OBRA COMPLETA - TOMO 5 - J.K. - CONTINUACIÓN -

 J. KRISHNAMURTI

OBRAS COMPLETAS AÑOS 1933-1967

Tomo V ( 1948 - 1949 )

PERCEPCIÓN SIN OPCIONES


Bangalore , India , 1948

PRIMERA PLÁTICA EN BANGALORE


En vez de disertar, voy a contestar tantas preguntas como sea posible, y antes de hacerlo quisiera señalar algo con respecto a la contestación de preguntas, Uno puede formular cualquier pregunta, pero a fin de obtener una respuesta apropiada, la pregunta también debe ser apropiada. Si es una pregunta seria hecha por una persona seria, intensa, que está buscando la solución a un problema muy difícil, entonces, obviamente, habrá una respuesta digna de esa pregunta. Pero, lo que generalmente ocurre es que se me presentan muchísimas preguntas, algunas a veces muy absurdas, y luego se exige que todas ellas sean contestadas. Me parece que es una gran pérdida de tiempo formular preguntas superficiales y esperar respuestas muy serias. Tengo aquí varias preguntas y voy a tratar de contestarlas desde lo que, a mi entender, es el punto de vista más serio; y, si me permiten sugerirlo, como éste es un auditorio reducido, tal vez deseen interrumpirme si la respuesta no es muy clara, de modo que ustedes y yo podamos discutir el problema.

Pregunta: ¿Qué podemos hacer los hombres comunes y decentes para poner fin a nuestro problema de la propiedad comunal?

KRISHNAMURTI: Es obvio que el sentido del separatismo se está extendiendo por todo el mundo. Cada guerra que sigue a otra, está creando más separatismo, más nacionalismo, más gobiernos soberanos, etc. Este problema de los desacuerdos respecto de la propiedad comunal va en aumento, especialmente en la India. ¿Por qué? En primer lugar, porque la gente busca empleos, es evidente. Cuantos más gobiernos separados haya, más empleos habrá, pero ésa es una política muy miope, ¿verdad? Porque a la larga, el mundo tenderá más y más hacia la federación, hacia la unión, y no a fragmentarse constantemente. Por cierto, cualquier persona decente que de veras reflexione sobre esta situación — que no es tan sólo india, sino que es un problema mundial — debe, antes que nada, hallarse libre de nacionalismo, no sólo en asuntos de Estado, sino en el pensar, sentir y actuar. Al fin y al cabo, la cuestión comunal no essino una rama del nacionalismo. El hecho de pertenecer a un país, una raza o un grupo humano en particular, o a determinada ideología, tiende más y más a dividir a la gente, a crear antagonismo y odio entre los seres humanos. Obviamente, ésa no es una solución para el caos que reina en el mundo. Entonces, lo que puede hacer cada uno de nosotros es renunciar a lo comunal; podemos dejar de ser brahmines, dejar de pertenecer a tal o cual casta, a tal o cual país. Pero eso es muy difícil porque, a causa de nuestra tradición, de nuestras ocupaciones, de nuestra tendencia, estamos condicionados para una determinada norma de acción, y es sumamente arduo romper con ella. Tal vez quisiéramos hacerlo, pero la familia, la ortodoxia religiosa y demás, nos lo impiden. Sólo los hombres de buena voluntad buscan ser benevolentes, amigables, y únicamente ellos se liberarán de todas estas limitaciones que dan origen al caos.

Me parece, pues, que para poner fin a estas disputas que genera la propiedad comunal, uno debe comenzar por sí mismo; no esperar que actúe la legislación, el gobierno o alguna otra persona. Después de todo, ni la coacción ni la legislación resolverán el problema. El espíritu comunal, separativo, el hecho de pertenecer a determinada ideología o clase social, a una religión, engendra finalmente conflicto y hostilidad entre los seres humanos. La amistad no se genera compulsivamente, y acudir a la compulsión no es, por cierto, la respuesta. De modo que la salida a esto consiste, para cada uno de nosotros, o sea para el individuo, para ustedes y para mí, en romper con el espíritu comunal, con el nacionalismo. ¿No es, acaso, la única manera de salir de esta dificultad? Porque, en tanto la mente y el corazón no estén dispuestos a ser abiertos y amigables, la mera coacción o la legislación no van a resolver este problema. Es, pues, responsabilidad de cada uno de nosotros, que vive en una comunidad particular, en una determinada nación o un determinado grupo de personas, abandonar el estrecho espíritu de separatismo.

 La dificultad radica en que la mayoría de nosotros tiene motivos de queja. Casi todos estamos de acuerdo con el ideal de que deberíamos abandonar dicho espíritu y crear un mundo nuevo, un nuevo conjunto de ideas, etc., pero al regresar a nuestras casas, la coacción que ejercen las influencias ambientales es tan fuerte, que nos retractamos; y ésa es nuestra dificultad, ¿no es así? Intelectualmente, convenimos en que son absurdas las disputas comunales, pero muy pocos se preocupan por sentarse a reflexionar sobre la totalidad del problema, a fin de descubrir las causas que contribuyen a él. El hecho de pertenecer a determinado grupo, ya sea de acción social o política, es lo que engendra hostilidad, espíritu separativo; y la verdadera revolución no se origina siguiendo alguna ideología en particular, porque la revolución basada en una ideología crea antagonismo en diferentes niveles; por lo tanto, es una continuación de lo mismo. Así, pues, es obvio que esta discordia respecto de lo comunal, podrá terminarse sólo cuando veamos el absurdo total de la acción separada, de una ideología o moralidad en especial, de la religión organizada, ya sea el cristianismo, el hinduismo o cualquier otra religión organizada y limitada.

Comentario: Todo esto suena muy convincente, pero es muy difícil llevarlo a la acción y, como usted dice, cuando regresamos a casa somos personas muy diferentes de lo que somos aquí. Aunque podamos escucharlo y pensar en lo que usted expresa, el resultado depende de cada uno de nosotros. Siempre existe este "pero".

Comentario: Este movimiento mismo para abolir la religión organizada, puede formar otra religión organizada.

KRISHNAMURTI: ¿De qué modo, señor?

Comentario: Por ejemplo, ni Cristo ni Ramakríshna Paramahamsa querían una religión organizada; pero los hombres, olvidando la esencia misma de las enseñanzas, han construido en torno de ellos una religión organizada.

KRISHNAMURTI: ¿Por qué hacemos esto? ¿No es a causa de que deseamos la seguridad colectiva, de que anhelamos sentirnos a salvo?

Comentario: ¿Es típico de todas las instituciones el ser separatistas?

KRISHNAMURTI: Por fuerza tiene que serlo.

Comentario: ¿Aun el pertenecer a una familia es algo perverso?

KRISHNAMURTI: Usted está introduciendo la palabra perverso, que yo nunca he usado.

Comentario: Nosotros repudiamos nuestro sistema familiar. Es un sistema anticuado.

KRISHNAMURTI: Si hacemos mal uso de él, es obvio que debe ser desechado.

Comentario: Entonces, ¿una institución no es, en sí, necesariamente separatista?

KRISHNAMURTI: Desde luego. El correo no es separatista, porque lo usan todas las comunidades. Es universal. ¿Por qué, pues, los seres humanos individuales encuentran importante pertenecer a algo: a una organización religiosa, a una sociedad, a un club, etc.? ¿Por qué?

Comentario: No hay vida sin relación.

KRISHNAMURTI: Es evidente. Pero, ¿por qué la búsqueda del separatismo?

Comentario: Hay relaciones naturales y relaciones antinaturales. Una familia es una relación natural.

KRISHNAMURTI: Yo sólo pregunto: ¿Por qué existe el deseo, el impulso de pertenecer a algo? Considérelo a fondo, no se limite a hacer declaraciones. ¿Por qué pertenezco a determinada casta o nación? ¿Por qué me llamo a mí mismo "hindú”? ¿Por qué tenemos este espíritu de exclusión?

Comentario: Es el egoísmo. El ego del poder.

KRISHNAMURTI: Intercalar una o dos palabras no implica una respuesta. Hay alguna fuerza motriz, un impulso, una intención que nos hace pertenecer a determinado grupo de personas. ¿Por qué? ¿No es importante descubrirlo? ¿Por qué se define uno a sí mismo como alemán, inglés, hindú, ruso? ¿No es obvio que este deseo de identificarnos con algo existe porque la identificación con algo grande hace que uno se sienta importante? Ésa es la razón fundamental.

Comentario: No siempre. Un "harijan”, por ejemplo, pertenece a una comunidad muy baja. No se vanagloria de ello.

KRISHNAMURTI: Pero somos nosotros quienes lo mantenemos ahí. ¿Por qué no lo invitamos a nuestra casta especial?

Comentario: Estamos tratando de invitarlo.

KRISHNAMURTI: ¿Pero por qué los individuos se identifican con lo más grande, con la nación, con una idea que los trasciende?

Comentario: Porque ciertas ideas se inculcan en el individuo desde el instante en que nace. Estas ideas se desarrollan, y él cree que es un esclavo de ellas. En otras palabras, está condicionado de esa manera.

KRISHNAMURTI: Exactamente. Se halla tan condicionado que no puede romper con su servidumbre. La identificación con lo más grande existe porque uno desea estar seguro, a salvo, perteneciendo a un determinado grupo de pensamiento o acción. Señores, esto es obvio, ¿verdad? Por nosotros mismos nada somos. Somos tímidos, tenemos miedo de permanecer solos; por eso nos identificamos con lo más grande, y en esa identificación nos tornamos muy exclusivos. Éste es un proceso mundial. No se trata de una opinión mía, es exactamente lo que ocurre. La identificación, tanto desde la óptica nacionalista como de la religiosa, es avivada en períodos de gran crisis, y el problema es enorme. Ocurre no sólo en la India, sino que en todas partes del mundo existe este sentimiento de identificación con un grupo particular, el que gradualmente se vuelve exclusivo y, de tal modo, genera hostilidad y odio entre la gente. Por eso, al responder a esta pregunta, tendremos que habérnoslas tanto con el espíritu nacionalista como con el comunal, ya que en ambos está implicada también la identificación con alguna religión organizada.

Comentario: ¿Por qué nos identificamos?

KRISHNAMURTI: Por la muy simple razón de que si no nos identificáramos con algo, estaríamos confusos, nos sentiríamos perdidos; a causa de ese temor, nos identificamos para estar a salvo.

Comentario: ¿ Temor a qué? ¿No es ignorancia antes que temor?


KRISHNAMURTI: Llámelo como quiera, temor o ignorancia, es todo lo mismo. En realidad el punto que importa es éste: ¿Podemos usted y yo estar libres de este temor, permanecer solos y no ser exclusivos? La soledad creadora no es exclusiva; sólo la soledad del aislamiento es exclusiva. Por cierto, ésa es la única manera de salir del problema, porque el individuo es un proceso mundial, no es un proceso separado; y en tanto los individuos se identifiquen con un grupo o sector en particular, tienen que ser exclusivos y, debido a eso, crearán inevitablemente antagonismo, odio y conflicto.

Pregunta: El hombre, antes de que pueda conocer a Dios, tiene que saber qué es Dios. ¿Cómo va usted a presentarle la idea de Dios, sin traer a Dios al nivel del hombre?

KRISHNAMURTI: Es imposible, señor. Ahora bien, ¿cuál es el impulso que hay tras la búsqueda de Dios? ¿Es real esa búsqueda? Para la mayoría de nosotros es una manera de eludir lo que es. Por lo tanto, debemos tener muy en claro internamente, si este buscar a Dios es un escape o si es una búsqueda de la verdad en todo: la verdad en nuestras relaciones, en el valor de las cosas, en las ideas. Si buscamos a Dios tan sólo porque estamos cansados de este mundo y de sus desdichas, entonces es un escape. Entonces nosotros creamos a Dios; por consiguiente, eso no es Dios. El Dios de los templos, de los libros, no es Dios, evidentemente; es un maravilloso escape. Pero si procuramos encontrar la verdad, no en una serie exclusiva de acciones, sino en todas nuestras acciones, ideas y relaciones, si buscamos el exacto valor de nuestras necesidades esenciales — alimento, ropa y vivienda — , entonces, debido a que nuestras mentes son capaces de tener claridad y comprensión, cuando busquemos la realidad daremos con ella. Entonces no será un escape. Pero, si estamos confu sos con las cosas del mundo — alimento, ropa, vivienda, relaciones e ideas — ¿cómo podremos dar con la realidad? Sólo podremos inventarla.

De modo que una mente confusa, condicionada, limitada, no puede conocer a Dios, la verdad o la realidad. ¿Cómo podría una mente así pensar en la realidad o Dios? Primero tiene que liberarse de su condicionamiento, de sus propias limitaciones; sólo entonces podrá saber qué es Dios, no antes. La realidad es lo desconocido, y lo conocido no es lo real. En consecuencia, una mente  que anhela conocer la realidad, debe liberarse de su propio condicionamiento, y ese condicionamiento le es impuesto tanto desde lo externo como desde lo interno. En tanto la mente engendre contienda y conflicto en la relación, no podrá conocer la realidad. De modo que, si uno ha de dar con la realidad, la mente debe estar serena, pero si se la compele, si se la disciplina para serenarla, esa serenidad es, en sí misma, una limitación, es tan sólo autohipnosis. La mente se libera y se serena únicamente cuando comprende los valores que la rodean.

Para comprender, pues, lo más elevado, lo supremo, lo real, debemos empezar muy abajo, muy cerca; o sea, debemos descubrir el valor de las cosas, de las relaciones y de las ideas con las que nos ocupamos todos los días. Sin comprenderlas, ¿cómo puede la mente buscar la realidad? Puede inventar una “realidad”, puede copiar, imitar; habiendo leído muchos libros, puede repetir la experiencia de otros. Pero eso no es, por cierto, lo real. Para experimentar lo real, la mente debe dejar de crear, porque lo que ella crea sigue estando dentro de la esclavitud del tiempo. El problema no es si hay o no hay Dios, sino cómo puede el hombre descubrir a Dios; y, si en su búsqueda se desenreda de todas las cosas que lo sujetan, dará inevitablemente con esa realidad. Pero debe comenzar con lo que está cerca, y no con lo que está lejos. Obviamente, para ir lejos es preciso empezar cerca. Pero a casi todos nos gusta especular, lo cual constituye un escape muy conveniente. Por eso, las religiones ofrecen un narcótico tan maravilloso para la mayoría de las personas. En consecuencia, la tarea de desenredar la mente de todos los valores que ha creado, es extremadamente difícil. Debido a que nuestras mentes están fatigadas, o porque somos perezosos, preferimos leer libros sobre religión y especular acerca de Dios; pero eso no es, ciertamente, el descubrimiento de la realidad. La realización de lo real consiste en experimentar, no en imitar.

Pregunta: La mente, ¿es distinta del pensador?

KRISHNAMURTI: Y bien, ¿el pensador es distinto de sus pensamientos? ¿Existe sin pensamientos? ¿Hay un pensador aparte del pensamiento? Deje de pensar y ¿dónde está el pensador? El pensador de un pensamiento, ¿es diferente del pensador de otro pensamiento? ¿Está el pensador separado de su pensamiento, o el pensamiento crea al pensador, quien se identifica con el pensamiento cuando lo encuentra conveniente y se separa cuando no le conviene? O sea, ¿qué es el “yo”, el pensador? Obviamente, el pensador está compuesto de múltiples pensamientos que se han identificado como el “yo”. Por lo tanto, los pensamientos producen al pensador; no es a la inversa. Si no tengo pensamientos, no hay pensador; no es que el pensador sea diferente cada vez, sino que, no habiendo pensamientos, no existe el pensador. Los pensamientos producen al pensador, tal como las acciones producen al actor. El actor no produce las acciones.

Comentario: Señor, usted parece sugerir que, si dejamos de pensar, el“yo ’ estará ausente. 

KRISHNAMURTI: El "yo” está compuesto de mis cualidades, mi idiosincrasia, mis pasiones, mis posesiones, mi casa, mi dinero, mi esposa, mis libros. Todo eso crea la idea del “yo”. ¿De acuerdo?

Comentario: Nos resulta difícil estar de acuerdo.

KRISHNAMURTI: Si cesaran todos los pensamientos, el pensador no estaría ahí. Por lo tanto, los pensamientos producen al pensador.

Comentario: Todos los pensamientos y todas las cosas que nos rodean están ahí, pero eso no produce al pensador.

KRISHNAMURTI; ¿Cómo nace el pensador?

Comentario: Está ahí.

KRISHNAMURTI; Usted da por hecho que está ahí. ¿Por qué lo dice?

Comentario: Eso no lo sabemos. Usted debe responderlo por nosotros.

KRISHNAMURTI: Yo digo que el pensador no está ahí. Sólo existe la acción, el pensamiento, y después aparece el pensador.

Comentario: ¿Cómo surge a la existencia el “yo”, el pensador?

KRISHNAMURTI: Bueno, vayamos despacio. Tratemos todos de abordar el problema con la intención de descubrir la verdad; entonces valdrá la pena discutirlo. Estamos tratando de averiguar cómo el pensador, el “yo”, “lo mío”, surge a la existencia. Y bien, primero está la percepción, después el contacto, el deseo y la identificación. Antes de eso, el “yo” carece de existencia.

Comentario: En ausencia de mi mente, nada percibiré. A menos que haya ahí un perceptor, no hay sensación. Un cuerpo muerto no puede percibir aunque los ojos y los nervios estén ahí.

KRISHNAMURTI: Usted da por sentada la existencia de una entidad superior y del objeto que ésta ve.

Comentario: Parece ser así.

KRISHNAMURTI: Es lo que usted dice. Da por hecho que la entidad existe. ¿Por qué?

Comentario: Mi experiencia es que, sin la cooperación del “yo", no hay percepción.

KRISHNAMURTI: No podemos hablar de percepción pura. La percepción está siempre mezclada con el perceptor, se trata de un fenómeno conjunto. Si hablamos de percepción, ello arrastra instantáneamente al perceptor. Hablar del puro percibir, está más allá de nuestra experiencia; jamás experimentamos eso. Podemos caer en un sueño profundo cuando el perceptor no se percibe a sí mismo, pero en el sueño profundo no hay percepción ni perceptor. Si usted conociera un estado en que el perceptor se está percibiendo a sí mismo sin que intervengan otros objetos de percepción, únicamente entonces, podría hablar válidamente del perceptor. En tanto ese estado sea desconocido, no tenemos derecho a hablar acerca del perceptor como algo separado de la percepción. De modo que percepción y perceptor son un fenómeno conjunto, son las dos caras de una misma moneda. No están separados, y no debemos separar dos cosas que de sí no están separadas. Pero nosotros insistimos en separar al perceptor y la percepción, pese a que no hay base valedera para hacerlo. No conocemos un perceptor sin percepción, y no conocemos una percepción sin perceptor. Por lo tanto, la única conclusión válida es que la percepción y el perceptor, el "yo” y la voluntad, son dos caras de la misma moneda, dos aspectos del mismo fenómeno, el cual no es ni percepción ni perceptor; pero un examen preciso de ello requiere una atención muy intensa.

Comentario: ¿Adonde nos lleva eso ?

Comentario: Debemos descubrir un estado en el que perceptor y percepción no existan separadamente, sino que sean parte integral del mismo fenómeno. El acto de percibir, sentir, pensar, introduce la división del perceptor y la percepción, porque ése es el fenómeno básico de la vida. Si pudiéramos seguir de cerca estos instantes fugaces del percibir, conocer, sentir, actuar, y separarlos de la percepción por un lado, y del perceptor por el otro...

KRISHNAMURTI: Señor, esta cuestión surgió de la investigación acerca de la búsqueda de Dios. Obviamente, casi todos queremos conocer la experiencia de la realidad. Por cierto, ésta podrá ser conocida sólo cuando el experimentador deje de experimentar, ya que el experimentador es el que crea la experiencia. Si el experimentador crea la experiencia, entonces creará a Dios; por consiguiente, eso no será Dios. ¿Puede cesar el experimentador? Ése es todo el nudo en este problema. Ahora bien, si el experimentador y la experiencia son un fenómeno conjunto,, lo cual es tan obvio, entonces el experimentador, el actor, el pensador, tiene que dejar de pensar. ¿No es eso evidente? Entonces, ¿puede el pensador dejar de pensar? Porque lo que crea cuando piensa no es lo real. En consecuencia, para descubrir si existe o no existe la realidad, Dios, o como prefiera llamarlo, el proceso del pensamiento tiene que terminarse, lo cual implica que debe cesar el pensador. Que éste sea producto de los pensamientos, no viene al caso por ahora. Todo el proceso del pensamiento, proceso que incluye al pensador, tiene que llegar a su fin. Sólo entonces daremos con la realidad. Ahora bien, antes que nada, ¿cómo ha de hacerse para poner fin a ese proceso, y quién ha de hacerlo? Si lo hace el pensador, el pensador sigue siendo producto del pensamiento. El pensador poniendo fin al pensamiento, es aún la continuidad del pensamiénto. ¿Qué ha de hacer, pues, el pensador? Cualquier esfuerzo de su parte sigue siendo el proceso del pensar. Espero estar expresándome con claridad.

Comentario: Ello podría significar incluso resistirse al pensar.

KRISHNAMURTI: El resistirse al pensar, el reprimir todo pensamiento, es aún una forma del pensar; por lo tanto, el pensador continúa y, en consecuencia, él jamás puede dar con la verdad. Entonces, ¿qué puede uno hacer? Esto es muy serio y requiere una atención sostenida. Cualquier esfuerzo por parte del pensador, proyecta al pensador en un nivel diferente. Eso es un hecho. Si el pensador, el experimentador, hace un esfuerzo, positiva o negativamente, para comprender la realidad, sigue manteniendo el proceso del pensamiento. Por lo tanto, ¿qué ha de hacer? Todo cuanto puede hacer es darse cuenta de que cualquier esfuerzo de su parte, en uno y otro sentido, es perjudicial. Debe ver la verdad de eso, no sólo entenderla verbalmente. Debe ver que no puede actuar, porque cualquier acción de su parte sostiene al actor, lo alimenta; cualquier esfuerzo que haga, positiva o negativamente, fortalece al “yo”, al pensador, al experimentador. De modo que todo cuanto puede hacer es no hacer nada. Aun el deseo, positivo o negativo, sigue siendo parte del pensar. El pensador debe ver el hecho de que todo esfuerzo que hace es nocivo para el descubrimiento de la verdad. Ésa es la primera exigencia. Si quiero comprender, debo estar completamente libre de prejuicio, y no puedo hallarme en ese estado cuando estoy haciendo un esfuerzo en cualquier sentido. Eso es extremadamente difícil. Requiere un sentido de pasiva percepción alerta libre de todo esfuerzo. Sólo entonces puede la realidad proyectarse a sí misma.

Comentario: ¿Debemos concentrarnos en ia realidad proyectada?

KRISHNAMURTI: La concentración es otra forma de esfuerzo, que sigue siendo un acto del pensar. Por consiguiente, la concentración no nos conducirá a la realidad, es obvio.

Comentario: Usted dijo que, positiva o negativamente, cualquier acción por parte del pensador es una proyección del pensador.

KRISHNAMURTI: Eso es un hecho, señor.

Comentario: En otras palabras, usted distingue entre percepción alerta y pensamiento.


KRISHNAMURTI: Voy a abordar esto poco a poco. Cuando hablamos de concentración, ella implica coacción, exclusión, interés en algo exclusivo, y en eso está involucrada la opción. Implica esfuerzo de parte del pensador, esfuerzo que fortalece al pensador. ¿No es eso un hecho? Tendremos que investigar, pues, el problema del pensamiento. ¿Qué es el pensamiento? El pensamiento es la reacción a una circunstancia, lo cual implica que el pensamiento es la respuesta de la memoria; ¿cómo puede la memoria, que es el pasado, crear lo eterno?

Comentario: No decimos que la memoria lo crea, porque la memoria es


una cosa carente de percepción.


KRISHNAMURTI: Es inconsciente, subconsciente; acude de manera espontánea, involuntaria. Ahora estamos tratando de averiguar qué entendemos por pensamiento. Para comprender esto, no recurra a un diccionario, mírese a sí mismo, examínese. ¿Qué entiende usted por pensar? Cuando dice que está pensando, ¿qué es lo que hace en realidad? Está reaccionando. Reacciona mediante su memoria. Ahora bien, ¿qué es la memoria? Es la experiencia pasada, el depósito de las experiencias de ayer, tanto colectivas como individuales. La experiencia de ayer constituye la memoria. ¿Cuándo recordamos una experiencia? Por cierto, sólo cuando no ha sido completa. Tengo una experiencia, y esa experiencia es incompleta, inconclusa, y deja una huella. A esa huella la llamo memoria, y la memoria responde a un reto ulterior. Esta respuesta de la memoria a un reto es llamada el pensar.

Comentario: ¿Sobre qué queda impresa la huella?

KRISHNAMURTI: Sobre el “yo”. Después de todo, el “yo”, “lo mío”, es el residuo de todos los recuerdos: colectivos, raciales, individuales, etc. Ese haz de recuerdos es el “yo”, y ese “yo” con su memoria, responde. Llamamos “pensar” a esa respuesta.

Comentario: ¿Por qué forman un haz estos recuerdos?

KRISHNAMURTI: A causa de la identificación. Consciente o inconscientemente, pongo todo en una misma bolsa.

Comentario: Entonces, hay una bolsa separada de la memoria.

KRISHNAMURTI: La memoria es la bolsa.

Comentario ; ¿Por qué los recuerdos se adhieren entre sí?

KRISHNAMURTI: Porque son incompletos.

Comentario: Pero los recuerdos son inexistentes, se encuentran en un estado de inercia a menos que haya allí alguien para recordar.

KRISHNAMURTI: En otras palabras, el recordador, ¿es diferente del recuerdo? Ambos son las dos caras de una moneda. Sin recuerdo no hay recordador, y sin el recordador no hay recuerdo.

Comentario: ¿Por qué insistimos en separar el perceptor y la percepción,


el recordador y el recuerdo? ¿No es ésta la raíz de nuestra dificultad?

KRISHNAMURTI: Los separamos porque el recordador, el experimentador, el pensador, se torna permanente mediante la separación. Es obvio que los recuerdos son fugaces; por lo tanto, el recordador, el experimentador, la mente, se separa porque desea permanencia. La mente, que hace esfuerzos, que lucha, que escoge, que se disciplina, no puede encontrar lo real porque, como dijimos, gracias a ese esfuerzo mismo se proyecta y da sustento al pensador. Ahora bien, ¿cómo liberar de sus pensamientos al pensador? Esto es lo que estamos discutiendo. Porque, cualquier cosa que piense el pensador, tiene que ser producto del pasado y, por lo tanto, desde la memoria él crea un Dios, una verdad que, evidentemente, no es real. En otras palabras, la mente se mueve todo el tiempo de lo conocido a lo conocido. Cuando la memoria funciona, la mente puede moverse tan sólo en el campo de lo conocido, y cuando se mueve en ese campo, jamás puede dar con lo desconocido. Así que nuestro problema es cómo hacer para que la mente se libere de lo conocido. Cualquier esfuerzo para liberarnos de lo conocido es perjudicial, porque el esfuerzo sigue siendo lo conocido. Por consiguiente, debe cesar todo esfuerzo.

¿Han tratado alguna vez de actuar sin esfuerzo? Si comprendo que todo esfuerzo es inútil, que es una proyección más de la mente, del “yo”, del pensador, si me doy cuenta de la verdad de ello, ¿qué ocurre? Si veo muy claramente el rótulo de “veneno” en un frasco, no toco ese frasco. No necesito ningún esfuerzo para que no me atraiga. De igual manera — y en esto radica la mayor dificultad — , si me doy cuenta de que cualquier esfuerzo de mi parte es perjudicial, si veo la verdad al respecto, estoy libre del esfuerzo. Todo esfuerzo de nuestra parte es nocivo, pero no estamos seguros, porque deseamos un resultado, un logro; y ésa es nuestra dificultad. Por lo tanto, seguimos esforzándonos y esforzándonos. Pero Dios, la verdad, no es un resultado, una recompensa, un objetivo. Tiene que venir a nosotros, no podemos ir hacia ello. Si hacemos un esfuerzo para ir hacia ello, estamos buscando un resultado, un logro. Para que la verdad advenga, uno debe estar pasivamente alerta. El alerta pasivo es un estado de percepción en el que no hay esfuerzo alguno. Implica estar alerta y percibir sin juzgar, sin optar — no en algún sentido fundamental, sino en todo sentido — . Es estar alerta a nuestras acciones, a nuestros pensamientos, a nuestras respuestas relativas; estar alerta sin opción alguna, sin condena, sin iden tificación ni negación, de modo tal que la mente comience a comprender, sin juzgar, cada pensamiento y cada acción. Esto suscita el interrogante de si puede haber comprensión sin pensamiento.

Comentario: Sin duda, si uno es indiferente a algo.

KRISHNAMURTI: Señor, la indiferencia es una forma de juicio. Una mente torpe, indiferente, no está alerta, no es perceptiva. La percepción alerta consiste en ver sin juzgar, en saber exactamente qué está sucediendo. Por consiguiente, es inútil buscar a Dios o la verdad, sin estar despierto y alerta ahora, en el presente inmediato. Es mucho más fácil acudir a un templo, pero eso es escapar hacia el reino de la especulación. Para comprender la realidad, debemos conocerla de manera directa, y es obvio que la realidad no pertenece al tiempo y al espacio; se encuentra en el presente.

4 de julio de 1948


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