa, eso es asunto suyo, desde luego. Si dice que la verdad debe ser útil, beneficiosa para otros, entonces no comprende. Lo será, pero si ésa es, su preocupación, no lo será. Por eso se me formula esta pregunta. Usted quiere saber cuál será el resultado. Es imposible decírselo, porque el resultado jamás puede ser descubierto, porque será siempre cambiante. No es una cosa fija a la cual usted llega. Al presente, uno es un esclavo de innumerables legislaciones, es un diente en los engranajes de una enorme máquina, espiritual, económica, social, en todas las formas. Cuando usted sea realmente libre, es decir, cuando descubra el verdadero valor de todo eso, cuando no escape de ello ni rompa con ello, cuando descubra el verdadero valor de ese patrón social que lo mantiene prisionero, entonces estará libre de toda legislación y no se amoldará. No habrá idea de ajuste a la verdad o a una descripción de la verdad, que es lo que el interlocutor desea.

Pregunta: 

Para una pareja que se amó y está en su luna de miel, el mundo se ha transformado, al menos temporariamente, en algo bello gracias a la felicidad que ambos experimentan. ¿Ilustra esto, de algún modo, lo que usted quiere decir cuando afirma que el problema del mundo es el problema del individuo? 

KRISHNAMURTI: 

Usted sabe, cuando estamos atrapados en una sensación, esa sensación nos proporciona tanto placer que el mundo adquiere un color diferente. Hemos cubierto el mundo con una sensación particular que experimentamos. En nuestra dicha pasajera, miramos el mundo a través de esa película de felicidad. Lo que quiero decir cuando sostengo que el problema del mundo es el problema del individuo, es esto: en el curso de los siglos hemos creado mediante nuestros deseos y anhelos particulares, un conjunto de normas, patrones, a los cuales nos hemos esclavizado inconscientemente. Durante siglos, hemos buscado la seguridad en lo económico, en lo social, en lo espiritual, en todas las formas. Nos hemos convertido en esclavos de esa seguridad que hemos creado individualmente. Somos por completo inconscientes de esa esclavitud. Cuando usted empieza a cuestionar y a descubrir el verdadero valor de ese patrón social, de esas rejas de la prisión que lo retiene, en ese cuestionar y descubrir el verdadero valor, usted, como individuo, se libera de la prisión. Eso es lo que entiendo por el problema del mundo y el problema individual. Usted puede, a causa del temor, crear otra serie de preceptos y patrones, según los cuales el hombre no debe poseer ni tener seguridad alguna, ¿Qué es lo que ha hecho con eso? Sólo se ha movido de la posesión a la no posesión. Y eso se ha convertido otra vez en su prisión. Mientras que, si descubriera verdaderamente el valor, el exacto significado de la posesión, estaría libre de la posesión y no posesión como opuestos. Entonces estaría libre de toda legislación, de todos los patrones falsos que la sociedad ha establecido. Y eso puede hacerlo sólo cuando es totalmente un individuo, no un individualista.

Para mí, el verdadero individuo es el que descubre los verdaderos valores, los valores eternos de todas las cosas; y yo digo que existen valores eternos que ni yo ni ningún otro puede darle, Nadie puede darle valores eternos. Usted tiene que descubrirlos por sí mismo, y cuando haya descubierto el verdadero valor de todas las cosas, entonces actuará en su creadora soledad, en su suficiencia, en su integridad. En eso hay éxtasis. Pero si está meramente satisfecho con vivir como el diente en el engranaje de una máquina, entonces no hay nada que decir. Yo no quiero estimularlo a que se ajuste a cierto patrón, no es lo que deseo. Usted puede descubrir los verdaderos valores sólo cuando se encuentra realmente en una crisis, cuando hay una verdadera exigencia. Casi todas las personas espirituales -al menos las que piensan que son espirituales-, lo que tratan de exigir es satisfacción. Están eludiendo todo el tiempo esta exigencia que muestra el verdadero significado de sus acciones y de sus pensamientos. Ésta sólo puede darse si hay un tremendo descontento, no cuando la mente se echa a dormir embotada por la satisfacción o por la imagen de paz que ustedes llaman verdad. Ahora no dé vuelta las cosas diciendo: “Si me doy cuenta de esta prisión, ¿tendrá eso influencia en el mundo? ¿Será el mundo algo mejor porque yo, como individuo, haya descubierto el verdadero valor? ¿Se beneficiará el mundo con ello?” Si dice eso, no descubre el verdadero valor. Sólo está descubriendo lo que será útil para el mundo. Si descubre el verdadero valor, él estará mucho más allá de esto, será eterno y, por lo tanto, aplicable a todos los hombres. 

Pregunta: 

A fin de alcanzar la “liberación de la vida”, ¿debemos reconocer una dualidad, una separación entre la “vida’ y nuestra inercia física, emocional y mental, para afrontar la última como algo que debe ser disuelto? 

KRISHNAMURTI: 

¿Por qué tiene que reconocer algo de lo cual está consciente? Si no está consciente de la separación, entonces no hay conflicto. Si no advierte la dualidad, entonces no hay lucha. Hay una reacción armoniosa. Pero como casi todos se dan cuenta de ese conflicto, ¿por qué es necesario un reconocimiento de la separación? Vea, usted no reconoce la separación que ocasiona conflicto porque está buscando una solución del conflicto. A causa de que tratamos de escapar del conflicto, no nos damos cuenta de que hay una dualidad en nuestras acciones. Debido a que buscamos seguridad, consuelo, que escapamos de este miedo a la soledad, tenemos que reconocer mentalmente la existencia de una dualidad. ¿Qué es lo que ocurre cuando hay un conflicto? Queremos escapar de él, buscamos una salida. Jamás averiguamos cuál es la causa de este conflicto. Usted descubrirá la verdadera causa del conflicto, cuando esté consciente o cuando esté plenamente alerta, no cuando indague mentalmente cuál es la causa del conflicto. Descubrirá la causa del conflicto, de la angustia, del sufrimiento, sólo cuando quiera descubrirla de verdad, tanto con la mente como con el corazón. Casi todos quieren averiguar la causa sólo mentalmente; por lo tanto, cualquier cosa que descubren será falsa, porque no abordan la causa plenamente. Ustedes la abordan plenamente sólo cuando hay una crisis, cuando ésta los devora, cuando están bloqueados todos los escapes. Por eso dije que se torne consciente, que esté alerta; entonces verá cómo su mente trata de evadir el enfrentamiento con la causa del conflicto o trata de avistar una solución, de escapar, de olvidar. Así, comienza usted a cerrar gradualmente todas esas vías de escape y seguridad; entonces afrontará con todo su ser la causa del conflicto. Ésa es la verdadera percepción alerta. En esa percepción alerta, descubrirá usted la verdadera causa. 

Pregunta:

 A veces soy por completo indiferente, nada me interesa; ni siquiera anhelo ser feliz. ¿Cómo puedo salir de esta condición de inercia?

KRISHNAMURTI: 

Hay dos posibilidades. Una, que usted esté física, mental y emocionalmente cansado. O, lo más probable, que haya llenado su mente y su corazón con un montón de desperdicios, como llena un cesto para papeles. Cuando la mente está llena de cosas inútiles, efímeras, puede quedar muy agotada y ésa es, probablemente, la razón principal: un completo agotamiento causado por la acumulación de cosas inútiles, tal como ocurre con el hombre rico. Ahora usted las ha acumulado. Lo próximo es vaciarse de ellas. Eso, si es que le interesa. Si vacía de cosas inútiles la mente, descubrirá lo que es perdurable. Si su acción nace de ese montón de desperdicios, tal acción será siempre inútil y sin valor, limitada. No tendrá valor alguno en absoluto si se origina en los desperdicios efímeros e inútiles que usted ha acumulado, en los valores falsos. Por lo tanto, tiene que descubrir si está actuando desde esos desperdicios. Por eso digo: Vuélvase plenamente consciente de su acción, de lo que está haciendo, y entonces, en esos desperdicios mismos descubrirá el valor auténtico de las cosas. No tiene que librarse de ellos o empezar a llenar otra vez con más desperdicios otro cesto de papeles.

Espero que entienda esto, porque es lo que ocurre con la mayoría de las personas. Han salido en busca de valores auténticos, en busca de la verdad, y han acopiado cosas, han estado eligiendo: esto es esencial, esto no es esencial. Han acumulado, sus graneros mentales están repletos de cosas que han considerado de valor, pero que se han convertido en cenizas. En consecuencia, hay completo agotamiento, fatiga. Ahora bien, no destruya ese granero para comenzar otro. Hará eso si lo destruye o trata de superar sus acumulaciones. Pero si se torna consciente, alerta, si ve, si observa tanto emocional como mentalmente, que sus acciones nacen de esa memoria, de ese granero, de esa acumulación, entonces verá inmediatamente, de manera instantánea, la causa de sus acciones, y sabrá por sí mismo, instantáneamente, el verdadero valor de esa causa. Esto no es una treta que usted tiene que aprender de memoria y que después se convierte en otra seguridad, en otra frase acerca de la que medita y en la que se absorbe. Es realmente muy sencillo, siempre que de verdad quiera descubrir si está actuando desde los desperdicios, con lo cual su acción carece de valor, o si está actuando de manera completa y, en consecuencia, la acción es infinita. Usted tiene recuerdos, ideas que ha acumulado durante siglos. Y está actuando desde esa acumulación. Debido a eso, no encara nada de una manera fresca, nueva. Ahora bien, si se da cuenta de que está actuando de ese modo, su propia, acción revelará la causa. Y en ese descubrimiento mismo radica el verdadero significado de su acción, y entonces toda su acción está libre de motivo. Hay plenitud, integridad, y en eso hay éxtasis. 

Pregunta: 

Por favor, dígame ¿cómo debo educar a los niños? 

KRISHNAMURTI:

 Para mí, el niño no es lo importante. No lo es en absoluto. Los importantes son el padre, la madre y el maestro, no el niño. Esto no es meramente una afirmación ingeniosa. De todos modos, el niño está ahí para ser formado a voluntad, es una cosa dúctil como la masilla. Por lo tanto, no se trata de cómo ha de educar usted al niño. Se trata de qué es usted mismo, ya sea usted el maestro, el padre o la madre. ¿Ha entendido eso? Luego está la cuestión de si usted, como padre, cree en la autoridad. Si es plenamente consciente de lo inútil que resulta la autoridad, descubrirá por sí mismo el modo exacto. Cuando sepa así que la autoridad carece de todo valor, descubrirá cómo disciplinar correctamente al niño.

Vea lo que significa estar libre de la autoridad. Usted tiene una autoridad sólo cuando hay temor. Cuando está libre de temor, actúa desde la plenitud, la cual no implica lo opuesto, la carencia de autoridad, que es una negación. Después de todo, así es como educamos a un niño, ¿verdad?, a base de autoridad: “debes y no debes”, “no lo hagas y hazlo”, o damos explicaciones erróneas respecto de cosas que nosotros mismos tememos. El otro día, una madre dijo a su hijo que le preguntó acerca de la muerte, que existe la reencarnación, y el niño quedó satisfecho. ¿Qué ha hecho uno cuando ha dado una respuesta semejante? Habiendo creado para sí mismo una seguridad en la reencarnación, la ha transferido meramente al niño. Y así ya ha comenzado a formar en la mente de ese niño, la idea de la seguridad. Por lo tanto, ha establecido una autoridad. Cuando usted comprenda lo que la autoridad significa, no contribuirá a que el niño sea licencioso ni le dejará hacer exactamente lo que se le antoja. Ése no es el punto. Vea, éste es un tema tan inmenso que uno debe considerar las cosas una por una. Ante todo, la autoridad. La autoridad implica acatamiento a cierta regulación, a cierta ley moral, a cierta norma cuyo verdadero significado usted, padre o maestro, no ha comprobado por sí mismo. Así dice: “Esto es bueno y esto es malo”, y ha ayudado a formar en la mente del niño ciertas ideas basadas en la autoridad. Por lo tanto, lo que usted hace hoy en día es transmitir al niño todos los falsos valores que usted mismo ha acumulado. Yo digo que los valores falsos existirán en tanto usted no los examine, en tanto no descubra, como individuo, la verdadera significación de tales valores. Por consiguiente, cuando dice que educa al niño, lo que hace es transmitirle todos los conceptos falsos que usted tiene, Por eso les digo que descubran por sí mismos si, como individuos, como una madre o un padre o un maestro, creen realmente en la autoridad. La autoridad no implica meramente “hazlo” o “no lo hagas”, usted tiene que descubrir todo su significado: la autoridad de lo espiritual, la autoridad de las leyes, la autoridad con todos sus matices. Entonces, cuando ha descubierto o está en proceso de descubrir por sí mismo el verdadero significado, está creando para el niño una condición nueva. No puede menos que hacerlo. No es que vaya a conseguir inmediatamente liberarlo por completo de la autoridad, porque usted mismo no está libre de ella. Pero si de verdad intenta liberar a su mente de los valores falsos, entonces hay flexibilidad, rapidez, un ajuste mental. Entonces será capaz de afrontar la educación del niño. 

3 de agosto de 1933




 

 


EL ARTE DE ESCUCHAR - 10 - J.K. -

 CUARTA PLÁTICA EN OMMEN 

Ustedes saben, la vida es un tremendo misterio, y casi todos nosotros creamos un misterio falso, una ilusión, y tratamos de penetrar esa ilusión esperando que sea real. Preferimos el misterio de una ilusión al misterio de la realidad, y la vida es un misterio que no puede ser comprendido si el corazón y la mente se hallan atrapados en una ilusión. Por lo tanto, toda ilusión tiene que llegar a su fin antes de que uno pueda penetrar ese santuario profundísimo al que llamamos vida. Trato de mostrar la manera como puede ser penetrado, no el método, porque no creo que exista tal cosa como un método. No hay sendero hacia la verdad. La verdad es una tierra desconocida. Es una tierra inexplorada y tenemos que acercarnos a ella completamente desnudos, desprevenidos no podemos haberla cartografiado, trazado previamente; tenemos que llegar a ella totales, libres, puros. Entonces la comprenderemos. Ahora bien, para mí existe un éxtasis viviente que puede ser llamado Dios, realidad, que es un devenir intemporal. No es un objetivo que ha de ser alcanzado o conquistado. Es algo continuamente móvil, cambiante, vivo, no puede ser descrito. Para descubrirlo, para comprenderlo, para poder penetrar en ello, la mente ha de hallarse libre de la idea del logro. Uno no puede pensar en la verdad desde el punto de vista del éxito o de la conquista. Por favor, esto no es retórico, no me escuchen con una mente retórica. Como casi todas las mentes están mutiladas por esta idea de conquistar, lograr, atrapar, todo nuestro sistema de pensamiento se basa en eso. Para comprender esa realidad viviente, la mente debe estar libre por completo de esta idea del logro, porque el logro involucra al tiempo; aquello que uno va a obtener implica un futuro, un presente y un pasado. Una mente y un corazón presos en el tiempo no pueden comprender ese devenir eterno. De modo que el logro, la ganancia, el triunfo, el éxito, la verdad como recompensa por una acción virtuosa, implican un esfuerzo, indican que uno debe realizar un tremendo acto de volición, desarrollar la voluntad, el carácter, con el fin de obtener algo, de ser premiado por su esfuerzo. Y donde hay un esfuerzo, hay dualidad: la cosa que uno conquista y el conquistador. Donde hay dualidad existe un opuesto, una antítesis, como el bien y el mal, el dolor y el placer, la recompensa y el castigo. En tanto haya dualidad en la mente, hay esfuerzo por escapar de lo uno a lo otro. Este esfuerzo da origen a la conciencia del “yo”, la conciencia de sí mismo, y de aquí surgen el sufrimiento, la pena y la idea del tiempo dividido en pasado, presente y futuro.

Donde la mente busca de manera constante el progreso, el logro, el éxito, la conquista de una virtud o un objetivo, está implicada la dualidad, la cual crea a la conciencia del “yo”. De eso surge el sufrimiento. Así, para superar el sufrimiento recurrimos al olvido, pues la mayoría de la gente está presa en el sufrimiento. Ante ese sufrimiento, ante esa continua incertidumbre y falta de comprensión que creó un vacío, una vacuidad, estamos todo el tiempo tratando de olvidar, de escapar o de superar todo eso mediante la autodisciplina. Este olvido, este escapar o disciplinarse, aumentan aún más la dualidad, y entonces está el esfuerzo de superarla y tiene lugar la batalla. Éste es un proceso por el que, consciente o inconscientemente, pasa cada uno de nosotros. La consecuencia de ello es que hemos establecido un objetivo a ser alcanzado, al cual consideramos verdadero, un ideal de perfección, de la verdad, de la vida, de Dios... Y siempre estamos esforzándonos por disciplinarnos a fin de alcanzarlo, a fin de adiestrar a nuestra mente para que viva de manera constante en esa idea y funcione en ella. Así es como creamos en nuestra mente una dualidad, un observador, un controlador y la cosa observada y controlada. De este modo, desarrollamos una mente superior y una mente inferior, una emoción superior y una emoción inferior, porque nuestra mente se halla sofocada, sujeta en esta dualidad.

En consecuencia, existe naturalmente una continua falta de armonía, la cual crea conflicto, y uno está atrapado en este círculo. Eso es lo que sucede, es obvio. Es lo que tiene lugar en cada uno de nosotros: esta afirmación de una idea que llamamos la verdad o Dios, algo imposible porque no podemos comprenderlo, no podemos representárnoslo como una totalidad hasta que estamos completamente libres de tal idea. Uno puede tener un vislumbre ocasional, pero si se aferra a ese vislumbre está destruyendo la plena comprensión del presente. Así, comenzamos por afirmar lo que consideramos que es la verdad, lo cual nace del prejuicio, porque eso que consideramos la verdad lo escogemos siempre desde nuestro agrado y desagrado, escogemos lo que nos brinda satisfacción, ya sea mental, emocionalmente o de otro modo. Así, distinguimos entre la acción correcta y la acción incorrecta, siendo acción correcta la que está dominada por la mente superior, la mente que siempre está observando, venciendo, guiando; en consecuencia, la mente crea dentro de sí misma una dualidad, el “yo” y el “no yo”. Esto no es otra filosofía. Es lo que ocurre con cada uno de nosotros. Así es como se instala el proceso de la autodisciplina. Ahora bien, para mí esto es enteramente erróneo. Todo el proceso de enfoque está completamente equivocado porque indica un esfuerzo incesante y, como digo, donde hay esfuerzo no hay comprensión de la verdad. La verdad no llega mediante el esfuerzo. Tiene que revelarse naturalmente cuando uno elimina todos los obstáculos, cuando está libre de las barreras que ha creado el esfuerzo.

¿Qué es lo que crea esta dualidad en nosotros? La acción, la acción nacida del deseo, del anhelo de ganancia, la acción nacida del temor al castigo. Eso crea la dualidad. Y, como digo, sólo la acción en sí misma es la vida, la cual es eterna. Así, cuando la mente está presa en la esclavitud que implican una recompensa o un castigo o un motivo o la búsqueda de la verdad, la acción ha perdido su significado; en vez de acción, existe siempre el sentido del logro como opuesto a la acción. Para mí, la acción es infinita, eterna, perdurable, mientras que el logro tiene una finalidad. Por lo tanto, sólo cuando la mente y el corazón están libres de todos los obstáculos, la vida puede fluir fácilmente, abiertamente, de manera espontánea y natural. Es como ocurre con un tobillo dislocado, el cual causa dolor, y cuando el tobillo es puesto nuevamente en su lugar, la vida fluye otra vez naturalmente por él. De igual modo, cuando uno libera la mente de todos los obstáculos, de todas las barreras, entonces la vida fluye fácilmente por ella. Eso es acción eterna, pero estos obstáculos no son para ser vencidos. Uno no puede decir “voy a vencer mi obstáculo, voy a superarlo, a transformarlo, a transmutarlo”. Si uno piensa en términos de ganancia, está atendiendo a la sensación, y las acciones basadas en la sensación no generan este discernimiento genuino. Lo que da lugar al verdadero discernimiento es la acción no opcional. Si la acción se basa en el logro, entonces esa acción carece de significado, es una acción del tiempo y, por lo tanto, crea conflicto; mientras que si hay una acción que no proviene de una recompensa, de un castigo o del temor, entonces esa acción es intrínsecamente verdadera y, en consecuencia, perdurable. Lo que destruye a la acción en su significado genuino es el deseo, este anhelo continuo, el cual da origen al sentimiento de soledad. Donde hay deseo, uno es consciente de la soledad, de la futilidad, hay un vacío e inmediatamente uno anhela algo para llenarlo; de este modo continúa acumulando más y más, y la vacuidad sigue ahí. La causa de la soledad es el deseo, porque donde hay deseo no hay discernimiento. El deseo ciega y mutila el corazón y la mente impidiéndoles la verdadera comprensión. Ustedes pueden desear, anhelar sólo cuando la mente está cargada de valores falsos. En el momento en que uno comprende algo de manera total, completa, en todo su significado, no hay más deseo. Uno es parte de esa comprensión, ya sea la comprensión de una experiencia, de una cosa, de una idea o de una emoción. Por consiguiente, el deseo desnaturaliza el juicio, el verdadero discernimiento, y genera el sentimiento de soledad.

Ahora bien, voy a explicar algo que, espero, aclarará lo que estoy diciendo. Casi todos están mentalmente de acuerdo, han entendido esto mentalmente. Si siguieron lo que he dicho durante los últimos tres días, habrán entendido que, donde hay deseo, hay falta de discernimiento. Intelectualmente estarán de acuerdo, pero emocionalmente siguen deseando y, en consecuencia, hay conflicto. La mente se impone sobre las emociones causadas por el deseo, y de aquí la continua batalla, el esfuerzo de lo que ustedes llaman espiritualidad: el intento de obligar a unirse a dos elementos en pugna el uno con el otro. Así, la mente está convencida de la inutilidad del consuelo o del deseo, está segura intelectualmente de la falsedad de ambos, pero sensorialmente los sigue deseando, los busca con asiduidad e inconscientemente está absorta en ellos. ¿Qué hacen ustedes, entonces? Ése es el punto difícil, hay dos elementos en nosotros: uno dice no al consuelo, a la seguridad, al deseo; intelectualmente, mentalmente ve la falacia de eso; y está el otro elemento, como es el caso con el amor, con lo que ustedes llaman amor -el amor del marido, el de la esposa, el de la amante-, el cual es una cosa posesiva a la que se aferran emocionalmente todo el tiempo, pero que intelectualmente desprecian.

¿Qué hacen ustedes? ¿Qué hace uno? O bien se abandona a ello como a algo irremediable o trata de dominarlo. Mentalmente, ustedes reprimen el otro elemento, sofocan continuamente la búsqueda de consuelo, la búsqueda que dicta el deseo, de lo cual se derivan la disciplina, el controlador y lo controlado y el anhelo de acumular virtudes para reforzar la propia seguridad; así es como tiene lugar esta continua dominación. Ahora bien, si emocionalmente persiguen lo que dicta el deseo, si emocionalmente piensan que la seguridad es esencial para el propio bienestar, persíganla, no traten de dominarla. Investíguenla, sondeen a fondo sus profundidades, y en el descubrimiento, en la comprensión del deseo, se les revelará la futilidad del deseo. Esto es simple, pero me temo que no lo entenderán. Si desean una cosa abórdenla de manera completa con la mente y el corazón, considérenla tanto intelectual como emocionalmente. Si desean la comodidad con todas sus implicaciones de poder, de dominación, tómenla con el corazón y la mente, no separen la mente y el deseo. Ahora ustedes se desarrollan intelectualmente y, debido a eso, la respuesta de sus mentes es siempre intelectual, lo cual constituye el mal de la educación moderna. Mientras que si abordan el deseo de manera total, con el corazón y la mente, o sea, estando por completo conscientes de este obstáculo, encontrarán su verdadera significación. Desde mi punto de vista, el deseo es un obstáculo. Probablemente no lo sea desde el punto de vista de ustedes. Pero para comprender lo que desean, sea lo que fuere, joyas, automóviles, la propia esposa o el marido, incluso Dios, la verdad, abórdenlo de manera total, como un ser en armonía, no como un ser en conflicto. Entonces lo abordarán como un ser humano, no como un individuo separado. De este modo, jamás tratan de triunfar sobre ningún obstáculo, sino que profundizan en él, lo comprenden, captan su significado, y entonces están libres, sin esfuerzo alguno, de ese obstáculo en particular. El esfuerzo existe sólo cuando internamente hay contradicción entre el deseo y el no deseo, cuando hay un observador que observa aquello que él desea. Por eso toda la disciplina que ustedes se han impuesto, toda la meditación (lo que ustedes llaman meditación) me parecen tan destructivas. Así, jamás comprenderán el júbilo de lo eterno, el éxtasis de la vida en toda su espontaneidad, con todos sus naturales sentimientos y expresiones. Si odian, aborden eso no con una mente que dice “no debo odiar” y que al mismo tiempo experimenta un sentimiento de odio; abórdenlo con todo el ser y verán que pronto el odio desaparece igual que la niebla matinal que es disipada por el Sol. A causa de que no abordamos todo tan intrínsecamente con la totalidad de nuestro ser, perseguimos virtudes, desarrollamos el carácter, la voluntad, la disciplina, y vamos a la búsqueda de recompensa.

Por favor, experimenten con ello. Me temo que no lo experimentan, porque ya han decidido en sus mentes que la disciplina es necesaria, que el control es esencial, que la recompensa es útil; de otro modo -piensan- ¿qué es la vida? Todos estos clisés han penetrado poco a poco en sus mentes, las han taladrado de tal manera que ustedes no experimentan con lo que estoy diciendo o se ponen sentimentales al respecto. Experimenten por un día y comprenderán que pueden vivir armoniosamente, completamente, con una acción que es infinita, y no en términos de logro. 

Pregunta: 

En la percepción alerta, ¿no tiene que haber esfuerzo? Si yo encuentro que tengo hábitos que son inservibles, eliminarlos requiere un esfuerzo, ¿no es así? Sin embargo, usted habla de la percepción alerta como de algo fácil, espontáneo. 

KRISHNAMURTI: El esfuerzo existe siempre y cuando usted trata de conquistar algo, cuando busca un logro cuya culminación es el éxito; mientras que la percepción alerta no nace de la obtención del logro o del éxito, porque el logro, el éxito, implican tiempo, opción. La percepción alerta está exenta de opciones, es intemporal. He explicado esto detalladamente durante los últimos días. No confunda lo que digo, es muy sencillo. Cuando usted se da cuenta con todo su ser de que un hábito o una idea o una emoción es inútil, no hace ningún esfuerzo. Puede que el hábito continúe, pero la decisión está tomada y el hábito se agotará gradualmente. Es infantil. Estoy seguro de que ha experimentado con ello y ha encontrado que es así. Digamos que usted tiene el hábito de rascarse. Si está plenamente consciente de él, si lo percibe con la totalidad de su ser, hay una decisión. Puede que el hábito continúe por un tiempo, pero desaparecerá espontáneamente. Pero ahora no está usted consciente del hábito y trata de dominarlo; en consecuencia, existe el deseo continuo de controlar su hábito. La percepción alerta es discernimiento directo sin opciones. Uno puede discernir directamente, percibir inmediatamente cuando aborda el problema, ese hábito, o una crisis, con la totalidad de su ser. Por lo tanto, ello requiere una atención intensa, un estado de alerta. Uno hace estas cosas cuando se interesa en ellas. Ahora usted no está interesado en estas cosas; la mayoría de la gente no se interesa en lo que yo hablo. ¿Por qué no se interesa? Porque a casi todos les gusta la sensación, desean seguridad, consuelo, placer. No digo que usted no deba tener estas cosas, no salte a lo opuesto. Estas cosas tienen una importancia menor cuando uno es completo en sí mismo. No quiero decir que uno no deba tener ropas, alimento, albergue, pero no son las cosas que vienen primero; tienen su lugar apropiado. Así que, por favor, descubra primeramente no lo que es estar alerta, sino si desea perseguir algo con todo su ser. Si desea seguridad, comodidad, si está anhelando todo el tiempo el logro, el éxito, la virtud, aborde eso de manera total; no con un sentimiento de cansancio, de fatiga, deseando y no deseando, viendo intelectualmente su absurdo y, al propio tiempo, corriendo emocionalmente tras de ello. Así no puede conocer la percepción alerta, no puede sostenerla si no está lo bastante interesado como para actuar tanto con la mente como con el corazón, con todo su ser. Cuando usted está interesado, entonces desde ese interés surge la llama de la percepción alerta. No es cuestión de mantenerla todo el tiempo; está ahí cuando llega el momento, cuando usted aborda plenamente todas las cosas. Entonces está libre de ese impedimento particular.

 Pregunta: 

Vengo al Campamento de la Estrella porque es la manera más grata que conozco de pasar las vacaciones de verano. Durante esas vacaciones uno está más despreocupado, hace el inventario de las cosas. Por eso no deseo un montón de frivolidades -hay cine durante todo el año-. Al hacer el inventario, veo que su reto es una parte valiosa de las vacaciones. Esta razón para venir, ¿carece de valor desde su punto de vista?

KRISHNAMURTI: 

En primer lugar, antes de contestar esa pregunta, permítanme decir que cuando sonrío no me río del interlocutor, porque el humor es totalmente impersonal. No tiene nada que ver con usted y conmigo. Así que, por favor, no me estoy riendo del interlocutor. La pregunta implicaba que sólo durante cierta parte del año puede usted hacer inventario, no en otros momentos. Durante estas vacaciones en el Campamento de la Estrella tiene tiempo y ocio, y mi reto le ayuda a hacer el inventario. Es como reservar una hora al día para meditar; el resto del día no hay tiempo. O sea, sus circunstancias no le permiten hacer inventario el resto del año. Está tan rodeado por las preocupaciones familiares, por la gente, la ciudad, las actividades, que no tiene tiempo para hacer inventario. Aquí tiene tiempo; es un hermoso lugar, aunque ocasionalmente llueve, pero aquí puede hacer inventario. ¡Qué manera falsa de considerarlo! ¿Por qué no puede hacer inventario mientras vive en el mundo? ¿Porque el mundo es demasiado para usted? Usted forma parte de él. El mundo no es demasiado, a usted le gusta jugar con los juguetes del mundo, y así no tiene tiempo ni interés ni ocio. Éste no es el momento de hacer inventario, estos diez días o estas tres semanas. Por lo tanto, lo que usted ha hecho es dividir la vida como lo posible y lo imposible. Lo posible está en el Campamento de la Estrella y lo imposible en la vida cotidiana. ¿Por qué no es eso posible en su vida cotidiana? Porque usted la ha creado, individualmente ha creado su vida cotidiana y se ha vuelto un esclavo de ella; por lo tanto, dice que no puede hacer inventario. Yo digo que únicamente puede hacer inventario allá y no aquí. Aquí es estimulado por mí. Ésa es, naturalmente, una sensación falsa. Ha estado ocurriendo todos los años. Por favor, no piense que soy duro. Al contrario, si estuviera usted atento a las circunstancias, cambiaría las circunstancias y en ellas haría inventario. Pero usted no quiere cambiar las circunstancias; por consiguiente, viene aquí para descubrir, conservando las circunstancias y, al propio tiempo, tratando de llegar a la verdad. No puede hacerlo. Es como un hombre que goza de hermosas vacaciones en el verano. Ve montañas, lagos tranquilos, y regresa a la detestable oficina. La odia, pero su mente se vuelve de manera constante a esa belleza del verano. ¿Por qué no cambiar la rutina oficinesca, por qué no crear algo nuevo en vez de llevar todo el tiempo una doble vida? No dé razones falsas de responsabilidad, no diga: “No puedo porque mi madre...”, y así sucesivamente.

Las circunstancias han sido creadas por usted a causa del temor; sólo puede crear otras nuevas usted mismo, nadie más puede. Eso es lo que ocurre con el hombre que tiene vacaciones de verano. Regresa al ambiente cotidiano y, con eso, destruye gradualmente su sensibilidad. Cuando cambia las circunstancias, encuentra los verdaderos valores. No diga: “Tengo miedo de lastimar a ciertas personas, de cambiar las circunstancias, está la responsabilidad”. En el descubrimiento de la verdad nada debe interponerse, ni padre ni madre ni relación ni responsabilidad alguna. Pero, por favor, no se vaya a lo opuesto diciendo: “Bueno, renunciaré a todas mis responsabilidades”, lo cual es una forma fácil, cobarde de hacerlo. Actuando de manera completa descubrirá que ninguna relación, ninguna servidumbre puede interponerse en su camino. Para actuar de manera completa, usted mismo debe ser completo. Todo su ser debe vivir así, y entonces nada puede obstaculizarlo, ninguna circunstancia, ya sea una ciudad o un campamento. 

Pregunta: 

A veces odio todo y a todos. ¿Puede usted aconsejarme cómo impedir que surja este terrible sentimiento, porque en esos instantes soy completamente incapaz de salirme de ello?

KRISHNAMURTI: 

Abórdelo, como he dicho, con todo su ser, como aborda el amor. Cuando ama a alguien intensamente, lo hace con toda su naturaleza, con todo su ser; en eso no hay conflicto, usted no pregunta cómo salirse de ello. Haga lo mismo con el odio, con los placeres efímeros: todas estas cosas deben ser abordadas de manera total. Entonces no se librará de ellas, sino que las comprenderá y descubrirá su plena significación, su verdadero valor, y la acción surge, entonces, desde ese descubrimiento. Así que, por favor, no considere estas cosas como algo de lo cual tiene que librarse, algo a ser conquistado. Ese enfoque impide la acción completa y, en consecuencia, hay conflicto. Y usted no puede superarlo, vencerlo; eso sólo crea más dualidad, más opuestos. Pero si aborda estas cosas tanto con el corazón como con la mente, entonces se disuelven por sí mismas, entonces puede comprenderlas plenamente. Ha nacido un elemento nuevo. 

Pregunta: 

Pensando sobre lo que usted dijo, sé que me aferro a ciertas cosas. Por ejemplo, me gustan las joyas. Sé que si perdiera mi anillo aceptaría de buena gana lo inevitable, pero no me agradaría regalárselo a otra persona. Así que estoy muy lejos del desapego. Sé (quizá sólo mentalmente) que sería más feliz, o viviría más fácilmente sin estas cosas materiales. Sin embargo, siento el deseo de poseerlas y tengo muchísimos otros deseos. ¿Cómo puedo librarme de ellos? 

KRISHNAMURTI: 

Si quiere joyas, tenga joyas, ¿Por qué quiere librarse de ellas? ¿Por qué quiere regalarlas a otros? Me temo que no entiende de qué he estado hablando los últimos cuatro días. Vea, para mí no hay tal cosa como el renunciamiento. Cuando usted comprende una cosa, ésta se desprende. La persona de afuera puede llamarlo renunciamiento, pero para uno que actúa armoniosamente, no es un renunciamiento. Es una acción natural. El mundo ensalza a un hombre semejante y dice que es un ser humano maravilloso, lo llama noble, lo pone espiritualmente en un pedestal y lo reverencia, porque los demás no pueden hacer lo que él hizo. Así que si usted sigue atrapado aún en la sensación de las joyas, de las posesiones, ¿qué hay de malo? Hay millones de personas que son esclavas de la posesión. Usted es solamente otra clase de esclavo de otra clase de posesión. Pero desaprueba eso por temor a la pérdida; tiene miedo de volver a quedarse solo. Desea posesiones, casas, tierras, etc., porque estas cosas le dan cierta seguridad, cierta felicidad, y teme perder las sensaciones de la posesión que le proporcionan tal felicidad. ¿Por qué es esclavo de esa felicidad de la posesión? ¿Es porque en usted mismo no hay riqueza, no hay un potencial de vida dinámica? Por lo tanto, confía en todos estos oropeles Y dice cuánto debe poseer y cuánto no debe poseer. En usted mismo hay tanta pobreza, que depende de las posesiones externas. Mientras que si fuera internamente rico, no necesitaría de todas estas cosas. Poseería sus casas, sus ropas, pero éstas tendrían una importancia menor. Entonces sería usted una ley para sí mismo, estaría libre de todas las leyes porque sería íntegro, completo. Lo que es armonioso es eterno porque está exento de toda transitoriedad. Por consiguiente, abórdelo todo con la plenitud de su ser y de eso nace el actuar supremo. Supremo en relación con todo, con sus ropas, sus joyas, sus casas, sus propiedades, su esposa y sus hijos; entonces sabrá lo que es la acción infinita.

 Pregunta: 

Usted dijo: “El hombre, siendo libre, es limitado”. ¿Es limitado el hombre liberado? Si es así, esto significa que es limitado al igual que el hombre libre. Por favor, explíquelo. 

KRISHNAMURTI: 

El hombre liberado está exento de opción; actúa desde esa madura soledad, no desde sí mismo, sino desde esa soledad eterna. Uso esa palabra no en el sentido de retirarse del mundo, sino en el de esa soledad de valores verdaderos que es eterna, ni suya ni mía. Para un hombre así no existe la opción, pero para el hombre no liberado hay opciones; por lo tanto, es limitado. Está libre para optar de acuerdo con sus agrados y desagrados; por consiguiente, elige y, debido a eso, es limitado. Su elección se basa en el agrado y el desagrado, y es libre en este agrado y desagrado; en consecuencia, hay limitación. Pero si uno está exento de opción, entonces está verdaderamente liberado, entonces su acción es divina; es acción pura, es belleza. Por lo tanto, donde hay acción que nace de las opciones, ésta tiene que ser limitada, porque cualquier acto que nazca de un opuesto tiene que crear otra serie de opuestos y, en consecuencia, uno queda atrapado en esta continua dualidad de los opuestos; de aquí el esfuerzo incesante, la incesante limitación. Uno puede derribar una limitación, pero erige otra.

Si tengo miedo, busco valor. Entonces mi valor es lo opuesto del miedo, lo cual no me libra del miedo. Sólo escapó hacia lo que llamo valor. Pero si estoy libre del miedo, del miedo mismo, entonces estoy libre tanto del miedo como del valor. Por eso, donde hay opción, todo el tiempo hay conflicto como ayer, hoy y mañana; y donde la acción está exenta de opciones, el tiempo es una totalidad, no existen el ayer, el hoy y el mañana. Eso es eternidad, es inmortalidad. 

30 de julio de 1933