OBRA COMPLETA - TOMO 3 -J.K. - CONTINUACIÓN

Ommen, Holanda , 1938


PRIMERA PLÁTICA EN OMMEN

¿Han intentado alguna vez comunicar a un amigo algo que sienten muy hondamente? Lo deben haber encontrado muy difícil, por íntima que fuera esa amistad. Pueden imaginar cuan difícil es aquí para nosotros comprendernos mutuamente, por lo peculiar que es nuestra relación. No existe esa amistad que es esencial para la comunicación y la comprensión profundas. Casi todos tenemos la actitud, ya sea de un discípulo hacia un maestro, o la de un seguidor, o la de uno que trata de forzarse respecto de un determinado punto de vista, y la comunicación se vuelve así muy difícil. Es más complicado aún si ustedes tienen una actitud propagandista, si vienen tan sólo a fin de propagar ciertas ideas de una sociedad o una secta en particular, o una ideología que es popular en ese momento. La comunicación libre puede darse sólo cuando ambos, el que escucha y el que habla, piensan juntos sobre la misma cuestión.

Durante estos días del campamento no debe existir esta actitud ce maestro y discípulo, o de líder y seguidor, sino más bien una comunicación amistosa de uno con otro, lo cual es imposible si la mente se encuentra presa en alguna creencia o en alguna ideología, jamás hay amistad entre un líder y un seguidor y, en consecuencia, la comunicación profunda entre ellos es imposible.

Estoy hablando de algo que para mí es real, en lo cual encuentro alegría, y para ustedes tendrá muy poco significado si piensan en algo por completo diferente. Si podemos, de algún modo, ir más allá de esta relación absurda que hemos establecido a causa de la tradición y la leyenda, de la superstición y toda clase de fantasías, entonces tal vez seremos capaces de comprendernos naturalmente el uno al otro.


Lo que quiero decir parece muy simple — al menos para mí — , pero cuando estos pensamientos y sentimientos se ponen en palabras, se vuelven complicadas. La comunicación se torna más difícil cuando ustedes, con sus particulares prejuicios, supersticiones y barreras, tratan de percibir lo que intento expresar, en vez de tratar de limpiar la propia mente liberándola de esas perversiones que impiden la comprensión plena, que es lo único capaz de originar una actitud crítica y afectuosa.

Como ustedes saben, este campamento no está destinado a propósitos de propaganda, ya sea de derecha o de izquierda, ni para determinada sociedad o ideología. Sé que hay muchos que vienen regularmente a este campamento para hacer propaganda a favor de sus sociedades, de su nacionalidad, de su iglesia, etc. De modo que quisiera pedirles seriamente que no se entreguen a esta clase de pasatiempo. Estamos aquí para propósitos más serios. Aquéllos que sienten muchas ganas de semejante pasatiempo, tienen abundancia de oportunidades en otra parte. Al menos aquí tratemos de descubrir qué pensamos y sentimos individualmente, y entonces, tal vez, comenzaremos a comprender el caos, el odio que existe dentro y en torno de nosotros.

Cada uno de nosotros tiene numerosos problemas; si debe convertirse en un pacifista, o hasta dónde debe llegar en su pacifismo, o si debe luchar por su propio país. Están los problemas sociales y económicos, y los problemas de la creencia, la conducta y el afecto. No voy a ofrecer una respuesta que resuelva inmediatamente estos problemas. Pero lo que me gustaría hacer es indicar una nueva manera de abordarlos, a fin de que cuando se encuentren cara a cara con estos problemas del nacionalismo, de la guerra, la paz, la explotación, la creencia, el amor, sean capaces de afrontarlos integralmente y desde un punto de vista real.

Así que, por favor, no esperen al principio de estas pláticas una solución inmediata para sus múltiples problemas. Sé que Europa es un perfecto manicomio en el que hablan de paz mientras se preparan para la guerra, en el que las fronteras y el nacionalismo se fortalecen y al mismo tiempo hay discursos sobre la unidad humana; se habla de Dios, del amor y, al mismo tiempo, el odio se difunde por todas partes. Este no es tan sólo el problema deL mundo, sino que es el problema de cada uno de ustedes, porque cada -ano de ustedes es el mundo.

Para afrontar estos problemas debemos ser incondicionalmente libres. Si estamos atados, de cualquier manera que sea, es decir, si tenemos alguna clase de temor, no podremos resolver ninguno de estos problemas. Sólo en la libertad incondicionada está la verdad; o sea, sólo en esa liberad podemos ser nosotros mismos. Cuando somos íntegros en la totalidad de nuestro ser, somos incondicionados. Si en cualquier forma, ante cualquier cuestión, sentimos desconfianza, anhelo, temor, estas cosas crean una mente condicionada que impide la solución definitiva de nuestros numerosos problemas.

Quiero explicar de qué manera podemos abordar la libertad respecto del condicionamiento, del temor, de modo tal que podamos ser nosotros mismos en todo momento y bajo todas las circunstancias. Este estado sin temor es posible y sólo en él puede existir el éxtasis, la realidad. Dios. A menos que uno esté plena, integralmente libre de temor, los problemas se incrementarán hasta volverse sofocantes, sin significado ni propósito alguno.

Esto es lo que quiero decir: que sólo en la libertad incondicionada existe la verdad, y que ser incondicionado es ser integralmente, totalmente uno mismo, y que eso revela la realidad.

Así, pues, ¿qué significa ser uno mismo? Y, ¿podemos ser nosotros mismos todo el tiempo? Uno puede serlo sólo si está haciendo algo que ama de verdad y si ama de manera completa. Cuando uno hace algo que no puede evitar hacerlo con todo su ser, está siendo uno mismo, sin temor ni obstáculo alguno. En estos dos estados somos completamente nosotros mismos.

Tenemos que descubrir, pues, qué actividad es la que amamos. Uso deliberadamente la palabra amamos. ¿Qué actividad es la que cada uno de ustedes ama con todo su ser? No lo saben. No sabemos qué acción es sensata y cuál es insensata, y el descubrimiento de lo que es sensato y lo que es insensato, constituye todo el proceso del vivir. Esto no van a descubrirlo en un abrir y cerrar de ojos.

Pero, ¿cómo puede descubrirlo uno? Lo que es sensato y lo que es insensato, ¿ha de ser descubierto mecánicamente, o espontáneamente? Cuando hacemos algo con todo ntodo nuestro ser, algo en lo cual no hay sentido de frustración o temor, ni imitación alguna, en ese estado de acción somos nosotros mismos, independientemente de cualquier condición externa. Digo que, si uno puede llegar a ese estado en el que es uno mismo en la acción, descubrirá el éxtasis de la realidad, de Dios.

Este estado, ¿puede lograrse, cultivarse mecánicamente, o surge a la existencia de manera espontánea? Explicaré qué entiendo por proceso mecánico. Toda acción impuesta desde afuera debe, por fuerza, formar hábito, debe ser mecánica y, en consecuencia, no es espontánea. ¿Acaso es posible, por medio de la tradición, descubrir qué implica ser uno mismo?

Permítanme hacer aquí una pequeña disgresión y decir que trataremos, como lo hicimos el año pasado, de conversar sobre estas ideas durante las próximas reuniones. Intentaremos abordar los distintos puntos, no arguyendo entre nosotros sino descubriendo, de una manera amistosa, qué pensamos individualmente acerca de estas cuestiones. En mi primera plática quiero trazar un breve esbozo de lo que, para mí, es el verdadero proceso del vivir.

¿Podemos ser nosotros mismos si nuestro ser se halla, de algún modo, afectado por la tradición? ¿Podemos encontrarnos a nosotros mismos por medio del ejemplo, del precepto?

Pregunta: ¿Qué es el preceptor ?

KRISHNAMURTI: ¿Podemos ser nosotros mismos por medio de un precepto, de un dicho, por ej., "el mal es todo lo que divide y el bien es lo que une"? ¿O siguiendo un principio? ¿Nos conducirá al descubrimiento de nosotros mismos vivir conforme a un patrón, a un ideal, seguirlo despiadadamente, meditar sobre éL, etc.? ¿Puede aquello que es real ser percibido mediante la disciplina de la voluntad? Es decir, ¿podemos conocernos a nosotros mismos mediante el ejercicio y el esfuerzo del intelecto, refrenando, controlando, disciplinando, guiando, forzando al pensamiento en una dirección particular? Y ¿podemos conocernos mediante patrones de conducta, o sea, preconcibiendo un modelo de vida acerca de lo que es bueno, el ideal, y siguiéndolo constantemente, retorciendo pensamiento y sentimiento según sus dictados, descartando lo que consideramos malo y siguiendo implacablemente lo que consideramos bueno? ¿Nos revelará ese proceso lo que somos, cualquier cosa que ello sea? ¿Puede uno descubrirse a sí mismo por obra de la compulsión? Es una forma de compulsión este despiadado vencer las dificultades mediante la voluntad, la disciplina, sometiéndose y resistiendo, rehusando y cediendo.


Todo esto es el ejercicio de la voluntad, al cual considero un proceso mecánico del intelecto. ¿Puede uno conocerse a sí mismo a través de estos medios, de estos medios mecánicos? Todo esfuerzo, ya sea mecánico o de la voluntad, forma hábitos. Mediante la formación de hábitos quizá seamos capaces de crear cierto estado, de alcanzar cierto ideal, y podamos considerar que ese ideal somos nosotros mismos, pero como es el resultado de un esfuerzo intelectual o del esfuerzo de la voluntad, es totalmente mecánico y, por consiguiente, no es verdadero. ¿Puede este proceso producir la comprensión acerca de nosotros mismos, de lo que somos?

Luego, está el otro estado, el estado espontáneo. Uno puede conocerse a sí mismo sólo cuando no está consciente de ello, cuando no calcula, no se protege, no está constantemente vigilando para guiar, transformar, sojuzgar, controlar; cuando se ve a sí mismo inesperadamente, o sea, cuando la mente no tiene preconceptos en relación consigo misma, cuando está abierta, no cuando está preparada para encontrarse con lo desconocido.

Si nuestra mente está preparada de ese modo, no podemos, por cierto, conocer lo desconocido, ya que somos lo desconocido. Si me digo a mí mismo: "Yo soy Dios", o "soy nada más que un conjunto de influencias sociales o un haz de cualidades", si tengo algún preconcepto respecto de mí mismo, no puedo comprender lo desconocido, aquello que es espontáneo.

De modo que la espontaneidad puede llegar sólo cuando el intelecto se halla desprevenido, cuando no se está protegiendo, cuando y a no siente temor en relación consigo mismo; y esto puede ocurrir sólo desde lo interno. Es decir, lo espontáneo ha de ser lo nuevo, lo desconocido, lo incalculable, lo creativo, aquello que debe ser expresado, amado, en lo cual la voluntad, como proceso del intelecto que controla, que dirige, no tiene participación alguna, Observen sus propios estados emocionales y verán que los momentos de gran júbilo, de gran éxtasis, no son premeditados; ocurren inadvertidamente, de manera misteriosa, secreta. Cuando esos momentos se han ido, la mente desea recrearlos, recapturados, y así nos decimos: "Si puedo seguir ciertas leyes, formar ciertos hábitos, tendré otra vez aquellos momentos de éxtasis".

Hay siempre una batalla entre lo espontáneo y lo mecánico. Por favor, no adapten esto a la conveniencia de sus propias religiones, a sus términos filosóficos. Para mí, lo que estoy diciendo es vitalmente nuevo y no puede ser retorcido para que se acomode a sus prejuicios particulares del yo superior y el yo inferior, de lo transitorio y lo permanente, del yo y el no yo, etc. La mayoría de nosotros, desafortunadamente, casi ha destruido esta espontaneidad, este júbilo creativo de lo desconocido; sólo desde allí puede surgir una acción sensata, sabia. A lo largo de generaciones de tradición, de moral basada en la voluntad, de compulsión, hemos cultivado diligentemente la actitud mecánica hacia la vida, calificando esta actitud con palabras de agradables sonidos; en esencia, es una actitud mecánica, intelectual. El proceso de disciplina, de violencia, de subyugación, de resistencia, de imitación es, en su totalidad, el resultado del desarrollo, del mero intelecto y tiene sus raíces en el temor. Lo mecánico domina abrumadoramente nuestras vidas. Sobre esto se basan nuestra civilización y nuestra moralidad; sólo en raros instantes, cuando la voluntad está adormecida, olvidada, existe el júbilo de lo espontáneo, de lo desconocido.

Digo que sólo en este estado de espontaneidad puede uno percibir lo verdadero. Únicamente en este estado puede haber una acción sabia, no la acción de una moralidad calculada o de la voluntad.

Las diversas formas de disciplinas morales y religiosas, las numerosas imposiciones de las instituciones éticas y sociales, no son sino la consecuencia de una esmeradamente cultivada actitud mecánica hacia la vida, actitud que destruye aquello que es espontáneo y, de ese modo, origina la destrucción de la verdad.

No hay método alguno — y todos los métodos deben ser, inevitablemente, mecánicos — que pueda revelar la verdad de nuestro propio ser. Uno no puede forzar la espontaneidad por ningún medio. Ningún método puede dárnosla. Todos los métodos no pueden sino crear reacciones mecánicas. Ninguna disciplina traerá consigo el júbilo espontáneo de lo desconocido. Cuanto más se fuerza uno en ser espontáneo, tanto más se retrae la espontaneidad, tanto más se oculta y oscurece y menos puede ser comprendida. No obstante, eso es lo que tratamos de hacer cuando seguimos disciplinas, patrones de conducta, ideales, líderes, ejemplos y así sucesivamente. Debemos abordar esto de manera negativa, no con la intención de capturar lo desconocido, lo real.

¿Es consciente, cada uno de ustedes, del proceso mecánico del intelecto, de la voluntad, proceso que destruye lo espontáneo, lo real? No pueden responder a esto inmediatamente, pero pueden empezar a reflexionar aceres del intelecto, de la voluntad y, en especial, pueden sentir la cualidad destructiva de ambos. Pueden percibir la naturaleza ilusoria de la voluntad, no a través de compulsión alguna, ni del deseo de lograr, de alcanzar, de comprender, sino sólo cuando el propio intelecto admite despojarse de todas sus envolturas protectoras.


Ustedes pueden conocerse a sí mismos sólo cuando aman completamente. Esto también constituye el proceso total de la vida; no pueden adquirirlo en pocos instantes, de unas cuantas palabras mías. No pueden ser ustedes mismos cuando el amor es dependiente. No es amor cuando es tan sólo autogratificación, aunque ésta pueda ser mutua. No es amor cuando hay restricción, o cuando es tan sólo un medio para un fin, c cuando es mera sensación. No podemos ser nosotros mismos cuando amamos a instancias del miedo; entonces es miedo, no amor, miedo que se expresa de muchas maneras aunque podamos disimularlo llamándolo amor. El miedo no puede permitirnos ser nosotros mismos. El intelecto tan sólo guía al miedo, lo controla, pero jamás puede destruirlo, porque el intelecto es la causa misma del miedo.

Como el miedo no puede permitir que seamos nosotros mismos, ¿de qué modo podremos, entonces, vencer este miedo — toda clase de miedos, no un tipo de miedo en particular — ? ¿Cómo ha de liberarse uno mismo de este miedo, del cual puedo o no estar consciente? Si no tienen conciencia del miedo, tórnense conscientes de él; dense cuenta de sus pensamientos y acciones, y pronto tendrán conciencia del miedo. Y si están conscientes del miedo, ¿cómo van a liberarse de él? ¿Van a liberarse del miedo mecánicamente, por medio de la voluntad? ¿O el miedo comenzará a disolverse por su cuenta, espontáneamente? El proceso mecánico o volitivo no puede sino ocultar el miedo más y más, vigilarlo y restringirlo cuidadosamente, permitiendo sólo las reacciones de la moralidad controlada. Debajo de estos patrones controlados de conducta, el miedo debe, por fuerza, continuar siempre. Este es el resultado inevitable del proceso mecánico de la voluntad con sus disciplinas, deseos, controles y demás.

Hasta que uno no se libera de lo mecánico, no puede existir lo espontáneo, lo real. El mero anhelo de lo real, de esa llama que arde desde lo interno, no puede generarlo.

Lo que los liberará de lo mecánico es la observación profunda del proceso de la voluntad, el ser una sola cosa con dicho proceso, sin deseo alguno de liberarse de él. Ahora observan la actitud mecánica hacia la vida, con un deseo de liberarse de ella, de alterarla, de transformarla. ¿Cómo pueden transformar la voluntad, cuando el deseo es, en sí mismo, cosa de la voluntad?

Deben percatarse de todo el proceso de la voluntad, de su carácter mecánico, de sus luchas, sus escapes, sus desdichas; y, tal como el granjero permite que el suelo esté en barbecho después de una cosecha, así deben ustedes permitirse permanecer en silencio, en estado negativo, sin expectativa alguna. No es fácil. Si, en la esperanza de obtener lo real, admiten dentro de sí el silencio y se obligan a un estado de negación, entonces el miedo es la recompensa. Como he dicho, este vacío creativo no es para ser perseguido o buscado por caminos tortuosos. Tiene que ocurrir. La verdad es, la moralidad organizada no da como resultado la verdad: porque la moralidad que se basa en la voluntad, no es moral.

Tenemos muchos problemas, tanto individuales como sociales, y estos problemas no pueden resolverse por medio del intelecto, de la voluntad. En tanto si el proceso de la voluntad continúa en cualquiera de sus formas, tiene que haber confusión y dolor. Mediante la voluntad no podemos conocemos a nosotros mismos ni puede tener existencia lo real.

4 de agosto de 1938

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 OCTAVA PLÁTICA EN OMMEN

El odio no se disuelve a través de la experiencia, ni mediante ninguna acumulación de virtudes, ni puede ser vencido por la práctica del amor. Todas estas cosas tan sólo encubren el odio, el miedo. Tengan conciencia de esto, y entonces habrá en sus vidas una transformación tremenda.

Pregunta: ¿Qué relación tiene la ilusión de este crecimiento psicológico, con el crecimiento que vemos alrededor de nosotros ?

KRISHNAMURTI: Vemos que aquello que es capaz de crecer, no es duradero. Pero cada uno de nosotros se aferra a su crecimiento psicológico como a algo permanente. Si sintiéramos en lo profundo y así nos diéramos cuenta de que todas las cosas están en continuo cambio, en constante devenir, entonces tal vez seríamos capaces de liberarnos del conflicto que existe en nosotros mismos y, por consiguiente, con el prójimo, con la sociedad.

Comentario: A mí me parece que no puedo saltar del odio al amor, pero que puedo transformar gradualmente mi antipatía en un sentimiento de comprensión y agrado.

KRISHNAMURTI: Nosotros no podemos limpiar la mente por completo del condicionamiento pasado y empezar de nuevo.

Pero podemos ver qué es lo que mantiene al miedo, al odio. Podemos advertir cuáles son las causas psicológicas y las reacciones que nos impiden actuar integralmente. El pasado nos domina con sus creencias, esperanzas, temores, conclusiones y recuerdos; esto es lo que nos impide una acción integral. No podemos aniquilar el pasado, porque en su esencia la mente pertenece al pasado. Pero, dándonos cuenta de las acumulaciones del pasado y del efecto que tienen sobre el presente, comenzaremos a liberamos, sin violencia, de aquellos valores que mutilan la mente y el corazón.

¿Es esto, el pasado con sus influencias dominantes, con sus temores, un problema agudo pera usted, personalmente?

La vida así como es, la vida que engendra guerras, odios, divisiones, que despoja al hombre de su unidad, ¿es un problema para usted? Si lo es, entonces, como usted forma parte de ella, la comprenderá sólo a través de sus propios sufrimientos, sus ambiciones y temores. El mundo es usted, y el problema del mundo es su íntimo problema personal. Si es un problema agudo, como espero que lo sea para cada uno de ustedes, entonces jamás escaparán hacia ningún tipo de teorías, explicaciones, "hechos", ilusiones. Pero eso requiere un gran estado de alerta — uno tiene que estar intensamente atento — , de modo que preferimos el camino más fácil, el camino del escape. ¿Cómo puede uno resolver este problema si aparta de él su mente y su corazón?

Yo no digo que este problema sea simple. Es complejo. Por eso debemos dedicarle nuestra mente y nuestro corazón. Pero, ¿cómo podemos entregarle la totalidad de nuestro ser, si estamos huyendo del problema, si somos desviados de él por los múltiples escapes que la mente ha establecido para sí misma?

Comentario: Pero en el momento del escape nosotros no vemos eso.

KRISHNAMURTI: Estamos intentando comprendernos a nosotros mismos, revelar los rincones ocultos de la mente, ver los múltiples escapes, de modo tal que, espontáneamente, podamos afrontar la vida de manera profunda y plena. Cualquier forma de vencer un hábito mediante otro hábito, de vencer el odio por medio de la virtud, es una sustitución, y el cultivo de los opuestos no elimina esas cualidades de las cuales debemos liberarnos. Tenemos que percibir el odio, no como una antítesis del amor, sino como un veneno, un mal en sí mismo.

Pregunta: ¿No piensa usted que podemos ver los diferentes escapes? Podemos saber que el odio es venenoso y, al propio tiempo, sabemos que continuamos odiando. Pero yo creo que si queremos comprender el odio plenamente, debernos estar dispuestos a abandonarlo todo, hogar, esposa, todo; debemos estrecharnos las manos, decir adiós e ir a un campo de concentración.

KRISHNAMURTI: No piense en las consecuencias de vivir sin odio; antes bien, considere si puede liberarse de él. ¿Se dice a sí mismo que es incapaz de desembarazarse del odio?

Comentario: Sólo podemos intentarlo; no sabemos.

KRISHNAMURTI: ¿Por qué dice que no sabe?

Comentario: Porque no es nuestro problema real.

KRISHNAMURTI: Aunque el ocio existe en el mundo, en uno mismo v alrededor de uno, usted dice, no obstante, que ése no es un problema agudo para usted. No tiene conciencia de él. ¿Por qué no es consciente de él? O es porque está libre de odio, o es porque se ha atrincherado de tal modo, se protege tan hábilmente, que no siente odio ni temor debido a que no abriga dudas acerca de su propia seguridad.

Comentario: No sentimos odio en este momento.

KRISHNAMURTI: Cuando no se encuentra aquí lo siente; luego, ése es un problema para usted. Aquí ha escapado momentáneamente de él, pero el problema sigue existiendo. No puede escapar del problema, ni aquí ni en ningún otro lugar. Es un problema para usted, lo quiera o no. Sin embargo, lo ha ignorando, se ha vuelto inconsciente de él. Por eso dice que no sabe cómo actuará en relación con ese problema.

Pregunta: A menudo deseamos que la vida misma quiera actuar directamente y nos quite esas cosas que apreciamos aun sabiendo que carecen de valor. ¿ También esto es un escape ?

KRISHNAMURTI: Algunas personas parecen aliviadas en tiempos de guerra. No tienen responsabilidades; la oficina de guerra dirige sus vidas. En esto radica una de las razones principales por las que la autoridad, temporal o espiritual, florece y es venerada. La muerte es, para esas personas, preferible a la vida.

Nos han educado para pensar que el odio es inevitable, que debemos pasar por esa etapa, que ello forma parte del instinto, de la herencia humana.

Estamos acostumbrados a pensar que no es posible liberarse inmediatamente del odio, que es preciso pasar por alguna clase de disciplina a fin de vencer el odio. De este modo, hay un proceso dual que se desarrolla dentro de nosotros: violencia y paz, odio y afecto, ira y benevolencia.

Nuestro esfuerzo se dirige a tender un puente entre estas dos fuerzas separadas, o conquistar una por medio de la otra, o concentrarnos en una de modo tal que la opuesta desaparezca.

Es vano cualquier esfuerzo que uno haga para destruir el odio por medio del amor, porque la violencia, el miedo, se revelan de otra forma. Debemos ir mucho más a fondo que con la mera disciplina; debemos descubrir por qué existe dentro de nosotros esta dualidad del odio y el afecto. Hasta que este proceso dual llegue a su término, es inevitable que continúe el conflicto de los opuestos.

Pregunta: ¿Puede ser que el odio no me pertenezca realmente ?

Pregunta: ¿Es, entonces, demasiado pobre nuestro amor ?

KRISHNAMURTI: Estas preguntas son muy reveladoras; muestran lo condicionada que está la mente. Cualquier esfuerzo que ésta haga, debe formar parte de aquello que la mente intenta apartar de sí.

La mente encuentra que el odiar no compensa, porque ha descubierto que hay demasiado sufrimiento contenido en el odio y, por eso, se esfuerza en disciplinarse, en conquistar el odio con el amor, en someter la violencia y el miedo por medio de la paz. Todo esto indica el deseo fundamental de escapar meramente del sufrimiento, o sea, de protegerse con esas virtudes y cualidades que no le ocasionen dolor ni perturbación. Hasta que este deseo, este anhelo de seguridad autoprotectora llegue a su fin, el miedo tiene que continuar, con todas sus consecuencias. La mente no puede liberarse del miedo. En su intento de lograrlo, cultiva los opuestos, que son parte del miedo mismo. De ese modo, la mente se divide creando dentro de sí un proceso dual. Todo esfuerzo que ella haga, debe por fuerza mantener esta dualidad, aunque pueda desarrollar tendencias, características, virtudes, con el fin de superarla.

Comentario: Yo no veo bien cómo la mente se ha dividido en amor y odio.

KRISHNAMURTI: Existen el bien y el mal, la luz y la oscuridad. La luz y la oscuridad no pueden existir juntas. Una destruye a la otra.

Si la luz está encendida, la oscuridad, el mal, dejan de existir. El esfuerzo es, entonces, innecesario y, por lo tanto, inexistente. Pero nos hallamos en un estado de esfuerzo continuo, porque eso que para nosotros es luz, no es luz; es tan sólo la luz, el bien del intelecto.

Hacemos un esfuerzo constante por conquistar, adquirir, poseer, desapegarnos, expandirnos. Hay momentos de claridad en medio de la envolvente confusión. Deseamos esta claridad y nos aferramos a ella esperando que disuelva los anhelos conflictivos. Este deseo de claridad, este deseo de conquistar una cualidad por medio de otra, es un desperdicio de energía; porque la voluntad que anhela, la voluntad que conquista, es la voluntad de triunfo, de satisfacción, de seguridad. Esta voluntad debe siempre continuar creando y manteniendo el miedo, aun cuando asegure que busca la verdad, que busca a Dios. Su claridad es la claridad del escape, de la ilusión, no la de la realidad.

Cuando la voluntad se destruye espontáneamente a sí misma, existe esa verdad que está más allá de todo esfuerzo. El esfuerzo es violencia; amor y violencia no pueden existir juntos.

El conflicto en que vivimos no es una lucha entre el bien y el mal, entre el yo y el no yo. La lucha radica en nuestra autocreada dualidad, tiene lugar entre nuestros diversos deseos autoprotectores. No puede haber conflicto entre la luz y la oscuridad; donde está la luz, no está la oscuridad. En tanto exista el miedo, el conflicto debe continuar, aunque ese miedo pueda disimularse bajo distintos nombres. Y como el miedo no puede liberarse a sí mismo por ningún medio, porque todos sus esfuerzos provienen de su propia fuente, tiene que haber una terminación para todas las salvaguardas intelectuales. Esta terminación llega, espontáneamente, cuando la mente se revela a sí misma su propio proceso. Esto ocurre sólo cuando hay una percepción alerta integral, la cual no es el resultado de una disciplina ni de un sistema moral o económico ni de esfuerzo alguno.

Cada uno debe tornarse consciente del proceso de la ignorancia, de las ilusiones que uno mismo ha creado.

El intelecto no puede conducirnos fuera de este caos presente, de la confusión y el sufrimiento que hoy padecemos. La razón debe agotarse a sí misma, no retrayéndose, sino a través de la comprensión integral y el amor de la vida.

Cuando la razón ya no puede protegernos más mediante explicaciones, escapes, conclusiones lógicas, entonces, al haber completa vulnerabilidad, completa desnudez de todo el ser, existe la llama del amor.

Sólo la verdad puede liberar a cada uno del dolor y la confusión de la ignorancia. La verdad no es el fin de la experiencia, es la vida misma. No pertenece al mañana; es intemporal. No es un resultado, un logro, sino la cesación del miedo, del deseo.

10 de agosto de 1937




OBRA COMPLETA - TOMO 3 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 SÉPTIMA PLÁTICA EN OMMEN

El sufrimiento indica la existencia del proceso que corresponde a los patrones de pensamiento y deseo. La mente busca superar este proceso adormeciéndose nuevamente mediante el desarrollo de otros patrones y otras ilusiones. Y otra vez es perturbada en su limitación autoimpuesta, por lo cual vuelve a inducir en sí misma un estado de irreflexión, hasta que se identifica tanto con algún patrón de pensamiento-deseo o alguna creencia, que ya no puede ser más perturbada ni se permite sufrimiento alguno. Muchos realizan este estado y lo consideran como el más elevado de los logros.

Una vez que desarrollamos la voluntad, la cual tan sólo mantiene sujeto todo hábito y condicionamiento, esa voluntad misma se torna negligente y repetitiva.

Antes de que podamos comprender la acción libre de ilusiones, debemos comprender tanto la acción habitual como la acción ideal o conceptual. Porque la realidad está en lo factual, en "lo que es".

La percepción alerta no es el desarrollo de una voluntad introspectiva, sino que es la unificación espontánea de todas las fuerzas separativas del deseo.

Pregunta: La percepción alerta, ¿es una cuestión de desarrollo gradual?

KRISHNAMURTI: Donde existe un interés intenso, hay percepción alerta plena. Como uno es mentalmente perezoso y emocionalmente se halla debilitado por el miedo, la percepción alerta se vuelve una cosa de desarrollo gradual. Entonces no es verdadera percepción alerta, sino un proceso de erigir esmeradamente muros de resistencia. Como la mayoría de nosotros ha erigido estos muros autoprotectores, la percepción alerta nos parece un proceso gradual, un crecimiento que satisface nuestra indolencia. A causa de esta pereza elaboramos teorías de postergación: "a la larga, pero no ahora; la iluminación es un lento proceso de desarrollo, de vida después de la vida, etc.". Procedemos a racionalizar esta pereza y, de acuerdo con eso, disponemos satisfactoriamente nuestras vidas.

Pregunta: Este proceso parece inevitable. Pero, ¿cómo puede uno despertar rápidamente ?

KRISHNAMUKTI: Que los individuos cambien de la violencia a la paz, ¿es un proceso gradual? Pienso que no. Si uno percibe de veras todo el significado del odio, el afecto surge espontáneamente. Lo que impide esta percepción instantánea y profunda, es nuestro temor inconsciente a los compromisos y las pautas del intelecto y el deseo. Porque una percepción semejante podrá implicar un cambio drástico en nuestra vida cotidiana: el debilitamiento de la ambición, la eliminación de todas las distinciones nacionalistas y de clase social, de los apegos y demás. Este temor impulsa nuestra acción, nos pone sobre aviso y. consciente o inconscientemente, nos sometemos a él aumentando de ese modo nuestros dispositivos de seguridad, con lo cual sólo engendramos más temor. En tanto no comprendamos este proceso, estaremos pensando siempre en términos de postergación, de desarrollo gradual, de superación. El miedo no puede ser disuelto en el futuro; puede dejar de existir sólo en la constante percepción alerta.

Comentario: Yo pienso que debemos llegar rápidamente a la paz.

KRISHNAMURTI: Si usted odia porque su bienestar emocional e intelectual se halla amenazado de muchas maneras, y si recurre meramente a más violencia, aunque pueda, al menos por el momento, detener exitosamente el miedo, el odio continuará. El miedo y el odio pueden desaparecer únicamente si hay un estado constante de percepción alerta. No piense desde el punto de vista de la postergación. Empiece a estar alerta y, si hay interés, eso mismo originará, espontáneamente, un estado de paz, de afecto.

La guerra, la guerra dentro de uno — el odio hacia el vecino, hacia otras personas — no puede ser vencido por ninguna forma de violencia. Si usted comienza a ver ahora mismo la necesidad absoluta de un profundo pensar y sentir al respecto, sus prejuicios, su condicionamiento, que son la causa del odio y el temor, habrán de revelarse. En esta revelación hay un despertar del afecto, del amor.

Comentario: Yo pienso que tomará toda nuestra vida superar el miedo, el odio.

KRISHNAMURTI: Usted está pensando otra vez en términos de postergación, ¿Siente cada uno de nosotros el horror del odio, percibe sus consecuencias? Si usted siente profundamente esto, entonces no le preocupa cuándo cesará el odio, porque éste ya se ha rendido ante algo que es lo único en lo cual pueden existir un contacto humano profundo y una profunda cooperación.

Si uno es consciente del odio o de la violencia en sus diferentes formas, ¿puede esa violencia ser abolida mediante el proceso del tiempo?

Comentario. No, no mediante el mero transcurso del tiempo. Uno debería tener un método para librarse de ella.

KRISHNAMURTI: No, el mero transcurso del tiempo no puede resolver el odio; éste puede ser laboriosamente encubierto o cuidadosamente vigilado. Pero, no obstante, el miedo, el odio continuarán. ¿Puede un sistema ayudarlo a liberarse del odio? Puede ayudarlo a que lo subyugue, a que lo controle, puede fortalecer su voluntad para que lo combata, pero no generará ese afecto que es lo único capaz de dar al hombre una libertad duradera. Si usted no siente que el odio es inherentemente venenoso, ningún sistema, ninguna autoridad podrán anularlo por usted.

Comentario: Uno puede ver intelectualmente que el odio es un veneno, pero sigue sintiendo odio.


KRISHNAMURTI: ¿Por qué ocurre esto? ¿Acaso no es porque están excesivamente desarrollados en lo intelectual y continúan siendo primitivos en sus deseos? No puede haber armonía entre lo bello y lo desagradable. No se puede poner fin al odio mediante ningún método, sino sólo gracias a la constante percepción alerta respecto de los condicionamientos que han dado origen a esta división entre el amor y el odio. ¿Por qué existe esta división?

Comentario: Falta de amor.

Comentario: Ignorancia.

KRISHNAMURTI: ¿No ven que están meramente repitiendo? Repiten que si uno de verdad viviera rectamente, no existiría esta división, que ella desaparecería si uno no fuera ignorante, que el hábito es la causa de esta división, que si no estuviéramos condicionados habría amor perfecto, etc. ¿Acaso no ven que tan sólo recitan frases que han aprendido? ¿Qué valor tiene esto? Ninguno. ¿Está consciente, cada uno de ustedes, de esta división? Por favor, no respondan. Consideren lo que ocurre dentro de ustedes.

Vemos que estamos en conflicto, que hay odio y, no obstante, al mismo tiempo hay aversión por el odio. Existe esta división y podemos ver cómo surge: debido a diversas causas condicionantes. La mera consideración de las causas no va a liberarnos del odio, del miedo. El problema del hambre no va a ser resuelto mediante el simple descubrimiento de sus causas, que son el mal sistema económico, la superproducción, la mala distribución, etc. Si usted, personalmente, está hambriento, su hambre no se verá satisfecha por el mero hecho de que conozca las causas que la originan. Del mismo modo, el limitarse a conocer las causas del odio con sus múltiples conflictos, no disolverá el odio. Lo que pondrá fin al odio es la percepción alerta sin opciones, la cesación de todo esfuerzo intelectual por superar el odio.

Comentario: No estamos lo bastante conscientes de este odio.

KRISHNAMURTI: Cuando estamos conscientes de él, objetamos el conflicto, el sufrimiento contenido en este conflicto, y procedemos a actuar confiando en superar todo conflicto. Esto fortalece aún más el intelecto. Ustedes tienen que darse cuenta, silenciosa y espontáneamente, de todo este proceso, y en este darse cuenta, en esta percepción surge un elemento nuevo que no es el resultado de ninguna violencia, de ningún esfuerzo; sólo este elemento puede liberarlos del odio y de esos condicionamientos que mutilan la mente.

9 de agosto de 1937





OBRA COMPLETA - TOMO 3 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 SEXTA PLÁTICA EN OMMEN

La relación puede ser limitada, entre dos individuos, o puede ser una relación con muchos, en una esfera cada vez más amplia. Limitada o amplia, la importancia radica en el carácter de la relación.

¿Qué entendemos por relación? Es un ajuste entre dos deseos individualistas. En esta relación hay lucha de ambiciones, apegos, esperanzas y necesidades antagónicas. Por eso, casi toda relación se vuelve un campo de tensiones y conflictos. La relación existe no sólo con las personas y los valores externos, sino también con aquellos valores y conceptos que alimentamos interiormente.

Nos damos cuenta de esta lucha que se desarrolla entre amigos, entre vecinos, entre nosotros y la sociedad.

¿Deberá este conflicto continuar para siempre? Podemos ajustar tan hábilmente nuestra relación con otra persona, que jamás entremos en contacto vital con ella; o, siendo imposible el ajuste, dos personas pueden estar obligadas a separarse. Pero: mientras haya actividades de cualquier clase, tiene que haber una relación entre el individuo y la sociedad — la cual puede estar constituida por una o por muchos — .El aislamiento sólo es posible en un completo estado de neurosis. A menos que uno actúe mecánicamente, sin pensar ni sentir, o que esté tan  condicionado que haya un solo patrón de pensamiento y sentimiento, toda relación es un hecho de ajuste, ya sea una relación de lucha y resistencia, o una de concesiones.

El amor no es un asunto de relación ni de ajuste; es de una calidad por completo diferente.

¿Puede esta lucha en la relación cesar alguna vez? Nosotros no podemos, mediante la mera experiencia, establecer una relación en la que no haya lucha. La experiencia es una reacción a un condicionamiento previo.

Hay conflicto entre las influencias condicionadoras del deseo y la veloz, vivida corriente de la relación. No es la relación la que limita, como la mayoría cree, sino que es el deseo el que condiciona. Es el deseo, consciente o inconsciente, el que causa siempre fricciones en la relación.

El deseo surge de la ignorancia. No puede existir independientemente; tiene que alimentarse de un condicionamiento previo, que es la ignorancia.

La ignorancia puede ser disipada. Es posible. La ignorancia consiste en las múltiples formas de temor, creencia, deseo, apego, las cuales crean conflicto en la relación.

Cuando de modo voluntario, espontáneo, estamos integralmente conscientes del proceso de la ignorancia, comienza a manifestarse la inteligencia, la cual puede afrontar todas las influencias que nos condicionan. Estamos interesados en el despertar de esta inteligencia, de este amor; es lo único que puede liberar de la lucha a la mente y al corazón.

El despertar de esta inteligencia, de este amor, no es el resultado de una moralidad disciplinada, sistematizada, ni un logro que pueda buscarse, sino que es un proceso de constante percepción alerta.

condicionado que haya un solo patrón de pensamiento y sentimiento, toda relación es un hecho de ajuste, ya sea una relación de lucha y resistencia, o una de concesiones.


El amor no es un asunto de relación ni de ajuste; es de una calidad por completo diferente.


¿Puede esta lucha en la relación cesar alguna vez? Nosotros no podemos, mediante la mera experiencia, establecer una relación en la que no haya lucha. La experiencia es una reacción a un condicionamiento previo.


Hay conflicto entre las influencias condicionadoras del deseo y la veloz, vivida corriente de la relación. No es la relación la que limita, como la mayoría cree, sino que es el deseo el que condiciona. Es el deseo, consciente o inconsciente, el que causa siempre fricciones en la relación.


El deseo surge de la ignorancia. No puede existir independientemente; tiene que alimentarse de un condicionamiento previo, que es la ignorancia.


La ignorancia puede ser disipada. Es posible. La ignorancia consiste en las múltiples formas de temor, creencia, deseo, apego, las cuales crean conflicto en la relación.


Cuando de modo voluntario, espontáneo, estamos integralmente conscientes del proceso de la ignorancia, comienza a manifestarse la inteligencia, la cual puede afrontar todas las influencias que nos condicionan. Estamos interesados en el despertar de esta inteligencia, de este amor; es lo único que puede liberar de la lucha a la mente y al corazón.


El despertar de esta inteligencia, de este amor, no es el resultado de una moralidad disciplinada, sistematizada, ni un logro que pueda buscarse, sino que es un proceso de constante percepción alerta.

Comentario: La relación es también un contacto entre hábitos, y gracias al hábito la acción adquiere continuidad.

KRISHNAMURTI: En la mayoría de los casos, la acción es el resultado del hábito, hábito basado en la tradición, en patrones de pensamiento y deseo, y esto da a la acción una continuidad aparente. De modo que, por lo general, el hábito gobierna nuestra acción y nuestras relaciones.

¿Es tan sólo hábito la acción? Si la acción es la consecuencia de un mero hábito mecánico, entonces debe conducir a la confusión y al dolor. De igual modo, si la acción es tan sólo el contacto entre dos hábitos individualizados, entonces toda acción semejante es sufrimiento. Pero, desafortunadamente, nosotros reducimos todo contacto con el prójimo a una pauta opaca y aburrida, debido a nuestra incapacidad de ajustamos, a nuestro miedo y a la falta de amor.

El hábito es una repetición consciente o inconsciente de acciones guiadas por el recuerdo de sucesos pasados, de tradiciones, de patrones fijos de pensamiento y deseo, y así sucesivamente. A menudo nos damos cuenta de que estamos viviendo en una estrecha rutina de pensamiento y, rompiendo con ella, nos deslizamos en otra. A este cambio de hábito en hábito lo llamamos frecuentemente progreso, experiencia o evolución.

La acción, que alguna vez puede haber respondido a un estado de conciencia plena, se vuelve a menudo habitual, irreflexiva, carente de un sentimiento profundo.

¿Puede acaso existir una verdadera relación, cuando la mente sigue tan sólo un patrón fijo de conducta?

Comentario: Pero existe una respuesta espontánea que no es hábito en absoluto.

KRISHNAMURTI: Sí, sabemos esto, pero tales ocasiones son raras, y nos gustaría establecer relaciones de espontaneidad. Entre lo que nos gustaría ser y lo que somos, hay una brecha muy ancha. Lo que nos gustaría ser es una forma de ambicioso apego que nada significa para alguien que busca descubrir la realidad. Si podemos comprender lo que somos, entonces quizá podremos conocer lo que es.

¿Puede existir una relación genuina cuando la mente sólo sigue un patrón fijo? Cuando conocemos ese estado que llamamos amor, hay una relación dinámica que no responde a ningún patrón y que está más allá de todas las definiciones y de todos los cálculos. Pero, a causa de la influencia condicionante del miedo y del deseo, tal relación se reduce a una mera gratificación, a un hábito, a una rutina. Un estado así no es una relación auténtica, sino una forma de decadencia y muerte. ¿Cómo puede haber una verdadera relación entre dos patrones fijos individualizados, aunque cada uno de ellos pueda obtener del otro ciertas respuestas mecánicas?

Comentario: Hay un ajuste continuo entre estos dos hábitos.

KRISHNAMURTI: Sí, pero tal ajuste es puramente mecánico, lo imponen el conflicto y el sufrimiento; una imposición así no acaba con el deseo fundamental de formar patrones de hábitos. Las influencias externas y las determinaciones internas tampoco terminan con la formación del hábito, sino que tan sólo contribuyen a un ajuste superficial e intelectual que no es conducente a una verdadera relación.

Este estado de patrones fijos, ideales, amoldamientos, ¿puede conducir a la plenitud de realización, a una vida y una acción creativas e inteligentes? Antes de poder contestar esta pregunta, ¿nos percatamos de este estado, somos conscientes de él? Si no lo somos, no hay conflicto, pero si lo somos, hay ansiedad y sufrimiento. Entonces tratamos de escapar de esto o tratamos de acabar con los viejos hábitos y patrones. Al vencerlos, uno se limita a crear otros; el deseo de obtener un mero cambio es más fuerte que el deseo de percibir lúcidamente todo el proceso de la formación de hábitos, de patrones. En consecuencia, nos movemos de hábito en hábito.

Pregunta: Sí, sé que el hábito es una tontería, pero ¿ cómo puedo romper con él?

KRISHNAMURTI: Antes de que me pregunten cómo vencer un hábito determinado, averigüemos qué es lo que da origen al hábito, porque uno puede romper con un hábito, con un patrón de comportamiento, pero en ese proceso mismo puede estar formando otro. Esto es lo que hacemos por lo general, vamos de un hábito a otro. Seguiremos haciendo esto indefinidamente a menos que descubramos por qué la mente busca siempre formar hábitos, seguir patrones de pensamiento y deseo.

Toda relación genuina requiere un constante estado de alerta y ajuste, pero no de acuerdo con un patrón. Donde hay hábito, seguimiento de normas, ideales, es imposible este estado de flexibilidad, el cual exige constante atención y afecto, y como la mente encuentra más fácil establecer patrones de conducta que estar alerta, procede a formar hábitos; y cuando se libra de un hábito en particular a causa de la aflicción y la incertidumbre, se mueve hacia otro hábito. El miedo por su propia seguridad y su bienestar, obliga a la mente a seguir patrones de pensamiento y deseo. La sociedad se convierte así en la hacedora de hábitos, patrones, ideales, porque la sociedad es el prójimo, la relación directa con la que uno está siempre en contacto.

8 de agosto de 1937

OBRA COMPLETA - TOMO 3 -J.K. - CONTINUACIÓN -

 QUINTA PLÁTICA EN OMMEN

Aunque intelectualmente podamos percibir la causa del sufrimiento, ello no tiene sino muy poca influencia en nuestras vidas. Aunque concordemos intelectualmente en que mientras haya apego habrá miedo y dolor, nuestro deseo es tan fuertemente posesivo que supera todo razonamiento. Aun cuando podamos conocer la causa del sufrimiento, el sufrimiento continuará, porque el mero conocimiento intelectual no es suficiente para eliminar la causa. Por eso, cuando la mente descubre, mediante el análisis, la causa del sufrimiento, ese descubrimiento mismo puede llegar a convertirse en un refugio. La esperanza de que, al descubrir la causa del dolor cesará el sufrimiento, es una ilusión.

¿Por qué busca la mente la causa del dolor? Obviamente, para superarla. Sin embargo, en los momentos de éxtasis, no buscamos la causa de éste; si lo hiciéramos, el éxtasis llegaría a su fin. Al anhelar el éxtasis, buscamos a tientas aquellas causas que lo impiden. Este anhelo mismo de experimentar el éxtasis y de superar el dolor es el que impide la realización de uno y la superación del otro.

Una mente abrumada por el deseo de alcanzar la realidad, la felicidad, el amor, no puede liberarse del miedo. El miedo embota el dolor, así como distorsiona la dicha. ¿Está todo nuestro ser en contacto directo con el dolor tal como lo está con la alegría, con la felicidad?

Nos damos cuenta de que no formamos un todo integral con el dolor, de que hay una parte de nosotros que trata de escapar de él. En este proceso, la mente ha acumulado muchos tesoros a los cuales se aferra con desesperación. Cuando tomamos conciencia de este proceso de acumulación, surge el impulso de ponerle fin. Entonces empezamos a buscar métodos, maneras de deshacernos de estas cargas. La búsqueda misma de un método es otra forma de escape.

La elección de métodos, de un modo de librarnos de estas cargas acumuladas que generan resistencia, esta elección misma se origina en el deseo de no sufrir; por lo tanto, es perjudicial. Este perjuicio es el resultado del deseo ce refugio, de consuelo.

Comentario: Creo que nadie ha pensado en lo que usted acaba de decir. Es demasiado complicado.

KRISHNAMURTI: Tratamos de percibir, de sentir la verdad que liberará al hombre, no tan sólo de descubrir cuáles son las causas del dolor. Si lo que he dicho — que puede sonar complicado — es la verdad, entonces puede ser conducente a la liberación.

El descubrimiento de la verdad es un proceso complejo, porque la mente se ha rodeado a sí misma de muchas ilusiones.

El amanecer de la verdad no radica en optar por lo esencial como contrario a lo no esencial, Pero cuando comenzamos a percibir lo ilusorio de la opción en sí, entonces esa revelación es liberadora, porque destmye de manera espontánea Las ilusiones de que se nutre la mente.

¿Es el amor el que sufre cuando se ve frustrado, cuando hay amargura y vacuidad interna? No es el amor el que sufre; lo que nos duele es la revelación acerca de la pequeñez de nuestro amor.

Dondequiera que la mente opte, su opción debe basarse en el prejuicio autodefensivo, y como lo que deseamos es no sufrir, nuestros actos se basan en el miedo. El miedo y la realidad no pueden existir juntos; se destruyen el uno al otro. Pero una de las ilusiones de la mente crea la esperanza de que existe algo más allá de su propia oscuridad. Este "algo", esta esperanzada realidad, es otra forma de refugio, otra forma de escapar del dolor. A causa del miedo, la mente perpetúa su propio estado de condicionamiento.

Comentario: Lo que usted dice conduce a una forma de vida muy materialista.

KRISHNAMURTI: ¿Qué entiende usted por forma materialista de vida? La que dice, ¿no es así?, que sólo tenemos esta vida, que no existe la realidad, que no hay Dios, que la moralidad debe basarse en la conveniencia social y económica, etc. Ahora bien, ¿cuál es la actitud no materialista hacia la vida? Que hay Dios, que hay un alma que continúa, que hay un más allá, que el individuo contiene en sí la chispa de lo eterno. ¿Cuál es la diferencia entre ambas actitudes, la materialista y la religiosa?

Comentario: Las dos son creencias.

KRISHNAMURTI: Pero entonces, ¿por qué desprecia usted la forma materialista de vida?

Comentario: Porque niega la permanencia.

KRISHNAMURTI: Usted sólo reacciona por prejuicio. Su vida religiosa es, en esencia, una vida irreligiosa. Aunque pueda disimularlo hablando de Dios, del amor, del más allá, en su corazón eso nada significa, son sólo muchas frases que ha aprendido, tal como la persona materialista ha aprendido las ideas y frases que maneja. Tanto la mente religiosa como la materialista están condicionadas por sus propios prejuicios, que les impiden comprender integralmente la verdad y entrar en comunión con ella.

Comentario: Ayer nos pidió usted que le dijéramos por qué tratábamos de escapar del sufrimiento, y de pronto percibí todo el significado de ello. Si nos abandonamos al sufrimiento en vez de tratar de escapar de él, disolvemos la resistencia que hay dentro de nosotros.

KRISHNAMURTI: Sí, siempre que no se trate del esfuerzo de la voluntad. Pero el abandonarse artificialmente al dolor, ¿no es un esfuerzo del intelecto para ganar algo? Por cierto, usted no se abandona al éxtasis, ¿verdad? S: lo hace, eso no es éxtasis.

Comentario: No quise decir eso. Quise decir que en vez de intentar escapar, uno simplemente sufre.

KRISHNAMURTI: ¿Por qué siente que debe sufrir? Cuando se dice a sí mismo que no debe escapar, espera lograr algo a cambio de su sufrimiento. Pero cuando se dé cuenta integralmente de la ilusión que implican todos los escapes, entonces no habrá voluntad de resistir al deseo de escapar ni de lograr algo por medio del sufrimiento.

Comentario: Sí, veo eso.

Pregunta: ¿Quiere usted repetir, por favor, lo que acaba de decir?

KRISHNAMURTI: Uno no se abandona al júbilo. No hay dualidad en el éxtasis. Es un estado que se manifiesta espontáneamente sin que intervenga para ello nuestra voluntad. El sufrimiento es una indicación de que hay dualidad. Si no comprendemos esto, perpetuamos la dualidad mediante los muchos esfuerzos y procesos intelectuales para superarla, entregándonos a su opuesto, desarrollando virtudes y así sucesivamente. Todos estos intentos no hacen sino fortalecer la dualidad.

Pregunta: Las resistencias que erigimos contra el sufrimiento, ¿ no actúan también como resistencias contra el éxtasis?

KRISHNAMURTI: Por supuesto. Si somos insensibles a la fealdad, al dolor, también debe haber una profunda insensibilidad a la belleza, al júbilo. La resistencia contra el dolor es también una barrera para la felicidad.

¿Qué es el éxtasis? Es ese estado del ser cuando la mente y el corazón y hallan en unión completa, cuando el miedo no los despedaza, cuando nada retiene a la mente.

Pregunta: ¿Hay un modo mejor de sufrir? ¿ Un todo mejor de vivir?

KRISHNAMURTI: Lo hay, y eso es lo que he estado tratando de explicar. Si cada cual toma conciencia de su propio condicionamiento, comenzará a liberarse del odio, de la ambición, del apego, de los temores que mutilan la vida.

Si la mente sale de un estado de condicionamiento sólo para entrar en otro, la vida se vuelve totalmente vana y sin esperanza. Esto es lo que ocurre con casi todos nosotros; vamos de jaula en jaula, pensando que cada una de ellas es más libre que la anterior, mientras que en realidad cada una no es sino una forma diferente de limitación. Lo que es libre no puede crecer desde lo menos libre a lo más libre.

Comentario: Yo acepto el estado de condicionamiento de la misma manera que acepto la rotación del globo terráqueo, como una parte necesaria de la evolución.

KRISHNAMURTI: Entonces no estamos usando la inteligencia. Al afirmar simplemente que toda la existencia está condicionada, jamás descubriremos si puede existir un estado libre de condicionamiento. Si cada uno de nosotros se torna integralmente consciente de su estado de condicionamiento, comenzará a comprender la libertad que adviene con la terminación del temor.

6 de agosto de 1937




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 CUARTA PLÁTICA EN OMMEN

La ignorancia es la falta de percepción alerta con respecto al proceso de los propios pensamientos y las propias emociones. He tratado de explicar qué entiendo por percepción alerta.

La experiencia, ¿podrá disolver esta ignorancia? ¿Qué entendemos por experiencia? La acción y reacción conforme al pensamiento y la emoción condicionados. La mente-corazón está condicionada por las conclusiones, los hábitos de pensamiento, los preconceptos, temores y deseos.

Esta masa de ignorancia no puede ser disuelta por la mera experiencia. La experiencia puede dar a la ignorancia nuevos significados, nuevos valores, nuevas ilusiones; pero sigue siendo ignorancia. La experiencia no puede disolver por sí la ignorancia; sólo puede contribuir a rehacerla.

La ignorancia, ¿puede ser disuelta por el mero control y el cambio del medio en que vivimos? ¿Qué entendemos por medio? Valores y hábitos económicos, divisiones sociales, la moralidad del amoldamiento y esas cosas. La creación de un medio nuevo mediante la compulsión, la violencia, la propaganda y las amenazas, ¿disolverá esta ignorancia o tan sólo volverá a constituirla de un modo diferente?

La dominación externa, ¿puede disipar esta ignorancia? Yo digo que no puede. Lo cual no quiere decir que no deba cambiarse la actual barbaridad de las guerras, la explotación, las crueldades, el dominio de una clase por otra. Pero el mero cambio social no alterará la naturaleza fundamental de la ignorancia.

Hemos acudido a dos diferentes procesos para disolver la ignorancia: uno el control del medio, y otro, terminar con la ignorancia por medio de la experiencia. Antes de aceptar o negar la posibilidad de poner fin a la ignorancia mediante estos métodos, debemos conocer la realidad de cada proceso. ¿La conoce usted? Si no la conoce, debe experimentar y descubrirla. Ninguna estimulación artificial puede revelar la realidad.

La ignorancia no puede ser disuelta ni a través de la experiencia ni por el mero control del medio, pero se disipa espontáneamente, voluntariamente, existe esa percepción alerta en la que no hay deseo ni opción.

Pregunta: Soy consciente de que amo y de que la muerte se llevará al ser que amo, y el sufrimiento es para mí difícil de comprender. Sé que es una limitación y que deseo otra cosa, pero no sé qué.

KRISHNAMURTI: La muerte acarrea un gran dolor para la mayoría de nosotros, y queremos encontrar la manera de salir de ese sufrimiento. O bien acudimos a la creencia en la inmortalidad y hallamos consuelo en esto, o tratamos de olvidar el dolor recurriendo a diversos medios, o cultivamos una forma superior de indiferencia mediante la racionalización.

Todas las cosas declinan, todo se desgasta por el uso, todo llega a su fin. Percibiendo esto, algunos buscan explicaciones racionales para su dolor. Mediante un proceso intelectual amortiguan el sufrimiento. Otros buscan superarlo por medio de la postergación, de una creencia en el más allá, de un concepto de inmortalidad. Esto también amortigua el sufrimiento, porque la creencia ofrece refugio y consuelo. Quizás uno no tema al más allá o a la propia muerte, pero muy pocos deseamos soportar la agonía que implica la muerte de alguien a quien amamos. Por consiguiente, nos ponemos a descubrir medios y arbitrios para frustrar el dolor.

Las explicaciones intelectuales de cómo deshacernos del sufrimiento, nos tornan indiferentes al mismo. En medio de la perturbación que nos causa tomar conciencia de nuestro propio empobrecimiento generado por la muerte de alguien a quien amamos, llega la conmoción del dolor. Y la mente, oponiéndose de nuevo al dolor, busca medios y arbitrios para escapar de él: se satisface con las numerosas explicaciones acerca del más allá, de la continuidad, de la reencarnación y así sucesivamente. Un hombre puede racionalizar con explicaciones el sufrimiento como para vivir lo menos alterado que pueda, y otro encuentra en su creencia amparo y consuelo como para no sufrir en el presente. Ambos son fundamentalmente iguales: ninguno quiere sufrir, sólo difieren sus explicaciones. El primero se burla de todas las creencias, y el segundo está profundamente enfrascado en reforzar su creencia en la reencarnación, en la inmortalidad, etc., o bien en descubrir "hechos", "realidades" respecto de ellas.

Comentario: Yo no veo que el refugio sea falso en sí mismo. Pienso que es tonto refugiarse. La reencarnación puede ser un hecho.

KRISHNAMURTI: Si uno está sufriendo y existe el supuesto hecho de la reencarnación, ¿qué valor fundamental tiene este hecho si deja de ser un refugio, un consuelo? Si uno se muere de hambre, ¿de qué sirve saber que hay superproducción en el mundo? Uno necesita que lo alimenten, no con "hechos", sino con muchas más sustancias nutritivas.

No estamos discutiendo si la reencarnación es un hecho o no. Para mí carece por completo de importancia. Cuando uno está enfermo, hambriento, "hechos" no alivian el sufrimiento, no satisfacen el hambre. Uno puede depositar su esperanza en un futuro estado ideal, pero el hambre continuará existiendo. El miedo a la muerte y el dolor que trae consigo, continuarán a pesar del supuesto hecho de la reencarnación, a menos, desde luego, que uno viva en la ilusión más completa.

¿Por qué se refugia uno en un supuesto hecho, en una creencia? No le pregunto cómo sabe que la reencarnación es un hecho. Usted piensa que lo es, y por el momento dejémoslo ahí. ¿Qué le impulsa a buscar refugio? Tal como un hombre se refugia en la conclusión racional de que todas las cosas deben decaer y, de tal modo, suaviza su sufrimiento, así, al refugiarse en una creencia, en un supuesto hecho, usted amortigua también la acción del dolor. A causa de la agudeza de la desdicha, desea consuelo, quiere un alivio; por consiguiente, busca un refugio en la esperanza de que éste sea duradero y real. ¿No es por esta razón fundamental que buscamos refugio y amparo?

Comentario: Buscamos sustitutos porque somos incapaces de afrontar la vida.

KRISHNAMURTI: El mero afirmar que uno busca sustituciones, no resuelve el problema del sufrimiento. Las sustituciones nos impiden pensar y sentir profundamente.

Aquéllos de ustedes que han sufrido y están sufriendo, ¿qué es lo que han experimentado?

Comentario: Nada.

KRISHNAMURTI: Algunas no hacen nada, soportan el dolor con indiferencia. Algunos tratan de escapar de él mediante la bebida, la diversión, olvidándose de sí mismos a través de diversas actividades, o refugiándose en una creencia.

¿Cuál es la verdadera reacción ante el caso de la muerte? Uno ha perdido a la persona amada y desearía tenerla de vuelta; no quiere enfrentarse a la soledad. Comprendiendo que es imposible tenerla de vuelta, uno acude, en su vacío y su dolor, al recurso de llenar la mente y el corazón de explicaciones, creencias, informaciones, conocimientos y experiencias de segunda mano.

Comentario: Hay una tercera posibilidad. Usted nos muestra tan sólo dos posibilidades, pero yo siento muy claramente que existe otra manera de afrontar el dolor.

KRISHNAMURTL Puede haber muchas manaras de afrontar el dolor, pero si existe un deseo fundamental de buscar consuelo, todos los métodos se reducen a estos dos bien definidos: o racionalizar o buscar refugio. Ambos métodos sólo aminoran el dolor, ofrecen un escape.

Pregunta: ¿Y si uno vuelve a casarse?

KRISHNAMURTI: Aun si lo hace, el problema del sufrimiento sigue sin resolverse. Esto también es una postergación, un olvido. Uno se ofrece a sí mismo explicaciones intelectuales, racionales, a causa de que no desea sufrir; otro se ampara en una creencia, también para evitar el sufrimiento; otro busca refugio en la idea de que si puede encontrar la verdad, habrá por fin una terminación del sufrimiento; otro, elude el sufrimiento mediante el cultivo de la irresponsabilidad. Son todas maneras de escapar del sufrimiento.

No objete las palabras amparo, refugio. Sustitúyalas por su propia palabra: creencia, Dios, verdad, nuevo casamiento, racionalización, etc. Pero la ilusión deberá existir en sus múltiples formas, mientras uno anhela, consciente o inconscientemente, escapar del dolor.

Ahora bien, ¿por qué no debería uno sufrir? Cuando somos felices, dichosos, no decimos que no debemos ser felices. No escapamos de la dicha, no buscamos ampararnos contra ella. Cuando nos hallamos en un estado de éxtasis, no recurrimos a creencias, a sustituciones. Por el contrario, destruimos todas las cosas que impiden dicho estado: nuestros dioses, nuestras moralidades, nuestros valores, nuestras creencias, todo, a fin de conservar este éxtasis.

¿Por qué no hacemos lo mismo cuando estamos sufriendo? ¿Por qué no destruimos todas las cosas que interfieren con el dolor, las muchas explicaciones de la mente, los escapes, los temores, las ilusiones? Si se formula, sincera y profundamente, esta pregunta a sí mismo, verá que los dioses, las creencias, las esperanzas dejan de tener importancia. Entonces su vida tiene un significado nuevo y fundamental, En la llama del amor se consumen todos los temores.

5 de agosto de 1937


OBRA COMPLETA - TOMO 3 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 TERCERA PLÁTICA EN OMMEN

Toda lucha lo es respecto de la relación, es un ajuste entre dos resistencias, entre dos individuos. La resistencia es un condicionamiento, una limitación de esa energía que puede ser llamada vida, pensamiento, emoción, Este condicionamiento, esta resistencia no ha tenido un comienzo. Ha existido siempre, y es posible ver que puede ser continuada. Las causas de este condicionamiento son muchas y muy complejas.

Este condicionamiento es la ignorancia, a la cual puede ponérsele fin.

La ignorancia es la falta de percepción con respecto al proceso del condicionamiento, el cual consiste en los múltiples deseos, temores, recuerdos adquisitivos, etcétera.

La creencia forma parte de la ignorancia. Cualquiera sea la acción que surja de la creencia, sólo fortalece aún más la ignorancia.

El anhelo de comprensión, de felicidad, si intento de librarnos de esta cualidad particular y adquirir aquella virtud particular, todo esfuerzo semejante tiene su origen en la ignorancia, la cual resulta de este constante deseo; por eso continúan la lucha y el conflicto en la relación.

Mientras haya deseo, toda experiencia condiciona más y más el pensamiento y la emoción y, de este modo, prolonga el conflicto.

Donde hay deseo, la experiencia no puede ser completa, así que fortalece la resistencia. Una creencia, resultado del deseo, es una fuerza condicionante; la experiencia basada en cualquier tipo de creencia es limitadora, por amplia y grande que sea.

Cualquier esfuerzo de la mente por romper su propio círculo vicioso de ignorancia, sólo contribuye a prolongar aún más la ignorancia. Si uno no comprende todo el proceso de la ignorancia y se limita a hacer un esfuerzo para librarse de ella, el pensamiento sigue actuando dentro del círculo de la ignorancia.

¿Qué hemos de hacer, pues, si discernimos que cualquiera sea la acción, el esfuerzo que uno realice sólo fortalece la ignorancia? El deseo mismo de abrirnos paso por el círculo de la ignorancia es aún parte de la ignorancia.

¿Qué hemos de hacer, entonces?

Ahora bien, ¿es ésta una cuestión vital, de extrema importancia para ustedes? Si lo es, verán que no hay una respuesta directa, positiva, porque las respuestas positivas sólo pueden generar más esfuerzo, el cual no hace sino fortalecer el proceso de la ignorancia. Nos queda, pues, únicamente un modo negativo de abordar el problema, y consiste en estar integralmente conscientes del proceso del miedo o de la ignorancia. Esta conciencia integral no es un esfuerzo para vencer, destruir o encontrar un sustituto, sino un estado de calma interna en el que no hay aceptación ni rechazo, una quietud integral exenta de toda opción. Esta conciencia lúcida y alerta rompe el círculo de la ignorancia desde adentro, por decirlo así, sin fortalecerlo.

Pregunta: ¿Cómo puede uno saber con certera si la mente está libre de condicionamiento, dado que ahí existe una posibilidad de ilusión?

KRISHNAMURTI: No nos ocupemos de la certeza acerca de una mente no condicionada; seamos más bien conscientes de las limitaciones del pensamiento-emoción.

Comentario: Hay una real diferencia entre no percatarnos de nuestro condicionamiento y el imaginar que no estamos condicionados.

KRISHNAMURTI; Por cierto, eso es obvio. Es completamente inútil inquirir acerca del estado no condicionado, cuando nuestra mente es limitada. Tenemos que interesarnos en aquellas causas que mantienen cautivo al pensamiento-emoción.

Comentario: Sabemos que existen la realidad y la irrealidad, y que desde lo irreal tenemos que movernos hacia lo real. 

KRISHNAMURTI: Eso es, por cierto, otra forma de condicionamiento, ¿Cómo sabe que existe lo real?

Comentario: Porque está ahí.

KRISHNAMURTI: Usted ha dejado de pensar, si se me permite decirlo, cuando afirma que lo real está ahí.

Comentario: Creo que nos damos cuenta continuamente de que estamos condicionados, porque siempre estamos sufriendo y en conflicto.

KRISHNAMURTI: Por lo tanto, el conflicto, el sufrimiento, la tensión en las relaciones, indican que hay condicionamiento. Puede haber muchas causas para el condicionamiento, pero ¿es usted consciente al menos de una de ellas?

Comentario: El miedo y el deseo son las causas de la limitación.

KRISHNAMURTI: Cuando usted afirma eso, ¿tiene conciencia de que en su vida el miedo y el deseo son causa de lucha e infelicidad?

Cuando dice que el miedo está condicionando su vida, ¿se da cuenta de ese miedo? ¿O es porque ha leído sobre eso o me ha escuchado hablar al respecto, y repite: "El miedo es condicionante"? El miedo no puede existir por sí mismo, sino sólo en relación con algo.

Ahora bien, cuando usted dice que está consciente del miedo, ¿entiende que es causado por algo exterior, o por algo que está dentro de usted? Uno teme un accidente, o le teme al vecino, o a alguna relación cercana, o a cierta reacción psicológica, etc. En algunos casos, son las cosas externas de la vida las que nos atemorizan, y pensamos que si podemos libramos de ellas, ya no sentiremos temor.

¿Puede usted librarse de su prójimo? Quizá pueda escapar de una persona en particular, pero dondequiera que se encuentre siempre estará en relación con alguien. Puede crear una ilusión y refugiarse en ella, o construir un muro entre usted y su vecino y, de tal modo, protegerse. Puede separarse de otro mediante la división social, por medio de virtudes, creencias, adquisiciones, y así librarse de su prójimo. Pero esto no es libertad.

Luego está el miedo a las enfermedades contagiosas, a los accidentes y demás, contra lo cual uno toma las precauciones naturales sin exagerarlas indebidamente.

La voluntad de sobrevivir, de tener satisfacciones, de continuar... ésa es la verdadera raíz del miedo.

¿Sabe usted que es así? Si lo sabe, ¿qué entiende, entonces, por "saber"?

¿Lo sabe tan sólo intelectualmente, como una imagen verbal, o se da cuenta de ello integralmente, incluido lo emocional?

Conocemos el miedo como una reacción cuando se debilita nuestra resistencia, cuando se han derrumbado los muros con que nos protegemos; entonces tomamos conciencia del miedo y nuestra reacción inmediata es reparar nuevamente esos muros protectores, reforzarlos a fin de estar seguros.

Pregunta: ¿ Querría usted decirnos qué es el miedo?

KRISHNAMURTI: ¡Que les diga lo que es el miedo! ¿Acaso no saben Lo que es?

Si en su casa no hay nada de valor a lo que esté apegado, entonces no teme a su vecino, mantiene abiertas puertas y ventanas. Pero el miedo anida en su corazón cuando usted está apegado a algo, en cuyo caso atranca sus ventanas, cierra con llave sus puertas. Se aísla.

La mente ha acumulado ciertos valores, ciertos tesoros, y tiene el propósito de custodiarlos, Si el mérito de estas posesiones es puesto en tela de juicio, se despierta el miedo. A causa del miedo, las cuidamos más estrechamente, o liquidamos las viejas posesiones, los viejos valores, y adquirimos otros nuevos que protegemos con mayor habilidad. A este aislamiento le damos distintos nombres.

Le pregunto si usted tiene algo preciado en su mente, en su corazón, algo que esté protegiendo. Si lo tiene, está obligado a erigir muros contra el miedo, y a esta resistencia la llamamos con distintos nombres: amor, voluntad, virtud, carácter.

¿Posee usted algo preciado? ¿Tiene algo que le puedan quitar, su posición, sus ambiciones, deseos, esperanzas?

¿Qué es lo que posee, realmente? Tal vez posesiones mundanas que trata de salvaguardar. Para protegerlas, tenemos el imperialismo, el nacionalismo, las distinciones de clase. Cada individuo, cada nación hace eso, engendrando odio y guerras. ¿Puede ser totalmente eliminado el miedo a la pérdida? Todo indica que este miedo no puede ser suprimido por una mayor protección, un nacionalismo más acentuado, un imperialismo más poderoso. Donde hay apego, hay miedo.

Pregunta: ¿El miedo se disipa si nos desprendemos de los objetos, o si establecemos una relación diferente entre los objetos y nosotros ?

KRISHNAMURTI: Todavía no hemos llegado, ciertamente, al problema de cómo liberamos del miedo. Tratamos de descubrir cuáles son las cosas preciadas que cada uno de nosotros guarda tan hábilmente: sólo entonces podremos descubrir los medios de liberarnos del miedo.

Comentario: Es muy difícil saber eso. Yo ignoro a qué estoy apegado.

KRISHNAMURTI: Sí, ésta es una de las dificultades, pero a menos que usted sepa eso, el miedo ha de continuar, por mucho que desee librarse de él. ¿Es usted consciente con todo su ser de que se está protegiendo en una u otra forma mediante la creencia, las adquisiciones, la virtud, la ambición?

Cuando comience a considerar esto a fondo, percibirá cómo la creencia u otra forma de exclusión lo segrega ya sea como individuo o como grupo, y actúa como una resistencia contra el movimiento de la vida.

Tal vez algunos de ustedes digan que la mente no protege una creencia, sino que ésta forma parte de la mente misma, que sin alguna clase de creencia, la mente, el pensamiento, no puede existir. O quizá digan que la creencia no es, en realidad, una creencia, sino una intuición que debe ser protegida y alentada.

Comentario: A mi me parece que la creencia está ahí, y no sé que hacer al respecto. No sé sí la protejo o no.

KRISHNAMURTI: De eso se trata, justamente. Dice que forma parte de usted. ¿Por qué está ahí? ¿Por qué forma parte de usted? Usted ha sido condicionado por la tradición, por la educación; ha adquirido la creencia, consciente o inconscientemente, como una protección contra las múltiples formas del miedo. O puede que, a causa de la propaganda, ha aceptado la creencia como, un curalotodo. Quizá no crea en tal o cual teoría, pero puede creer en una persona. Hay diversas formas de creencia. El deseo de consuelo, de seguridad, nos obliga a aceptar alguna clase de creencia que protegemos, porque sin ella nos sentimos completamente perdidos. Por eso existe al constante intento de justificar la propia creencia o de encontrar un sustituto para reemplazar la que hemos abandonado.

Donde hay apego hay miedo, pero la libertad con respecto al apego no es una recompensa de desapego. El sufrimiento puede hacer que uno se decida a desapegarse por completo, pero este desapego es, en realidad, una forma de protección contra el sufrimiento. Ahora bien, como casi todos tenemos algo que proteger — amor, posesiones, ideales, creencias, conceptos, etc. — , lo cual Contribuye a erigir esa resistencia que es el "yo", resulta inútil preguntar cómo podemos liberarnos del "yo" con sus numerosas capas de deseos y temores, si no comprendemos plenamente el proceso de resistencia. El deseo mismo de liberarnos de todo eso es otra forma más segura de autoprotección.

Si ustedes se dan cuenta de este proceso de protección, de levantar muros para proteger lo que son y tienen, si están conscientes de esto, jamás preguntarán cuál es el medio, el método para liberarse del miedo, del anhelo, entonces encontrarán que, en la quietud de la percepción alerta, se disuelven Espontáneamente las diversas causas que condicionan el pensamiento-emoción.

No van a alcanzar ese estado de percepción alerta por el mero hecho de escuchar una o dos pláticas. Es como un fuego que debe ser encendido, y son ustedes los que deben encenderlo. Tienen que empezar, por poco que sea, a estar conscientes, alerta, y esto pueden hacerlo cuando hablan, cuando ríen, cuando entran en contacto con la gente, o cuando están en silencio. Esta percepción alerta se vuelve una llama, y esta llama consume todo temor, el cual causa aislamiento. La propia mente debe revelarse a sí misma de manera espontánea. Y esto no es dado tan sólo a unos pocos, ni se trata de algo imposible.

4 de agosto de 1937



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SEGUNDA PLÁTICA EN OMMEN

El conflicto tiene que surgir invariablemente cuando dentro de nosotros hay un centro estático y estamos rodeados de valores cambiantes. Este centro estático tiene que estar en pugna con la calidad dinámica de la vida.

El cambio implica la percepción de que no hay nada permanente a lo cual la mente pueda aferrarse, pero ésta desea todo el tiempo apegarse a alguna forma de seguridad. Para ello experimenta modificaciones constantes consideradas como progreso, pero el apego continúa.

Ahora bien, este cambio significa que no puede haber ningún centro personal que acumule, que almacene recuerdos como salvaguardas y virtudes, ningún centro que recoja para sí experiencias, lecciones para el futuro. Aunque podamos captar esto en lo intelectual, emocionalmente cada uno de nosotros se aferra a un centro personal, estático, y se identifica con él. En realidad, no existe un centro como el "yo" con sus cualidades permanentes. Debemos Comprender esto de manera integral — no sólo con el intelecto — si es que hemos de cambiar fundamentalmente la relación que tenemos con nuestro prójimo, relación que se basa en la ignorancia, el miedo y los deseos.

Entonces, ¿piensa cada uno de nosotros que este centro, en el cual tiene su origen la mayoría de nuestras acciones, es transitoria, que carece de permanencia?

 ¿Qué significa para ustedes el acto de pensar? ¿Son simplemente estimulados por mi palabra-imagen, por una explicación que examinarán intelectualmente en sus mementos de ocio convirtiéndola en una norma, en un principio que deben seguir y vivir? ¿Puede un método así producir un vivir integral? La explicación del sufrimiento no hace que éste desaparezca, ni tampoco el hecho de seguir un principio o una norma de conducta; lo que acabará con el sufrimiento son un pensar y un sentir integrales.

Si ustedes no están sufriendo, entonces las imágenes verbales que otra persona pueda darles acerca del sufrimiento — su explicación al respecto — puede que los estimule momentáneamente haciéndoles pensar que deben sufrir. Pero un sufrimiento así nada significa.

Hay dos maneras de pensar. Una es mediante la mera estimulación intelectual, sin contenido emocional alguno; pero cuando existe un despertar profundo de las emociones, hay un proceso integral del pensamiento, el cual no es, entonces, superficial, intelectual. Sólo este pensamiento-emoción integral puede dar origen a una comprensión y acción duraderas.

Si lo que digo actúa tan sólo como un estímulo, se suscita el problema de cómo aplicarlo a la vida cotidiana con sus penas y conflictos. El "cómo", el método, se vuelve sumamente importante sólo cuando la explicación y los estímulos los impulsan a una acción determinada, pero deja de ser importante cuando están integralmente atentos.

Cuando la mente se da cuenta de sus propios esfuerzos, temores y deseos, surge una percepción integral respecto de su propia transitoriedad; sólo esta percepción puede liberarla de los esfuerzos que la traban. A menos que esto ocurra, todo estímulo se convierte en un mero cautiverio mental.

Todas las cualidades artificialmente cultivadas dividen; todo cultivo intelectual de la moralidad, de la ética, es cruel, nace del temor y sólo crea una mayor resistencia del hombre contra el hombre.

La cualidad de resistencia implica ignorancia. Tener conocimiento de muchas teorías intelectuales no es estar libre de la ignorancia. Un hombre que no percibe de manera integral el proceso de su propia mente, es un ignorante. Liberar a la mente de su codicia por medio de la disciplina, de la voluntad, no es liberarla de la ignorancia, porque sigue estando presa en el conflicto de les opuestos. Cuando el pensamiento mismo percibe integralmente que el esfuerzo hecho para desembarazarse de la codicia también forma parte de la codicia, eso es un principio de esclarecimiento.

Cualquiera sea el esfuerzo que la mente haga para deshacerse de ciertas cualidades, sigue estando presa en la ignorancia; pero cuando discierna que todo esfuerzo que haga para liberarse se halla todavía dentro del proceso de La ignorancia, entonces habrá una posibilidad de romper con este círculo vicioso. La voluntad de satisfacción divide a la mente en muchas partes, cada una en conflicto con la otra, y esta voluntad no puede ser destruida por una voluntad superior, la cual no es sino otra forma de la voluntad de satisfacción. Ese círculo de la ignorancia se rompe, por decirlo así, desde adentro, sólo cuando la mente deja de ser codiciosa.

La voluntad de satisfacción destruye el amor.

Pregunta 1 : ¿Cómo podemos distinguir entre la revelaáón, que es el verdadero pensar, y la experiencia? Para mí, la experíenáa se limita a causa de nuestros falsos modos de vivir, y por eso no es revelaáón pura. Ambas, experienáa y revelación, deberían ser una sola cosa.

Pregunta 2: ¿Quiere usted decir que la experiencia es un recuerdo, el recuerdo de algo que hemos hecho? 

KRISHNAMURTI: La experiencia puede condicionar aún más el pensamiento o puede liberarlo de sus limitaciones. Nosotros experimentamos conforme a nuestro condicionamiento, pero podemos abrirnos paso por ese condicionamiento, lo cual puede dar a todo nuestro ser una libertad integral. La moralidad, que debería ser algo espontáneo, se ha establecido para seguir una norma, un principio que se convierte en bueno o malo según sean las creencias que uno sustenta. Para cambiar dicha norma, algunos recurren a la violencia, esperando así crear una norma "verdadera", y otros acuden a la ley para reformarla. Tanto unos como otros esperan crear una moralidad "justa" mediante la fuerza y la conformidad. Pero una imposición semejante deja de ser moralidad.

La violencia es considerada en cierta forma como un medio necesario para un fin pacífico. Pero no vemos que el fin es controlado y moldeado por el medio que empleamos.

La verdad es una experiencia disociada del pasado. El apego al pasado con sus recuerdos y tradiciones, es la continuación de un centro estático que impide la experiencia de la verdad.

Cuando la mente no está cargada de creencias, deseos, apegos, cuando se halla creativamente vacía, existe una posibilidad de experimentar lo real.

3 de agosto de 1937

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 Ommen, Holanda , 1937

PRIMERA PLÁTICA EN OMMEN

En medio de las circunstancias cambiantes de la vida, ¿existe algo permanente? ¿Hay alguna relación entre nosotros y el constante cambio que nos rodea? Si aceptáramos que todo cambia, incluso nosotros, jamás existiría la idea de la permanencia. Si nos viéramos a nosotros mismos en un estado de continuo movimiento, no habría conflicto entre las circunstancias cambiantes de la vida y eso que ahora consideramos permanente.

Hay en nosotros una esperanza, o una certidumbre profunda y duradera, de que existe algo permanente en medio del cambio continuo; y esto da origen al conflicto. Vemos que nos rodea, vemos que todo decae, se marchita. Vemos cataclismos, guerras, hambre, muerte, inseguridad, desilusión. Alrededor de nosotros todo va cambiando constantemente, deviene y se deteriora. Todas las cosas se desgastan por el uso. Nada de los que nos rodea es permanente. En nuestras instituciones, en nuestra moral, en nuestras teorías de gobierno, de relaciones económicas y sociales... en todas las cosas hay flujo, cambio continuo.

No obstante, en medio de esta transitoriedad sentimos que hay permanencia; estando insatisfechos de La transitoriedad, hemos creado un estado de permanencia y, de tal modo, hemos dado origen al conflicto entre lo que suponemos permanente y aquello que es cambiante, transitorio. Pero si nos diéramos cuenta de que todo, incluso nosotros, el "yo", es transitorio, y de que las cosas que nos rodean en la vida también carecen de permanencia, entonces es seguro que no existiría este doloroso conflicto.

¿Qué es eso que exige permanencia, seguridad, que anhela continuar? Sobre esta exigencia se basa nuestra relación social y moral.

Si de verdad creyéramos o sintiéramos profundamente por nosotros mismos que la vida cambia de manera incesante, jamás anhelaríamos la seguridad, la permanencia. Pero, a causa de nuestro hondo anhelo de permanencia, creamos un muro contra el movimiento de la vida, y tras de él nos encerramos.

Así, pues, el conflicto existe entre los valores cambiantes de la vida y el deseo que busca permanencia. Si percibiéramos y comprendiéramos a fondo nuestra propia transitoriedad y la de las cosas de este mundo, llegarían a su fin el amargo conflicto, las aflicciones y los temores. No existirían las ataduras que dan origen a la lucha social e individual.

¿Qué es, pues, esta cosa que se ha arrogado permanencia y que siempre busca mayor continuidad? No podremos examinar esto inteligentemente hasta que no analicemos y comprendamos la capacidad crítica en sí misma.

Nuestra capacidad crítica surge de prejuicios, creencias, teorías, esperanzas, etc., o de lo que llamamos experiencia. Nuestra experiencia está siempre teñida por el pasado. Si ustedes creen en Dios, quizá puedan tener lo que llaman una experiencia de la divinidad. Esta no es, por cierto, una experiencia genuina. Durante siglos se ha impreso en nuestras mentes la idea de que hay Dios, y conforme a ese condicionamiento tenemos una experiencia. Esta no es una experiencia auténtica, de primera mano.

Una mente condicionada que actúa de un modo condicionado no puede tener una experiencia completa. Es incapaz de experimentar plenamente la realidad o irrealidad de Dios. Del mismo modo, una mente ya predispuesta por un deseo consciente o inconsciente de permanencia, no puede comprender plenamente la realidad. Para una mente así, toda indagación es tan sólo un fortalecimiento mayor de ese prejuicio.


La búsqueda y el anhelo de inmortalidad responden al impulso de los recuerdos acumulados en la conciencia individual, del "yo", con sus temores y esperanzas, odios y amores. Este "yo" se fragmenta en muchas partes que entran en conflicto: lo superior y lo inferior, lo permanente y lo transitorio, etc. En su deseo de perpetuación, el "yo" busca y usa medios y arbitrios para atrincherarse.

Quizás algunos de ustedes se digan: "Seguramente, con la desaparición de estos anhelos deberá manifestarse la realidad". El deseo mismo de saber si hay algo más allá de esta conciencia conflictiva, indica que la mente busca una garantía, una certidumbre, una recompensa por sus esfuerzos.

Vemos cómo se crea La resistencia de unos contra otros, y que esa resistencia, a causa de los recuerdos acumulativos, de las experiencias, se fortalece cada vez más, se vuelve más y más consciente de sí misma.

Así que existe nuestra resistencia personal y la resistencia de nuestro prójimo, de nuestra sociedad. El ajuste entre dos o más resistencias es llamado relación, y sobre esa relación se construye la moralidad.

Donde hay amor, no existe esta conciencia de la relación, la cual sólo puede existir en un estado de resistencia y es meramente un ajuste de conflictos antagónicos.

El conflicto no lo es tan sólo entre diversas resistencias, sino también dentro de éstas, dentro de la cualidad permanente y la cualidad transitoria de la resistencia misma.

¿Hay algo permanente dentro de esta resistencia? Vemos que la resistencia puede autoperpetuarse mediante la codicia, la ignorancia, el anhelo consciente o inconsciente de experiencia. Pero es indudable que esta continuación no es lo eterno; es tan sólo la perpetuación del conflicto.

Lo que llamamos permanente en la resistencia es sólo una parte de la resistencia misma y, por lo tanto, parte del conflicto. Así que no es en sí lo eterno, lo permanente.

Donde hay insuficiencia, frustración, está el anhelo de continuidad que da origen a la resistencia, y ésta se adjudica a sí misma la cualidad de lo permanente.

La cosa a la que la mente se aferra como lo permanente es, en su esencia, lo transitorio. Es el resultado de la ignorancia, del miedo y el anhelo.

Si comprendemos esto, vemos que el problema no es el de una resistencia en conflicto con otra, sino el de descubrir cómo surge esta resistencia y cómo puede ser disuelta. Cuando nos enfrentamos de modo profundo a este problema, hay un nuevo despertar, un estado al que podemos llamar amor.

I de agosto de 1937


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 CUARTA PLÁTICA EN MADRAS


En mis pláticas empleo palabras sin el significado especial que les han dado filósofos y psicólogos.

¿Qué comprensión les han aportado estas pláticas? ¿Siguen afirmando que hay una divinidad, un amor que está más allá de la vida humana? ¿Siguen buscando a tientas remedios parciales, curas superficiales? ¿Cuál es el estado de sus mentes y corazones?

Para dar origen a un orden inteligente, tiene que haber recto pensar, recta acción. Cuando la mente es capaz de comprender su propio proceso de lucha y limitación, cuando el pensamiento es capaz de revelarse sin el conflicto de la división, entonces hay una acción plena, total. Si la mente se prepara a fin de actuar, entonces tal preparación debe basarse en el pasado, en recuerdos autodefensivos y, por consiguiente, impide la plenitud de la acción. El mero análisis de la acción pasada no puede revelar todo el significado de ésta. La mente que, consciente o inconscientemente, se amolda a un ideal — que no es sino la proyección de la búsqueda de segundad y satisfacción personal — , debe por fuerza limitar la acción y, de este modo, se condiciona. Simplemente desarrolla recuerdos y hábitos autodefensivos para ofrecer resistencia a la vida. En consecuencia. Lo que hay es una constante frustración.

Desde la acumulación de recuerdos autodefensivos surge la identidad, el concepto del "yo" y de su continuación y evolución hacia el estado perfecto, hacia la realidad. Este "yo" busca perpetuarse mediante sus propias actividades volitivas de ignorancia, miedo y deseo. Mientras la mente no se dé cuenta de estas limitaciones, el esfuerzo para evolucionar, para triunfar, sólo origina un sufrimiento mayor e incrementa el contenido del inconsciente. El esfuerzo se vuelve así una práctica, una disciplina, un ajuste y amoldamiento mecánicos.

Casi todos pensamos que el tiempo y el progreso evolutivo son necesarios para nuestra realización. Pensamos que las experiencias son esenciales para nuestro crecimiento y desarrollo. Son muchos los que aceptan rápidamente esta idea, dado que los consuela el pensar que disponen de numerosas vidas a través de las cuales podrán perfeccionarse; sostienen que et tiempo es indispensable para llegar a realizarse plenamente. ¿Es así? La experiencia, ¿libera verdaderamente o sólo limita el pensamiento? ¿Puede la experiencia liberar a la mente de sus recuerdos autodefensivos, de la ignorancia, el miedo, el deseo? Los recuerdos autodefensivos y el deseo usan las experiencias para perpetuarse. Por eso estamos atados al tiempo.

¿Qué entendemos por experiencia? ¿No es, acaso, la acumulación de valores basados en recuerdos autodefensivos, los cuales generan en nosotros una línea de conducta impulsada por el provecho personal? Es el proceso de los agrados y desagrados, de las opciones. La acumulación de recuerdos autodefensivos es el proceso de la experiencia, y la relación entre dos seres humanos es el contacto entre dos recuerdos individualizados y autodefensivos cuya moralidad consiste en el acuerdo para proteger lo que ambos poseen.

Cada uno de nosotros es su propio camino y su propia vida. De nuestro esfuerzo surgirá el despertar de la inteligencia creativa. Hasta que exista esta inteligencia, nacida de la percepción alerta y sin opciones, tendrá que haber caos, controversias, conflictos, odio y dolor.

Pregunta: Usted ha dicho que la comprensión de la verdad es posible sólo por medio de la experimentación. Ahora bien, la experimentación significa acción, la cual, si ha de tener algún valor, debe nacer de un pensamiento maduro. Pero si desde el principio mi pensar mismo está condicionado por recuerdos y reacciones, ¿cómo puedo actuar o experimentar apropiadamente?

KRISHNAMURTI: Para experimentar de manera apropiada, la mente debe darse cuenta de que su pensamiento está condicionado. Uno puede creer que experimenta, pero si no tiene conciencia de la limitación, sigue actuando dentro de la esclavitud que implican la ignorancia y el miedo. El pensamiento condicionado no puede reconocerse a sí mismo como condicionado; el deseo de escapar de esta limitación por medio del análisis, del proceso artificial de coacción, negación o afirmación, no nos ayudará a comprender ni nos traerá la libertad. Ningún sistema, ninguna coacción de la voluntad puede revelarle a la mente su propia limitación, su propia esclavitud.

Cuando hay sufrimiento, la mente busca un escape y, por consiguiente, sólo crea para sí nuevas ilusiones. Pero si está totalmente atenta al sufrimiento y no busca un escape, esa atención misma es la comprensión que destruye las ilusiones. Por lo tanto, en vez de preguntar cómo puede liberar del miedo y del deseo al pensamiento, sea usted consciente del dolor. El dolor indica una mente condicionada, y el mero escapar del dolor aumenta la limitación. En el instante del sufrimiento, empiece a prestar atención; entonces la mente misma percibirá la naturaleza ilusoria del escape, de los recuerdos autodefensivos y de la búsqueda de ventajas personales.

Pregunta: ¿Debe uno ser respetuoso?

KRISHNAMURTI: ¿Quién formula esta pregunta? No un hombre que busca la comprensión, la verdad, sino alguien cuya mente está cargada de miedo, tradición, ideales y fidelidades de raza. Una mente así, al entrar en contacto con el movimiento de la vida, genera para sí mismo fricción y sufrimiento.

Pregunta: Las personas mayores, ¿son culpables de explotación cuando esperan respeto y obediencia de los jóvenes?

KRISHNAMURTI: Las muestras de respeto hacia los ancianos son, por lo general, un hábito. El miedo puede asumir la forma de la veneración. El amor no puede volverse un hábito, una práctica. No hay en los viejos respeto por los jóvenes ni en los jóvenes respeto por los viejos, sino sólo exhibición de autoridad en unos y el hábito del temor en los otros.

Organizar bellas frases y cultivar el respeto no es cultura, sino una trampa para cazar a los incautos. Nuestras mentes se han vuelto tan esclavas de los valores habituales, que hemos perdido todo afecto y respeto profundo por la vida humana. Donde hay explotación no puede haber respeto por la dignidad del hombre. Si uno exige respeto y ejerce la autoridad sólo a base de su edad avanzada, eso es explotación.


Pregunta: Si una persona vive en la ignorancia o no sabe qué hacer en la vida, ¿no necesita de un gurú para que la guíe?


KRISHNAMURTI: ¿Puede alguien ayudarlo a atravesar este doloroso vacío de la vida diaria? ¿Puede alguna persona, por importante que sea, ayudarlo a salir de esta confusión? Nadie puede. Uno mismo es el autor de la confusión, la cual es el resultado del conflicto entre una voluntad y otra. Tal voluntad es ignorancia.


Sé que la búsqueda de gurúes, instructores, guías y maestros es el deporte social de muchos, el deporte de las personas irreflexivas en todo el mundo. Dicen: "¿Cómo podemos evitar esta desdicha y cmeldad caóticas a menos que aquéllos que son libres, los iluminados, vengan en nuestra ayuda y nos salven del dolor?". O elaboran la imagen mental de un santo preferido y cuelgan alrededor de su cuello todas las dificultades que padecen, o creen que algún guía suprafísico vela por ellas y les dice lo que deben hacer y cómo deben actuar. La búsqueda de un gurú, de un Maestro, indica que uno huye de la vida.


El amoldamiento es muerte. No es otra cosa que formación de hábitos, refuerzo del inconsciente. ¡Cuan a menudo presenciamos alguna escena desagradable, cruel y retrocedemos ante ella! Vemos pobreza, cmeldad, degradación de toda clase; al principio nos espanta, pero pronto dejamos de tener conciencia de ello.


Nos acostumbramos al medio que nos rodea, nos encogemos de hombros y decimos: "¿Qué podemos hacer? Es la vida". Así destruimos nuestras reacciones sensibles ante la fealdad, la explotación, la cmeldad y el sufrimiento, y también nuestra apreciación y nuestro disfrute profundo de la belleza. De este modo, se va debilitando lentamente nuestra percepción.

El hábito se sobrepone poco a poco a la capacidad de pensar. Observe la actividad de su propio pensamiento y verá cómo adquiere un hábito tras otro. Lo consciente se transforma así en lo inconsciente y el hábito endurece la mente, por medio de la voluntad y la disciplina. El obligar a la mente a disciplinarse mediante el temor — que a menudo se confunde con el amor — genera frustración.

El problema de los gurúes existe cuando buscamos consuelo, cuando deseamos satisfacción. No hay tal consuelo, sino comprensión; no hay tal satisfacción, sino plenitud.

Pregunta: Usted parece dar un nuevo significado a la idea de voluntad, esa cualidad divina en el hombre. Entiendo que la considera un impedimento. ¿Es así ?

KRISE1NAMURTI: ¿Qué entiende usted por voluntad? ¿No implica un vencer, un conquistar, un esforzarse para decidir algo? ¿Qué tenemos que conquistar? Nuestros hábitos, las resistencias desarrolladas por el temor, el conflicto de nuestros deseos, la lucha de los opuestos, la frustración con respecto al medio en que vivimos. Así desarrollamos la voluntad. La voluntad de ser, en toda su significación, no es sino un proceso de resistencia, un proceso de superación impulsado por el anhelo de protegemos a nosotros mismos.

La voluntad es, de hecho, una necesidad ilusoria del miedo, no una cualidad divina. Es tan sólo la perpetuación de recuerdos autodefensivos. A causa del miedo nos volvemos invulnerables al amor, a La verdad; y llamamos voluntad al desarrollo del proceso de autoprotección. La voluntad tiene sus raíces en el egoísmo. La voluntad de existir, la voluntad de llegar a ser perfectos, la voluntad de triunfar, la voluntad de adquirir, la voluntad de encontrar a Dios, es el impulso del egoísmo.

Cuando la acción del miedo, de la ambición, de la seguridad, de la virtud personal y del carácter, ceda ante la inteligencia, sabrán ustedes cómo vivir de manera completa, integral, sin que intervéngala batalla de la voluntad.

La voluntad es tan sólo el impulso insistente de los recuerdos autoprotectores, el resultado de la ignorancia y el miedo individualizados. La cesación de la voluntad no es muerte, es sólo el final de la ilusión, nacida de la ignorancia. La acción despejada de miedo y de toda búsqueda de provecho personal es lo único que habrá de producir una relación armoniosa, creativa con nuestro prójimo, con la sociedad.

26, 27 y 28 de diciembre de 1936

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 TERCERA PLÁTICA EN MADRAS

He intentado explicar qué es el pensar claro, creativo, y cómo la tradición, los anclajes, el miedo y la búsqueda de seguridad impiden constantemente el libre movimiento del pensar. Si queremos despertar la inteligencia, nuestra mente no debe escapar hacia ideales y creencias ni puede estar presa en el proceso acumulativo de los recuerdos de autoprotección. Debemos estar conscientes de que escapamos de lo real y de que vivimos en el presente con los valores del pasado o del futuro.

 Si se observan, verán que la mente construye para sí misma muros de seguridad, de certidumbre, a fin de estar libre del temor, de la aprensión, del peligro. La mente busca siempre ancladeros desde los cuales puedan surgir sus opciones y sus actos. Busca y desarrolla todo el tiempo diversas formas de seguridad con sus valores e ilusiones: la seguridad de la riqueza con sus ventajas personales y su poder; la seguridad de la creencia y el ideal; y la seguridad que la mente busca en el amor. Una mente que se cree segura desarrolla sus propias estupideces y puerilidades, las que ocasionan mucha confusión, mucho sufrimiento.

Cuando se siente perpleja y atemorizada, la mente busca certezas inexpugnables que se transforman en ideales y creencias. ¿Por qué crea estos ancladeros de creencias y tradiciones y se aferra a ellos? ¿No será porque, desconcertada por el conflicto y los cambios constantes, busca una finalidad, una garantía profunda, un estado inmutable? Sin embargo, a pesar de estos anclajes, el sufrimiento y el dolor continúan. Por eso la mente empieza a buscar nuevos sustitutos, otros ideales, otras creencias, abrigando nuevamente la esperanza de encontrar dicha y seguridad. La mente va de una esperanza o una certidumbre a otra, de una ilusión a otra. Este errar de una cosa a otra es llamado crecimiento.

Cuando la mente condicionada torna conciencia del dolor y la incertidumbre, pronto comienza a estancarse huyendo hacia creencias, teorías y esperanzas. Este proceso de sustitución, de escape, sólo se deriva en frustración.

La búsqueda de seguridad no es sino la expresión del miedo que distorsiona la mente-corazón. Cuando uno ve el significado de su búsqueda de seguridad basada en la creencia y en el ideal, se da cuenta de su falsedad. Entonces la mente busca, reaccionando contra la creencia y el ideal, una antítesis con la cual espera encontrar nuevamente la certidumbre y la felicidad, lo cual no es sino otra forma de escapar de lo real. La mente tiene que darse cuenta de su hábito de desarrollar antítesis. ¿Por que la mente trata de precaverse fuertemente contra el movimiento de la vida? ¿Puede una mente que no es vulnerable, que atiende a su propio provecho mediante los valores que ella misma crea, puede una mente así conocer jamás el éxtasis de la vida y la plenitud del amor? Se torna inexpugnable a fin de no sufrir y, sin embargo, esta protección misma es la causa del dolor.

Pregunta: Puedo ver que la inteligencia debe ser independiente del intelecto y también de cualquier forma de disciplina. ¿Hay un modo por el cual podamos acelerar el proceso de despertar la inteligencia y hacer que ese despertar sea permanente ?

KRISHNAMURTI: No puede haber amor, inteligencia creativa, mientras haya miedo en cualquiera de sus formas. Si usted tiene plena conciencia del miedo con sus numerosas actividades e ilusiones, esa percepción se convierte, de sí, en la llama de la inteligencia.

Cuando la mente discierne por sí misma los obstáculos que impiden el claro pensar, no es necesario ningún impulso artificial para que la inteligencia se despierte. Una mente que busca un método no es consciente de sí misma, de su ignorancia, de sus temores. Espera simplemente que un método, un sistema de disciplina pueda llegar, quizás, a disipar sus ansiedades y sufrimientos. La disciplina sólo puede crear hábito y, de este modo, apagar la mente. Estar atento sin opción, tener conciencia de las numerosas actividades de la mente, de su riqueza, sus sutilezas, engaños e ilusiones, es ser inteligente. Esta atención misma disipa la ignorancia, el miedo. Si hacemos un esfuerzo para estar atentos, entonces ese esfuerzo, impelido por la esperanza de escapar del dolor, crea un hábito. Cuando hay una percepción profunda y sin opciones, tiene lugar la revelación de uno mismo; sólo esta revelación puede evitar que la mente genere ilusiones y, de tal modo, se adormezca. Si hay un constante estado de alerta de la mente, sin la dualidad del observador y lo observado, si la mente puede conocerse tal como es, sin negar, afirmar ni aceptar nada, sin resignarse, entonces, de esa realidad misma surge el amor, la inteligencia creativa.

Pregunta: ¿Por qué existen muchos senderos hada la verdad? ¿Es esta idea una ilusión, hábilmente concebida para explicar y justificar diferencias?

KRISHNAMURTI: ¿Puede haber muchos senderos hacia el claro pensar? ¿Puede algún sistema conducirnos a la inteligencia creativa? Sólo existe La inteligencia creativa, no sistemas para despertarla. Sólo existe la verdad, no senderos que conduzcan hacia la verdad. Es sólo la ignorancia la que se divide en muchos senderos y sistemas. Cada religión sostiene que únicamente ella es dueña de la verdad y que únicamente por medio de ella Dios puede hacerse realidad; diversas organizaciones afirman o dan a entender que gracias a sus métodos especiales es posible conocer la verdad; cada secta sostiene que posee el mensaje especial de la verdad. Profetas y mensajeros espirituales ofrecen sus panaceas como revelaciones directas de Dios. ¿Por qué alegan semejante autoridad, semejante eficacia para sus afirmaciones? ¿No es obvio? Intereses creados en el presente o en el más allá. Tienen que mantener sus engaños de prestigio y poder, o de Lo contrario, ¿qué podría ocurrir con todas las creaciones de su gloria terrenal? Otros, por haberse empobrecido a causa de negaciones y sacrificios, se imaginan crecer en grandeza espiritual; por consiguiente, asumen el derecho espiritual de guiar a los profanos. Una de las explicaciones fáciles de los intereses espirituales consiste en decir que hay muchos senderos hacia la verdad, justificando así sus propias actividades organizadas e intentando, al propio tiempo, ser tolerantes con quienes sostienen sistemas parecidos.

Además, estamos tan atrincherados en el prejuicio, en la tradición con sus creencias y dogmas especiales, que repetimos dogmáticamente, sin dificultad alguna, que existen muchos senderos hacia la verdad. Para inducir tolerancia entre las múltiples divisiones que ocasiona el pensamiento antagónico y condicionado, los dirigentes de los intereses organizados tratan de disimular, mediante frases importantes, la brutalidad de la división. La afirmación misma de que existen senderos hacia la verdad, es la negación de la verdad. ¿Cómo puede alguien indicar un sendero hacia la verdad, si ésta no tiene morada, no puede ser medida y no puede buscarse? Lo que se halla fijo está muerto, y hacia eso puede haber senderos. La ignorancia crea la ilusión de muchos caminos y métodos.

A causa de nuestro propio pensamiento condicionado, de nuestro propio deseo de certidumbre, de finalidad, de nuestros propios temores que crean constantemente dispositivos de seguridad, fabricamos conceptos mecánicos, artificiales de la verdad, de la perfección. Y, habiéndolos inventado, buscamos medios y arbitrios para conservarlos. Cada organización, gmpo o secta, sabiendo que la división niega la amistad, trata de producir unidad y hermandad artificiales. Dicen: "Usted siga su religión y yo seguiré la mía; usted tiene su verdad y yo tengo la mía; pero cultivemos la tolerancia". Una tolerancia así sólo causa ilusión y desorden.

Una mente condicionada por la ignorancia, por el temor, no puede comprender la verdad porque, a causa de su propia limitación, crea para sí misma futuras limitaciones. La verdad no puede ser invitada. La mente no puede crearla. Si usted comprende plenamente eso, discernirá la absoluta inutilidad de los sistemas, las prácticas y las disciplinas.

Ahora formamos de tal modo parte del proceso intelectual y mecánico del vivir que no podemos percibir su carácter artificial; o nos negamos a verlo, porque la percepción implicaría acción; de aquí la pobreza de nuestro propio ser. Cuando comencemos a percibir el proceso del pensamiento y nos demos cuenta de que crea su propia vacuidad y frustración, esa percepción misma disipará el miedo. Entonces se manifestará el amor, la plenitud de la vida.

Pregunta: ¿No advierte usted, señor, que sus ideas no pueden conducirnos más que a un resultado: a la vacuidad de la negación y a la ineficacia en nuestra lucha con los problemas de la vida?

KRISHNAMURTI: ¿Cuáles son los problemas de la vida? Ganarnos la subsistencia, amar, no tener miedo, vivir dichosamente, con cordura y plenitud. Éstos son los problemas de nuestra vida. ¿Digo, acaso, algo que pueda conducirlos a la negación, a la vacuidad, que pueda impedirles comprender sus propias luchas y desdichas? ¿No me formula usted esta pregunta porque su mente está acostumbrada a buscar lo que llama instrucción positiva? O sea, quiere que le digan lo que debe hacer, que le aconsejen la práctica de ciertas disciplinas a fin de que pueda llevar una vida de felicidad y realizar a Dios. Ustedes están habituados a amoldarse, con la esperanza de lograr una vida más amplia y plena. Yo digo, por el contrario, que el amoldamiento nace del miedo, y que esta imitación no es la forma positiva de vivir. Señalar el proceso en el que ustedes se hallan atrapados, ayudarlos a que tomen conciencia de la cárcel de limitación que la mente ha construido para sí misma, no es negación. Por el contrario, si se da cuenta del proceso que los ha llevado a esta condición actual de dolor y desorden, y si comprenden el significado pleno de tal proceso, esa comprensión misma habrá de disipar la ignorancia, el miedo, el deseo, Sólo entonces podrá haber una vida de plenitud y una genuina relación entre el individuo y la sociedad. ¿Cómo puede esto conducirlos a una vida de negación e ineficacia?

¿Qué es lo que tienen ahora? Unas cuantas creencias y unos cuantos ideales, algunas posesiones, un líder o dos a quienes seguir, un ocasional susurro de amor, lucha y dolor constantes. ¿Es esto la riqueza de la vida, la realización humana y el éxtasis? ¿Cómo puede existir la bienaventuranza de la realidad cuando la mente-corazón está presa en el miedo? ¿Cómo puede haber lucidez cuando la mente-corazón está creando su propia confusión y sus limitaciones? Yo digo: consideren lo que ahora tienen, perciban claramente estas limitaciones, y esa percepción misma despertará la inteligencia creativa.

Pregunta: ¿Puede cualquiera liberarse del conflicto en cualquier momento, sin tener en cuenta su grado de evolución ? ¿Conoce usted algún otro caso, aparte del suyo, en el que la posibilidad se haya convertido en algo real ?

KRISHNAMURTI: No nos preguntemos si alguien más se ha liberado de la ignorancia y el conflicto. ¿Puede usted, cargado de ilusión y miedo, liberarse en cualquier momento del dolor? ¿Puede usted, con sus múltiples creencias y valores, liberarse de la ignorancia y el deseo? La idea de la perfección final no es sino una ilusión. Una mente perezosa se aferra a la satisfactoria idea del crecimiento gradual y acumula para sí numerosas teorías consoladoras.

¿Puede el movimiento de experiencia en experiencia dar origen a la inteligencia creativa? Ustedes han tenido innumerables experiencias. ¿Cuál es el resultado? De tales experiencias sólo han acumulado recuerdos autodefensivos que protegen a la mente contra el movimiento de la vida.

¿Puede la mente darse cuenta, en cualquier instante, de su propio condicionamiento y comenzar a liberarse de su limitación? Esto es posible, sin duda alguna.

Tal vez ustedes admitan esto intelectualmente, pero no significará nada mientras no se traduzca en acción. Sin embargo, la acción acarrea fricciones, dificultades. Nuestro prójimo, nuestra familia, nuestro líder, nuestros valores, todo ello genera oposición. Por eso la mente empieza a eludir lo real y a desarrollar hábiles, astutas teorías para su propia protección. La mente condicionada, temiendo el resultado de su esfuerzo, escapa sutilmente hacia lo ilusorio de la postergación, del crecimiento evolutivo.

20 de diciembre de 1936