CUARTA PLÁTICA EN BOMBAY
Las ideas no pueden originar transformación alguna en el mundo. Las ideas sólo crean más ideas, ya sea en oposición o en aceptación, lo cual genera, inevitablemente, grupos separados y origina conflicto y desdicha. Las ideas no pueden cambiar fundamentalmente al hombre. Afectan, si, su vida superficial, modificando sus acciones y sus relaciones externas, pero no transforman radicalmente su ser. O bien las opone a otras ideas o las acepta y, por lo tanto, se aísla a sí mismo, lo cual tan sólo genera más hostilidad y lucha. Sólo el estado de ser puede dar origen a una transformación fundamental. Este estado de ser no es una idea ni una mera formulación, sino que adviene cuando cesan las ideaciones del pensamiento.
La mente no puede resolver nuestros problemas humanos; puede inventar teorías, sistemas, ideas; puede generar diferentes modelos de acción; puede organizar la existencia; puede inventar y formular. No puede resolver el problema humano, porque el problema es la propia mente y no lo que ella proyecta como algo ajeno a si misma. La mente misma se ha convertido en el problema, y sus invenciones complican aún más la vida, generando conflicto e infelicidad. La sustitución de una idea por otra, o el cambio de ideas, no transforma al pensador. El pensador mismo se ha vuelto el problema. El pensamiento puede modificarse, cambiar; pero el pensador permanece como algo aparte. El pensador es el pensamiento; no están separados, son un fenómeno conjunto y no dos procesos diferentes. El pensador, mediante la acción de manipular, modificar, cambiar el pensamiento según las circunstancias, se protege a sí mismo. La pintura permanece; sólo el marco se ha cambiado. Pero el problema es la pintura, no el marco. El pensamiento no es el problema, sino el pensador. Esta acción de modificar, cambiar su pensamiento, es un astuto engaño por parte del pensador, engaño que lo lleva a la ilusión y a interminables malentendidos y conflictos. Por eso, sólo cuando cesa el pensador existe el ser, y es únicamente este estado de ser el que puede originar una transformación radical.
Es importante comprender esto: que las ideas no pueden transformar al hombre, que la modificación del pensamiento no puede dar origen a una revolución radical. La revolución radical existe sólo cuando cesa el pensador ¿Cuándo experimenta usted momentos creativos, un sentimiento de júbilo y belleza? Sólo cuando el pensador se halla ausente, cuando llegan a su fin los procesos del pensamiento. Entonces, en el intervalo entre dos pensamientos, hay júbilo creativo. Sólo el estado de ser puede dar origen a la transformación.
Nuestro siguiente interrogante es cómo poner fin al pensador. Pero ese interrogante mismo es erróneo, porque el que lo plantea sigue siendo el pensador, quien de ese modo se da continuidad a sí mismo. Sólo cuando el pensador se percata de sus propias actividades, sólo entonces, llega a su fin. Ante una gran belleza o en momentos de gran dolor, el pensador queda alejado y, dentro de ese periodo, hay un sentido extraordinario de infinita felicidad y bienaventuranza. Este momento creativo origina una revolución duradera. Tal estado de ser, en el que se halla ausente el pensador, genera renovación, En este silencio, cuando el pensador está ausente, se manifiesta la realidad.
Pregunta: ¿Puede uno amar la verdad sin amar al hombre ? ¿Puede amar al hombre sin amar la verdad ? ¿Qué viene primero?
KRISHNAMURTI: El amor viene primero. Para amar la verdad, usted debe conocer la verdad. Conocer la verdad es negarla. Lo conocido no es la verdad. Lo que conocemos ya está encerrado en el tiempo y deja de ser la verdad. La verdad es un movimiento eterno; en consecuencia, no puede ser medido en palabras o en tiempo. No puede retenerse en el puño. Usted no puede amar algo que no conoce. Pero la verdad no puede encontrarse en los libros, en las imágenes, en los templos. Ha de encontrarse en la acción, en el vivir.
La búsqueda misma de lo desconocido es, en si, amor, y usted no puede buscar lo desconocido fuera de la relación. No puede buscar la realidad, o como quiera llamarla, en el aislamiento. Surge a la existencia únicamente en la relación, cuando hay una verdadera relación entre los seres humanos. Así, el amor del hombre es la búsqueda de la realidad. Sólo en la relación comienzo a conocerme a mi mismo.
La relación es el espejo en el que me descubro, descubro no mi “yo" superior, sino el proceso total de mí mismo. Los “yoes” superior e inferior siguen estando dentro del campo de la mente. Sin comprender la mente, el pensador, no es posible ir más allá del pensamiento y estar abierto a lo real. Por consiguiente, la comprensión de mí mismo en la relación es el principio de la vida. No sé cómo amarlo a usted, gracias a cuya relación cobro existencia. ¿Cómo puedo ir en busca de lo real y, por lo tanto, amar lo real? No puedo existir sin usted; no puedo existir en aislamiento. En nuestra relación, la relación entre usted y yo, estoy comenzando a conocerme; y la comprensión de mí mismo es el principio de la sabiduría.
La búsqueda de lo real es amor en la relación. Para amarlo, tengo que conocerlo; debo ser receptivo a todos sus estados de ánimo, a sus cambios, y no encerrarme meramente en mis ambiciones, búsquedas y deseos. Sin usted, no puedo existir. Si no comprendo esta relación, ¿cómo puede haber amor? Sin amor, no hay búsqueda de lo real.
Para decir que uno debe amar la verdad, es preciso que conozca la verdad. ¿Conoce usted la verdad? ¿Sabe qué es la realidad? ¿Sabe qué es Dios? Saberlo es encerrarlo en la memoria. Lo que se conoce está dentro del campo del tiempo y, por lo tanto, ya no es más la verdad, ¿Como puede un corazón seco conocer la verdad? No puede.
La verdad no es algo distante. Está cerca, sólo que no sabemos cómo descubrirla. Para estar abierto a ella, uno debe comprender la relación, no sólo con el ser humano, sino con la naturaleza, con las ideas. Para comprender, tiene que haber comunión abierta; no puede haber un proceso aislador, un apartarse del mundo. Para comprender, es indispensable que haya amor; sin amor no puede haber comprensión.
Así que ni el hombre ni la verdad vienen primero, sino el amor. Éste surge sólo cuando comprendemos la relación. No es posible invitar a la verdad; ella debe venir a uno. Buscar la verdad es negarla. La verdad se manifiesta cuando uno está abierto, cuando está por completo exento de barreras, cuando la mente no está creando, cuando se halla quieta. Esta quietud no es el producto de la compulsión, la repetición o la concentración, inducir la quietud es buscar una recompensa, y la verdad no es una recompensa. Donde hay búsqueda de recompensa y evitación del dolor, no está la verdad.
Pregunta: Usted no puede construir un mundo nuevo del modo como lo está haciendo ahora. Es obvio que ei método de educar laboriosamente a unos pocos discípulos escogidos, no hará ninguna diferencia en la humanidad. Sin duda, usted dejará una huella, como las que dejaron Krishna, Buda, Cristo, Mahoma y Gandhiji. Pero ellos no han cambiado al mundo; ni lo hará usted, a menos que descubra un modo completamente nuevo de abordar el problema.
KRISHNAMURTI: Unos pocos se liberan de la confusión, el conflicto y el dolor, pero la inmensa mayoría esta atrapada en la red del tiempo y del sufrimiento ¿Es posible, para cada uno de nosotros, abrirse paso a través de esta red y alcanzar la libertad? Si no lo hacemos, entonces la ola del caos y la destrucción se impondrá siempre sobre el vivir. El interlocutor dice que los instructores del pasado no han liberado a la vasta mayoría de la humanidad. Dado que los seres humanos no son libres, la ola de la destrucción y la ola de la vida van siempre juntas. El interlocutor quiere saber si hay un modo enteramente nuevo de abordar el problema.
La ola de la desdicha es más fuerte que la ola de la felicidad; y si cada uno no despierta, entonces la ola de la destrucción será más poderosa y, en consecuencia, el hombre está condenado a la lucha y al dolor. El problema es el siguiente; ¿No es posible que cada uno se salga de esta red de la lucha y el dolor, de esta red del tiempo? ¿Pueden ustedes, los que están aquí, liberarse inmediatamente del dolor? Si pueden hacerlo, serán capaces de ayudar a otro a que se transforme inmediatamente. Si piensan que, con el tiempo, llegarán a liberarse del dolor, entonces jamás serán libres, porque el “llegar a", el devenir forma parte de esta ola destructiva. O comprenden ahora o no comprenden nunca El ahora está siempre en el presente y el presente no pertenece al tiempo, El presente es también el mañana. La postergación del ahora hasta mañana, no es el presente; es invitar a la ola de la destrucción.
En tanto uno piense desde el punto de vista del devenir o de ser algo mañana, esto pone en marcha el procesa del conflicto y del dolor. La confusión existe porque ustedes piensan en función del devenir ¿Puede este devenir llegar a su fin? Sólo entonces puede haber una transformación radical. El devenir es un proceso del tiempo, y el ser está libre del tiempo. Donde existe el proceso psicológico del tiempo, tiene que existir también la ola de la destrucción y de la desdicha. Sólo en el ser puede haber transformación, no en el devenir. La renovación puede existir únicamente donde hay un final, no en la continuidad. Entonces, ¿puede cada uno de nosotros dejar de pensar en el proceso del devenir? Yo digo que es posible hacerlo, pero sólo cuando hay un interés profundo, cuando cesa enteramente el proceso del pensamiento.
El pensador es quien siempre está esforzándose por devenir. Él es el creador del tiempo. Sólo cuando el pensador cesa, existe el ser. Cuando uno entrega por completo mente y corazón a la acción de comprender, sólo así, se manifiesta la verdad; y la verdad es lo único que nos libera del dolor. Únicamente entonces hay una transformación radical. Usted puede salirse del río en cualquier punto y pisar la orilla. El río del devenir es destrucción y dolor. Este río cesa cuando uno comprende el proceso del tiempo. Pero, para comprender, es preciso que entreguemos a ello nuestra mente y nuestro corazón.
Pregunta: Cuando lo escucho, todo parece claro y nuevo. En casa, se impone nuevamente la vieja y torpe inquietud ¿Qué hay de malo en mí?
KRISHNAMURTI: La existencia es reto y respuesta. El reto es siempre nuevo y la respuesta es siempre vieja. Usted se encontró conmigo ayer, pero desde ayer he experimentado modificaciones. Usted tiene de mí la imagen de ayer; así, el “mi” es absorbido en lo viejo. Hoy, usted no se encuentra conmigo de un modo nuevo. Sólo tiene mi imagen de ayer. Por lo tanto, su respuesta al reto está siempre condicionada. Mientras me escucha, olvida transitoriamente todas sus ansiedades, sus luchas y sufrimientos. Está escuchando quietamente, tratando de comprender. Pero, cuando se va de aquí, está de vuelta en el viejo molde de vida, de acción. Lo nuevo es siempre absorbido dentro de lo viejo: los viejos hábitos, las viejas costumbres e ideas, los viejos recuerdos.
Así, el problema es cómo liberar al pensamiento, cómo liberarlo de lo viejo, del ayer, como para vivir constantemente en lo nuevo. ¿Por qué no nos enfrentamos con frescura a lo nuevo, de instante en instante? ¿Por qué lo viejo absorbe lo nuevo y lo modifica? ¿No es debido a que el pensador es siempre loviejo." Su pensamiento, ¿no se basa en el pasado.’’ Cuando se encuentra con lo nuevo, el pasado se está enfrentando al presente, al ahora. La experiencia de ayer, la memoria muerta, se enfrenta a lo nuevo, que está vivo. Entonces, ¿de qué modo la mente, como pensador, ha de liberarse a si misma? ¿Cómo llegará a su fin la acumulación psicológica? Si no nos liberamos del residuo de la experiencia, no es posible que nos enfrentemos a lo nuevo. Es tarea ardua liberar el proceso del pensamiento, que pertenece al ayer. Las creencias, la tradición y la educación constituyen un proceso imitativo; crean y fortalecen el depósito de la memoria. Esta memoria está respondiendo constantemente, y la respuesta es lo que llamamos el pensar. De modo que el pensamiento jamás puede enfrentarse a lo nuevo. El pensamiento es el resultado de la experiencia incompleta. Sólo cuando la experiencia se completa sin dejar ninguna huella, sólo entonces, cesa el pensamiento como respuesta de la memoria.
El amor no es memoria, recuerdo. El amor no es un proceso del pensamiento. Es un estado del ser. El amor es eternamente nuevo. Para producir una revolución en el pensar y en el sentir, cada pensamiento y sentimiento deben ser considerados a fondo de instante en instante. Cada respuesta debe ser plenamente comprendida, no observada casualmente y luego desechada. Hay libertad con respecto a la memoria acumulativa, cuando cada pensamiento y sentimiento son examinados y sondeados cuidadosamente y por completo hasta el final En este final, hay renovación. Existe un intervalo entre este final y la aparición de otro pensamiento. En este espacio de silencio surge la creatividad. Si usted experimenta con su pensamiento y sentimiento, descubrirá la viabilidad de esto en su vida cotidiana. Descubrirá por si mismo este intervalo creativo, el cual no es cosa de ninguna teoría, de ninguna religión Es una experiencia directa. Si usted se aferra a esa experiencia, ella deja de ser lo nuevo, lo eterno, Este estado creativo es felicidad.
A un hombre feliz no le interesa si es rico o pobre, a qué casta o a qué país pertenece. No tiene líderes ni templos ni dioses basados en el miedo o la promesa, de modo que vive en paz y no genera enemistad. Ustedes no son creativos en el sentido que ya expliqué; por lo tanto, son antisociales en los diferentes niveles de su conciencia. Por eso engendran lucha, confusión y antagonismo Para ser prácticos y efectivos en sus relaciones, deben ustedes ser felices. No puede haber felicidad si no hay terminación. En la continuidad, en el devenir, no podemos ser felices. En la terminación está lo nuevo, hay renacimiento, júbilo, éxtasis. En el devenir hay deterioro, lucha y dolor.
Pregunta: Usted jamás menciona a Dios. ¿No tiene Él cabida en su enseñanza?
KRISHNAMURTI: Ustedes hablan muchísimo de Dios, ¿no es asi? Sus libros están llenos de ello, construyen iglesias y templos, practican ceremonias. Este perseguir a Dios indica la superficialidad de la búsqueda. Aunque repitan la palabra Dios, sus actos no son divinos, ¿verdad? Aunque adoren a Dios, los comportamientos de ustedes son irreligiosos. Aunque mencionen a Dios, explotan a otros; cuanto más ricos se vuelven, más templos construyen Asi que sólo están familiarizados con la palabra Dios. Pero la palabra no es Dios, la palabra no es la cosa.
Para encontrar lo real, deben llegar a su fin todas las aserciones verbales de la mente. La imagen de la realidad debe cesar para que la realidad sea. Para que lo desconocido exista, la mente debe desechar lo que ella contiene, lo conocido, Para perseguir a Dios usted debe conocer a Dios, Conocer aquello que está usted persiguiendo, no es conocer a Dios. La respuesta interna que lo impulsa en su persecución, nace de la memoria, por lo tanto, lo que buscan ya ha sido creado. Y aquello que ha sido creado, que es un producto de la mente, no es lo eterno.
Si no hubiera libros, si no hubiera gurues, ni rituales, ni otras formas de escape, todo cuanto conocerían es el dolor y una vislumbre ocasional de dicha. Entonces, querrían saber cuál es la causa del dolor; no escaparían por medio de ilusiones fantásticas. Pueden inventar dioses y otras cosas, pero si desean realmente descubrir todo el proceso del sufrimiento, no escaparán, no tendrán aficiones, se enfrentarian a lo que es. Sólo entonces descubrirán qué es la realidad.
Un hombre sumido en el dolor, no puede encontrar la realidad. Para dar con ella debe estar libre del dolor. Es imposible pensar en lo desconocido. Aquello en que uno piensa ya es lo conocido. Sólo podemos pensar en lo conocido. El pensamiento se mueve de lo conocido a lo conocido, de lo seguro a lo seguro. Pero, lo que es conocido no es lo real.
Asi, cuando usted piensa en Dios, piensa acerca de lo conocido, y lo conocido se encuentra en la red del tiempo Lo real sólo puede manifestarse cuando la mente deja de crear, cuando está quieta. Esta quietud no es producto de la compulsión, de la disciplina o de la autohipnosis. Hay silencio sólo cuando han cesado todos los problemas, tal como el estanque se aquieta cuando cesa la brisa. De este modo, la mente se aquieta cuando cesa el agitador, el pensador. Para que el pensador llegue a su fin, todos los pensamientos que él fabrica deben ser examinados a fondo. Es inútil erigir una barrera contra el pensamiento. Cada pensamiento debe ser sondeado cuidadosamente y comprendido. Cuando la mente está quieta, en silencio, la realidad, lo indescriptible surge a la existencia, se revela. Usted no puede invitarlo. Invitarlo es conocerlo, y lo conocido no es lo real. La mente debe ser sencilla, debe estar libre de la carga que implican la ideación y la creencia. Para que la realidad se manifieste, no la busque; más bien, comprenda las causas que agitan la mente y el corazón. Cuando cesa el creador de los problemas, hay serenidad. En esa serenidad adviene la bienaventuranza de lo real.
8 de febrero de 1948
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